Discurso
pronunciado por el Comandante en Jefe al clausurar la “Conferencia Mundial
Diálogo de Civilizaciones.
América Latina en el siglo XXI: Universalidad y Originalidad”, en el
Palacio de las Convenciones, el 30 de marzo del 2005.
(Versiones Taquigráficas -
Consejo de Estado)
Queridos amigos:
Me refiero a todos los invitados procedentes de otros países
o procedentes de Cuba.
Debo confesarles que a mí la palabra “extranjero” no me
gusta, es como si yo dijera:
“Queridos extraños”, al dirigirme a ustedes.
Tal vez pocas veces alguien ha tenido la posibilidad —a la
vez que el desafío— de reunirse con un grupo como este. Hay que ser, en primer lugar, adivino, para
saber de qué debo hablar. Tengo fama de
hablar mucho, a veces de extenderme demasiado, que no es mi intención en la
tarde de hoy, aunque no siempre coinciden las intenciones con los resultados
(Risas); pero, comprendo, y no por haber estado —lo cual me hubiera gustado
mucho— durante el transcurso de las intervenciones. Tuve la suerte de recibir
un resumen de las actividades y de las diversas intervenciones.
Lo primero que me viene a la mente es la idea de felicitar a
los que tuvieron la iniciativa de crear un evento como este, y de ponerle un
nombre que lo sintetiza: Diálogo de Civilizaciones.
Cualquiera que no hubiera conocido alguna de las reuniones o
el contenido de la tarea de ustedes, habría podido pensar que se trataba de un
grupo de aficionados a cambiar impresiones filosóficas, o a emplear el tiempo
en intercambios y reflexiones interesantes.
Yo pienso, por lo que he leído, que el contenido de este
diálogo es mucho más elevado y más profundo de lo que habría podido imaginarse
a partir del título. Lo que me parece es
que realmente ustedes han participado en un diálogo, no sé si decir entre las
civilizaciones o en un diálogo por las civilizaciones.
Habría que remontarse a conceptos de civilización y
preguntarse, ¿qué son las civilizaciones?
Desde que era muchacho y estaba en la escuela, de lo cual no hace tanto
tiempo (Risas), a mí me parece que fue ayer cuando escuchaba los primeros
conceptos acerca del mundo, de la historia, y se decía que este mundo era
civilizado, incluso se decía que los europeos habían venido a este hemisferio
para traernos la civilización.
También se dijo que había que marchar al África para
civilizar a los africanos, y marcharon allá al Pacífico, al llamado entonces
Océano Indico a civilizar a los indios, y a los indonesios; un poco más lejos y
llegaron hasta China, para civilizar a China.
Desde hace mucho rato todos hemos oído hablar, de muchacho
también yo oía hablar de Marco Polo, de sus viajes a China, y se sabe que había
una civilización china hace mucho tiempo, igual que hubo una civilización
india, una civilización allá también en el Eufrates, varias civilizaciones,
allá en Mesopotamia, y lo curioso es que todo eso ocurría antes de la
civilización griega y la civilización romana, y antes de la civilización
europea.
Un día estaba de visita en África, allá en Sudáfrica, y me
invitaron a una aldea donde había una estatua que le habían construido a un
niño que había muerto en una de las protestas contra el apartheid, y
reflexionaba en aquel lugar, que cuando ya había una civilización en África, en
algunos lugares de África, en Europa las tribus bárbaras vagaban de una región
a otra.
En los tiempos de Julio César sabemos que sus glorias las
ganó combatiendo con sus legiones a las tribus bárbaras alemanas, y después de
dominar a las tribus bárbaras de los francos vino la conquista de las
Galias, la guerra de las Galias, y llegó, incluso, a lo que hoy es
Gran Bretaña, a las islas; hizo por allá un muro, porque parece que a
alguna gente no pudieron dominarla totalmente, pero construyeron una
muralla. Esa misma Europa —y no estoy
contra los europeos, al contrario, estoy a favor de la paz entre todos (Risas),
y el respeto a la dignidad de todos, cómo no voy a respetar la dignidad de los
europeos, hago la historia, porque meditaba—, por aquellos momentos, cuando XV
siglos después de la conquista de las Galias por Julio César, los españoles
—mis parientes en parte—, llegaron a México, y se encontraron allí —yo pienso—,
una civilización, una ciudad que era mucho más grande que cualquier ciudad
europea de la época, la ciudad de México, la capital de los aztecas,
Tenochtitlán, una ciudad construida sobre el lago, una obra maestra de
ingeniería, una agricultura próspera, desarrollada. Tenía más habitantes y era más grande que
París; posiblemente más grande que Madrid, Lisboa y todos aquellos sitios, y
fueron a llevar la civilización, a conquistar México.
Bueno, uno de los pretextos que yo leí en uno de los
escritores de aquella época, Bernal Díaz del Castillo, es que había que
civilizarlos porque hacían sacrificios humanos.
Y si hay que civilizar aquellos que hacen sacrificios humanos, creo que
hay mucha gente que civilizar todavía en este mundo.
Pienso que, por ejemplo, habría que civilizar a aquellos que
bombardean ciudades, aterrorizan millones de hombres, mujeres y niños y después
dicen que hubo bajas civiles.
Independientemente de las bajas civiles que hay siempre en todos los
bombardeos, y los rusos lo saben mejor que nadie, porque los rusos conocieron
los bombardeos sobre Leningrado, los rusos conocieron los ataques sorpresivos;
los rusos recordarán aquel 21 de junio cuando las tropas de Adolfo Hitler, las
divisiones acorazadas, con el empleo de miles y miles de aviones, cientos de
divisiones perfectamente armadas, decenas de miles de tanques y cañones,
atacaron sorpresivamente y sin previo aviso aquel oscuro rincón del mundo, que
se llamaba la Unión Soviética; penetraron las divisiones a toda velocidad, unas
hacia Leningrado, otras derecho hacia Moscú, otras por el sur directamente
hacia Kiev.
Los que hemos tenido posibilidad de conocer y de admirar las
grandes proezas del pueblo ruso sabemos con cuán terrible adversidad tuvo que
enfrentarse de repente, en cuestión de horas, mientras los soldados estaban de
pase en aquella fortaleza famosa de Brest-Litovsk, que tan gallarda y
heroicamente se defendió, a pesar de la sorpresa, y en el estudio de esos
acontecimientos sí pudimos observar algo que dice mucho de los valores
históricos del pueblo ruso, cuando en todas partes la noticia de tanques
enemigos en la retaguardia era la señal de levantar las manos y levantar
bandera blanca, los rusos no se rendían, los rusos no levantaban bandera
blanca.
A veces uno reflexiona, qué puede haber pasado si aquel
pueblo hubiese estado movilizado, si el ejército ruso y sus aliados hubiesen
estado en alarma de combate. Nosotros,
un pequeñísimo país, una islita aquí al lado del poderoso vecino, ¿cuántas
veces hemos tenido que avizorar peligros y declararnos en alarma de combate?;
porque nos hicimos el propósito de que nadie pudiera sorprendernos jamás y
atacarnos mientras estábamos desprevenidos.
No voy a hurgar en la historia ni a hablar de responsabilidades; pero el
hecho real es que si el pueblo y sus fuerzas armadas hubiesen estado
movilizadas, sé muy bien dónde habría terminado la Segunda Guerra Mundial, no
en Berlín sino en Lisboa. Me atrevo a decirlo aquí con toda responsabilidad, lo
he pensado muchas veces porque he leído esa historia, muchos libros de la
historia de aquella guerra, escritos por los de un lado y los del otro. Todos sabemos que murieron millones y millones de
hombres y mujeres, se ha hablado de 15, después de 20, después de 27
millones de ciudadanos de aquel Estado multinacional soviético; entonces y
ahora también, Rusia es en gran parte un Estado multinacional, desde luego;
pero decenas de millones murieron, pienso que en gran parte como consecuencia
de la sorpresa.
En nuestro país no se sabe cuántos libros se publicaron,
incluso, cuando grandes peligros nos amenazaban, nosotros acudíamos a la
literatura heroica de los rusos. Y así
por cientos de miles se editaban los libros para inspirar a nuestro pueblo en
la idea de que cuando el pueblo lucha y cuando el pueblo resiste puede
enfrentar cualquier dificultad.
Quiero decir que para nosotros ese heroísmo de los rusos no
es algo sobre lo cual hayamos leído como el heroísmo, digamos, de los que en
Sagunto y Numancia, lucharon allá frente a las tropas romanas y lucharon hasta
el último hombre, hasta el exterminio de la población, sino que nosotros hemos
vivido juntos una parte de la historia, parte difícil; ustedes la habían
vivido antes y nosotros la vivimos después, amenazados constantemente de
invasión; y no nos amenazaba la isla de Gran Caimán, que está al sur de
Cuba y tiene algunos kilómetros cuadrados, y tal vez 8 000 ó 10 000
habitantes, nos amenazaba un país que tiene 8, 9 ó 10 millones de kilómetros
cuadrados, casi 300 millones de habitantes, y es la potencia que desde el punto
de vista técnico, económico y militar ha prevalecido en los últimos
60 años, la superpotencia estadounidense.
Es un peligro grande.
Y nosotros nos inspirábamos en las hazañas del pueblo
soviético, debo decirlo, no debo tener temor a pronunciar esa palabra; pero
sabemos que el alma de esa resistencia, el eje de esa resistencia, el centro de
esa resistencia, era el pueblo ruso, sin disminuir en lo más mínimo el heroísmo
de otros pueblos que lucharon junto a los rusos.
Retamar hablaba de la invasión de Rusia por las tropas
napoleónicas; Napoleón que fue revolucionario, representante de aquella gran
revolución, genio militar indiscutible, pero genio militar en medio de una
revolución; sin la Revolución Francesa no habría habido genio, el genio militar
napoleónico, allá en su islita de Córcega habría vivido la cuota que le
correspondía vivir en aquella época y nadie habría oído hablar de Napoleón,
pero hubo una gran revolución, y en medio de esa gran revolución, luchas,
intervenciones, invasiones, todo el mundo lo conoce, y del pueblo salieron
jefes, muchos jefes. Del pueblo salen
los jefes y, sobre todo, en los procesos de grandes crisis sociales.
No son los hombres los que hacen la historia, es la historia
la que hace a los hombres o a las figuras o a las personalidades; los hombres interpretan,
de una forma o de otra, los acontecimientos, pero son hijos de la historia. Sin
esos procesos históricos —aquí estamos viendo al embajador de Venezuela,
nuestro amigo Adán, lleva el nombre del primer ser viviente que habitó este
planeta, pero es representante del país de Bolívar—, sin aquellos
acontecimientos históricos hoy no se conocería el nombre de Bolívar.
Fue la gran crisis, la ocupación de España por Napoleón, la
imposición de un rey francés allá, un hermano —y creo que era medio bobo— del
gran emperador, dio lugar a una rebelión como acto, en primer lugar, de
lealtad, no por parte de Bolívar, pero sí de aquella sociedad que era, incluso,
una sociedad representada en ese momento por los sectores más ricos, los
sectores dominantes.
Pero sin aquellos acontecimientos históricos, sin aquella
revolución hoy no se sabría el nombre de Bolívar, si Bolívar nace 30 años antes
o 30 años después. No se conocería
el nombre de Martí, incluso ni se conocerían los nombres de muchas grandes
figuras históricas, cuya fama, más que de méritos, surgió de los
acontecimientos históricos. Digo así de
todas las grandes figuras: Martí, el momento en que nace; Martí era hijo de un
militar español, madre y padre españoles, nace con una enorme sensibilidad,
nace en esta tierra en un momento de crisis. Entonces los grandes
acontecimientos históricos son producto de las crisis.
Digo esto, porque, bueno, la historia —hay muchas
interpretaciones sobre la historia— está hecha de una serie de acontecimientos
y avanza de etapa en etapa. La historia
de la cual hablábamos, la historia de aquellas civilizaciones que surgieron
antes que la griega y la romana, nos va enseñando muchas cosas.
Pienso que la historia del hombre es la historia de las
guerras, es la historia de las conquistas, es la historia de la dominación de
unos pueblos por otros, de unos grupos por otros. En un momento dado ya surgieron los imperios,
pero el romano no fue el primero, hubo imperios antes que el romano. En China hubo imperios. Por allá estaba el famoso ejército de
terracota, que los chinos han desenterrado, es impresionante lo que refleja
aquello, como avances en el arte, en la cultura, en la técnica, en la
civilización.
Hubo imperios en Asia.
El imperio persa fue muy anterior al romano, anterior, incluso, al
famoso imperio de Alejandro. Alejandro en un momento dado organiza ejércitos
—bueno, los organizó su padre— y muy joven inició la invasión del Asia Menor y
de todos aquellos países. Estaban
luchando contra un emperador persa, creo que destruyó Persépolis, dicen que
llevó la civilización griega. Es tan
extraño escuchar que la civilización griega pueda ser inspiradora de la
destrucción de una ciudad como la de Persépolis. Quedan unos restos de ella, y, sin duda que
tiene que haber sido una maravilla.
También la civilización de Mesopotamia fue destruida, los famosos
jardines colgantes no se sabe a dónde fueron a parar, de lo que fueron no
quedan más que algunas ideas. Eran
invasiones tras invasiones. Europa fue invadida ola tras ola por las llamadas
tribus bárbaras. Las tribus bárbaras
terminaron liquidando el imperio romano, sobre todo cuando las legiones romanas
dejaron de ser romanas para estar constituidas por soldados de aquellas tribus
bárbaras que terminaron destruyendo el imperio romano. Aunque, desde luego, en cada una de esas
etapas se fueron creando grandes valores, en todas las épocas, desde la época
que precedió a nuestra era, los filósofos que precedieron nuestra era, los
filósofos griegos, precisamente, surgieron antes de nuestra era, y se dice que
Aristóteles fue preceptor de Alejandro Magno.
Eso cuentan algunas historias escritas por
verdaderos eruditos que conocieron los hábitos de aquella época, y explican
cómo Aristóteles fue preceptor del hijo de Filipo de Macedonia.
Es decir, cada una de esas etapas fue creando valores, cada
una de esas etapas fue creando culturas que se iban sumando; pero, en
definitiva, cuando hablamos de civilización no podemos ignorar la civilización
maya, que tenía conocimientos sobre el espacio, o la civilización azteca, o la
civilización inca, o las civilizaciones preincaicas.
