DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN LA CLAUSURA DEL II CONGRESO DE LOS PIONEROS, EFECTUADA EN EL PALACIO DE LAS CONVENCIONES, EL 20 DE JULIO DE 1996.
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
Queridísimos pioneros (APLAUSOS);
Estimadísimos profesores y guías de pioneros (APLAUSOS);
Distinguidos invitados (APLAUSOS);
Compañeros de la presidencia que han tenido el privilegio de participar en este congreso:
Quizás ustedes hayan escuchado, más de una vez, que a veces yo pronuncio discursos largos; no es exactamente una calumnia (RISAS). En ocasiones he tenido que hablar mucho, porque siempre me gusta explicar las cosas, tratar de persuadir a las personas a las que me dirijo.
Quizás también piensen que para mí es muy fácil hacer la clausura de un congreso.
Quiero decirles, porque tal vez no lo sospechen, que uno de los más difíciles de clausurar es este.
A los niños me he dirigido muchas veces, a los adolescentes y a los jóvenes, por ahí anda un librito, lo he visto alguna vez con un discurso que hice no sé si a los pioneros, o más bien a los niños; pero es que después de un día como el de hoy, después de todo lo que he visto, he escuchado y de lo que me han contado acerca de las reuniones de las comisiones, es muy difícil que pueda hablarles a ustedes como niños —aunque hay niños aquí entre los delegados—, o como adolescentes.
¿Cuánta gente en el mundo pensará que los niños o los adolescentes o los jóvenes no entienden? Y me pregunto: ¿De qué temas podría hablárseles a ustedes que no fuesen capaces de entenderlos?
Raúl decía que no quería absolutizar, cuando hablaba elogiosamente de su impresión sobre lo que había escuchado, o sobre el espíritu, el carácter y la seriedad de esta reunión; no es necesario absolutizar, basta ser objetivo y poder tener la seguridad, como la tenemos, de que no es posible en el mundo de hoy, que conocemos tan bien, en ninguna parte, un congreso de esta naturaleza, de este carácter, de esta increíble calidad.
Todos los años transcurridos de Revolución no servirían para ser capaces de imaginarse de lo que ustedes son capaces. ¡Qué va, nada puede comparársele a esa profundidad con que ustedes han actuado, con que ustedes se han expresado y han organizado lo que hemos visto!
Nosotros, a quienes ustedes tan generosamente conceden tantos méritos y otorgan tan enorme respeto, estamos realmente maravillados, asombrados; y nosotros, que también necesitamos estímulos morales, porque de eso hemos vivido, de eso se han alimentado nuestros espíritus, hemos recibido de ustedes hoy un grandioso estímulo.
Nosotros, que creíamos saber algo, e incluso bastante, sobre los pioneros, recibimos una influencia tremenda al participar en un congreso como este. No son capaces de imaginarse ustedes cuánto pueden influir en nosotros, como tal vez nosotros no habíamos sido capaces de imaginar tampoco cuánto han avanzado ustedes.
Es inevitable recordar cuándo surge esta organización, muy acorde con la idea de que el pueblo, las masas, estuvieran organizadas en todas partes, y veíamos en la institución de los pioneros la organización de los niños; no de todos los niños, de los niños a partir de cierta edad y de los adolescentes. Incluso puede haber influido, y seguramente influyó, la tradición socialista de organizaciones de este tipo. Pero ya hoy la organización de pioneros no tiene nada que ver con la influencia de otras experiencias; la organización de pioneros, a mi juicio, es hoy mucho más que lo que nosotros mismos imaginábamos.
No hay que repetirles a ustedes todo lo que ha pasado en el mundo del campo socialista europeo en los últimos años, porque ustedes han demostrado que lo conocen bien, muy bien; pero queda nuestra Revolución, queda nuestra patria más independiente que nunca, más sólida que nunca; queda nuestro Partido, quedan nuestras organizaciones de masa y quedan ustedes (APLAUSOS).
