DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, ANTE UNA REPRESENTACION DE LA COLONIA PUERTORRIQUEÑA, EN EL DISTRITO DEL BRONX, NUEVA YORK, EL 23 DE OCTUBRE DE 1995, "AÑO DEL CENTENARIO DE LA CAIDA DE JOSE MARTI".

 

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

 

Queridos amigos y distinguidos atrevidos:

 

Si me ven pasar un poco de trabajo para ver.  Tomarán en cuenta que son las necesidades de la época moderna y de la electrónica, y que esas bombillas son fuertes.

Julio dijo que habrían necesitado el estadio --creo que de pelota, ¿no? (RISAS)--, pero a mí me parece estar viendo aquí un estadio en este magnífico "room" de Jimmy (RISAS Y APLAUSOS), que ha sido tan atrevido y tan valiente como para prestarlo esta noche.

Realmente, me han impresionado las palabras de Julio Pabón y José Serrano.  Me ha gustado muchísimo la forma sencilla, directa, clara, franca con que hablan; además, saben lo que dicen, y dicen mucho, y lo dicen con todo el cuidado necesario.

Mientras ellos hablaban de las cosas que nos unían y nos acercaban a la gran familia latinoamericana o hispanoamericana, recordaba, entre otras cosas, el idioma que nos une, que es capaz de expresar tantos sentimientos como los que se han expresado aquí, y que es capaz de despertar tantas emociones como las que los compañeros de la delegación y yo hemos sentido esta noche (APLAUSOS).

Me parece que, antes de continuar, debo aclarar este serio problema de las Grandes Ligas, porque ya veo que ustedes están con los del Cleveland (RISAS), y a mí, que he sido entrevistado con bastante frecuencia por la televisión, los periodistas casi todos me hablaron del tema.

Hay algo extraño, y es que de lo que más saben de mí los norteamericanos es que me gusta la pelota (RISAS Y APLAUSOS).  Claro, me gustan otros muchos deportes, pero cada norteamericano que nos visita me trae una pelota, o un guante, o un bate (RISAS), o un libro con la biografía de una gran estrella, o con la biografía de muchos con los índices, los campeonatos, todo; pero a mí me identifican --y eso es bueno--como un deportista y como un pelotero.

Hoy me regalaron bate y pelota, y así he ido recibiendo, puedo hacer casi un museo con todos esos objetos (RISAS).

En la televisión me preguntaron: "Bueno, ¿y usted con quién está?" Eso no se hace (RISAS).  Y yo que venía de Uruguay, de Bariloche, de una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, no tenía tiempo de leer ni un cable, ni un periódico; eran discursos y más discursos --no discursos míos, sino de los demás--, al menos con los míos me entretengo yo mismo mientras los demás se aburren (RISAS Y APLAUSOS).

Ahora, como ustedes saben, tengo el campeonato olímpico de ser el individuo que pronuncia los discursos más cortos cuando se trata de una cumbre y cuando prohiben que sea de más de cinco o seis minutos.  En Bariloche dije uno de tres minutos y medio, ya eso es récord de récords (RISAS); siete minutos en Cartagena, seis minutos en la reunión cumbre de jefes de Estado y Gobierno de Naciones Unidas, y eso porque leí un poquito más despacio para poner énfasis en algunas cosas.

De modo que en el gran número de entrevistas me hicieron esa pregunta y me sorprendieron.  Si llego a saber que ustedes los del Bronx estaban con el Cleveland (RISAS), entonces yo digo: "Miren, no me metan en ese problema" (RISAS).  Me acordé que era amigo de Ted Turner, y dije: "Bueno, como soy amigo de Ted Turner, tengo que estar a favor de los Bravos de Atlanta."

Hoy me lo volvieron a preguntar, y dije: "me vas a pelear con la mitad de este país, ya no por razones políticas sino por razones deportivas" (RISAS).  Bueno, ya escogí, pero no estoy afiliado enteramente, tengo que tener en cuenta lo que alguien me dijo: "Oiga, es que hubo un jugador del Cleveland que metió dos jonrones y que, además, sacó en primera a no sé quién", era un héroe y creo que el hombre era puertorriqueño.  Así que aclarado esto, espero que ustedes tengan comprensión y perdón para mí (RISAS Y APLAUSOS).