He conversado con hombres eminentes como Heyerdahl, el
famoso autor de la Kon-Tiki, que era
explorador. Se dedicaba al estudio de
las antiguas civilizaciones. En Perú
trabajó mucho y me contaba cómo había cosas y diseños que solo se podían
percibir desde una altura de 2 000 ó 3 000 metros, en plenas
llanuras, construcciones que eran obras de ingeniería, resultado de
conocimientos ingenieros que no existían en Europa cuando la conquista de este
hemisferio. De modo que nos trajeron aquellas civilizaciones, ¿nos conquistaron
hasta cuándo? Hasta hoy casi, y digo
casi, porque todavía muchos estamos conquistados y dominados por otras civilizaciones
que imperan sobre los restos de aquellas que existían en este hemisferio, y
esto, sin ignorar los grandes valores que, incluso, los conquistadores
trajeron, porque todas crearon valores.
Todas las civilizaciones crearon valores, pero valores que han chocado
unos con otros.
Cuando yo escucho esa frase: Diálogo de civilizaciones, a la
mente me viene la idea de una suma de valores, sumar los valores de todas las
civilizaciones, como cuando se habla de alfabetizar, es inculcar a los
ignorantes aquellos valores que no han podido conocer, porque no tuvieron un
maestro, porque no tuvieron una escuela.
Cuando se habla de alfabetizar se piensa en eso, trasmitir valores; pero
debemos preguntarnos una cosa: ¿Qué valores trasmitimos? ¿Qué valores?
Escuché con emoción las palabras que se pronunciaron sobre
decirle adiós al chovinismo, decirle adiós al nacionalismo estrecho, decirles
adiós a los odios, decirles adiós a las intolerancias, decirles adiós a los
prejuicios, y es trayendo todo lo que tienen de bueno todas las culturas y
todas las civilizaciones y todas las religiones, educarlos en una ética
universal, verdaderamente necesaria en este mundo neoliberal globalizado, que
comenzó por globalizar el egoísmo, globalizar los vicios, globalizar las ansias
de consumos, globalizar el intento de apoderarse de los recursos de los demás,
de esclavizar a los demás.
Se dice que la esclavitud proviene de los tiempos primitivos
y que desde que el hombre ya tuvo alguna productividad y descubrió que un
hombre podía producir para sí y para otros, en vez de asesinar a los
prisioneros, los conservó. Se dice y
puede haber mucho de cierto en eso; pero miles de años después la esclavitud
estaba presente.
Se dice que fue un gran paso de avance, aquel de la
esclavitud romana al feudalismo que prevaleció en Europa, en la llamada Edad
Media, hasta el minuto en que nos descubrieron aquí. Digo nos descubrieron, porque aunque yo tenga
parte de la sangre de los descubridores, me siento un hijo de esta tierra, de
esta isla; pero, por encima de todo me siento hijo de la humanidad. Tuvimos un gran patriota, un gran filósofo
que una vez dijo —y no era la época del internacionalismo, era un hombre
luchando por la independencia de su patria contra el coloniaje español, pero
dijo una frase digna de grabarse para todos los tiempos que tengamos por
delante—: “¡Patria es humanidad!” Ese
hombre se llamó, se llama y se llamará siempre José Martí. Vean: “¡Patria es humanidad!” Aquí donde se han reunido representantes de
más de 25 países, científicos, intelectuales, líderes religiosos, para
sostener este diálogo de la civilización, ¿acaso no han tenido el sentimiento o
la impresión de que, ¡Patria es humanidad!?
Aclaro esto porque odio el chovinismo, repugno el chovinismo
como repudio otras muchas cosas que el hombre en su largo viaje por su breve
historia... nadie sabe si el homo sapiens nació ya hace 50 000 o hace
100 000, o varios cientos de miles de años; los arqueólogos se pasan la
vida buscando cráneos para ver en qué momento de la evolución de la especie
surgió el hombre. Y lo digo sin temor, aunque sé que muchos son religiosos,
porque el propio líder de la Iglesia Católica hace algunos años declaró, a mi
juicio muy valientemente, que la teoría de la evolución no es inconciliable con
la doctrina de la creación. No conozco,
desde luego, qué piensan sobre este punto en concreto otras religiones, yo las
respeto a todas y respeto todos los criterios; pero cito un ejemplo de cómo
interpreta esos conocimientos la Iglesia Católica. Son cosas nuevas, porque las propias iglesias
han ido aprendiendo y han ido tratando de perfeccionar sus puntos de vista y
sus concepciones, a partir de la búsqueda del bien.
Yo estudié en escuelas religiosas, fui crítico, y todavía lo
puedo ser, incluso, de la forma en que a mí me enseñaban la religión, con un
sentido muy dogmático. Todas las
personas no nacen iguales y cada una tiene su carácter, su forma de ser. Yo siento rechazo por aquellas cosas que me
traten de imponer, o que me obliguen a creer sin persuadirme de aquello en lo
que quieren que yo crea. Así cada uno
tiene su manera de reaccionar.
Pero digo que las propias iglesias han ido haciendo
esfuerzos. La Iglesia Católica ha criticado los crímenes que se cometieron, la
conquista a sangre y fuego de este hemisferio, ha criticado la inquisición, ha
criticado la
condena de Galileo, ha condenado aquellos hechos horribles, como lo
eran las hogueras donde castigaban a los herejes. El primer indio que se sublevó en este país,
pacífico, y no era ni siquiera cubano, vino de Santo Domingo donde había una
población más combativa, se llamaba Hatuey, lo condenaron a morir en la
hoguera; y allí un sacerdote lo fue a persuadir de que se bautizara para ir al
cielo, y cuenta la historia que preguntó —sea o no cierto, digo yo, es una
bella historia; eso nos lo enseñaron a todos nosotros desde que estábamos en la
primaria— si los españoles iban al cielo y cuando le dijeron que sí iban al
cielo, aquel rebelde indio dijo: “Pues
yo prefiero morir, no quiero ir a ese cielo donde van los españoles.”
Vean qué enseñanza, cómo cada hombre que pasa deja
algo. Aquel rebelde que murió con
aquellas palabras, que pueden ser o no ciertas, pero al menos las inspiró. Vean qué bello ejemplo de dignidad, de
heroísmo.
Y yo hablaba de que todos los errores que hemos cometido todos
debemos superarlos y los valores que hemos creado todos debemos unirlos. Así
interpreto lo que pudiera llamarse un diálogo de civilizaciones, cuyo espíritu
comparto ciento por ciento y me hace feliz. Ojalá pueda participar un día en un
diálogo completo y no en una clausura del diálogo, y no tener que enterarme por
un resumen de lo que se discutió.
Nuestro ilustre visitante, a quien hemos recibido con mucha
satisfacción, y sabemos que no tiene ninguna culpa de haber llegado tarde,
pudiéramos llamar eso una contradicción de puntos de vista, una contradicción
de civilizaciones, hablaba de la satisfacción con que esperaban allá en Grecia
pronto el próximo diálogo, donde podrían asistir los que lo desearan, a la
mente me trajo una cosa muy reciente, que yo, amante del deporte, que siempre
lo fui, deseosos de ver unas olimpiadas, a las que nunca fui, incluso, pudiendo
ir; pero creía que yo tenía derecho a participar en unas olimpiadas, si lo
deseaba, y allá en Grecia me habían invitado muchísima gente, hasta los de la
Iglesia Ortodoxa griega, y me prometieron llevarme allá a un famoso
convento. Y, realmente, tengo la cabeza
llena de ideas, de recuerdos, de las cosas que me contaron, las cosas
maravillosas que me contaron de la historia de esa iglesia y de lo que habían
hecho, lo que habían creado. Tenía mucho interés porque me visitó el Patriarca
Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa griega el día precisamente en que se inauguró
la iglesia de esa religión, y ya también se hablaba de la primera piedra de la
Iglesia Ortodoxa rusa, que también va a tener una catedral aquí, para
satisfacción de todos nosotros, de la misma forma que hay una mezquita en
nuestra ciudad, y de la misma forma que están representadas todas las iglesias;
tenemos ese honor y nos satisface y nos honra que estén aquí representadas. Y
creo que nuestro país ha sido en eso un ejemplo de cómo puede haber ecumenismo
no solo en el terreno religioso sino también en el respeto a los sentimientos
de los demás.
Yo no podría ser ecuménico con aquellos que les niegan a los
demás su derecho a pensar y su derecho a creer, porque para nosotros que tanto
nos acusan de ser violadores de los derechos humanos, no voy a decir nada más
que el primer derecho humano es el derecho a pensar, el derecho a creer, el
derecho a vivir, el derecho a saber, el derecho a conocer la dignidad, el
derecho a ser tratado como los demás seres humanos, el derecho a ser
independiente, el derecho a la soberanía como pueblo, el derecho a la dignidad
como hombre.
Si vamos a hablar de derechos humanos, realmente pensamos
que habría que organizar unas olimpiadas, reunirnos a nosotros, acusados, con
todos los farsantes e hipócritas que en el mundo hay, y reunirnos en una sala
como esta a discutir qué son los derechos humanos y cuáles son los que nosotros
hemos violado y los que nosotros hemos defendido durante decenas de años, sin
abandonar una sola vez nuestros principios; ustedes, muchos de los cuales son
religiosos, al fin y al cabo podrían recordar y líbrenos Dios —y no soy un
creyente en el sentido tradicional de la palabra— de la idea de compararnos con
ningún otro personaje de la historia. Yo
no soy yo; yo hablo en nombre del pueblo de Cuba, yo represento miles, cientos
de miles, millones de seres humanos que habitan en esta isla. No pretendo compararme con nadie; pero esta
isla ha sido más calumniada que los primeros cristianos, ha sido más calumniada
que aquellos que eran devorados por los leones en el circo romano, más
calumniada que aquellos que vivían en las catacumbas, porque tenían una
creencia.
Hay creencias religiosas, y hay creencias políticas. Hay
convicciones religiosas y hay convicciones políticas en el mejor sentido en que
podría utilizarse esa palabra tan manoseada que se llama política, tan
desprestigiada que se llama política. Hay ideas políticas. Yo concibo como
ideas políticas aquellas que realmente sean dignas de la vida de un hombre, del
sacrificio de un hombre, de la sangre de un hombre, de la muerte de un hombre,
o de muchos hombres, de un pueblo entero si fuera necesario sacrificarse por
defender esos valores, quien defienda valores, y sabe que sin valores no hay
vida. Digo más, sin valores no hay civilización; digo más, sin valores esta
humanidad no sobrevive, porque cuando hablamos de civilizaciones —y sabemos que
hubo muchas, y no pocas que desaparecieron—, podríamos preguntarnos también
cuánto van a durar estas civilizaciones si no damos los pasos pertinentes como
ustedes tratan de darlo aquí para que sobreviva, ya no la civilización, sino la
especie, porque por primera vez en la larga marcha de la breve historia, la
supervivencia de la humanidad está en peligro.
Invitaría a que alguien respondiera si alguna vez la supervivencia de la
especie estuvo en peligro como está hoy.
Antes era el imperio romano, antes era la civilización
griega, o la grecorromana, en otro tiempo fue la egipcia, en otro fue la persa,
en otro fue aquella de Mesopotamia ya mencionada. Es decir, todas las civilizaciones han vivido
en aquel hemisferio y en este, porque el hombre en todas partes llevó
civilización. Está probado que el mismo
hombre que estaba del lado de acá del Atlántico tenía el mismo desarrollo
mental y la misma inteligencia que los que se quedaron allá en el Viejo Mundo. Y los geofísicos, los que han estudiado la
Tierra saben que antes no había dos hemisferios, que hace 350 millones de años
había una masa de tierra. Estos hemisferios son producto también de la historia
de las leyes de la física, de la geología, la masa compacta se fue apartando,
se apartó este hemisferio de aquella masa, se apartó la Antártida, se apartó
Australia, todas se fueron apartando. Se
sabe, incluso, cómo surge el Himalaya, los movimientos de las capas tectónicas
que dieron origen a una cosa y a otra, y hace 350 millones de años no había
hombres, hace 300 tampoco. Entonces comenzaba a formarse el petróleo. Ese
petróleo, al parecer, tan maravilloso y posiblemente maravilloso, que este
hombre civilizado está destruyendo en menos de 200 años.
Quisiera saber cuánto petróleo quedará en el mundo dentro
—estamos en el 2005— de 91 años, porque en 1896 el mundo consumía 6 millones de
toneladas de petróleo al año y hoy consume 82 millones de barriles, es
decir, casi 12 millones de toneladas de petróleo diariamente.
Hace 109 años, repito, este homo sapiens, cuya sapiencia,
queridos amigos y queridas amigas, está todavía por demostrar, hace 109 años
consumía 6 millones de toneladas al año y hoy consume casi
12 millones todos los días, y el consumo crece a ritmo de 2 millones de
barriles diarios cada año, y no alcanza, y está cada vez más caro.
Y estoy mencionando un solo problema, el de la energía, y
podría uno preguntarse cuánto va a durar esa cómoda energía de la cual nuestros
civilizados vecinos —no me refiero al pueblo—, ese gobierno tan civilizado —y
perdonen que he mencionado a un gobierno, no quiero mencionar ninguno porque no
quiero herir a nadie, bueno, como lo quieran ustedes llamar—, esa política tan
civilizada y tan humanitaria que se opone a los Acuerdos de Kyoto, un sencillo
y limitado intento de contener la contaminación de la atmósfera. Es algo digno de rechazarse.
Ese país consume el 25% de la energía mundial. Ahora, ahora hay crisis de petróleo, hay y
habrá. La última más connotada fue la de
1975, y se dice que está caro el petróleo en la actualidad. No, caro estaba en 1975.
No es que nosotros seamos petroleros; puede ser que lo
seamos pero no estamos defendiendo con esto ninguna idea, estoy diciendo que es
mejor; porque si van a contaminar el mundo, mientras más caro sea, más
esperanza de que dure unos años más antes de que nos envenenen, de que nos
intoxiquen, que acaben de cambiar el clima y haya por lo menos una esperanza de
que llueva.
Estamos en medio de la sequía más grande que se ha conocido
en la historia de este país. El otro día
sentí tronar, me parecía que estaba en un país extraño, como cuando visité
Rusia por primera vez y vi la nieve, de repente vi la nieve, nunca la había
visto, pues casi tuve el mismo asombro cuando hace unas cuantas semanas sentí
tronar; los truenos suelen acompañar las lluvias, y vi unas lloviznas, vi unas
nubes, me parecía que estaba en el extranjero, porque hace meses que en este
país no llueve; bueno, recientemente, cayeron unas lluvias pero no en la zona
oriental del país; allá hay una sequía terrible, cientos de miles de hogares
están recibiendo el agua en este momento en camiones, y millones de animales
están recibiendo el agua en pipas, en cisternas. En este momento estamos
construyendo numerosos acueductos de emergencia, con tubos de plástico, de PVC,
para construirlos rápido e instalarlos rápido a fin de llevar agua, en este
momento en que el combustible tiene un precio elevado, no digo que caro pero sí
elevado, y cada vez son más los que compiten por ese combustible.
