Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en el acto de reinauguración de las 402 escuelas reparadas en la capital, el 29 de junio del 2002.

Compatriotas:

Hace 22 meses, la situación de la educación primaria de la Capital era desastrosa: un promedio de 37 alumnos por aula, 340 de ellas con más de 40 alumnos, no pocas con 45 o más. Los conocimientos de los alumnos en Santiago de Cuba eran el doble que los de la Capital. Alrededor de ocho mil magníficos y abnegados maestros, con un promedio superior a 20 años en el ejercicio del magisterio, mantenían las escuelas abiertas en las peores condiciones en cuanto a la situación de las aulas, edificaciones y mobiliarios escolares, como consecuencia de diez años de período especial que privaron al país del mínimo de recursos indispensables para su atención, a lo que se añadían condiciones subjetivas de desmoralización, pesimismo y desaliento en numerosos cuadros administrativos que, aunque firmes y dispuestos a dar sus vidas por la Revolución, dieron muestras de falta de capacidad creadora y de adaptación a situaciones de gran escasez de recursos a las que no estaban acostumbrados.

Para complementar al heroico personal docente que mantenía funcionando las escuelas y reemplazar a los que tienen necesidad de jubilarse, apenas se graduaban cuatro decenas de nuevos Licenciados en Enseñanza Primaria. Nadie quería ser docente de primaria. Al parecer, se suponía que la vocación por la noble tarea de educar niños había desaparecido.

Sirva de lección inolvidable lo ocurrido en tan breve espacio de tiempo: casi 4 mil 500 maestros emergentes de primaria se han formado en menos de dos años, faltándole sólo unos días para graduarse al grueso de ellos, alrededor de 3.400, que han recibido casi el doble de la preparación de los primeros mil, los que, estudiando intensamente, desde el primer instante habían demostrado excelentes cualidades y preparación para cumplir su tarea.

Cada uno de ellos quedaba bajo la tutela de un Licenciado en Enseñanza Primaria, que se convierte en un profesor o profesora individual, de nivel superior, para cada joven maestro emergente. Una nueva fórmula revolucionaria de formación del personal docente. Cada uno de ellos es matriculado en una carrera de nivel universitario, mientras ejerce su tarea en escuelas de su propio municipio, a un mínimo de distancia de sus hogares.

Desde el punto de vista del capital humano, se había realizado una extraordinaria proeza. ¡Gloria a nuestra Unión de Jóvenes Comunistas, a quien el Partido encomendó esta imposible y ya prácticamente concluida tarea!

Mas no bastaba preparar al personal docente. Otro imposible era necesario resolver: la reparación y prácticamente la restauración de las 746 escuelas primarias y secundarias de la Capital, incluidas las escuelas especiales correspondientes a esas edades.

Más vale no citar cuán variados problemas de tipo material se habían acumulado en diez años de período especial. Baste citar aulas sin ventanas, baños sin puertas, filtraciones de techos, tuberías rotas, interrupciones en el suministro de agua, escuelas de cientos de alumnos con un solo baño funcionando. No todas padecían estas calamidades, pero casi todas sufrían una, varias o todas ellas. No había bebederos de agua fresca, no funcionaban o no existían cocinas en condiciones adecuadas, ni equipos o instalaciones de refrigeración y congelación para alimentos en más de 450 cocinas de esas escuelas, a lo que puede añadirse una deficiente disponibilidad o inadecuada preparación de los alimentos.

No vacilo en enumerar estas dificultades. Son una prueba de lo sufrido como consecuencia de leyes como la Torricelli y Helms-Burton, la guerra económica de Estados Unidos y el doble bloqueo que siguió a la caída del campo socialista, y especialmente de la URSS, cuando, al desintegrarse en mil pedazos, su heredero principal, Rusia, aliada a Estados Unidos, rompió todos los acuerdos y traicionó a Cuba. No puedo usar otra palabra, aunque no pretendo culpar a ningún dirigente en particular. Eran los frutos de sus errores y la forma lastimosa en que perdió la batalla ideológica contra el Occidente burgués, capitalista e imperialista, bajo la égida de Estados Unidos.

Un pequeño país, a pocas millas de la superpotencia victoriosa y hegemónica, decidió luchar bajo los mejores principios del ideal socialista y el caudal extraordinario de la ética y la filosofía martianas, unidas a una historia de lucha tenaz y heroica contra el coloniaje español. Por ello, cuando el mundo capitalista se sumerge en la actualidad en una profunda crisis económica y social, nuestro pueblo resiste y emerge como impactante ejemplo ante los demás pueblos del mundo.

Nada nos daría pretextos ni siquiera para hacer una pausa en la lucha. Nuevas y numerosas tareas de urgencia nos esperan. Estamos a punto de lograr una importantísima meta en el campo de la educación: concluir el programa —que se lleva a cabo con un mínimo de gastos y cuyos recursos están asegurados— de restaurar las 746 escuelas señaladas, a las que se añaden otras 33 que no se reparan ni restauran, sino que se construyen, para llegar a las dos mil nuevas aulas requeridas en la Capital y lograr en todo el país el sueño no alcanzado por los países más desarrollados y ricos de no más de veinte alumnos por aula.

Hoy 29 de junio arribamos a la cifra de 402 escuelas reparadas. Nos faltan 344 por reparar y las 33 nuevas, todas ya iniciadas, para completar las dos mil aulas adicionales. De las 344 que faltan por reparar, se han iniciado los trabajos en 264, restando por iniciarse los mismos en sólo 80. Son estas últimas las que requieren menos esfuerzo de reparación.

Para terminar el total de las que deben ser reparadas, y en especial 10 de las 33 nuevas en construcción, se requiere un especial esfuerzo en los dos meses que nos restan, por diversas razones, entre ellas el tipo de suelo en que se edifican, las dificultades derivadas de lluvias recientes y los impredecibles atrasos que puedan surgir de las precipitaciones de mayor o menor intensidad que puedan producirse en julio y agosto.

Lo ideal es que en septiembre, al iniciarse el próximo curso escolar, no sólo el capital humano esté listo sino también la totalidad de las 779 escuelas señaladas, sumando las restauradas y las nuevas.

Es anhelo y voluntad del Partido, la Juventud y toda la población de la Capital que la Revolución alcance este objetivo y con toda la calidad que se exige. Hacerlo, además, sin afectar ningún objetivo económico priorizado.

Todas las provincias del país que este año iniciaron ya sus programas de restauración de escuelas primarias y secundarias están cooperando con la Capital, del mismo modo que todos los organismos centrales y numerosas empresas. Por ello, como en los días de la lucha que concluyó con la derrota total del dengue, de nuevo la Capital, con el apoyo de los quince municipios y de todos los consejos populares, padres y vecinos de cada escuela en reparación o construcción, estará enfrascada en ese esfuerzo.

Hay ya más de 9 mil constructores en la tarea, y en dos semanas más serán no menos de 12 mil, sin incluir la ayuda de padres y vecinos.

Por ser julio y agosto meses de vacaciones en que las escuelas no están funcionando, se trabajará día y noche, de modo muy especial en los objetivos donde la meta es más tensa. Todas las medidas están previstas y ya adoptadas.

Como en las últimas grandes concentraciones y en la gigantesca marcha nacional del 12 de junio, el agua y las lluvias, sean cuales fueren, no impedirán que alcancemos nuestro objetivo. En esta fase final del programa, en casi todas las escuelas se trabajará ya bajo techo en las partes interiores de las edificaciones, circunstancia en que las lluvias harán menos daño.

No nos dormiremos en los laureles y alcanzaremos nuestros objetivos, con total seguridad, si actuamos como debemos actuar y listos para enfrentar incluso un ciclón en cualquiera de estos dos meses si se interpusiera en nuestro camino.

En septiembre celebraremos una de las más grandes victorias en beneficio de nuestros maravillosos niños. Y esto no será más que una parte de nuestros ambiciosos planes de ocupar en el mundo el primer lugar en el campo de la educación y la cultura, sin las cuales ninguna sociedad podrá ser jamás verdaderamente independiente, democrática y libre.

¡Viva el socialismo!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!