Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz, en el acto inaugural de los Cursos de Superación para Trabajadores Azucareros, en áreas del central “Eduardo García Lavandero”, en el municipio de Artemisa, el 21 de octubre del 2002.
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
Queridos trabajadores azucareros;
Queridos nuevos estudiantes:
Hoy seguramente se convertirá en un día histórico. Como aquí se señaló, por primera vez se pone en práctica el concepto del estudio como empleo, y seguramente uno de los más importantes empleos. Mas no solo eso ocurre hoy aquí, sino que, a la vez que un contingente de varios miles de trabajadores, excedentes, podemos decir, como consecuencia de la reestructuración de la industria azucarera, se inicia un ambicioso y grandioso programa de superación de los trabajadores azucareros. Son dos cosas.
Ahora bien,
para comprender el significado y la necesidad de la reestructuración, hay que
referirse un poco a la historia; estoy seguro de que no quedará ninguna duda y
que, a la vez que se adopta una medida de gran utilidad y valor para la
economía, se inicia una etapa nueva en el sector azucarero sumamente
prometedora.
Observo el silencio prácticamente absoluto que hay en este acto entre las 10 000 personas aquí congregadas.
Decía que era imprescindible remitirse a la historia de la producción y la industria azucarera. Comenzó hace más de 150 años. Durante la primera mitad del siglo XIX, el renglón principal de producción y exportación del país era el café; lo fue también en un tiempo el tabaco, hay que recordar las primeras luchas en nuestra historia de los vegueros de Santiago de las Vegas que se sublevaron contra lo que llamaban creo que el estanco del tabaco.
Creo que con los estudios de la historia que se están haciendo ahora, a muchos de nuestros compatriotas llegarán conocimientos de esa época. Eran la caña, el tabaco y el café, fuentes muy importantes de los ingresos del país.
He leído acerca de dos grandes huracanes casi consecutivos, con fuerza 4 y 5, vientos de más de 300 kilómetros, que tuvieron lugar entre los años 1844 y 1845, que prácticamente arrasaron las plantaciones cafetaleras en el occidente de Cuba. En aquella época los cafetales no estaban en ninguna montaña, en ninguna sierra, aquellos eran terrenos vírgenes, sino principalmente en la zona de la actual provincia de La Habana. Se extendían, incluso, a Matanzas por el este y hacia Cayajabos por el oeste, donde quedan algunas ruinas de los agricultores franceses que, procedentes de Haití, llegaron hasta estas regiones —desde luego, el primer lugar fue la actual provincia de Guantánamo, muy próxima a la isla vecina donde están situados Santo Domingo y Haití—, al producirse, casi a principios de aquel siglo, en los años 1800, una gran rebelión, de la enorme masa de esclavos dedicada allí a producir café.
Cuando aquella colonia francesa era la suministradora del mundo de café, muchos de aquellos colonos cafetaleros emigraron hacia la isla de Cuba. En ocasiones traían una parte de las dotaciones de esclavos; pero lo que traían fundamentalmente era la experiencia, y encontraron condiciones excelentes en esa provincia, de modo tal que en la guerra de 1868 les fue imprescindible a los patriotas lanzar una ofensiva sobre la misma.
Naturalmente todos aquellos oligarcas y esclavistas, productores de café, apoyaban al gobierno colonial, y fueron muy duras las batallas. Dirigió Máximo Gómez la ofensiva, y allí estaban los hermanos Maceo.
La historia habla de violentos combates. Cada uno de los cafetales se convirtió casi en un fortín; los cafetales llegaban hasta cerca de Santiago de Cuba. En las proximidades de la Gran Piedra, hay todavía ruinas de aquellos. Alguna vez los hemos visitado, y nos admiramos del nivel técnico alcanzado, cómo utilizaban el fertilizante, sobre todo la cal, para crear las condiciones de suelo ideales, las corrientes de agua servían para el lavado del café, se realizaban operaciones que hoy hacen las máquinas. Allá, cerca de Santiago, quedan ruinas, como también decía que por Cayajabos quedan ruinas en la zona montañosa que limita con Pinar del Río. Pero en realidad el gran desarrollo cafetalero se produjo en tierras llanas y fértiles de la provincia de La Habana, y, claro, todo aquel desarrollo era a base de mano de obra esclava.
Cuando aquellos fenómenos naturales liquidaron prácticamente las plantaciones de café, cobró gran impulso el cultivo de la caña.
Con anterioridad, Cuba llegó a ser el principal productor y exportador de café del mundo, y los dueños de aquellos cafetales, los dueños de aquellas tierras y de los esclavos, impulsaron el cultivo de la caña y Cuba comenzó a convertirse también —no recuerdo en aquella época otro país— en el principal productor y exportador de azúcar.
Por aquellos tiempos, el número de esclavos era alrededor de
300 000; la mayor parte se dedicaba, desde luego, a los trabajos del cultivo y
la producción de azúcar. Desde entonces
empezó a crearse un mercado en Estados Unidos para el azúcar de Cuba; pero Cuba
suministraba también azúcar a España, a Europa, aunque el principal mercado
comenzó a ser el mercado de Estados Unidos.
Por eso cuando se produce el bloqueo y la anulación de las cuotas
azucareras de Cuba, después de 1959, se destruye un mercado creado a lo largo
de más de un siglo.
Desde ese entonces nace la idea de que sin azúcar no hay
país, lo cual fue una verdad hasta años muy recientes; no existían estos
centrales grandes, capaces de producir decenas de miles de toneladas de azúcar,
y algunos más de 100 000, sino había cientos, no sé si entre las provincias de
La Habana y Matanzas llegaron a tener alrededor de 1 000 pequeños centrales,
donde todavía no se usaba el vapor, se usaba la tracción animal; pero se iba
avanzando a lo largo de la segunda mitad de ese siglo, creándose centrales,
algunos centrales mayores y más modernos.
Se empezaron a introducir en esa etapa las máquinas, el vapor, iba
creciendo la capacidad de aquella industria y creciendo la producción
azucarera. De ello vivía la colonia
española, era uno de los principales ingresos de España, ingresos procedentes
de sus colonias. Había perdido las
demás colonias en el continente, pero a esta colonia le llamaban la joya de la
corona, principalmente por sus producciones azucareras.
La idea central de Máximo Gómez, Maceo y los grandes jefes de la guerra del 68, la llamada Guerra de los Diez Años, era invadir occidente; porque la guerra se inicia en una zona oriental donde había muchos campesinos o productores independientes, aunque algunos eran grandes terratenientes también, junto a los campesinos independientes; excepto en Guantánamo, no prevalecía el sistema de la esclavitud, y por allí fue donde se inició la guerra. Había algunos centrales azucareros, Carlos Manuel de Céspedes tenía uno de ellos, y el primer acto, aquel 10 de octubre de 1868, fue la liberación de los esclavos. No eran provincias esclavistas, reitero, más bien de agricultores y ganaderos, aunque había caña en esa zona por donde comenzó aquella guerra. En Camagüey, sobre todo, había ganado, no había una producción azucarera importante sino ganadera; Las Villas ya tenía mayor cantidad de centrales azucareros, pero también eran provincias principalmente de agricultores. Por eso la guerra que estalla en las zonas orientales, se extiende fácilmente a Camagüey y se extiende a Las Villas.
Se intenta en lo posible extender la invasión; los mambises trataban de alcanzar la zona que sostenía a la colonia española, al ejército español con sus producciones y sus ganancias. Cuando comienza la última Guerra de Independencia —hubo antes la llamada Guerra Chiquita— en 1895, la idea martiana era, desde luego, una guerra rápida, que se iniciara por todas partes; pero se inicia en condiciones precarias, difíciles, conocidas por todos, cuando perdieron el armamento, de todas formas se desarrolla la lucha con el desembarco de Maceo por la zona de Baracoa y el de Martí, por la zona de Playitas, en la actual provincia de Guantánamo.
El alzamiento en Oriente es grande, pronto se generaliza, y desde el primer momento prevaleció la idea de invadir el occidente, con la estrategia de llevar la guerra a todo el país y, fundamentalmente, destruir la fuente principal que sostenía al gobierno español y la fuente principal de las ganancias para el presupuesto colonial de España y es conocido que los centrales eran destruidos, las cañas quemadas. Y aquella invasión llegó hasta Mantua, no quedó prácticamente un cañaveral a lo largo de la isla, en ninguna parte. Vean la influencia que tenía ya la caña en la vida del país.
Al concluir aquella guerra, con la intervención de Estados Unidos, se inicia la reconstrucción de la industria azucarera; primero, el restablecimiento de las plantaciones existentes y con posterioridad el inicio de enormes plantaciones cañeras en las provincias de Oriente y de Camagüey. Los interventores tenían las condiciones óptimas, ideales, para invertir en esa industria, en esa producción que había quedado destrozada durante los años de la última guerra. Y así es como, en parte, con capitales criollos, pero fundamentalmente con capital norteamericano, se restablece la industria y se extiende el cultivo a aquellas zonas vírgenes, podíamos llamar, desde Camagüey hasta Guantánamo.
En realidad, grandes plantaciones de bosques, de caobas y maderas preciosas fueron talados y la madera preciosa empleada como combustible de los centrales azucareros. En aquella época no había ni siquiera mercado para aquella madera, abundaba la madera en este hemisferio y en otras partes. Así se crearon plantaciones, a las cuales me referí aquel día en Holguín, en el acto donde fueron los 400 000 holguineros y el gran aguacero, a los enormes latifundios que rodeaban el lugar donde nací, allá por Birán. Pero esos enormes latifundios estaban en todas partes, algunos tenían más de 100 000 hectáreas, la United Fruit Company; otras compañías llegaron a tener hasta 200 000 hectáreas de caña. No alcanzaba la fuerza de trabajo y se producen las grandes emigraciones antillanas, decenas y decenas de miles de antillanos, principalmente haitianos.
Había sido abolida la esclavitud unos pocos años antes sin que ello implicara ninguna mejora prácticamente, creo que fue en 1886 cuando fue abolida la misma, y las condiciones de vida de los antiguos esclavos continuaron siendo exactamente las mismas o peores, a veces, que cuando eran esclavos, porque los dueños cuando moría un esclavo perdían capital; no les preocupaba después que preservaran la vida, si se enfermaban o pasaban hambre. Nadie se ocupaba de ellos.
La economía del país empezó a girar en torno a la zafra y junto a la zafra, el llamado tiempo muerto. Pero no hay duda de que la producción azucarera era la espina dorsal, era el todo de la economía del país, los demás eran productos de autoconsumo.