Calculen cuántos camiones están trasladando agua. Y es lo que digo, ¿por qué? No hay que esperar las calendas griegas
—siempre hay que estar mencionando a los griegos, es la verdad—, es para
ahora. Una sequía como esta nos obliga a
decirle adiós no solo a las armas, como quería Hemingway, que a las armas no
podemos decirles totalmente adiós todavía, adiós a la idea de vivir de la
industria azucarera o de la caña; la caña necesita agua. Nosotros habíamos llenado de presas este país
para producir agua, están vacías; solo por excepción hay una presa, que está en
un área más aislada que tenga un poco de agua, y no hemos perdido la esperanza,
tenemos la esperanza de que llueva.
Veo que, por ejemplo, en Venezuela llueve muchísimo, Venezuela
es el ejemplo. En un lugar llueve más de
la cuenta y en otro poco. El clima está
trastornado, es lo menos que puede decirse, es una de las consecuencias de la
contaminación del ambiente. Y por eso
decía, si el alto precio va a ayudar a que los locos se vuelvan un poco más
cuerdos, a que los locos dejen de despilfarrar los recursos naturales y
destruir las condiciones naturales de vida del planeta, para que las
civilizaciones existan y puedan dialogar; porque para dialogar primero que todo
hay que vivir. No nos olvidemos de aquel
filósofo que dijo: “Pienso,
luego existo.” También se podría decir: Para pensar hay que
existir, para dialogar hay que sobrevivir y para sobrevivir realmente hay que
luchar.
No exagero, y tengo la más firme convicción de que no
exagero cuando digo que debemos luchar y luchar muy duro, repito, si queremos
que las civilizaciones sobrevivan, y algo más que las civilizaciones, la
especie portadora, con todos sus defectos y sus errores, de estas
civilizaciones sobreviva. Es desde el
ángulo que he estado meditando sobre el diálogo que ustedes han hecho y la
reunión que ustedes han hecho, y que van a tener el año que viene en Grecia, a
la que, desgraciadamente, no podré asistir si me invitan, porque a pesar de
todas las invitaciones a mí me prohibieron ir a las olimpiadas. No es que me dijeran que yo estaba prohibido,
aunque tengo muchas prohibiciones en este mundo: tengo prohibido vivir,
constantemente tengo que estar eludiendo, más o menos sobreviviendo; tengo que
estar sobreviviendo porque constantemente hay quienes desean que no sobreviva y
hacen todo lo posible; ahora me tienen un poco más tranquilo porque tengo
algunos años, piensan que la naturaleza va a resolver eso; pero yo conozco lo
impacientes que son (Risas). Ustedes no
se pueden descuidar, ¿comprenden?
Leí en un periódico: “Castro no ha sido invitado.” Es falso, porque alguien en un periódico,
calumniador, dijo algo por ahí de que Castro iba a asistir a los juegos
olímpicos, y allá inmediatamente los voceros del gobierno, no sé de qué
gobierno, porque no sé ni qué partido está gobernando allí ni me interesa gran
cosa, perdónenme la falta de respeto, no sé si es de izquierda o es de derecha;
pero, bueno, ustedes lo sabrán mejor que yo, yo no sé si hay un nuevo gobierno,
si hubo elecciones, si hubo cambio. A mí me da lo mismo, porque, bueno,
lamentaría si me invitan a una conferencia de esas y no poder ir, a pesar de
que uno tiene que sortear muchos obstáculos porque lo están cazando por todas
partes. Me quedan ciertas trabas, me
obligan a volar en dos aviones, y como ustedes saben, aunque yo soy uno de los
hombres más “acaudalados” del mundo.
Saben, esa es una revistica norteamericana, que tiene cuentas pendientes
conmigo, que tiene que saldar, porque yo en estos días estoy muy ocupado en
otras cosas, pero va a tener su respuestica, llevan algunos añitos con el
cuentecito ese, y me van a obligar a hablar.
¿Qué se va a hacer? Hablaré,
pero, bueno, no estoy muy apurado, tengo cosas mucho más importantes. Mañana mismo tengo algunas cosas muy
importantes que abordar y vengo abordando cosas importantes y no quiero perder
un minuto.
Pero, bueno, les decía que ustedes deben conocer que soy uno
de los hombres más acaudalados del mundo, este Palacio es mío, este donde están
reunidos, así que no se olviden de pagar. Yo no sé si las organizaciones de
turismo les han cobrado, pero sepan que este Palacio es mío. Bueno, míos son todos los centros de
investigación, míos son todas las escuelas y todos los hospitales que estamos
haciendo, míos son las decenas de miles de médicos y los cientos de miles de
profesionales universitarios que la Revolución ha formado. De acuerdo con ese punto de vista yo soy
dueño de este país, hasta los pocos peces que quedan por ahí, que van dejando,
son míos, ¿comprenden?; las aves que van y vienen, que vuelan sobre este país,
son mías; dicen que hasta este Palacio es mío, un negocio. Bueno, hay que reírse, ¿no?, el que se ríe
último dicen que es el que más se divierte (Aplausos). Yo a la revistica esa le voy a dar un
golpecito, una estocada que se van a arrepentir. No, no quiero hablar de esto ahora, no quiero
distraerme. Pero, vaya, se lo advierto,
ya que estaba hablando de caudal. Pues
yo soy uno de los hombres más acaudalado.
Creo que ocupo el sexto lugar; yo no sé en qué lugar estás tú, pero por
aquí han dicho que tú eres un hombre que honradamente, como hombre de empresa,
has tenido gran éxito. Bueno, ¿Bill
Gates qué? Dicen que es uno de los más
ricos, creo que ahora le están saliendo algunos rivales por ahí, de una forma o
de otra, pero lo que no es lícito es que yo sea dueño de esto, no es lícito que
yo sea rico, así lo digo, con toda dignidad, no es lícito, yo no tengo derecho
a ser rico.
Cuando yo era muchacho, mi padre tenía algún dinero y decían
que yo era rico; rico a nivel de un latifundio, no es un rico a nivel de Bill
Gates ni mucho menos. Pero yo ni soy ni
tengo derecho a ser rico. Pero, bueno,
estoy aquí, es con ustedes que estoy comentando estos temas. Pero tengo que llevar, como dije, dos
aviones, ¡ah!, porque si con una flecha están esperando cuál es el mío para
derribarlo, yo tengo que hacer alguna maniobra para confundirlos, a veces
aterriza el mío primero, después aterriza el otro. Hay veces que he despegado de algunos lugares
y he dicho: “Apaguen
todas las luces”, porque me imagino lo que es un hombre con una flecha. Así que si ustedes me están invitando a ir
allá, sepan que es a costa de mi vida y de verdad que ahora la
aprecio más que nunca, ¿saben por qué?
Ah, porque el poco tiempo que me queda lo quiero dedicar con toda mi
fuerza y la experiencia acumulada de muchos años a hacer lo que estamos
haciendo ahora; pero no quiero mucho, a mí me bastan dos o tres nada más, vamos
a sacar todo el provecho de casi 50 años en este oficio (Aplausos).
Sí, digo que no quiero, no quiere decir que tiemble si me
voy a morir mañana; no, no, no, estoy bien, tengo una capacidad de resignación
y de paciencia tremenda, pero tengo un entusiasmo grande con lo que estamos
haciendo en este momento, y de eso si quieren, si ustedes tienen paciencia, y
siempre que sea antes, digamos, de las 8:00, les cuento de algunos otros temas
que les puedan interesar a ustedes. No
he venido aquí a decir las cosas que me interesen a mí, he tratado de adivinar
qué les pueda interesar a ustedes, he tratado de tomar algunas de las ideas de
ustedes, pero creo que ustedes han hecho preguntas y han discutido cosas aquí
diferentes a estas cuestiones. Yo me he
puesto a filosofar un poco sobre las civilizaciones y he caído en esto que les
estoy diciendo.
Me parece que lo más importante que
podría decir es la convicción que tengo de que la supervivencia de la especie
corre riesgos, y corre riesgos reales.
Si ustedes han hecho un viaje tan largo y han tenido la superpaciencia
de esperar que yo les dijera unas palabras, yo casi, si voy a decir algo
importante, lo más importante que puedo decir es esto, que comparto ese
sentimiento y que tengo la convicción, y no se basa en fantasías, sino en
hechos, en cálculos, en las matemáticas, de que la humanidad está corriendo un
riesgo, que hay que salvar no solo la paz, hay que salvar la especie, y creo
que se puede salvar. No hablaría de esto
si fuera un pesimista, si pensara que no tenía solución el problema, creo que
tiene solución, y estoy acostumbrado a enfrentar problemas difíciles, no es
alguien que se puso a imaginar cosas; creo que tiene solución y es lo más
importante, pero puedo hablarles de algunos otros temas.
Lo que iba, en fin, a decir es que a él no lo dejaban viajar
porque venía a Cuba, lo pararon allí, y entonces él expresó la buena
voluntad. Yo aprovecho, saco cuentas,
paso cuentas. No, yo no iba a ir a las
olimpiadas, porque realmente tenemos tareas muy fuertes; no fui ni a la de
Moscú, llegué a la de Barcelona porque había un evento internacional y nos
llevaron allí y vi cuando se inauguró. Lo que sí sé el número de medallas que
los atletas cubanos ganan, y Cuba tiene el mayor número de medallas de oro
per cápita en el deporte, de medallas olímpicas de todo tipo. Claro, lo digo no por chovinismo, aunque a
veces somos chovinistas deportivos; yo ni en el deporte, es verdad que me
emociono cuando es el equipo de uno, es lógico, pero no, siempre soy capaz de
reconocer los méritos y la capacidad del adversario que nos gana en buena lid
un evento deportivo, no en el boxeo, en el boxeo a nosotros nos han robado
medallas de oro en cantidades industriales, porque lo que ha prevalecido en el
boxeo es la mafia. Hay deportes en que lo
que prevalece no es el olimpismo, sino la mafia.
Les quiero decir que, bueno, aprecio las olimpiadas, aunque
las olimpiadas son solo para países ricos, tiene que ser Estados Unidos,
Japón, Australia u otros con alto nivel de desarrollo. A Grecia le dieron el
derecho de celebrarlas de milagro, se lo dieron porque fueron los inventores de
las olimpiadas hace más de 2 000 años.
Aquel hombre que llegó corriendo para dar el resultado de la
batalla... ¿Cuál de las tantas guerras
era aquella? Una de las tantas batallas,
de las miles de batallas que ha habido, si el hombre se ha dedicado casi a
eso. (Alguien le dice: “La batalla de Maratón.”) Se llamó así.
Por otro lado, en las Termópilas, un campesino le dijo
al hombre de los 2 millones de soldados.
No es real lo de los 2 millones. Cuando leía la historia en la primaria
creía que era verdad, que por allí habían pasado tantos hombres. Un día de visita en Turquía para un evento
internacional, crucé el Bósforo, donde dicen que pusieron las naves porque pasó
el ejército de Artajerjes con 2 millones, y los espartanos los esperaban
en las Termópilas con solo 300.
Pregúntenle al Estado Mayor de Estados Unidos cómo se pueden
suministrar 2 millones de hombres.
Se necesita toda la flota mercante, toda la aviación para suministrar 2
millones de hombres y mucho más si van con Coca Cola, helados, refrescos,
comida de primera. No sé qué
alimentación tenían aquellos soldados persas.
Pero hubo otra batalla, de las muchas que libraron los
griegos, y se produjo entonces la competencia aquella de maratón. Y como ustedes fueron los fundadores de las
olimpiadas, y con el apoyo de todos, nosotros entre ellos, porque veníamos
defendiendo el derecho de los griegos a dar su olimpiada; pero el único país
que no es multimillonario con una olimpiada es Grecia, porque tuvo la suerte,
hace 2 000 años, de recibir la buena noticia de una batalla ganada contra uno
de los imperios de aquella época. ¡Qué
lástima!, porque en Girón pudimos nosotros también enviar un corredor a toda
velocidad a llevar la noticia hasta Oriente de que las fuerzas mercenarias
habían sido derrotadas en menos de 72 horas, también una pequeña batallita
ganada por la Revolución contra unas tropas mercenarias escoltadas por la
escuadra de Estados Unidos. No deja
de ser un pequeño mérito, pero no se nos ocurrió. Es que había teléfonos, radio y todo eso, y
nadie tuvo que correr, porque aquí también encontró un imperio tan poderoso
como aquel. Hubo una pequeña batalla, la
batalla de Girón, Maratón/Girón, se pudiera hacer hasta un verso, más o menos,
una rima, en un país tan lleno de poetas como este.
Pues bien, por eso les dieron la olimpiada. Ahora ya están
disputándose las grandes inversiones. Hay que ser multimillonario. Los chinos
consiguieron una olimpiada luchando muy duro, y después que se habían convertido
casi en el motor más importante de la economía mundial. Consiguieron los Juegos Olímpicos del
2008. Yo no sé quién le va a ganar a los
chinos organizando un espectáculo como las olimpiadas.
Excusen mi mal hábito de estar siempre diciendo las cosas
que pienso, aquellas que creo que son verdades.
Pero, bien, me he extendido en el tema para explicarles mi
valoración, la importancia que le doy a esta reunión, es decir, realmente
exhortarlos para que sigan luchando, para que sigan haciendo lo que hicieron.
Hay temas muy importantes abordados aquí: temas regionales,
temas internacionales, temas asociados a la paz. Espero que las intervenciones se publiquen en
unas memorias, y se extiendan, que no queden solo en el ámbito de un reducido
número de personas. Me parecen muy
valiosas las discusiones, muy libres.
Cada cual ha expuesto su opinión sin temor en un sentido o en otro; cada
cual ha dicho sus verdades, y yo creo que vale la pena, y les puedo ofrecer
todo nuestro apoyo, toda nuestra cooperación siempre que esté a nuestro
alcance.
Es como una valoración. No ha hablado el sentimiento. El
sentimiento habló aquí cuando habló Retamar y expresó, entre otras cosas, la
alegría que producía a los cubanos, la presencia aquí en este evento de tantos
representantes de Rusia.
Recordé la historia que hemos vivido en común durante 30
años. Para nosotros fue muy valiosa la colaboración rusa, que en aquel momento
era la colaboración soviética, porque había un Estado soviético, hoy está el
Estado ruso. Realmente el Estado ruso heredó prácticamente todas las
atribuciones y responsabilidades fundamentales del Estado soviético, su puesto
en las Naciones Unidas, su prerrogativa como país poderoso, y hoy tienen la
tarea de defenderlo, porque corren riesgos, sin duda, de prevalecer una
política imperialista egoísta, una política irresponsable, una política
guerrerista. Todos corremos riesgos, no solo los cubanos, también los coreanos,
los rusos, los corren los chinos, el resto del mundo. Nadie se imagine que los
europeos están exentos de riesgos, y mucho menos cuando la competencia
económica y comercial, la competencia en la lucha para el aseguramiento de las
materias primas, la energía y los recursos naturales, es cada vez más aguda,
entre los que lo quieren tener todo. Y no hablo del pueblo norteamericano, por
el que sentimos una sincera admiración, y no son palabras simplemente
diplomáticas.
