Discurso pronunciado por el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro Ruz, en el acto por el Día Internacional de los Trabajadores, con las incorporaciones que le hizo al texto escrito mientras lo pronunciaba y algunos puntos añadidos. Plaza de la Revolución. Primero de Mayo del 2004
Parece que esta concentración ha roto todos los récords (Aplausos y exclamaciones).
Entrañables invitados;
Queridos compatriotas:
Esta es la conmemoración número 45 del Día glorioso de los Trabajadores, que celebramos desde el triunfo de la Revolución.
Cosas de gran trascendencia están ocurriendo tanto en el exterior como dentro de nuestro país.
La Revolución prosigue victoriosa con más fuerza política y éxitos que nunca. Hemos tenido recientes pruebas: las reuniones de Ginebra el 15 y el 22 de abril pasarán a la historia de la diplomacia revolucionaria. Señalan el instante en que la gran hipocresía, la mentira permanente y el cinismo con que los dueños del mundo pretenden preservar su podrido sistema de dominación política y económica impuesto a la humanidad, recibieron un golpe contundente.
Nuestro país había sido sentado una vez más en el banquillo de los acusados. La nueva administración de Estados Unidos —si es que eso es una administración (Risas)— junto a los estados de la Unión Europea cometieron el error de olvidar que en el extremo oriental de Cuba, en un espacio de 117,6 kilómetros cuadrados ocupado por la fuerza, donde está instalada la Base Naval de Guantánamo ―lo que ya de por sí constituye un grosero ultraje a los derechos soberanos de un país pequeño y a las leyes internacionales―, existνa en ese mismo instante uno de los más grotescos casos de violación de los derechos humanos que han tenido lugar en el mundo. Nunca fuimos consultados previamente. Simplemente se nos informó la decisión tomada por el gobierno de Estados Unidos de trasladar a los prisioneros a esa base.
El día 11 de enero del 2002 el gobierno de Cuba publicó una declaración en la que se exponía con toda claridad la posición de nuestro país.
La opinión pública mundial conoce que, después del horrible crimen cometido contra las Torres Gemelas de Nueva York, el hecho fue condenado de forma unánime por todas las personas conscientes del planeta.
Sin embargo, el gobierno de la nación más poderosa de la Tierra, despreciando toda norma relacionada con lo que el mundo conoce como principios elementales de los derechos humanos, creó esa horrorosa prisión donde se mantienen secuestrados cientos de ciudadanos de numerosos países del mundo, entre ellos los de los propios aliados de Estados Unidos, sin juicio, sin comunicación, sin identificación, sin defensa legal, sin garantía alguna de integridad física, sin ley procesal ni penal, y sin límite de tiempo. Pudo emplear territorio propio para tan extraño aporte a la civilización, pero lo hizo en el trozo de tierra que ocupa ilegalmente y por la fuerza en otro país, Cuba, a la que acusa todos los años en Ginebra de violar los derechos humanos.
A pesar de eso, suceden cosas admirables en la Comisión de Derechos Humanos.
En las actuales condiciones del mundo predomina el temor generalizado al feroz imperio, sus amenazas, presiones y represalias de todo tipo, especialmente contra los países más vulnerables del Tercer Mundo. Votar en Ginebra contra una resolución elaborada e impuesta por Estados Unidos, en especial si va dirigida contra Cuba, el país que durante casi medio siglo ha desafiado su arrogancia y prepotencia, se convierte en un acto casi suicida. Incluso los estados más fuertes e independientes se ven obligados a tomar en consideración las consecuencias políticas y económicas de su decisión.
A pesar de esos factores, como pudo apreciarse hace breves días en Ginebra, basados en sólidos principios unos y en un acto de singular valentía otros, 20 países además de Cuba se opusieron a la resolución y 10 se abstuvieron con dignidad y respeto a sí mismos. De 53 miembros de la Comisión, solo se habían plegado a la infamia 22 de ellos, incluido Estados Unidos.
De América Latina, siete, entre ellos cuatro que sufren gran pobreza social y económica, sumamente dependientes y con gobiernos obligados a la abyección total. Nadie los considera estados independientes. Son hasta ahora una simple ficción.
Perú, el quinto gobierno latinoamericano que votó con el de Estados Unidos contra Cuba, constituye un ejemplo del grado de abyección y dependencia a que han conducido el imperialismo y su globalización neoliberal a muchos estados de América Latina, a los cuales arruinan políticamente en un abrir y cerrar de ojos, cuando los obligan a estas cosas que son como el beso del diablo.
El Jefe de Estado peruano en solo unos meses ha visto reducir su popularidad a solo el 8%. Yo creo que los que lo apoyan caben en un pedazo de esta concentración. Es absolutamente imposible enfrentar los colosales problemas económicos y sociales que afectan a ese país con tan insignificante apoyo. En realidad, no dirige ni puede dirigir nada. De eso se encargan las transnacionales y los oligarcas hasta que la sociedad estalla, como ya empieza a ocurrir en más de un país.
Al llegar a este punto, recordando las palabras de nuestro hermano venezolano, siento deseos de exclamar: ¡Viva Venezuela! (Aplausos y exclamaciones de: "¡Viva!") ¡Viva el proceso revolucionario bolivariano! (Aplausos y exclamaciones de: "¡Viva!") ¡Viva Chávez!, brillante y valiente conductor del pueblo de Bolívar (Aplausos y exclamaciones de: ("¡Viva!").
Prosigo:
Restan los gobiernos de Chile y México.
Al primero no voy a juzgarlo. Prefiero que Salvador Allende, (Aplausos), que cayó combatiendo con un arma en la mano y ocupa ya un sitial de honor y gloria en la historia de este continente, y los miles de chilenos desaparecidos, torturados y asesinados por designios de quien elaboró y propuso la resolución para condenar a Cuba ―donde jamás ocurrió uno solo de esos hechos u otros similares―, y en nombre de ellos, los que portan en Chile las nobles ideas y la aspiración de construir una sociedad verdaderamente humana, juzguen la conducta del Presidente de Chile en Ginebra.
