Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz, en la inauguración de la imprenta “Alejo Carpentier”, en Ciudad de La Habana, el 27 de abril de 2002.
(Versiones
Taquigráficas - Consejo de Estado)
Querida
Lilia, viuda de Alejo Carpentier;
Distinguidos
invitados;
Compañeras
y compañeros:
Se han dicho tantas cosas valiosas e interesantes en la tarde de
hoy, que yo me he quedado, prácticamente, sin nada que decir, quizás algunos
datos. Bueno, casi todos están
dichos. A mí lo que me prestaron fueron
los datos y los demás traían ya su discurso elaborado y muy buenos por cierto.
Ya se dijo lo que ocurrió el 31 de marzo de 1959, fecha en que se
crea la Imprenta Nacional de Cuba, y que en 1962 se crea la Editorial Nacional
de Cuba, dirigida por Alejo Carpentier.
Es difícil encontrar mejor escritor y mejor ser humano, entre tantos y
tantos, como los que posee o poseyó nuestro país, que el nombre de Alejo
Carpentier para ponerle a esta imprenta.
A mi memoria venía aquella tarde, hace un número de años, cuando
la escasez de recursos era tal, o tal vez el olvido, en que él llegó con
los 40 000 dólares que le entregaron
junto al primer premio “Miguel de Cervantes” que se concedió y lo llevó para
donarlo. Nadie se lo había solicitado,
nadie lo había planteado. Recuerdo
también que aquellos 40 000 dólares se entregaron para comprar pinceles y
materiales para los pintores, había gran escasez.
No puedo precisar ahora el año exacto, fue en el setenta y
tantos. ¿Cuándo se creó el premio
“Cervantes”? (Le dicen que en 1978.) No
estábamos tan mal, de modo que la palabra olvido no está mal empleada. Sí, porque a veces nos olvidamos de cosas
que no deben ser olvidadas.
El 23 se celebró el Día Mundial del Libro, el 27 de abril se creó
el Instituto Cubano del Libro, queríamos inaugurar esta imprenta, más o menos,
como homenaje también a esas dos importantes fechas para el libro en el mundo y
para el libro en Cuba.
En los cuatro primeros años del Instituto Cubano del Libro, se
editaron más de 3 000 títulos de
autores cubanos. Debo señalar que con
los libros que se editaron ya, en el 2001 y el 2002, se completaron los 1 000
millones de libros editados por la Revolución.
Mil millones de libros en 43 años es una cifra que impresiona, a pesar
de que durante casi 10 años el total de volúmenes que pudieron imprimirse para
el pueblo, para la población, incluidos los libros escolares, que en conjunto
un año llegaron a ser 50 millones, quedó reducido a menos de 10 millones, y en
otro fue alrededor de 5 millones. Ya el
pasado año 2001 se alcanzó la cifra
—por aquí están estos datos, y esto me pasa por cambiar el orden de las cosas— de más de 19 millones de
libros; en el 2000 habían sido casi 10 millones, este año esperamos sobrepasar
aquella cifra.
Con seguridad que será un motivo de satisfacción para todos la
inauguración de esta imprenta. A mí me
trae el recuerdo del mes de julio de 1977 cuando se inauguró una importante
imprenta en Guantánamo; después, en diciembre de 1983, se inauguró otra
importante imprenta en Palma Soriano.
Son los antecedentes que recuerdo, durante la Revolución, cuando se
inauguraron, o yo participé en la inauguración de una moderna y gran imprenta. Debe haber habido otras imprentas y talleres
o modernización de los mismos.
Ciertamente se alcanzó una capacidad de 50 millones de libros, en
un año llegaron a imprimirse —después me encuentro por ahí el año exacto de los
cincuenta—, y ahora esta; pero esta, a mí, por lo menos, me produce una
especial satisfacción, porque nunca como en estos tiempos podemos apreciar el
inmenso valor del libro. En aquellos
tiempos teníamos una idea, ahora tenemos una plena conciencia. A esa satisfacción se une, además, el hecho
de que es una joyita de oro esta imprenta.
Antes de comenzar el acto la recorrimos, pudimos ver en unos
minutos cada una de las máquinas.
Realmente, hace falta más tiempo para ver la actividad de los
trabajadores, que parecen ya veteranos y es un colectivo nuevo, del cual una
gran parte, más de la mitad, quizás el 60%, tiene menos de 35 años, y algunos
que tienen menos de 20 años; fueron bien preparados, hay otros que tienen ya
más experiencia. Son 140 trabajadores
en total y tienen una jornada de trabajo fuerte.
(Le dicen: “¡Fidel te
queremos oír y no podemos!”)