Nunca hemos cultivado el odio, nunca hemos promovido ningún
tipo de chovinismo ni fanatismo, ni fundamentalismo. Ellos son los fundamentalistas
de la guerra y de la violencia.
Cuando hablé aquí y hablé de aquel primero de junio en que
atacaron sorpresiva y preventivamente a la Unión Soviética, pensaba que esas
palabras las escuché hace muy poco en una academia militar de Estados Unidos,
cuando el líder principal de ese otro poderoso país le dijo a los oficiales que
debían estar listos para atacar sorpresiva y preventivamente en cualquier
oscuro rincón del mundo, y en un momento habló hasta de 60 o más países, y
nosotros, que lo escuchábamos, sabemos que somos uno de los más oscuros
rincones del mundo, de acuerdo con la idiosincrasia, el fundamentalismo, la
tecnología, la concepción y la ignorancia, digamos, porque hay que mencionar la
palabra ignorancia. Ignorancia significa
no saber nada de nada de lo que es el mundo, de los problemas que tiene el
mundo, de las realidades del mundo. Ignorancia, repito. La ignorancia a que me refiero es no saber
nada de nada, y mal anda el mundo cuando la superpotencia más poderosa que
jamás ha existido, con capacidad de destruir diez veces o veinte veces el
planeta, esté dirigida por personas que no saben nada de nada. Es como para morirse del corazón
anticipadamente, si no tuviéramos fuerte el corazón, si no tuviéramos fuerte
las conciencias.
Les decía que la humanidad debe ser salvada. Pienso que solo la conciencia es el arma con
que esa humanidad puede ser salvada.
Estoy expresando un pensamiento con el que soy consecuente.
Hablaba del hombre, de la larga y a la vez breve historia de la especie que
hace 200 años estaba constituida por 1 000 millones de habitantes; que
tardó decenas de miles de años en alcanzar esos 1 000 millones, y que
alcanzó 130 años después 2 000 millones, y que en solo 30 alcanzó los
3 000, y pasó luego de 5 000 a 6 000 millones en 10 años. No nos olvidemos de eso. Tiene en este
momento más de 6 500 millones de habitantes. Quien conozca la pobreza que hay, el atraso,
el hambre, las enfermedades, la escasez de vivienda, de higiene, de salud, en
este mundo donde hay países de África en los que las perspectivas de vida son
ya de 36 años y en 10 años más pueden ser de 30, se asombra. Hablo de esta humanidad que se enfrenta a
problemas nunca vistos.
Les hablé de guerras.
Les podría decir como les he dicho a muchos compañeros, que esta especie
evolucionó, creó al hombre, y el hombre es realmente una maravilla digna de que
sobreviva.
Tengo una gran confianza en el hombre, en la capacidad del
hombre.
Hasta ahora, ¿por qué para nosotros la educación es lo
fundamental? Porque el hombre nace lleno
de instintos. La educación es el proceso
de inculcación de valores a ese ser que nace lleno de instintos. No lo eduque, déjelo solo en una incubadora,
una máquina que lo cuide, y lo alimente y verán qué educación tiene, si puede
salir de allí lo que la imaginación de los cineastas norteamericanos crearon: Tarzán, el hombre mono, aquel de nuestras películas de la
infancia que no se sabe cómo nació en un lugar de África, y así nos educaron
con Tarzán, el hombre inteligente, rodeado de tribus que tenían las calderas
listas para comerse unos a otros.
Sí, porque esa ideología nos la inculcaron cuando éramos
muchachos, que los africanos eran caníbales, que se comían unos a otros; sí, de
eso vimos películas a montones, debiéramos ser racistas todos nosotros y unos
superreaccionarios, porque eran las películas que veíamos, ¿comprenden?
Sí, hemos recibido dosis letales de barbarie; hemos recibido
dosis letales de incultura, dosis letales de mentiras, y eso, sin embargo, no
ha podido destruir las ideas en nuestro país.
Pero es lo que digo: la educación es la inculcación de
valores positivos creados por el ser humano; esos valores de los cuales hablaba
que era necesario unir. Bien, para nosotros eso ha sido una cuestión
fundamental, la creación y la suma de valores.
¿Qué prevalecerá, la mentira o la siembra de valores? ¿Será
capaz el hombre de hacer que prevalezcan los valores, los verdaderos valores o
la mentira? ¿Habrá que ser dueño de las grandes cadenas de televisión? ¿Es
imprescindible? No, seamos dueños de los
conocimientos, aunque se tratara de una minoría; seamos dueños de la
información; comuniquémonos a través de esos mismos medios técnicos,
porque frente a las cadenas de la mentira, están las cadenas que pueden estar
constituidas por las computadoras, con las cuales un hombre se puede comunicar
con alguien que vive en Australia, en Estados Unidos, en cualquier rincón del
mundo, e intercambiar ideas.
Yo pienso que también el hombre ha creado la tecnología con
la cual puede lograr que las verdades prevalezcan.
Nosotros, por ejemplo, hemos usado la televisión. En nuestro país había dos cadenas,
recientemente, ya tenemos cuatro cadenas y el 62% de las horas de televisión
que se trasmiten en Cuba son educativas, es decir, divulgadoras de educación,
de cultura y de información y una cultura sana, pueden ser recreativas, pero
también tratamos de que la cultura sea un instrumento de educación, tratamos de
que la cultura sea una siembra de valores, tratamos de que una buena película
que se haya hecho en cualquier lugar del mundo se conozca, se conozcan sus
valores y quiénes la crearon.
Ya no alfabetizamos por la televisión, no es necesario. Por la televisión impartimos conocimientos
superiores, conocimientos universitarios, conocimientos de idioma, usamos esos
medios para ello. Esos medios bien usados, radio y televisión, podrían ponerle fin
en el mundo a la plaga del analfabetismo.
¿Por qué hay todavía 800 millones de analfabetos y miles de
millones de semianalfabetos? ¿Si existe
la radio, si existe la televisión, por qué miles de millones de analfabetos y
semianalfabetos?, es una pregunta que podemos hacernos. Existen los medios para erradicar el
analfabetismo en unos pocos años.
No hace falta que la UNESCO lleve medio siglo hablando de
erradicar el analfabetismo, ¿para qué?, si está probado que el analfabetismo se
puede erradicar hasta por radio.
Cuba tenía un programa de alfabetización por radio en Haití,
que se paralizó después de la última invasión.
En su lugar, alrededor de 500 médicos cubanos prestan sus servicios en
ese país que todo el mundo sabe invadirlo, pero nadie sabe enviarle un
médico. Cuba nunca ha mandado un soldado
a Haití, pero allí tiene cientos de médicos hace años. Ya hay, además, cientos de jóvenes médicos haitianos
graduados en Cuba, trabajando con nuestros médicos.
Antes de la última invasión a que me referí por fuerzas de
la ONU, impulsada por Estados Unidos, el número de haitianos aprendiendo
su idioma por radio alcanzaba ya cientos de miles. Ahora se ha interrumpido el programa, los
médicos siguen allí afrontando los riesgos.
Por radio, aprenden su idioma, el creole.
Aquí más de un millón de cubanos han aprendido el inglés
a través de la televisión, y ha habido cursos de francés, portugués y
otros. Nosotros tenemos esos y otros
programas educativos a través de la televisión, usando exhaustivamente
esos medios.
Ahora, hay que practicar no solo la alfabetización escolar,
hay que cultivar y aplicar la alfabetización política.
Ustedes hablan de un diálogo de civilizaciones, ¿cómo
quieren que los entiendan? Yo me
pregunto si los analfabetos van a entender el mensaje de ustedes, y en qué
lugar del mundo los millones de analfabetos que hay en el Tercer Mundo, más los
millones de analfabetos y semianalfabetos que hay en el mundo desarrollado; en
Estados Unidos, por ejemplo, hay un gran número de analfabetos y un gran
número de analfabetos funcionales, esa es la realidad, países desarrollados con
analfabetismo funcional, incluso analfabetismo total, más que en Europa, en los
propios Estados Unidos.
¿Cómo quieren ustedes que entiendan el mensaje analfabetos
escolares y analfabetos políticos?
¿Ustedes creen que esa gente que oye todos los días las historias que
les hacen a través de esos medios masivos van a
entender el mensaje? Sin embargo, hay
que hacer que el mensaje llegue.
Ahora, el mensaje no va a llegar simplemente porque ustedes
lo elaboren y lo trasmitan. Aquí vuelvo
a la idea de las crisis, las crisis harán que el mensaje se trasmita y se
comprenda.
Nadie crea que esta efervescencia latinoamericana, de la
cual han hablado aquí algunos latinoamericanos, de la cual habló aquí el
embajador de Venezuela, de la cual habló aquí Villegas —no lo he visto, está
por ahí.
Vladimir Villegas.- Estoy aquí.
Cmdte.- Es que por
televisión te ves de una manera y aquí de otra.
Vladimir Villegas.- Más joven.
Cmdte.- Eso te crees tú,
joven soy yo (Risas). También me creo
que soy más joven, pero tú lo eres de verdad, objetivamente, y te felicito, te
queda mucho tiempo por delante, empléalo bien, es lo que te puedo pedir.
Pero no crean que esa efervescencia es casual, es hija de la
crisis en el país de más recursos en América Latina, en el país que tiene las
mayores reservas posiblemente del mundo en combustible, el país de donde se
fugaron 300 000 millones de dólares, que valían entre diez y quince veces
más de lo que valen ahora; el cálculo si usted lo hace a partir de 1959, cuando
llegó al gobierno esa oligarquía hipócrita, disfrazada de demócrata, disfrazada
de progresista, hasta este momento han transcurrido 40 años, el dinero fugado
es equivalente en poder adquisitivo real a más de 2 millones de millones
de dólares. Ese es el valor extraído de
un solo país. Sumen, si quieren, con la
imaginación, porque es la única forma de sumarlo, ni las computadoras podrían
ofrecer los números precisos, porque son tantos ceros que los individuos les
quitan ya todos los ceros, que es lo que uno suele hacer cuando va a
multiplicar mentalmente.
¿Cuántos se habrán llevado de Brasil? ¿Cuántos se habrán llevado de México? ¿Cuántos se habrán llevado de Argentina? ¿Cuántos se habrán llevado de Colombia, de
Perú, de todos los demás países latinoamericanos? Hay que sacar cuentas. Nosotros tenemos gente en nuestro Banco
Central sacando cuentas, tratando de descubrir el misterio, escrutando entre
las cifras abismales de millones de millones, para ver cuánto se devaluó el
sucre en Ecuador o el peso mexicano en tal otra época, o el bolívar en otras
épocas, aunque todavía se sabe que recibieron los venezolanos la herencia de un
bolívar devaluado o de la moneda brasileña, que llegó un momento en que un
dólar equivalía a un 1 y más de cinco ceros a la derecha.
Es increíble, ese fenómeno lo conoce el Tercer Mundo, y es
el mecanismo simplísimo mediante el cual se llevan el dinero; porque ningún
dinero de ningún país del Tercer Mundo es seguro.
Así le hicieron también a Rusia. El dinero bien habido o mal habido se lo
llevan, porque ya no es el oro que usted entierra en una botija, es un papel y
ese papel se devalúa todos los días, y usted quiere asegurarlo, va a cambiarlo
por una divisa, debe ser lo que yo hice para mantener la famosa fortuna
personal que ridículamente me atribuyen.
Sí, cambiarlo por divisas convertibles y depositarlo en algún
banco. No, yo realmente sé dónde lo
tengo guardado. Lo envié a Marte, está
en Marte, lo pueden encontrar allí, la CIA lo puede encontrar allí si quiere;
le voy a revelar el secreto, es que no me acuerdo bien donde lo guardé,
realmente, o lo repartí entre Marte y la Luna, para que estuviera allí seguro,
para que en la cuarta, quinta o décima reencarnación yo alquilara un avioncito
para ir a buscarlo.
Sí, ya que hablamos de moneda y hablamos de dinero, entonces
dinero bien habido o mal habido se lo llevan, y están obligados a llevárselo
porque existe un orden económico mundial, cuyo gendarme es una institución
llamada Fondo Monetario Internacional, que obliga a los Estados a depositar sus
reservas en bancos extranjeros; cuando alguien llega con los papeles a decir: “Me las llevo”,
para dónde las lleva. De no hacerlo, lo
condenan, no le dan un centavo. Fueron
los métodos que existían cuando eran superpoderosos; afortunadamente son cada
vez menos poderosos. Es visible la
creciente debilidad del sistema para evitar las recesiones y la creciente
debilidad de los mecanismos financieros que lo apoyan. Ese orden solo se puede sostener a base de
armas nucleares, de cohetes teledirigidos, de bombarderos invisibles, de armas
que puedan atacar desde 5 000 kilómetros y caer en un campo de pelota, o a
lo mejor en la tercera base del campo de pelota. Todo eso es lo que sostiene ese orden, es lo
que sostiene ese saqueo, ese intento de apoderarse de toda la riqueza del
planeta en cualquier lugar que se encuentre, no solo arrebatándosela al medio
ambiente, como en Alaska, donde puede llegar el día en que no haya hielo, como
puede llegar el día en que no haya hielo en la Antártida y los millones de kilómetros
cuadrados de hielo se derritan y muchas islas queden bajo el agua; a lo mejor
hay que hacer un muellecito cerca de donde estamos aquí, previsoramente, para
cuando se derrita el agua; pero los que han estado por allí saben que se está
derritiendo rápidamente, lo saben, esa es una verdad; igual que el casquete que
está sobre Groenlandia, no es fantasía, no es mentira.
Y entonces a la naturaleza le están arrebatando el
equilibrio y a las naciones les están arrebatando sus recursos naturales, en
primer lugar el recurso energético. Y
solo se puede sostener ese orden mediante las armas; pero ya las armas sirven
cada vez menos frente al crecimiento de las conciencias y gracias a esa
cualidad extraordinaria del hombre de pensar, de reflexionar, de adaptarse a
las condiciones concretas en cualquier época determinada de la historia.
Y así ustedes los rusos, ¿qué hicieron cuando los nazis
invadieron y cuando sus columnas acorazadas penetraban en profundidad? Pues los rusos no se rendían, luchaban,
combatían para tratar de reunirse con su ejército, o lucharon en las
selvas. No fue aquello de: “Me rindo”, vuelvo
a señalarlo; y se adaptaron, y se fueron para la Siberia y se llevaron los
tornos. Y sé de fábricas que comenzaron
a funcionar sin techos en la Siberia bajo la nieve, para producir armas, cuando
la parte industrial del país había sido ocupada y destruida.