En México, pueblo entrañable y hermano para todos los cubanos, el Congreso Nacional solicitó en vano a su Presidente abstenerse de apoyar la resolución que le demandó el presidente Bush. Duele profundamente que tanto prestigio e influencia ganados por México en América Latina y en el mundo por su intachable política internacional, emanada de una revolución verdadera y profunda, hayan sido convertidos en cenizas. La solidaridad y el apoyo de América Latina para México, y de México para América Latina, son vitales. Más de la mitad del territorio de México le fue arrebatada por su vecino del Norte y enormes riesgos amenazan al que resta. Prácticamente la frontera de Estados Unidos con México no está ya en el río Bravo del que hablaba Martí. Estados Unidos está mucho más dentro de México. Aquella frontera es hoy la línea de muerte, donde alrededor de 500 mexicanos pierden la vida cada año tratando de cruzarla. Todo en virtud de un brutal y despiadado principio: libre tránsito para los capitales y las mercancías; persecución, exclusión y muerte para los seres humanos. Pese a ello, millones de mexicanos corrieron ese riesgo. Hoy el país recibe más ingresos por sus remesas que por las exportaciones de petróleo, a pesar del elevado precio actual de este.
¿Acaso una situación tan desigual e injusta se resolverá votando resoluciones contra Cuba en Ginebra y acusándola de violar los derechos humanos?
Lo peor y más humillante para México fue que las noticias relativas a su votación en Ginebra, tanto el día 15 como el 22, eran anunciadas desde Washington.
La Unión Europea, igual que siempre, votó en bloque, como mafia aliada y subordinada a Washington.
Estas sucias e inmorales manifestaciones de toda la vida contra la Revolución Cubana nunca alcanzaron éxito alguno hasta el derrumbe del campo socialista. Una plaga de renegados, ansiosos de créditos y mercancías de la sociedad de consumo, se sumó a la mafia de la Comunidad Europea. Entonces lograron esos mezquinos partos en la Comisión de Derechos Humanos: resoluciones extraídas con fórceps, en medio de la reñida batalla que Cuba jamás ha dejado de librar contra la comedia infame que el imperio, sus aliados, secuaces y vasallos imponen, para obtener uno o dos votos de ventaja frente a la oposición y la abstención del 60% de los miembros de la Comisión. Una vez se descuidaron y perdieron. Desde entonces los esfuerzos los triplican y las presiones y amenazas las centuplican contra países que tienen una total dependencia de créditos, de fondos, de recursos que los organismos internacionales, todos bajo el control de Estados Unidos, tienen que decidir.
Algún día habrá que construir una estatua a aquellos países que en tan durísimas condiciones lo arriesgaron todo y votaron contra los proyectos yankis (Aplausos). La historia de esa batalla constituirá una página digna de recordarse. Vean ustedes, este año, de 53 miembros de la Comisión, el 60% no los apoyó. A esas victorias pírricas las califica el imperio de éxitos y condena a Cuba, a pesar de que cada año los esfuerzos y el costo político son mayores.
Puedo decir aquí, inter nos, que un examen profundo de lo que ocurre en el mundo, de lo que ocurre en la sociedad humana, sin excluir ninguna, ni mucho menos Europa, ni las más purísimas y sacrosantísimas sociedades de algunas áreas de Europa, tiene la hoja limpia de consideración y respeto a los seres humanos que ha practicado la gloriosa Revolución Cubana (Aplausos).
El mero sistema que reduce a cero una parte de la sociedad, mientras otros viven en una opulencia extrema, ya es de por sí, desde el punto de vista ético, indigno de llamarse una sociedad humana.
Estas campañas, dirigidas por la superpotencia dominante y apoyadas por los aliados que junto al imperio explotan el mundo, constituyen verdaderas farsas y mentiras, expresiones políticas impúdicas que surgen de la necesidad de justificar enormes desigualdades que no podrán ser superadas mientras el sistema económico impuesto al mundo no haya desaparecido. Nosotros sí sabemos de derechos humanos reales.
No puedo explicarme cómo una sociedad opulenta como aquella, vecina a nuestro territorio, donde 44 millones de personas no tienen derecho a la asistencia médica, donde millones de ciudadanos viven en guetos, donde numerosos pordioseros viven debajo de los puentes, donde existen millones de analfabetos y semianalfabetos, donde los desempleados ascienden a muchos millones de hombres y mujeres sin trabajo y las cárceles están llenas de los hijos de los sectores más pobres y excluidos de la sociedad, pueda hablar de derechos humanos.
En otro terreno, nadie podría explicarse los brutales bombardeos que llevan a cabo contra cualquier país, o cómo un cabecilla del imperio que proclame el derecho a atacar sorpresiva y preventivamente a 60 ó más países, sin tomar en cuenta las personas inocentes que van a morir, pueda hablar en este planeta de derechos humanos.
El odio contra Cuba nace de la inesperada resistencia con que un pequeño país se le enfrentó a esa potencia y a las potencias aliadas que son saqueadoras del mundo. La presencia de Cuba es un dedo acusador y una prueba de que los pueblos pueden luchar, resistir y vencer. La mera presencia de Cuba es una humillación para los que han impuesto el más repugnante sistema de explotación que ha existido jamás sobre la tierra.
Hay muchas formas de explicarlo. Aquí nuestro hermano venezolano nos recordó algo de lo cual nosotros no solemos hablar, de la cooperación médica de nuestro pueblo hacia otros países. Nada de esto habría sido posible jamás sin una revolución. Nos encontramos —bien se conoce— un 30% de analfabetos y un 90% entre analfabetos y semianalfabetos, porque una persona que en este mundo no disponga por lo menos de un mínimo de sexto grado aprobado, que hoy ya habría que hablar de un mínimo de noveno grado, es semianalfabeta.
Ellos quieren ocultar que Cuba ocupa el primer lugar del mundo en materia de educación; que sus niños de primaria ocupan los primeros lugares en pruebas de conocimientos, por encima incluso de países desarrollados (Aplausos); que el mínimo de conocimientos, salvo raras excepciones, es, por lo menos, de nueve grados y no hay ningún otro país del mundo que haya alcanzado de modo generalizado esos niveles mínimos.