Bueno, ¿si no me oyes cómo te puedo contestar? (Risas.)
¿Hay muchas personas por allá?
(Le dicen algo.) Bueno,
defiéndanme, que yo no tengo ninguna culpa si no pusieron un buen altoparlante
por allá.
Les hablaba del grupo de trabajadores, un excelente grupo, estoy
seguro de que le van a sacar el máximo de provecho a esta planta. Son excelentes máquinas, con gusto le
entregamos al representante de la industria de Alemania, esta tarde, ese
reconocimiento. Allá creo que se
inventó la imprenta y allá hemos adquirido una excelente imprenta.
Desde luego, aquí Alvariño explicó cuándo se decidió crearla a
finales de marzo del 2001. Sí, se
trabajó rápido, se buscó un local, había espacio, se construyeron obras civiles
adicionales; es decir, se amplió la edificación que estaba aquí y, además, se
reconstruyó la que existía.
Se ve limpia, sin ocupar mucho espacio, en virtud de la
productividad de las nuevas máquinas, y con una capacidad de producción de 15
millones de volúmenes, medidos en volúmenes de 200 páginas; si fueran de 400
sería la mitad, si fueran de un promedio menor serían más volúmenes. Se pueden hacer 150 títulos de 100 000
ejemplares, no habrá que hacerlos todos de 100 000 ejemplares, habrá algunos
que puedan sobrepasarlo, e incluso es difícil hacer una planificación exacta,
porque hay que dejar una capacidad determinada, como reserva, para cualquier libro, con relación al cual
surja la necesidad de imprimir. Tenemos
el caso, por ejemplo, de los poemas de uno de nuestros héroes; se han impreso
cosas nuevas que aparecen, no se puede planificar la totalidad. Desde luego, tenemos otras imprentas con
capacidad, pero esta es la que puede imprimirlos más rápido y a menor costo. Es, hasta ahora, la vanguardia.
Quisiéramos volver a recuperar la anterior capacidad. Ahora tenemos una capacidad de 37 millones,
35 entre esta y las demás plantas, dos de ellas mencionadas, la de Palma
Soriano y la de Guantánamo. Hay que incluir
las 15 máquinas Risso, máquinas ligeras de impresión, que en este mismo período
se instalaron en todas las provincias y que pueden imprimir cientos de
títulos.
Se ha creado hoy ya en nuestro país, sin necesidad de esperar
muchos años, la posibilidad de imprimir cualquier obra de cualquier escritor
local o cualquier joven que se destaque —hay una comisión encargada de eso—, y
las direcciones municipales de cultura de cada uno de los municipios del país
tienen la computadora correspondiente para hacer el disquete y enviarlo a la
capital de la provincia, donde están esas máquinas, y, en cuestión de semanas o
menos tiempo, se puede imprimir algún volumen pequeño o un poco mayor, en
dependencia de la obra, con un número limitado de ejemplares, algo muy difícil
de hacer en una imprenta grande, 500, 600,
1 000, 1 200. Ya hemos visto
unos cuantos de esos ejemplares, y algunos cientos de ellos se presentaron en
las ferias. De modo que nuestra
capacidad no solo ha crecido, sino es una capacidad más flexible, se pueden
editar volúmenes de distintos tamaños y cifras de ejemplares mayores o
menores. Hay que darle un uso muy
racional a todo eso.
Costo de esta planta, hay que hablar de costo: en pesos, fueron 2,2 millones de pesos; en divisas convertibles, se divide en dos
partes: inversión civil, todo lo que se construyó, más las instalaciones de
climatización, sistema contra incendio, etcétera, etcétera, hubo un gasto de 814 202 dólares; inversión industrial y
puesta en marcha: 2 733 928 dólares
—aquí están hasta los centavos—; costo total de la imprenta: 3 752 978 dólares.
Como pueden ver, para una industria con una capacidad de
producción tan grande y una calidad de los productos como puede elaborar esta
planta, no es un costo grande. Si se
comercializara el libro aquí en términos capitalistas, y sabiendo lo caro que
se venden los libros en el mundo, esta planta podría producir valores
equivalentes, tal vez, a 30 ó 40 millones de dólares. Casi podría pagarse en un año, a toda capacidad.
Nosotros el libro ahora no lo vendemos tan barato, como aquellos
de 20 centavos, por dos razones: una,
porque no tenemos los recursos que teníamos entonces. Hoy calculamos el costo en divisa —no el costo de la
amortización, digamos, de la imprenta ni mucho menos, sino el costo en papel y
demás materiales de impresión, no contamos nada más— alrededor de 20 a 1 en
pesos nacionales. Se subsidia el libro
dentro de niveles soportables para la economía.