El café figuraba como renglón de menor importancia. Cuando la ocupación norteamericana, y con la implantación de un gobierno neocolonial en este país vinieron acuerdos comerciales que, incluso, limitaban el desarrollo de otros cultivos; se le concedió al país el mercado que ya tenía y el creciente mercado, que a partir de esa fecha fue el mercado de Estados Unidos. Las nuevas producciones se exportaban hacia aquel país, y bajo el convenio de que sí compraban azúcar, las producciones de otros artículos alimenticios, incluso, el arroz y otros, estaban limitadas. De todas formas, de los ingresos del país, que no eran los ingresos del pueblo cubano..., al pueblo cubano le quedaban los rezagos, los restos, pero algo le tocaba por los servicios que desempeñaba durante la zafra o en los cultivos entre zafra y zafra; vivía fundamentalmente el país de la caña, y podía decirse: “Sin azúcar no hay país.”
Esa realidad continuó siendo una verdad, pudiéramos decir que hasta hace casi 10 ó 12 años. Tuvo sus altas y bajas. Cuando había guerras, entonces el abastecedor de todo el azúcar que necesitaba Estados Unidos era Cuba, cosa curiosa, paradójica, con algo que resulta inmoral: cada vez que había una gran guerra, surgía la alegría entre agricultores y colonos, porque con motivo de las guerras, el precio del azúcar subía, y subía bastante.
Así se produce la Primera Guerra Mundial, en cuya segunda mitad ya participa Estados Unidos, pues el país se convirtió prácticamente en el único abastecedor de azúcar de esa nación, muchas de cuyas producciones eran de compañías propietarias de grandes plantaciones cañeras.
Estaba recordando que después de aquella guerra, y de la destrucción y los problemas que ocasionó, se produjo una enorme demanda de azúcar. Me parece que esta llegó —y eso habrá que buscarlo en los archivos— a alcanzar un precio de hasta 20 centavos la libra. Una enormidad para aquellos tiempos.
Surge así, después de la guerra, un breve período del que cuando yo era muchacho escuchaba hablar como el período de la danza de los millones. Ya casi nadie habla de eso, pero se hablaba mucho en los años treinta y cuarenta de la danza de los millones, cuando el azúcar sube de precio seis o siete veces. Claro, no era la danza de los millones del pueblo; era la danza de los millones de las grandes empresas azucareras, de los dueños de los centrales azucareros; pero siempre algo le tocaba al pueblo, las sobras le tocaban al pueblo, y no es lo mismo las sobras en una época en que el azúcar vale dos, tres o cuatro centavos que cuando alcanza precios como 20 ó más centavos de dólar la libra.
No duró mucho la danza de los millones. De repente se cayó el precio del azúcar, y lo que vino fue una catástrofe. No se sabe cuántos dueños de industrias las perdieron, dueños de tierras, dueños de centrales azucareros también perdieron sus propiedades y fueron adquiridas por otras empresas norteamericanas, o por alguno de nacionalidad cubana que tenía abundante dinero.
De modo que tras la danza de los millones vino la catástrofe. Calculen ustedes cuántos sufrimientos significaría aquello para el pueblo que no tenía nada, ni tierra, aunque la población era mucho menor.
La situación del obrero azucarero, que era la más importante fuente de empleo del país era muy dura. No podría decir ahora cuántas personas trabajaban, serían quizás 200 000, 300 000 ó más —no tengo el dato preciso, los historiadores pueden buscarlo—, cuando se produce una catástrofe como aquella, después de la danza de los millones.
En esa década del 20 se fueron recuperando poco a poco los precios, la economía, etcétera, hasta que vino otra catástrofe, la de la crisis del año 1929, cuando se arruina la bolsa de valores de Nueva York. Bueno, esa catástrofe afectó a Estados Unidos, decenas de millones de desempleados, al mundo entero y, por supuesto, a nuestro país.
Esa crisis duró muchos años, y se hizo fuerte, sobre todo, a partir del año 1930, 1931, 1932, 1933. El azúcar llegó a alcanzar el precio de un centavo, porque encima de la crisis internacional, Estados Unidos estableció un impuesto para el azúcar, y el precio que alcanzó fue de hasta un centavo.
Pero vean bien, algún historiador, algunos economistas podrían hacer estudios de esa época para comparar el valor o el poder adquisitivo de un centavo de dólar en los años treinta, sobre todo, 32, 33. Coincide con el gobierno de Machado, es la etapa del llamado machadato, situación extremadamente dura y difícil que surge, y las situaciones de extrema crisis favorecen, como es lógico, la lucha social, la rebeldía y los procesos revolucionarios.
Viene un gran proceso revolucionario en nuestro país, después de las Guerras de Independencia; fue el proceso que se inicia con aquella crisis, bajo un gobierno represivo, sangriento y, como por regla general, corrupto.
Bueno, en aquella época se hicieron algunas obras, el Capitolio; o sea, invirtieron en el capitolio, que hoy es la Academia de Ciencias, gracias a un préstamo norteamericano. Después, en la cajita de fósforo, durante un montón de años aparecía un impuesto, y en otros productos, que era para pagar aquellos préstamos.
Hubo una buena obra, la Carretera Central. Algunas otras
obras que fueron útiles, pero el Capitolio creo que lo construyeron hasta una
pulgada más grande. Vean qué nivel de
imitación y de chovinismo, para que fuera más grande que el Capitolio de
Washington. Creo que el que tenemos
aquí es más grande que el Capitolio de Washington, creo que una pulgada. Bueno, se lo podemos alquilar. Habría que pedirle permiso a la Academia de
Ciencias, ¿no? En un intercambio de
servicios se podría hacer un alquiler de nuestro Capitolio, hermano gemelo del
Capitolio de Washington. Ese es el
nivel de imitación que teníamos, pero fueron algunos de esos préstamos que se
hicieron en una primera etapa de aquel gobierno, cuando no había llegado
todavía la gran crisis de 1929.
Esa crisis se prolongó prácticamente hasta el año 1940, casi
hasta el inicio de la segunda guerra; fue la época en que triunfa un estadista,
Roosevelt, en Estados Unidos. Roosevelt
puede decirse que salva al capitalismo norteamericano, y lo salva inyectando
dinero en la circulación, aplicando determinadas tesis de un famoso economista,
que planteaba que una de las formas de levantar la economía es proporcionarle
capacidad de compra a las masas.
Roosevelt, dentro del sistema capitalista, y haciendo obras públicas,
presas, montones de cosas, inyectó dinero en la circulación y empezaron poco a
poco a remontar la crisis.
Tales teorías aún los neoliberales más recalcitrantes se ven
tentados a aplicarlas, y en ocasiones las aplican. Esa misma teoría de reducir los impuestos, que han sido reducidos
en Estados Unidos, fundamentalmente a los sectores más ricos, está inspirada en
el criterio de que al reducir los impuestos a decenas de millones de
trabajadores, elevan su poder adquisitivo y crece la demanda de productos,
echan a andar las fábricas. Hay que ver
ahora que la situación es bien complicada cómo funcionan esas teorías, pero las
noticias que llegan, en general, de la economía mundial son muy malas, y en
Estados Unidos es muy incierta la situación de su economía; pero el principio
viene a ser inyectar dinero.
Si Roosevelt lo hizo construyendo, invirtiendo dinero en
construcciones y en gastos públicos de todo tipo, en este caso lo hacen, de
alguna manera, reduciendo impuestos; aunque beneficien más a los más ricos,
equivale sencillamente a la posibilidad de que la gente tenga más dinero y
reanude las compras de automóviles, construcción de casas, en fin, todos esos
gastos suntuarios que se han convertido en el símbolo de las sociedades de
consumo.
Lo que sufrieron nuestros trabajadores y nuestro pueblo en
general en aquellos años de crisis fue terrible, 20 años después no se
olvidaba, en los años cincuenta, cincuenta y tantos, se hablaba todavía de los
años aquellos del machadato; porque la gente identifica el machadato como los
años de hambre, de gran miseria, que, en realidad, independientemente de las
culpas de los gobiernos corrompidos, estaba en dependencia de la crisis
económica mundial, una segunda etapa de crisis del azúcar. Pero vino una Segunda Guerra Mundial y otra
vez se vuelve de nuevo Cuba el suministrador de azúcar, estaban los submarinos
alemanes por todas partes, Estados Unidos en guerra en Europa y en el Pacífico,
el suministro fundamental de azúcar lo recibían de Cuba. Los precios, para el valor que tenía
aquella, eran razonablemente satisfactorios, una industria costeable, rentable,
altamente rentable, porque se veía beneficiada por determinadas cuotas
preferenciales que tenían un precio por encima del mercado mundial. No recuerdo, pero, si valía cuatro centavos
en el mercado mundial, allí eran seis centavos o siete, habría que buscar los
datos de todo eso, significaba ingresos importantes para el país.
Cuba tenía una cuota azucarera entre 3 y 4 millones —también
otro dato a precisar—, la lucha de Jesús Menéndez era precisamente para que
hubiera una mejor distribución de aquellos precios preferenciales, de aquellas
ganancias entre los trabajadores. El se
inicia y se destaca como luchador y líder inolvidable de los trabajadores
azucareros demandando un reparto más justo de aquellos enormes ingresos, que le
tocara algo más al sector trabajador.
Por eso los trabajadores azucareros sentían verdadera adoración por
Jesús Menéndez, asesinado después alevosamente en la época del macartismo.
El gobierno constitucional que siguió al gobierno de Batista,
antes de terminarse la Segunda Guerra Mundial, en 1944, el de un profesor de
medicina, Grau San Martín, estaba constituido por mucha gente que en 1933 había
adquirido algún renombre y mérito; pero, en realidad, lo que estaban era
desesperados por llegar al gobierno para especular y robar por todas las vías
posibles. Cuando triunfa aquel
gobierno, todavía en plena guerra, escaseaba la manteca, muchos de esos productos,
había un cierto racionamiento, y había los que hacían grandes negocios con
todos aquellos productos racionados. Al
gobierno de Grau lo sustituye el gobierno de Prío, creo que fue en los límites
de los dos gobiernos que comenzaron los asesinatos de los líderes obreros. Como los líderes obreros más prestigiosos
eran los líderes del Partido Socialista Popular, lo que era el Partido
Comunista, comenzaron a matar a los dirigentes que tenían gran fuerza, gran
prestigio, capacidad de movilización en los trabajadores, a eliminar a los
dirigentes, que era parte de la política seguida en nuestro país.
Aquella guerra había reafirmado una vez más que sin azúcar no
hay país. ¿Acaso sería la última? No, faltaba un importante capítulo de la
historia, el triunfo de la Revolución, y como quisieron estrangularnos nos
fueron rebajando las cuotas azucareras hasta la supresión total, y para obtener
más respaldo de la OEA —¡esa basura!— y apoyo de los países de la OEA, una
buena parte de nuestra cuota de equis millones la repartieron entre los países
latinoamericanos. Dulce para todos,
como diría Grau San Martín.