Ellos saben que, a pesar de su criminal bloqueo y de los obstáculos que nos han impuesto para obtener medicamentos, equipos y tecnologías médicas, en nuestro país la mortalidad infantil es menor que la de Estados Unidos (Aplausos); tal vez ignoran que esa mortalidad infantil la vamos a reducir, incluso, a menos de 6, y tal vez en un período no lejano de tiempo, a menos de 5. Albergamos la convicción —de la que nunca hablo— de que en un período no mayor de cinco a seis años, la perspectiva de vida de nuestro país alcanzará no menos de 80 años (Aplausos), y que el país se convertirá en el más avanzado centro de servicios médicos del mundo.
Si se analizan los millones de niños que mueren cada año y que podrían salvarse en los países del Tercer Mundo, entre los cuales muchos ascienden a cifras superiores a 150 por cada 1 000 nacidos vivos y los que mueren entre la población de la mayoría de esos mismos países que votaron allá en Ginebra contra Cuba, se darán cuenta de que sobre la Tierra se comete cada año un genocidio; que en la Tierra mueren cada año más millones de personas, niños o adultos, que podrían salvarse que las que murieron en la Primera Guerra Mundial, y casi tantas como las que murieron en la Segunda, que podrían salvarse y no sobreviven por falta de recursos médicos.
El arsenal de argumentos que podríamos disponer para demostrar que ese sistema es el más atrozmente cruel que haya existido nunca es enorme. No hay más que usar simples cálculos matemáticos para demostrar el genocidio que cada año Estados Unidos y sus aliados europeos cometen contra el mundo.
Ellos saben que eso es verdad, no se atreverían a discutirlo; ellos fueron los que crearon el subdesarrollo, ellos fueron los que mantuvieron el atraso, a través de la colonización, el saqueo de recursos naturales, e, incluso, la esclavización de millones y millones de seres humanos, dando lugar a este mundo de miseria, con problemas todavía muy serios por resolver —no intento mencionarlos aquí—, problemas casi insolubles que, unidos a otros, amenazan la existencia de la especie.
En aras de la brevedad que se requiere en estos actos, y tomando en cuenta el esfuerzo que el pueblo hace por venir aquí, permanecer en el lugar durante muchas horas, nos limitamos a citar solo algunos hechos aislados; pero les digo así, ¡así!, con estas palabras: El sistema capitalista que en un tiempo ejerció determinado papel progresista frente al feudalismo que después devino el sistema imperialista y las formas actuales con que hoy saquea a los pueblos, despilfarra y destroza los recursos naturales del planeta, es lo más inconcebible y lo más irreconciliable con una noción honesta, sincera, objetiva, de los derechos humanos.
Allá en Ginebra se reúnen en pandilla los dueños de la economía mundial, valdría la pena preguntarles con cuántos países del Tercer Mundo han colaborado, qué hicieron contra el apartheid en Sudáfrica, cuántos maestros han enviado al Tercer Mundo y cuántos médicos. Ya dije que no nos agradaba mencionar estas cosas, quizás lo hago hoy porque en este Primero de Mayo se habla precisamente de lo que ocurrió en Ginebra hace unos días.
Hay que preguntarles a cada uno de aquellos señores cuántos médicos tienen en un país del Tercer Mundo. Porque existen algunas organizaciones, Médicos sin Fronteras, algunas fundaciones que ofrecen alguna ayuda, pero les digo una cosa, como una referencia: Estoy seguro de que Estados Unidos y Europa, juntos, no disponen del número de médicos que Cuba tiene en Haití prestando atención, en condiciones muy duras, a más de 7 millones de habitantes (Aplausos).
A uno por uno se le puede preguntar, porque aquellas sociedades no han sido diseñadas para la justicia, para la solidaridad; educadas en el egoísmo, son incapaces de hacer sacrificio alguno por los demás seres humanos.
He mencionado un país, Haití, al que constantemente intervienen e invaden, pero nunca le envían un médico. No sé qué dirán si, por ejemplo, hoy les dijera que en este momento Cuba desarrolla numerosos programas médicos en Africa y en América Latina, y que en total el número de médicos, estomatólogos y técnicos de la salud cubana que prestan servicios a otros pueblos asciende a no menos de 17 000 (Aplausos), que salvan todos los años cientos de miles de vidas y devuelven o aseguran la salud a muchas decenas de millones de seres humanos. Y nadie piense que nos quedaremos sin médicos, porque ese esfuerzo va aparejado a una verdadera revolución en los servicios médicos de nuestro país.
Hace unos minutos hablaba con Sáez sobre la marcha de las reparaciones capitales de los policlínicos y de los nuevos servicios, y ellos se proponen, antes de fin de año, tener concluido prácticamente —y algunos recién construidos—, con servicios que jamás han tenido, los 82 policlínicos de la capital del país (Aplausos). Y menciono solo un detalle, solo un detalle, porque estamos haciendo otras muchas cosas, y no solo en La Habana, sino en todo el territorio nacional.
Nos imaginábamos cuántos millones o decenas de millones de viajes ahorraremos a los ciudadanos que en medio de las dificultades del transporte tienen que ir a visitar a los familiares a los hospitales, mientras que muchos servicios que antes se daban en los hospitales, pronto se estarán ofreciendo, muchos de ellos, en los policlínicos.
Nuestro país tendrá, sin duda, ¡sin duda!, repito, el mejor sistema de servicios médicos del mundo. Y si hace algunos años hablábamos de decenas de miles de especialistas en medicina general integral, no está lejano el día en que nuestro país pueda hablar de decenas de miles de doctores en ciencias de la salud, y para esto, y junto a esto, son los programas que estamos llevando a cabo en la educación, en la cultura, en el deporte y otras esferas, que serán sostenidos por una base económica mucho más sólida que aquella que dio lugar al desarrollo de nuestro país, dedicado a producir caña de azúcar y otros productos similares, que solo una población analfabeta y hambrienta podría realizar como única forma de supervivencia.
Los bandidos que nos acusan de violar los derechos humanos no se atreverían a decir allí que Cuba es el único país del mundo —vean si es grande la proeza de este pueblo— en que no existe un solo desaparecido, no existe un solo torturado a lo largo de 45 años de Revolución (Aplausos).
Hemos hecho una revolución tan limpia como aquella guerra librada en la Sierra Maestra, en que jamás se fusiló a un prisionero, o jamás se le golpeó para obtener una información. Es casi el único país de América Latina donde no han existido jamás escuadrones de la muerte, ni ejecuciones extrajudiciales, y han pasado 45 años. Búsquese un solo caso —las lenguas viperinas del imperio y sus secuaces— y les podríamos regalar la República de Cuba si encontraran un solo caso (Aplausos).
Yo estoy hablando de realidades, no estoy practicando exageraciones, ni mucho menos. A lo largo de 45 años sabemos lo que hemos hecho, y la línea recta inflexible con que hemos mantenido total lealtad a los principios que hicieron posible la victoria en la guerra y la realización de una revolución a la que hemos sabido defender durante 45 años. ¿Y qué es hoy, qué nivel de conciencia, de cultura, de ideas, de unidad ha alcanzado? No existe, y puedo afirmarlo, un pueblo con mayor nivel de cultura y conciencia política que el que posee nuestro país. Y solo una cosa añado, estamos empezando (Aplausos).
Lo veía esta mañana, mientras esperaba el día, a través de nuestra televisión, y era visible. Ellos entrevistaron no se sabe a cuántas personas, y hay que ver lo que decían, y se veía un mundo nuevo, estudiantes por todas partes y de todas partes, estudiantes universitarios, estudiantes de la UCI, estudiantes de la escuela de instructores de arte (Exclamaciones), estudiantes de las escuelas de trabajadores sociales, estudiantes de las escuelas emergentes de formación de profesores, maestros, enfermeras, escuelas que compartimos con miles de jóvenes, no voy a decir extranjeros, jóvenes hermanos, procedentes de países de América Latina, y aun de otras partes (Aplausos).
Es imposible dejar de sentir una sensación de orgullo cuando se piensa que no solo enviamos médicos por miles, sino que hemos invitado a miles y miles de jóvenes latinoamericanos y de otras partes para estudiar medicina en Cuba.
Realmente hemos estado desarrollando métodos de trasmisión de conocimientos cada vez más eficientes, y quién sabe cuánto tiempo tardarán el resto de los pueblos del mundo en alcanzar esa eficiencia y esos métodos, y especialmente aplicarlos.
No albergo, sin embargo, la menor duda de que en un breve período de tiempo, Venezuela, que está aplicando y aplicará cada vez más excelentes programas de educación, llevará a ese pueblo luchador y heroico, por donde comenzó la lucha de independencia de América, a niveles similares a los que hoy posee Cuba.
Decía que el costo político del jueguito allá en Ginebra es cada vez mayor. Pero este año les salió un disparo, o, como se dice vulgarmente, un tiro por la culata, y casi los mata.
Cuando este año Cuba propuso el envío de un representante de la Comisión para ver lo que sucedía en la Base Naval de Guantánamo, cundió el pánico en la manada de hipócritas, especialmente en los de la Comunidad Europea. Se derrumbaba la moral. Algunos gobiernos europeos estaban realmente avergonzados, tenían que confesar su inconsecuencia e hipocresía, o algo imposible: desacatar al imperio. Eso era mucho para tan augustos defensores de los derechos humanos, cuyos dardos van dirigidos solo a los que fueron sus colonias durante siglos, donde eliminaron decenas de millones de indios y transportaron de Africa incontables seres humanos que fueron convertidos en esclavos, con menos libertad que los animales de trabajo. Así tratan a miles de millones de habitantes del Tercer Mundo, víctimas del saqueo, el intercambio desigual y la extracción de sus riquezas naturales y de todas las divisas convertibles de las reservas de sus bancos centrales, que son depositadas en los bancos de Estados Unidos principalmente, o de Europa, con las cuales estos financian inversiones, los déficit comerciales y presupuestales, y las aventuras militares del imperio y sus aliados.
Ante la proposición cubana en Ginebra, de nuevo Bush en persona y sus más importantes jerarcas tuvieron que moverse frenéticamente llamando personalmente a Presidentes y Jefes de Estado. Nadie sabe de dónde sacó tanto tiempo, en especial, si se tiene en cuenta —según dicen—, que le gusta dormir muchísimo (Risas), ni cómo pudo ocuparse de Iraq, de los banquetes para la recaudación de fondos y los actos de la campaña electoral. Quizás no sea justo llamarle Führer, tal vez es un genio.
¿Por qué Bush puede hablar de un déficit presupuestario de 512 000 millones de dólares y otro déficit comercial similar, un total de un millón de millones de dólares en un solo año? Porque manipula y gasta las divisas de la inmensa mayoría del mundo para defender esos y otros privilegios.
Todo el dinero de la reserva de los bancos centrales de los países del Tercer Mundo se guarda en bancos del exterior, principalmente en los de Estados Unidos, y todo el dinero del que tiene algún dinero, bien habido o mal habido, ante el temor de las constantes devaluaciones de las débiles monedas de sus propios países, lo cambia por dólares y lo deposita en bancos de Estados Unidos o de algún otro país desarrollado. Por disposición del Fondo Monetario Internacional, ningún banco central de esos países del Tercer Mundo puede prohibir que cambien el dinero por dólares u otras divisas convertibles.
Los dueños de ese dinero buscan la seguridad de lo que han ahorrado, o de lo que hayan robado; cualquier dinero lo sacan del país, no para comprar algo, ni siquiera para despilfarrarlo, se lo llevan para siempre. Ese dinero depositado en los bancos de Estados Unidos o de Europa es prestado a empresarios o a quien lo necesite, y entre los que más necesitan están los gobiernos. Ese dinero para cubrir un presupuesto deficitario en más de 500 000 millones de dólares sale de esos bancos.