La otra razón es que aspiramos a que en
un futuro se puedan imprimir y distribuir muchos más libros. A partir del actual proceso de desarrollo
educacional y cultural, ¿quién puede adivinar las necesidades de nuestro país
en un futuro próximo? Y si lo ponemos a
20 centavos lo más probable es que no podamos producirlos, lo más probable es
que el número sea muy limitado.
Por ejemplo, con su total capacidad de producción, esta imprenta
debe emplear no menos de 3 millones de dólares en papel.
Hace unos minutos, Alvariño me estaba dando la buena noticia de
que ya tienen adquirido, a muy buen precio, todo el papel que necesita la
planta este año y el año próximo. Muy
buen precio quiere decir adquirir el papel gaceta a 530 dólares; eso es muy
bueno, en el momento en que un precio baja, adquirir la materia prima, hacer el
compromiso de adquirirla. No quiere decir
que se pague de inmediato, se va pagando a medida que se va necesitando. Y el papel bond o como se llame, el de más
calidad, lo adquirió a un poco menos
de 900 dólares; a veces el precio es 1 100, 1 200.
Puedo asegurar que ya todo el papel de este año y el año que viene
está comprometido a esos precios. Claro, son muchos los gastos que tiene que
hacer el país en muchas cosas, no es solo en el tipo de libro que imprimiremos
aquí para la población, hay que gastar en los libros escolares, hay que hacer
otros muchos gastos.
Es por ello que aunque a veces parecen caros algunos de los
libros, la razón es esa, y con seguridad que esos libros se venden a no más del
20% del precio que tendría ese libro en el mercado internacional, quiero decir,
en las tiendas y otros centros de distribución.
También nosotros compramos algunos libros que no han sido impresos
en nuestro país, hay que comprarlos, y también estamos vigilantes, cada vez que
por ahí a alguna casa editora le sobró, porque se equivocó y produjo más libros
de lo necesario, y es un libro que nos interese, lo compramos bien barato; los
libros buenos que se rematen en otros lugares, compramos los que nos interesen;
ninguna literatura chatarra de la que hablaba aquí Iroel, ¡libros buenos!,
porque no solo lo importante es el número de libros, cualquiera puede
decir: “Se imprimieron tantos y más
cuantos”, pero nosotros imprimimos más libros per cápita que nadie en este
hemisferio; incluso ya algunos índices se acercan a índices europeos. Pero lo que importa, vuelvo a repetir, es la
calidad del libro que se imprima. Sería
un crimen botar el dinero, sería botar el dinero gastar un centavo, gastar un
dólar en un material que no tenga ningún valor y que se imprime en el mundo;
hay que verlo. Y aquí se busca calidad
por encima de todo. De modo que alguien
puede decir: “Hemos impreso 60 ó 70
millones de libros”; pero si el 70% es literatura de esa que le han puesto ese
simbólico nombre de chatarra, entonces están imprimiendo mucho menos que
nosotros cuando imprimimos 30 millones de libros.
Son libros para la población y para las escuelas, ¿verdad? Hay muchos libros que tienen doble uso, un
libro de geografía puede servir para la población y para las escuelas.
Ya hablé del costo; de los trabajadores se puede decir mucho, que
el 38,5% son mujeres, el 80,35% tienen nivel de técnico medio, doce grado y
superior; hay algunos de once grado, 2,56%; de diez grados el 5,3%; de noveno
grado 10,26%, son prácticamente los que tienen menores niveles, de noveno
grado; porque hay que ver eso también, los conocimientos y el nivel de los
trabajadores de esa imprenta, conocimientos que, como sabemos, se irán
enriqueciendo cada vez más. Fueron bien
preparados, aquí se mencionó que estuvieron en Brasil, en Venezuela y también en
Alemania.
Hoy inauguramos esta obra, pero en la puesta en marcha imprimió 73
títulos y 4 090 465 ejemplares.
Bueno, la Feria del Libro este año recibió 3 657 042 ejemplares de
esta imprenta que hoy estamos inaugurando, así como de paso imprimió y aportó a
la feria esa cantidad de libros. En esa
producción ahorró 116 022 dólares, con relación a lo que habría costado en las
plantas de que disponíamos hasta ahora y con lo que tenemos que seguir
luchando. Está claro que tenemos que
analizar bien cómo están aquellas dos plantas mencionadas, que tienen bastante
espacio, y qué se puede hacer por ellas.
