INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ESTADO DE LA REPÚBLICA DE CUBA FIDEL CASTRO RUZ, EN LA TRIBUNA ABIERTA DE LA JUVENTUD Y LOS ESTUDIANTES EN MESA REDONDA INFORMATIVA EL 29 DE MARZO DEL 2000.
Con el perdón de ustedes, por tercera vez en tres días siento la necesidad de decir algo.
Por fin logramos que publicaran lo que no querían publicar. Pero con seguridad les dio vergüenza publicar eso; hoy no han tenido otra alternativa que hacerlo, y se comprende perfectamente bien la decisión que adoptaron ayer, porque ese diálogo y esas preguntas que le hacen al niño constituyen escenas verdaderamente repugnantes y asquerosas. Pero eso se lo dejo a ustedes que son especialistas en el tema.
Vean ustedes, hoy el día es decisivo. Ha habido de todo y no ha terminado; incluso, esta es la hora en que todavía están encerrados los del INS con los abogados de la parentela y con la parentela y no han decidido nada, que se sepa. Toda la lógica —lo expresé ayer— es que acepten, que tengan que aceptar. El abogado Pertierra dice también lo mismo. Pero como el clima que se vive allí es de histeria y de locura, no se sabe nada hasta que no se publique qué conversaron allí.
Sí hay una cosa muy importante. Vean cómo no les queda nada ya, un solo recursito demagógico: el padre no se preocupa por el niño. Y hablan tan tranquilamente del tema como si al padre no le amenazaran mil peligros en Miami. Se olvidan por completo de lo que ocurrió con las abuelas; se olvidan de que incluso allí la policía y los alcaldes desacatan las autoridades del Gobierno Federal.
Un viaje de Juan Miguel al territorio de la mafia requeriría, por lo menos, de la participación de un batallón de la División Aerotransportada para que lo cuiden. Pero esa no es la cuestión.
Juan Miguel no tiene, ni ha tenido nunca ningún miedo. Lo digo porque lo conozco bien. La trampa de ellos era otra: acudir a cualquier procedimiento, ya lo dijeron, de la misma manera que querían presentar o convocar al niño a un comité del Senado para que declarara. Es el único gran disparate que no han hecho, y, en cuanto lo hagan, un individuo allí decide si puede o no regresar, porque desde el momento en que lo convoquen tiene que obedecer, y sería un delito no asistir a la comparecencia o regresar a Cuba sin su autorización.
Pero ni siquiera tiene miedo a eso Juan Miguel, como no lo tuvieron las abuelas. Las abuelas estaban listas para comparecer, incluso, y decirles todas las verdades que deben decírseles a los que en ese Comité son capaces de tales brutalidades, arbitrariedades y salvajadas. Bien, no hay miedo. Lo que pasa es que nunca se ha hecho lo que a ellos les interesa hacer. Pues bien, voy a hablar hoy del tema.
Mientras transcurría la mesa redonda, escuchaba, escribía, enviaba a Carlitos a comunicarse telefónicamente con distintos compañeros, y, especialmente, con Juan Miguel, y yo mismo, por primera vez, desde que estoy acudiendo aquí, me levanté y conversé por teléfono con Juan Miguel antes de tomar la decisión de pedir unos minutos esta noche para hablar. No va a ser largo, es breve, y lo traigo por escrito.
La mafia y la extrema derecha de Estados Unidos han lanzado todas las fieras al ruedo. Los alcaldes al servicio de la mafia en Miami —se habla de tantos alcaldes, pero todos son de la misma área de la ciudad— se han alzado. Los legisladores que responden a sus intereses, los de la mafia, se han revuelto y agitado, presionando al extremo, buscando medidas extrajudiciales, ver cómo mediante algún acuerdo o ley sacan el problema del proceso judicial, que ya de por sí es ilegal, porque no le corresponde a los tribunales de Estados Unidos decidir sobre el tema, y aun así ustedes ven lo que está pasando.
Hace rato tenemos previsto, en coordinación con Juan Miguel y los abuelos de Elián, el viaje del padre a Estados Unidos, esperando la hora y el minuto exacto para hacerlo, de la forma, el modo y con las garantías requeridas contra cualquier grotesca trampa contra él.