Se han debatido una gran diversidad de temas, porque dentro de cada uno de los cuatro temas principales había otros muchos subtemas, y, realmente, nuestro asombro es ver cómo se ha desarrollado el talento entre nuestros pioneros, cómo se ha desarrollado la capacidad, cómo se han desarrollado los conocimientos, el carácter, el espíritu de organización, la conciencia de lo que representan, de lo que son hoy y de lo que serán mañana. Y no se trata de simples frases, sino de ideas que están expresadas en ese pensamiento de Martí, como en aquella frase que pronuncié un día en un discurso: Ustedes están conscientes de que son el futuro, y el futuro no será nada fácil.
Ustedes nos admiran a nosotros, que fuimos pioneros de esta Revolución; nosotros los admiramos más a ustedes, porque a la generación de ustedes le corresponderán tareas más difíciles que las que nos correspondieron a nosotros (APLAUSOS).
Una pionerita habló de las cosas en la historia de la Revolución en las que no habían estado, y habló también de las cosas en que están ahora; pero ustedes son los pioneros del período especial, y nos llena de aliento y de estímulo ver cómo se portan estos pioneros del período especial, uno de los períodos más difíciles que ha atravesado la vida de la patria, de esa patria a la que ustedes no se resignarían nunca a perder; de esa independencia, de esa dignidad, de esa justicia, de ese honor al que ustedes no estarían dispuestos a renunciar jamás. Tales ideas, tales sentimientos, tales convicciones, hemos percibido en las intervenciones de ustedes, y nos decimos: Qué magnífica generación es esta que habrá de enfrentarse mañana a tareas tan difíciles.
Y digo tareas tan difíciles, porque tenemos una idea de la situación del mundo en que vivimos, y tenemos la idea clara de que los problemas del mundo se agravan; aparte de nuestra batalla particular como nación en nuestra lucha heroica contra el monstruo imperialista que no quiere acabar de desistir en su intento de destruir nuestra patria, de destruir nuestra independencia, de destruir nuestra Revolución, que significaría destruirlo todo; aparte de esa lucha que estamos librando, y estamos librando con éxito, porque todo el mundo creyó que la Revolución Cubana se derrumbaba a la semana del desastre, mencionado antes, que ocurrió por allá en el campo socialista, y a los pocos días de la desaparición de la URSS, cuando nos quedamos solos —solos, pioneros— contra el bloqueo, las amenazas de agresiones de la potencia imperialista más poderosa que ha existido jamás en la historia, con un caudal de recursos enormes: recursos económicos, recursos políticos, recursos militares, recursos técnicos, dueños prácticamente de los medios de divulgación masiva más importantes que hay en el mundo, sin embargo, en ningún verdadero revolucionario cubano se albergó jamás la duda de que no fuésemos capaces de resistir, o no fuésemos capaces de luchar.
Por eso es que el mundo mira con simpatía y admiración creciente a nuestro pueblo que libra batallas en toda la línea y en todos los frentes, cuando nos quieren aplastar con el bloqueo y con las enormes dificultades que significó para nosotros perder los aliados de nuestra Revolución, o —mejor dicho— los Estados aliados a nuestra Revolución, porque lo que no hemos perdido nunca, ni perderemos, será la alianza de los pueblos y de los hombres y mujeres honestos de este mundo (APLAUSOS) ¡jamás!; cuando fallaron los Estados aliados y quedó nuestro país bloqueado rigurosamente, sin la menor posibilidad de recibir combustible, materias primas, alimentos, todo lo que durante más de 30 años había constituido las relaciones económicas entre Cuba y los países socialistas de Europa, con los cuales teníamos casi el 80% del comercio.
Qué lucha tan difícil ha sido. Ningún país —eso sí podemos decirlo de manera absoluta— se tuvo que enfrentar a los riesgos, las amenazas y los peligros que esto significaba para la existencia de nuestro país como nación independiente y de nuestra Revolución como la causa más justa que pueda concebirse.
Ellos creyeron que era el momento de desmoralizar a todos, de confundirlos a todos y ahora han pasado los años y Cuba está aquí, está y estará, como dirían ustedes. Estamos y ustedes con nosotros, y estarán ustedes con nosotros, y nosotros con ustedes, aun cuando no existamos los que ahora ostentamos las responsabilidades superiores en el seno de nuestra Revolución, porque seguiremos allí junto a ustedes como toda idea justa, como toda causa justa, que siempre perdurará.