Sí, porque llegará el momento en que 50 millones no alcancen, está
claro, y creo que no está lejano ese tiempo; no va a ser el año que viene, pero
estoy casi absolutamente seguro de que antes de cinco años volveremos a estar
por encima de los máximos números de ejemplares que se impriman —y yo siempre
suelo ser conservador cuando hablo de una fecha— y, en dependencia, pueden
también recaudarse algunos fondos para mantenimiento, pueden exportarse algunos
libros, si se pueden producir al costo que se producen en esta. Si tienen la mejor tecnología y la capacidad
de nuestros trabajadores, no sé, en esas condiciones, no será tan fácil
excluirnos a nosotros del mercado.
Los trabajadores son fundamentalmente de esta zona, un gran número
de ellos, no tienen que trasladarse grandes distancias. Ya dije la cifra total que había producido
para la feria con 49 títulos, además colaboró con la producción de otros 12
títulos, con 551 891 ejemplares. En
total hay otros 429 000 que se habían impreso ya, por lo cual el número total
es de algo más de 4 millones de libros, como dije, son 4 090 485 ejemplares.
La feria, como ustedes saben, se desarrolló en 19 ciudades este
año; más que la Feria del Libro, fue el festival, la gran fiesta del
libro. Antes duraba una semana y era en
la capital, era la tradición; pero el año pasado muchos ciudadanos plantearon
en sus opiniones que estaba muy bonito todo, pero que ellos no habían podido
adquirir un libro, y tenían razón, porque ellos no vivían en La Habana, la
feria brillante, y, desde luego, la capital seguirá siendo el centro por donde
se inauguren las ferias, pero durante más de un mes. El año pasado fueron alrededor de medio millón de libros
disponibles, estarán realizándose ferias, este año fueron 5 millones los libros
disponibles.
Hay que ver que tuvo impacto realmente en cada una de las
ciudades. Es decir, el 47% de la
población total del país tuvo oportunidad de hacer contacto con la feria. Se estima que asistieron 2,2 millones de
personas a lo largo y ancho de toda la isla.
La estructura de títulos abarcó una amplia gama de intereses y géneros,
lográndose, finalmente, una presencia de más de 1 000 títulos. Para lograr lo anterior se desarrolló un
intenso trabajo editorial, para producir 332 específicamente para esta feria,
que significaron 4,8 millones de ejemplares.
El 28% de los títulos y el 73% del total de ejemplares se corresponde a
literatura orientada para niños y jóvenes.
Se logró disponer de 5,1 millones de ejemplares con un costo estimado
total de 1,7 millones de dólares. Ya
dije que la mayor parte fueron producidos aquí, directamente o cooperando con
otra imprenta.
Los costos unitarios de producción de todos esos libros
disminuyeron un 23%, contra los costos unitarios de referencia de años
anteriores, lo que significó un ahorro de 514 200 dólares. Se va ahorrando, cooperando unos con otros,
más las máquinas Risso por allá racionalizando la producción, y se va ahorrando
dinero, que eso es fundamental para poder seguir llevando adelante los planes.
Precio promedio en pesos.
El precio promedio de los títulos fue de 7,52 pesos, 10 pesos al cambio
de 20 por 1; en este momento está un poco más caro en la CADECA el dólar. Es decir que el precio promedio a ese cambio
fue el equivalente a 50 centavos de dólar; al cambio real actual es menos
todavía, no he sacado la cuenta, será cuarenta o treinta y tantos centavos
promedio del precio del libro.
Se siguió, en general, el principio de recuperar en moneda
nacional el costo en divisa invertido en la producción de los ejemplares,
aplicando una escala de cambio de 20 pesos por cada dólar gastado, siendo
protegidos los títulos infantiles y otros de gran interés educativo y social,
con precios por debajo de estos costos.
El 48% de los títulos y el 80% de los ejemplares tuvo precios inferiores
a los 10 pesos. De los títulos
dirigidos a niños y jóvenes, el 96% de los ejemplares se vendió a menos de 10
pesos; 62% tuvo precios iguales o inferiores a cinco pesos.
El total de venta fueron 2 millones y medio y el dinero recaudado
14,5 millones de pesos.
En los títulos infantiles las colecciones de minilibros de la Edad de Oro y de cuentos universales,
tuvieron ventas superiores a los 40 000 ejemplares cada uno. Títulos como Había una vez, El
Principito, y Cuentos de Grimm,
vendieron más de 140 000
ejemplares. De nuestra literatura
infantil vale destacar obras de autores como Onelio Jorge Cardoso, Dora Alonso
y Exilia Saldaña, que tuvieron de conjunto ventas superiores a los 30 000
ejemplares, resaltando Ismaelillo, de
José Martí, con más de 25 000
ejemplares vendidos (Aplausos).