De esa forma el sistema económico impuesto obliga a los pueblos del Tercer Mundo a trasladar su dinero a los países más desarrollados, lo cual es diferente del hecho, igualmente detestable, de que estos cobran cada vez más caro sus productos, pagan cada vez menos por los productos básicos y, además, la existencia de una deuda que en América Latina asciende a más de 750 000 millones que, unida al resto de los países del Tercer Mundo, se eleva a 2,5 millones de millones de dólares.
Esto conduce al mundo, lo está conduciendo ya, a una catástrofe, a un callejón sin salida, a problemas insolubles. De modo que la humanidad tendrá que luchar, algo más que por una justicia económica o en una justa distribución de las riquezas, tendrá que luchar por la supervivencia de la especie. Se lo digo este Primero de Mayo, a esta hora en que ya debía haberse terminado el acto (Risas).
Estados Unidos tiene este año un déficit presupuestario de 512 000 millones de dólares y adicionalmente un déficit comercial de más de 500 000 millones de dólares, eso lo paga el mundo con el dinero que se marchó y no vuelve jamás, con ese dinero se arman hasta los dientes con los más sofisticados equipos bélicos y llevan a cabo guerras de conquista en busca de materias primas.
El orden establecido en el mundo, especialmente configurado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en los acuerdos de Bretton Woods —ustedes habrán oído mencionar esa palabra—, concedía a Estados Unidos enormes privilegios, porque en ese momento disponía del 80% del oro mundial. Aquel país no fue destruido por la guerra, exportó mucho, mucho, mucho —Europa destruida; el Asia destruida— y acumuló 30 000 millones de dólares en oro. Es por eso que le concedieron el derecho a emitir las divisas para el comercio mundial, aunque debía respaldarla con una cantidad de oro por cada dólar que imprimiera.
Desde 1971, cuando en la guerra de Viet Nam gastaron fabulosas sumas y sus reservas en oro disminuyeron a un tercio, el señor Nixon —bien conocido— suspendió la conversión en oro de aquellas monedas, y desde entonces los que circulan son papeles.
Llevaría tiempo explicarlo más y mejor, pero tenemos las mesas redondas, tenemos dos nuevos canales de televisión. Nuestros técnicos, nuestros profesores, podrían explicarle a la población estos temas, que son de gran interés y ayudan a comprender lo que realmente es el mundo.
La situación internacional es compleja. La política aventurera —¡aventurera!— de la actual administración ha conducido al mundo a problemas cada vez más insolubles, el orden económico impuesto es cada vez más insostenible. Por eso nadie se extrañe de que estallen movimientos sociales incontenibles o estallen revoluciones en cualquier lugar, cualquier día. Ya ha venido ocurriendo.
Dentro del ámbito europeo, en España ha tenido lugar un hecho grandioso y estimulante. Fue obra extraordinaria y casi exclusiva del pueblo español, en especial de sus jóvenes. Fíjense bien lo que dije: "obra extraordinaria y casi exclusiva del pueblo español, y en especial de sus jóvenes"; que nadie pretenda ahora apropiarse de esa gloria. Nosotros sabíamos bien cómo estaba en ese momento la situación en España. La heroica batalla política del pueblo español en apenas 48 horas, después de la tragedia y en vísperas de las elecciones, asestó un golpe demoledor a la pérfida maniobra del anterior gobierno de España para manipular a su favor y en el de los intereses belicistas de Estados Unidos la horrible acción terrorista del 11 de marzo.
Todo el mundo sabía cómo estaba la cuestión electoral. El partido conservador del señor Aznar, en virtud de factores económicos coyunturales favorables y el monopolio de los principales medios masivos, de acuerdo con encuesta y estudios, obtendría tal vez mayoría absoluta en el Parlamento; pero se produce una gran tragedia en España, el acto terrorista mencionado, que ocasionó más de mil víctimas entre muertos y heridos. Hemos sido testigos de la evolución de los acontecimientos.
El señor "Anzar" —es como le llama Bush a Aznar, él no ha aprendido a pronunciar bien ese nombre (Risas)—, de inmediato, se puso a manipular la noticia y a culpar a ETA, cuando en realidad ETA no tenía absolutamente nada que ver con el hecho.
Cualquiera puede observar la forma de actuar de distintas organizaciones, de un tipo o de otro, era muy evidente que aquel atentado no se correspondía con el estilo de aquella.
Aznar de inmediato lanza la acusación de que era obra de los etarras, y la mantenía a toda costa, porque el hecho sucede el jueves 11. Recuerdo que el viernes 12 a las 8:00 p.m. tuvo lugar la condecoración de Gladys Marín, a la que se le impuso la Orden "José Martí". Ese mismo día a las 6:00 de la tarde, en el programa de la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, nuestros periodistas denunciaron aquella cínica y grosera maniobra. Las mesas redondas a través de Internet y de satélite se escuchan en muchos lugares, entre ellos España. Expresaba el deseo de nuestros periodistas de hacer llegar a los amigos españoles con toda urgencia importantes informaciones que se habían podido recoger en Occidente sobre los acontecimientos y los criterios de importantes analistas internacionales. En España los grandes medios no hablaban de estos. Ignoramos si la trasmisión cubana pudo ser de alguna utilidad a los cuadros jóvenes españoles que desataron la épica batalla política. En realidad solo faltaban 36 horas para el inicio de los comicios.
El sábado 13 todavía Aznar insistía y persistía en su denuncia, se le veía furioso defendiendo la tesis de que eran los etarras, mientras los de Al Qaeda declaraban que eran los autores del hecho.
A Aznar y a Estados Unidos les convenía muchísimo que fuesen los etarras, porque en Europa hubo mucha oposición a la guerra de Iraq, y el pueblo español fue el que más se opuso a la guerra de Iraq (Aplausos). Si los etarras hubiesen cometido semejante hecho en pleno corazón de Europa, el capital político del señor "Anzar" y la línea belicista se habrían beneficiado considerablemente.