Ellos repartieron la cuota nuestra entre todos los países latinoamericanos que producían azúcar, e incluso, beneficiaron a algunos países asiáticos, a Filipinas, a otros, con el reparto de nuestra cuota que tenía precios preferenciales, y dejaron al país con su azúcar como principal fuente de trabajo y precios mundiales que estaban siempre por debajo de ese precio preferencial. Fue entonces cuando se inicia otra nueva etapa para la industria azucarera, y pudiéramos decir que la mejor de todas; porque cuando aquellos ya dejaron de comprar azúcar —no fue de una sola vez—, los soviéticos ofrecieron comprar un millón de toneladas de azúcar, primer beneficio que recibíamos de nuestras relaciones con el campo socialista, encontramos un mercado; cuando aquellos iban reduciendo, ellos nos iban comprando, y cuando nos la quitaron totalmente, nos compraron el azúcar a los precios del mercado mundial.
No había precios preferenciales en los primeros años. Después se arrecia la campaña, el bloqueo. Eso fue desde los primeros meses los planes de agresión, sabotajes, invasión de Girón, etcétera. Creo que fue por el año 1961, tal vez, no recuerdo exactamente el momento en que liquidan totalmente la cuota, y ya encontramos mercado en la Unión Soviética. Y más adelante, en la medida en que se arreciaba el bloqueo, también establecieron un precio preferencial. Venía a ser como dos centavos en los primeros años, y, desde luego, si se producían oscilaciones, y los precios se han caracterizado muchas veces por oscilaciones, ellos nos pagaban el precio elevado que se producía en el mercado mundial. Se elevó a seis, a ocho, a nueve, y, por lo general, cada vez que una de esas oscilaciones se producía, ellos mantenían el precio. De modo que el azúcar comenzaba a desempeñar, o estaba desempeñando un papel fundamental.
Bueno, los soviéticos no eran muy fumadores. El tabaco se vendía en otras partes. Nosotros vendíamos producciones y azúcar también, en parte, en el mercado mundial en busca de divisa convertible, y en la URSS y después en otros países socialistas en el intercambio de mercancías que teníamos.
El comportamiento soviético fue extraordinario. Recuerdo cuando aquí se produjo una extraña y fulminante plaga en la caña, que redujo las producciones de azúcar considerablemente, y no podíamos cumplir con la entrega; ellos cumplieron con todas las entregas de mercancías conveniadas, aun cuando nosotros apenas pudimos cumplir tal vez el 50% de las entregas de azúcar que teníamos que hacer.
Así fueron transcurriendo los años. Se estrechaban cada vez más las relaciones. Ellos nos compraban el níquel, otros productos; se desarrollaron las plantaciones citrícolas fundamentalmente con el propósito de suministrar a la URSS. Así se produjo un hecho de extraordinaria importancia. Cuando hacíamos un convenio por cinco años ya se establecían los precios de los productos, independientemente de estas cosas que podían surgir con las oscilaciones. Nosotros observábamos, en virtud del fenómeno del intercambio desigual, que es el que impera en el comercio entre los países industrializados y los países subdesarrollados, la capacidad de compra de una tonelada de azúcar: a principios del quinquenio era equis, y al final del quinquenio era el 80% de equis. Es decir, nuestra moneda, que era el azúcar, iba bajando de valor, o de poder adquisitivo, porque los precios de los productos industriales —y en esos convenios tú puedes fijar el precio del azúcar, algunos productos, pero no de miles de renglones— crecían. Nosotros veníamos planteando que había que buscar una fórmula de compensar eso, y así llegamos al acuerdo de lo que se llamó un precio resbalante, es decir que, si los precios de los productos fundamentales que ellos nos exportaban aumentaban, el precio del azúcar aumentaba proporcionalmente.
Claro está que nosotros comprábamos cientos, miles de renglones de todo tipo, de productos alimenticios, productos industriales, tractores, camiones, todo cuanto se podía adquirir allí; televisores, equipos de lavar, en fin, quién lo sabe mejor que el pueblo cuántas cosas importábamos. Creo que se hizo una canasta de un número de productos soviéticos, y entre esos productos estaba el petróleo, porque ellos eran nuestros suministradores de petróleo, y eso tiene lugar antes de que se produjera la explosión de aquellos precios petroleros.
Cuando la Revolución triunfa, el precio era de 14 dólares la tonelada, no el barril; el barril valdría dos dólares.
Con motivo de los conflictos del Medio Oriente, en un momento de esos, se producen medidas de respuesta. Surge una organización y los precios se elevaron considerablemente, hasta un tope que llegó a ser, recuerdo, hasta 35 dólares el barril —no sé ahora el año exacto, hay que precisar—; fue subiendo, subiendo, hasta que después comenzó a bajar, a bajar lentamente, por una razón o por otra. Se incrementó mucho la producción de petróleo. Los países industrializados buscaron sustitutos.
Francia, por ejemplo, desarrolló un plan de electroatómica, hasta alcanzar el 80% de la producción de electricidad a partir de la energía nuclear. Algunos países como Italia no construyeron centrales nucleares, había mucha resistencia, y, entonces, en horas de la madrugada, cuando les sobraba la energía a los franceses, les compraban creo que a 4 centavos el kilowatt de electricidad, detenían las termoeléctricas e importaban energía del excedente francés a esas horas. Las electronucleares, por sus características técnicas, no pueden detenerse sin apagar el reactor; las termoeléctricas pueden detenerse en horas de la madrugada ahorrando petróleo, que estaba muy caro, e importar energía eléctrica barata.
En resumen, los países industrializados tenían varias
ventajas: la primera, que todo el excedente de dinero producido por los colosales
precios iba a parar a los bancos de Europa y de Estados Unidos. Tenían allí el
dinero para comprar el petróleo que necesitaran, recirculaba el dinero; no con
los países del Tercer Mundo, sino con los países ricos. Pero aquellos que
estaban industrializados fueron buscando motores de vehículos que caminaran el
doble por litro o por galón, o el triple.
Los soviéticos no tenían esas preocupaciones porque llegaban a producir
hasta 600 millones de toneladas de petróleo y 700 000 millones de metros cúbicos
de gas, que equivale a 700 millones de
toneladas; es decir que la URSS contaba con el equivalente a 1 300 millones de
toneladas de petróleo, aparte de algunas electronucleares, y aparte de las
hidroeléctricas que habían construido, les sobraba el combustible y la demanda
mundial no era tan alta.
A veces pienso que no se preocuparon mucho porque seguramente no tenían donde guardar la gasolina y para no tener que botarla al mar la consumían en unos motores que, como ustedes saben, el del Zil, por ejemplo, hacía 9 kilómetros por galón, y algunos ómnibus, sobre todo, los vehículos de gasolina, camiones, que era principalmente lo que nosotros adquiríamos ajustándonos a las ofertas que recibíamos; los de diesel eran un poquito más ahorrativos. Esto tiene importancia, porque fueron los camiones con los que después nos quedamos cuando el petróleo se acabó. Vayan sumando.
Los países industrializados aplicaron sus tecnologías, sus centros de investigación y sus otras opciones, y fueron multiplicando, pudiera decirse, la utilización de la energía contenida en una tonelada de petróleo, compensando aquellos incrementos de precio por las vías señaladas y otras; también en la industria ahorraron combustible, lo número uno siempre, para producir cemento, para producir acero, para producir cualquier cosa; lo fundamental era el ahorro de energía, ahorro de combustible, y tenían los medios para desarrollar esas tecnologías, más el dinero guardado en sus bancos.
Los del Tercer Mundo no tenían ni dinero guardado en sus bancos ni posibilidades de desarrollar las tecnologías, lo que hicieron fue que se endeudaron extraordinariamente, porque al tener tanto dinero depositado, procedente del petróleo, los bancos lo prestaron a muchos países, entre ellos a América Latina. Cuando la Revolución Cubana triunfó, en los primeros años, 1959, 1960, creo que la deuda externa de América Latina ascendía a unos 5 000 millones de dólares, no existía prácticamente la deuda externa; esta crece un poco cuando triunfa la Revolución y los vecinos del Norte les empezaron a prestar y dar facilidades a los países, que nunca les habían dado a los países latinoamericanos.
Cuando viene la danza de los millones del petróleo, prestaban dinero procedente del petróleo sin averiguar nada, y así se despilfarró y se gastó dinero tremendamente. Pero hay otra cosa que ocurre en estos países latinoamericanos: como su dinero, cualquier moneda, llámese como se llame, peso, real, como sea, todas son inestables, y en los últimos tiempos más que nunca, el dinero que llega allí, los poseedores de ese dinero tienen el temor de que se les devalúe, y a quien tenga el equivalente a 100 000 dólares se le convierta en 50 000, o en 20 000, o en menos, por tanto, la tendencia del dinero que aquellos prestaban era volver hacia ellos, bien como pago de importaciones o bien como dinero fugado. Vean cómo funciona la economía, o funcionaba, porque eso no va a durar mucho más.
El dinero del petróleo guardado en sus bancos, ese dinero prestado hacia el sur y del sur de nuevo a sus bancos. En cada una de esas vueltas lo que va quedando es la miseria y cada vez más pobreza y más desigualdad entre los países pobres y ricos. De modo tal que este hemisferio, que no tenía deudas, hoy debe alrededor de 900 000 millones de dólares, y las catástrofes, como la que acabamos de presenciar en Argentina o en Uruguay, y que amenazan a quién sabe a cuántos en medio de esta crisis económica; porque una parte importante de las exportaciones tienen que dedicarla a pagar esa gigantesca deuda, que ya la han pagado una vez y la están volviendo a pagar, y, como crece cada día más, cualquiera puede preguntarse: ¿Cuál será el futuro de esos países? No hay que ser un gran conocedor de la historia, ni mucho menos, y de las realidades económicas, para comprender que lo que les espera son las crisis tras las crisis, hasta que ya las crisis sean universales e irremediables en este hemisferio.
Lo que nunca se vio, que en un país como Argentina, con dos cabezas de ganado per cápita, 60 millones de toneladas de granos, autosuficiente en petróleo y demás, combustible, un determinado nivel de desarrollo industrial, la mitad de la población esté pasando hambre. Ese es el producto del capitalismo devenido capitalismo neoliberal, y luego, la globalización neoliberal trae estas situaciones.
Hay que preguntarles a los teóricos del Norte, de cualquier parte, a los catedráticos, ¿cómo van a resolver el problema?, porque cuando encuentran un alivio se están hundiendo más todavía. Y las crisis, por esa vía, van a repetirse cada vez más. Suponiendo que logren salir de la actual, ¿cuánto va a durar? Han pasado demasiadas cosas en esta última década para pensar que pueda haber un inmediato período de crecimiento; cuando uno piensa en eso, por cada crecimiento se va profundizando el abismo, el sistema a nivel de los propios países capitalistas y a nivel mundial.
Nosotros estamos ahora —este país— rodeados por esa crisis,
imposible que no nos afecte de una forma o de otra; pero si cualquiera se pone
a comparar la situación actual de nuestro país ve un cuadro de nuevas escuelas
que se crean, número de alumnos por aula que se reducen, de 37 en la capital
hace apenas dos años, a 20 o a menos, porque está por debajo de 20; montones de
nuevos programas de formación de maestros emergentes, de formación de
profesores emergentes de secundaria básica, de trabajadores sociales, escuelas
de todo tipo que le ofrecen al joven la oportunidad de realizar estudios
universitarios, oportunidades prácticamente sin límites; y, al mismo tiempo, el
desempleo no se incrementa, se reduce, y ya este año estaremos alrededor de
tres y medio o menos.
Se crea una fuente de empleo, de todo tipo, para los jóvenes; muchos jóvenes que no tenían perspectiva, cuyos padres se preocupaban por el destino de ellos, porque las familias tienen dos anhelos, o tienen un gran anhelo y una gran preocupación: el anhelo número uno es que sus hijos tengan posibilidad de estudiar en las universidades; la preocupación número uno es que sus hijos, sin estudiar o sin trabajar, puedan desviarse por los caminos del delito y puedan ser sancionados y enviados a prisión.
Todos estos planes que se hacen con decenas de miles de jóvenes significan empleo a edades relativamente tempranas, conocimientos, dignidad, autoestima y posibilidad de ir incrementando sus perspectivas futuras, su autovaloración futura, y el reconocimiento social. Lo hemos visto.
Una escuela construida en seis meses para 2 000 trabajadores sociales en Santiago de Cuba, que ya hizo su primera graduación y está preparando la segunda; una escuela en Holguín de otros 2 000, y aquí una escuela de 2 000, en este caso de enfermería, porque se comenzó a percibir un déficit de enfermeras en la Ciudad de La Habana; decenas de programas sociales en marcha, en medio de la batalla de ideas y surgido de la batalla de ideas, porque la batalla de ideas ha fortalecido la Revolución y le ha aportado una experiencia extraordinaria.
Viendo lo que ocurría por todas partes y trabajando por todas partes, se iban descubriendo nuevas y nuevas posibilidades, para satisfacer nuevas y nuevas necesidades, o más bien viejas necesidades, algunas de las cuales ni se conocían.
Yo me extendería si les explico los programas sociales y el significado que tienen.
He visto a muchos visitantes asombrados, a los que les habían llenado la cabeza de calumnias y mentiras sobre Cuba, comprendiendo que hay cosas en que ya nos estamos yendo por encima de todos los demás países, incluidos los desarrollados; y nos vamos, esa es una escapada, no nos alcanzan.
En educación no nos van a alcanzar y en la salud, un servicio de salud de excelencia, no el que tenemos en este instante, cuando el país ha sufrido las consecuencias del período especial y de errores también y de factores subjetivos en el enfoque de algunos problemas; pero vamos a tener una medicina de excelencia.
La cultura se está revolucionando, hay una explosión cultural en el país, y la idea, que podía parecer un sueño, de ser el país más culto del mundo, con el sentido amplio de la palabra —como les decíamos a los artistas en la sala “García Lorca” hace unos días—; un país poseedor de una cultura general integral, que comprende no solo los conocimientos profesionales, sino los conocimientos relacionados con las ciencias, las letras y las humanidades. Será por amplio margen, en breve tiempo —y en algunas cosas lo somos ya—, el país más culto del mundo.
Hoy poseemos capital humano, que es esencial, más que cualquier otro país desarrollado del mundo. Ellos no reúnen 500 ni 1 000 personas para enviar a Centroamérica, 1 000 médicos no los reúnen. Europa y Estados Unidos juntos no reúnen, páguenles lo que les paguen, los casi 3 000 médicos que tiene Cuba y trabajadores de la salud, en 21 países del mundo subdesarrollado; ni pueden tener una escuela como la de Ciencias Médicas, con 6 000 alumnos, la inmensa mayoría procedentes de áreas pobres de América Latina, más otros 1 000 procedentes del Caribe y otras áreas.
Así que nuestro
país hoy, en medio de esta crisis, no ha tenido que cerrar una escuela, no ha
tenido que sacrificar ninguno de los pasos, ninguno de los programas que viene
haciendo, cuando vemos que la catástrofe nos rodea por todas partes.
Les hablo con
optimismo; pero es que ustedes no pueden imaginarse las posibilidades que
nuestro país tiene, si hace las cosas como debe hacerlas. No he visto nunca tantas posibilidades, que
van a acabar de destruir, hacer añicos las calumnias y las campañas contra
Cuba, que fortalecerán a nuestro país en todos los terrenos, y llegará el momento
en que ese inmenso capital humano se convierta en riqueza económica. No me voy
a detener a explicar por qué, pero sabemos bien por qué.
Les he hablado del panorama que vemos y el contraste con el nuestro; y cuando digo hacer las cosas que debemos hacer, aquí, en este acto, está estrechamente vinculado con estas ideas, lo que debemos hacer es clarísimo.
Yo les puedo citar un dato, cuál era el plan en esta situación de crisis tremenda. Primero, una cosa, hay que recordarlo: Se derrumba el campo socialista y se derrumba la URSS y el azúcar nuestro, que en determinado momento llegó a alcanzar hasta 40 centavos de dólar —equivalente, desde luego, en rublos, rublo y dólar—, 40 centavos de dólar, la mayor parte de ella, que la exportábamos a la Unión Soviética, en la URSS llegó a alcanzar ese precio, en otros países socialistas menos, desde luego. Los soviéticos tenían un recurso con el cual pagábamos, fundamentalmente, el petróleo; los demás países socialistas, a medida de sus posibilidades, también otorgaron precios preferenciales, 15 centavos —era un excelente precio—, y una parte que vendíamos en el mercado mundial. Al convertirse la URSS en un consumidor importante de azúcar importado, todo eso tenía su influencia también en los precios y tenía su influencia en los mercados.
En determinado momento bajó algo, porque el petróleo comenzó
a bajar de precio, aunque nosotros defendíamos tenazmente los precios
alcanzados, argumentando el principio de que el socialismo significa, en primer
lugar, la búsqueda del desarrollo de los países menos desarrollados dentro de
la comunidad socialista.
Ese principio lo han aplicado hasta los capitalistas en
Europa, la Comunidad Europea. Había
entre sus miembros países como Portugal, España u otros, con un producto per
cápita que podía ser la mitad de otros países, y se unieron, crearon fondos
para ayudar a esos países de Europa que tenían un menor desarrollo, para irlos
emparejando con vistas a crear la Comunidad Europea, que es una realidad, y que
hoy emite la única moneda que puede competir con el dólar. Antes el dólar era todo y único, ahora
existe el euro; veremos cómo prosigue el proceso, si se consolida, si el euro
se vuelve un competidor real, fuerte, del dólar. Ya entonces el dinero que se escapa no se iría solo para el
dólar, seguiría escapándose, desde luego, porque no tienen manera de evitar que
se escape, no solo por corrupción sino porque el sistema los destruye y los
obliga, y porque el Fondo Monetario Internacional los obliga a que eso ocurra,
a pagar deudas, a cerrar escuelas, a cerrar hospitales y al constante chantaje
a que someten a los países para darles un préstamo. Esas son realidades que no las puede negar nadie.
Un Premio Nobel prestigioso acaba de escribir un libro contando cosas que son increíbles, y fue uno de los dirigentes del Banco Mundial, hablando del orden económico establecido; no es un adversario, no es un marxista el que escribe, es un economista norteamericano Premio Nobel. Valdría la pena ir hablando y comentando lo que dice, es increíble, y no es que traiga una teoría nueva sobre lo que hay que hacer, habla de las barbaridades que han estado haciendo y que conducen al abismo.
Cabría preguntar si es lo más lógico, y casi es lo único que puede preguntarse, ¿si es que tal sistema puede liberarse de tales métodos? Tendría que dejar de existir, los tiene que aplicar y por aplicarlo también tendrá que dejar de existir. Esas son leyes. ¿Formas? Van a ser muy variadas; todavía están por aparecer, hay un arsenal de fórmulas. En Argentina han cambiado el gobierno dos veces o tres; en Indonesia se produjo, ustedes saben, crisis económica, era el gendarme, un ejército poderoso apoyado por Occidente, y la fortuna del jefe de ese gobierno ascendía a 40 000 millones de dólares.
El pueblo aprenderá y adoptará sus medidas, en algunos lugares, los factores subjetivos. Vean ustedes, por ejemplo, la votación que alcanzó Lula; y ahora llegan noticias de Ecuador, en que también un dirigente considerado radical, de origen militar, al que le imputaban ser muy simpatizante de Chávez, quedó en primer lugar en las elecciones primarias. Me imagino que ahora se reúna todo el mundo para tratar de bloquearlo, pero esos fenómenos no se veían antes.
Veremos qué ocurre en el propio Uruguay, por una vía o por otra, por la vía argentina o por la vía brasileña se produce el acceso al gobierno. No vayan a creer que esto significa una revolución, significa el acceso a posiciones de poder de fuerzas populares y progresistas, y van a encontrarse con unas economías tan maniatadas y dependientes de todas esas fórmulas inventadas que no será nada fácil, que no se puede esperar revolución o cambios radicales inmediatos; no, no, empezará la lucha de los pueblos, los pueblos tendrán cada vez más conciencia, más conocimientos.
En esa lucha por el cambio de este orden económico, habrá también muchos ciudadanos de los países desarrollados y muchos ciudadanos norteamericanos que se organizan a través de Internet. Ciudadanos norteamericanos, canadienses y de otros países desarrollados, con apoyo de intelectuales y luchadores latinoamericanos, han organizado grandes luchas en Seattle, en Quebec, o en otras ciudades norteamericanas o europeas; cuando hay reuniones del Fondo Monetario y del Banco Mundial es extraordinaria la resistencia creciente, que crecía ya aun antes de las crisis, preocupada por las catástrofes naturales, por la destrucción del medio ambiente, gente que han tomado conciencia de la pobreza y el hambre que hay en el mundo, en un mundo que cuenta hoy con 6 300 millones de habitantes y problemas muy serios de todo tipo.