La
colección de más de 20 títulos de novelas de aventuras tuvo ventas superiores a
200 000 ejemplares; obras biográficas, como Alexandro,
Napoleón, Fouché y César,
tuvieron ventas de más de 5 000 ejemplares cada uno, a pesar de tener precios
elevados. Esos no fueron producidos aquí, eran importados, y los libros
realmente son caros en el exterior.
De Los miserables, de
Víctor Hugo, se vendieron 1 330 juegos de tres tomos, y de El castillo, de Kafka, se
vendieron 2 613 libros; se vendieron 7 536 ejemplares de Mi vida al desnudo, de Enrique Núñez Rodríguez; más de 6 000
ejemplares de obras de Miguel Barnet y más de 4 000 de Alejo Carpentier.
Hay que destacar, en lo más solicitado de la poesía, el libro Desde mi altura, de Antonio Guerrero, 14
803 ejemplares de venta; la poesía de José Martí, con más de 10 000 ejemplares; y Nicolás Guillén, con
más de 8 000 ejemplares de sus poemarios.
En títulos de contenido histórico, social o científico destaca,
por la alta demanda y el interés generalizado, el de Historia de Cuba, del que se vendieron 11 693; de Propagandas silenciosas, de Ignacio
Ramonet, se vendieron 12 351 ejemplares, de ellos 5 075 correspondientes al
producido en formato de tabloide.
Otros títulos de alta demanda fueron El embarazo en la adolescencia, 8 094 ejemplares vendidos; La contrarrevolución cubana, 3 073; y Miami,
donde el tiempo se detuvo, 5 578 ejemplares; los 60 000 ejemplares de los
más de 400 títulos de las editoriales provinciales impresos en el sistema
editorial Risso, prácticamente se agotaron en las distintas sedes de la
provincia.
La feria fue un espacio no solo para la venta de libros sino para
múltiples representaciones de las distintas manifestaciones artísticas, y
constituyó una concurrida muestra de recreación sana y creativa por la calidad
de las propuestas y la amplitud de lugares y horarios que abarcaron.
La feria ha tenido continuidad en todas las provincias una vez
concluido el evento, pues ha permitido revitalizar la red de librerías con
títulos novedosos en cantidades suficientes, y se les ha hecho llegar, a través
de pequeñas ferias, a localidades y poblados apartados, donde hacía muchos años
no se lograban realizar actividades de estas características.
Algunos indicadores comparativos que muestran la evolución
creativa de la feria del libro en los últimos tres años.
En la IX feria se vendieron 150 000; X feria, 200 000; XI, esta
que pasó, 2 222 540; de ellos, en La Cabaña, 695 487.
Presentaciones de libros: en la IX, 135; en la X, 175; en la
última, 908; de ellos, 226 en La Cabaña.
Actividades profesionales, mesas redondas, conferencias: en la IX,
30; en la X, 38; en la actual, 462 actividades.
Ejemplares en venta: en la IX, 300 000; en la X, 500 000; en la
última, 5 142 372.
Para el próximo año, pensamos elevar a 30 el número de ciudades
que participen en la fiesta nacional del libro, hay que llamarlo así, que dura
en su conjunto un mes. Ya ustedes ven
como ha crecido, yo no creo que el año próximo pueda crecer tanto partiendo de
una base mayor. Se ve el salto, pero
hay que ver el valor de esto, el significado de esto. Por ello decía que era grande la satisfacción al inaugurar una
imprenta como esta hoy, en esta fecha.
Por aquí apareció el año en que se produjeron los 50 532 500,
1989, en vísperas del famosísimo... (Se refería al período especial.)
Otros datos de interés sobre la XI feria del libro: 908
presentaciones del libro donde se incluyen 239 para niños y jóvenes; 464 actos
literarios y de editoriales que abarcan conferencias, mesas redondas, lecturas,
talleres, entregas de premios y realización de homenajes; 923 espectáculos de
otras artes, como funciones de teatro y danza, conciertos, exhibiciones
cinematográficas y exposiciones de artes plásticas; 498 actividades para niños
donde se presentaron 151 espectáculos artísticos con la participación de
cantorías, danzas y representaciones teatrales infantiles; 491 presentaciones
de sitios web, multimedia, software educativos, juegos didácticos y otros
productos informáticos; 612 autores cubanos presentaron libros y 151 lo
hicieron fuera de su provincia de residencia.
Se podría hablar del festival del arte y la cultura, todo unido, y son los primeros y modestos frutos del
movimiento que se lleva adelante.
Aquí estaba buscando algo, un minilibro, El patito feo, tiene 14 páginas, con figuras —ustedes lo conocen—,
ahí estaban imprimiéndolo. Esto debe
estar relacionado con las escuelas y los programas de fin de curso,
impresiones, etcétera.
¡Ah!, pero vean, ustedes seguro lo observaron: Historia de Cuba, elaborada por un
equipo cuyo principal jefe fue Eduardo Torres-Cuevas, historiador de gran
prestigio; con él participó también Oscar Loyola Vega. La portada no está mala, es igual que las
que se vendieron.
Como ustedes saben, nos quedamos un
poco rezagados en historia de Cuba, hay que recuperar el terreno perdido. Vean cuántos ejemplares se vendieron, algo
esencial.
Ahora comienza —el miércoles creo— un curso de Historia Universal
en Universidad para Todos, que un día habrá que imprimir también. Se dio uno de Geografía Universal, porque
para saber en qué puntos tuvieron lugar los escenarios de la historia hay que
conocer un poco de geografía universal, vaya, si se quieren ir perfeccionando y
haciendo cada vez más integral los conocimientos.
Aquí hubo un ahorro, vean. El que se vendió en la feria era de papel
bond, este es de papel gaceta; pero miren las imágenes, han salido
perfectamente bien las imágenes en este papel.
La letra tiene un tamaño más o menos adecuado, no siempre ocurre así,
muchas veces la letra es demasiado pequeña.
Costo de este libro en España, comprado
en grandes cantidades, en una impresión especial, 1 dólar y 32 centavos; claro,
los otros son más caros. Una cosa es el
costo de un libro en Europa, en Estados Unidos y en cualquier lugar, y otra es
el precio de venta en las librerías, 12, 14, 15 dólares. A veces más. Incluye impuestos y otras imposiciones. Rara vez hay un libro que cueste menos de 10 dólares que, en este
caso, al cambio de 20 a 1, serían 200 pesos.
Pero ya vamos aprendiendo a comerciar con los libros y dónde se imprimen
y todo eso.
Aquel libro costó 1,32 dólares; este ha
costado 67 centavos en esa moneda. Como
ese libro de historia se viene haciendo desde hace rato y había que enviarlo a
las bibliotecas sobre todo, en número suficiente, y no teníamos un texto
adecuado y todo el mundo tiene que estudiar historia aquí, porque hubo años
completos en que nadie la estudió, y el patriotismo se afinca más cuando un
pueblo conoce su historia y sus tradiciones.
El conocimiento no solo es una necesidad del pensamiento y de la cultura,
sino también es una necesidad revolucionaria de cualquier pueblo conocer su
historia y conocer la historia del mundo.
Nuestro pueblo tendrá conocimientos
incomparablemente superiores, conocimientos de historia de su país y del mundo,
y los tendrá sobre otras muchas materias.
Hoy mismo, durante unos minutos,
estuvimos viendo el curso que están dando ahora, creo que de arte. Hoy estaban hablando del cine. ¿Cuál es el curso que están dando los sábados? (Le dicen que es de Apreciación del
cine.) Apreciación del cine.
Bueno, más personas podrán ver esos programas, porque como máximo
en 18 meses más estará distribuido el millón de televisores a color que hemos
adquirido y que se van distribuyendo.
Son cosas que se van combinando unas
con otras. La televisión, además, como
medio audiovisual, para usar en las escuelas, en muchos casos, y para instruir
y educar a toda la población.
Marchamos por esas vías, y siempre buscando cómo se ahorra y se
reduce el costo. Y no es poco el
esfuerzo que se está haciendo en nuestra capital para tener en septiembre todas
las escuelas restauradas y 33 de ellas nuevas.
La creación de 2 000 nuevas aulas.
Ya hablé de eso y hasta del precio de esas escuelas.
La distribución de los televisores ha sido factible porque tuvimos
la oportunidad de recibir un crédito en magníficas condiciones y excelente
espacio de tiempo para amortizarlo, algún pago original, y se van pagando y
cumpliendo al pie de la letra los compromisos por nuestra parte. Esto no quiere decir que dentro de 18 meses
se acaben los televisores, hay que poner la cabeza a trabajar, y poniendo la
cabeza a trabajar se encuentran muchas soluciones. Todavía nos quedan muchos televisores en blanco y negro,
televisores que gastan 180 watts, 190 watts, los nuevos de tecnología china
gastan solo 60 watts, hoy lo que queremos es, principalmente, ampliar el número
de los hogares que disponen del televisor.
También hace poco inauguramos 790 salas de video. Ya explicamos que aquello se había
convertido en una microuniversidad, porque ya está el médico usándolo, los
maestros, todo el mundo, en varios programas que van más allá del objetivo, que
era informativo, recreativo, en lugares donde no había televisión.
Esto es un aspecto además, de lo del libro, del gran avance: ya todas las escuelas primarias de la
capital, además de las de secundaria y nivel medio, en este mismo año, están
recibiendo clases de computación. Pero
no solo en La Habana, La Habana fue la última:
todos los niños de primaria del país están recibiendo clases desde el
prescolar; 12 000 compatriotas han encontrado un empleo decoroso como
profesores, asociados a este programa.
Con los cuatro programas que inauguramos en Manzanillo se han
creado empleos, con excepción del de cultura, que fue mucho menor el número;
alrededor de 20 000 nuevos empleos.
Estos programas producen empleos y empleo intelectual, trabajo
intelectual, porque el país vivirá cada vez más de los frutos de su
inteligencia desarrollada, o de su inteligencia cultivada, digamos.
También hay que velar por el desarrollo de la inteligencia. Hay que velar para que un niño, dentro de
determinadas edades, no deje de recibir todos los nutrientes que necesita para
que cuando llegue al prescolar tenga la plenitud de la inteligencia con que
vino al mundo.
Los pobres, hablamos a cada rato de los niños que trabajan; pero
habría que buscar las estadísticas, dentro de tantos millones de niños
desnutridos y pobres, aquellos que no llegaron a los cinco años con el
coeficiente de inteligencia con el que nacieron, sencillamente porque les faltó
el alimento adecuado en los dos o tres primeros años. Al menos, en nuestro país siempre, y aun en los peores tiempos,
ha habido un litro de leche, y en un litro de leche hay casi el doble de las
proteínas que necesita un niño de dos años, así que hemos logrado proteger lo
más posible a los niños, al menos su inteligencia.
Hemos pasado tiempos difíciles, y todavía los pasamos, no es que
no; aunque se va avanzando indiscutiblemente.
Pero la inteligencia es el tesoro más grande. La inteligencia cultivada, el capital humano es lo que hace
posible que podamos hablar de miles de médicos ayudando a otros países, es lo
que hace posible que podamos ayudar a un país donde los que lo dirigen
decidieron no comprar la vacuna.
No quiero hablar de esos temas hoy, ya se ha hablado y habrá que
hablar de todo eso y otros muchos temas; pero lo cito como ejemplo: 300 000 niños están siendo vacunados en
aquel hermano pueblo de Uruguay. Vaya,
no es que yo quiera sacar en cara eso, pero no tengo más remedio que poner el ejemplo, asociado a la importancia del
capital humano, y del capital humano que vendrá nadie puede, tal vez, y quizás
ni nosotros mismos, imaginarlo.
La música de nuestro país adquiere un prestigio tremendo; la
pintura y otras manifestaciones artísticas marchan hacia arriba; estamos
duplicando la capacidad de las escuelas de artes plásticas, elevando las
matrículas de las de danza clásica y otras, etcétera, etcétera. Y, bueno,
un tercer canal de televisión beneficia ya a tres millones y medio de
ciudadanos, como parte de los programas.
No nos detendremos ahí, hemos descubierto muchas cosas y
muchas posibilidades y muy económicas;
pero preferimos hablar de las cosas hechas y no de las cosas que están por
hacer.
Aquí hay una cosita hecha.
Miren, ¿qué será, caramelos, pirulíes, juguetes? Bueno, sí, tengo uno abierto; pero, bueno,
no está feo, ¿verdad? Vean. También, ya que estamos inaugurando cosas,
vamos a inaugurar esta también. Déjenme
seguir sacando. Bien, tú me vas a
ayudar, tú que eres fuerte (Lo hice bromeando con Kcho, uno de nuestros más
prestigiosos pintores). Un día hablamos
de esto. ¿Qué es esto? El principio de una nueva forma de acceso al
libro: las bibliotecas familiares. Los primeros 25 títulos ya impresos, 100 000
colecciones. Esto, en las imprentas de
los periódicos.
Ya una vez leí, si quieren leo, pero no, déjenme ver. Ah, miren, Miguel de Cervantes apareció por
aquí también, Novelas Ejemplares; este es Stefan Zweig —yo no pronuncio el alemán,
lo pronuncio un poco parecido a la forma en que pronuncio el inglés—: Magallanes,
esta es una obra excelente; Onelio Jorge Cardoso, Cuentos —100 000 ejemplares hay ya impresos, este es otro
programita que estaba por ahí guardado—; Kafka, Relatos; Mario Benedetti, La
Tregua; Alejo Carpentier, El Acoso; Stefan Zweig, Fouché.
Si alguno quiere aprender algo del personaje podría servir, pero
sirve mejor para entender el mundo lleno de “Foucheses” en que estamos
viviendo. Gabriel García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba;
Stefan Zweig. Bueno ¿qué pasó?, me han
puesto dos Fouché aquí o qué, ¿qué ha
pasado? (Le dicen que no cabía en un solo tabloide y tiene dos.) ¡Ah!, es que tiene dos tabloides. Entonces, ¿aquí hay 26? (Le dicen que hay 29
tabloides, 25 títulos.) Ah, 29
tabloides, 25 títulos, y no los tengo que repetir. Shólojov, El destino de un
hombre; Boccaccio, el Decamerón;
Pájaro con voz (cuentos latinoamericanos), Selección; José Martí, Escenas Norteamericanas; Jack London, El llamado de la selva.
¿Habrá alguna literatura chatarra de esas aquí?, hasta ahora no he visto
ninguna. Saint-Exupery, El Principito; Thor Heyerdal, La expedición de la Kon-Tiki
—lamentablemente murió hace algunos días, no pudo ver su obra incluida en esta
primera colección—; Daniel Defoe, Robinson Crusoe; Robert Stevenson, La Isla del Tesoro; Herminio Almendros, Había una vez (Selección de cuentos);
Nicolás Guillén, Sones, sonetos, baladas
y canciones; César Vallejo, De sangre
a Flor; Pablo Neruda, En el corazón
de un poeta; Dora Alonso, El cochero
azul; William Shakespeare, Romeo y
Julieta; Poesías de amor hispanoamericanas, Selección; Hemingway, El viejo y el mar. Se acabaron, qué lástima; ojalá estuviéramos
en el título número 50, pero ya se acabaron (Aplausos).
Vean
cómo las imprentas para la prensa se pueden convertir también en productoras de
libros y en creadoras de bibliotecas.
Solo una pequeña crítica debo hacer —ya la hice cuando llevaron los
primeros, ya estaban impresos casi todos—, que la letra está un poco chiquita,
y ustedes saben que hay algunos que pueden tener alguna dificultad. Yo, afortunadamente, todavía puedo leer esa
chiquita si hay buena luz; pero a veces hay dificultades con los espejuelos, y
entonces a los colaboradores les planteé eso, que en la próxima colección
debemos emplear una letra un poquito mayor.
Como
una especie de promoción al libro, ya que son de bibliotecas familiares, vamos
a imprimir 100 títulos de esta calidad y después seguir; pero ya habrá que ver
cómo se vende esto, quiero decir, cómo se distribuye.
Sobre
esta colección está por decidir nada más la distribución. Haremos algunas pruebas. El gasto en impresión incluye esta forma,
buscamos formas diferentes y muy económicas de poner los libros al alcance del
pueblo. Aquí se aplicará la misma
fórmula de precio en moneda nacional alrededor del costo; el costo de
producción al cambio de 20 a 1; realmente, no queremos hacer ningún comercio
con esto. Tengo que cerciorarme de los
datos; pero les decía que en cualquier parte el libro vale, como regla, no
menos de 10 dólares. Aquí se trata de
25 excelentes títulos, y cualquiera siente envidia de no disponer de ellos,
entre otras cosas, porque después una familia compra una colección, otra compra
otra e intercambian; cuando venga la segunda colección de 25 títulos, algunos
tendrán las dos completas; sencillamente, las guardan lo más completas
posible. Lo ideal, al parecer, es que
cada familia tenga finalmente a su disposición todos los títulos impresos. La vida dirá qué será lo mejor o cuál será
la evolución de esta experiencia. Hasta
los estantes de la biblioteca están ya, esa cajita de cartón (Señala). Se venderá al equivalente aproximado del
cambio de 20 a 1, en 60 pesos. Espero
que el dato que me dieron sea exacto, ¿verdad?
Sesenta pesos costará la primera
colección de esa biblioteca familiar; habrá que llegar hasta un punto, quizás
antes de incrementar la lista por encima de los 100 títulos, haya que repetir
una segunda de 100 000 ejemplares de esos mismos títulos.
Nos hemos puesto a hacer cálculos, incluso, de cuánto costaría un
millón de una colección de 100 títulos, de 200 títulos o de 300 títulos. Esto demuestra lo que es posible hacer con
un mínimo de recursos. Claro que un
tabloide como el que yo mostraba, lo que debemos hacer, aunque se gaste un poco
más de papel, es poner la letra un poco más grande; esto puede aumentar la
próxima colección en la proporción en que tengamos que gastar más de papel,
pero no será mucho más el costo. ¿Y
dónde los estamos imprimiendo? En los
talleres poligráficos de nuestra prensa.
¿Me falta algo? No, no me
falta nada.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación)