DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL
PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE
MINISTROS, EN LA CLAUSURA DEL VI SEMINARIO
INTERNACIONAL DE ATENCION PRIMARIA, EFECTUADO EN EL PALACIO DE LAS
CONVENCIONES, EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1997.
(VERSIONES
TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)
Queridos amigos y amigas, como decía el costarricense:
Esto ha sido clausurado ya (EXCLAMACIONES DE:
"¡No!"), y me parece que muy bien, con brevísimas y elocuentes
palabras de nuestro Ministro. Pero,
bueno, estoy un poco acostumbrado ya a la historia de los eventos y que se
convierta en una batalla desde que empieza, el primer día, hasta el último
minuto, en la insistencia en que hable, en que clausure, y siempre al final,
para no dejar a algunas personas descontentas, tengo que venir aquí (RISAS Y
APLAUSOS), a pesar de que, como he dicho muchas veces, no me gusta hacer
supuestas clausuras o —como les llaman—
síntesis o resúmenes de lo que se ha discutido en una discusión donde no he
estado (RISAS).
En general, en muchos eventos antes, que teníamos
menos trabajo que ahora —o, por lo menos, menos problemas—, solía participar
todo el tiempo, para saber de todos los temas que se habían tratado, que se
habían discutido y poder hablar de esos temas, exponer algunas ideas y hacer
algunas reflexiones que pudieran ser de alguna utilidad. En este caso pude participar el primer día y
ahora tuve la posibilidad de escuchar la declaración, las palabras de los que
intervinieron y nada más.
Precisamente en estos días me estaba recordando
Ordóñez —porque fuimos
compañeros de escuela, e incluso del equipo de básquet—, con una buena dosis de
vanagloria, que él era el capitán del
equipo. Yo le decía: "Sí, tú eras el capitán, pero yo era el que ganaba los
juegos" (RISAS Y APLAUSOS).
No vayan a creer que ese autoelogio era así por
vanidad, sino que él me había dicho eso antes, me había dicho que yo era la
estrella antes de decirme que él era capitán.
Yo no me acordaba de que él era capitán, puedo explicarme ahora por qué
perdimos algunos juegos (RISAS), por qué no ganamos todos los campeonatos.
¡Caramba!, ahora me acuerdo por qué mencioné a Cosme
Ordóñez, no había terminado la idea: es
que él me estaba diciendo también que en el colegio donde estudiamos había una
academia de oradores. No sé qué cuentos
me hizo sobre el tema, entre otros —y lo estoy descubriendo completo—, me
afirmó que él se paraba delante de un espejo y ensayaba los discursos que iba a
decir (RISAS). Recuerdo también que
cuando daban algunas clases, algunas referencias sobre oratoria, decían que
tenía que haber una introducción, después un razonamiento y después una
síntesis de lo que se dijera. Yo le
dije: Mira, Ordóñez, la oratoria es
simplemente conversar con la gente, eso no existe.
Recuerdo que en aquella época te hablaban de
Demóstenes, de Cicerón, de Mirabeau, de la Revolución Francesa, de veinte
cosas, de las arengas de Napoleón cuando dicen que dijo, porque a partir de
haber vivido algunos años de historia y escuchar la historia que hacen otros de
los episodios en que muchos de nosotros hemos vivido, me digo: Si la historia está escrita de esa manera,
cuántas cosas se habrán inventado antes de contarla (RISAS Y APLAUSOS), si
dicen que Napoleón dijo en Egipto:
"Desde lo alto de estas pirámides 40 siglos os contemplan",
ese debe haber sido un ayudante de Napoleón que se le ocurrió aquello y buscó
una frase, pero está entre las frases famosas.
Yo les iba a hablar de eso, antes de proseguir, y les
decía que me gustaba reflexionar cada vez que me tenía que dirigir lo mismo al
pueblo, que a un congreso, o a cualquier evento. Por eso muchas veces hasta me extiendo,
porque no me gustan las cosas formales, sino realmente pensar, explicar, hacer
un poco de historia de las cosas, el porqué se hicieron, las dificultades, las
preocupaciones del futuro. Todo eso hace
que me tenga que extender, en general, aunque las cumbres internacionales me
han obligado a hacer discursos de cinco minutos y de seis minutos. Yo mismo me di cuenta de que podía hacer
algunos telegramas de ese tipo (RISAS).
Entonces la gente aplaudía muchísimo; pero no vayan a creer que era por
lo que yo decía, sino porque hablaba cinco minutos, o seis (RISAS).
Hay gente que no se da cuenta de que en esos
congresos, donde cada vez habla más gente, el que se sale de los cinco minutos,
o seis o siete que le hayan puesto, cuando llega a 10, 12, o 15 ya la gente
realmente se cansa. Yo tengo la
costumbre de ver el tiempo que habla cada cual.
Nadie se atiene a los minutos que le dieron y siempre se toman mucho más
tiempo, y se hacen infinitas, interminables, las sesiones. Bueno, en mi afán de cumplir, se vuelven
telegramas algunos discursos en que la suerte nuestra es poder decir cosas que
muchos otros quisieran pero no pueden.
Como nos han excluido de todo, nos han expulsado,
aquellos que dicen que este mundo es un cielo, pues nos han dejado a los
cubanos, ni siquiera en el limbo, debe ser en un terreno intermedio entre el
limbo y el cielo —tengo la esperanza de que al final nosotros vayamos al cielo
y ellos vayan al infierno (RISAS)—, pero, ¿qué nos han dado? La libertad de poder decir cosas que ellos no
pueden decir, y no las pueden decir porque se buscan un conflicto con Estados
Unidos, que es el principal dueño del mundo, y el principal responsable,
realmente —me refiero al gobierno de ese país, no me refiero al pueblo
norteamericano—, de los problemas que actualmente están ocurriendo en nuestro
mundo.
Todos realmente quisieran decir las cosas y
denunciarlas, pero entonces hay siempre un crédito pendiente, está el Fondo
Monetario, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, los
créditos para la exportación, y los políticos, estoy cansado de ver eso, no
pueden hablar; y como para Cuba no existe nada de eso, nos sentimos en absoluta
libertad de hablar. Entonces, al fin y
al cabo le agradecen a Cuba que diga aquellas cosas que ellos se ven
imposibilitados de decir. Y a veces hay
que decir cosas duras, y hay que decirlas del mundo rico y desarrollado: cómo gastan y despilfarran y saquean, y hay
que hablar desde la deuda hasta el intercambio desigual y todos esos problemas,
de este mundo tan injusto, de esta diferencia creciente entre el desarrollo y
la pobreza, de ese abismo que crece, que son realidades terribles, para las
cuales no tienen soluciones. Hay que
decirlas.
Pero dentro de las delegaciones de los países
desarrollados hay mucha gente que piensa, que tiene conciencia. Recuerdo la Conferencia de Río sobre el medio
ambiente, a la que asistieron numerosas delegaciones. Siempre se reúnen las no gubernamentales por
un lado y las gubernamentales por otro; pero en las gubernamentales hay también
mucha gente que tiene conciencia de los problemas y los plantea. Esas son las realidades, pero hay que afirmar
algo que uno puede observar: una
conciencia se va despertando en el mundo acerca de cuestiones que son vitales.
Las Naciones Unidas ha dado una serie de conferencias
de todo tipo, para abordar los distintos problemas. Bueno, lo del medio ambiente creo que es una
de las amenazas más terribles de este momento, pero otras veces se reúnen para
estudiar la cuestión de la alimentación, otras veces para analizar los
problemas de las comunidades, de las viviendas, o los problemas del niño. Las Naciones Unidas ha trabajado. Bueno, todo eso ha servido no para resolver
problemas, sino para ir creando conciencia acerca de estos problemas.
En los pueblos también se ha ido creando conciencia y
nosotros lo vemos en numerosas reuniones internacionales, porque aquí se dan
reuniones de maestros y pedagogos latinoamericanos, a las que asisten 5 000 ó 6 000 delegados extranjeros y
hablan, y lo que dicen de todas partes, sobre todo del neoliberalismo, que los
han dejado sin recursos, que se han cerrado las escuelas, que los han privado
de todo; expresan el dolor, la inquietud.
Vienen los médicos y dicen lo mismo, que los han dejado sin presupuesto,
que los han dejado sin recursos para las atenciones médicas, y expresan la
tragedia esa en esas ocasiones, como cuando tuvimos las reuniones del festival
mundial de la juventud y los estudiantes, y lo explican, desde que surgieron
las teorías neoliberales famosas, el neoliberalismo que le están imponiendo al
mundo y que ya empieza a entrar en crisis.
A través de ellos nos damos cuenta de lo que está
pasando en todas partes, nos damos cuenta de la tragedia que están viviendo en
nuestro hemisferio, y sabemos también la tragedia que está viviendo la inmensa
mayoría del mundo. Ya van teniendo
conciencia y ahora van a tener más, van a tener más, porque se derrumbó el
campo socialista, se desintegró la URSS y dijeron: Este es el fin de la historia. No, no, este es el comienzo de la historia,
porque ahora están empezando a derrumbarse ellos.
Primero llevaron la receta a los antiguos países
socialistas. Sí, allí cometieron
millones de errores, nosotros lo sabemos bien, y estábamos conscientes de
eso. Cuando hablaban de perfeccionar el
socialismo, ¿quién podía estar en desacuerdo?
Pero una cosa era perfeccionar y otra era destruir el socialismo.
Cuando comenzaron no mencionaban la palabra
capitalismo, hablaban de la economía de mercado, y respeto los criterios de los
que crean en el capitalismo. Primero era
perfeccionar el socialismo, después la exaltación de las virtudes del mercado,
y al final pura y simplemente establecer el capitalismo. Ya sabemos cuales han sido los frutos de todo
eso, uno lee cada noticias que se horroriza; no se pueden ni publicar, porque
casi ofenderían a esos países y no se puede estar publicando, incluso, lo que
ellos admiten públicamente.
Para citar un ejemplo, vean la situación de la niñez
ahora, en lo que fue la URSS, donde los niños eran los privilegiados, por
excelencia: en la alimentación, en los
juguetes, en la atención médica, en las ropas, en todo. Perspectivas de vida, han publicado que la
perspectiva de vida del hombre en la parte rusa de la antigua URSS es ahora de
56 años, 20 años menos que en Cuba,
¡veinte años!
Si nosotros tuviéramos el petróleo, el gas, las
materias primas, los recursos enormes que ya había acumulado ese país, que
hasta había llegado al espacio, que había alcanzado adelantos fabulosos en la
tecnología, en las investigaciones, aquí no habría que hablar de ningún período
especial ni cosa que se pareciera, y podríamos estar muertos de risa del
bloqueo famoso que se ha mencionado tanto, simplemente utilizando de manera
adecuada esos recursos, que no se pueden utilizar por la vía del nuevo sistema
que han establecido.
Entonces se ve claro, clarísimo ya —la primera cosa
que hemos aprendido en estos años, todo lo aprendemos—, qué resultados tiene la
receta del Fondo Monetario, del Banco Mundial y del neoliberalismo que les han
impuesto a esos países, haciéndoles creer, incluso, a muchos, que ese era el
camino del paraíso. Primera gran verdad,
están ahí los datos objetivos, y segunda:
¡Qué maravilla el capitalismo:
los tigres del sudeste de Asia!
¡Qué milagro en Japón, en Alemania, aquí, allá y en todas partes! ¡Qué descubrimiento fabuloso: ya no hay crisis en el sistema capitalista,
ya todo es crecimiento sostenido, constante e infinito! Y ahora empiezan a quebrar las bolsas, se
empiezan a devaluar las monedas, se arruinan de la noche a la mañana países
enteros que han estado trabajando y hasta guardando, creando reserva durante
20, 30, 40 años; países cuyas economías parecían algo fabuloso.
Hemos conversado con algunos dirigentes de esos países
y nos han dicho que el trabajo de decenas de años lo desbaratan en un día.
Ahora estamos viendo el derrumbe de toda aquella
filosofía, de todos aquellos milagros, de todas aquellas cosas. Esto puede ser que no sea más que el
comienzo, o el preludio de lo que va a pasar un poquito más tarde, si es que no
entran ya en una crisis fuerte; pero andan aterrorizados. Y ya ahora muchos gobiernos del mundo
—también gobiernos capitalistas, sí, neoliberales— están descubriendo que si
tienen 50 000 millones de dólares en la reserva se les pueden acabar en unos
días, perderlos, que la moneda se les puede devaluar catastróficamente en
cuestión de semanas. Se empieza a ver un
desconcierto, un enloquecimiento con las cosas que están pasando, inventando
qué hacer, cómo salvar eso.
Siempre se habló de la cuadratura del círculo. Ya los que estudian el espacio y el universo
hablan de algunas formas geométricas complicadas a partir de la teoría de la
relatividad y otras; pero nosotros no hemos logrado entender hasta ahora, ni
siquiera estos científicos, que pueda desarrollarse el concepto de la cuadratura
del círculo.
Bueno, ese es el problema que tienen: Cómo resuelven esos problemas. No tienen solución. Ahora que cayeron en la globalización
neoliberal, que tanto oímos mencionar todos los días: globalización neoliberal, lo que están
creando es un caos tremendo, y eso, bueno, va a afectar a los países mucho más
de lo que los está afectando. No tienen
solución, no tienen respuesta a los problemas.
Esto sin hablar de los fenómenos de la contaminación
que tanto tienen que ver con la salud.
Ellos mismos se han dado cuenta ya de la tragedia que significa para el
mundo, de la catástrofe que se avecina, porque antes discutían si eran
exageraciones de los científicos, invenciones; no, ahora ven claramente que son
realidades, lo admiten ya los gobiernos.
En Japón van a discutir próximamente la cuestión de
las emanaciones del dióxido de carbono, uno de los montones de problemas;
bueno, se dan cuenta de que no puede seguir esa situación. Europa dice que para el 2010 lo va a reducir
a niveles por debajo de 1990; Japón que lo va a reducir algo; Estados Unidos
dice que no se puede comprometer a nada, en absoluto. Pero están amenazando al mundo con una
catástrofe, se están encontrando con el complejo problema de cómo van a
enfrentar ese grave peligro; ahora quieren imponer exigencias a los países del
Tercer Mundo, es decir, a los que no se han desarrollado.
Por ejemplo, Estados Unidos, consume el 25% de la
energía del mundo, con el 4% de la población, y ahora dicen: No, no, que los
países llamados en desarrollo, o emergentes —todo los días inventan una
palabra; realmente son países en subdesarrollo, porque cada vez son más pobres
con relación a los otros—, esos tienen que participar, sí, y tienen que
someterse a las mismas reglas de los que están gastando la inmensa mayoría del
combustible que se consume en el mundo.
Naturalmente, los gobiernos se dan cuenta de eso, también los gobiernos
empiezan a rebelarse de cierta forma.
Nosotros, desde nuestro particular punto de
observación, que es la isla bloqueada, excluida y excomulgada, estamos
observando atentamente todos estos procesos, porque es necesario saberlo,
porque únicamente conociéndolos podemos prepararnos para este desafío, para
esta colosal batalla que tenemos que librar nosotros, y que tiene que librar el
Tercer Mundo, y que tiene que librar la inmensa mayoría del mundo; le prestamos
bastante atención a todo eso, y seguimos resistiendo.
Ya nuestra resistencia es de siete años, en la que
nadie creía en el exterior, después de lo ocurrido en el campo socialista y en
la URSS, porque no se habían dado cuenta de que esta era una auténtica
Revolución, que no vino como sardina en lata a este país, que no se importó de
ninguna parte, sino fue fruto de la historia y de la lucha de nuestro pueblo al
lado de ese coloso que quiso tragarnos.
Subestimaron al pueblo cubano; pero el premio de la resistencia es ver
ahora ya lo que está pasando, lo que viene.
Y conversamos con mucha gente, no perdemos oportunidad de conversar, con
representantes de las Naciones Unidas, con los distintos organismos de las
Naciones Unidas, o banqueros, o empresarios, o instituciones económicas, para
ir recogiendo información, ir conociendo el pensamiento, vemos un estado de
preocupación tremendo en todas partes.
Aquí han hablado ustedes tantas veces de Alma Ata,
donde se elaboró el programa de Salud para todos en el año 2000, y cuando la
escuchaba mencionar esta tarde me preguntaba:
¿Y es que de Alma Ata quedará acaso, siquiera, el alma? Nos tomaron el pelo, esa es la verdad, a
todos, y hace 23 años. La situación está
peor, eso se puede demostrar matemáticamente, aunque se haya logrado la mejoría
de algunos índices. Por ejemplo, la
mortalidad infantil, efectivamente se ha reducido en todo el mundo; la medicina
o la vacuna, por fin algunos países se han decidido a vacunar.
Esta mañana leí que en la India están haciendo la más
grande campaña, han movilizado a cientos de miles de personas y van a vacunar a
120 millones de niños contra la poliomielitis; ahora quieren erradicar antes
del 2000 la poliomielitis, han hecho una gran movilización. Algunos países han hecho movilizaciones de
ese tipo para una enfermedad, y eso es perfectamente posible; pero es que en la
mayor parte de los países del Tercer Mundo no hubo ni programas de vacunación,
cuando hacía mucho tiempo que existían las vacunas para salvar decenas de
millones de niños.
No hace mucho tiempo la cifra de los que morían cada
año era de 14 millones de niños que podían salvarse; esa cifra se ha
reducido. Ahora no se mueren tantos por
la falta de una vacuna, ahora se mueren 8 millones o 10 millones, está por ahí,
quizás dos tercios de los que se morían antes.
Cada dos años mueren todavía más niños que pueden salvarse que las
personas que murieron en la Primera Guerra Mundial; cada año muere
innecesariamente un número de niños equivalente sesenta veces al número de
personas que murieron cuando lanzaron las bombas atómicas en Hiroshima y
Nagasaki, y todavía se habla de aquellas bombas, pero todos los días explotan
decenas, cientos de bombas como aquellas entre los niños del mundo que pudieran
salvarse. Pero el problema no es que se
salven, es que después se mueren de otra cosa:
se mueren de hambre, de desnutrición, de cualquier infección, como
consecuencia de la falta de higiene, de la falta de alimentación, son
vulnerables. Bueno, o se mueren de SIDA.
Ya la famosa cifra de niños con SIDA —estaba leyendo
recientemente— alcanza casi 5 millones, ¡de niños con SIDA!, y la mayor parte
es que nacen ya infectados, no es que se hayan contagiado por transfusiones de
sangre o medicamentos derivados de la sangre, nada de eso, es que nacen con el
virus del SIDA. Y el número de personas
con SIDA, que dicen que son 30 millones, para el 2000 ya calculan que sea de 40
millones. Y ustedes saben bien que el
tratamiento este de los nuevos medicamentos vale 15 000 dólares anuales. Un simple cálculo de los que tienen SIDA hoy
día, con esos costos, significa 450 000 millones de dólares anuales para
atender todos los casos, cuya mayoría se encuentra en el Tercer Mundo.
Sí, desarrollaron los medicamentos allá en Europa o en
Estados Unidos, pero, ¿quién en América Latina, quién en Africa, quién en Asia
tiene dinero para adquirir esos medicamentos?
Ahora leí que se iban a reunir unos cuantos países del
cono sur de América Latina para crear un grupo con el objetivo de comprar en
masa esos medicamentos, a fin de reducir los costos; pero lo que necesitarían
solo para combatir el SIDA es más que todo lo que tienen en los presupuestos de
salud, para todas las atenciones que requiere la salud humana en esos
países. Y, además, los famosos cocteles
no se sabe todavía durante cuánto tiempo tienen efecto.
Recientemente también leímos que hay que aplicarlos
desde el momento en que se diagnostica el virus, desde el principio, que tienen
así más eficacia; pero ya algunos han planteado que a los 18 meses empiezan a
perder la eficacia esos medicamentos tan caros.
Es cuestión de tiempo, el tiempo que tarden los virus en adaptarse a esos
nuevos medicamentos. Y de la vacuna, que
sería la solución real, preventiva, económica, se dice que tarda todavía muchos
años, así que no va a estar a disposición de los que necesitan esos
medicamentos para combatir esa enfermedad.
Aparecen otras enfermedades o se amplían algunas ya
conocidas o surgen bacterias resistentes, y las hay ya que tienden a desafiar
todas las generaciones de antibióticos.
Eso deben saberlo bien ustedes que son médicos, y los tremendos y
crecientes problemas que traen consigo; ¿cómo van a resolverse esos problemas? Tendrán que ir a la medicina preventiva; sí,
la preventiva, la más económica, la más práctica, para evitar muchas
enfermedades, porque se hacen ineficientes los antibióticos, que fueron uno de
los más grandes avances de la ciencia médica.
La ciencia médica avanza. Nosotros todos los días leemos un número de
cables sobre las investigaciones científicas y por lo menos seis o siete de
medicina, todo lo que se está haciendo contra el SIDA, todas las investigaciones
sobre la genética, la lucha contra el cáncer, los anticuerpos
monoclonales. Realmente la ciencia
avanza, y tiene que seguir avanzando; pero quería decir fundamentalmente que
surgen problemas nuevos, la tuberculosis, por ejemplo, y nuevas formas de tuberculosis
y el paludismo se extienden.
En estos mismos días, mientras estaba aquí el
congreso, se hablaba de una explosión de paludismo en Bolivia, cifras
preocupantes, y las dificultades, y los gastos, y los recursos que requieren
para combatir esa enfermedad y sus vectores.
Ahora, los del Norte están empezando a asustarse,
porque con el cambio de clima tienen miedo de que les llegue también el
paludismo, el dengue y otras enfermedades que son tropicales, ya que vivimos en
el trópico, donde las condiciones son realmente más desfavorables para la salud,
por el calor, por la humedad relativa, por la proliferación de insectos,
bacterias, hongos, todos esos tipos de problemas. Y ahora uno de los miedos que tienen es que
con el cambio de clima lleguen también al Norte rico esas enfermedades.
Pero aun suponiendo que se llegue, y se puede llegar,
y se debe llegar a disponer de los medios necesarios para combatir las
enfermedades, prolongar la vida, y no tengo la menor duda de que la ciencia
ayudará a que se cumpla el potencial de vida que tiene el ser humano; yo creo
que hasta la ciencia es posible que llegue a elevar ese potencial, que se dice
o se decía hace algunos años que eran 120 años (RISAS) —ya se habla de genes
que tienen que ver con la duración de la vida, que tienen que ver con la
preservación de las células, de la vitalidad humana, así que no hay duda de que
por el camino de la ciencia se puede llegar a eso—, el problema va a ser
otro: cómo van a alimentar a esa
humanidad. Ese es el problema: cómo la van a vestir, calzar, darle vivienda,
darle alimentos, darle medicinas. Lo que
vemos hoy está muy lejos de resolver esos problemas.
Lo que digo no debe conducir a nadie al pesimismo,
sino a la toma de conciencia del gran desafío que las nuevas generaciones
—ustedes, los que están aquí, y los niños estos que vemos con sus uniformes
escolares— van a tener en ese siglo que está todo el mundo esperando muy
contento.
Nosotros, que hemos podido conocer la experiencia de
un número de años de Revolución y los problemas del mundo en los últimos
decenios, nos damos cuenta de cuál va a ser la situación del próximo siglo, y
que, por lo tanto, hay que prepararse; hay que estar conscientes de eso y
prepararse. Es por donde hay que empezar
realmente, porque en la medida en que se comprenda esto por las personas que
tienen influencias, como los médicos, los científicos, los intelectuales, las
masas, los gobiernos, porque a ellos les toca también, están descubriendo
realidades que los golpean, empezarán a surgir soluciones a esos problemas.
Una de las personalidades eminentes de las que vino a
este evento nos preguntaba recientemente:
¿Pero cómo vamos a hacer?
Desgraciadamente, le respondí, lo que ha enseñado la historia humana es
que los problemas se resuelven cuando se producen las crisis.
Ahora mismo llegaron noticias de que el Presidente de
Brasil se reunió con el Presidente de Francia, en Guyana, para plantear el
problema de la necesidad de establecer regulaciones que pongan fin a los
grandes movimientos especulativos que están arruinando a países enteros.
¿Cómo se controla ese capital especulativo? Nosotros nos hacemos esa pregunta, nos
rompemos la cabeza, es algo que tenemos que seguir de cerca. Se dice que el Presidente de Francia estuvo
de acuerdo, que sugirió incluso hablar con el Primer Ministro de Inglaterra
para que en la próxima Reunión de los Siete, los siete más ricos, se estudie
eso; pero es que eso es la antítesis de la filosofía del Banco Mundial, del
Fondo Monetario y del neoliberalismo, no se sabe cómo caben esas dos cosas.
Uno se asombra cuando esas dos instituciones que
mencioné hablan ahora de los problemas sociales. ¡Caballeros!, ustedes saben lo que es ver al
Fondo Monetario y al Banco Mundial hablar de la necesidad de resolver los
problemas sociales.
En un discurso reciente del Presidente del Fondo
Monetario, en Nueva York, ante Naciones Unidas, dijo que había que resolver los
problemas sociales para que el pueblo apoyara la reforma. Pero fíjense, y ustedes lo tienen que saber
como médicos, que lo que han hecho es rebajar todos los presupuestos de salud,
y de educación, y las pensiones, y la ayuda a los más pobres. Bueno, cuando dijo esa parte allí ante los
delegados, en una de las comisiones de Naciones Unidas, donde estaban
representados todos los países, la gente soltó una carcajada, no le quedó más
remedio a la gente que reírse. ¿Puede
haber mayor hipocresía, realmente?
¿Puede haber mayor demagogia?
Hasta esas instituciones hablan de los gastos sociales, y ellas fueron
las que introdujeron el neoliberalismo.
Yo estoy interesadísimo en leer cuando lleguen las
noticias del día que se plantee la cuestión sugerida por Brasil en el Grupo de
los Siete a ver qué se les ocurre. Van a
tener que dar una vueltecita y buscarse un libro de Carlos Marx sobre "El
Capital" y refrescar un poco la lectura, de verdad (RISAS). Van a tener que resucitar algunos libros,
todos, desde los que empezaron a hablar del capitalismo hasta los que hablan
del socialismo, para refrescar.
Quiero ver ahora cómo van a resolver esos señores, los
siete. Creo que ahora van a ser los
ocho, porque a Rusia la van a introducir (RISAS), no porque tenga mucho dinero,
quizás porque necesite mucho, pero es un país poderoso técnicamente, con
grandes recursos naturales, todas esas cosas; a lo mejor van a ser el Grupo de
los Ocho.
Seguramente a ustedes les gusta una buena película y
hasta un buen serial que no sea demasiado melodramático y cosas de esas. Vale la pena esperar que termine la serie
esa, para divertirse, ver qué sacan de sus cabezas, y cómo les van a encontrar
soluciones a esos problemas.
Nosotros creemos que los problemas del mundo tienen
solución; la tienen, pero tampoco va a salir simplemente de los buenos deseos
de la gente. Lo primero que se necesita
es conocer esos problemas, saber de esos problemas, salir de la confusión, de
la neblina en que han envuelto al mundo, empezar a ver claro hacia el futuro,
tomar conciencia y, además, contar con las crisis, que las crisis ayudan, ponen
a correr a la gente.
Ese episodio que mencionaba de Guyana está
estrechamente asociado a la crisis monetaria y financiera de que hablaba, que
ya personalidades destacadas, personalidades que tienen conocimientos —indiscutiblemente que el Presidente de
Brasil es un hombre que tiene conocimientos amplios— se empiezan a mover. Brasil es un país grande, tiene influencias y
ya empiezan a mover las cosas, a plantear los problemas; pero es la crisis, es
la crisis lo que lo explica.
Es la crisis del medio ambiente lo que ahora, con el
fenómeno de El Niño, los aguaceros, las inundaciones en Europa y todo lo que
está pasando, ha puesto a correr a los gobiernos para buscar soluciones. Tenía que venir El Niño con sus aguaceros por
un lado y sus sequías por el otro, sus tragedias, sus cambios de clima, y cosa
increíble: hoy un científico estaba
planteando que el calentamiento de la atmósfera puede producir —vean qué
paradoja— unas olas de frío en Europa equivalentes a las que ocurren cerca del
polo norte. Parece que el calentamiento
trae hasta frío (RISAS). Derrite por un
lado la nieve, suben los mares, y por otro es posible —según algunas teorías—
que produzca áreas de fríos catastróficas.
Es la primera vez que oigo mencionar esa hipótesis en boca de un
científico eminente.
Yo estaba pensando que a lo mejor en Siberia sembraban
banano y que a Centroamérica, Suramérica y Africa no les queda chance ni para
producir plátano; los van a producir allá en Siberia con la ola de calor
(RISAS).
Pero tienen bien estudiado cuántos metros va a subir
el agua y qué va a pasar en cada lugar, las consecuencias; lo tienen bien
estudiado, porque tienen las computadoras trabajando y muchos científicos
investigando en todos estos temas.
Así que las crisis ayudarán al hombre a pensar,
obligarán a los gobiernos a actuar, los que están u otros que vengan en lugar de
ellos; porque, miren, no hay gobierno que pueda mantenerse con esos
problemas. Están un tiempito ahí, nada
más, no tienen ni tiempo de pensar, porque como están constantemente en la
campaña electoral —yo lo veo— no piensan en los problemas, no tienen espacio
mental, la energía para pensar, es una realidad.
Todo esto va a cambiar realmente el mundo, de modo
que, cuando hay un evento como este, no podemos ver aisladamente los problemas,
no podemos dejar de recordar, no es posible olvidar el marco en que se producen
todos estos problemas, si es que de verdad queremos encontrar solución. Debemos ver un problema de la medicina, pero
también debemos tener una conciencia, un conocimiento, una información, una
experiencia; debemos saber que los problemas fundamentales se derivan de otras
situaciones también; se derivan, en primer lugar, de los problemas económicos,
el subdesarrollo, la pobreza, la explotación del mundo.
Estamos viendo cosas terribles por todas partes, lo
que pasa con los niños, los millones de niños que hay en este mismo hemisferio
que no van a la escuela porque tienen que trabajar en la calle limpiando
parabrisas, o haciendo trabajos muy duros en la ciudad o en el campo para
llevar algo a la casa. ¡Millones, pero muchos millones!, ese es el porvenir que
les ofrecen. Añádase el comercio sexual
de niños, y los millones de niños que están siendo utilizados por la industria
sexual en todas partes.
Un día llega la noticia de que hay, en este siglo, en
esta hora, cuando ya vamos a entrar en el otro, un grupo de sordomudos
mexicanos utilizados como esclavos en Nueva York. Ustedes todos deben haber leído esa noticia,
que recientemente descubrieron decenas y decenas de sordomudos que estaban
esclavizados, se los habían llevado de México y los tenían trabajando en Nueva
York, y les daban unas tareas que tenían que hacer cada día. Un gran escándalo. ¡Caballeros, ese es el neoliberalismo! En esta época, niños enfermos, niños
limitados, que no están en una escuela especial.
Todos los niños sordomudos en este país están en una
escuela especial, con su maestro enseñándoles de la mañana a la noche, y allá
en Nueva York, en el país de la democracia y los derechos humanos, esos niños
convertidos en esclavos trabajando.
De Europa llegan noticias de redes organizadas por las
mafias que contratan mujeres por América Latina o por Africa, les ofrecen un
empleo y las obligan a prostituirse, ¡obligadas!, y se las llevan mediante
contratos. Eso parece cosa del siglo
XVII, XVIII, como cuando traían cientos de miles de chinos contratados también
de esa forma.
Todos esos problemas están ocurriendo, son realidades,
y cuando gente noble y buena, como las que aquí se reúnen a discutir y a
meditar sobre estas cosas, no pueden abstraerse de la realidad del mundo en que
estamos viviendo, lo otro sería un poco engañarnos, autoengañarnos. Claro que no tenemos que esperar que se
arreglen todos los problemas del mundo para arreglar aquellos que puedan ser
resueltos; no, no podemos perder ni un segundo, y en esta esfera de la salud,
pues el deber de ustedes será trabajar el máximo, y es mucho lo que puede
hacerse.
No puede haber pretexto de tipo económico, por muchas
razones. Si una partecita del dinero que
se ha fugado de América Latina se dedicara a la salud, no habría estos problemas,
una partecita de ese dinero que se va a guardar a los bancos de Nueva York u
otras partes. Con motivo de la inflación
y los problemas que tenemos en América Latina, el dinero se va allí donde está
seguro. Con una partecita de lo que se
paga de la deuda externa, se resolverían estos problemas.
No quiero seguirles diciendo cosas, porque este no es
un acto político y no quiero ofender a nadie; pero podría añadirse, como
máximo, que con un poquito del dinero que se pierde por ahí, se resolverían
estos problemas de salud.
Bueno, se ha hablado de la experiencia cubana, y,
realmente, a mí me da pena a veces cuando hablamos de los índices, porque
pareciera una vanagloria nuestra tal dato de la salud y de lo otro y lo otro, y
realmente estas reuniones o estos seminarios nunca los he concebido como una
forma de propaganda de lo que hayamos hecho en la salud; únicamente podemos
verlos como una experiencia que tiene cosas que pueden ser útiles a otros
países.
Ayer mismo —ayer mismo no, hace como dos días, cuando
empezó este evento— se habló de una institución, creo que de Suiza. ¿Fuiste tú, Dotres? Esa institución afirmaba que con treinta
veces menos ingresos o producto bruto per cápita que Estados Unidos, Cuba tenía
los mismos índices de salud que ese país.
Realmente, Cuba tiene que gastar más de la mitad de lo
que exporta en combustible, bueno, para que se enciendan los bombillos, para
que haya un poco de electricidad, no toda la que quisiéramos tener, un poco de
transporte. Nosotros no disponemos de
ninguna hidroeléctrica importante, no hay esos grandes ríos, toda la
electricidad proviene prácticamente del combustible que hay que importar a un
precio muy alto y pagarlo con productos que los países industrializados pagan a
un precio muy modesto, sea azúcar, sea mineral, sea níquel; es más de la mitad
de nuestras exportaciones.
Ya se explicó cómo perdimos abruptamente nuestro
comercio exterior, nuestros ingresos.
Si me dan permiso, me tomo un segundo para pedirle a
alguien que llame al local de la reunión y pedirles que esperen, es que tenemos
un acto. Estamos también en proceso
electoral, hoy fue la postulación de candidatos a delegados provinciales y a
diputados nacionales, y yo me he extendido un poquito más.
Es decir, nosotros hemos dispuesto de muy pocos
recursos. Me contaron que cuando habló
el compañero Lage una compañera había preguntado cómo, con todos esos
problemas, podíamos haber alcanzado los índices que hemos alcanzado en salud o
haberlos mantenido. También alguien hizo
otra pregunta muy aguda, qué vamos a hacer con los médicos si ya tenemos más de
60 000.
Bueno, cómo hemos podido mantener —y yo hablo de
mantener— determinados índices, los índices en general, y no solo eso, mejorar
algunos de ellos. Es casi imposible de
explicar, pero se podría decir con muy breves palabras, en esencia: el esfuerzo humano de nuestro pueblo, el
esfuerzo humano de nuestros médicos, enfermeros y técnicos de la salud, eso en
primer lugar (APLAUSOS); repartiendo de la forma más equitativa posible lo poco
que tenemos y, además, sufriendo mucho todos los días, porque sufrimos cuando
falta un medicamento, sin duda, nos duele terriblemente. Ahora, procuramos entonces que los que son
vitales, los que salvan una vida, los que son esenciales, esos no falten nunca,
los priorizamos; desarrollando nuestra industria médica de producción de
medicamentos, casi el 90% del que consumimos lo producimos aquí. Y no son 20 000 renglones, eso es
comercialismo puro, la misma medicina con 25 marcas diferentes; garantizando
mediante los métodos más adecuados la
calidad de esos medicamentos.
Uno de los negocios más despiadados que hay en el
mundo es el negocio de los medicamentos, se gana en el comercio de medicamentos
casi más que con el comercio de drogas.
Hay medicamentos que cuestan 15 dólares y se pueden producir a un costo
de un dólar y medio o de un dólar, con quince veces menos gasto; pero
muchísimos medicamentos, o sea, la lista completa, y han trabajado nuestros
centros de investigación formulando, reformulando, gracias al trabajo de los
centros de investigación, que los hemos seguido desarrollando, aun en medio del
período especial, y nos ayudan muchísimo para poder seguir manteniendo
eso. Nosotros nos preguntábamos: ¿Podremos mantener los niveles de salud? Era una pregunta. Nosotros nos conformábamos con mantenerlos y
se ha logrado mejorar esos niveles, algunos índices importantes
mejorarlos. Parecía imposible.
Como se ha dicho, no se ha cerrado ni un hospital ni
un policlínico, ninguna institución de salud, ni se quedó un solo médico en la
calle o una enfermera o un trabajador de la salud, y se han incorporado en
estos años difíciles más de 40 000, porque ya estaban estudiando en las
universidades o en los centros tecnológicos.
Hubo un momento en que ingresaban
6 000 estudiantes de medicina en las 21 facultades de medicina que
tenemos. Empezamos a reducir, como es
lógico. Eso tenía el aspecto positivo de
que podíamos hacer selecciones todavía más rigurosas, pero ya era rigurosa la
selección de los estudiantes, porque teníamos suficientes bachilleres, todos
los que quisiéramos.
No hay que olvidarse que empezamos de cero, del
analfabetismo; con un 30% de analfabetos hubo que empezar por primer
grado. A pesar de todo, había 6 000
médicos en Cuba, uno por cada mil y tantos habitantes, pero casi todos en la
capital, y todos esperando una visa para ir a Estados Unidos, antes de la
Revolución; pero como abrieron las puertas para dejarnos sin médicos, entonces
sí dieron visas y de los 6 000 médicos se llevaron 3 000, nos dejaron 3 000
nada más, y no había suficientes bachilleres para hacer un plan ambicioso de
formación de médicos. Muchos estudiantes
que no eran ni bachilleres tuvieron que convertirse en maestros, o ir a
desempeñar actividades que requerían un cierto nivel de escolaridad, hasta que
ya fue masivo el ingreso en las secundarias, en los preuniversitarios, y
teníamos todos los preuniversitarios que quisiéramos y las escuelas
vocacionales y de todo tipo. Llegó un
momento en que podíamos escoger los 6 000 que ingresaban por año. Y así desarrollamos los planes de formación
de médicos.
El médico de la familia, realmente, fue un concepto
que surge cuando en un organismo económico nuestro, en fecha bastante temprana,
empezaron a hablar de reducir el número de estudiantes de medicina: no más incrementos, que los médicos van a
sobrar. Digo: Es muy difícil que sobre un médico, porque
dondequiera que haya un grupo de personas hace falta un médico. ¿Por qué parar la formación de médicos? Había muchos menos, y se hicieron las
facultades en todas las provincias, en algunas más de una facultad de medicina,
y el número total de estudiantes llegó a ser 25 000; pero teníamos calculado
una reserva de médicos, vaya, un uso de los médicos: 10 000 a trabajar y 10 000 a estudiar.
Teníamos calculados igualmente 10 000 médicos en la
colaboración exterior. Nosotros habíamos
ofrecido masivamente médicos, y gratuitamente, para la colaboración exterior,
sabiendo los problemas que hay en Africa y en el resto del mundo con los
médicos. Nuestros médicos están
dispuestos a ir a cualquier lugar, como médicos formados no solo para ir al
campo, sino a cualquier lugar del mundo a trabajar como médicos. Hicimos algunos cálculos.
Claro que vino una situación diferente, el país se vio
privado de recursos fundamentales, esto unido al hecho real de que no hay
médico que se retire, porque mientras más años tiene en el ejercicio de la
profesión más quiere seguir como médico, porque tiene más experiencia,
etcétera. Uno no puede hacer los
cálculos que se hacen con el trabajador de la mina o el trabajador del
transporte; el médico como el artista, si es pintor o es escritor, hasta el
final quiere seguir en el ejercicio de su profesión. Entonces lo que hicimos fue empezar a reducir
los ingresos en un momento dado. Ya
ahora el ingreso anual es de alrededor de 2 000 —ya será en el próximo curso alrededor de 2
000—, pero en los últimos años dos mil y tantos de 6 000, fue reducido a la
tercera parte.
Dondequiera que haya un grupo de personas hace falta
un médico. Si sale una delegación ponen
un médico a la delegación, bueno, entonces un médico hace falta. En cada círculo infantil hace falta un médico
y una enfermera, y en cada escuela hace falta un médico y una enfermera, y en
cada fábrica hace falta un médico y una enfermera. Hace falta una reserva de médicos porque son
jóvenes muchos de los médicos, muchas mujeres, la mayoría son mujeres, y están
gestantes, tienen que estar ausentes, o necesitan vacaciones, y hace falta
quien lo sustituya.
Pero, claro, se hizo todo un programa, se creó un
nuevo concepto, convertimos la generalidad en una especialidad: la medicina general integral, un concepto
asociado a la idea del médico de la familia.
La recogida de los programas de medicina de las mejores universidades
médicas del mundo; se analizaron y se estudiaron todos esos programas. Se desarrolló el nuevo programa, costó
trabajo, los especialistas no entendían, hacían resistencia, fue una lucha.
Tampoco una idea se empezó a aplicar sin más ni
más. Empezamos con 10 médicos en las
montañas, en algunos lugares, y un policlínico; ahí está Cosme. Hicimos dos grupos para ver el curso, el
programa, qué hacía la gente, porque habíamos descubierto que la gente en vez
de ir al policlínico, iban para el hospital y saturaban los cuerpos de guardia
de los hospitales. Ya un día llegamos a
tener un policlínico completo, el área de ese policlínico con médicos de la
familia, ¿qué ocurrió?, un agradable fenómeno: la gente aquella que iba al
hospital ahora no iba ni al policlínico, iba a ver al médico de la familia;
incluso veía al especialista en el policlínico, le recomendaba algo y él venía
a conversar con su médico para preguntarle qué le parecía aquel diagnóstico,
aquel plan. Resultado: el 20% de los que iban a los policlínicos
siguieron yendo al policlínico porque ya era una necesidad imprescindible,
porque había que hacer una radiografía, un examen de laboratorio.
Lo primero que descubrimos fue que ya liberamos al
policlínico de un exceso de consultas, resolvimos los problemas de los cuerpos
de guardia de los hospitales, que fue un alivio tremendo. Empezamos a descubrir la hospitalización
domiciliaria para muchas cosas. Si a
alguien había que tomarle la presión arterial todos los días debía haber
ingresado en un hospital y ahora llegaba al médico de la familia, le tomaba la
presión arterial, lo atendía; reducía el número de camas. Resultaba más económico el médico de la
familia por los gastos que ahorraba en hospitales, era mucho más cómodo para la
gente.
Perfeccionamos los policlínicos; pero después
convertimos a los policlínicos en facultades universitarias, porque todos
aquellos médicos de la familia tenían que hacer la especialidad, después de un
año tenían que empezar la especialidad de tres años, compartiendo el estudio
con el trabajo, para ser especialista en medicina general integral, y después, si querían ser pediatras, después
de ser especialistas en medicina general integral se podían hacer pediatras,
obstetras, estudiar la especialidad de medicina interna u otras.
Hoy en Cuba casi todas las especialidades —no sé si
eso se les explicó a ustedes— exigen ser primero especialista en medicina
general integral, porque fue un concepto, mientras en otros países, en la propia URSS habían ido
a la superespecialización, y casi desde el primer año ya empezaban a
especializarse. ¿Usted se imagina un
cirujano que lo único que sabe es cortar y no ha estudiado suficiente
fisiología, anatomía y todas las demás materias? Nosotros partimos del concepto de que el
médico debía tener conocimientos básicos esenciales y amplios para empezar y
después especializarse.
Ese principio se lo aplicamos después a otras carreras
universitarias, porque ya al arquitecto también lo querían empezar a
especializar desde el segundo año, y al ingeniero; que se hagan arquitectos
primero y después se hacen urbanistas, lo otro y todo lo demás. Los conocimientos básicos son
indispensables. Eso lo aplicamos en la
medicina y eso produjo calidad realmente en nuestros médicos, que es lo
esencial, y esa es la calidad que ha hecho posible que hayamos podido mantener
estos índices.
Incluso la cuestión del índice de mortalidad infantil,
yo me hice muchas veces la pregunta de si alguna vez se podía bajar de 10 por
cada 1 000 en el primer año de vida. Sí,
sabía que japoneses, que suecos, que determinados países en Europa habían
bajado de 10, pero digo: ¿En el trópico
se podrá bajar de 10? Esa era una gran
interrogante: ¿Se podrá bajar de 10?,
porque uno sabe las características del clima tropical, por los calores, la
humedad, las enfermedades respiratorias, problemas asmáticos, que se extienden
con la contaminación en todas partes, la cantidad de bacterias y de alérgenos
en la atmósfera, esa era una primera incógnita, y llega un día y bajamos de 10.
Se demostró que podía bajarse de
10. ¿Se podrá bajar de 10 cuando no se
tienen todas las viviendas y las condiciones de alojamiento adecuadas? ¿Cuando no se tienen todos los recursos
materiales disponibles para un mejor nivel de vida, se podrá bajar de 10? Y se pudo bajar de 10.
Créannos que cuando nosotros nos encontramos en una
situación como la de ahora, que está entre 7,3 y 7,4... Puede ser que llegue a 7,3, porque las
últimas semanas del año son más favorables a los índices. También cuando se observó que en los primeros
días de nacido era mayor el número de fallecimientos, además de las terapias
intensivas hubo que crear los servicios de cuidados perinatales intensivos, y
logramos por otro lado hacer un cardiocentro para los casos aquellos de niños
que tenían problemas congénitos, logramos adicionalmente establecer a tiempo
los exámenes para la detección de los que tenían malformaciones congénitas
incompatibles con la vida; un conjunto de programas dieron lugar a esa cifra. Les digo, realmente, que ni nosotros mismos
creíamos que fuera posible alcanzar eso y reducir igualmente la mortalidad
materna a los límites actuales, en una situación económica tan difícil. ¿Lo digo acaso para vanagloriarnos de eso? No, lo decimos para expresar nuestro dolor de
todo lo que pudiera hacerse con los recursos disponibles en el resto de América
Latina, de muchos lugares del mundo y que no se hace; lo digo para expresar
dolor e inconformidad con eso, porque realmente pienso que se pudiera hacer
muchísimo por la salud con los recursos tan escasos que tienen nuestros países,
a pesar del subdesarrollo.
Creo que es muy importante esa convicción, si no
caemos en el fatalismo de pensar de que no es posible.
Pienso, realmente, que los políticos pudieron haber
hecho más, a pesar de todos los problemas y limitaciones que tienen los países;
pero tenían que tomar conciencia, no solo un poco de tiempo y de energía. Y hasta como políticos debieron haber
descubierto que lo que más aprecia el pueblo son los servicios de salud. Yo a veces decía: Bueno, en ocasiones nuestros políticos son
tan malos, son tan ineficientes, que no conocen la importancia de los servicios
de salud; la importancia política.
Eso hay que hacerlo por otras razones de carácter
social y humano, ¿no? Nosotros nos
pusimos a pensar en la Revolución y desde el Moncada ya estábamos hablando de
los servicios médicos, y cuando estábamos en la Sierra Maestra ya prestábamos
servicios médicos a toda la población con la que teníamos contacto, con los
médicos que iban allí y se incorporaban.
Eso debe ser una convicción, un deber elemental. Pero es que no solo visto desde el ángulo
moral, sino desde el ángulo de la conveniencia política, hay que dedicar más
atención, más recursos a los servicios de salud.
Yo siempre les decía a los dirigentes de la OPS y de
la OMS cuando venían de visita: Hablen
con los gobiernos, persuadan a los gobiernos.
La OMS y OPS no tienen ni la centésima parte de los recursos que hacen
falta para los programas de salud. Los
gobiernos los tienen, sacando un poco de esto o de lo otro, porque sabemos de
dónde se pueden sacar recursos, no hay que quitárselos a los hospitales.
Ahora los del Norte quieren envolver a América Latina
en una carrera armamentista, yo me pregunto:
¿Qué harían los países latinoamericanos comprando aviones de última
generación F-16 y 17, y comprando submarinos y comprando no sé cuántas cosas
más? ¿Armas para qué, para que siga la
desunión, para mantenernos débiles, para que nos matemos unos a otros? ¿Y no es mejor dedicar esos recursos a la
salud, a la educación?
Para citar un ejemplo nada más, yo les sugería: Hablen con los gobiernos, que los gobiernos
pueden buscar muchos más recursos.
Estas organizaciones internacionales pueden buscar
alguna ayuda, pero, sobre todo, pueden aportar su experiencia, sus
conocimientos, sus ideas para una estrategia de salud. Han acumulado muchos conocimientos que son
muy útiles, para nosotros han sido muy útiles.
Cuando ha surgido algún problema, les hemos pedido colaboración, porque nosotros hemos
tenido problemas también, epidemias, y algunas de ellas muy raras.
Uno de los ministros que habló se refirió al
dengue. Bueno, pues nosotros llegamos a
tener una epidemia de dengue tan rara, que el serotipo aquel no estaba en
ninguna parte; era indiscutiblemente un serotipo de laboratorio. ¡Ah!, sí había un punto, los vectores estaban
aquí. En el dengue es muy importante el
control de los vectores, hay que tener casi un ejército luchando contra los
vectores; si es el ratón, pues contra el ratón.
La organización para controlar los insectos, ratones y todo eso es
indispensable, es muy importante.
Nosotros también tuvimos nuestro brotecito de dengue,
hubo un descuido en un municipio, porque un visitante del exterior llega
contagiado y si hay el mosquito...
Entonces mantener el índice bajo, eso hay que hacerlo a toda costa, es
fundamental.
En aquella epidemia de principios de la década del 80,
que apareció en distintos lugares, más de 300 000 personas fueron afectadas de
dengue hemorrágico. Cuando se investigó
a fondo se vio que en la introducción de esa enfermedad en Cuba, sin lugar a
duda, hubo intencionalidad. Eso nos ha
pasado en la agricultura, en distintas cosas hemos tenido problemas similares.
Adquirimos una gran experiencia en eso. Por aquellos días habíamos ya producido por
primera vez el interferón, lo usamos como elemento antiviral. Realmente, fueron 158 personas las que
murieron, más de 100 niños; pero pudieron haber muerto miles. ¡Qué batalla aquella!
Cada vez que en cualquier país de América Latina ha
surgido algún problema, inmediatamente hemos ofrecido nuestra
colaboración. Eso no es nada, es un
deber elemental.
Aquí se dijo que 25 000 médicos cubanos han prestado
servicios internacionalistas en los lugares más inhóspitos, por todo el
mundo. Llegamos a tener un promedio de
más de 1 000 gratuitamente, y en el transcurso de los años han sumado 25 000
que han prestado esos servicios.
También se dijo que hemos atendido casi 15 000 niños
víctimas de la catástrofe de Chernobil.
Bueno, Cuba sola ha atendido más niños de Chernobil que todo el resto de
los países del mundo. Los medios de
divulgación masiva del Norte no hablan de eso.
¡Casi quince mil niños! También
hemos adquirido alguna experiencia en eso.
¿Qué importancia o qué sacrificio puede significar
para nosotros una colaboración como la que mencionaba el Ministro de Costa
Rica? Sabemos muy bien que Costa Rica es
uno de los países que han luchado durante muchos años y de una forma consecuente
por crear las mejores condiciones de salud para el pueblo. Hay algunos países que han hecho especiales
esfuerzos y entre esos países está Costa Rica, lo sabemos muy bien.
¿Qué significa para Cuba enviar un pequeño grupo de
técnicos con experiencia en dengue o en alguna cuestión radiológica? Realmente no es nada. Valen mucho más las palabras de
reconocimiento del Ministro que lo que nosotros hicimos; sus breves y amables
palabras tienen mucho más mérito que el esfuerzo que nosotros podamos haber
hecho de colaboración allí, o en cualquier país de América Latina, o del mundo
donde haga falta una colaboración de ese tipo.
Para nosotros es un deber elemental, y es lo que hemos hecho, es lo que
hemos practicado.
Mencioné al Ministro de Costa Rica, debo mencionar
también que nos impresionaron mucho las breves y cálidas palabras de los que
hablaron, del Ministro de Bolivia; de nuestro amigo que fue Viceministro o algo
similar en España. El vino desde allá,
cruzó el Atlántico y ha estado presente, pronunció realmente nobles palabras, y
no han sido solo palabras, sino que cuantas veces hizo falta alguna
colaboración en la formación de personal, prestó esa colaboración. Es imprescindible darles expresamente las
gracias por esas palabras, así como felicitar a los que hicieron el resumen de
las actividades, y dar también las gracias de modo especial por la declaración
que ustedes han suscrito de crítica y condena al bloqueo y condena al bloqueo.
Ese es un problema que duele terriblemente, el
bloqueo famoso, porque no es bloqueo;
bloqueo es una cosa, no hay tal embargo como dicen ellos, ni siquiera bloqueo
como decimos nosotros. Es guerra, es
persecución, es hostigamiento. ¿Qué
puede haber de noble en la prohibición de vender una aspirina?, una aspirina,
ya no un medicamento contra el cáncer, o algún medicamento contra el SIDA, de
estos aunque sea para prolongar la vida 18 ó 20 meses, o dos o tres años, o
darle una esperanza a alguna persona.
Para Estados Unidos se han llevado los mejores
talentos del mundo, bien sean europeos, ingleses o latinoamericanos. Cuántos latinoamericanos no conozco de
Centroamérica y Suramérica que están trabajando en los centros de investigación
norteamericanos porque en sus países no tienen esos centros, ni tienen los
recursos ni les pueden pagar lo que les pagan en los centros de Estados
Unidos. Se han llevado los mejores
talentos no solo en el campo de la medicina, en todos los campos, y los mejores
artistas también se los llevan.
Ahora si descubren algo que puede salvar una vida,
prohibido suministrarlo. ¿Dónde está la
nobleza, dónde está la ética, dónde está la moral?, y luego presentarse ante el
mundo como los campeones de la libertad, de la democracia, de los derechos
humanos.
Hoy mismo estaba leyendo un cable —sí, es que
nosotros, como ya dije, tenemos que leernos todos los días decenas y decenas de
cables— donde se comunica que en una reunión de organizaciones en un país
latinoamericano —creo que fue en México— se afirmaba que en los últimos 30 años
se habían producido 90 000 desapariciones en América Latina. Es posible que esa cifra se quede corta. En el caso de Guatemala, durante 30 años
fueron decenas de miles.
Pero piensen en esa cifra por un segundo, ¡noventa mil
desapariciones! ¿Quiénes apoyaron
eso? ¿Quiénes crearon las
condiciones? ¿Quiénes inventaron los
métodos más refinados de represión, de tortura, de desapariciones?
¿Saben que Estados Unidos pudiera gastarse todo el
dinero que tiene en la reserva y no podría encontrar un solo caso de
desaparecido en Cuba?
Cuando el apartheid estaba en pleno apogeo hasta armas
nucleares fabricaron y les vendían de todo.
Cuando en determinados lugares desaparecieron 30 000, no, no hubo
bloqueos; hubo solicitudes de colaboración para hacer la guerra sucia en
Nicaragua, y la guerra en El Salvador y todo eso. Entonces, a Cuba no se le puede vender una
aspirina, ¿por qué? ¿Por qué, cómo se
puede justificar eso? Más de 35 años de
un bloqueo cada vez más brutal, ¿cómo se puede justificar eso? Por eso en Naciones Unidas 147 votaron a
favor de una resolución cubana contra el bloqueo, en la Asamblea General. Algunos se ausentaron, porque hay algunos que
no les queda más remedio que ausentarse, porque si no el problema que se buscan
con aquella gente rica es grande, y otros se abstienen por razones similares;
en contra, tres votos, el año pasado y este año tres votos, entre ellos el de
Estados Unidos, con Uzbekistán e Israel, tres países. Bueno, en Naciones Unidas, en la primera
votación ya hubo mayoría, pero eran alrededor de 50 votos. La gente toma más conciencia cada vez, ¿y por
qué a Cuba? Hay otros países que tienen
sistemas socialistas, ah, pero esos son países grandes, poderosos, pueden
comprar mucho, eso es un gran mercado, no hay problemas.
¿Pero qué es lo que están castigando en nosotros? Si se hiciera un recuento, uno por uno, se
podrían mencionar 10 ejemplos por el estilo de este que les he mencionado sobre
desapariciones en América Latina, acerca de cuáles fueron siempre las normas de
la Revolución, desde el principio, desde la guerra; y es con mucha satisfacción
que podemos decir que aquellos principios se mantuvieron inviolables durante
toda la vida de la Revolución, y eso algún día la historia tendrá que
recogerlo.
Sin duda alguna que la declaración que ustedes han
hecho y que tanto agradecemos, es una posición justa, es una declaración noble,
y nunca se arrepentirán ustedes de ese noble apoyo, porque seguiremos siendo
como hemos sido hasta ahora, y seguiremos luchando como hasta ahora, y
seguiremos resistiendo. Seguiremos
salvando vidas, seguiremos incrementando la cuenta de los niños que
sobrevivieron, porque en vez de 60 o más que morían por cada 1 000 en el primer
año, se fueron reduciendo hasta bajar de 10 y suman cientos de miles cuyas
vidas fueron preservadas.
Se pudieran sacar las cuentas de los años de vida que
se han añadido a los ciudadanos de este país como consecuencia de la obra de la
Revolución, y de todo el dolor que hayamos podido quitarles a las personas, a
nuestros compatriotas; las vidas que hemos salvado en otros países del mundo,
no solo en nuestro propio país; los miles de médicos y personal de salud
extranjeros que hemos formado y que hoy trabajan en otros países.
Teníamos programas de formación de médicos en momentos
en que había estudiantes becados en más de 80 países, y mantenemos programas de
formación de médicos aun en este período especial. Es que no concebíamos una revolución que no
fuera una revolución con sentido internacionalista, como no concebimos una
humanidad reducida a la frontera de una pequeña isla; el dolor golpea y hace
sufrir a miles de millones en todo el mundo.
Sí, nuestra Revolución no es una revolución de
millonarios, es una revolución de pobres y que sueña con el bienestar no solo
de nuestros pobres, sino de todos los pobres del mundo; por eso hablamos de
internacionalismo, y no solo hablamos, sino que lo practicamos. Y no solo hemos aportado recursos materiales,
hemos aportado nuestra propia sangre (APLAUSOS).
Hoy el mundo señala como una gran conquista la
desaparición del apartheid, como una de las más grandes conquistas de las
últimas décadas, podríamos decir, incluso, de este siglo, y muy pocos mencionan
que la sangre cubana se derramó luchando contra los soldados fascistas y
racistas del apartheid, cuando aquel país tenía incluso armas nucleares. ¿Por qué?, por internacionalismo. Y si los del Norte nos quieren asfixiar, hay
muchos pueblos en el mundo que recuerdan lo que la pequeña isla hizo por ellos
y cómo esa pequeña isla defendió la causa de ellos en todas las tribunas
internacionales, las defendió y las defiende.
Como creemos en el hombre y creemos en el futuro,
creemos también que esos valores, esas concepciones de la vida, tendrán que ser
un día también las concepciones prevalecientes en el mundo, y no por obra de la
buena voluntad, sino porque el propio desarrollo humano, el propio desarrollo
de la ciencia, de la técnica ha convertido el mundo en una aldea donde no
cabrán ni los estados nacionales, donde no cabrán ni las fronteras, porque una
aldea —y ya el mundo es una aldea—, una aldea que puede desarrollarse, una
aldea que cuenta con un arsenal científico fabuloso, no puede tener
fronteras. Si antes Colón se tardaba
tres meses por lo menos para llegar y otros tres para regresar, y Magallanes
tenía que dar la vuelta por allá y se tardaba tres años, hoy en unas horas se
cruza el Atlántico y se da la vuelta al mundo, y dentro de pocos años irán
hasta mucho más rápido; al instante se comunica cualquier persona con otra en
el mundo, a la velocidad de la luz.
¿Qué será el mundo?
Llegará el día en que miraremos los estados nacionales, como hoy miramos
las antiguas tribus de aquellos pueblos a los que llamaban bárbaros. Algún día nos llamarán bárbaros futuras
generaciones cuando estén estudiando en la escuela primaria. Pues, sí, si a algunos les interesa cómo nos
van a calificar los profesores de historia cuando hablen de nosotros, nos van a
calificar de bárbaros, en el mundo del futuro, que no tendrá que esperar miles
de años, tal vez ni siquiera cientos de años, porque todo hoy es a gran velocidad. Es ese mundo con el cual soñamos, que debe
arreglárselas y tener toda la productividad necesaria no para que un señor
tenga 40 000 millones de dólares, como un señor de California que tiene él solo
tantos millones como lo que ganan al año cientos de millones de personas, ¡él
solo! Y hay de esos muchos.
Creo que tendrá que ser un mundo y tendrá el hombre
que arreglárselas para que sea un mundo en que el que necesita una aspirina
tenga una aspirina y el que necesite un antibiótico tenga un antibiótico o una
vitamina o un remedio para aliviar el dolor, para salvar una vida. Y la productividad debe servir para el día en
que el hombre viva 120 años. Ese es el
gran dolor de cabeza hoy, ha crecido la edad, es más costosa la atención médica
a esas edades; pero en la ciencia, en la productividad del trabajo, esa misma
ciencia que alargue la vida tiene que multiplicar los peces y los panes, para
que pueda alimentarse, pueda vivir, pueda vestirse, pueda calzarse y pueda
respirar. Sí, porque estamos amenazados
de no tener ni aire para respirar; con eso nos amenazan estas sociedades de
consumo, y eso tendrán que resolverlo también la ciencia y los recursos de que
hoy dispone la humanidad, para que no se tengan que envenenar las aguas, los
mares, los ríos y todo.
Con esa humanidad soñamos, porque hasta los
"bárbaros" tenemos derecho a soñar.
Muchas gracias.