Me hablaban de un buen atleta cubano, y ellos querían que un día viniera aquí a jugar con ustedes.  Bueno, todo tiene remedio, ¿verdad?  Habrá que buscar no se sabe cuántos permisos (RISAS), pero la buena voluntad nuestra no faltaría nunca en ese caso.

Vuelvo a insistir en que me gustó la claridad y la valentía con que se ha hablado esta noche, y, además, la sabiduría, que es la misma que tengo que emplear yo aquí.

Pero hay una crítica, porque uno de los dos dijo que aquí hay progresistas y comerciantes, y digo: ¿Desde cuándo se puede asegurar que los comerciantes no sean progresistas? (RISAS Y APLAUSOS.) ¿Por qué?  No hay que hacer esa distinción, todos han contribuido, todos están aquí, todos nos han hecho un inmenso honor, todos nos han dado un infinito aliento, todos nos han enseñado, nos han educado y, sobre todo, han ensanchado el círculo de nuestra gran familia latinoamericana, de nuestra gran familia humana; cuando nos han dicho que esta noche los que querían venir eran muchos más, que en el Bronx vive casi medio millón de puertorriqueños, me quedé asombrado (APLAUSOS).

Me emocionó todavía más saber que había no solo puertorriqueños, sino que había dominicanos, que había cubanos, que había de otras nacionalidades, uruguayos --nos acaban de decir (RISAS)--, que había también norteamericanos de origen norteamericano, panameños, y de todo.  Es una lección inolvidable para nosotros que no habíamos sido capaces de ver esa dimensión humana tan importante, de comprender que teníamos entre ustedes tantos hermanos (APLAUSOS).

Se habló de la emigración cubana, también se habló de Miami, se habló de New Jersey --sí se mencionó (RISAS)--, pero no podemos ni pensar siquiera, y creo que uno de ellos lo dijo claro, que la mayoría de los cubanos residentes en Estados Unidos estén a favor del bloqueo, porque nosotros sabemos de muchos, muchos, muchos que no están ni pueden estar a favor del bloqueo por muchas razones y, entre otras, las que tan brillantemente se explicaron aquí esta noche.

Fue Estados Unidos la tierra tradicional de la emigración cubana desde los pasados siglos, e incluso, muchos cubanos vinieron a luchar por la independencia de Estados Unidos --casi nadie se acuerda de eso--; en los días de Washington, en los días difíciles de una durísima guerra, vinieron desde Cuba y lucharon.  Vinieron también españoles a luchar por la independencia de Estados Unidos, vinieron a lo largo de los siglos, puede decirse.

También hubo momentos en que en nuestro país estaba dividida la opinión, porque fue el último en independizarse de España, y había más de 300 000 esclavos; a decir verdad, los españoles eran dueños de la administración, del ejército, del comercio, y los cubanos eran dueños de las tierras y de los esclavos.  En muchos de ellos predominaba un sentimiento anexionista, porque tenían miedo de que ocurriera en Cuba lo que ya había ocurrido en Haití, y que dio lugar a la revolución haitiana, que fue el primer país que se independizó.

Algunos cubanos pensaban en aquellos tiempos que la única forma de salvarse era uniéndose a la nación norteamericana, y dentro de Estados Unidos había corrientes que favorecían ese anexionismo porque pensaban que iban a tener dos votos más en el Senado, en una época en que la cuestión de la esclavitud se discutía más que la Ley Helms-Burton (EXCLAMACIONES), si se abolía o no la esclavitud.

No hay que olvidar que aunque este gran país, que fue de los precursores de las revoluciones modernas, ya que precedió a la propia Revolución Francesa --aunque con ideas que venían fundamentalmente de Europa, y luchó durante muchos años por la independencia y se declaró independiente--, decía que se consideraban verdades evidentes que todos los hombres nacían libres, iguales y que a todos les concedía el Creador determinados derechos, en realidad, en esos derechos y entre esas verdades evidentes concedidas por el Creador no se consideraba la libertad de los esclavos, y no fue sino casi 80 años después que a través de una dura lucha, de una guerra civil, se produjo la liberación de los esclavos.  Pero había cubanos que preferían anexarse, otros se oponían fuertemente, y esa fue una gran lucha.

Después en nuestras guerras de independencia muchos cubanos se refugiaron en Estados Unidos, desde aquí se organizaron, desde aquí trabajaron; el más conocido, el más prestigioso, el más grandioso fue nuestro Héroe Nacional, José Martí (APLAUSOS.)