Y si alguno lo dudara, tenía que haber estado aquí hoy para comprender que una revolución que cuenta con nuevas generaciones como ustedes, que cuenta con hombres y mujeres como ustedes, que cuenta con las convicciones que tan apasionada e inteligentemente han expuesto hoy aquí, no podrá ser vencida jamás (APLAUSOS).
Les decía que el mundo en que ustedes habrán de vivir, no cuando tengan la edad mía, o la del compañero que invitó la dirección del congreso, no cuando tengan ustedes 40 años, 50 años, sino desde ahora mismo casi prácticamente, es un mundo cada vez más complejo, cada vez más crítico, cada vez más con más problemas.
Es indiscutible que ustedes leen periódicos y es indiscutible que ustedes, cuando menos, escuchan los noticieros de la televisión, las noticias internacionales y saben lo que está pasando en todas partes —cuántas imágenes de brutalidades, como aquella con que tratan a los mexicanos que quieren volver a su territorio, porque aquel territorio era de ellos, cuando quieren cruzar pacíficamente la actual frontera de Estados Unidos, construida sobre tierras que eran mexicanas—, cuando tienen ideas y noticias de la pobreza terrible que reina en todas partes de este hemisferio; cuando ven la falta de empleo, seguridad social, salud y educación; cuando ven ese cuadro terrible y que se mantiene por la fuerza, no por el convencimiento de los ciudadanos, sobre la base de represiones feroces, de métodos inconcebibles de manipulación de la opinión pública y hasta de la mente de los ciudadanos, cómo los engañan, cómo los olvidan, cómo los traicionan en medio de un carnaval politiquero terrible y de sociedades fragmentadas en mil pedazos, no esta sociedad nuestra tan unida.
Me pregunto si en tales circunstancias podría haber una organización como esta de los pioneros, o un congreso como este. Si fuera posible, ¿cómo? Donde todos los medios de divulgación están al servicio de intereses particulares, de fracciones determinadas, de la gente más rica y más poderosa, no podría celebrarse un congreso de pioneros cada cinco años, ni cada 50, ni cada 500 años, porque no puede, es absolutamente imposible en cualesquiera de estos países donde el imperialismo se ha empeñado en imponer su sistema.
¿Cómo pudiera existir una organización que tiene casi millón y medio de niños y adolescentes?, para usar la palabra relativa a la edad, no ya la relativa al talento, a la preparación, a la conciencia de esos niños y adolescentes, porque las poblaciones adultas no saben lo que ustedes saben, y hoy todo el mundo lo reconoce y se refiere a la obra de la Revolución, a la obra humana de la Revolución.
Cuando se menciona el tema de la educación, de las escuelas, en todos esos países donde el imperialismo ha impuesto su dominio, sus caprichos y sus intereses, es imposible que haya educación.
El Ministerio de Educación nos ofrece cifras de cuántos alumnos están matriculados, cuántos perseveraron en los estudios y no desertaron, cuántos continuaron los estudios en el nivel superior —es decir, de sexto grado a secundaria básica, todo eso—, y son cifras asombrosas que incluyen casi el ciento por ciento de los niños. En otros países desertan la mitad de los alumnos de las escuelas; desertan, incluso, hasta las dos terceras partes; no hay continuidad alguna en el estudio, se cierran escuelas y se quitan presupuestos para la educación, o la salud, o actividades similares de tanta importancia.
¿Cómo puede explicarse el milagro, el verdadero milagro, de que a pesar de todo lo ocurrido y del período especial, en Cuba no se haya cerrado una sola escuela, un solo círculo infantil, un prescolar, un palacio de pioneros —salvo que tenga algún problema de tipo constructivo, mientras se repara—, un centro de exploradores, una biblioteca, un museo? (APLAUSOS.)
¿Cómo puede explicarse que un país bloqueado, al que se le trata de matar de hambre, no haya dejado un solo maestro en la calle, un solo profesor, y que cada día haya más profesores, más maestros, con más experiencia y con más nivel pedagógico?
