Declaración Oficial
El pasado 21 de julio, nueve días antes de las elecciones presidenciales en Venezuela, apareció con ribetes de escándalo la sensacional noticia de que Cuba había desplegado 1.500 agentes de los servicios de Inteligencia en territorio de ese hermano país para adoctrinar a civiles y militares venezolanos. ¡Qué envidia nos tendrá la Agencia Central de Inteligencia! Ella, con decenas de miles de millones de dólares, no sería capaz de semejante proeza.
No hay duda. Una vez más la mafia cubano-americana de Miami, después del colosal disparate cometido con el niño cubano secuestrado que le costó una aplastante y demoledora derrota, se enreda en un nuevo y ridículo desaguisado con sus aliados y socios de Venezuela.
¿A quién quieren perjudicar y a quién ayudar con esto? Desde luego, los venezolanos, que no tienen un pelo de tontos, saben mucho mejor que yo por qué y para qué han inventado esta descabellada denuncia, hija de la desesperación y el cinismo. No diré una palabra más sobre los móviles de la estúpida canallada. Aunque el objetivo obviamente no es hacer daño a Cuba, demasiado curtida en estas lides con toda clase de mercenarios y bandidos al servicio de quienes los venezolanos conocen de sobra, el hecho de que se trate de engañar a los pocos idiotas que van quedando por el mundo tomando de nuevo a nuestro país como instrumento para influir en el proceso político venezolano vísperas de unas elecciones importantes, nos concede el derecho de redactar esta declaración.
Solicité los datos pertinentes del oficial desertor que abandonó las filas gloriosas de los 1.500, mencionado por las agencias cablegráficas: Juan Álvaro Rosabal González.
Antecedentes del sujeto: Nació en la provincia de Matanzas, el 13 de noviembre de 1963. Cursó, como todos los jóvenes cubanos, los estudios básicos. Después que concluyó los mismos antes de cumplir los 20 años, hasta que se marchó del país a la edad de casi 33, jamás se le conoció actividad laboral alguna. Era vago habitual y proxeneta. Según consta en los Archivos, el 19 de noviembre de 1992 fue arrestado por hurto y sacrificio de ganado mayor. El 25 de febrero de 1997, hace más de tres años, solicitó permiso para viajar a Venezuela, invitado por un ciudadano de esa nacionalidad nombrado Adrián José Bastardo Brito. Partió hacia ese país el 22 de agosto de 1997, con pasaporte #95339. De su vida en ese país no se conoce nada o muy poco. Si se investiga bien, tal vez no sudó jamás la camisa.
Este es el individuo que unos días antes de las elecciones de Venezuela aparece en espacio de prensa escrita, televisiva y radial asegurando ser miembro de la Inteligencia cubana como parte de un contingente de 1.500 hombres introducidos en calles y cuarteles de Venezuela para adoctrinar a civiles y militares.
Muchos cables divulgaron la noticia por el mundo. ¡Magnífico! Así estaremos perfectamente informados de lo que ocurre en este caótico planeta. El ilustre abogado, Ricardo Koesling, que tiene muy buenas relaciones con la tristemente célebre Fundación Nacional Cubano-Americana, debe conocer muy bien el resto de la historia. Él fue, sin duda, el redactor de las demenciales declaraciones del vago. Ahora anuncia que hay otros cinco desertores del fantasmagórico ejército de oficiales de la Inteligencia cubana. ¡Se acabaron los espacios de la televisión y el papel de imprenta! ¡Qué noticia!
Como honrado mercenario, con tan buenos colaboradores, puede ahora tener el privilegio de ganarse fácilmente un millón de dólares si puede encontrar y demostrar que existe en Venezuela uno solo de los 1.500. Le pagaremos al contado y en el acto.
Fidel Castro.
24 de julio del 2000
5:20 p.m.