Durante la república muchos cubanos vinieron a Estados Unidos buscando trabajo, no en los primeros años, sino cuando ya adquirió algún impulso la industria azucarera, creció la población y disminuyó el empleo.  Aquí en Nueva York, en New Jersey, en Miami y en muchos lugares vivían cubanos antes de la Revolución y nos reunimos con ellos y nos apoyaron  --una parte regresó a Cuba y otros viven todavía en Estados Unidos, yo he tenido el placer de saludar en estos días a unos cuantos--, de modo que había una tradición, pero había una prohibición y una cuota muy pequeña para ingresar en Estados Unidos.  Fue realmente la Revolución la que le abrió las puertas a la emigración hacia Estados Unidos.  Los primeros que emigraron después de la Revolución era, naturalmente, aquella gente que pertenecía al régimen de Batista donde se habían cometido muchos crímenes --se calculan alrededor de 20 000 personas muertas--, y cientos de criminales, ladrones, se refugiaron en Estados Unidos; era una emigración de carácter político.

Cuando se aplicaron las primeras leyes revolucionarias se afectaron una serie de intereses, porque no puede haber revolución y no la hubo en ninguna parte, ni siquiera en Estados Unidos cuando su revolución de la independencia, sin afectar muchos intereses.  Ya me imagino cuántos ingleses fueron afectados por la independencia de Estados Unidos y se marcharían a Inglaterra; hubo guerras después entre Estados Unidos e Inglaterra.  La Revolución afectó intereses también y una parte vino para acá; pero la gran realidad es que la inmensa mayoría de los que después vinieron lo hicieron por razones económicas, puesto que estábamos en las vecindades de un país que tenía veinte veces más ingresos que nosotros, salarios mucho más altos.

Ese fenómeno de la emigración es universal, solo que, desde luego, en el caso de Cuba se planteaba que vinieran todos los que quisieran.  Ese privilegio no se lo concedieron a nadie.  En Puerto Rico por su status especial de tipo político, sí tenían el derecho a viajar, ir y venir; los cubanos y los demás latinoamericanos no lo tenían.

Hoy uno de los más grandes problemas del mundo y uno de los más grandes temores de los países desarrollados es la emigración.  Vean ustedes cómo prosperó la Resolución 187 en California, vean cómo hay quienes hablan de poner una muralla más grande que la de Berlín en la frontera de México y Estados Unidos (RISAS), y hay quienes plantean poner tres murallas.

A los cubanos les dijeron: "Vengan, serán bien recibidos." En un principio perdíamos médicos, perdíamos maestros, perdíamos de todo: obreros calificados, ejecutivos, directores; tenían más posibilidades de ingreso en este país.  Después se estableció un principio: normas legales que les daban a los cubanos los derechos que no existían para ningún otro ciudadano de América Latina y del mundo, y es lógico que se produjera cierta emigración masiva.

Pero fuimos nosotros los que abrimos las puertas, la Revolución abrió las puertas a esa emigración (APLAUSOS), y nuestra política es decir: Todo el que desee emigrar del país, es libre de hacerlo.  Y así vinieron oleadas, hasta que desde la parte norteamericana se tomaron medidas y restricciones.  Por eso creció la emigración cubana en todos esos lugares.

Ahora, eran bien recibidos, tenían la residencia inmediata, de facto, ayudas, empleos y facilidades que no tenían los demás. ¿Hacía falta pasaporte?  No. Usted podía llevarse un barco, venir en un bote, en una lancha, en un avión secuestrado, o en una balsa (RISAS), y le preguntaban: "Señor, ¿usted quién es?, ¿cuál es su pasaporte?" Decía: "Yo soy un antisocialista, no estoy de acuerdo con los problemas políticos de Cuba." Y así se fue creando eso.

Realmente se produjeron en esos primeros años diferenciaciones muy fuertes entre los que venían.  Nosotros mismos no tuvimos la suficiente comprensión de que muchos de aquellos emigrantes eran económicos, y por sus declaraciones al llegar aquí para que los ayudaran, ya los veíamos como adversarios de la Revolución.

Desde luego, una parte de aquellos compatriotas fueron utilizados para actividades subversivas contra Cuba, para organizar expediciones, para destruir la Revolución, y así tuvimos muchos problemas, tuvimos dificultades serias, tuvimos la invasión de Girón.  Mil trescientos prisioneros hicimos y --como hemos dicho otras veces-- no hubo uno solo que recibiera un golpe siquiera, un culatazo, porque esos eran los principios de la Revolución mantenidos durante toda nuestra lucha, durante nuestra guerra.

Yo les puedo asegurar a ustedes aquí, de manera categórica, que son principios que no se han abandonado jamás (APLAUSOS), y que jamás en nuestro país se ha atentado contra la integridad física de las personas.  Esa es una de las cosas contra las que nosotros luchamos, contra los que habían torturado a miles de nuestros compañeros.  Y les puedo asegurar más: He leído algo sobre revoluciones y he leído algo sobre historia, y creo que la revolución más generosa que ha existido nunca es la Revolución Cubana (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Lo digo con toda franqueza.

Los que vinieron de Girón ahí están todos, les pueden preguntar si alguien les dio un halón de pelos (RISAS), a pesar del fragor de los combates y a pesar de que habían sido muertos o heridos cientos de nuestros compañeros.  Esos son los principios de la Revolución, porque una mentira, una calumnia, una infamia repetida una vez, mil veces, un millón de veces, ¡no podrá convertirse jamás en verdad! (APLAUSOS.) La mentira no importa cuántos la puedan creer, ¡no podrá convertirse jamás en verdad!

Vivimos los tiempos de la guerra fría, tiempos peligrosos, vivimos esos peligros, sufrimos el bloqueo desde los primeros momentos, momentos muy difíciles, y no teníamos la organización ni la experiencia que tenemos hoy.  Surgieron amigos, surgieron aliados que nos ayudaron cuando se suspendieron los suministros de petróleo, de maquinarias, de piezas, de todo; recibimos una ayuda exterior de la cual, realmente, siempre estuvimos y estamos agradecidos, no importa lo que pasó después.

Nosotros tuvimos que atravesar una etapa muy difícil, pero el cubano --como ustedes saben-- es muy ingenioso.  Si ustedes van a La Habana verán muchísimos automóviles del año 1940, del año 1950, del año 1960; eso no es Nueva York, que todos son autos nuevos y casi todos japoneses (RISAS Y APLAUSOS), hay muchos autos norteamericanos.  Es verdad que tendrán un motor soviético, gastando tanta gasolina que necesitan una refinería detrás (RISAS), o de piezas que los cubanos construyeron, que los echaron a andar y todavía andan los carros, y un carro de esos vale hoy más que un carro nuevo, ¿saben por qué?, porque son piezas de museo (RISAS), y las piezas de museo siempre son más caras.

Atravesamos momentos muy difíciles.  Toda la maquinaria era norteamericana, del transporte, de las fábricas, los tractores.  Todo eso cambió, y en aquella dura lucha en que había ataques piratas, invasiones, planes de atentados a montones.

Les puedo asegurar que contra nosotros se elaboraron tantos planes de atentados, que yo le podría regalar uno a cada uno de los que están aquí presentes (RISAS); no quiero ni mucho menos, pero explica un poco ese milagro de que esté conversando con ustedes, porque de acuerdo con el cálculo de las probabilidades debía estar en el más allá, pero les aseguro que no sería en el infierno (RISAS Y APLAUSOS).  No voy a discutir creencias, en el purgatorio tampoco porque ya hemos atravesado un largo purgatorio durante mucho tiempo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡En el cielo!").  En el cielo, seguramente; pero es que no hemos buscado para nosotros el cielo.  Sí puedo decirles que para nuestro pueblo hemos querido buscar el cielo (APLAUSOS).  Esa ha sido nuestra lucha.

Quizás con la experiencia de hoy, las realidades de hoy y lo que aprendemos hoy, nosotros debimos haber hecho una clara diferenciación entre los que fueron emigrados --porque no eran exiliados, nadie los expulsaba-- por razones políticas y los que fueron emigrados por razones económicas.  Puedo decirles que, incluso, conozco a muchos que emigraron por razones políticas que hoy tienen excelentes relaciones con la Revolución.  Es decir, los tiempos cambian, la vida cambia, y les puedo asegurar que muchos de esos cubanos van cambiando y que pueden llegar a constituir, si no constituyen ya, una mayoría silenciosa que no tiene los recursos de otros, los medios de publicidad que tienen otros para hacer lobby.  Se han especializado en lobby, y por eso son tan duras las batallas que tienen que librar Serrano y otros representantes en la Cámara y en el Senado, luchando contra esas medidas que son, realmente, crueles.

Yo, cuando hablaba en Naciones Unidas ayer, decía que el bloqueo, que mata hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, era como bombas atómicas silenciosas.

Ninguno de ustedes tiene que arrepentirse de lo que ha hecho.  Serrano o Julio hablaba de historia --porque los dos hablaron, uno detrás de otro (RISAS)-- y, realmente, ustedes están haciendo historia; ustedes están haciendo algo más que historia, ustedes están haciendo heroísmo (APLAUSOS), porque en determinadas condiciones, el valor de invitar a la delegación cubana, el valor de desafiar prejuicios, mentiras, calumnias, publicidad; amenazas como esas que se mencionaban, de no darle trabajo a alguien porque tenía una actitud diferente, son actos de fuerza, son actos de presión, son actos que chocan contra los principios elementales de este país donde ustedes han sido recibidos y donde ustedes viven.

Y créanme, queridos amigos, que no solo a gente humilde del pueblo, las mafias organizadas que tratan de impulsar las medidas de bloqueo contra nuestro país no respetan a nadie en absoluto, y yo sé de importantes personalidades políticas y hombres de empresa que han sido amenazados, que han sido intimidados con las amenazas, con las campañas que hacen esos grupos, para defender con métodos realmente fascistas sus propósitos y sus planes.

Conozco personas en Miami que tienen que vivir clandestinas, conozco personas en Miami que cuando me cuentan lo que les ha ocurrido, uno casi no puede creerlo, cosas de todo tipo: perseguirlas en el trabajo, perseguirlas en el club donde hacen ejercicios y hacen otras cosas, perseguirlas en la casa, lanzar amenazas por teléfono, y, sobre todo, un terror de tipo psicológico: la radio y la televisión, ataques, calumnias.

Algo más, tomar familias que han estado viajando en un carro con los hijos y agitarles el carro en la calle como venganza, o porque hayan ido a una reunión en La Habana, o porque sean contrarios a medidas hostiles como el bloqueo.  Han llegado a amenazar los hijos, y yo me pregunto si esos son métodos democráticos, si son métodos humanos, o son métodos que merecen llamarse realmente como lo que son, métodos fascistas (APLAUSOS), y los han utilizado contra las personas, contra otros compatriotas.  Esos métodos más tarde o más temprano tienen que fracasar.

Nosotros observamos cambios de opinión en el propio Estados Unidos, y en un número creciente de personas y eminentes personalidades del mundo de la publicidad, de la prensa, del mundo de las empresas, que están ya hastiados, cansados de una política que carece de sentido.  Como cuando aquí se ha dicho: Hoy es Cuba el único país, ¿y por qué?  El único país, un país que no ha tenido guerra con Estados Unidos, que ha tenido relaciones históricas, ¿por qué tiene que ser el único país bloqueado?

Aquí se mencionó a China, aquí se mencionó a Viet Nam, aquí se mencionó a Corea; soldados de Estados Unidos y soldados de esos países se enfrentaron en grandes batallas.  Eso no ocurrió nunca con relación a Cuba.

Medidas de bloqueo no se llevaron a cabo contra gobiernos que desaparecieron más de 100 000 personas.  Yo decía anoche en la reunión en Harlem cómo, a consecuencia de la invasión contra Arbenz, se establecieron gobiernos de fuerza donde no existía la categoría de presos, porque todos absolutamente eran desaparecidos, y así desaparecieron desde la caída de Arbenz a más de 100 000 personas. ¡Con cuánta razón nos defendemos nosotros!

¿Qué quisiéramos que fuera el futuro de nuestro país, que gente con esos métodos, con esos procedimientos un día se apoderaran de nuestra patria y que dentro de 50 años nuestro pueblo tuviera que estar llorando a decenas de miles de desaparecidos?  Y no fue ese el único país, hay unos cuantos países de América Latina donde hubo miles de desaparecidos y de gente asesinada.

Yo puedo afirmar aquí con la moral a la altura del Himalaya, que en nuestro país jamás ha habido escuadrones de la muerte, jamás ha habido desaparecidos, jamás ha habido asesinados (APLAUSOS).  Esa es una verdad que no puede negar nadie, hay 11 millones de cubanos que son testigos; incluso, los que sean nuestros adversarios no van a decir eso, se podrán quejar de otras cosas, quieren otras cosas, no piensan del mismo modo que nosotros --y no es, desde luego, la mayoría ni mucho menos--, pero jamás ninguno de ellos afirmaría que puede haber ocurrido algunas de estas cosas.