¿Qué va a hacer ese mundo? No le pueden empezar a lanzar bombas atómicas. Ese mundo presiona por emigrar hacia los países desarrollados, casi casi por invadirlos a riesgo de morir. Solo en la frontera mexicana se calcula alrededor de 500 que mueren cada año tratando de emigrar. La presión migratoria crecerá porque no tendría otra alternativa que la del desarrollo del Tercer Mundo, y nada de lo que se hace contribuye a eso sino, por el contrario, a hacerlo cada vez más pobre, medidas para esquilmarlo y explotarlo cada vez más.
Hay millones de conciencias, en los propios países desarrollados, que se han ido formando en torno a la magnitud y la gravedad de los problemas y de los peligros que amenazan el mundo.
Hice esta explicación para que se pueda ver con más claridad
todavía lo que este orden está produciendo y cómo nuestro país, con su sistema
político, ese pueblo unido que votó hoy, marcha ecuánime hacia el futuro. Se puede observar, por ejemplo, un fenómeno;
había en nuestras listas electorales muchas veces un subregistro, el que estaba
afuera no aparecía registrado; bueno, el número de personas que se han
registrado por encima de la anterior elección, hace dos años, se elevó a 300
000 electores, ¡un crecimiento espectacular!
Me contaba Sáez de más del 98% de los ciudadanos registrados que votaron, y se sabe que tuvo lluvia. En la propia Ciudad de La Habana, ayer cayó uno de los aguaceros más grandes que yo he visto; al revés de las provincias, en La Habana al mediodía podía haber alcanzado el 80%, muchas personas es en horas de la tarde que votan; ayer, desde luego, afectó más. Según los datos que tengo, creo que, a pesar de eso, alcanzó al cierre un 95,6%. El número de personas registradas que no votaron fue de 4,4%; pero fue excelente también la asistencia y el entusiasmo.
Me dijeron que en Artemisa votó el noventa y nueve y fracción de los registrados. Eso es increíble (Aplausos). Es la unidad de nuestro pueblo, su educación general y su cultura política, su sistema social justo, o que trata de ser justo, trata y tratará siempre de ser cada vez más justo.
Sabemos muy bien las desigualdades que trajo el período especial entre otras cosas; pero nada de eso impide que estemos llevando a cabo los programas sociales, que se podían resumir en una frase, digamos: el hijo de cualquier familia cubana recibe una educación mejor que los hijos de los millonarios y multimillonarios norteamericanos.
Ya nuestra educación, y está en período de reforma y perfeccionamiento, porque tiene muchas lagunas todavía, con lagunas y todo —y son bastantes, estamos conscientes, y sabemos también cómo vamos a resolver esos problemas—, en la primaria se están creando todas las condiciones para alcanzar una óptima calidad. Ya solo un 2,6% de los alumnos de primaria están en aulas con más de 20 alumnos. Debe resolverse, para el próximo curso debe estar en cero; y la Ciudad de La Habana, que era la que más alumnos tenía por aula, casi 40 alumnos, y cientos de ellas, entre 40 y 50 alumnos por aula, ahora tiene un maestro y un aula con no más de 20 alumnos. ¡Vean qué colosal salto!, con el que han soñado los países industrializados y ninguno de ellos lo ha logrado ni lo logrará, porque no encontrarán dentro del sistema el capital humano. No podrán crear las motivaciones con que nosotros hemos motivado a miles y miles de jóvenes a hacerse maestros emergentes o profesores emergentes. Ahora estamos con la secundaria, y así para arriba.
El poder decir eso es algo que solo un país en el mundo, y un país del Tercer Mundo, un país bloqueado durante más de 40 años, agredido, amenazado, sometido a sabotajes, a terrorismo, hasta fecha muy reciente, podemos decir, lo ha logrado.
Les mencioné, por ejemplo, el caso de los médicos. Vuelvo a insistir que la situación nuestra es distinta.
Les explicaba que las medidas con relación al azúcar tenían que remontarse a la historia para alcanzar lo que esta alcanzó, el más extraordinario auge de la riqueza, procedente de la industria azucarera. Al venir el colapso, vean ustedes algunos datos: todavía en el año 1992, el precio del azúcar en el mercado mundial era 9,04 centavos, y la producción ese año fue de 7 millones de toneladas. Se había desplomado la URSS, había desaparecido; ya antes había reducido los precios a 500 rublos y después redujo a cero el precio preferencial. Cuando compraron algunas cantidades lo hicieron a 9 centavos. Hubo que buscar mercados y buscarlo todo. Naturalmente, ya habían venido las rebajas, ya un montón de productos no llegaban en el año 1992; pero a ese precio era rentable todavía la producción azucarera, con una ganancia infinitamente inferior; pero todavía rentable.
¿Cuál era el precio del petróleo en 1992? Era de 15,99. Si el petróleo está a 15,99, y el azúcar a alrededor de 9 ó 10, es todavía rentable.
La producción de un año a otro cayó bruscamente a 4 millones. Se inicia el esfuerzo por volver a elevarla, era muy difícil. Sin combustible, sin fertilizante, con gran carencia de insumos, se hacía muy difícil remontar esa cifra. Por el contrario bajó, todavía más, llegó en un momento a 3 millones; no se dejó, sin embargo, de hacer el esfuerzo.
Si en el año 1993 ya cayó de 7 a 4. El precio del petróleo era de 14,25; precio mundial del azúcar, 10,24. Había subido algo más de un punto.
Ahora viene el año 1994. Precio del petróleo, 13,19; precio del azúcar, 12,04 promedio.
En 1995 el precio del petróleo fue de 14,62, había subido un poquito, y el del azúcar, 12,04.
En 1996 sube el precio del petróleo a 22 dólares el barril; el precio del azúcar baja a 11,41.
En el año 1997, el precio del petróleo bajó un poco, 20,61; el precio del azúcar, 11,36.
En el año 1998, vuelve a bajar el precio del petróleo a 14,19; el precio del azúcar baja, 8,77. Es decir que, a partir de ese año, todo el tiempo el azúcar ha estado por debajo del precio del petróleo, que ese año sube a 19,32.
En 1999 había bajado a 6,14, cuando todavía el del petróleo estaba a 19. En el 2000, precio del petróleo, 30,35; precio del azúcar, 8,14.
A partir de ese momento, con excepción del 2002 que bajó a 19,32, el precio del petróleo se mantuvo entre 20 y 30 dólares. Por ejemplo, en el 2001: precio del azúcar 8,36, el del petróleo 25,85.
En el 2002, la pasada zafra, precio promedio del azúcar, 7,43. Eso creaba ya una situación insostenible: precio del petróleo para arriba, precio del azúcar para abajo.
Hay una circunstancia que debe tenerse en cuenta: en 1959-60, después del triunfo de la Revolución, con 1 tonelada de azúcar, a los precios del mercado mundial, se podían comprar 8 toneladas de petróleo.
Hoy, a los precios actuales, que han estado rondando los 30, hacen falta 2 toneladas de azúcar para comprar 1 de petróleo.
Pero, entonces, además, el azúcar apenas consumía petróleo. El desarrollo de la Revolución obligó a mecanizar la caña; los que vivían del corte de caña desaparecieron totalmente, hubo que movilizar masas de miles de cortadores procedentes de las ciudades antes de que aparecieran las máquinas para mecanizar las cosechas.
Si antes de la Revolución casi todo era a mano. Con excepción de algunas fincas que tenían algún tractor o algún camión, la caña toda se cortaba a mano, el ciento por ciento; el hombre no gastaba petróleo para cortar. El alza de la caña, limpiecita, a mano; no tenía que ser transportada a cualquiera de los cientos de centros de acopio que hay en el país y que limpian la caña que cortan las máquinas, quitando la paja, consumidoras de electricidad. Es decir, corte, alza, transporte y tratamiento de la caña, y gran parte del cultivo era a mano y con bueyes; mucho azadón en el mes de julio y agosto, y sobraba la gente para hacer todo eso. Lloraban por lo que le llamaban un ajuste para limpiar equis hectáreas de caña, suplicaban el trabajo, en tiempo muerto, de limpiar caña a mano.
Después vinieron los equipos. Las máquinas y los camiones compactaban el suelo, venía la subsolación; los productos químicos para liquidar la hierba, caros, costosos; fertilizantes para que las tierras mantuvieran la capacidad de producción.
Hoy, producir una tonelada de azúcar con estos precios del petróleo eleva, por lo menos, un 40% el costo en divisas convertibles de la tonelada de azúcar. Y así, ¿cuál era el plan? En el plan inicial se proyectaba llegar a 4 millones en el 2002, este año; pero antes vino un poderoso ciclón que arrasó con la caña, la cortó. En provincias importantes, en La Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, en mayor o menor escala revolcó, destrozó la caña con vientos de más de 200 kilómetros.
A todos estos problemas que he mencionado, de tipo histórico y económico, se une que vivimos en una isla, donde puede haber sequías fuertes, a veces inundaciones enormes —los cambios de clima en nuestro país son visibles en las últimas décadas—, o ciclones.
Algo verdaderamente increíble es ver pasar este año dos ciclones, por la misma ruta, con 10 días de diferencia, arrasar con los cítricos de Isla de la Juventud, arrasar con los cítricos de Pinar del Río; por el suelo, destrozó todo, apenas alcanzó para cargarlo hasta con palas en unos camiones, para llevarlo a la industria; pero eso era para obtener el 10% del valor.
Cuando pasó el primer ciclón, se estaban vendiendo las toronjas a 1 000 dólares la tonelada. Solamente con los cítricos que tumbó, le arrancó al país de 15 a 20 millones de dólares, porque esa toronja surge temprano cuando nadie puede proporcionarla al mercado en esa fecha.
En 10 días pasaron dos.
Ustedes han visto las movilizaciones que se han hecho hacia Pinar del
Río, porque ahora hay que salvar la cosecha tabacalera. Eso ha presionado sobre las reservas en el
país, de productos y de todo, mucho; pero en Pinar del Río les dijimos: “Que no bajen de tal cifra, una cantidad de
materiales, y reponerla; que nunca estén por debajo, porque puede venir otro
ciclón.” Eso lo dijimos en Pinar del
Río con el primer ciclón, y a los 10 días estábamos otra vez en Pinar del
Río. Había pasado el segundo ciclón, y
al pasar el segundo ciclón, otra vez:
“Que no bajen las reservas mínimas esas”, aunque sea para los primeros
auxilios, llevar algo de techo o de alimentos.
Hay reserva de alimentos para esas situaciones. Y nos amenazaba un cuarto ciclón.
La actitud que adoptamos frente a situaciones difíciles
siempre es la misma, la damos como si hubiera ocurrido y nos ponemos a pensar
lo que hay que hacer. Creíamos que
íbamos a tener un cuarto ciclón en menos de un año, y cuando está a punto de
terminarse, porque dentro de unos días se termina el programa de reconstrucción
de todas las viviendas, reparación, reconstrucción o construcción de 160 000
viviendas que nos regaló el ciclón Michelle, teníamos que empezar a reparar las
viviendas que afectara ese ciclón; es decir, las condiciones climáticas
nuestras son siempre un elemento de riesgo dentro de nuestros planes de
producción de caña y de azúcar, y cuando pasa el ciclón hay que cortar a mano
una gran cantidad de esas cañas. Estoy
hablando de cosas objetivas.
Luego, cuando el precio del petróleo se eleva, va creando
situaciones. ¿Cuál era, por ejemplo, el plan de producción? Cuatro millones de
toneladas de azúcar. Programa de
insumo: 412 millones. Ingresos por los
2,9, después de separar el azúcar de consumo:
433 millones. De modo que en esa
circunstancia el trabajo de 450 000 trabajadores directos, 2 millones de
hectáreas y todo el capital invertido en industria y maquinaria, combinadas y
camiones, le producían al país alrededor de 30 millones de dólares. Con el nivel de cultura y conocimiento que
tiene nuestro país es algo que se entiende como dramático.
Hablando de precios del azúcar, debo decirles cómo fueron evolucionando este mismo año: en enero, 7,43; el precio promedio del petróleo hasta ahora ha sido 26,95, pero sigue creciendo, y las amenazas de guerra en el Medio Oriente —ahora van a hacer una guerra en Iraq— pueden elevar considerablemente estos precios. Nadie lo sabe, nadie está en condiciones de decir qué ocurriría con una guerra en Iraq, si se pone a 40 dólares. Se han elaborado planes de contingencia relacionados con una subida de precio violenta, por encima de 30, en que lo esencial sería garantizar servicios esenciales, alimentación, la electricidad, unas cuantas cosas y decir: atrincherémonos aquí esperando que pasen dos, tres o cuatro meses; porque se vuelve una situación sumamente difícil, ya no para el azúcar sino para todos los demás servicios de la economía.
No olvidar que el atentado terrorista de Nueva York le dio un fuerte golpe al turismo, que ya venía sufriendo algunas reducciones en los crecimientos porque el precio del petróleo había elevado los precios de los viajes, y la mayor parte de los turistas que viene a Cuba viajan desde 8 000, 9 000 kilómetros, la inmensa mayoría viene de Europa o Canadá; el aumento de los precios del petróleo eleva los precios de los pasajes, afecta. Pero junto a eso una crisis económica venía produciéndose ya, era evidente desde el año 2001, crisis internacional, eso afecta también los viajes turísticos.
De modo que el turismo fue creciendo en todos estos años difíciles, casi al 20% por año y, de repente, se reduce un 15%, un golpe fuerte ha afectado también otras exportaciones, las mismas exportaciones del tabaco.
Ya les decía como iba este año el azúcar: enero, 7,43; febrero, 6,25; marzo, 6,06; abril, 5,75; bueno, en abril se hizo imprescindible tomar con urgencia una decisión, el programa elaborado de siembra de este año de 20 000 caballerías era absolutamente imposible aplicarlo, habría sido una ruina, se vio claro.
Si usted analiza la existencia de azúcar en el mercado, aquellos acuerdos de protección de los precios de la industria habían desaparecido con el neoliberalismo y la globalización neoliberal; les ha pasado igual a los del café, y están bajo una catástrofe los países centroamericanos, por ejemplo, que dependen mucho del café. Es decir que los productos básicos de exportación de los países se han visto sometidos a problemas serios.
Fue en abril cuando se toma con urgencia una decisión, no se podía perder una semana más, no se veían perspectivas sino de los estimados de precio para el próximo año muy por debajo. Imagínense que hubiésemos sembrado las 20 000 caballerías... Ya había 8 000 preparadas y en parte sembradas, correcto, pero no se podía sembrar una hectárea más en ese momento. Ahí comenzamos a ahorrar, porque del gasto estimado, que ascendería a 412 millones —digamos, había que hacerlo en el 2002—, se inician medidas drásticas de reducción del combustible.
No se olviden
también que en abril se produce un intento de golpe de Estado fascista en
Venezuela que interrumpió los suministros y que estuvieron interrumpidos durante
meses. Eso también afectó, hubo que gastar más dinero todavía en la adquisición
de petróleo; usted los recursos disponibles tiene que invertirlos en
situaciones como esas, para problemas que son vitales. Entonces es cuando se toma la decisión de la
reestructuración de la industria azucarera.
¿Qué significa esto en lo económico —es muy importante—, esta
que estamos haciendo? Ya, ante la perspectiva de un producto al que no se le
ven muchas posibilidades, donde entonces también los especuladores son dueños
de ese mercado, nadie puede tener la seguridad de ningún precio.
Al exceso de producción hay que añadir: la India tiene 10 millones de toneladas de reserva, elevaron sus producciones a más de 10, a más de 15, habría que precisar algunos datos; algunos me dijeron que en Brasil la producción alcanza 20 millones de toneladas. La caña que habían sembrado en un momento determinado para producir alcohol, porque el petróleo estaba muy caro —en la época en que llegó hasta a 35 dólares el barril, como les decía, sembraron grandes cantidades de caña para producir alcohol en vez de gasolina, porque la gasolina valía 500 dólares—, después, cuando empezaron a bajar los precios del petróleo en un período, convirtieron esa caña en azúcar.
México incrementó también las producciones de caña; Estados Unidos debía adquirir una parte y no la adquirió. Es decir, muchos países incrementaron, ahora la situación que tienen es bien dura.
Pero no solo en esto está, casi podría decirse, el principal enemigo de los precios. La industria alimenticia desarrolló, a partir del maíz, la fructosa, producto natural que tiene más poder edulcorante que el azúcar. Recuerdo los tiempos en que decían que unas pastillas que daban para los que no consumían azúcar, que sí tenían efectos en la salud; ya en este caso no se puede decir, porque sale de un producto natural, el maíz. Le aprovechan la proteína por otro lado y otros productos. Tiene mucho más poder edulcorante y cuesta la mitad que producir una tonelada de azúcar de remolacha o de otro origen.
Si hemos visto, así, cómo ha ido bajando, que ha sido una tendencia a bajar, a bajar, ahora con una crisis internacional los países pobres también se ven obligados a comprar menos azúcar, no se le ve perspectivas futuras, no hay ninguna base lógica para pensar que el precio vaya a remontarse y ponerse aunque fuera en 12.
No había más que una cosa lógica para hacer: reestructurar la industria. ¿Qué significa? Sencillamente seleccionar los mejores centrales, con las mejores tierras, que producen o pueden producir el azúcar a un costo por debajo, incluso, de los cuatro centavos. Se han seleccionado, de los 155 centrales, los 71 que pueden alcanzar esa meta, según todos los cálculos, los esfuerzos que se vienen haciendo, el trabajo que mencionó Ulises aquí de composición de cepa, etcétera, para reducir esos costos por debajo de cuatro; si se pone a cuatro y medio, por lo menos usted no pierde dinero de otros ingresos que obtenga el país. El país exporta tabaco, el país exporta níquel, el país recibe ingresos por el turismo, el país recibe ingresos por servicios, hay una fuente de ingresos del país con la cual ha podido ir sosteniéndose; pero cuando se llega a un punto como este es imposible planificar la siembra de 20 000 caballerías, imposible producir el azúcar como lo veníamos produciendo hasta ahora.
Bien. Pero reestructurar no significa una cosa traumática, dejar 71 centrales de los 155, no; 71 centrales bien seleccionados. Aquí está el “Lincoln”, por ejemplo, 71 centrales azucareros, y 14 centrales mieleros, para producir miel enriquecida, son 85; 70 se descartan como productores de azúcar. ¿Es grande el trauma? No, porque en los últimos cinco años han estado parados alrededor de 45 centrales, casi todos estos, excepto dos o tres, han estado cinco años parados; en los últimos cinco años un promedio de 45, y en la última zafra eran 50, en esta que pensábamos llegar a una producción de 4 millones. Realmente los que se paralizan definitivamente son 20 centrales más que los que hubo en la última zafra. Pareciera un trauma terrible; no, hay una apariencia en eso, puesto que como teníamos un promedio de 45 y en la última 50, de hecho se paralizan 20 centrales más que los que había.
Según los fundamentos por los cuales se hace la reestructuración, esto significa el ahorro de 200 millones de dólares, con la reestructuración y el plan de producción, y el ingreso de alrededor de 100 millones de dólares.
Hay
algunos países del Tercer Mundo que subsidian el azúcar; Brasil, por ejemplo,
subsidia con muchos millones de dólares la producción azucarera, porque si se
cierran equis centrales, se produce un problema social muy serio por los
cientos de miles de personas que se quedan sin empleo. Es imposible, y esa es
una de las causas de los dolores de cabeza más grandes que tienen productores
de azúcar de caña.
En México tengo entendido que los centrales que habían privatizado cuando surgieron ilusiones, ahora el Estado se está haciendo cargo de ellos. El papel del Estado en el capitalismo es, cada vez que una industria se arruina, cargar con todos los costos y con todos los gastos. En cualquiera de esos países, cerrar un central es una tragedia.
En nuestro país no ha sido una tragedia tener 50 centrales sin funcionar en el año 2002. Ningún trabajador quedó sin su protección, sus ingresos, no le faltó nada. Nuestro Estado socialista podía parar 45 centrales, sin que se enterara nadie; al contrario, en los centrales azucareros mejoraron muchas cosas, han ido construyendo viviendas, han ido mejorando la alimentación de los trabajadores, han ido haciendo hasta actividades de tipo cultural, han ido organizando, han ido creando una estructura de producción de caña en condiciones que favorecen esta tarea.
Ahora lo único que hay es una decisión que paraliza definitivamente los centrales que ocasionan grandes pérdidas, y, lejos de crear problemas, conocemos la gran comprensión que han tenido los trabajadores azucareros, industriales y agrícolas, con los cuales se han reunido, después de organizar bien la actividad y tan pronto como fue posible. Acuérdense que fue en abril que se tomó la decisión.
Públicamente yo expliqué la necesidad de hacerlo, pero todo el mundo sabía que se iba a hacer una reestructuración. Entonces, sí había preocupaciones, preguntas, y ya esos problemas prácticamente están resueltos.
Ningún trabajador se afecta en lo más mínimo y, por el contrario, se beneficia considerablemente.
Por lo pronto, el país ahorra 300 millones de dólares, es como un aporte a la economía de 300 millones de dólares. Se dejan de gastar 200 y se ingresan alrededor de 100; si se diera alguna subida coyuntural de precio, sería un poco más el ingreso.