¿Cómo se explica que se puedan obtener esos éxitos de que nos ha hablado el Ministro de Educación acerca de los índices escolares en nuestro país, a pesar de andar escasos de libros, de cuadernos, de papel, de lápices y de tantas cosas que se necesitan para mantener esta brillante institución educacional, este brillante movimiento educacional como el que hay en Cuba, y que no poseen otros países riquísimos del Tercer Mundo, a los que la naturaleza brindó fabulosas riquezas, más fáciles de obtener que la que se obtiene cortando caña y cargando caña, incluso, bajo la lluvia, limpiándola a mano o con guatacas como lo han hecho ustedes? Países superricos no tienen nada que se parezca a esto, y es el sistema, y ese sistema se llama capitalista. Todas esas tragedias las han empezado a vivir los que abandonaron el socialismo, cualesquiera que fueran los errores por rectificar que tuviera este sistema, para pasarse, a estas horas, ¡a estas horas!, al bando y a la corrupción del capitalismo, al caos y a la locura del capitalismo.
Este milagro de que hablo se llama Revolución (APLAUSOS); este milagro de que hablo se llama socialismo.
Vean que en condiciones tan difíciles que un país común y corriente no habría podido resistir una semana, en cambio todo lo que tiene que ver con el pueblo y se hizo para el pueblo se mantiene a toda costa y a cualquier precio: en la educación, en la salud, en la seguridad social, en el deporte.
Hoy mismo vimos aquí algunas escenas de la olimpiada. Cómo se explica que pueda estar allí Cuba revolucionaria, con una numerosa delegación que está considerada por su calidad deportiva entre las cinco o seis primeras de los que asisten a las olimpiadas, a pesar del esfuerzo del imperialismo por convertir en profesionales a nuestros atletas, por comprar atletas, invirtiendo millones y millones. Ya que no nos pueden derrotar en el campo de la lucha, en muchas disciplinas deportivas nos quieren derrotar mediante el método repugnante de invertir millones en comprar atletas que formó la Revolución, que preparó la Revolución.
Y los principios del olimpismo de que tanto se habla, han sido transformados en políticas comerciales alrededor del deporte, mercantilizando el deporte, y ni siquiera con eso han podido impedir que Cuba haga lo que hace.
¿Quién les iba a decir hace cinco años que estaría allí en Atlanta, enarbolando la bandera cubana, aquella numerosa y brillante delegación de atletas? Ellos creerían que no participaríamos como país independiente y socialista en esta olimpiada y en ninguna más, pero es que no contaron con ese milagro que se llama Revolución, con ese milagro que se llama Socialismo (APLAUSOS); dejaron de contar con un hecho extraordinario: que ese Socialismo y esa Revolución estuvieran defendidos por un pueblo como este, con una juventud como esta, con unos pioneros como estos (APLAUSOS). Se olvidaron de lo que éramos, y se olvidaron de lo que somos y de que disponíamos no solo de un partido aguerrido, sino de un pueblo todo convertido en poderosas e invencibles Fuerzas Armadas Revolucionarias y demás instituciones que tienen que ver con la seguridad del país.
Un ejército sin pueblo puede ser derrotado; un pueblo convertido en ejército no puede ser derrotado jamás (APLAUSOS), en especial, cuando se defiende la más justa, la más honorable y humana de todas las causas.
Impresiona la forma en que ustedes han captado esta realidad histórica. Yo les digo que esta realidad es una realidad que será cada vez más compleja; lo digo y lo repito, que el mundo del futuro es un desafío tremendo, para el cual ustedes tendrán que estar preparados en todos los sentidos, no solo como exploradores capaces de empuñar un fusil, ya que ustedes han hablado de que quieren aprender a manejar armas, que quieren más que lo que les han enseñado, que debe haber más pioneros exploradores, y ustedes echan de menos que no haya podido hacerse más o no se haya hecho más hasta ahora, y es evidente que se va a hacer más. Pero ustedes tienen un arma más poderosa todavía que todos los fusiles que pudieran manejar, porque esa arma, que se ha hecho tan evidente en un día como hoy, es el arma de la conciencia (APLAUSOS), es el arma del patriotismo, es el arma de la pureza de las ideas, es el arma de los valores que en ustedes han echado raíces.
Esa arma, sobre todo, la veíamos hoy: los conocimientos de ustedes, la capacidad de conocer la realidad de los problemas del país y del mundo. Por ello, aunque el tiempo no alcanzaba, recalco la importancia de lo que plantearon sobre el estudio y la exigencia de ustedes sobre la calidad de los estudios, la disciplina, la aplicación, la consagración, los laboratorios, el trabajo de profesores y maestros. Lo recalco, porque en el mundo de mañana no podría sobrevivir una revolución, una sociedad nueva, una sociedad justa, sin un dominio total, o, digamos, un dominio máximo de los conocimientos; porque el mundo del futuro es un desafío científico y tecnológico sobre el cual poseen prácticamente el monopolio los países ricos y desarrollados que explotan al mundo.
Somos una excepción entre los países del Tercer Mundo en materia científica, por lo que hemos trabajado, por lo que hemos hecho, por los centros de investigación de que disponemos y seguiremos disponiendo, por las decenas y decenas de miles de científicos.
Ese desafío implica un dominio, por ejemplo, de la computación. No se podrá sobrevivir sin ese dominio de la computación, de la electrónica, de los medios de comunicación.
Nadie se imagina lo que significan esos Joven Club que se han creado en toda la república y donde tantos miles y miles de jóvenes han aprendido a manejar las computadoras. Nadie se imagina lo que valen los programas que realizó la Revolución para introducir la computación, primero en los centros superiores, después continuarla en otros centros, y tenemos que hacer el mismo esfuerzo para llevarla hasta los niveles totales de la enseñanza.
Para ese mundo futuro con el que ustedes tendrán que lidiar, los conocimientos tienen una importancia trascendental.
Duele —como decía hace unos minutos antes de empezar esta fase final del acto— que nos falten materiales para cuadernos. Quiero que sepan que el Estado tiene priorizado todo eso y que muchas donaciones que el país recibe las dedica a eso enteramente.
Duele que se diga que no existen suficientes cuadernos de ortografía. Y nos alentaban las palabras del Ministro de Educación sobre los propósitos de llevar a cabo un especial esfuerzo en materia de ortografía, porque donde hay tanto talento y tantos conocimientos sería triste que no se dominara la ortografía. Creo que todos tenemos que suscribirnos a ese esfuerzo, porque el que más y el que menos necesita un diccionario.
Otro ejemplo: Cómo duele no tener a disposición de cada uno de los estudiantes un diccionario, aunque sea modesto. Pero lo que ustedes hagan, lo que ustedes vayan a crear para llevar a cabo esa batalla contra las faltas de ortografía, le va a ser útil a todo el pueblo, a todos. Ya les digo, los adultos, nosotros, todos, nos beneficiaremos. No sé si hay alguno tan privilegiado que no necesite de cuando en cuando consultar un diccionario.
Recuerdo que de muchacho, en la escuela, nos enseñaron todas las reglas posibles, pero hay cosas en nuestro idioma que se van de las reglas; cuando menos las reglas tienen que ser conocidas, pero un diccionario hay que utilizarlo como auxiliar. Leer mucho —como decían ustedes— ayuda, la cultura mientras más amplia mejor.
Pero, ¿qué no podremos lograr con nuestro pueblo? Una de las cosas que me llamaba la atención hoy es que prácticamente todos los delegados son oradores, pero oradores con una soltura que usted no ve ni puede ver en los congresos de adultos, la capacidad de expresión increíble, de síntesis, de brevedad; de lo contrario no se habría podido cumplir el horario, ni habrían podido expresar sus ideas tantas personas. Pero me admiró especialmente la impresión que uno recibe de que todos los delegados son poetas (APLAUSOS), o al menos aman o están muy familiarizados con la poesía, algo inédito realmente. Faltaría por decir que todos los delegados son artistas, tienen alma de artista.
Ciertamente, compañeritos —debiera decir compañeritas, porque la inmensa mayoría de los delegados son compañeras, pero uso el estilo habitual y para no repetir--, pienso que no todo nuestro pueblo sabe lo que tiene en ustedes, ni comprende suficientemente la importancia de la organización de pioneros, su influencia en el país; porque aquí ya se discutieron, a lo largo del proceso y en las comisiones, un gran número de temas y de cuestiones de gran valor para el trabajo en nuestra sociedad, para el trabajo en las instituciones educacionales, y con ustedes se han discutido problemas claves, fundamentales, sobre los que han dado opiniones, y opiniones inteligentes. De modo que el sistema de educación de Cuba no podría concebirse sin ustedes, sin las ideas y la experiencia de ustedes (APLAUSOS).
Realmente, le auguramos un brillante porvenir a la organización, por lo que han hecho, por lo que son, por la madurez que han alcanzado, por las ideas que han elaborado, por las proposiciones que han hecho, y que serán, como decía el compañero Raúl, analizadas cuidadosamente. Creo, además, por la época en que tenemos este congreso, por lo que ha demostrado este congreso, que el Segundo Congreso de los pioneros será histórico (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel!" "¡Viva el Segundo Congreso!").
Ojalá la prensa radial, o televisada, o escrita pudieran reflejar el máximo de lo que hemos visto nosotros en el día de hoy (APLAUSOS Y CONSIGNAS).
Realmente sabemos que podemos confiar en ustedes, confiamos muchísimo; confiamos en ustedes más que en nadie en el mundo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES). Debo decir algo más: Nos sentimos orgullosos de ustedes, nos sentimos premiados por ustedes. Hablaban de obsequios, de presentes, de sorpresas, pero ningún regalo es tan grande como el que ustedes le han hecho a nuestra generación en este congreso (APLAUSOS Y CONSIGNAS).
Al verlos podríamos sentir envidia de ustedes, la sentimos. ¿No nos gustaría haber vivido cuando éramos estudiantes, cuando estábamos en la escuela, lo que ustedes viven hoy? ¿No nos gustaría haber tenido los conocimientos que ustedes tienen hoy, la personalidad que ustedes tienen hoy? Nos gustaría, nos habría gustado mucho; pero en este caso nos sentiríamos felices y no tristes de nuestra envidia. Felices, porque eso es precisamente lo que queríamos, es precisamente lo que soñábamos; envidia por el futuro, sí, cómo nos gustaría tener la edad de ustedes para seguir luchando o empezar de nuevo la lucha que empiezan ustedes (APLAUSOS), para participar física y mentalmente en esa lucha.
Ya dije que los acompañaríamos siempre en las ideas y en la influencia que podamos tener los que pasaron antes que nosotros y nosotros en los jóvenes. Solo podríamos lamentarnos de no haber hecho más o de no haber hecho mejor todo lo que pudimos hacer. Sí es posible afirmar categóricamente que lo hicimos, los hombres y mujeres de nuestra generación, con todo el amor de que pueda ser capaz el ser humano, verdaderamente con infinito amor.
Y hoy no son ustedes los que tienen que darnos las gracias, somos nosotros los que tenemos que darles las gracias a ustedes (APLAUSOS). Han sido, además, tan afectuosos, tan cariñosos con nosotros, han tenido expresiones tan fraternales, tan familiares que, realmente, nos conmovieron.
Ustedes han estado hablando, muchos hablaron, me felicitaron por el 70 aniversario. Realmente nunca hemos celebrado los aniversarios, siempre han pasado discretamente, ni siquiera en los periódicos se mencionaba. Solo en los últimos tiempos algunos se tomaron la libertad, a veces indirectamente, de recordar el cumpleaños de algunos de nosotros; pero siempre hemos hecho resistencia a todo lo que sea celebraciones oficiales; tampoco va a haberla esta vez. Hay expresiones de amigos, de fuera, de dentro. Hay amigos que han hecho concursos internacionales y le dan una gran importancia a esa fecha. Les aseguro que jamás imaginé que iba a vivir 70 años, y ahora estoy recibiendo el castigo de esa autosuficiencia que suele tener la gente joven, que cree que la vida es eterna, aunque no nos importe sacrificarla en cualquier instante, que todo está por delante para hacer cosas, y ahora, de repente, uno descubre que casi todo quedó por detrás y que la vida tiene sus límites.
Créanme que no resulta fácil adaptarse mentalmente a la idea de los 70 años, y recuerdo los montones de veces en que oí hablar de 70 y decía: ¡Pero qué viejo está este hombre! (RISAS.) He llamado viejo ya no a los de 70, a los de 60, a los de 50; hubo épocas en que los de 30 nos parecían viejos. Tengan en cuenta que cuando empezamos la revolución armada, y desde antes, todos nosotros teníamos muy poca edad, cuando el Moncada y la Sierra Maestra. Es necesario que la mente se adapte, y nosotros no nos olvidemos de que no tenemos la edad de ustedes. Pero ahora, con tantas cosas que me han dicho del 70 aniversario, voy a adaptarme de verdad a la idea (APLAUSOS).
Debo decirles, realmente, que por encima de estas sutilezas humanas, me siento muy feliz, y es lo que voy a tener más presente ese día en que llegó la hora de cumplir 70 años, primero que todo, por ustedes, por la multitud de gente joven preparada, inteligente con que cuenta hoy la Revolución.
Para dondequiera que miremos, lo mismo a un centro de investigación que a un espacio como aquel donde están sentados los guías, que tan justo reconocimiento recibieron hoy, como lo recibieron los maestros (APLAUSOS)... Porque me faltó decir que todo aquel milagro de la educación no habría sido posible ni pensarlo sin el trabajo abnegado y heroico de nuestros maestros y profesores (APLAUSOS). A pesar de que el país no ha dispuesto de los recursos para estimular, mejorar la vida de esos maestros y profesores, jamás podrá olvidarse lo que hicieron en este período especial (APLAUSOS). Ellos, todos los trabajadores de la educación, como los médicos, las enfermeras y los técnicos, que hicieron posible que en este período especial mantuviéramos la mortalidad infantil por debajo de 10 y que este año estemos por debajo de 9 (APLAUSOS); mucho menos mortalidad infantil y muchas más perspectivas de vida que en la capital de Estados Unidos (APLAUSOS).
Me siento feliz —y en este caso estoy hablando personalmente, ya que estábamos tratando el asunto del cumpleaños— y debo añadir que me siento feliz, como nos sentimos todos, de que un gran número de nuevos cuadros hayan ido ocupando el lugar de la primera generación de esta etapa de la Revolución.
Nos sentimos felices porque están en manos sólidas y firmes la dirección del Partido y la dirección del Estado, que son los responsables o tienen la responsabilidad fundamental en los destinos del país. Nos sentimos felices por la calidad humana y revolucionaria de la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Nos sentimos felices porque las semillas que hemos sembrado han fructificado plenamente (APLAUSOS).
Los hombres pasan, los pueblos quedan; los hombres pasan, las ideas quedan. Los hombres pasan, pero el sentido de la justicia, de la hermandad y de la igualdad entre los seres humanos, el derecho a defender sus valores, a defender sus esperanzas, a defender su alegría, como dicen ustedes, en nuestro pueblo, no pasará jamás (APLAUSOS).
Estaremos preparados para los desafíos del mundo de que les hablaba, estaremos preparados para el futuro. No nos derrotarán —como decían ustedes— ni hoy, ni mañana, ni nunca (Aplausos y exclamaciones de: "¡Pa’ lo que sea Fidel, pa’ lo que sea!"). Somos un país pequeño, pero sentimos la convicción en estos tiempos difíciles, para nosotros y para el mundo.
Para no ser extenso, no quise ni enumerarles siquiera los problemas que está afrontando la humanidad: del medio ambiente, del calentamiento de la atmósfera, de catástrofes climáticas crecientes como consecuencias cada vez más graves; los problemas de la explosión demográfica, los problemas del hambre del mundo, los problemas de las necesidades alimentarias para una población que ha crecido en 100 años seis veces más que lo que había crecido cuando surge el ser humano.
Tengo en la mente la experiencia de las reuniones internacionales en que se hablaba de los problemas del medio ambiente, o de los problemas de los derechos sociales de los pueblos, o los problemas de los asentamientos humanos, que tuvieron lugar, por ejemplo, en Río de Janeiro, Copenhague, Estambul. Pronto habrá una conferencia convocada por la FAO sobre los problemas de la producción de alimentos en el mundo.
Los métodos impuestos en este mundo unipolar por el hegemonismo de Estados Unidos empeoran la situación en todas partes. Obligaron a los gobiernos a vender todas las propiedades del pueblo o del Estado; no les queda nada a muchos Estados, lo han vendido todo, se ha puesto en manos de grandes corporaciones privadas nacionales e internacionales.
Saben ustedes que hemos tenido que tomar medidas para enfrentar estas difíciles situaciones, hemos tenido que hacer aperturas, y haremos las que sean necesarias. Hemos tenido que hacer cosas que no nos agradan, algunas cuyas consecuencias ustedes han expresado aquí; pero es que resulta vital resistir, adoptar medidas inteligentes, prácticas. Sin embargo, el rumbo principal no se abandonó nunca, y nunca dejaremos de defender nuestras ideas, ni dejaremos de defender nuestro sistema. He insistido en eso, porque quiero que ustedes tengan conciencia de eso, aunque nosotros podamos ir mejorando progresivamente.
Los pueblos tiemblan hoy no por la situación de Cuba, tiemblan por lo que puede pasarles a ellos, cuando ven a Estados Unidos dando un certificado de buena conducta a los países. Ellos son los jueces morales, los que dicen: "Este país actúa mal, este actúa bien", golpeándolos, porque cada una de esas medidas no constituyen simple retórica, les crea problemas de todas clases a los países cuando ellos extienden un certificado de buena o de mala conducta; o les suprimen el derecho a entrar a Estados Unidos a jefes de Estado en ejercicio.
Los embajadores yankis actúan cada vez más como procónsules, interfiriendo en todos los temas internos de todos los países. Hacen leyes tan brutales como esta de Helms-Burton, que ha escandalizado al mundo; lo ha atemorizado, incluso, porque es una violación flagrante de la soberanía no de un país —contra nuestra soberanía han actuado durante más de 35 años—, ahora han actuado contra la soberanía de los demás y están sentando precedentes que los otros pueblos no aceptan, no se resignan a aceptar.
No hablé más de estos temas, porque —repito— no quería ser demasiado extenso, pero están incluidos en lo que pienso y en las cosas que nos preocupan cuando vemos el cuadro internacional, por eso he querido que ustedes tengan conciencia plena de ello.
Y lo recordarán, ya lo ven. Eso que llaman por ahí el neoliberalismo —ustedes deben haberlo oído mencionar muchas veces y saben de qué se trata—, que el Estado lo venda todo, capitalismo puro, ni una sola propiedad del pueblo, todo propiedad de las transnacionales y de los intereses particulares, el desempleo creciente, la disminución de los presupuestos de la seguridad social, de las escuelas, de los hospitales, todos esos fenómenos se están viendo, y nosotros por nuestro trabajo lo estamos viendo todos los días.
Es necesario, repito, que ustedes tengan conciencia de eso y no pierdan oportunidad de informarse de tal situación. Estoy seguro de que la niña ecuatoriana que habló aquí podría hablar de estas experiencias; estoy seguro de que muchos de los invitados extranjeros de ustedes podrían explicar lo que pasa en sus países, como lo han hecho aquí en las reuniones internacionales. Cada vez que se reúnen los maestros, o se reúnen los médicos, o representantes de otros sectores, realmente pintan un cuadro sombrío de lo que está sucediendo. De ahí la necesidad de que ustedes estén bien conscientes de todo, aunque nosotros lucharemos, avanzaremos y derrotaremos las conjuras, las conspiraciones y los bloqueos; pero no vivimos solos en el mundo, vivimos en un continente azotado por toda clase de tragedias y de miserias, rodeados en el planeta de un universo de catástrofes, violencia y miseria que afectan una gran parte de la Tierra.
Ustedes entrarán en ese mundo armados con poderosas ideas, con una preparación insuperable y confiados en sí mismos, confiados en el pueblo, y si algo me faltara por decir para resumirlo todo, nos marchamos de este encuentro con una infinita confianza en la Revolución, con una infinita confianza en el pueblo, con una infinita confianza en el futuro no importa cuán difícil sea, y una infinita confianza en la victoria.
¡Gracias, pioneros, gracias!
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!