Ustedes tuvieron que replegarse, se replegaron lo que
fue necesario replegarse, hasta que encontraron el punto de
equilibrio. Y todo el mundo sabe lo que
pasó después. He meditado mucho
sobre todos aquellos acontecimientos históricos, hemos tenido
peligro; pero nunca nos han sorprendido con ataques imprevistos, siempre
estamos prevenidos sobre tierra o bajo tierra.
Y les puedo asegurar que este país no lo puede ocupar
nadie. Ojalá que nunca llegue la
circunstancia en que tengamos que demostrarlo, porque sabemos lo que cuesta;
pero les digo, esta ciudad no puede ser ocupada. Esta ciudad es una ciudad de cientos de miles
de combatientes que saben defenderla, donde no hay un analfabeto, lo advierto;
aquí el de menos conocimiento tiene noveno grado, cualquiera sabe manejar un
mortero, un cañón o cualquier arma similar.
Me pregunto los soldados iraquíes que resistían en Fallujah,
y resistieron un montón de días los tanques y el armamento más sofisticado de
los invasores, ¿qué nivel de escolaridad tendrían? Solo sé que estuvieron semanas combatiendo
allí, y después el ejército norteamericano ocupó, al parecer, lugares donde no
podían quedarse ni irse; no podían quedarse porque hacían falta en otras
partes, y no podían irse porque los adversarios regresaban.
En realidad yo les digo que el hombre se adapta, el hombre
puede resistir. Los imperialistas nunca
han tenido que enfrentarse con una nación en las condiciones que tendrían que
hacerlo hoy contra Cuba, y armas tenemos suficientes, y continuaremos
armándonos. Hemos acumulado tantas que
creo que la isla se ha hundido media pulgada en los últimos años, de la
cantidad de tanques, de cañones, de armas que llegaron a nuestra patria.
El agresor sabe que aquí hay un pueblo dispuesto a combatir
y a defender la patria. Eso es mucho más poderoso que un arma
nuclear, que 1 000 armas químicas.
¿Para qué armas nucleares?, nunca como país pequeño se nos ha ocurrido
esa tontería, significaría arruinarse, para disponer de un arma que únicamente
serviría para suicidarse, porque, ¿cómo la transporta? No vamos a entrar en el jueguito que conviene
al imperialismo.
Ya que ustedes están interesados en conocer cosas de Cuba, yo
les cuento.
Nosotros no necesitamos para defendernos esas armas de
destrucción masiva, lo que hemos modernizado son las tácticas, el papel del
hombre, del combatiente individual, de los combatientes coordinados, de qué
forma, con qué tácticas, con qué armas que neutraliza lo más poderoso que pueda
tener un adversario.
Les quiero decir que nuestro país ha conquistado lo que
pudiera llamarse la invulnerabilidad militar, y en este momento está dedicado,
junto a su tarea de fortalecerse, a la búsqueda de la invulnerabilidad
económica, dos conceptos. Era más fácil
alcanzar la invulnerabilidad militar que la invulnerabilidad económica.
La humanidad puede salvarse, porque el imperio está
sufriendo una profunda crisis; sin crisis no hay cambios, sin crisis no se forman
las conciencias; un día de crisis forma más conciencia que 10 años de
transcurrir del tiempo, que 10 años sin crisis.
Vean Venezuela, ese país de donde decía que se llevaron
miles de millones de dólares, de ese país tan rico, es el país donde es más
grande la diferencia entre ricos y pobres, en ese país hay 17 millones de
ciudadanos que viven en barrios pobres, en barrios marginados, sin eso no es
posible explicarse el proceso revolucionario bolivariano; ni el Embajador, ni
el periodista podrán explicarlo bien, y seguro ellos lo explican bien, es la
injusticia acumulada. Sin la injusticia
acumulada no puede explicarse el triunfo de la izquierda en Brasil, el triunfo
de Lula, sé que sobre eso discutieron también, hubo tesis y opiniones. Aquí ha habido eventos en que se ha discutido
también, nosotros expresamos nuestro criterio, el presidente Chávez ha
expresado su criterio, y no somos pesimistas en torno al proceso brasileño.
Hoy estaba hablando un jefe de gobierno europeo, el del
gobierno de España, ante la Asamblea Nacional venezolana. Es que ayer se reunieron por allá por Guyana
el presidente de Venezuela, Hugo Chávez; el presidente de Brasil, Lula Da
Silva; el presidente de Colombia y el de España.
Es muy bueno que esté el Presidente de Colombia, porque hay
quienes quieren promover la guerra entre Colombia y Venezuela y somos muchos
muy conscientes de que eso es lo que menos le puede convenir a este hemisferio,
es lo que menos puede convenir a los dos pueblos y a los dos países, y sabemos
que hay quienes quieren promover esos conflictos, pero ambos gobiernos hicieron
un esfuerzo, superaron el incidente. Y
ayer estaban reunidos allí, a la luz pública, en un debate público, y estaba el
de España también, y el Presidente del vecino del Norte, creo que hizo una
declaración... ¡Ah!, desde antes estaba
bravo, declaraciones:
“¿Qué iba a hacer Zapatero a Venezuela?” Por poco dicen: Zapatero a tu zapato, sí, ese es un
dicho en castellano: zapatero y a tu zapato.
Pero por poco dicen en el Norte: “Zapatero a tu zapato.” Porque le dijeron: ¿Qué hace ahí en Venezuela, si ahí no
hay democracia ninguna, si allí están contra la libertad de expresión y contra
todo?
Hoy estaba caminando e iba a caminar más fuerte; pero di
vueltas y con un altoparlante escuché el discurso de Zapatero en el Parlamento
venezolano, y me llamó la atención, me pareció un buen discurso. Es la opinión que tengo.
Lo voy a volver a leer, porque me perdí una partecita; pero
hizo un discurso de paz, un discurso valiente.
Ahora lo están acusando casi de guerrerista, porque le ha
vendido unas patrulleras a Venezuela para vigilar las costas del contrabando y
del tráfico de drogas; no, no, ya no quieren que Venezuela tenga ni lanchas, ni
patrulleras, ni equipos.
Además, derecho tiene también para defenderse, ¿o es que
acaso los del Norte le piden permiso a alguien cuando van a fabricar una
superarma nuclear o una bomba que penetre 30 metros en la profundidad de la
tierra, para destruir los puestos de mando?
No le piden permiso a nadie; o para hacer escudos antimisiles e
implantarlos en cualquier lugar, o incluso para instalar armas en el espacio,
no, no le piden permiso a nadie.
¡Ah!, pero Venezuela, amenazada por ellos —y me refiero por
ese gobierno—, no puede comprar un fusilito.
No, no está comprando armas nucleares, ni acorazados, ni portaaviones;
está comprando algo tan sencillo como son los fusiles.
Entonces dicen que son muchos los fusiles, 100 000; en
realidad son poquísimos para defender un país como ese, que tiene 26 millones
de habitantes, un país grande, un país patriótico, un país con las tradiciones
como Venezuela. Lo que necesita, a mi
juicio, son millones de fusiles.
En Rusia han adquirido helicópteros. Lo que más se necesita cuando hay una
inundación, un ciclón, un terremoto, son helicópteros; sirven además para
vigilar 2 400 kilómetros de fronteras y evitar el contrabando de drogas y
el contrabando de mercancías. No, 30 ó
40 helicópteros no son nada para esas tareas.
En Venezuela —y no lo digo para que vayan de turistas, si
quieren pueden ir—, el agua es mucho más cara que la gasolina. Un litro de agua puede costar un dólar y un
litro de gasolina vale 9 centavos.
Oigan, y por un dólar, según el último cambio, creo que son 2 150
bolívares, y por unos poquitos bolívares les llenan el
tanque
de gasolina; pero si quieren ir como turistas vayan, que nosotros no tenemos
ninguna rivalidad con los venezolanos en materia de turismo.
Entonces, mucha gente compra barato gasolina y la lleva para
el lado colombiano, la vende caro y hay muchos de esos fenómenos que ellos
tienen.
El enemigo dice: “Es un peligro Venezuela para
América Latina, deben unirse en la OEA para ponerle freno a ese proceso
bolivariano, de esos locos que constituyen un peligro para el hemisferio.” Así son las cosas contra ese país, de donde
se llevaron 300 000 millones de dólares.
Ninguno de ellos se ocupó jamás en averiguar cuántos morían
en Venezuela por enfermedades y cuáles eran las perspectivas de vida, cuál era la
mortalidad infantil, cuántos se quedaban ciegos.
¿Saben cuántos venezolanos se van a operar de la vista en
este año, según lo que hemos conversado entre ambos gobiernos y hemos
acordado? Cien mil.
Tenemos 24 centros oftalmológicos con los equipos más modernos,
600 cirujanos que atienden todas las enfermedades de la vista: glaucoma,
retinopatía diabética, y otras muchas que no diagnosticadas a tiempo conducen a
la ceguera. Estoy hablando de un
país rico como Venezuela. Los que tenían
dinero no tenían problema, iban a Estados Unidos, iban a Europa, estamos
hablando del hombre humilde de Barrio Adentro, que no tenía con qué viajar a un
país desarrollado a hacerse una operación de esta naturaleza.
Ahora, si quieren les digo, que un cálculo conservador indica
que hay 4 millones de latinoamericanos que cada año necesitarían esta atención
médica, y de no recibirla quedarían ciegos, de los 550 millones de
latinoamericanos y caribeños, ¡ciegos!
No estoy hablando de bombas sobre Bagdad que matan mujeres y niños y
destruyen museos milenarios, destruyen valores que son irreparables,
insustituibles, estoy hablando de bombas que traumatizan, porque dicen: “No, no murieron civiles”, ¿y los millones de
niños, de mujeres, de ancianos y de personas que escucharon el tronar de los
bombardeos, los estallidos, de madrugada y a toda hora, acaso no quedarán
muchos de ellos traumatizados para toda la vida, o es que el cerebro no
importa, o es que el equilibrio mental no importa, o es que la salud mental no
importa, o es que los nervios no importan, es que no están en la Carta de los
Derechos Humanos la ecuanimidad de la gente, la cordura de la gente, la salud
mental de la gente, quién los sostiene, quién los alimenta? Esos no se cuentan entre las bajas físicas,
pero son bajas, hacen casi más daño, porque quedan inútiles, enfermos sin
atención médica durante toda la vida.
Hace un momento hablaba de personas ciegas en América
Latina, a las que el orden mundial establecido condujo a la ceguera para
siempre, y hablo de 4 millones. ¿De
dónde partimos?, de Cuba. En Cuba tienen
que ser operados de catarata alrededor de 30 000 por año. Claro, no se acumula, el hombre no cae en la
ceguera total, porque van, primero un ojo, después puede aparecer en el otro;
pero hay que operar 30 000, y de retinopatía diabética, una terrible
enfermedad. Y la diabetes, es una de las
enfermedades que azota, en nuestro país no se mueren los diabéticos,
sencillamente, porque son diagnosticados y son atendidos, se calcula unos
50 000 que deben ser examinados y atendidos contra los riesgos de la
retinopatía diabética.
Ayer casualmente estábamos conversando con un compañero y me
cuenta lo siguiente: “Mi
señora estaba contentísima, estaba muy feliz, fue a tal hospital” —se hizo un
chequeo—, “fue a verse porque se decía que tal vez podía tener riesgo de
glaucoma.” “¿Y qué le dijeron, la
examinaron?” Dice: “No hay peligro, pero si hubiera un
riesgo, basta una aplicación de un rayo láser tal y te daría la garantía, para
toda la vida, de que nunca sufriría de glaucoma.” Así, con estas palabras, esa es la
importancia del diagnóstico, no lo diagnostican y luego es tarde; puede ser una
mácula, asociada a los años, a la edad, una sombra que crece, y se trata con el
rayo láser.
Nuestro país a fines de este año tendrá la capacidad de
operar no menos de 5 000 ó 6 000 pacientes diarios, en
24 centros que tienen ya su equipamiento completo y de los más
modernos. Estamos todavía en la fase de
entrenamiento. Si un país bloqueado como
Cuba puede prestar ese servicio, ¿por qué no lo prestan otros países?, es la
pregunta que hay que hacerse. Porque
millones quedan ciegos y quién los atiende.
El que queda ciego en Cuba tiene por lo menos la atención de la
seguridad social. Y ese es un tema que
yo voy a discutir esta noche a las 9:00 con el Consejo de Estado, el Consejo de
Ministros, la dirección de nuestro Partido, la dirección de nuestro país, las
organizaciones de masa, las comisiones de la Asamblea Nacional, lo de mañana,
en que vamos a abordar la cuestión de las bajas pensiones y vamos a incrementar
las más bajas a 1 800 000 personas.
Hace unos días hemos revaluado nuestra moneda, y hemos
devaluado el dólar en nuestro país. Sí,
por los superprivilegios que tiene, se lo resumo si quieren en un solo ejemplo.
Ustedes saben que la electricidad es indispensable, esa que
se apagó aquí, y que un kilowatt son 1 000 watts —espero que ustedes lo
conozcan, casi todos lo conocen, porque lo tienen que pagar—, un kilowatt
cuesta hoy producirse no menos de 10 centavos; el combustible para
producir un kilowatt vale 9 centavos.
Bien, en virtud del fenómeno de la devaluación de las monedas, en virtud
de ese fenómeno, usted con un dólar compraba, hasta hace relativamente poco, 27
pesos, cuando hace tres semanas valorizamos nuestro peso en un 7%, se redujo a
1 por 25, todo esto fue hace dos semanas, eso hicimos con el peso.
Hace una semana, mañana hará una semana, revaluamos el peso
convertible, y como el peso convertible tiene una tasa de cambio..., volvió a
revaluarse el peso cubano un 8%; 15% se ha revaluado. Bien, con ese peso revaluado mañana vamos a
elevar las pensiones a todos los jubilados que reciben menos de 300 pesos, y
por categoría: a
los que menos ganan, más; son generaciones de trabajadores que han sufrido los
rigores del bloqueo, que pasaron los sacrificios. ¡Ah!, los salarios se elevaron, pero las
pensiones se mantenían, no había recursos.
Los salarios más bajos los vamos a revisar también.
Digo que, al menos el que se queda ciego, no se queda sin
ayuda; el que tuvo un accidente, el que se queda inválido o el que nació con
una incapacidad, o el que la adquirió después, porque a veces nace con
determinadas tendencias y después sufren una incapacidad a veces total, todos
reciben ayuda. Bien, no solo van a
seguir recibiéndola, sino que van a recibir cada vez más.
Mañana habrá un aumento general de más del 80% de las
pensiones, desde mañana con un dinero revaluado y un dinero que seguirá
revaluándose, es algo, ¿no?
En otros lugares se quedan ciegos, ¿y qué Estado los ayuda?
¿Qué organización?, únicamente las organizaciones caritativas de las
iglesias. ¿Cuántos ciegos andan por las
calles, cuántos niños ciegos o inválidos, limpiando parabrisas, pidiendo
limosnas?