Nosotros estamos contra el bloqueo de cualquier país.  Porque como aquí se dijo, ¿a quién se dirige el bloqueo, a quién afecta?  Al pueblo. ¿Sería justo decir: No nos gusta la Revolución Cubana, vamos a lanzar 10 bombas atómicas?, ¿que se prohiba venderle a nuestro país una aspirina, ¡una aspirina! para un dolor de cabeza, ya no voy a decir un Alka-Seltzer para ayudar a la digestión? (RISAS), ¿que se prohiba venderle un citostático, un equipo médico, un medicamento que puede salvar vidas?  Y conozco casos de compatriotas nuestros que han muerto porque no se pudieron conseguir a tiempo, dando vueltas por el mundo, algunos medicamentos que prohiben vendernos.

Con relación a Cuba no hay solo embargo, el embargo es una palabra piadosa.  Nosotros decimos bloqueo; pero lo que ha habido con relación a Cuba es realmente una guerra económica, una guerra política.

Ya no existe la URSS, ya no existe campo socialista, que absorbía una gran parte de la publicidad, de la propaganda, de los ataques, de los bloqueos; las relaciones con China son excelentes, con Viet Nam, con todos, y hemos quedado nosotros solitos, y toda la artillería de publicidad y de hostilidad que antes se empleaba con todo el campo socialista, se emplea hoy con Cuba.

Ayer nosotros explicábamos en Harlem lo que Cuba ha hecho, no quiero repetirlo, no quiero ser extenso, pero ponía ejemplos de cómo nuestro país ha enviado más de 15 000 médicos a prestar servicios gratuitos en países del Tercer Mundo --creo que ningún otro país lo hizo-- (APLAUSOS); maestros, constructores, científicos, investigadores, ingenieros agrónomos por decenas de miles.

Explicaba cómo a Nicaragua mandamos 2 000 maestros --pidieron   2 000--, pero para enseñar en las montañas, en los lugares más apartados, donde había que llegar a pie después de tres días o en lomo de mulo; y vivían allí con familias muy pobres que tenían un solo cuarto: el padre, la madre, siete u ocho hijos, el caballo y el maestro o la maestra cubana, porque la mayor parte eran maestras (APLAUSOS).

Recordaba cómo nuestro país hizo 100 000 donaciones de sangre cuando el terremoto en el Perú, ¡en diez días, cien mil donaciones de sangre!; o 50 000 cuando el terremoto en Armenia, o a Irán, otro país donde ha habido catástrofes, y ayuda a muchos países de América Latina, aun cuando no hayamos tenido relaciones diplomáticas con ellos.  Esos son los sentimientos, la conciencia en que la Revolución ha educado a nuestro pueblo; ese ha sido el sentido de humanidad, de solidaridad con que hemos trabajado.

Con relación a Chernobil, esa gran tragedia, quiero que sepan ustedes que en nuestro país han sido atendidos 13 000 niños gratuitamente; nuestro país, Cuba sola, ha atendido más niños de Chernobil que todos los demás países del mundo juntos (APLAUSOS).  Esa ha sido una política, una ética.

Algo más mencionaba, que hemos tenido que derramar nuestra sangre ayudando a las colonias africanas a independizarse (APLAUSOS); hemos luchado contra los racistas y fascistas del apartheid de Sudáfrica; hemos contribuido decisivamente a la independencia de Namibia; hemos contribuido decisivamente en la lucha común en que participamos angolanos, namibios, sudafricanos y cubanos, a la desaparición del apartheid. ¿Es justo bloquear a nuestro país? ¿Es justo que a un enfermo le pueda faltar una medicina? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Que a un niño le pueda faltar la leche? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Que a un anciano le puedan faltar los alimentos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Pues nosotros hemos tenido que sufrir ese bloqueo que hoy no se justifica, como no sea por el hecho de que se ha convertido en un asunto de política interna: aquellos hacen mucha bulla en un estado o en otro, y hacen creer que sus votos van a ser decisivos en unas elecciones.  Desgraciadamente ese es un factor que ha contribuido mucho.