Esa fue la causa del interés enorme en llevar a cabo aquella maniobra sucia 48 horas antes de las elecciones, en las que esperaban obtener muchos más votos todavía; pero el pueblo español descubrió la trampa. El mismo sábado, víspera de las elecciones, se reunió en masa, frente a las oficinas del partido gobernante, principalmente la juventud, protestando y denunciando el atroz engaño. Lo que a esa hora nadie podía imaginar —les confieso que a mí me parecía ya imposible que se produjera una reacción—, lo insólito se produjo y fue que toda aquella gente, comunicándose por distintas vías, trasmitieron la denuncia por toda España y no precisamente a través de los órganos fundamentales de prensa. Se afirma que durante toda la noche utilizaron todas las vías para comunicarse, y al otro día más ciudadanos que nunca acudieron a las urnas y la gran noticia: el pueblo español había castigado duramente a aquel farsante, a aquella Celestina española —como la llamamos nosotros— que reclutó en Santo Domingo, Honduras, El Salvador, y ¡quién lo diría, quién lo diría!, hasta una pequeña tropa del Ejército Sandinista fue enviada a Iraq junto a jóvenes soldados de los mencionados países como carne de cañón, inducidos por él, que fue quien se encargó de hacer los trámites y gestiones pertinentes. ¡Quién podía imaginar que algún día jóvenes latinoamericanos serían enviados como carne de cañón a aquella injusta y genocida guerra!
En España vieron cómo a pesar de que la inmensa mayoría de los medios masivos apoyen una mala causa, el pueblo es capaz de sobreponerse y propinarle una paliza a la Celestina, de la misma forma que en iguales circunstancias el pueblo venezolano ha propinado más de una paliza a la oligarquía traidora de su país (Aplausos).
Hay que creer en los pueblos, y mientras más aprendan, más conocimientos, más cultura general y cultura política posean, mucho más difícil será tratarlos como manadas de analfabetos e incultos.
Y si me permiten prosigo, no falta mucho; pero depende de ustedes (Aplausos).
El actual gobierno ha cumplido su promesa de retirar las tropas españolas de Iraq. Es sin dudas una acción loable. Pero el Estado español bajo el anterior gobierno asumió la responsabilidad de reclutar a un número considerable de jóvenes dominicanos, hondureños, salvadoreños y nicaragüenses para ser enviados como carne de cañón a Iraq bajo el mando de la Legión Española, caso único en la historia de este hemisferio. España, que como antigua metrópolis de los pueblos latinoamericanos aspira a recibir respeto y consideraciones, e incluso a desempeñar determinado papel en América Latina y el Caribe, tiene la responsabilidad y el deber moral de luchar por el regreso definitivo a su patria de los jóvenes latinoamericanos que fueron enviados a Iraq por gestiones del anterior gobierno.
Hay un gobierno nuevo, pero el Estado tiene que cargar con la responsabilidad de lo que hizo el anterior, y allá están, es una responsabilidad y un deber moral de España promover y apoyar la retirada de esos jóvenes que están en Iraq.
Ya ustedes saben, las metrópolis son las metrópolis, y siempre tienden a creer que sus antiguos súbditos son como tataranietos recién nacidos que necesitan la ayuda de la sabia metrópoli. A veces hablan de ayudar, o como en Europa, decían que nos daba una ayuda humanitaria, y un día se le ocurrió, ¡ah!, tomar medidas de represalia.
Aquellos no se acordaron de la monstruosa cárcel de Guantánamo; no se acordaron de la monstruosa injusticia, la forma cruel y despiadada con que tienen en Estados Unidos a cinco héroes de este país, que defendían a su patria contra el terrorismo buscando información; terrorismo que inventaron y aplicaron los gobiernos de Estados Unidos durante 45 años contra Cuba (Exclamaciones).
Para qué repetir la historia, miles de compatriotas han perdido sus vidas; para qué recordar lo de Barbados. El hecho es que los de la Comunidad Europea no se acordaban de nada y que allá en Miami se organizaban libremente los planes de atentados y los actos de terrorismo contra Cuba, apoyados por la mafia, una mafia que está asociada al gobierno de Estados Unidos, siempre con absoluta impunidad. Allí goza de libertad en Miami el señor Bosch, quien, junto a Posada Carriles, organizó la voladura en pleno vuelo del avión de Cubana. No, de eso no se acuerdan ni pueden acordarse.
El imperialismo organiza y ha organizado durante 45 años conspiraciones, desestabilización contra nuestro país, paga mercenarios, y ahora anda diciendo que hay que invertir mucho más para esos fines. No griten ni se quejen después si Cuba adopta las medidas pertinentes para sancionar a mercenarios al servicio de una potencia extranjera (Aplausos).
Si Cuba se defiende, si arresta y sanciona a mercenarios para que nadie se crea impune, vienen las grandes campañas contra nuestro país. Le quieren prohibir defenderse, y este país, sin violar las normas que ha aplicado siempre en sus luchas, se defenderá con las leyes, y se defenderá con las armas cuando sea necesario, hasta la última gota de sangre (Aplausos y exclamaciones).
De modo que no se hagan ilusiones y luego vengan como plañideras a presentarnos como violadores de los derechos humanos.
Eso mismo que hacen con Cuba lo están haciendo con Venezuela: crean provocaciones, dan lugar a incidentes, matan y culpan después al gobierno de Venezuela. Es un caso realmente interesantísimo, cómo es posible, a pesar de eso, y aun cuando aquel pueblo venezolano no tenga hoy los niveles de conocimientos que masivamente tiene nuestro pueblo; hay que ver lo que es el instinto del pueblo y cómo se mantiene firme, y cómo es muy difícil engañarlo.
En Cuba todo el mundo conoce de sobra la verdad, pero el imperio realiza estas campañas para desacreditar a Cuba en el exterior. A nosotros no nos quita el sueño. Qué importa lo que piensen hoy; importa lo que pensarán mañana. Esta Revolución dejará huellas indelebles en la historia del mundo (Aplausos), y no tiene absolutamente nada de qué abochornarse, porque su moral está tan alta como las estrellas, y su conducta ha sido intachable, independientemente de errores individuales de otro tipo que se cometan, que nada tienen que ver con los derechos humanos. Sería iluso pensar que no se cometan errores, económicos, políticos, administrativos, legales; pero en las cosas fundamentales que atañen a los principios más sagrados de la Revolución, relacionados con los seres humanos, nadie se equivoca, nadie se engaña, ni se permiten equivocaciones ni engaños de este tipo.
