Discurso
pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del
Comité Central del Partido Comunista de Cuba
y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, durante el
recibimiento oficial en el Palacio Presidencial, Hanoi, Viet Nam, el 22 de
febrero del 2003
(Versiones Taquigráficas - Consejo de
Estado)
Bueno, me corresponde decir unas palabras.
Queridos
compañeros:
Les
pido que ustedes me excusen.
Desgraciadamente, no sé hablar el vietnamita como nuestro Embajador.
Para
mí estar entre ustedes es como estar en familia. Es la tercera vez que visito este querido
país. Ayer pisaba de nuevo tierra
vietnamita y recordaba que hace 30 años, en septiembre de1973, fue la última
vez que estuve aquí. Esta es ya la
tercera ocasión, y he sentido una enorme emoción, a la altura de la admiración
y el amor que el pueblo cubano siente por este pueblo heroico. No solo es gratitud, sino que es un
pueblo extraordinario, muy admirado y
querido.
Por aquellos días estaba la tregua y pude conocer ... de heroicos combatientes. Nada se me olvida de aquella visita. Eran momentos tristes, por otro lado, porque
hacía horas que el Presidente de Chile, Salvador Allende, había sido derrocado
y había muerto producto del golpe de Estado.
Ya ellos me tenían entonces un programa de tres semanas de visita y
aunque tuve que acortar el tiempo pude ver la grandeza del pueblo vietnamita,
firme hasta el final, su dedicación y su fraternidad. Estuve mucho menos tiempo pero fueron tiempos
hermosos. Volví más de veinte años
después, después de decenas de años de lucha, y por fin vuelvo hoy, y me alegro
mucho que haya coincidido con el nuevo año lunar para poder desearles muchos
éxitos, más éxitos de los que ya han tenido.
He sido, pues, testigo de tres etapas: la de un momento en que todavía estaban en
lucha, pero ya la victoria estaba asegurada, aunque era cuestión de tiempo;
cuando volví ya estaba la nueva dirección enfrascada en la reconstrucción de
una nación mucho más hermosa; y ahora, al llegar por tercera vez, los veo a
ustedes felices y optimistas. Puedo
considerarme un testigo de cómo ha sido el progreso de Viet Nam en estos casi
30 años, la tenacidad del país.
El
país, aunque funcionando con dificultades —como todos tenemos que vencer
dificultades—, ha ido creciendo de una manera extraordinaria. Yo me habría perdido ahora por todas estas
nuevas carreteras, las nuevas calles. Yo no conozco nada, todo ha cambiado, los
edificios han crecido en tamaño. Estoy verdaderamente admirado, algo más que
admirado, estoy sorprendido de lo que el pueblo de Viet Nam, la dirección de su
Partido y sus dirigentes expertos, que tienen mucha experiencia, han
alcanzado.
Yo
en lugar de ustedes me sentiría muy feliz.
Muchas veces los que trabajan todos los días no ven los progresos, solo
los que vienen de tiempo en tiempo pueden apreciarlos. Los veo a ustedes felices y optimistas.
Por nuestra
parte tuve el placer de saludar a muchos viejos amigos que hemos ido conociendo
a lo largo de estos años. Estoy realmente
emocionado al poder reunirme aquí con ustedes.
Los felicito y les agradezco infinitamente el honor que me hicieron de
invitarme en estos tiempos difíciles en que todos tenemos que hacer grandes
esfuerzos por la paz, por el progreso de la humanidad y por el futuro.
Un abrazo.