Esto que ustedes hacen, esto que ustedes promueven es, precisamente, el antídoto de todo eso (APLAUSOS).  Ustedes forman parte de esta gran nación, ustedes participan con decenas y decenas de millones de hombres y mujeres que hablan el mismo idioma que nosotros, de hombres y mujeres que hablan el español, que tienen la misma cultura, que tienen el mismo orgullo por sus países de origen, como lo tienen otros, como lo tienen por ejemplo los irlandeses, su orgullo de proceder de Irlanda, de su historia.  Ustedes son una gran fuerza, y en un país donde todo se organiza para defender sus intereses, es increíble la fuerza que realmente ustedes pueden constituir en la medida que se vinculen, se unan y logren divulgar la conciencia de estos problemas.

Es triste que allí tengan que batirse, que tengan que realizar la proeza de enfrentarse a gente que no actúa por sentimientos, que no actúa por ideales; esos que combaten con tanto odio, con tanta saña, que le hacen tantas campañas a Serrano o a Nydia, o a otros muchos del número creciente que no son, desde luego, mayoría y que se han opuesto al bloqueo y que lo han analizado desde un punto de vista ético, desde un punto de vista humano, desde un punto de vista de principio.

Realmente, nuestro país ha tenido que vivir situaciones muy difíciles, las vive.  Antes teníamos el bloqueo, pero teníamos el comercio con el campo socialista, después se derrumbó el campo socialista, perdimos el 75% de las importaciones y casi el ciento por ciento de nuestro mercado.  Y, a pesar de todo, hemos resistido. ¿Hemos resistido por qué?  Por esa conciencia de que les hablaba (APLAUSOS), por ese sentido de la dignidad, por ese sentido de la libertad, por ese sentido de la solidaridad, porque lo que tenemos no es mucho pero lo compartimos entre todos, y nadie se quedó en la calle, nadie se quedó desamparado; no hubo políticas de choque, no se cerró una sola escuela, un solo círculo infantil, no se cerró un solo asilo de ancianos, un solo policlínico.

En nuestro país, cada año, no hay menos médicos sino más médicos, y no menos maestros y profesores sino más maestros y profesores; y hemos alcanzado así el más alto índice de médicos por habitante del mundo, de todos los países desarrollados (APLAUSOS), y de profesores y maestros por habitante más elevado del mundo; decenas de miles de científicos.

¿Cómo nos las hemos podido arreglar?  Se ha hablado de milagros, pero yo les puedo asegurar que el pueblo hermano de ustedes, el pueblo cubano, ha sido capaz de esa proeza, y eso no se logra por la fuerza, ni lo logra nadie por la fuerza, porque en nuestro país es el pueblo el que defiende la Revolución, es el pueblo el que tiene las armas (APLAUSOS).  Habría sido absolutamente imposible resistir, y no solo estamos resistiendo, sino que estamos empezando a levantar cabeza.

Estoy seguro de que las palabras de ustedes --porque la prensa ha tenido la amabilidad de tomarlas-- serán escuchadas por nuestro pueblo y serán una enorme inyección de aliento y de estímulo, y conocerán también las palabras que pronunció Julio y pronunció Serrano, el ambiente, la atmósfera de este acto, el agradecimiento que yo les estoy expresando en nombre del pueblo.

Pero no se arrepientan nunca del heroísmo, no se arrepientan nunca de la justicia, no se arrepientan nunca de la valentía, del atrevimiento, porque fueron los valientes, fue la gente firme, fueron los atrevidos los que hicieron las cosas más bellas de la historia.

Siempre, independientemente de filosofías, pongo el ejemplo del cristianismo por lo que luchó y lo que sufrió, desde aquellos doce apóstoles que empezaron a regar por el mundo doctrinas de amor y de justicia, hasta los miles o quién sabe cuántos incontables hombres y mujeres que murieron defendiendo su fe.  Si hoy hay cristianismo es porque hay cristianos que supieron morir en la cruz, es porque hay cristianos que supieron morir devorados por los leones antes que renunciar a sus ideas.

Ni son tan fieros los que los insultan y los amenazan a ustedes como aquellos leones, ni son tan poderosos, ni tienen un ápice de razón, ni serán ustedes más débiles después de esta reunión; estoy seguro, absolutamente seguro de que serán más fuertes (APLAUSOS.) Por eso, más bien debemos sentirnos orgullosos todos, ustedes y nosotros: nosotros, por contar con los honores, con el estímulo de hombres y mujeres tan excelentes como ustedes, y ustedes, porque son los que hacen triunfar las buenas causas, porque son justos, porque son valientes, porque son nobles, porque son generosos, porque son solidarios.

Muchas gracias (APLAUSOS PROLONGADOS).