Durante el desarrollo de esta mesa he mantenido constante contacto con Juan Miguel y su familia y hemos acordado, hoy mismo, por parecernos la hora y el minuto exacto, comunicar lo siguiente:
Juan Miguel González, padre de Elián, está listo para viajar a Estados Unidos de inmediato, para hacerse cargo de su hijo Elián, como padre del niño, reconocido por el INS y el juez Moore, acompañado por las personas indispensables, de acuerdo con el criterio de médicos, psiquiatras y psicólogos, para proceder, sin perder un minuto, a la rehabilitación y readaptación a su núcleo familiar y escolar, mientras dure el proceso ante la corte de apelación de Atlanta, porque ahora se plantea que hay un proceso que dura por lo menos mes y medio, y eso es lo que están discutiendo los del INS con la parentela y sus abogados, que les están exigiendo a estos señores el compromiso de que cuando falle el tribunal, cumplan las obligaciones derivadas de ese fallo. Y ni eso han querido hacer, han estado pataleando hasta este minuto. Y, por tanto, se trataría de un viaje para recuperar al niño en espera del resultado de ese proceso.
Se decía también ayer que cómo se resolvía ahora el problema de la separación del niño de la madre postiza, quién lo recibía, cómo se reinsertaba. Pues nosotros tenemos la fórmula perfecta de reinserción, yo diría que la fórmula óptima, eso lo puede apreciar nuestra población después de escuchar esos diálogos de Elián con el padre los últimos días, cómo el niño, a pesar de tan terribles presiones, reacciona todavía y es capaz de sostener esas conversaciones con su padre, hablar del hermanito, del primo y de todas esas cosas, y de manera mucho más espontánea que de esa forma horrible que acabamos de ver por las pantallas: "Oiga, diga que si quería ir a Cuba, y si prefiere ir allá, o que venga el padre aquí." El niño estaba en otra cosa, hasta que se cansó y dijo: "Bueno, ya, no me haga más preguntas", lo cual alimenta la esperanza de que hay posibilidades realmente de que el niño pueda recuperarse, sobre todo, si se actúa rápido, y es en aras de ese objetivo que estamos haciendo esta declaración.
Con él —es decir, con Juan Miguel— irían su esposa, el hermanito pequeñito de Elián —que tiene seis meses, del cual él habla con mucho cariño, porque le tenía un gran cariño al niño, a pesar de que cuando él marchó para allá este apenas tenía tres meses; es muy despierto también, por cierto, el niñito de seis meses. Irían también un primito muy querido de Elián, 12 niños del primer grado de su escuela y de su aula, entre los más allegados a él, entre ellos, por supuesto, su compañerito de pupitre Hanser, su maestra de primer grado, conocida por nuestra población, aquella maestra que lloraba los primeros días ante la tragedia y el dolor de la pérdida de su alumno y la tristeza de los demás compañeros; iría igualmente su maestra de prescolar —que estuvo todo un año con él y lo conoce muy bien—, la neonatóloga que siempre cuidó de su salud, un equipo de psiquiatras, psicólogos, médicos especializados en pediatría y otras ramas, y un asesor conocedor de la vida legal y política de Estados Unidos.
El objetivo no es solo preservar la salud del niño, requerido de urgente atención —como ustedes han afirmado—, sino también reanudar el curso escolar, a fin de que pueda pasar al segundo grado.
Ahora lo tienen allí encerrado en la casa con un maestro que le va a dar clases, y, según noticias, hay un ruido infernal. Se ha quejado hoy mismo con el padre de que allí los carros se detienen, hacen ruido, dan pitazos; aquello debe ser un infierno en este momento. No está ni en una escuela.
Aquí lo que estamos proponiendo es llevar su aula para allí, con sus compañeros, con su maestra, con los especialistas más destacados para que lo atiendan. Allí no sabe quién lo atiende.
Juan Miguel, su esposa, su hijo menor y los niños se alojarán en la residencia del Jefe de nuestra Sección de Intereses en Washington, Fernando Remírez de Estenoz. Falta solo la coordinación con el abogado Gregory Craig, con el que hemos estado en contacto. Craig habla todos los días con Juan Miguel y con el compañero Alarcón, ya que cuando se acordó con este brillante abogado norteamericano las funciones que iba a desempeñar, Craig planteó que Alarcón analizara con él, desde el punto de vista técnico, las medidas a tomar de común acuerdo con Juan Miguel. La comunicación es diaria entre el abogado, Juan Miguel y Alarcón. Muchas veces hay que interpretar cuestiones jurídicas en las que Juan Miguel no tiene muchos conocimientos y Alarcón lo ayuda.
Es decir, faltan ahora coordinaciones finales con él acerca del viaje, porque de este tema han venido hablando, y, desde luego, las visas correspondientes por parte del gobierno de Estados Unidos serán solicitadas tan pronto Craig haya alcanzado los arreglos pertinentes.
Para partir únicamente se requiere la seguridad de que las autoridades norteamericanas están en disposición de entregarle al padre la custodia del niño, o de realizar el máximo esfuerzo para entregarle esa custodia. En este último caso, esperarían el resultado de tales gestiones para partir, ya que esto requiere, desde luego, de especiales esfuerzos.
Pero es un ejemplo de cómo todo puede resolverse, es decir, la creación de las condiciones óptimas para que el niño se reinserte. Es decir que estamos proponiendo el traslado de Cárdenas a Washington, desde luego simbólicamente, a través de las personas con las que el niño ha estado relacionado en el prescolar y en el primer grado, hasta el momento en que lo arrancaron de aquel medio, yo diría que hasta los pupitres se pueden montar en el avión, el pupitre famoso de Hanser y Elián se puede montar en el avión, bajarlo y llevarlo a la residencia.
Le hemos preguntado a Remírez cómo es su residencia y, desde luego, tiene todo el espacio necesario, un área abajo que tiene un salón de reuniones. Allí puede estar el aula, y en la casa se pueden crear todas las condiciones para que los médicos hagan su labor. No voy a decir que todos quepan en la residencia de Remírez, pero hay otros compañeros que tienen sus residencias por allí cerca; luego, tienen que moverse un poquito, pero hay espacio para el trabajo ordenado de todos, y para la estancia de la familia, de los niños, para todas las necesidades, algún médico permanente, alguna enfermera; es decir, todas las condiciones están creadas para que funcione la atención médica y funcione la escuela.
Es una pequeña escuelita, un pequeño hospitalito. Si eso se prolonga un mes, un mes y medio, dos meses, ¡ah!, serán las condiciones óptimas, y me pregunto si alguien puede impugnar esta posibilidad.
Creo que hay un dicho que expresa: Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Son condiciones perfectas, ideales, que jamás le podrán brindar a ese niño allí en ese lugar, rodeado de rufianes, rodeado de bulla, rodeado de cámaras y de todas esas barbaridades, de las cuales hemos sido testigos hoy.
No se sabe cuánto nos alegramos de haber podido ver todo eso.
Esta sería nuestra contribución a la solución del caos, porque todo lo que se puede presenciar es que aquello es un caos, un crimen a la luz pública, una tortura a la luz pública, y, sin embargo, se pueden crear las condiciones óptimas, ideales, para atender al niño. Desde luego, los niños no estarán allí presos, ni Juan Miguel, ni los familiares. No. Esperamos que con la visa puedan contar con el permiso también de ir a ver algunos de los lugares de Washington. Hay lugares interesantes, el Capitolio —bueno, desde lejos—, el monumento a Lincoln. Hay muchas cosas, dicen, en Washington, que se pueden visitar y por los alrededores de Washington. No van a estar en una pequeña cárcel allí. No, allí va a estar la escuelita y la residencia.
Oiganme, ¿no será mucho mejor eso, el encuentro del niño con su padre?, cuyo amor por el niño no lo puede cuestionar nadie. Es obsesivo el amor del padre; el amor de la esposa de Juan Miguel, que tenía excelentes relaciones con el niño, se puede observar a través de las conversaciones; el hermanito de él, que era su delirio; el primo con el que más jugaba, y los 12 alumnos más allegados.
Permítanme decirles que cuando se habló con los familiares hace unos cuantos días, los 12 padres de los 12 niños, sin vacilación alguna, aceptaron que sus hijos viajaran allá con la maestra. No es que se vayan a enterar ahora, están más que enterados, tienen ya los pasaportes listos, ropa, zapatos, todo lo tienen, y el avión, por supuesto, listo. Tan pronto el abogado diga que ya se han hecho todos los arreglos pertinentes, saldrían.
Voy a decir algo más: algunas que otras personas de las que están aquí viajarían, así que no cuenten con ellas o ellos para —está por decidir todavía, todos están listos— la mesa redonda; o a lo mejor hablan desde allá, algunos de ellos, y les trasmiten informaciones directas sobre la salud y el estado de ánimo de Elián. Nosotros no queremos, bajo ningún concepto, hacer ninguna de esas basuras que ellos han hecho y utilizar al niño para publicidad, ni mucho menos.
Ya lo hemos dicho, cuando regrese ese niño, aquí no se va a movilizar a nadie. Solo lo esperará la familia. Los médicos dirán si debe estar unos días aquí, cuándo debe ir a la escuela, porque no es lo mismo la pequeña escuelita de los 12 que la gran escuela cuando ese niño llegue allá.
Indiscutiblemente que habrá que hacer una preparación de toda la población de Cárdenas, no solo de la escuela. Pero parece perfecta esa forma de adaptación.
La solución está ahora en manos del gobierno de Estados Unidos. Esperamos que por complacer a la parentela aquella no le hayan hecho ninguna promesa hoy de que el niño va a esperar en ese infierno ese mes y medio o esos dos meses, y esa posible recurrencia al tribunal supremo —si acaso se animan—, porque tienen bastantes obstáculos por el camino; ahora no están más que actuando a la fuerza, viven sobre la base de amenazas, de chantaje, quieren obligar al gobierno a usar la fuerza.
Hablan de trasladarlo a Cuba; no, no hay que trasladarlo a Cuba de inmediato, ¡no!; no hay que hacer huelgas en el aeropuerto, ¡no!
Hablaron de muros en la famosa entrevista de prensa; sí, vamos a ver a qué muros se refieren. Posiblemente pensaban que el muro era el de aquí; el muro es el de allá, que se abre solo para recibir a los que violan las leyes, arriesgando la vida de tanta gente. Los que mueren, mueren en ese muro artificial que ellos han creado. Mediante esas fórmulas ilegales llevaron al niño al muro del lado de allá, donde no se ha respetado absolutamente ninguno de sus derechos.
Y Juan Miguel y hasta los niños de la escuela de Elián, y por Elián, están dispuestos a saltar el muro ese, y a saltar de una manera legal y constructiva.
He hablado de garantías. Tienen la garantía que tenía Imperatori: la moral, la razón, el derecho, la verdad, y tienen, además, la garantía de la inmunidad de nuestra Sección de Intereses en Washington y de las residencias de los funcionarios de nuestra Sección de Intereses. Y estando allí vamos a ver qué pasa, si quieren obligar por la fuerza a alguien; a lo mejor se les ocurre una invitación a uno de esos comités; bueno, pues el problema lo tendrán ellos, no los invitados al comité, porque estoy seguro de que si a Juan Miguel lo citan a una truculenta reunión de esas va a haber cantidad de legisladores y de personas decentes en ese país que lo acompañen, y su asesor lo acompañará también; entonces el dolor de cabeza, en todo caso, se lo buscarán ellos, puesto que no tienen ni un alfiler, nada, de lo cual agarrarse.
A Juan Miguel no lo pueden apresar allí, ni mucho menos, porque Juan Miguel va acompañado de los sentimientos, él y el niño, de 11 millones de cubanos, y 11 millones de cubanos no pueden ser fácilmente apresados. Es una locura tal que no creo que tal riesgo exista, sencillamente.
Ahora veamos qué dicen, si se acepta o no en estas condiciones, en que el niño verá el reconocimiento de sus derechos y la posibilidad de reunirse con las personas que lo vieron crecer, lo educaron, lo enseñaron a dibujar. Vean qué asombrosa cosa, cómo ese niño dibuja, y ese niño aprendió a dibujar en el prescolar.
Eso que exhibieron ahí no es más que una muestra de la calidad de la enseñanza en nuestro país y de la calidad de nuestros maestros para educar y hasta para dar la vida por un alumno suyo, con ese espíritu de solidaridad que han expresado los padres de los niños. Y los niños, con seguridad, estarán muy felices allí al reunirse con Elián, y ya el gobierno no tendrá el problema, nadie tendrá el problema de que van a enviar a Cuba, al infierno, a aquel niño. No, allá en el cielo de Washington, pero con maestros, con médicos, con psicólogos y con sus compañeritos, en las condiciones adecuadas para que no siga enfermándose ese niño, sino para que empiece a recuperar de inmediato su salud.
Este es el planteamiento que hace Juan Miguel, su familia, y que hago aquí, en nombre de nuestro pueblo.
Muchas gracias.
(Aplausos)