Esos centrales que permanecen tienen capacidad de producir hasta 4 millones de toneladas; incluso, los que producen miel, si se estimase conveniente por un auge de precios, pueden producirla. Sabemos lo que produce cada hectárea, si usted riega, si usted emplea fertilizantes y tiene suficientes computadoras, o tenemos todos suficiente capacidad de sacar cuentas para saber que nos colocamos en una situación donde no puede haber ningún daño, y, al contrario, se puede aprovechar cualquier ventaja.
Les decía que esto era histórico. Bueno, antes quería decir algo. La reestructuración no significa la desaparición del ministerio ni mucho menos, ni los cientos de miles de excelentes trabajadores tan bien organizados y con tanta conciencia adquirida a lo largo de la historia, y, sobre todo, a partir de las luchas prerrevolucionarias y las luchas revolucionarias de nuestro país. Es muy justo que busquemos que esa fuerza produzca mucho más para el país, para la economía.
La industria azucarera no desaparece ni mucho menos, por el contrario, va a desarrollar otros renglones. Les puedo citar, por ejemplo, algunas de las producciones importantes: azúcar, entre ella, las 600 000 ó 700 000 que consumimos nosotros, en las cuales podemos ahorrarnos algo más de 40 millones. Fíjense, están los ingresos que se obtengan por la vía de producirla a menos de 4 centavos y seguir luchando por rebajar más; la que consumimos nosotros, que no se exporta, ahorramos en ella más de 40 millones de dólares. Nuestra azúcar, la que compramos, le costará al país 40 millones de dólares menos en gastos. Vean ventajas.
Producirá energía. La industria ha mejorado considerablemente la producción de energía a través del bagazo que disponen. Miel final, aparte de los 14 centrales mieleros, los 71 estarán produciendo su correspondiente porcentaje de miel. Miel enriquecida, que es otra, no es la miel final, sino la miel enriquecida la que van a producir estos 14 mieleros. Azúcar líquido, que se utiliza mucho en la industria alimenticia; levaduras, que es una forma de proteína de diversos usos; azúcar orgánica, que el mundo aterrorizado con los pesticidas y con todo eso demanda cada vez más productos orgánicos que no reciben pesticidas ni fertilizantes ni herbicidas, sino se fertilizan con abono; cera de caña para la producción de alcoholes de alto peso molecular, en dos palabras, para la producción de PPG, un producto cada vez más admirado dentro y fuera del país; sorbitol, otro producto que tiene distintos usos en la industria; furfural, ácidos grasos, confituras, y otros productos tradicionales o nuevos. Constantemente se están buscando nuevos productos. Hay, por ejemplo, un alcohol que llaman refinado, es un alcohol de altísimo grado y que tiene un alto precio; pero mercado hasta ahora limitado. A medida que crezcan los mercados de algunos de estos productos, usted puede decidir que el mielero tal se dedique a producir alcoholes de ese tipo, o el central tal, lo que económicamente, y después de sacar bien las cuentas, produzca más para el país.
Otra cosa: El
Ministerio de la Industria Azucarera en las áreas excedentes producirá
vegetales, viandas, leche, carne, frutas y otros alimentos; adicionalmente,
cultivos para madera y pulpa que sea quizás uno de los más prometedores, a
partir de los precios altísimos que tienen la madera y la pulpa por la
creciente escasez de bosques en el mundo.
Por ahí están estudiados los proyectos, proyectos que en algunos casos pueden cambiar, puede surgir un producto que dé una rentabilidad mayor.
Ellos producen también abono orgánico; la posibilidad de organopónicos es considerable, porque los organopónicos podrán algún día exportarse y pueden ser cultivos altamente rentables.
El hecho es que se dispondrá de un millón de hectáreas, algo más de un millón de hectáreas, muchas de las cuales no están cultivadas, reservadas para la caña.
Las fuerzas que se liberan no son muy numerosas en total. Estos 20 centrales que se cierran, los cuales se añaden a 50 que estaban parados, implican un excedente de fuerza de trabajo que oscila entre 58 000 y 60 000 trabajadores. Gran parte de ellos han tenido sus empleos, sin funcionar el central en una tarea u otra, ayudan. De modo que la capacidad potencial de empleo, mediante el estudio, no excede de los 60 000, es la realidad.
Felizmente, junto a la necesidad de reestructurar, buscar solución para esos trabajadores, surgió un plan de superación para todos los trabajadores de la industria azucarera que deseen utilizarlo, y hasta este momento, ¿cuántos son los que optan por el programa de estudio como empleo? Creo que son 33 200, más o menos, ¿cuántos son, Ulises? Treinta y tres mil ciento setenta están inscritos. ¿Y saben cuántos hay en total inscritos en el curso que comienza en este histórico día? Ochenta y cuatro mil doscientos setenta y uno, ¿no es esa la cifra? Veamos, hay cincuenta y un mil y tantos que son trabajadores que continúan laborando, se acogen a los cursos de superación, y siguen trabajando. Así que este programa que se concibió para aquella fuerza excedente, viene ahora y se extiende a todos aquellos que continúan trabajando, de lo contrario tendrían una desventaja, y hay de estos 51 000 inscritos en los cursos de superación. De modo que no se trata solo de cursos para aquellos que queden excedente, sino para un número mayor; nadie sabe adónde va a llegar la cifra total, seguro que puede llegar a 100 000.
Recuerdo las escuelas para educación integral de jóvenes, al finalizar el curso eran 86 000; en este momento están matriculados 116 000 jóvenes entre 17 y 30 años, con todas las posibilidades de estudio. Hay más de 30 000 que son bachiller y podrán pronto comenzar estudios superiores. Los que lo deseen, pueden encontrar empleo o pueden seguir estudiando. Cualquiera de estos trabajadores de los cursos de superación puede estudiar, lo que quiera, prácticamente lo que quiera. Se rescata una fuerza de trabajo y se le prepara, y en cualquier momento en que hagan falta, industrias nuevas que se instalen allí o en otro lugar, podremos tener personas que trabajan en mecánica y se han hecho técnicos medio, o son técnicos medio y se han hecho ingenieros, o son ingenieros y se superan y se convierten en másteres o en doctores en ingeniería. Vean eso.
Ahora bien, ustedes saben que los niveles promedio de conocimiento de nuestro país rebasan ya el noveno grado; y eso no lo dice todo, lo va a decir más en un futuro próximo, porque los alumnos graduados de noveno grado, yo les aseguro que con las técnicas que se están aplicando, los programas que se están llevando a cabo, tendrán tres veces más conocimiento que lo que hoy tiene un graduado de noveno grado.
Pero hay también áreas campesinas donde algunos no han llegado al sexto grado, hay muchos que se alfabetizaron; no tengo todos los datos por edades, el promedio de edad está entre 30, hay decenas de miles de jóvenes matriculados que pueden estudiar lo que quieran, y tienen asegurado lo que ningún país del mundo puede hacer, no solo porque el sistema no se lo permite, sino, porque necesitan una reserva de fuerza de trabajo; nosotros tenemos reserva estudiando, preparándose.
Nosotros podemos tener 19 alumnos por maestro primario, pero podemos tener 20, ó 19, ó 18, ó 17, ó 15. Es mejor la calidad, como vamos a hacer en secundaria.
Hoy un profesor le da clases a un grupo de 40, y tiene en total 200 ó 300 alumnos, no saben ni cómo se llaman los muchachos, ni tienen relación con la familia.
El programa que estamos haciendo en secundaria tiende a un profesor que da las distintas materias, 1 profesor cada 15 alumnos. En el mundo nadie tiene eso.
Todo esto que les estoy diciendo de la educación explica el porqué la seguridad absoluta y total de que nos iremos por delante de todos los demás, porque sabemos lo que pasa en todos los demás lugares, y la imposibilidad de que apliquen las medidas que nosotros estamos aplicando.
De modo que hay un número de ellos, unos 7 000 que en esas escuelas harán estudios de sexto grado, y después de séptimo y octavo; todos los demás están por encima de sexto grado, muchos de secundaria básica.
Veintidós mil doscientos treinta y nueve recibirán cursos para bachiller. Me imagino que cada uno escogerá, si un hombre tiene 35 años y es bachiller, le harán un refrescamiento de los conocimientos y puede estudiar una carrera. A los 40 años le pueden quedar 20 años de trabajo; si tiene 20 es mejor; si tiene 35, puede trabajar hasta los 65.
Hay muchas personas con 70 años y no se retiran, un montón de trabajadores profesionales y trabajadores intelectuales que no se retiran a los 60, y hay algunas carreras que con 80 siguen trabajando, sobre todo en la esfera intelectual.
Bien: 10 639 en cursos de nivelación para nivel superior; 5 495 profesionales universitarios, porque ellos, en esta reestructuración que se ha hecho por una comisión gubernamental, con el ministerio y las organizaciones, han trabajado en la elaboración de estos programas que son tentativos. Puede ser que una cifra de estas cambie, no solo sean los que estudien bachiller, sino otros que nivelen o refresquen los conocimientos; de modo que pueden llegar a ser 20 000, 30 000, 40 000 los que opten por estudios universitarios, y los que ya son graduados universitarios opten por otros títulos.
La industria azucarera sola aporta 4 433 profesores, ya no estoy hablando de la lista aquella, que en este momento alcanza —como dije— los 84 271.
Vean una forma de empleo, ellos en la reestructuración, revisando bien, no solo los que trabajan en la industria, sino en las estructuras o en las empresas de apoyo, pueden disponer de miles de profesionales universitarios y, por lo pronto, no solo cinco mil y tantos van a realizar estudios siendo ya graduados universitarios, sino que aportan 4 433 maestros. Ya ven ustedes una forma de empleo, esos trabajadores se convierten en maestros.
Aquí tuvimos la suerte de ver a quien fuera maestra y después durante muchos años responsable de cuadros, el orgullo con que planteó aquí convertirse en maestra de los trabajadores azucareros. Es impresionante lo que dijo, el entusiasmo con lo que dijo aquí. Ya este programa está creando por esa vía 4 433 maestros que enriquecen los cientos de miles, más de 200 000 profesores, del Ministerio de Educación. Vean las ventajas.
El Ministerio de Educación aportará 1 617. No hay que construir ningún edificio, esas clases empiezan a las 5:00 p.m., ya no hay alumnos, y en todos esos centrales, como en todo el país, están las escuelas secundarias, con laboratorios de computación y medios audiovisuales. Una de las primeras cosas que ya pueden estudiar, con un nivel determinado, es computación, sin que se gaste un centavo; si acaso, en determinado caso, ampliar el número de máquinas; sin construir nada; los medios audiovisuales, sin gastar un solo centavo; unos maestros que no significan un solo gasto en el incremento del presupuesto de educación.
Yo pienso que ellos quieran seguir siendo trabajadores azucareros y, si así lo desean, hay que respetar el derecho de esos maestros.
Todo se enriquece, las perspectivas futuras se enriquecen, y hay solo 84 000, veremos.
Cerca de 100 centrales azucareros tienen escuelas técnicas, construidas hace un número de años por la Revolución, lo tienen todo. Y si hay que preparar más locales, cualquiera de esos locales que se liberan se preparan.
Ahora lo que hay es que prestar atención a todo lo que ocurre día por día, a cuánto asciende, cuántos se embullan a estudiar y no como empleo, sino por superar sus conocimientos. Yo les puedo asegurar que hay en el país una fiebre de estudio.
Idiomas seguramente estarán incluidos en los programas, computación, conocimientos generales, medios audiovisuales, programas que se trasmiten directamente por televisión.
Les puedo asegurar que dentro de algunos meses, siete meses tal vez, ocho meses, todas las capitales de provincia y gran parte de las áreas rurales tendrán ya el canal televisivo, el nuevo canal, que hoy alcanza la Ciudad de La Habana, la provincia La Habana y Santiago de Cuba. La población irá siendo informada el día en que se echen a andar. Están haciendo las últimas comprobaciones en una provincia, pero no quiero robarle la noticia a la televisión educativa, que sean ellos los que digan qué día comienza.
Así que nuestro país tendrá, finalizando este curso ya, para más ayuda a todos estos programas, el Canal Educativo; pero tiene, además, 12 horas en los otros canales, 2 horas sábado, 2 horas domingo. Crece el poderío educativo.
Hay otras cosas que no menciono: este país está haciendo un centro educacional de excelencia de nivel superior; pero no debemos adelantarnos a los acontecimientos. Ya está hecho y funcionando, y llegará a tener, pensamos, 10 000 alumnos. Ya los primeros 2 000 están estudiando, escogidos entre los mejores graduados de bachiller del país. No es poca cosa ese capital cuando eche a andar, se lo aseguro. Se ve por todas partes; mientras en otras partes las universidades se cierran y los presupuestos disminuyen, aquí los servicios al pueblo, en cuestiones vitales, se incrementan, se duplican o se triplican, especialmente en calidad.
Todos ustedes fueron testigos de las 779 escuelas de la capital que se reconstruyeron, entre ellas 33 nuevas, 779 escuelas, y se hizo en menos de dos años. Se empezaron a construir como en noviembre o diciembre del 2000. Cuando los visitantes vienen, no pueden creerlo.
También tenemos planes pilotos llevándose a cabo en la educación secundaria y miles de alumnos; alrededor de 7 000 profesores emergentes tendremos el próximo año para la enseñanza secundaria bajo los nuevos principios. No hay que pensar en cantidades, hay que pensar en calidades.
Vean si tiene o no importancia este momento. Esto es algo más que el objetivo inicial, que era el empleo como estudiantes para los que en la industria azucarera resultaran excedentes.
Han sido reorganizados no solo de los centrales, sino también en todas las empresas de apoyo que tiene el ministerio se ha estado realizando un excelente trabajo, y mientras mejor sea, más enviaremos a estudiar; pero con una ventaja: que ya no tendrán que viajar a la Colina Universitaria, a La Habana, o a Santa Clara, o a cualquier otro lugar para estudiar una carrera universitaria. Desde el propio central azucarero estudiarán esas carreras, de su casa caminando, y hasta de algunas de las cooperativas agropecuarias o UBPC pueden ir allí en su caballito.
El hecho real que hoy podemos proclamar aquí es que cada central azucarero se convierte en una sede universitaria (Aplausos). Hay que ver cuántos bachilleres hay que no hayan terminado la carrera. Se convierte en sede universitaria, repito, eso sí que es una cosa extraña en el mundo, ¿verdad?, cualquier pueblo que tenga una secundaria básica o un tecnológico.
Cuando haya que hacer una escuela la hacemos, y la podemos hacer si ahorramos, si el dinero no lo tiramos por la borda, si no tiramos por carretilla al mar las divisas, y se están ahorrando, y no crean que en esto solo, se están tomando una serie de medidas que ahorran divisa, y no solo eso: se incrementa la producción de petróleo y de gas del país, y ya este año, finalizando el año, estaremos produciendo el equivalente de 4 100 000 toneladas.
Otra cosa, ya el año que viene prácticamente toda la electricidad se estará produciendo con nuestro combustible. ¿Qué significa eso? "Guiteras”, solo cuando eche a andar, en virtud de determinadas inversiones ahorrará, a los precios que tiene el fuel oil ahora, 50 millones de dólares de combustible, y Cienfuegos, que es la única central eléctrica que falta, con una inversión inicial —otra hay que hacerla durante los próximos dos años—, estará ya ahorrando 30 millones de dólares.
Sumen 50 más 30: 80, y simultáneamente hacemos inversiones en perforaciones petroleras, priorizadas de forma absoluta; inversiones también en empresas mixtas en tierra. El petróleo que se comparte con las compañías internacionales cuesta un poco más caro, pero el nuestro puede ser producido en 40 dólares la tonelada, cuando el fuel oil se adquiere en 160 dólares en este momento. En las mixtas, somos socios, el costo del petróleo es un poco mayor, porque en ese caso hay que añadir la parte que corresponde a la empresa extranjera asociada, la cual se reduce en determinada medida cuando la inversión es amortizada. El costo vendrá a ser alrededor de 60 dólares la tonelada. Puedo añadir que ya está el programa de inversión en petróleo para alcanzar el próximo año 4,8 millones de toneladas de petróleo y gas. Un incremento de 700 000 toneladas de petróleo equivalente, que sirven no solo para sustituir el fuel oil en las plantas termoeléctricas, sino también para otras importantes producciones.
Para continuar incrementando el aprovechamiento del gas asociado, se concluye este año la segunda etapa del ciclo combinado en Matanzas; está en producción la primera. Se construye y se usa en parte la primera etapa, aquí al norte de La Habana, de otra planta. Las dos plantas significarán aproximadamente la capacidad de uno de los reactores nucleares que tanto tiempo estuvimos haciendo en Cienfuegos. Trabajarán las 24 horas y aprovecharán casi el 60% de la energía contenida en el gas.
Son avances de un tipo, de otro, de otro, y sumando y sumando, pudiera ser posible que nuestro país dispusiera, el próximo año, de unos 600 millones de dólares en recursos más que este año, en medio de toda esta situación, y siempre preparados para tiempos difíciles. Tienen que contemplar todas las variantes.
Si se agudiza la crisis económica, si se produce una guerra, nadie sabe las consecuencias de esa guerra en uno de los principales productores de petróleo, es el país que tiene una de las mayores reservas del mundo, ¡de las mayores! Tenemos que estar preparados y organizados para la respuesta en el campo económico pertinente, siempre sabiendo lo que es sagrado y lo que es fundamental, y eso no se toca. Este es un país preparado perfectamente para resistir tres meses, cinco meses, seis meses si hubiera que hacer restricciones especiales, digamos, por problemas de esta índole.
Esa es la situación actual de nuestro país, en la cual se enmarca esta reestructuración, este acto que estamos celebrando, y el inicio de las clases para ochenta y cuatro mil y tantos compatriotas.
Sé que he sido extenso; pero me parecía necesario ocupar la atención de ustedes para ofrecerles los elementos de juicio que considero conveniente un día como hoy, para que haya el mayor conocimiento de lo que estamos haciendo.
Son ideas nuevas que han surgido, les advierto, en medio de
la batalla de ideas; en situación en que el país ha creado, se ha organizado,
ha desarrollado capacidades. No ignoro
errores, pero tiempo hay para hablar de errores, cada vez que se puede se
habla, siempre con la consigna de decir la verdad al pueblo, sin ningún género de temor, es lo que contribuirá siempre a
cada vez más cultura política.
No sé cómo se pueden arreglar esos países con desastres tan grandes, digamos, por ejemplo, hay países donde gobiernos recién electos, que tenían el apoyo del 70%, hoy tienen el apoyo del 12%, del 13%, del 14%. ¿Cómo se pueden resolver los graves problemas sociales de cualquier país sin el apoyo de una mayoría de la población, por lo menos, sin el apoyo de las masas? Todo el mundo sabe que nadie confía ya en ningún partido, ha sido demasiado tiempo prometiendo, prometiendo y prometiendo, por un camino que conduce hacia el abismo.
¿Podríamos nosotros resolver los problemas que estoy mencionando si nuestro pueblo no tuviese una confianza total en nuestro Partido, en nuestras organizaciones juveniles, en las organizaciones obreras, de campesinos, de estudiantes, de mujeres, en los CDR, de millones y millones? ¿Alguno de ustedes se imagina que podríamos abordar problemas de esta índole en estos momentos sin esa confianza, sin esta unidad de un pueblo al que nunca se le ha engañado, de un pueblo que ha sido capaz ya de escribir la proeza que no habría escrito ningún otro país? Es difícil resistir 43 años de bloqueo y haber hecho lo que ha hecho en 10 años de período especial. Va llegando la hora de cosechar los frutos.
Por lo pronto, cuando el período especial llegó para todos los demás y algunos proclamaron que era el fin de las ideas del socialismo, aquí tienen a un país prosperando, avanzando, haciendo cosas que ni en sueño puede ocurrírseles a los países que viven bajo el sistema capitalista. Sí, se va convirtiendo el caso de la proeza nuestra en caso único en la historia.
Ahora veremos cómo salen ellos de su período especial con todo el consumismo que han creado, la pobreza mundial, los 2,5 millones de millones de deuda. Sería interesante observar los acontecimientos, y siempre informándolo: lograron esto, han obtenido un pequeño avance, han retrocedido por aquí y por allá. Y nuestro pueblo tendrá la cultura más que suficiente para conocer lo que es el mundo, lo que está pasando en el mundo. Es por eso tan importante la historia, la de nuestro país, para que sepan dónde está ocurriendo y cuáles fueron las raíces de lo que hoy hace nuestro pueblo; y en el mundo, porque en el mundo realmente se han globalizado las comunicaciones, todo, la economía, se ha impuesto una globalización neoliberal y los ha conducido a esta situación actual.
Debemos seguir trabajando con más ahínco, preparados siempre para cualquier situación difícil que se presentara, profundamente esperanzados, porque se hace sobre bases sólidas, en el porvenir que nos espera.
No tengo nada más que añadir, y concluyo con la seguridad de que más que nunca cada patriota y cada revolucionario cubano, que ya es un título honorífico grandioso, cumplirá con su deber.
¡Viva el socialismo! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación)