DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE
MINISTROS, EN EL ACTO CENTRAL POR EL ANIVERSARIO 42 DEL ASALTO A LOS CUARTELES
MONCADA Y "CARLOS MANUEL DE CESPEDES", EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION
"MARIANA GRAJALES", EL 26 DE JULIO DE 1995, "AÑO DEL CENTENARIO
DE LA CAIDA DE JOSE MARTI".
Familiares de los combatientes del Moncada;
Distinguidos invitados;
Guantanameros;
Compatriotas:
Vengo gustoso a cumplir el deber de
acompañarlos en el 42 aniversario del asalto al Moncada.
Le correspondió a Guantánamo el honor de
ser sede de este aniversario no sólo por su destacado trabajo en muchos
frentes, sino en especial por la dignidad y la eficiencia con que supo
enfrentarse a las sucesivas catástrofes naturales que afectaron a esta
provincia. Quiso el azar que también en
Guantánamo conmemoráramos este año el centenario del desembarco de Martí y
Gómez por Playitas, y el de los Maceo con Crombet y otros jefes patriotas por
Duaba. Este año hemos conmemorado
igualmente en Dos Ríos el centenario de la caída en combate de José Martí.
Cuántas emociones y recuerdos no han de
pasar por nuestras mentes en este instante.
Pero lo principal que hemos de tener presente es que hace 127 años se
iniciaron nuestras luchas por la independencia, es decir, las luchas por la
soberanía, la libertad, la justicia y la dignidad de nuestro pequeño pero
patriótico y heroico pueblo. A las
puertas mismas de una nación poderosa y expansionista que no dejó un solo
instante de ensanchar sus fronteras a costa primero de los indígenas que
ocupaban gran parte del territorio actual de Estados Unidos, los que fueron
prácticamente exterminados, y a costa luego de los pueblos latinoamericanos y
del Caribe, pocos países en el mundo tuvieron que enfrentar un desafío y un
riesgo más colosal que el de Cuba, la manzana madura que habría de caer por su
propio peso en las garras del imperio que se gestaba.
Había ya desde entonces quienes pensaban
que la tarea era imposible, pero había también quienes no se resignaban jamás a
la idea de renunciar a su independencia, su cultura y su identidad
nacional. Gracias a esos eminentes
precursores, hoy hablamos aquí en español y no en inglés.
Los esfuerzos y el sacrificio de
generaciones enteras de cubanos no habían logrado convertir en realidad sus
sueños revolucionarios de justicia y de plena independencia. Sin embargo, habían sembrado la semilla y
habían preparado el camino. No podíamos
seguir siendo una colonia extranjera, no podíamos seguir convertidos en
obedientes servidores del imperio, no podíamos seguir siendo un país de
campesinos sin tierra, de niños sin escuelas, de enfermos sin médicos, de
obreros explotados, de negros sin derechos, de mujeres discriminadas, de
jóvenes sin porvenir, de brazos sin empleo, de ciudadanos humillados, de leyes
que se burlaban todos los días, de corrupción indetenible, de himno y bandera
sin sentido. Desalojo, plan de machete,
crímenes abominables: esa era la caricatura de república que nos dejó la
intervención imperialista en nuestra patria.
Cuanto saqueador había del tesoro
público, o político corrompido, o responsable de atroces crímenes represivos,
tenía asegurado refugio en Estados Unidos, sobre todo si lo hacía en nombre de
sus intereses económicos o la ideología anticomunista de ese país.
Lo mismo ocurrió y ha ocurrido en años
recientes con numerosos países de nuestro hemisferio. ¿Quiénes educaron en el
crimen, las torturas, la desaparición masiva de ciudadanos, los escuadrones de
la muerte, los cementerios clandestinos y otras aborrecibles prácticas, a las
fuerzas represivas en América Latina?
Contra todo lo que ocurría en aquella
Cuba de Batista, servidor contumaz de los intereses del imperio y de su ideología
reaccionaria, se llevó a cabo en 1953 el levantamiento armado del 26 de Julio.
La Revolución, surgida en el Moncada y
proseguida en las prisiones, el "Granma", la Sierra Maestra, la lucha
clandestina, en ciudades, llanos y montañas, nos condujo a la victoria del
Primero de Enero de 1959. Fuimos dueños
de nuestro destino por primera vez en la historia.
El programa del Moncada se cumplía
rigurosamente en un tiempo relativamente breve.
Privilegios e injusticias seculares iban siendo barridos. No era un programa socialista, pero contenía
las ideas básicas para ulteriores avances en esa dirección. Si nosotros, los
dirigentes principales, éramos de ideas y convicciones socialistas, con más
precisión, marxista-leninistas, como hemos dicho muchas veces, la Revolución
Cubana no lo era todavía.
Sin embargo, el proceso se aceleró
rápidamente como consecuencia de la agresiva política adoptada por el gobierno
de Estados Unidos. Apenas se aprobó la
primera Ley de Reforma Agraria, en el mes de mayo de 1959, la administración de
ese país decidió liquidar la Revolución con el empleo de fuerzas mercenarias al
estilo de lo realizado en Guatemala en 1954 con el gobierno de Jacobo Arbenz,
que quiso hacer también una reforma agraria.
Previamente se aplicaron fuertes acciones de agresión económica contra
nuestro país. A través de un proceso de
medidas del gobierno de Estados Unidos y respuestas cubanas, en poco tiempo la
mayor parte de las empresas norteamericanas en Cuba fueron nacionalizadas. A estas medidas siguieron otras de
nacionalización de las principales empresas privadas cubanas, cuyos
propietarios, como regla, hicieron causa común con la política norteamericana.
De este modo, al día siguiente del
traicionero bombardeo contra nuestras bases aéreas y vísperas de la invasión de
Gir6n, el 16 de abril de 1961 y ante decenas de miles de milicianos armados, se
declaró el carácter socialista de la Revolución. Si en la Sierra Maestra se combatió por el
programa del Moncada, en Girón nuestro pueblo heroico derramó ya su sangre por
el socialismo, y a la vista de una poderosa escuadra norteamericana a pocas
millas de la costa, lista para intervenir.
Las circunstancias históricas en que se
desarrolló nuestra lucha demostraron que no podía siquiera calificarse de
revolucionaria, si no era antimperialista y, además, socialista. Sólo el socialismo podía unir tan
estrechamente a las grandes masas del pueblo para librar la gigantesca batalla
moral, política, económica y social que teníamos por delante, así como para
estar dispuestos a librarla en el terreno militar si el país era invadido. Era necesario conquistar toda la justicia,
como había dicho Martí a Juan Gualberto Gómez.
Solo el socialismo como régimen político, económico y social podía
aportar toda la justicia (APLAUSOS).
El mundo en que esta larga lucha de 36
años ha tenido lugar, cuya historia extraordinaria no es este el momento de
exponer, no lo diseñamos nosotros, estaba diseñado ya el Primero de Enero de
1959. Pero a nadie debe caberle la menor
duda de que existieran o no la URSS y el campo socialista, nosotros habríamos
atacado el Moncada, habríamos desembarcado en el "Granma", habríamos
alcanzado el Primero de Enero y habríamos luchado en Girón.
Cuando Maceo protestó en Baraguá, cuando
Martí desembarcó en Playitas, cuando el ejército mambí llevó a cabo la gloriosa
Invasión, cuando Cuba luchó sola contra 300 mil soldados españoles, no existían
la URSS ni el campo socialista. Con esos
países no teníamos siquiera el menor contacto o relación que solo surgió después
de nuestra victoria.
La coincidencia histórica del surgimiento
de la Revolución Cubana, con la existencia de la URSS y el campo socialista,
fue un hecho casual aunque extraordinariamente útil cuando nuestro pequeño país
fue despiadadamente bloqueado en el campo económico, hostigado y amenazado
militarmente por Estados Unidos.
Para los que puedan albergar la menor
duda de lo que acabo de decir, baste el hecho irrebatible de que, cuando el
campo socialista y la URSS desaparecen, nuestro pueblo, a pesar de haber
perdido abruptamente el 70 por ciento de sus importaciones y toda colaboración
militar, no vaciló un segundo en seguir adelante y defender a cualquier precio
su independencia, sus extraordinarias conquistas sociales, su gloriosa
historia, sus ideas, su revolución y el fruto de la sangre derramada por sus
hijos dentro y fuera de Cuba (APLAUSOS).
Muchos que no eran capaces de valorar el
temple de este pueblo, creían que la Revolución se desplomaría en cuestión de
días o semanas, y aquí estamos no sólo resistiendo, sino poco a poco empezando
de nuevo a ganar terreno (APLAUSOS).
Compatriotas:
No olvidamos ni por un segundo los
esfuerzos y sacrificios que ha significado para nuestro pueblo el período
especial. Muy duro y difícil es también
para la Revolución librar la lucha cuando es necesario atender cada día los
problemas y necesidades de once millones de personas. ¡Qué hacer para que no se
quede un niño sin leche, un enfermo sin la atención esencial que necesite, para
que haya un mínimo de alimentos, de electricidad, de agua, de combustible
doméstico, de transporte y otros muchos productos y servicios que requiere la
población!
No es lo mismo atender los problemas de
un ejército guerrillero en las montañas que los requerimientos de un pueblo
entero cuando enormes esfuerzos se realizan por nuestros enemigos para bloquear
y obstaculizarlo todo.
Pero nada de lo que hagamos hoy ha sido
ni será jamás en vano.
Constituye una proeza sin precedente en
la historia que, aun en estas circunstancias, ni una sola escuela, ni un solo
hospital, ni un solo hogar de ancianos, ni un solo círculo infantil, se haya
cerrado.
La mortalidad infantil es hoy más baja
que cuando comenzó el período especial, y hay muchos más médicos; se fortaleció
la defensa y la seguridad del país; se desarrollan la investigación científica,
la cultura y el deporte; funcionan nuestra agricultura y nuestras industrias;
se trabaja ordenadamente en todas partes; comienzan a observarse ya algunos
frutos: se incrementan producciones de petróleo, de níquel, de electricidad, de
acero, de cemento, viandas, hortalizas y otros renglones. Aumentó el producto interno bruto un 2 por
ciento en el primer semestre de 1995, cifra modesta pero digna de anotarse. Habría sido más elevada sin las bajas en la
producción que tuvo el sector azucarero, donde hoy se realizan especiales
esfuerzos que no pueden dejar de alcanzar positivos resultados en un futuro
próximo.
En menos de un año, la excesiva liquidez
en manos de la población disminuyó en casi 2 700 millones de pesos. Se reevalúa el peso: de más de 130 pesos por
dólar que se pagaban en la calle hace un año, hoy se pagan apenas 35. Se avanza pues en el saneamiento de las
finanzas internas. Pero ello requiere
cada vez más estricto cumplimiento de la política trazada, algunas de cuyas
medidas están todavía por implementar, y no dejarse llevar en ningún instante
por la tentación de lanzar nuevos pesos a la circulación. A medida que disminuye la liquidez, se hace
más difícil la reducción, aunque resulta imprescindible. Los buenos efectos de esto se aprecian en un
mayor interés por el trabajo y una mayor necesidad del salario.
El cobro de los impuestos debe ser cada
vez más riguroso.
Constituye, sin embargo, un gravísimo
problema para nuestra economía la escasez de divisas convertibles para las
importaciones requeridas. Es hoy el
obstáculo principal. Se reciben algunos
financiamientos a costos elevados. En
ocasiones el aumento de un solo renglón, como el combustible o el de los
alimentos, o la leche en polvo que importamos, originan considerables
déficit. Esta es una realidad a tener en
cuenta.
Una serie de medidas se han ido aplicando
en los últimos tiempos. Ellas conforman
un conjunto de cambios y enfoques en la esfera del trabajo económico.
Algunas de estas medidas son amplias y
bastante radicales, buscando perfeccionar el trabajo en esa esfera, y
especialmente adaptar nuestra economía a las realidades del mundo de hoy. Otros países como China y Viet Nam lo vienen
haciendo, pero, ¿significa esto acaso abandonar nuestras ideas socialistas y
nuestras convicciones marxista-leninistas?
Es todo lo contrario. Como
verdaderos marxista-leninistas debemos actuar así, con toda la valentía y el realismo
que exigen las circunstancias. Pero esto
no implica, como al parecer creen algunos, una vuelta al capitalismo, y mucho
menos una carrera loca y desenfrenada en esa dirección. Los desastres increíbles ocurridos en los
países de la antigua URSS, a pesar de sus enormes recursos energéticos, de
materias primas y de financiamiento externo, frente a los éxitos impresionantes
de China y Viet Nam, indican con claridad lo que puede y lo que no puede
hacerse si se quiere salvar la Revolución y el socialismo (APLAUSOS). Esto sin contar el hecho de que ninguno de
aquellos países está bloqueado por los Estados Unidos. Cuba sí está bloqueada al máximo, con saña y
con furia. Contra nosotros se concentran
hoy todas las armas económicas del imperio hegemónico. Por ello, sólo nuestro socialismo, la
serenidad y sangre fría con que hemos enfrentado los problemas, han hecho
posible el milagro de nuestra resistencia.
Los incuestionables elementos de
capitalismo introducidos en nuestro país traen consigo los nocivos y
enajenantes problemas de ese sistema.
Fenómenos de corrupción y soborno, que no se habían visto nunca en 30
años de comercio con la URSS, se pueden apreciar ahora de forma incipiente y
creciente en nuestras relaciones económicas con el capitalismo.
Digamos con justicia que hay muchos
capitalistas serios que se relacionan con nosotros y se comportan
adecuadamente; otros utilizan las prácticas capitalistas universales de la
corrupción y el soborno de forma sutil o de forma abierta.
También hay gente que se han dejado
enloquecer por la avidez de divisas convertibles, y venden hasta el alma.
El turismo en amplia escala, la
despenalización de la tenencia de divisas convertibles, las instituciones que
venden en esa moneda, medidas que se hicieron ineludibles, tienen su inevitable
costo.
Algunos disfrutan con placer, en su
estilo y comportamiento, el papel de empresarios. Otros quieren crear empresas o empresitas a
toda costa para manejar divisas en sus centros o instituciones, y no pocas
veces para malgastarlas, violando las normas precisas establecidas en la
materia. Será colosal la lucha que el
Partido y el Gobierno deberán librar contra esas tendencias antes de que se
conviertan en un cáncer devorador de la ética y del espíritu
revolucionario. Hay que ser implacables
contra los que violen nuestros más sagrados principios. No se derramó la sangre de tantos para
permitir tan miserable comportamiento en la hora más difícil de la patria
(APLAUSOS).
Dura es nuestra lucha, pero más duro debe
ser el temple de acero de nuestras almas.
El enemigo no cesa en su empeño de
destruirnos. Hay dos concepciones: la de
los elementos de extrema derecha en la política de Estados Unidos que sueñan
con estrangularnos con un bloqueo económico todavía más férreo si fuera posible
y barrernos por cualquier medio de la faz de la tierra. Son los que promueven leyes como la
Helms-Burton, bien conocida y analizada por nuestro pueblo, y otras medidas
draconianas. Son los que nos quieren
destruir desde fuera.
La otra concepción es la de los que
quieren penetrarnos, reblandecernos, crear todo tipo de organizaciones contrarrevolucionarias
y desestabilizar el país cualesquiera que sean las consecuencias. Hay toda una teoría elaborada con un programa
diseñado para ello. Estos quieren
ejercer su influencia mediante intercambios amplios con diversos sectores que
consideran permeables, conceder jugosas becas, deslumbrarnos con sus
instituciones millonarias, sus tecnologías, sus centros de investigación
social. No autorizan a los
norteamericanos a viajar, conocer y descansar en Cuba, pero están dispuestos a
enviar a las universidades a sociólogos, filósofos, historiadores, cubanólogos,
profesores de inglés y otros académicos para "ilustrarnos". Eso sí, por nada del mundo un profesor de
cibernética, computación o áreas de la tecnología que no tengan que ver con la
ideología y pudieran ser de alguna utilidad al país. Es decir, el llamado Carril Dos de la ley
Torricelli. Esos son los que quieren
destruirnos desde dentro.
Hay muchos valiosos y nobles
norteamericanos de todas las esferas, incluidos hombres de negocios, que no
participan de ninguna de esas concepciones.
Mientras tanto, desde territorio de
Estados Unidos --y esto es muy grave--, de manera bastante descarada, se
organiza y se trabaja activamente en la preparación y realización de actos
terroristas contra el pueblo y áreas vitales de la economía, y una vez más
planes de atentado contra los dirigentes de la Revolución, en los que trabajan
frenéticamente. Centro fundamental de
tales acciones es la llamada Fundación Nacional Cubano-Americana. Es absolutamente imposible que la CIA y el
FBI no conozcan de estos planes cuando se supone que tengan penetradas esas
organizaciones, muchos de cuyos miembros han estado en relaciones con ellos.
Hoy día, con la apertura de nuestro país
al turismo y la posibilidad de viajar en ambas direcciones entre Cuba y Estados
Unidos, estos planes se facilitan, y la introducción de medios por distintas
vías para llevarlos a cabo es más factible.
Nuestros cuerpos de seguridad están
alertas en relación con estas actividades y trabajan en la prevención de tales
hechos.
No hablamos sin pruebas, lo advertimos a
tiempo y esperamos que nadie se lamente después del rigor con que las leyes
revolucionarias sancionen estos crímenes, ni se intente apelar a la generosidad
de la Revolución (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
A esto se añade el hecho de que desde el
territorio de Estados Unidos, más de mil horas semanales de radio incitan a la
realización de sabotajes, actividades contra la economía y asesinatos de
dirigentes políticos.
Es absolutamente vergonzoso, después del
brutal crimen de Oklahoma, que desde Estados Unidos se organice y se intente
llevar a cabo actos de terrorismo contra Cuba.
Lo dicho hasta aquí da idea de cuán ardua
es y será nuestra lucha. Téngase además
en cuenta que ese país está en proceso electoral, y los elementos de extrema
derecha que hoy controlan la mayoría del Congreso de Estados Unidos aspiran no
solo a barrer las medidas sociales que se originaron en tiempos de Roosevelt,
sino también a ocupar el gobierno de Estados Unidos con todas las consecuencias
que ello podría tener para el mundo.
Compatriotas:
Para todas estas alternativas debemos
estar preparados. Las condiciones de
bloqueo en que nos vemos obligados a resistir y avanzar exigen de todos un esfuerzo sobrehumano, una firmeza inconmovible, una
honradez absoluta.
En tiempos normales y de recursos
abundantes, que fueron además tiempos de bastante igualitarismo, muchas
personas se acostumbraron a recibirlo todo y aportar muy poco. Un análisis crítico nos llevaría a recordar
las plantillas infladas en la producción y los servicios, los ausentismos con
cualquier pretexto, las jornadas de cuatro o cinco horas en muchas empresas
agrícolas, los excesos en el gasto de combustible y materias primas, y el mal
empleo de la maquinaria agrícola y el transporte. Ninguno de estos lujos nos podemos permitir
hoy.
Mucho ha sido el esfuerzo en los últimos
tiempos para multiplicar la exigencia a los cuadros del Partido y del
Estado. Amplia ha sido la renovación,
grande es el compromiso de todos; pero todavía observamos errores, debilidades,
irresponsabilidades, incapacidades.
Como en ningún otro tiempo de la
historia, hoy se exige de nuestros trabajadores y nuestros cuadros, un máximo
de patriotismo, de moral, de dignidad.
Al lado de los casos y ejemplos que desalientan, surge un creciente
número de hombres y mujeres que expresan una conducta digna de los tiempos que
vivimos. Se aprecia en muchas partes un
renacer del espíritu revolucionario. Es
conmovedor ver que en los campos y fábricas se observan hombres y mujeres
trabajando con tenis y muchas veces descalzos.
Eso debiera servir de ejemplo a todos los acomodados o a los que no
tuvieron suficiente confianza en las virtudes de su pueblo.
La extraordinaria calidad humana y
política de nuestros compatriotas se puso de manifiesto en las últimas
elecciones, verdadero mensaje al mundo de lo que es Cuba, verdadera prueba de
cómo actúa un pueblo de elevada cultura y sólida conciencia política. Grandes ilusiones se hicieron los enemigos de
ver desgastada y debilitada la Revolución por las duras realidades del período
especial.
¡Qué distinto de lo que ocurre en casi
todas partes! ¡Qué distinto de lo que
pasa en Estados Unidos! Aun cuando es
absolutamente libre la opción de votar o no, un 97,1 por ciento lo hizo. Aun cuando se considere que no hubo un solo
error al votar y que ningún voto en blanco se produjera por inconformidad con
los candidatos de la circunscripción, y que ambos fueron expresión de descontento
y oposición, las boletas anuladas o en blanco alcanzaron solo un 11,2 por
ciento, apenas un 0,6 por ciento mayor que en 1992. Era de esperar, sin embargo, un determinado
desgaste, una manifestación relativa de desaliento en la dura situación que le
ha tocado vivir a nuestro mil veces heroico pueblo,
que no se produjo. ¡Otro Girón moral a los que pretenden ponernos de rodillas!
(APLAUSOS.)
Guantanameros:
Poco he dicho de ustedes y poco he de
decir para no ser excesivamente extenso.
Las cifras que reflejan el trabajo de Guantánamo serían interminables. Voy a citar dos nada más para brindar a los
norteamericanos un ejemplo de lo que es desarrollo social (APLAUSOS). Guantánamo, la provincia más pobre de Cuba,
con un médico por cada 271 habitantes, tiene más médicos per cápita que Estados
Unidos (APLAUSOS), y con 9,2, de mortalidad infantil, tiene menos mortalidad
infantil que la capital de ese país (APLAUSOS).
Los felicito calurosamente por haber
ganado la sede del 26 de Julio (APLAUSOS).
Mujeres cubanas a las que fue dedicada
esta conmemoración: para hablar de ustedes tendría que empezar de nuevo este
discurso. Me pregunto solamente si hay
lugar en el mundo en que el 62 por ciento de la fuerza técnica del país sean
mujeres (APLAUSOS); si lo que hemos hecho hasta hoy se habría podido realizar sin
ustedes (EXCLAMACIONES DE: "¡No!" Y APLAUSOS).
¡Las felicito igualmente por la
abnegación y el sacrificio con que se han merecido este justo homenaje!
(APLAUSOS.)
Soldados de la heroica Brigada de la
Frontera: ¡los felicito por haber recibido la bandera de la gloria combativo
Mayor General "José Maceo"! (APLAUSOS.) Ustedes han escrito una
imborrable página de valor en la historia de la Revolución y dieron ejemplo
supremo de generosidad con los peligros que arrostraron salvando vidas de quienes
habían renunciado a la patria (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Felicito igualmente al Partido y al Poder
Popular de Guantánamo (APLAUSOS).
Felicito a los guantanameros (APLAUSOS).
Les ruego me excusen si otras muchas
cosas que pudieron decirse aquí no las dije en aras del tiempo (APLAUSOS).
Yo también voy a cumplir en 1995
cincuenta años de haber iniciado una larga e intensa lucha política y
revolucionaria (APLAUSOS PROLONGADOS) que, entre otras cosas, me han permitido
el enorme privilegio de estar aquí con ustedes.
No es necesario ya pronunciar los largos discursos de los primeros años
de la Revolución.
Sólo una cosa quiero añadir. La Revolución jamás renunciará a sus
principios (APLAUSOS PROLONGADOS); jamás renunciará a las conquistas que trajo
a nuestro pueblo; jamás renunciará a sus ideas y objetivos; jamás se pondrá de
rodillas ante el imperio (APLAUSOS). ¡La soberanía no se entrega ni se negocia!
(APLAUSOS.) ¡El derecho a construir el régimen social, económico y político que
nuestro pueblo elija, no se depone ante nada ni ante nadie! (APLAUSOS.) La
Revolución no podrá ser destruida ni desde dentro ni desde fuera (APLAUSOS).
¡Si tenemos que luchar cien años más, lucharemos! (APLAUSOS.) Los que hemos
tenido el privilegio de conocer la libertad, la dignidad y la justicia, nunca
nos resignaremos a vivir sin ellas (APLAUSOS).
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)