Lo que estamos haciendo hoy, lo digo en este Primero de Mayo, es realmente como una nueva gran revolución (Aplausos), apoyados en la experiencia de tantos años de lucha, más allá de lo que hemos hecho hasta hoy, por el bienestar de cada uno de nuestros compatriotas y sin exclusión social alguna, sigue esa línea extraordinariamente humana.
Sabemos lo que se ha hecho y ustedes lo están demostrando, pero sabemos cuántas cosas más pudieron hacerse y no las hacíamos porque no teníamos suficientes conocimientos, no teníamos suficiente experiencia. Cómo se hace una revolución y qué es una revolución no aparece en los libros; ni en los libros aparecía que este país pequeño hubiese tenido que enfrentarse durante 45 años con la más poderosa potencia que ha existido jamás en el mundo, y que no pudo derrotarnos con sus armas. Sabía el precio.
En Girón, donde subestimaron a nuestro pueblo, no estuvieron ni siquiera 70 horas, y en la Crisis de Octubre a punto estuvo el mundo de estallar, como consecuencia de los planes de agresión imperialistas y la firmeza de nuestro pueblo. Y hemos resistido todos estos años de bloqueo y de período especial. Este es un pueblo veterano y aguerrido, con una enorme fuerza joven preparada, culta y revolucionaria, que no podrá nadie jamás vencer (Aplausos y exclamaciones).
De modo que lo que estamos haciendo, lo sabemos bien, va a transformar una vez más este país, ya lo está transformando de forma impresionante.
Ya hablé de las antiguas metrópolis estas que se creen que nos pueden dar clases de carácter político y social. Si las metrópolis lo desean, nosotros podemos enseñarles algunas cosas; pero ninguna debe sentirse impaciente o capaz de enseñarnos.
Ya mandamos para el diablo la famosa ayuda humanitaria de la Comunidad Económica Europea, y les advertimos que no tenemos ningún apuro para que vuelvan a enviar sus limosnas.
Observen bien: Si les compramos 1 500 millones anualmente y les vendemos solo 500 millones, muchos de ellos en forma de materias primas, los que les damos una ayuda humanitaria somos nosotros, porque, en esos 1 500 millones que nos venden, deben ganar alrededor de 500 millones de dólares netos. Después se aparecen con muchos maletines a ofrecer una ayudita de la cual gastan más en los hoteles cinco estrellas donde se hospedan y en los aviones en que viajan, que lo que aportan. Así que a nosotros no nos va a venir con esas tonterías la Comunidad Europea.
Tampoco se crea nadie que va a venir a darnos consejitos sobre cómo debemos desarrollar nuestra democracia, porque este país tiene suficiente experiencia, ha luchado mucho y ha obtenido suficientes éxitos a costa de sacrificio y sangre, para que venga un país europeo a brindarnos leccioncitas de democracia; porque ningún país de Europa, y algunos menos que otros, disfruta, en medio de colosales desigualdades, la democracia verdadera, igualitaria y plenamente participativa que disfruta hoy Cuba, en todos los sentidos (Aplausos y exclamaciones), desde el día en que el pueblo se hizo poder y la riqueza se distribuyó con justicia. Y no solo se hizo poder el pueblo, sino que el pueblo es quien defiende ese poder, sin OTAN ni pactos militares con el diablo.
Sería cuestión de discutir cada una de las cosas que se hacen en este país con cada una de las cosas que se hacen en los países ricos del mundo, a ver si hay el nivel de igualdad, de humanidad, de atención para todos, sin excepción, algo que no ha existido nunca en ninguna otra parte.
Estamos muy conscientes de lo que somos, de lo que hemos hecho y de lo que tenemos. Pero parece que algunos tontos no se percatan todavía de eso y persisten en inmiscuirse en nuestros asuntos internos, enseñándonos cómo se establece la democracia. En todo caso nosotros podemos responder a tan generoso gesto enseñándoles cómo se construye la igualdad, cómo se erradican los privilegios y cómo se establece una democracia revolucionaria.
Cuento estas cosas así, de paso, porque no tuve mucho tiempo para escribir.
Recuerden que hablé de lo que estaba pasando con los jóvenes latinoamericanos enviados a Iraq y la necesidad de que los regresen a sus países, porque ahora el imperialismo busca carne de cañón y bien puede pasar que un día cualquiera hasta a los polacos, que andan de mercenarios allá, les dé por retirarse también. Tendrían que ser consecuentes con la historia de un país que fue muchas veces invadido, muchas veces ocupado, repartido, para que ahora sus jóvenes sean alquilados como mercenarios en una guerra de conquista.
No tengo duda de que no pasará mucho tiempo antes de que los que hoy hacen el ridículo y bochornoso papel de enviar tropas allí para apoyar esa repugnante guerra, comiencen a pensar en serio de otro modo.
Como he dicho todo esto, creo mi deber expresar cuál es nuestra posición con el pueblo de Estados Unidos.
Los pueblos del mundo, entre ellos el de Cuba, no odian al pueblo de Estados Unidos ni desean la muerte de jóvenes soldados norteamericanos, muchos de ellos negros, mestizos y latinoamericanos, a los que la pobreza y el desempleo llevó al oficio de las armas, y hoy son víctimas de una guerra innecesaria y estúpida; no apoyamos en Iraq a gobierno alguno ni a determinados sistemas políticos, que es prerrogativa exclusiva de los iraquíes; fuimos solidarios con los que murieron en los atentados en Nueva York o en Madrid, y condenamos tales métodos. La enorme y creciente simpatía mundial hacia el pueblo de Iraq fue generada por los brutales bombardeos sobre Bagdad y otras ciudades, que causaron terror y muerte entre civiles inocentes, sin tomar para nada en cuenta el trauma terrible que a millones de menores, adolescentes, mujeres gestantes, madres y ancianos, los acompañará toda la vida, sin justificación posible y a base de groseras mentiras. Esas simpatías se multiplican, porque miles de millones de personas tomaron conciencia de que se trataba de una guerra de conquista para apoderarse de los recursos y las materias primas que posee el país, porque no había justificación ni legalidad alguna, porque fueron violadas las normas internacionales, porque la autoridad y las prerrogativas de las Naciones Unidas fueron desacatadas.
El pueblo de Iraq lucha hoy por su independencia, su vida, la vida de sus hijos y sus legítimos derechos y recursos.
El gobierno de Estados Unidos enfrenta por ello una complicada situación, porque quiso seguir la línea de la violencia, la guerra y el terror. Tengo autoridad moral para sostener este punto de vista, porque mucho antes de desatarse la política guerrerista, el 11 de septiembre del 2001, día exacto del horrendo ataque a las Torres Gemelas, en un acto de inicio de curso de 4 500 jóvenes maestros primarios, dije textualmente:
"Es muy importante saber cuál va a ser la reacción del gobierno de Estados Unidos. Posiblemente vengan días peligrosos para el mundo, no estoy hablando de Cuba. Cuba es el país que más tranquilo está por diversas causas: por nuestra política, por nuestras formas de lucha, por nuestra doctrina, nuestra ética, y, además, compañeras y compañeros, por la ausencia total de temor."
[...]
"Los días próximos van a ser tensos dentro de Estados Unidos y fuera de Estados Unidos, empezarán a emitir opiniones no se sabe cuánta gente.
"Siempre que ocurre una tragedia de estas, por difíciles que puedan ser a veces de evitar, no veo otro camino, y si en alguna ocasión es permitido hacerle una sugerencia al adversario ―adversario que ha sido duro con nosotros durante muchos aρos―, si fuese correcto en alguna circunstancia sugerir algo al adversario, en aras del bienestar del pueblo norteamericano y basándome en los argumentos que expuse, les sugerirνamos a los que dirigen el poderoso imperio sean serenos, que actϊen con ecuanimidad, que no se dejen arrastrar por raptos de ira o de odio, ni se lancen a cazar gente lanzando bombas por todas partes.
"Reitero que ninguno de los problemas del mundo, ni el del terrorismo, se pueden resolver por la fuerza, y cada acción de fuerza, cada acción disparatada del uso de la fuerza, en cualquier parte, agravaría seriamente los problemas del mundo.
"El camino no es la fuerza ni la guerra. Lo digo aquí con toda la autoridad de haber hablado siempre con honradez, poseer convicciones sólidas y la experiencia de haber vivido los años de lucha que ha vivido Cuba. Solo la razón, la política inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión pública internacional puede arrancar de raíz el problema. Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes. Se resuelve poniendo fin, entre otras cosas, al terrorismo de Estado y otras formas repulsivas de matar, poniendo fin a los genocidios, siguiendo lealmente una política de paz y de respeto a normas morales y legales que son ineludibles. El mundo no tiene salvación si no sigue una línea de paz y de cooperación internacional."
A muchos la guerra de Iraq les hace rememorar la de Viet Nam. A mí me trae el recuerdo de la guerra de liberación argelina, cuando la potencia militar francesa se estrelló contra la resistencia de un pueblo de cultura, idioma y religión muy diferentes que, en lugares tan desérticos como muchas regiones de Iraq, se las arregló para derrotar a las tropas francesas y a toda su tecnología, bastante avanzada en aquel entonces. Antes habían sufrido la derrota de Dien Bien Phu, donde a punto estuvieron los antecesores de Bush de usar el arma nuclear. En ese tipo de guerra todo el arsenal de una superpotencia hegemónica sobra. Esta puede, con su inmenso poder, conquistar un país, pero no es posible administrarlo y gobernarlo si su población lucha resueltamente contra los ocupantes.
Nunca imaginé que un día el señor Bush escribiría con humildad una atenta carta al Presidente de Siria y pediría a las autoridades del gobierno de Irán, países hasta ahora considerados estados terroristas, que lo ayudaran a resolver el conflicto de Iraq. Mucho más sorprendente resulta que hace dos días, según noticias cablegráficas, la infantería de marina norteamericana fuese retirada de Fallujab, y en su lugar se destacaran allí militares iraquíes con un ex general del ejército de Saddam Hussein al frente. No critico ningún esfuerzo de paz o iniciativa que decida tomar la actual administración de Estados Unidos, pero dudo mucho que pueda haber otra solución que la retirada de las tropas norteamericanas de ese país, adonde nunca debió enviarlas, y devolverle al pueblo de Iraq su plena independencia (Aplausos). Eso tendría el apoyo de la comunidad internacional, que sin duda encontrará la forma para resolver la compleja situación allí creada.
Mientras tanto, los cubanos seguiremos observando los acontecimientos y continuaremos librando nuestra lucha más decidida frente a los que se dan hasta el lujo de preconizar tránsitos políticos basados en la desaparición física de algunos de nosotros. Lo peor es que los que hablan de acelerar tales tránsitos políticos son personajes cuyas ideas asesinas de siempre conocemos bien.
Ahora de nuevo se desgañitan amenazando con próximas medidas para afectar la economía y desestabilizar el país. Bien valdría que nos devolvieran a nuestros cinco Héroes Prisioneros del Imperio (Aplausos), que soportan con insuperable dignidad el más bochornoso y cruel caso de violación de los derechos humanos. Su suerte en las prisiones del gobierno federal, donde están totalmente aislados, no tiene mucho que envidiarle a la de los secuestrados en la Base Naval de Guantánamo. Aun a pesar de todo eso, no vacilamos en sugerirles a los gobernantes de Estados Unidos —ya intenté sugerirles algo la otra vez— que sean más serenos, más sensatos, más cuerdos y más inteligentes.
A los que persistan en destruir la Revolución, en nombre de la inmensa multitud que se reúne aquí este Primero de Mayo, les digo sencillamente como en Girón y otros momentos decisivos de nuestras luchas:
¡Viva el socialismo!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación).