Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la
República de Cuba, en el acto de masa efectuado en Mandela
Park, Kingston, Jamaica, el día 30 de julio de 1998.
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
Excelentísimo Primer Ministro de Jamaica,
P. J. Patterson;
Honorable Alcaldesa de Kingston;
Distinguidos invitados;
Jamaicanos:
Debo hacer un esfuerzo --no siempre lo
logro-- para ser breve (Risas); pero
después de tan bellas canciones, tan excelentes danzas, tan amistosas palabras
al entregarme las llaves de esta ciudad, y después del cariñoso, generoso
discurso de nuestro hermano Patterson, considerando tiempo y hora, yo debo
reducir las cuatro quintas partes de las cosas que desearía decir aquí (Del
público le dicen: “¡Toda
la noche!”). (Risas.)
Primero que todo, quiero decir que estoy
realmente conmovido. En primer lugar, me
impresiona la noble figura cuya imagen preside este acto, ese brillante y
extraordinario líder, esa fortaleza que en 27 años no se rindió ni vaciló
nunca, ese símbolo de la libertad de Africa y del mundo: Nelson Mandela
(Exclamaciones y aplausos).
Me emocionan también las palabras tan
nobles pronunciadas sobre nuestro pueblo y su esfuerzo abnegado y desinteresado
en la lucha contra el apartheid.
Aquí se han dicho cosas de nuestro país y
de nuestro pueblo con motivo de esa lucha que realmente significó el
aceleramiento, digamos, el aceleramiento del fin del apartheid, y utilizo esa
palabra porque el apartheid no podía ser eterno, ni sería eterno; pero había
que combatirlo y había que derrotarlo cuanto antes (Aplausos), como uno de los
más grandes ultrajes que se han inferido
a la humanidad.
Bien, se ha mencionado el esfuerzo de Cuba;
pero yo tengo que decir muchas cosas sobre el esfuerzo de Jamaica.
Quiero recordar que Cuba fue la última
colonia española en obtener su independencia a fines del siglo pasado; además,
no logramos obtener esa independencia realmente, porque en nuestro país,
después de una lucha heroica de 30 años, se produjo la intervención de una poderosa
potencia vecina que, cuando ya las tropas coloniales estaban agotadas,
interviene en nuestro país y lo ocupa durante cuatro años. Cuando al fin se nos concede la supuesta
independencia, nos imponen una enmienda --llamada Enmienda Platt--
que le daba derecho a Estados Unidos a intervenir en los asuntos internos de
Cuba, le daba derecho a poseer bases carboneras, y, finalmente, ocuparon una de las mejores
bahías de nuestro país --casi casi frente a Jamaica--
y la convirtieron en una base naval: la Base Naval de Guantánamo, sobre un
pedazo de nuestra tierra y nuestras aguas que todavía ocupan, hace,
precisamente este año, un siglo.
Jamaica y Cuba han tenido una lucha muy
parecida. Los primeros que llegaron a
Cuba y a Jamaica fueron españoles; los españoles ocuparon esta isla alrededor
de 140 ó 150 años. Tal vez hoy ustedes
estuvieran hablando español, lo cual sería mejor para mí, poder hablarles en el
mismo idioma (Risas); pero aquí estuvieron los ingleses alrededor de 300 años,
y, por tanto, el idioma que dejaron fue el inglés. No está mal, no está mal que Jamaica y Cuba
puedan hablar en español y en inglés, en inglés y en español, lo cual demuestra
que los idiomas no separan ni pueden separar a los pueblos (Aplausos).
Puedo citar un ejemplo: Nuestros hermanos sudafricanos nos
solicitaron el envío de algunos cientos de médicos y allá se encuentran
alrededor de 400 médicos cubanos, estudiaron inglés, se examinaron de inglés y
los enviaron a las aldeas de Sudáfrica, allí donde los médicos graduados por el
apartheid no van a aplicar sus conocimientos de medicina; pero es que allí
nadie habla inglés en esas aldeas.
Entonces, nuestros médicos
rápidamente aprendieron el dialecto y se entienden perfectamente con aquellos
ciudadanos que no conocen otro idioma que su propio dialecto.
La diferencia de idiomas no impide la
cooperación; se demostró, por ejemplo, en lo que citaba Patterson sobre la
colaboración en la danza que ustedes nos dan a nosotros y que nosotros, en
ciertos aspectos, ofrecemos a ustedes; se demuestra en muchos campos la
posibilidad de colaboración, independientemente del lenguaje.
Les decía que habíamos tenido una historia
muy similar. Cuando la población
indígena fue exterminada trabajando en las minas de oro o trabajando como esclavos en los campos, los
colonialistas, en su avaricia insaciable, se dedicaron a capturar africanos,
transportarlos a este hemisferio y convertirlos en esclavos. Vean qué terrible crimen: arrancar a los padres de los hijos, de
las mujeres, arrancar los hijos de los padres, arrancar a cualquier ser humano
del seno de su familia y de su aldea para traerlo a trabajar encadenado a miles
de millas de distancia. Eso fue lo que
significó la esclavitud.
Es decir, el descubrimiento de América y la
conquista de este hemisferio vino acompañada de la
reinstalación de la esclavitud, algo que parecía pertenecer a épocas pasadas,
milenarias, de los tiempos de Grecia y de Roma.
Doce millones de africanos, según cálculos
conservadores, fueron arrancados de ese continente y utilizados como esclavos
aquí, en los trabajos más duros, más insoportables y en las condiciones más
inhumanas que puedan concebirse; los trajeron fundamentalmente al Caribe, al
sur de Estados Unidos y a Brasil, 12 millones.
Ahora, ¿qué dice la historia? Los primeros que lucharon por la libertad y
por la independencia de este hemisferio fueron los esclavos africanos
(Aplausos).
Es conocido en la historia que la primera
nación independiente en los años subsiguientes a la Revolución Francesa fue
Haití, como resultado de la sublevación de los esclavos; los esclavos haitianos
derrotaron a uno de los mejores jefes militares y de los más aguerridos
ejércitos de Napoleón Bonaparte. Pero,
aun antes de la sublevación de los esclavos en Haití, tuvieron lugar, en el año
1760 --es decir, más de 30 años antes--, las sublevaciones de los esclavos en
Jamaica. No recuerdo ningún otro
episodio histórico similar, y es muy bueno recordarlo para que se sepa dónde
están las raíces de la independencia y de la libertad que defendemos hoy
(Aplausos).
De nuevo, en 1795, se produjeron
importantes sublevaciones de esclavos en Jamaica; fueron más de dos importantes
levantamientos. Es más, los esclavos
liberados de Haití contribuyeron considerablemente a la independencia de
Suramérica.
Las guerras de independencia de Suramérica
comenzaron alrededor del año 1812, dirigidas por Miranda inicialmente y, junto
a Miranda, un joven genial y brillante, que fue Simón Bolívar (Aplausos). Miranda y Simón Bolívar son derrotados por
las fuerzas coloniales; el primero es enviado como prisionero a España, el
segundo abandona Venezuela y muy pronto regresa victorioso e instaura de nuevo
la república, pero todavía no se había decretado la emancipación de los
esclavos.
Ocurrió como en Estados Unidos, se produce
la declaración de independencia en 1776, y hoy lo recordaba a un grupo de
amigos. En la Constitución se decía que
eran consideradas verdades evidentes que cada hombre nacía con derecho a la
libertad y a la igualdad --no lo estoy diciendo literalmente. Consideramos, dijeron, que todos los seres
humanos nacen libres e iguales, y a todos les concede el Creador ciertos
derechos, etcétera, etcétera, etcétera.
Yo utilicé ese párrafo, en mi defensa
cuando el juicio del Moncada, para plantear el principio de los derechos
inalienables de cada ser humano y nuestro derecho a la rebeldía frente a la
opresión y la tiranía (Aplausos); sin embargo, no fue hasta después de 1860,
casi un siglo después, que se decreta, en medio de una violenta guerra, la
emancipación de los esclavos en Estados Unidos.
Hasta entonces no se les consideró libres e iguales, ni siquiera su
condición de seres humanos. Y todos
sabemos las secuelas que dejó la esclavitud durante más de un siglo después de
su emancipación formal, secuelas que aún subsisten en aquel país.
Antes que nadie, repito, los jamaicanos
trazaron el camino, y al Libertador de América --Bolívar-- lo ayudaron los esclavos liberados de Haití,
le proporcionaron armas; pero, además, le plantearon el problema de la esclavitud,
le solicitaron a Bolívar la emancipación de los esclavos en Venezuela y en el
resto de América Latina. Eso tenía lugar
entre 1812 y 1820.
Ahora, como resultado de esas luchas de los
jamaicanos y de los haitianos, los ingleses, en época tan temprana como 1807
--si mal no recuerdo--, suspendieron el tráfico, lo que se llamaba la trata de
esclavos, y ya en 1834 decretaron la emancipación; esa emancipación que ustedes
van a recordar el día 1º de agosto, y, por cierto, muy cerca de la otra fecha
histórica, el 6 de agosto, día de la independencia de Jamaica (Aplausos).
Pero no fue casual la suspensión de la
trata de esclavos y la emancipación de los esclavos por los ingleses, eso
estuvo asociado a las luchas heroicas de los esclavos de Jamaica y de los
esclavos de Haití y otras islas del Caribe.
No voy a hablar ahora --ya lo recordaba uno
de los artistas-- de lo que siguió ocurriendo después de la emancipación, pero
quiero decirles una cosa:
cuando desapareció legalmente la esclavitud en Jamaica,
permaneció en Cuba. ¿Saben ustedes
cuándo se produce la abolición de la esclavitud en Cuba? Medio siglo después de la emancipación de la
esclavitud en Jamaica, ¡realmente cincuenta y dos años después!
En nuestro país existió la esclavitud hasta 1886, en que se deroga, se
suprime, después de largos años de heroica guerra por parte de los cubanos en
lucha por su independencia, guerra
iniciada en 1868. En ese período
murieron cientos de miles de compatriotas blancos, negros y mestizos hermanados
en la causa de la independencia. Los
esclavos y sus descendientes desempeñaron en ella un papel decisivo.
Vino después el siglo que está a punto de
desaparecer. Tuvo lugar en Cuba la
Revolución que trajo al país su definitiva independencia, mientras el pueblo de
Jamaica seguía luchando, porque era todavía colonia, aunque no existiera la
esclavitud. Cuando nosotros, en la
segunda mitad del siglo pasado luchábamos allá contra el colonialismo y la
esclavitud, aquí en Jamaica, donde no existía ya la esclavitud, tenían lugar grandes movimientos
revolucionarios contra el colonialismo.
Estoy recordando aquellas sublevaciones de la bahía de Morant, que fueron reprimidas sangrientamente.
La lucha no cesó, sin embargo, durante más
de la mitad del presente siglo; al pueblo de Jamaica nadie le regaló la
emancipación ni la independencia. Y en
los años treinta, cuando la gran crisis que en Cuba da lugar a la lucha
revolucionaria de los sindicatos, de los
trabajadores y de todo el pueblo en demanda de sus derechos sociales,
económicos y políticos, un movimiento similar tenía lugar en Jamaica, bajo
pleno dominio colonial. Nosotros éramos,
en fin, una semicolonia de Estados Unidos; Jamaica seguía siendo colonia
inglesa. Aquella situación no podía
mantenerse, el pueblo de Jamaica fue capaz de conquistar al fin su
independencia. En la década del 40 se
establece ya la primera Constitución, todavía bajo el régimen colonial, y,
finalmente, en 1962, se proclama la independencia definitiva de Jamaica.
Vean qué dos historias similares la de Jamaica
y la de Cuba. No solo nos une la
geografía, nos une la historia (Aplausos).
Por eso ayer y hoy recordábamos a los héroes. Patterson mencionaba sus
nombres: Sharpe, Garvey
(Aplausos), Bogle, Gordon y
otros, entre ellos una extraordinaria mujer combatiente. Esa es la historia que debemos enseñarles a nuestros pueblos, al pueblo de
Jamaica, a los pueblos del Caribe, al pueblo de Cuba y a los pueblos de América
(Aplausos), porque esas son nuestras raíces, como decía Patterson.
La esclavitud, incluso, nos costó precios
altos en la historia; la esclavitud originó en Cuba un movimiento anexionista
hacia Estados Unidos, porque los dueños de esclavos, que eran criollos en su
mayor parte --llamamos criollos a los cubanos descendientes de españoles--, por
temor a la posible rebelión de los esclavos o a la abolición de la esclavitud,
querían unirse a los estados esclavistas del sur de Estados Unidos, los cuales
estaban muy interesados en ello, por expansionismo y para disponer de dos
senadores más en el Congreso que fortalecerían sus posiciones frente al
movimiento abolicionista.
De modo que cuando Patterson hablaba ahora
del noble esfuerzo de nuestro pueblo en favor de la liberación de Africa,
recordaba que nuestra lucha comenzó muy temprano en esa dirección. Primero fue política, junto a Nkrumah, Sekou Touré, Nasser y otros
líderes; más tarde, cuando quedaban las últimas colonias luchando por la
independencia, se transformó en apoyo al movimiento armado de aquellos países
todavía colonizados, como Cabo Verde, Guinea Bissau, Sao Tomé y Príncipe,
Angola y Mozambique, aunque en este último país, más distante de Cuba, nuestro
respaldo fue fundamentalmente político. Apoyamos igualmente, después del
asesinato de Lumumba, la lucha armada del pueblo del Congo contra los mercenarios
blancos y los traidores al servicio del colonialismo, acciones en las que
participó un pequeño contingente de instructores y combatientes cubanos
dirigidos por nuestro entrañable compañero Ernesto Che Guevara (Aplausos). ¿Qué hacíamos nosotros, sino pagar nuestra
deuda con la humanidad, nuestra deuda con Africa, nuestra deuda con aquellos
que lucharon por nuestra dignidad, con aquellos que lucharon por nuestra
independencia en muchos campos de batalla?
Eso es lo que hemos hecho, no merecemos ningún especial reconocimiento,
no merecemos ninguna especial gratitud, simplemente cumplimos un deber.
En nuestra lucha contra el apartheid, o
contra los soldados del apartheid que ocupaban Namibia y atacaban
constantemente a Angola, nuestro país corrió grandes riesgos. Fue un apoyo que ofrecimos realmente por
nuestra cuenta allá en Angola, una acción absolutamente espontánea de Cuba
(Aplausos), primero con instructores, y después, en un momento determinado,
cuando teníamos allí a algunos cientos de instructores preparando a jóvenes
reclutas, mientras los sudafricanos avanzaban con tropas élites
y blindadas a toda velocidad hacia Luanda y
el ejército de Mobutu, tristemente célebre por
sus servicios al imperialismo, se aproximaba por el norte para liquidar la
independencia de Angola, nos vimos obligados a enviar unidades completas, miles
de hombres, decenas de miles de hombres.
El año 1975-76 llegaron a reunirse 35 000
combatientes cubanos en Angola (Aplausos).
No había alternativa, cuando la
lucha se entabla no queda otro camino que vencer o morir (Aplausos); si se
vacila, se sufre una derrota. Por ello,
sin consultar con nadie, enviamos las tropas, unidades completas, como les
expliqué.
En nuestros aviones, que eran unos viejos Britania de turbohélice
con más de 20 años de servicio y que casi no contaban ni con piezas,
llegaron las primeras tropas y frenaron
a los sudafricanos (Aplausos); los frenaron, pero había que desalojarlos de
Angola, después de haber penetrado casi mil kilómetros en territorio angolano.
Los angolanos
todavía no tenían un ejército; recién alcanzada la independencia, estaban
organizándose, estaban entrenándose, estaban preparándose para la guerra.
Fue preciso por ello hacer un esfuerzo muy
grande, había que ganar tiempo; se reunieron suficientes tropas para rechazar a
los sudafricanos obligándolos a retroceder hasta la frontera de Namibia --eso
fue en 1976--, pero, cuando las tropas cubanas empezaron a retirarse
progresivamente una vez finalizada la guerra, comenzaron de nuevo los ataques
de Sudáfrica en la frontera, las matanzas y los bombardeos aéreos contra
comunidades de refugiados namibios. Hubo ataques en que mataron cientos de
mujeres y de niños. Entre otros, hubo
una matanza que debe recordarse siempre, la de Cassinga,
donde fueron asesinadas más de 500 personas, en su mayoría niños, mujeres y
ancianos. Los niños sobrevivientes se
educaron después en nuestro país (Aplausos).
Pero no solo intervinieron las tropas
sudafricanas en Angola, intervinieron otras fuerzas. Se desarrolló la guerra sucia y se crearon
bandas en todo el país para desestabilizar al gobierno. Esas bandas les puedo asegurar que asesinaron
a cientos de miles de civiles, cientos de miles, repito; llegaban a una aldea y
mataban a la población completa: hombres, mujeres y niños.
En un territorio de más de un millón de
kilómetros cuadrados, aquellas armas suministradas --y voy a decir los nombres-- por Sudáfrica, por
el Congo de Mobutu y por nuestros vecinos del Norte,
que aunque no deseo ofender a ningún Estado con el que Jamaica mantenga
relaciones económicas y diplomáticas, debo mencionar a Estados Unidos de
Norteamérica (Abucheos). Cientos de
miles de minas regaron allí los enemigos de la liberación de Angola, cientos de
millones de dólares fueron invertidos en armas y recursos para suministrar las
bandas contrarrevolucionarias.
Esa es la lucha heroica que ha llevado
adelante el pueblo angolano durante 15 años; pero
aquellos combatientes jóvenes, que al principio desconocían el manejo de las
armas y que no habían aprendido todavía el arte de la guerra, al final
resultaron excelentes, insuperables soldados que conocemos muy bien, porque
estuvimos allí hombro a hombro junto a ellos, luchando contra el ejército del
apartheid (Aplausos).
Pero Sudáfrica seguía interviniendo y
nosotros sosteníamos una teoría, frente a determinados consejeros --no los voy a mencionar pero se pueden
adivinar-- que estaban allá en el Estado Mayor y aconsejaban ofensivas hacia
lugares lejanos, en el sudeste de Angola, contra la supuesta jefatura y el
cuartel general de las bandas, distantes de toda fuente de suministros, en
terrenos arenosos, de modo tal que cuando las tropas angolanas
avanzaban largo trecho en aquella dirección, agotando combustible y suministro,
desgastando sus fuerzas y equipos, intervenían los sudafricanos con sus
tanques, sus aviones, su artillería de largo alcance y derrotaban unidades angolanas en operaciones militares absurdas, mal
aconsejadas y asesoradas, a las que nosotros nos oponíamos categóricamente y en
las cuales no participábamos.
Pero ya que les estoy contando muy
sintéticamente la historia, no debo omitir un detalle necesario para su mejor
comprensión (Risas). Los asesores, si
ustedes no lo adivinaron, era asesores soviéticos y creían que estaban librando
la batalla de Berlín, con Zhukov al frente, que
contaba con miles de tanques, con 40 000 cañones. Una mentalidad académica, formada en el más
puro estilo de guerra convencional. No
entendían ni podían entender los problemas del Tercer Mundo, el escenario de la
lucha y el tipo de guerra que debe librarse en ese escenario. Cuando se ganó la guerra en 1976,
expulsándose al ejército sudafricano de Angola, como la victoria tiene muchos
padres, entonces nuestros amigos soviéticos se interesaron por la cuestión,
decidieron apoyar generosamente a los angolanos y les
suministraron las armas para sus fuerzas armadas en formación.
Desde luego, nosotros podíamos disponer de
las armas que empleaba nuestro ejército y no teníamos posibilidad alguna de suministrar
las que necesitaba el ejército angolano, que eran
muchas. Acordamos que fuesen ellos los
que asesoraran el Estado Mayor angolano. Nosotros formábamos combatientes en las
escuelas, formábamos oficiales y defendíamos, con nuestras tropas ya reducidas
a menos de 20 000 hombres, la extensa frontera del sur contra cualquier ataque
en profundidad de Sudáfrica. Pero quien
asesora estados mayores y suministra las armas de un ejército adquiere mucha
influencia.
Hoy, ya que estamos en este acto, debo decirles
que nosotros les decíamos a los soviéticos: “Si quieren aconsejarles a los angolanos esas ofensivas, hay que prohibirle a Sudáfrica
intervenir”, sencillamente, y se lo dijimos una y otra vez durante tres, cuatro
o cinco años, hasta que en un momento dado se desata una grave crisis militar.
En esa ocasión, el ejército sudafricano no
se conforma con atacar para destruir aquellas columnas en ofensiva asesoradas
por los soviéticos, sino que se decide ya a penetrar en profundidad para
liquidar la República de Angola. Contaba
en el interior del país con el apoyo de las bandas que se habían organizado
durante más de 12 años y se creaba una situación muy compleja.
Fue en ese momento que tuvimos que tomar la
decisión más difícil, jugarnos prácticamente la vida de la Revolución. Calculamos qué hacía falta para prohibirles a
los sudafricanos intervenir y derrotarlos definitivamente. Se toma la decisión de enviar desde Cuba
todas las fuerzas y equipos necesarios para ello. Fue cuando se produce la famosa batalla de Cuito Cuanavale.
En aquel lejano punto, distante de las
bases de abastecimiento y de las posiciones defendidas por nuestras fuerzas
situadas muy al oeste,
tropas cubanas enviadas de refuerzo por aire y
por tierra entran en acción junto a las tropas angolanas
que en difícil y desigual lucha, ofreciendo desesperada resistencia, venían
replegándose hacia ese punto donde Sudáfrica intentaba apoderarse de una
antigua y estratégica base aérea construida por los portugueses. Había que ganar un mínimo de tiempo mientras
arribaban desde Cuba los equipos y las armas para organizar el golpe principal
desde el suroeste de Angola en dirección a Namibia.
Habíamos analizado cuántos cañones hacían
falta, cuántos tanques, cuántos combatientes, armas, sobre todo armas
antiaéreas, incluidos grupos completos de cohetes tierra-aire, aviones de
combate. Realmente, muchas de las
mejores armas que teníamos en nuestro país para defendernos de cualquier ataque
las enviamos para Angola, las enviamos
en nuestros barcos, en nuestra flota mercante, que por esos días se
dedicó a transportar armas y tropas. La
cifra total de combatientes cubanos en Angola ascendió a 55 000 hombres en
aquellos meses críticos. La isla
quedaría defendida por el pueblo y el resto de las armas y unidades
disponibles. Contaba todavía con
millones de hombres y mujeres dispuestos a combatir. Pero las fuerzas internacionalistas en Angola
no estarían expuestas a la derrota ni el país sería ocupado por Sudáfrica.
Nuestros vecinos vigilaban desde los satélites;
nosotros teníamos que mover las unidades de noche, llevarlas a los puertos y
embarcarlas rumbo a Angola, hacia un país situado a mayor distancia de la que
existe entre Cuba y Moscú:
14 horas de viaje en avión para llegar a Luanda y, por lo
menos, 15 horas en avión para llegar desde La Habana hasta el sur de
Angola. Pero se reunieron todos los
hombres, se les hizo la trampa de Cuito Cuanavale, se estrellaron las fuerzas racistas contra
aquellas defensas angolanas y cubanas, mientras que con
el puño derecho --usando una imagen boxística--, con el jab,
los manteníamos a distancia (Risas) y con el gancho de derecha amenazábamos con
aniquilarlos.
¿Conocen cuántos hombres se movieron en la
contraofensiva hacia la frontera de
Namibia, donde estaban los principales cuarteles sudafricanos? Aproximadamente 30 000 soldados angolanos y 40 000 soldados cubanos, 1 000 armas antiaéreas
--había que garantizar el dominio del
aire--, cientos de piezas de artillería, centenares de vehículos blindados y
camiones, 600 tanques y todos los aviones de combate disponibles. A ellos se unieron miles de valerosos e
infatigables combatientes de Namibia.
Avanzaban las tropas. Nuestros amigos de la
URSS y otros países socialistas no nos quisieron suministrar los tanques auxiliares
para los Mig-23. Hubo que construir en
cuestión de semanas un aeropuerto militar cerca de la frontera de Namibia para
aumentar el alcance de los aviones y hacernos dueños del aire, gracias a la
pericia de nuestros pilotos que volaban a ras de tierra. En esas condiciones nos apoderamos del agua,
tomamos las presas, que estaban en la
frontera de Angola y de Namibia, de las cuales tenía que abastecerse el
enemigo. Unos breves combates y un golpe
aéreo limitado fueron suficientes. El
ejército del apartheid no aceptó el reto.
Nos alegramos, una gran batalla podía haber
costado miles de bajas; pero fue tal la acumulación de fuerzas, fue tal la
derrota sufrida en Cuito Cuanavale,
donde se estrellaron, desgastaron y desmoralizaron las tropas sudafricanas ante
aquel bastión imposible de tomar; fue tal el respeto que inspiraron con su
acción resuelta y heroica los combatientes angolanos,
namibios y cubanos, que entonces se iniciaron las
negociaciones de paz (Aplausos), en virtud de lo cual se aplicó la Resolución
435 de las Naciones Unidas, que reconocía la independencia a Namibia, y el
ejército del apartheid sufría un golpe político, militar y moral
demoledor. Esa es la historia,
realmente, que les puedo contar (Aplausos).
Un detalle, un detalle importante que
estaría todavía por investigar a fondo, lo digo aquí en Jamaica un día como hoy: Sudáfrica contaba
entonces con siete armas atómicas.
Nosotros lo sospechábamos; no teníamos la
seguridad, pero adoptamos las medidas pertinentes. Las tropas avanzaban de noche, con un gran
cúmulo de armas antiaéreas, abrían refugios subterráneos en las arenosas
tierras del suroeste de Angola y se atrincheraban sólidamente. Avanzaban en grupos tácticos no mayores de 1
000 hombres, fuertemente equipados con diversos tipos de armas, en distintas
direcciones, a la distancia conveniente, siempre previendo el empleo por el
enemigo del arma nuclear. Hace poco
tiempo, ya desaparecido el régimen del apartheid, los militares sudafricanos
confesaron que en aquel momento disponían de siete armas nucleares, suponemos
que aproximadamente de la capacidad destructiva de las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
¿Qué quiere decir esto? Que, a pesar de sus armas nucleares, el
apartheid fue derrotado; y esto fue realmente el fruto de la combinación de la
lucha del pueblo heroico de Sudáfrica, del espíritu que le inculcó Mandela, del apoyo de la opinión pública mundial y en no
poca medida la acción noble y abnegada de los angolanos
y cubanos, que hoy Occidente, tantas veces complaciente con el apartheid, no
quisiera siquiera recordar.
Nosotros habíamos sacado una conclusión: si usan las armas
nucleares contra las tropas angolanas y cubanas, si
es que sus aviones lograban pasar, si es que podían alcanzar con cierta
precisión algunos objetivos, al no
existir grandes concentraciones de tropas, y a partir de todas las medidas tomadas y la elevada moral de los
hombres, el daño se habría reducido
considerablemente. ¿Y qué iba a hacer
después el apartheid con sus armas nucleares?
¿Utilizarlas contra el pueblo africano en Sudáfrica? ¡Ni siquiera con esas armas pudo sostenerse
el apartheid!
Se han conocido otras cosas horribles que
han confesado los científicos en la comisión para investigar la verdad de los
crímenes cometidos en Sudáfrica, algo que jamás nos habríamos imaginado: los científicos del
apartheid estaban desarrollando armas biológicas, enfermedades que afectaran a
la población negra y fuesen a su vez inofensivas contra la población blanca de
Sudáfrica. Realmente nunca habríamos podido
imaginarnos algo semejante, y no lo habríamos sabido si los científicos no
hubiesen confesado las investigaciones que estaban realizando para aniquilar a
la población negra.
El apartheid era mucho peor, mucho más
cruel, mucho más reaccionario, mucho más racista y mucho más fascista de lo que
se ha dicho. Es la realidad.
Todo sucedió como les conté. Debo añadir, hermanos de Jamaica, que más de
500 000 combatientes cubanos, durante 15 años, cumplieron misiones
internacionalistas, principalmente en Africa, pues el personal había que
rotarlo. Es una prueba del espíritu
solidario de nuestro pueblo. Ganamos en
conciencia, ganamos en espíritu, y jamás fuimos allí buscando intereses
económicos.
Amílcar Cabral, muchos lo recordarán, dirigente
del PAIG, Partido de la Independencia de Cabo Verde y Guinea Bissau, que fue un
día asesinado por mercenarios, dijo una frase que honra mucho a nuestro
pueblo: Cuando los cubanos regresen solo
se llevarán con ellos los restos de los compañeros que cayeron combatiendo.
No tenemos una sola inversión, no tenemos
una sola fábrica, no fuimos allí en busca de mezquinos intereses
económicos. Esa es la historia
(Aplausos). Si nos hemos visto obligados a hablar de ello,
es porque aquí, con palabras extraordinariamente generosas hacia Cuba, se
abordó este tema. Confieso que no sin
emoción, como tributo a nuestros hermanos caídos, las escuché.
Compañero Patterson, cumplimos nuestro
deber y somos nosotros los
que tenemos que darles las gracias a nuestros antepasados
africanos; a los que
lucharon tanto aquí en Jamaica primero como en la propia Cuba, donde hubo
también grandes sublevaciones de esclavos a principios del siglo pasado.
Somos nosotros los que debemos agradecer al
mundo, al Africa, lo que han hecho por nosotros.
Es satisfactorio saber y poder proclamar
que hoy los mejores amigos de Cuba son los caribeños y los africanos
(Aplausos), ¡los mejores amigos de Cuba!
Son muchas las pruebas de amistad y solidaridad que nos han ofrecido.
Debo recordar --no puedo dejar de decirlo--
que cuando toda la América Latina, excepto México, rompió con Cuba y se hizo
cómplice de las agresiones a nuestro país y del bloqueo económico --todo lo
cual ocurrió antes de la independencia de Jamaica y antes de la independencia
de los demás pueblos del CARICOM--,
nuestro país estaba totalmente aislado en este hemisferio. Repito, con excepción de México y la
excepción también honrosa de Canadá, todos los demás gobiernos rompieron con
Cuba, la aislaron, la bloquearon, la agredieron económicamente. Fueron cómplices de los que quisieron
destruirnos físicamente. Es en el Caribe
donde surge la iniciativa de la lucha contra ese aislamiento y ese
bloqueo.
Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago y
Guyana fueron la punta de lanza en esa ofensiva
(Aplausos), a la que se sumó la Panamá de Omar Torrijos que luchaba
entonces por la devolución de su canal.
Ese movimiento se abrió paso, y se abrió paso mucho antes de la derrota
del apartheid. Es decir que la actitud
solidaria que tuvo el Caribe con Cuba no estaba relacionada con la historia que
les hice a ustedes, todo eso vino después; mucho antes, a partir de Jamaica y
de otros países del Caribe, se inició el cese del aislamiento de Cuba, y hoy la
inmensa mayoría de los países latinoamericanos tienen relaciones diplomáticas y
consulares con Cuba.
Por eso también, compañero Patterson,
tenemos que darle las gracias a Jamaica y tenemos que darles las gracias a los
países del CARICOM.
Mas no ha sido solo eso. ¿Por qué pertenecemos hoy a la Unión de
Estados Caribeños? Por Jamaica
(Aplausos), por Michael Manley (Aplausos), cuyo
recuerdo llevaremos eternamente en nuestra memoria, recuerdo y gratitud, porque
muy duramente lucharon para derrotar el aislamiento a Cuba, y ellos nos condujeron
a nuestra actual pertenencia a la Asociación de Estados del Caribe, de la cual
forman parte 34 países.
Pero hay algo más: Gracias precisamente a Jamaica y a los
caribeños, Cuba pudo participar en la reunión de cancilleres del Grupo ACP,
Africa, Caribe, Pacífico, que son 71 y que pertenecen a la Convención de Lomé.
Los 71 miembros de la Convención de Lomé,
de la ACP, apoyaron la presencia de nuestro Ministro de Relaciones Exteriores
en la reunión de Barbados, muy recientemente, y lo aceptaron como observador, y
discutieron con los europeos. Y un
número de países europeos, fundamentalmente España, Francia e Italia, luchando
junto a los caribeños, persuadieron al resto de la Unión Europea para que Cuba
fuese recibida como observadora en el proceso para la discusión de la nueva
Convención de Lomé.
No son las únicas razones. Allá en la famosa Cumbre, ¿quiénes fueron los
que hablaron con más energía y más firmeza contra el aislamiento de Cuba,
contra la ausencia de Cuba en esa Cumbre que tuvo lugar en Santiago de
Chile? Los países del Caribe, que allá
pronunciaron su palabra sin vacilación de ningún tipo, y en un inglés de la más
pura estirpe.
¿Quiénes fueron los que en la reunión con
el Presidente de Estados Unidos --creo que fue en Santa Lucía-- protestaron
enérgicamente contra el cruel bloqueo a nuestro país, que intenta matar de
hambre y de enfermedad a nuestro pueblo, que intenta impedir nuestro
desarrollo? Fueron los caribeños
quienes, en inglés, en un perfecto inglés, digno de esa niña jamaicana que
estuvo entre los primeros lugares en el concurso internacional sobre el idioma
inglés, le hablaron a Clinton. ¿Y quién le habló allá en Africa? Muchos africanos. Pero, ¿quién frente a él y señalando con su
dedo acusador, prestigioso y justo criticaba al Presidente de Estados Unidos la
política de bloqueo contra Cuba? Nelson Mandela.
Es por ello que nosotros nos sentimos tan
hermanados con los países del Caribe y de Africa, es por eso que nos sentimos
tan agradecidos. Pero también nos
sentimos hermanados con los demás países del mundo, especialmente con los
pueblos del Tercer Mundo, y ya bastante antes habíamos apoyado políticamente y
con suministros de nuestra producción azucarera durante muchos años, y formando
técnicos, formando médicos, al heroico pueblo de Viet Nam en su ejemplar lucha
contra la agresión injustificable de Estados Unidos.
Hemos apoyado, de la misma forma, a otros
pueblos del mundo. Y aunque tengamos quejas amargas del comportamiento de
muchos gobiernos latinoamericanos --no así de los pueblos que siempre fueron
solidarios con Cuba--, defendemos también su causa como países explotados, como
países que fueron mantenidos en la pobreza y en el subdesarrollo, como países
saqueados. Nos olvidamos de los agravios
y en las Naciones Unidas y en los foros internacionales defendemos también los
intereses de América Latina del mismo modo que defendemos firmemente el derecho
a la participación de los países del Caribe, porque a lo largo de la historia,
en este siglo, se ha querido ignorar a estos países, y los países del Caribe no
pueden ser ni podrán ser ignorados ni en este hemisferio, ni en Europa, ni en
el mundo.
Jamaica y el Caribe pueden contar con
nosotros en todas las batallas que libren por sus legítimos derechos al
progreso y al desarrollo. Somos de los
primeros en oponernos a cualquier medida en la OMC que suprima derechos
preferenciales y privilegios que hayan adquirido determinados países pequeños
como los del Caribe para poder salir adelante en medio de su dispersión
geográfica y sus dificultades.
No hablaré hoy de esos problemas, he
abusado bastante del tiempo de ustedes; pero sí le decimos, compañero
Patterson, y hoy se lo decimos, compañeros y hermanos jamaicanos, que
dondequiera que su país o los países del Caribe defiendan una causa justa, allí
estará Cuba (Aplausos). Jamás podremos estar de acuerdo con que se prive a los
países del Caribe de las preferencias que disfrutan en la Convención de Lomé,
del derecho a recibir tales preferencias y condiciones favorables, acorde con
sus dificultades naturales, sus niveles de desarrollo y sus aspiraciones a un
futuro mejor.
No se trata de una contradicción de Cuba
con los países latinoamericanos, es que nos parece injusto cuando vemos que se
pretende arrebatar sus modestas cuotas y mercados, que no alcanzan siquiera el
1% del mercado mundial, a pequeñas islas que poseen solo unos cuantos cientos y
en ciertos casos algunos miles de hectáreas de plátano, que suelen ser
arrasadas cada vez que viene un ciclón, tan frecuente en nuestra región, todo
en beneficio de dos o tres grandes y ricas transnacionales norteamericanas que
monopolizan el mercado de banano.
Si queremos un mundo justo, si queremos un
orden económico internacional justo, esas preferencias hay que
mantenerlas. No se puede dar el mismo
trato a países con diversos niveles de desarrollo, no podemos aceptar ese
concepto, no es justo, no es humano. Hay
decenas y decenas de países que luchan en condiciones muy difíciles para
desarrollarse y deben recibir un trato preferencial; no debe haber, ni debemos
permitir tablas rasas.
Al fin y al cabo, si buscamos los datos
estadísticos y analizamos a fondo, vemos muchas cosas relacionadas con
determinados acuerdos internacionales.
Por ejemplo, los acuerdos internacionales
del TLC han significado ya para los países del Caribe la pérdida de más de 100
000 puestos de trabajo y de más de 150 fábricas de confecciones, son
realidades. Ahora les quieren suprimir
las preferencias que mencionaba, también quieren cambiar unilateralmente las
tarifas telefónicas. Cuantas cosas se
les ocurren tratan de aplicarlas en detrimento de nuestros pueblos. Por eso somos partidarios de que el Caribe,
Centroamérica y América Latina, incluido Mercosur y
Pacto Andino, se agrupen, se unan y defiendan sus intereses en todos los foros
internacionales (Aplausos).
¡No más olvido para el Caribe!
Pronto habrá una importante reunión del
Movimiento de Países No Alineados, que estará presidida por esa ilustre
personalidad de nuestra historia, Nelson Mandela, y
allí los países del Tercer Mundo que pertenezcan a ese Movimiento, que son más
de 100, tienen que abordar estos problemas para que no nos engañen, para que
nos digan de qué va a servir la OMC, si es solo para defender patentes de
Estados Unidos y los países más ricos que han robado las mejores inteligencias
del mundo; si es para liquidar todas las barreras aduanales; si es para
suprimir preferencias a países que sufren de condiciones diferentes de tipo
natural o histórico y diferentes niveles de desarrollo. Todas esas cuestiones tienen que ser
esclarecidas en beneficio de nuestros pueblos, de esta generación, pero, sobre
todo, en beneficio de las futuras
generaciones.
Los que fuimos esclavos, los que fuimos
colonizados tenemos que seguir luchando y luchando unidos en favor del
desarrollo, en favor de la paz. No
queremos guerra contra nadie, en todo caso guerra contra la desigualdad, guerra
contra las injusticias, paz entre todas las naciones y todos los pueblos del
mundo.
En esta lucha planteada por el compañero
Patterson, estaremos nosotros en la primera línea, porque tenemos conciencia,
realmente, de los sufrimientos que a lo largo de la historia ha tenido que
padecer el ser humano, los abusos, las injusticias.
Estamos contra las injusticias de ayer, de
la época de Grecia, de Roma, de los faraones; estamos contra las injusticias de
la edad media y estamos contra las injusticias y los abusos que se cometieron
en la conquista de este continente, exterminando prácticamente a la población
indígena y esclavizando a millones y millones de africanos. Estamos contra las injusticias de ayer, pero
tenemos que estar y estamos contra las injusticias de hoy, que son muchas. Y no debemos aceptar jamás las de mañana.
Como creemos en el hombre, estamos seguros
de que alcanzaremos nuestros objetivos; como conocemos las verdades, sabremos
defenderlas y sabremos, por ejemplo, preguntar, ¿qué ha ocurrido con la
Iniciativa de la Cuenca del Caribe, qué queda?
¿Qué vamos a exportar, productos que requieren mucha mano de obra
barata, mucho sudor y bajos salarios?
¿Qué vamos a importar siempre, artículos que requieren una elevada
inversión de capital, de tecnología y de conocimientos? ¿Por qué?
¿Por qué mientras las exportaciones del Caribe ascienden a 2 500
millones de dólares aproximadamente
--estoy hablando de las exportaciones de CARICOM--, las importaciones alcanzan
un volumen casi dos veces superior? Para
ser más exacto, las importaciones de Estados Unidos procedentes del CARICOM son
aproximadamente 2 500 millones y las exportaciones a estos países alcanzan casi
4 000 millones, hay un déficit que crece a su favor cada año. ¿Por qué
nuestros productos son cada vez más baratos y las mercancías que
importamos son cada vez más caras? ¿Por
qué ese intercambio desigual? Contra eso
tenemos que luchar, y lucharemos cada vez con más energía.
Expresábamos ayer en Montego Bay la siguiente idea: “Los esclavos de
ayer seremos los pueblos ejemplares del futuro.” Y lo están demostrando ustedes cuando han
sido capaces de crear un país como este, cuyas dificultades no ignoramos,
como tienen los demás países, como tiene
nuestro país; pero nos admira la organización, la educación, la cultura, la
dignidad de este país.
Lo he podido observar también en otros
países del Caribe. Que en el futuro vengan
a aquí, a Jamaica, y a otros países del Caribe, no solo a recibir sol, no solo
a bañarse en las playas, sino a conocer pueblos con un gran sentido del honor y
de la dignidad, con un extraordinario talento en todos los campos y con una
bondad que se les sale por todos los poros del cuerpo; que vengan a nuestros
países para que tengan idea de lo que puede ser un mundo más fraternal y más
digno. Cualesquiera que sean todavía los
problemas, cualesquiera que puedan ser todavía las desigualdades, nos consta el
esfuerzo de los que dirigen estos países para que haya escuelas suficientes
para todos los niños, para que haya hospitales, para que haya empleos, para que
haya justicia social, para que haya distribución más justa de las riquezas.
Cito un ejemplo: América Latina lleva 200 años de
independencia, sin embargo, los países del CARICOM, que cuentan apenas 30 ó 35
años de vida independiente, tienen
mejores índices de educación y de salud
que el resto de los países de América Latina.
Cuba en un año liquidó el analfabetismo
(Aplausos), después continuó con su programa de seguimiento educacional. Hoy nuestro pueblo no tiene analfabetos
(Aplausos), hoy nuestro pueblo alcanza un nivel escolar superior a los 10
grados, hoy nuestro pueblo tiene 600 000 profesionales universitarios. Hoy en nuestro pueblo, a pesar de la pobreza,
del bloqueo y del período especial, no hay un niño sin escuela, no hay un
enfermo sin médico y sin hospital (Aplausos).
¡Ese es al pueblo que aíslan, ese es el pueblo al que bloquean!
No, no bloquearon nunca a los que
desaparecieron a más de 100 000 ciudadanos en algún país de Centroamérica, a
decenas de miles en otros países. No, no
bloquearon al apartheid; el apartheid comerciaba, adquiría armas, adquiría
tecnología, y aquella minoría racista disfrutaba de todos los privilegios,
mientras decenas de millones de africanos pasaban hambre. Bloquean a Cuba porque quiso ser libre,
totalmente libre, porque quiso la justicia social.
¡Gracias, hermano Patterson, una vez más,
por las muchas denuncias que han hecho contra el bloqueo, por las muchas
denuncias que han hecho los hermanos del Caribe contra el bloqueo! ¡Nada nos podrá dividir!
Nadie crea que el desarrollo del turismo en
Cuba --como le ha dado en afirmar a
alguna prensa interesada en dividirnos-- pueda perjudicar el turismo en el
Caribe, en Jamaica. Es como decir el
disparate de que el desarrollo del turismo en España perjudicó el turismo en
Francia o perjudicó el turismo en Italia.
Hace algunas décadas España recibía 3 ó 4 millones de turistas, hoy
España recibe 50 millones, Francia recibe más de 60 millones e Italia decenas
de millones.
Es como decir el disparate de que el
desarrollo del turismo en Jamaica perjudicó el desarrollo del turismo en el
resto de los países del Caribe. Jamaica
fue la primera, y gracias a sus esfuerzos se ha creado toda una zona turística
en el Caribe. El desarrollo turístico de
Jamaica no perjudicó el desarrollo turístico de Santo Domingo.
Lo que hemos planteado es que debemos crear
en el Caribe la mejor zona turística del mundo y la más hermosa, la de mejor
servicio, la de mayor riqueza cultural, la de mayor atractivo, y en este
esfuerzo no somos ni seremos jamás competidores. Como dice Patterson, seremos socios, seremos
hermanos. Allá están nuestras playas, si
los jamaicanos quieren invertir en esas playas, como ya lo han hecho algunos,
los recibiremos con los brazos abiertos; y si un día podemos nosotros invertir
en Jamaica, también invertiremos en Jamaica o en otras islas.
Socios y hermanos, no competidores. Tenemos las condiciones para que millones y
millones, decenas y decenas de millones de turistas visiten la Cuenca del
Caribe.
El desarrollo de Cancún, una gran ciudad
turística también en el Caribe, no impidió el desarrollo turístico de Jamaica y
de Santo Domingo. Los magníficos hoteles que hemos visto aquí no impidieron el
desarrollo de Cuba; al contrario, cada vez son más los que quieren ir allí y
tenemos que trabajar unidos para que todo el mundo viaje al Caribe, no solo
canadienses y europeos, sino también japoneses, chinos, e incluso rusos, porque
hay algunos ahora que tienen altos ingresos, después que el Estado fue
confiscado por los que lo administraban.
Realmente el turismo tiene un gran futuro y
en nuestras manos está apoderarnos del máximo de ese mercado, y en ese esfuerzo
estará Cuba, hombro a hombro, junto a los jamaicanos y a los caribeños.
Otra cosa
referida a la Convención de Lomé.
Quiero declarar aquí solemnemente, frente a los intrigantes que afirman
que el ingreso de Cuba en esa convención va a perjudicar a otros países
caribeños, que por encima de todo priorizaremos siempre los intereses de estos
países. Empiezo por decirles que
nosotros, por ejemplo, no realizamos exportaciones de banano.
Tenemos 11 millones de habitantes y los
cultivos que hacemos de banano, bien tecnificados, los usamos para el consumo
de la población, que es importante, mientras no pasa un ciclón y derriba todos
los platanales, lo que nos puede dejar sin plátanos en algunas regiones hasta
dos años. Son plátanos sembrados por el
sistema de microjet o de riego por goteo, con buena
producción. Los vientos de los ciclones
del este les hacen mucho daño. Y ahora
con los cambios de clima, vientos invernales del oeste, cada vez más
frecuentes, de más de 100 kilómetros por hora, afectan nuestros platanales.
Pero lo importante: no pretenderemos jamás nada que afecte
las preferencias ni los privilegios de los países que hoy forman parte de la
Convención de Lomé.
Los caribeños nos invitaron porque tienen
confianza en Cuba, en la palabra de Cuba, en el desinterés de Cuba y en la
honestidad de nuestro país, y porque vemos esta lucha de ustedes, de
Centroamérica, de Suramérica, de Africa, del Tercer Mundo, en las cumbres, en
Lomé y en todas partes, algo que inspira nuestros sentimientos de unidad,
justicia y solidaridad.
Para finalizar, lamentamos muchísimo que el
Caribe no tenga un representante entre los miembros no permanentes del Consejo
de Seguridad, un órgano importante de Naciones Unidas. Tenemos entendido que Jamaica aspira con toda
justicia y con todos los méritos que ha ganado con su esfuerzo unificador e
integrador a ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Aprovecho la ocasión para expresarles que
Jamaica podrá contar con el apoyo total e incondicional de Cuba, en eso y en lo
que haga falta.
Me pregunto también por qué no hay ningún
miembro del Caribe que forme parte de la Comisión de Derechos Humanos de
Ginebra. ¿Por qué no hay en él ningún
país del Caribe? Cuando algún país del
Caribe aspire a miembro permanente de la Comisión de Derechos Humanos en
Ginebra, puede contar con el apoyo total e incondicional de Cuba.
Tenemos adversarios poderosos, pero tenemos
amigos valientes y los vemos allí en las Naciones Unidas cuando votan en masa contra el bloqueo, o en Ginebra cuando
votan contra las maniobras que se hacen tan injustamente contra Cuba. Países modestos, países pobres que tienen
valentía política, como la demostrada por Jamaica, como la demostrada hoy por
su Primer Ministro, despiertan siempre la admiración del mundo. Les puedo asegurar que no todos en este
planeta se atreven a hablar con tanta independencia, con tanta valentía y con
tan elevado espíritu constructivo como lo hizo él ayer y hoy.
Nuestra eterna gratitud por su apoyo, nuestras
más profundas gracias por la lección que hemos aprendido aquí en Jamaica.
Si ustedes me perdonan todo el tiempo que
les he ocupado, aun sin decir muchas cosas que me habría gustado decirles,
entonces me marcharé de este acto como el hombre más feliz de la Tierra.
¡Viva Jamaica! (Exclamaciones.)
¡Viva el Caribe! (Exclamaciones.)
¡Viva la justicia! (Exclamaciones.)
¡Viva la humanidad! (Exclamaciones.)
(Aplausos)