Estamos desafiando al que quiera ver si en nuestro país hay
niños que no están en la escuela, que están en la calle en vez de estar en la
escuela, pidiendo limosna. Hemos sido
pobres, y hubo tiempos más difíciles, sí, hay algunos padres irresponsables que
los mandaban a pedirle a un turista; esas posibilidades serán cada vez menos,
porque lo tenemos todo calculado matemáticamente, mercancía, precio, costo,
costo internacional, ingreso, pensiones, necesidades del hombre.
Es por lo que les decía que ya nuestra Revolución ha
acumulado un nivel de experiencia y ha creado las condiciones necesarias para
hacer lo que estamos haciendo.
Los alimentos nuestros han estado racionados y no será
eterno eso, pero fue indispensable.
Nosotros hemos vivido una guerra que ha durado 46 años defendiéndonos de
los ataques del imperio. Hemos tenido
que enfrentarnos a crisis, a períodos muy difíciles, y aún estamos sobre las
armas.
No hay duda de que después de esta situación extrema y las
crisis a las que nos condujo el bloqueo, eso no nos llevó a ignorar al pueblo
norteamericano. El propio pueblo
norteamericano reaccionará, porque en ese pueblo también hay millones de
personas cultas, de personas inteligentes, que reciben noticias a través de
Internet, que pueden ser engañadas bajo el impacto de un hecho dramático como
la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, en un estado emotivo
de esa naturaleza; pero no puede —como decía Lincoln— ser engañado todo el
pueblo todo el tiempo.
En el caso de Estados Unidos, podríamos decir: todo el pueblo
todos los días, a todos los pudieron engañar una parte del tiempo; pero irán
tomando conciencia. Los propios errores
los están conduciendo a las crisis, de las cuales vendrá la toma de conciencia
del pueblo norteamericano.
Ese pueblo está preocupado por el medio ambiente, no le
gusta que destruyan Alaska, que se renuncie al Acuerdo de Kyoto, que los
parques nacionales sean destruidos y sean sometidos a la explotación minera o a
la explotación petrolera.
Hay valores que el pueblo norteamericano estima, entre ellos
la salud y la paz, como todos los pueblos.
Ahora, ¿hasta qué punto el pueblo norteamericano ha tenido
derecho a una información objetiva? ¿No
es eso una brutalísima violación de los derechos humanos, prohibirle a toda una
nación una información objetiva?
Hoy mismo, el gobierno de Estados Unidos quiere
destruir la poca apertura que se produjo hacia Cuba cuando fueron autorizadas
las ventas de alimentos en virtud de una ley del Congreso, en que la mayoría de
los senadores y de los representantes se opusieron, pidieron el fin del bloqueo,
y aquella ley que tenía aspiraciones más amplias fue saboteada, la llenaron de
enmiendas, un procedimiento que tienen cada vez que quieren, vinculan una
enmienda a una ley fundamental que no admite dilación y todos los
representantes se ven obligados a votar; pero ya la mayoría está contra esa ley
y los agricultores se oponen. Ellos
están inventando, habían inventado que se pagara por adelantado. Tenía entendido que pagar al contado, sin
retrasarse un segundo, era un mérito, y no, eso no es ningún mérito; hay que
pagar por adelantado, es lo que nos pedían.
¿Para qué?, para embargarnos los fondos y destruir la venta de
alimentos.
Claro, todos hemos aprendido un poco y sabemos qué daño
ocasiona eso, lo medimos, lo calculamos, de dónde viene la mercancía, cuánto
vale el transporte, cuánto cuesta, etcétera, etcétera, etcétera. Realmente nos hemos vuelto inmunes a lo que
puedan inventar, y lo que ha venido ocurriendo es que todo lo que inventan les
sale mal. Es así, no estoy exagerando.
Ahora andan averiguando qué recursos tiene Cuba. No se
imaginan lo que hemos aprendido a ahorrar, no se imaginan lo que hemos
aprendido a utilizar bien los fondos, el grueso de esos recursos, ahorros de
cosas. Había demasiadas personas decidiendo
en qué se invertían las divisas, y, desde luego, recursos nuevos, hay recursos
nuevos; pero, fundamentalmente, son ahorros, y ya eso no hay quien lo
pare. Eso lo para nada más que una
guerra para destruirnos.
Tenemos ventajas en la situación nueva del hemisferio, las
relaciones con los países del hemisferio.
Sabemos muy bien cuánto vale una libra de frijol negro, frijol colorado,
maíz; cómo lo cotizó la bolsa; cuánto cuesta el transporte, si decidimos hacer
un gasto en cualquiera de ellos; sabemos lo que tenemos que hacer, y hemos estado
haciendo gastos, pero de eso no quiero hablar.
Hemos estado tomando medidas. Puedo decirles que, por ejemplo, el 50% de la
producción de leche en polvo de Uruguay la estamos adquiriendo nosotros —y esa
debe llegar ya, la mitad de la producción de leche en polvo—; gobierno con el
que acabamos de establecer relaciones, un gobierno progresista, un gobierno
justo, un gobierno verdaderamente democrático, con lo difícil que es ser
demócrata del sistema, porque hablan de la democracia refiriéndose al sistema. Es casi imposible ser demócrata dentro de ese
sistema, en virtud de milagros solo, y cuando bombardean a los candidatos con
todos los medios masivos —que él lo sabe, Vladimir lo sabe, ¿tú te llamas
Vladimir, verdad?, eso me sugiere un nombre histórico, creo que bien conocido
por los rusos, de ahí lo tomaste tú, segurito; hay bastantes rusos que llevan
el nombre de Vladimir; pero, él lo sabe— bombardeando y bombardeando, creando
reflejos. Una cosa es trasmitir opiniones
y otra es crear reflejos. El mecanismo
mediante el cual se mantiene engañadas a millones de
personas es mediante la creación de reflejos.
Hubo un ruso eminente que estudió los reflejos, Pávlov, él
sabía cómo hacer bailar al oso y cómo hacer casi hablar a los monos,
a través de los reflejos, y es a través de reflejos que tratan a las
masas, las técnicas modernas de publicidad comercial, trasmitiendo las ideas
políticas mediante las técnicas de la publicidad comercial, creando reflejos.
Si ustedes quieren crear conciencia, tienen que luchar
contra los reflejos, y nuestro país ha aprendido a luchar contra los reflejos,
porque cuando triunfó la Revolución, muchos ciudadanos de Cuba tenían reflejos
que les habían creado a través de la publicidad, así que las batallas no
son batallas fáciles, y así como al presidente Chávez todavía dicen que no es
demócrata, que digan que nosotros no somos demócratas, encantados, no perdemos
el sueño por eso. Nosotros sabemos lo
que somos, de sobra sabemos lo que somos, lo que sentimos, lo que hemos hecho
toda la vida, y los principios que han regido nuestra conducta. ¿Qué es la politiquería?, son los pasquines,
es la compradera de votos. Todo el mundo
sabe que para ser presidente de Estados Unidos debe tener no menos de 300
millones, para ostentar un cargo, se mide en dinero, y los que no pueden reunir
200 millones ya renuncian en medio de la campaña; llaman a esa basura
democracia. Al menos en nuestro país
vota más del 95% de las personas, y no hay publicidad comercial, ni pasquines
que ensucien las calles, lo cual está contra la higiene mental y el paisaje: “Vote por fulanito,
es un santo, va para tal lugar en el cielo.
Nunca se ha robado un centavo ni jamás se lo robará” —y así por el
estilo—, “tiene todas las virtudes del mundo.”
De milagro no está en el santoral de la Iglesia. Así todas las mentiras inventadas en el
mundo son los métodos de publicidad con que se desarrolla esa supuesta
democracia. Yo no quiero discutir sobre
eso, pero sí quiero decir que sé bien cuánta mentira se esconde detrás de todo
eso; pero en medio de todo eso el presidente Chávez arrasó en el plebiscito,
arrasó, y según los medios, no es democrático.
Yo me he pasado horas observando la televisión, como amigo,
como hermano de los venezolanos, como estudioso, incluso, de los métodos y
procedimientos de las fuerzas enemigas de la paz y del progreso de los pueblos,
y he visto cómo trabajan, es increíble, y el tiempo que se pierde.
En nuestro país no hay publicidad comercial, no, por eso
todo lo que produce la televisión aporta cero PIB, los servicios de educación,
de salud de Cuba y de recreación tienen casi cero PIB, porque son gratuitos, no
se cuentan; de esa forma una tonelada de cemento puede valer más que una
vida. Alguien puede salvar una vida,
porque a lo mejor un médico le hizo que latiera de nuevo el corazón y dio
tiempo a que llegara a un hospital, eso vale menos que una tonelada de cemento,
porque eso no aportó nada al PIB.
Hay que analizar los valores con que se miden, incluso, la
literatura, el arte, la riqueza, la calidad de vida. La calidad de vida no aparece en ningún PIB,
el hombre puede parar en un manicomio, el hombre puede vivir 10 años menos
porque le inculcaran que fumara, y se fumara tres cajetillas diarias, y después
morir de cáncer o morir de infarto. No,
no le enseñaron cuál es la higiene que debe tener si usted quiere que alguien
viva más años. Todo el mundo lo sabe,
qué hace falta para vivir un poco más de años, qué debe comer, qué ejercicios
debe hacer.
Entonces, ya que tuve que abordar el temita, y como nosotros
somos los grandes violadores, los más grandes que han existido sobre la tierra,
entonces explico esto, cómo hablé de los ciegos, y les conté. Sé que ustedes quieren saber cosas del
hemisferio, sé que ustedes han preguntado cuál es su futuro, sé que ustedes han
visto con claridad que este hemisferio es el futuro.
No es el futuro, pero está llamado a jugar un papel muy
importante en un mundo de paz, en un mundo de diálogo, en un mundo civilizado,
aquí tienen el potencial y eso lo saben muchos, los europeos lo saben, si no,
¿qué hacía Zapatero allá en la reunión, qué hacía Zapatero hablando en la
Asamblea y pronunciando un discurso constructivo? También, ¿qué hacía un Comisario de Europa
visitando a Cuba, este país tan diabólico?, y vinieron, y los recibimos y
conversamos con ellos y les dije: No
tememos a ninguna discusión, los que menos tememos en el mundo es discutir,
hablar, porque realmente sabemos que contamos con un arsenal bien grande de
argumentos, de hechos, de historia, no de cuentos, no de promesas, sino de
realizaciones, de cosas hechas, que no andamos divulgándolas mucho, ni nos
importa, ¿qué nos importa divulgar lo que hacemos?
Yo he estado en 20 reuniones y no he hablado, pero aquí en
concreto, les expliqué cómo son las cosas en este hemisferio del cual quieren
saber y han discutido sobre ese tema.
Digo que hacen muy bien, porque si Europa quiere estar y sabe que este
hemisferio es decisivo, este hemisferio de donde la quieren echar, y los chinos
lo saben, con su sabiduría milenaria, lo saben, con su experiencia.
No hace mucho estuvo el Presidente de China aquí, y estuvo
en otras partes de América Latina, y visitó Brasil, y visitó Argentina, y
el Vicepresidente visitó Venezuela y visitó el Caribe. Entonces yo digo, ¿acaso los rusos van a
estar ausentes de este hemisferio?
Ustedes han planteado muy correctamente que Rusia no debe estar ausente
de este hemisferio. Este hemisferio
decisivo para el futuro, que el imperialismo quiere controlar indefinidamente y
podrán cada vez menos, se lo aseguro, podrán cada vez menos, porque con
espíritu de conquista y de saqueo no se ganan los corazones de los pueblos de
este hemisferio. A este hemisferio hay
que venir a dar y a recibir, o si se quiere a recibir y a dar. En este hemisferio pienso, y yo no represento
ni mucho menos el hemisferio, pero tengo derecho a pensar que hoy solo se puede
venir a intercambiar, solo se puede venir a unir, solo se puede venir a ayudar
y a ser ayudado; asistir y ser asistido, compartir y unirse no solo en busca de
beneficios materiales o económicos, sino también en busca de paz, en busca de
fuerzas que hagan prevalecer la cordura y la paz en el mundo, en busca de
fuerzas que ayuden a salvar la civilización de que ustedes hablan. Eso lo sé muy bien, y cuando leía los
resúmenes, sé que algunos de ustedes plantearon este problema. Sí, y no veo otro camino.
Sé que no hace mucho en Europa se reunió el Presidente de
Rusia con el Presidente de Francia, con el Primer Ministro de Alemania y otro
Presidente que no recuerdo ahora, no estaban muy felices los que dirigen al
país vecino del Norte.
Pero vean, observen: se reúnen allá en París cuatro
presidentes —de milagro no estaba el chino ahí, en cualquiera está el
Presidente chino—; se reúnen allá en Venezuela, en la patria de Bolívar, el
Presidente de Argentina, el Presidente de Colombia, el Presidente de Venezuela
y el Presidente de España, vean cómo se comunican los espíritus, las
corrientes; el pensamiento viaja y vuela y es lo único que viaja más rápido que
la luz, más rápido que la electricidad.
El pensamiento vuela y son pensamientos, cada cual observa qué pasa en
todas partes. Allá, crear conflictos,
crear divisiones, promover guerras, porque en un momento en que un país como
China se yergue con esa fuerza, lo ideal para el imperialismo es promover
guerras allí, secesiones, conflictos que interrumpan el extraordinario
desarrollo de ese país.
Todo el mundo sabe que las competencias económicas dieron
lugar a las guerras, esos colosales déficits comerciales y esos colosales
déficits presupuestarios, debido, fundamentalmente, a carreras armamentistas
sin impuestos; guerras sin impuestos, despilfarro pueden traer también
tentaciones a promover conflictos que pongan fuera de la lid a países que
tienen potencial de desarrollo grande.
Me pregunto si en ese colosal imperio norteamericano hay
líderes —me refiero ahí entre los fundamentalistas— políticos que deseen el
desarrollo de Rusia, me lo pregunto, si quieren que Rusia prospere, que la
economía rusa prospere, que el rublo ruso valga, que las producciones de Rusia
tengan mercado, que el combustible ruso, el gas y el petróleo tengan valor, o
la madera de Siberia o el níquel de Norilsk, u otras cosas que nosotros
conocemos que producen los rusos.
Sabemos dónde había calidad y dónde no había, como también
en Occidente, sabemos lo que sirve y lo que no sirve, lo sabemos muy bien, el
valor y las posibilidades que tiene cada uno de los países, no podemos
ignorarlo, no podemos darnos el lujo de ignorar eso.
Me pregunto: ¿Qué
espacio va quedando, si todo es conquistado, si todo es ocupado, si Iraq es
invadido, si Irán es amenazado porque puede tener armas nucleares?, y en
realidad hay países que son aliados de Estados Unidos que tienen cientos de
armas nucleares y, sin embargo, se ha permitido, nadie discute, es la verdad,
todos lo sabemos, ustedes saben a lo que me estoy refiriendo; no quiero nombrar
países, no tengo nada contra ningún país, pero sí tengo compromiso con la
verdad y sabemos cómo son las cosas, la ley del embudo, lo ancho para uno, lo
estrecho para otros. Así anda el mundo,
y ese mundo ustedes saben que conduce a un callejón sin salida, es así, eso no
lo puede negar nadie.
Pero esa realidad también está despertando las conciencias.
Esta misma crisis petrolera va a despertar conciencia. Allá, quien dirige al Norte, declaró
recientemente: A
buscar todas las energías. La nuclear,
desde el accidente de Chernobil, ha creado en el mundo un justificado temor. Y
ya ahora en Estados Unidos no es fácil ponerse a construir en serie plantas
nucleares. Bueno, volver al carbón; no
es fácil volver al carbón con sus efectos contaminantes.
Se habla de hidrógeno, el Presidente de Estados Unidos habló
de hidrógeno, lo que no ha dicho todavía si el hidrógeno lo va a sacar de los gases,
de la energía fósil o lo va a sacar del agua, porque si lo va a sacar del agua,
seguramente le vamos a enviar todos una felicitación, hasta yo le mando una
calurosa felicitación si saca del agua la energía, y estaría dispuesto a
proponerlo como Premio Nobel y pedirle a la gente que firme e iniciar una lista
de firmas para que lo canonicen incluso, si tuviera la feliz idea de resolver
los problemas sacando del agua el hidrógeno con que va a hacer funcionar los
automóviles.
Sí, sé muy bien, porque aquí teníamos tres o cuatro
compañeros fanáticos que querían sacar el hidrógeno del agua, trabajaron como
30 años, yo me acuerdo que los visité y todo.
Sé que una vez explotó, porque realmente consiguieron un poco de hidrógeno
y lo que tuvieron fue una explosión, pero yo no sé de ellos desde hace tiempo.
Sé muy bien que todo el mundo está fabricando el carrito con
el hidrógeno en Japón, en Europa, en Estados Unidos, lo que no se ha dicho de
dónde sale el hidrógeno, porque si va a salir del petróleo, bueno, igual que
todos estos materiales, esta botella, esta tapa, este teléfono creo que sale
también del petróleo, no sale del acero ni del hierro, todo sale del petróleo,
no hay nada que no salga del petróleo, creo que hasta nosotros salimos del
petróleo (Risas), esa es la realidad.
Hay una pregunta:
¿Qué va a pasar cuando se acabe?, y todo el mundo sabe que se acaba, eso
no lo ignora nadie, hay que ser un analfabeto total, absoluto o un
irresponsable total para creer que el petróleo va a durar 100 años más a este
mismo ritmo de gasto.
Sí, hay técnicas más modernas, lo encuentran más pronto y
mientras más pronto lo encuentran en el fondo del mar, más pronto lo botan, más
pronto lo malgastan. La lucha debe ser
para que los automóviles ahorren.
Una de las cosas que hizo ese gobierno fue suprimir algunas
medidas que exigían de los carros cada vez un consumo menor, ¿entonces qué, a
conquistar el mundo a cañonazos, amenazarlo con todas las armas, todas las
escuadras, todos los portaaviones, todos los cohetes cruceros y todas las armas
nucleares, para que sean obedientes, sean disciplinados, produzcan materias
primas, produzcan petróleo, para seguir gastando el 25% de la energía mundial?
Nosotros estamos haciendo algunos esfuercitos que pudieran
ser interesantes, en materia de energía y de ahorro de energía, que estamos
llegando pero minuciosamente a la esencia de los problemas. Vamos a hacer una modesta contribución al
mundo, sencillamente ahorrando tal vez el 50% de la energía eléctrica que
consumimos, ahorrando unos cuantos cientos de millones de dólares en energía,
que parte de eso se va a convertir en todos esos programas de que les hablaba,
y parte en inversiones altamente beneficiosas, y yo diría que altamente
rentables, y a partir del conocimiento, a partir de una materia prima que se
llama educación y conocimiento; a partir de una materia prima de gran valor que
se llama capital humano; capital humano es lo que tenemos, fundamentalmente, y
ya veremos.
Como les decimos a nuestros compatriotas, ¿perfectos? No, seríamos los últimos en decir que estamos
satisfechos; lo que hemos aprendido con el tiempo, con los errores, hemos
adquirido una experiencia. Eso es un
privilegio, no es ni siquiera un mérito.
En mi caso personal, si he vivido un número de años no puedo
decir que sea un mérito, es una suerte, sobre todo cuando había tantos intentos
por ponerme fuera de combate prematuramente.
Si la naturaleza me había dado una cierta capacidad de vivir, para qué
quitármela. Pues, bueno, he vivido, he
aprendido algo; no yo solo, hay todo un contingente de gente que ha aprendido,
hay un pueblo que ha aprendido a lo largo de 46 años, un pueblo consciente de
sus cualidades y consciente de sus debilidades, consciente de sus
defectos. Nosotros estamos muy
conscientes de nuestros defectos y somos críticos, y bien críticos, y no
tendría el menor reparo en decirles a ustedes todos los errores que hemos
cometido.
Nosotros no vivimos a base de ocultar errores, nosotros
vivimos a base de decir verdades, nosotros vivimos a base de ser honestos,
nosotros vivimos a base de rectificar incesantemente, nosotros vivimos a base
de hacer examen de conciencia de nuestra conducta y de no dormirnos nunca sobre
los laureles, y por eso ahora podrá darse la impresión de ave fénix que
resucita de sus cenizas. Sí, esa es la
impresión que van a tener en muchas partes del mundo, de una avecita fénix, una
golondrina que resucita de sus cenizas.
Esa es Cuba volando y volando alto, si lo voy a definir con algunas
palabras.
Me parece que he hablado más de la cuenta, en realidad, y
ustedes están conformes; sí sé que están conformes, por lo menos es verdad, no
dirán que dejé de ser sincero, no dirán que tuve temor de hablar con claridad y
con franqueza, con respeto, decir verdades.
He hablado como hermano, he hablado como persona que aprecia la
vida.
Yo también dentro tengo sentimientos fuertes, no he dejado
que hable el sentimiento, he tratado de que hable la razón, porque lo decía
nuestro poeta hablando de la literatura.
Cuando él hablaba de literatura y hablaba de lo que leía allá, me
acordaba de la prisión de Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud, en prisión
solitaria. Yo leía también los libros de
Tolstoi y leía los libros de Dostoievski, todos los leí, parecía un masoquista
yo leyéndome en una prisión el libro de Dostoievski, que si el hombre con una
misma piedra de aquí para allá y de allá para acá, y El príncipe idiota, Crimen y
castigo, Sepulcro de los vivos,
todos. Y los libros de Tolstoi. Qué excelente literatura rusa.
Bueno, debo decir la verdad, ya yo era marxista-leninista
cuando inicié la lucha armada, lo fui, lo soy y lo seré, y nadie se extrañe de
eso, porque no soy un dogmático, analizo los méritos que pueden tener las
personas en la historia, nunca reniego de mis ideas, y soy capaz de ser
crítico; pero no tengo nada que criticarles ni a Marx ni a Lenin, se los digo
honestamente —yo podría hacer otras críticas—, ni a Engels le hago crítica, fue
el primero que me enseñó que hasta las estrellas se apagarán cuando la energía
se agote, y hay estrellas apagadas hace rato, mientras otras se alejan del
presunto sitio de la gran explosión.
Lenin no había nacido todavía, cuando Marx publicó el Manifiesto Comunista.
El mundo de hoy es muy diferente al mundo que Marx y Lenin
conocieron; nadie pudo conocerlo, nadie pudo imaginar las comunicaciones en
cuestión de segundos. Vieron la globalización, vieron a lo que conducía un
sistema donde las fuerzas productivas se desarrollaban, vieron que el
desarrollo de esas fuerzas productivas alcanzaría tales niveles que produciría
en el mundo situaciones nuevas, grandes cambios. Hemos llegado a una globalización, esa
globalización creada en condiciones no imaginadas por nadie. Las contradicciones y las competencias se
resolvían mediante las guerras. Hoy
ninguna guerra puede resolver ningún
problema. Las guerras ya
quedan prohibidas de por sí, porque en una guerra moderna no habría ni
vencedores ni vencidos. Ustedes lo
saben, los rusos, como superpotencia que fueron, y grande y poderosa, potencia
que son hoy.
Nosotros fuimos testigos de cuando había un cierto
equilibrio, primero tenían ellos el arma nuclear, después hubo un equilibrio, y
cada vez fabricaban ambas partes más armas; entonces ya la diferencia consistía
en que una podía destruir a la otra quince veces y la otra podía destruir a
aquella diez, la cuestión era el número de veces en que una podía destruir a la
otra. Ustedes, los rusos, dejaron de ser
superpotencia, y sin embargo todos saben que cada una puede destruir a la otra cinco veces.
Como poder real, desde el punto de vista técnico-militar, al
Estado ruso le sobra como cuatro veces poder; porque bastaría con uno solo para
destruir al otro, y a aquellos les pueden sobrar más, por gusto. Y un día el pueblo norteamericano comprenderá
eso, lo comprenderá, hay esperanza.
Puedo decirles que me siento feliz de ver esta reunión, de
verlos a ustedes hablando como han hablado aquí; me hace feliz, me alegra,
porque ese país, con tantos méritos, con tanta historia, con tanto heroísmo,
veo un potencial de contribuir a la paz en el mundo, de contribuir a la
civilización, a preservar la especie. No
sobramos, y mucho menos sobran los que puedan hacer mucho, como Rusia, por
preservar la especie, como China, como Europa, como América Latina; entre
todos juntos podemos hacer algo, y entre todos juntos, algunos más que otros,
veo a Venezuela, veo a Brasil, veo que pueden hacer mucho.
Veo lo que acaba de hacer Argentina, cómo abordó un problema
de la deuda. Me asombré hoy, que yo voy
a llamar, fue creo que el Ministro-Presidente del Banco Central quien me habló
hoy y me dijo que Bush había hecho unas declaraciones muy elogiosas para
Argentina. Voy a volvérselo a preguntar,
de verdad que todavía no lo creo; pero elogiaba a Kirchner para atacar a
Chávez, para atacar la reunión de ayer que no le ha gustado nada. Desde luego, a Kirchner no lo van a
neutralizar con halagos ni nada parecido, si Kirchner lo que le ha dado,
digamos, es un jab; más que un jab, un golpe duro; no ha noqueado al
Fondo Monetario Internacional, pero lo ha dejado medio tambaleando con la forma
con que abordó la deuda. Es la primera
vez que un país adopta esa posición decidida, la que adoptó Argentina.
Todavía el Fondo Monetario Internacional vivirá algún tiempo
más, no creo que mucho, y cuando digo que no creo que mucho, es que no creo que
viva dos decenios más; incluso, les digo, tengo dudas de que ese Fondo viva un
decenio más, porque las cuentas no cuadran.
Las saco, sumo, resto, multiplico, divido y no da, la crisis no la
soporta; ya no es crisis, sino suma de crisis: la suma de crisis, la suma de
problemas no da para que este orden dure menos de dos decenios. Siempre han inventado algo: fórmula tal o más cual, o el método
keynesiano, riego dinero, evito la crisis imprimiendo billetes, aumentando la
liquidez, etcétera.
Solo me queda una deuda con ustedes, he hablado rápidamente,
estoy dispuesto a responderles cualquier pregunta que me hagan, cualquiera, la
que se les ocurra hacer, y no una, dos, tres, el tiempo que él me dé.
Yo llegué siete minutos retrasado, hacía mucho tiempo que no
llegaba retrasado un minuto; pero es que estaba conversando con el Ministro de
Agricultura de Canadá, estábamos hablando de agricultura, precios de los
productos, qué precio tenía el trigo, el maíz, los frijoles, las lentejas, los
chícharos, las vacas, muchos datos, cómo estaba la producción, todo.
Le estaba hablando de las cosas que le vamos a comprar a
Canadá este año 2005. A mí no me gusta
hacer promesas, pero le prometí que le íbamos a comprar este año tres veces más
de que lo que le hemos comprado el año pasado; sí, porque tenemos algunos
plancitos. Están elaborados, aunque no
están divulgados.
Entonces, ustedes me perdonan que haya llegado siete minutos
tarde, porque estaba hablando con el Ministro de Agricultura y con un grupo de
agricultores canadienses.
Ellos tenían que irse, tenían una reunión y yo quería venir
para acá. Me enteré de que se iban a las
4:00, a la hora en que yo había planteado reunirme con ustedes. Llegué unos minutos tarde, y sé que mis
compañeros estarán de acuerdo si yo les explico respondiéndoles a ustedes
algunas preguntas, me retrasé unos minutos.
No te ocupes, que después de esto les van a dar cena a
ustedes, a todos (Risas).
Bien, me someto a cualquier pregunta que ustedes deseen
hacer de cualquier tema (Risas).
Venga la dominicana, que me dicen que es una gran escritora.
Luisa Zheresada Vicioso.- En ese diálogo de civilizaciones, a mí me
gustaría que usted nos dijera dónde usted ubica al Caribe.
Usted sabe que nosotros, como región, hemos producido de los
más extraordinarios teóricos, no solo para nosotros, sino para el mundo, Frantz
Fanon, comenzando, y su papel en África, y para los oprimidos del mundo.
Cmdte.- ¿Qué, tú crees que
yo no soy caribeño y yo no siento como caribeño?
Luisa Zheresada
Vicioso.-
Yo lo sé.
Cmdte.- ¿Tú no sabes que
cuando ustedes tenían a Trujillo allí y yo era un estudiante de Derecho de
segundo año, Presidente del Comité Pro Democracia Dominicana, cuando aquel año
1947 se organizó una expedición para ir a liberar al pueblo dominicano de
Trujillo, yo me enrolé en esa expedición?
Fui el único del Comité que me enrolé, y, a pesar de que eran enemigos
míos los que estaban ahí, fui.
No sé si lo sabes, permanecí hasta el final, muchos
desertaron. Se produjo un problema en un
momento determinado y el barco en que yo iba lo detienen allá en las
proximidades de la costa de Haití. Yo no
era el jefe, yo era teniente de un pelotón, porque tenía un poco de
conocimientos y me gustaban las aventuras, no lo voy a negar. Si me quieren llamar aventurero, acepto con
honor el título de aventurero en la geografía, en las excursiones y en
cualquier otra cosa; no en política. En
política aceptaría el calificativo de audaz, y el que no lo sea que no se
inicie en ese oficio, más vale que se lo deje a otro, ¿comprenden?
(Risas.)
Pero me fui para allí antes de finalizar el segundo año de
la carrera. Cumplí 21 años en un cayo, donde
se organizaba la expedición dirigida por una mano de gente imbéciles y
autosuficientes cubanos que ayudaban a los dominicanos y pretendían hacerlo
todo.
Allí conocí a Juan Bosch y desde entonces lo distinguí en su
valía intelectual, su sentimiento. Allí
conocí a Pichirilo, fue el que vino en el Granma,
era capitán del barco en que yo iba, que se llamaba Aurora. Alguno traicionó,
iba en otro barco más rápido, eran cuatro barcos, llevaban dos de desembarco, y
allí, desde la bahía de Nipe, se recibió una orden del otro barco que decía que
lo esperaran cerca de Moa, próximo al Paso de los Vientos. Allí había una fragata grandísima. Nunca me
parecieron tan largos los cañones de una fragata, porque los desenvainó, los
mostró y dijo: “¡Para
atrás!”, no les quedaba otro remedio a los responsables de la expedición.
Iba conmigo Pichirilo, como ya dije, en ese barco, un
dominicano. ¡Qué decidido y
valiente! Fue años después nuestro
piloto en el Granma. Nos hicimos hermanos, porque aquel día yo me
sublevé de la expedición, de la compañía donde era yo jefe de pelotón, y dije: “Me opongo a que
regresemos a ese puerto, hay una situación en Cuba, los van a hacer a todos
prisioneros, y no acepto”.
Yo era partidario de que salváramos las armas en la región
montañosa, y reuní armas y hasta tenía un montón de colaboradores, entre ellos,
el capitán del barco. En esa ocasión fue
que me hice amigo de él, se volvió cómplice mío en aquella complicada situación
cuando me sublevé contra los jefes cubanos y dominicanos. Rebelión, hice lo que hizo Hugo Chávez. Me rebelé porque me negaba a volver a un
puerto donde se iban a perder las armas e iban a caer todos prisioneros. Al principio hasta pensé que la fragata que
nos cerraba el paso era dominicana.
Pronto me percaté de que era cubana.
Persistí en la complicidad con Pichirilo. No pude hacer el movimiento aquel porque la
fragata nos siguió de cerca. Esperábamos
la noche. Con la complicidad del
capitán, se redujo la velocidad de la misma a menos de la mitad. De nada valió, era verano y oscurecía más
tarde. Seguí rebelado hasta que abandoné
el barco en una balsa y me fui con tres más, los únicos cuatro, de mil y
tantos, que no caímos prisioneros. El
capitán le dijo a la fragata que no conocía la entrada y temía encallarse. Era aventurero, lo admito. Todo el mundo creía que me habían comido los
tiburones, y un día sorprendí a todo el mundo, resucité. He resucitado muchas veces, más de una vez.
Así que yo conozco la causa, la quiero y soy caribeño. Ya tú
sabes nuestras relaciones con los revolucionarios dominicanos y con Caamaño
aquí, a donde viajó después de su heroica resistencia. Después de nuestro
triunfo revolucionario, decenas de revolucionarios cubanos aterrizaron en las
proximidades del macizo montañoso y lucharon contra Trujillo.
Es decir, yo he sido un militante de la causa caribeña. Yo
soy un caribeño, vivo orgulloso de nuestras relaciones con el Caribe.
Tengo grandes simpatías con el Caribe de habla inglesa.
No creas que yo soy un fanático de
los latinoamericanos; yo soy un crítico, como soy de mí mismo, y puedo serlo de
los cubanos.
Y fueron ellos, los caribeños, los que ayudaron a romper el
bloqueo de América Latina cuando todos rompieron con nosotros, menos
México. Los caribeños que no eran
independientes siquiera cuando triunfa la Revolución fueron los que promovieron
el movimiento junto a Torrijos, y también un venezolano en aquel tiempo, que
después desempeñó papeles en distintas etapas de su vida, en esa época no fue
de las peores; pero había una corriente y apoyaron.
Fueron los caribeños los mejores amigos que hemos tenido en
este hemisferio, no fueron los latinos; fueron los caribeños, y con ellos
tenemos vínculos muy fuertes y todos ellos tienen derecho a estudiar en
nuestras universidades sin restricción, todas las becas que quieran, y
gratuitamente.
Hay una escuela latinoamericana de estudiantes de medicina
aquí, que tiene 10 000 estudiantes latinoamericanos y caribeños.
Quizás debí haber dicho que la existencia del proceso
revolucionario venezolano y los acuerdos económicos con China han sido factores
de mucha importancia; los acuerdos con Venezuela sobre la base del ALBA, el que
suscribimos el 14 de diciembre, 10 años después de que vino Chávez la primera
vez, lo suscribimos con un acuerdo altamente beneficioso para los dos países.
Estamos semintegrados. El sentimiento,
la idea, la voluntad de integración es la misma.
Yo, antes de ser marxista, era comunista, ¡comunista
utópico! ¿Dónde lo aprendí? De la vida,
de la reflexión. Estudiando economía
llegué a la convicción esa.
Nací y viví en un latifundio que tenía 10 000
hectáreas, mi padre era el dueño del latifundio y de todas las demás cosas,
menos de la escuela y del telégrafo. Era
dueño hasta de la valla de gallo, de la carnicería, del ganado, de los
tractores, de los camiones, de la tienda, del almacén, cuando Carlos Marx habló
de que la propiedad privada existía, solo a condición de que no existiera para
las nueve décimas parte de la población, yo lo podía comprender, porque nací en
un lugar donde mi padre era dueño de todo.
Estudié en escuelas religiosas. Así que yo no nací en una cuna
proletaria. Es más, si no hubiera sido
hijo del terrateniente, no hubiera podido estudiar, y si no hubiera podido
estudiar, entonces no habría podido ni tener una idea, no habría podido tener
una causa que defender.
Tengo que agradecerle a esa circunstancia haber podido
aprender algo, no ser analfabeto político. El analfabetismo político me lo
quité yo mismo, porque yo estaba alfabetizado en las ideas. Bueno, no, ni
tanto, porque era hijo y no nieto de terrateniente; no llegué a vivir la vida
burguesa en un barrio aristocrático donde habrían hecho de mí el reaccionario
más grande que hubiera existido en este país, porque en un sentido o en otro,
yo no me iba a quedar en la mitad del camino.
Bueno, por temperamento hay gente que no se queda en la
mitad del camino, son demasiado entusiastas, en un sentido o en otro, y así he
tenido que hacer un poco de autobiografía aquí para demostrar que he sido caribeño;
pero soy latinoamericano también, soy africano, soy ruso, soy chino, soy
japonés, soy vietnamita. Y Viet Nam,
cuando estaba en medio de su guerra, sabía que podía contar con nuestra fuerza,
y los sudafricanos saben que podían contar con nuestra sangre, y contaron con
nuestra sangre, cuando allí tenían siete armas nucleares. Así que no tendría que esgrimir muchos
argumentos para demostrar que nuestro corazón no es un corazón chovinista ni va
a excluir a los caribeños ni mucho menos, ustedes tendrán un lugar bien
grande.
Si quieren buscar gobiernos serios, busquen a los gobiernos
caribeños de los que fueron colonia inglesa hasta hace unos pocos años; son de
los más serios como gobiernos, como gente fiel, de los que menos analfabetismo
tenían. Tienen menos analfabetos que los
que nos liberamos de España —o ustedes, que se liberaron de España, nosotros
tardamos como un siglo, éramos un Estado esclavista—, hay menos analfabetos en
el Caribe que en América Latina; hay mejores servicios médicos, mejores niveles
de salud que en América Latina, quitando a Haití, porque Haití es el
primer país que se subleva, el país donde todo el mundo ha intervenido. Ninguna de esas potencias es capaz de
mandarle un médico.
Hay unos que dicen que son Médicos sin frontera, muy bien,
los felicito, condecórenlos, denles el Premio Nobel, pero son cuatro gatos nada
más. El problema es que toda Europa
junta no puede enviar los médicos que Cuba tiene en Haití. Me perdonan que tenga que decir eso, pero es
una verdad, no tienen 500 médicos; toda Europa junta y Estados Unidos no
tienen los médicos que nosotros tenemos en África; toda Europa junta y
Estados Unidos no tienen los médicos que Cuba tiene en Centroamérica,
prestando servicio gratuitamente. No es como la situación de Venezuela, que
tenemos ya un acuerdo de intercambio de bienes y servicios.
Yo sé aquí adónde van a parar todos los beneficios. Nos quieren criticar de que
hemos centralizado. Si no centralizamos
no podemos hacer lo que estamos haciendo; como en la guerra, en la guerra las
decisiones que toma un estado mayor son decisiones que tiene que tomarlas
rápido, donde no se puede poner a deliberar demasiado.
Aquí discutimos, aquí nadie puede empeñar este país.
¿Quiénes contrajeron las deudas de América Latina? Los
ministros de Economía, ni siquiera el Parlamento, con el pueblo no discutieron
nunca esas deudas colosales que contraían los gobiernos, el Ministro de
Economía decidía si el país se endeudaba en 40 000 millones o no. Para el aumento de las pensiones tengo reunido
a todo el Estado; tengo facultades, porque la Constitución me da más facultades
que a un Ministro de Economía en América Latina, soy Presidente del
Consejo de Estado y Presidente del Consejo de Ministros, elegido por la
Asamblea Nacional, puedo convocar al Consejo de Estado. Están reunidos también
los presidentes de los Poderes Populares de cada provincia, hay dirigentes de
las organizaciones de masa, el Presidente del Banco y todos los presidentes de
los principales bancos, que son del Estado, no son privados, y allí todos, y
les pedí: “Hagan un dictamen, ¿se puede
o no se puede? Porque son cosas
pensadas, calculadas y bien calculadas, y allí decidimos lo que hacemos. Como Primer Secretario del Partido cité a los
principales cuadros del Partido.
En América Latina, tan democrática, los ministros de
Economía decidieron las deudas y ese gobierno imperial no dijo que eran países
antidemocráticos, no dijo nada parecido, eran superdemocráticos los que
contrajeron la deuda. En 1985, dimos la
batalla contra la misma, por 350 000 millones; hoy deben 750 000 millones. Vean cuánta democracia reinaba en este
hemisferio.
Y en Centroamérica y en otras partes, ¿qué pasa en Costa
Rica, esa cuna, esa cúspide del pensamiento democrático? En Cuba tenemos hoy 70 000 médicos y más
de 50 000 especialistas, luchamos a brazo partido contra el robo de cerebros, y
en Costa Rica tienen más de ochocientos médicos de origen cubano que años atrás
le robaron al país.
Un día, en una reunión internacional, me lo contó un presidente
de Costa Rica, de los muchos que pasan sin gloria por aquel país: “Tenemos allá
800 médicos cubanos.” Le digo: “Ah, sí,
tienen 800 médicos”, pero no han pagado un solo centavo por los 800 médicos que formamos nosotros.
Estados Unidos quiso fabricar una vitrinita frente a
Cuba para demostrar que con “democracia” se podía hacer lo que tan
“antidemocráticamente” hacía Cuba, que era salvar vidas de niños, salvar vidas
de madres y todas esas cosas; una vitrinita, y Costa Rica tiene 800 médicos
cubanos que practican la medicina tarifada.
Eso tiene mucho valor cuando se va a discutir por qué
tenemos que estar pagando los 300 kilowatts que se podían comprar con un dólar,
y se compran por un dólar 300 kilowatts que le cuestan al país 25 dólares en divisas
convertibles para producirlos.
Vean qué forma de abusar del dólar que enviaban a Cuba. Si
tenía un refrigerador viejo y el refrigerador ese perdió el termostato, le
cuesta siete dólares al Estado cubano mensualmente. Uno de nuestros ahorros es que van a
desaparecer todos los refrigeradores sin termostatos, no porque nos los vamos a
llevar y enviarlos como chatarra, sino porque les vamos a poner el termostato y
porque les vamos a poner también las juntas para que no se les vaya el frío,
porque hemos descubierto que gastan entre 7 y 8 millones diarios de kilowatts,
ni se sabe los millones que ahorramos por ahí, con 10 millones de inversión en
termostatos, cosa que no sabíamos y hemos ido descubriendo a medida que se pone
más caro el combustible, que cuesta más caro producir un kilowatt.
Entonces, ¿qué ocurre con la electricidad?
Quizás algunos tengan más termostatos que nosotros, porque
no vivieron el bloqueo que hemos vivido los cubanos. El bloqueo que ellos viven es otro más
terrible, un bloqueo que produce analfabetos, un bloqueo que produce
desnutridos, hambrientos, mortalidad infantil, mortalidad materna, reducción de
perspectivas de vida, la democracia que les han llevado allí. Es un bloqueo peor que el económico, porque
ese bloqueo no existe aquí hace rato, y es por eso que podemos hasta devaluar
el dólar. ¡Miren qué maravilla!, y no
pueden protestar, porque, ¿quién nos puede exigir, quién nos puede exigir que
tengamos que pagar 25 dólares por los kilowatts de electricidad que se compran con
un dólar que envían desde allá? ¿Y
quiénes los envían? ¿Braceros
analfabetos? No. Ellos no recibieron analfabetos de Cuba. La emigración que recibieron de Cuba era de
muchos graduados universitarios, técnicos medios y muchos antiguos
terratenientes y burgueses que sabían hacer negocio.
La emigración que tiene más ingresos en Estados Unidos
es la cubana, mucho más que la dominicana, y la haitiana, y la de cualquier
otro país latinoamericano.
Ah, pues bien, tenemos una moneda propia. Expulsamos el dólar
de la circulación, lo sustituimos por el peso convertible. Ahora vamos hacia la revaluación de nuestro
peso, y a la revaluación de nuestro peso convertible, las dos monedas. Un paso en una dirección, otro en otra. De modo que ahora el dólar sí ha quedado
devaluado frente a nuestro peso convertible, y nada, no tienen argumentos.
¿Qué quiere decir ahora con esa devaluación? Que antes compraban 27 pesos por 1 dólar y
ahora compran solo 25. Es una medida que
podemos aplicar cuantas veces sea necesario.
Qué golpe le podemos dar al pobre dólar. Allá en Estados Unidos pagan 12 y hasta
15 centavos por el kilowatt de electricidad.
Aquí pagan menos de un centavo de dólar.
¿Cómo se compra? Bueno, con un
centavo, si realmente consumen menos de 300, hoy con un centavo compran 3
kilowatts.
¡Qué crimen hemos cometido contra el dólar! ¡Qué queja terrible! ¡Qué acto vandálico hemos cometido que les
hemos pedido que con un dólar paguen más!
Casi ni lo hemos tocado, apenas
lo hemos rozado con el pétalo de una rosa.
Ahora podemos rozarlo con el pétalo de una rosa; pero también con una
lima, si queremos podemos rozar, acariciar con ellos los dólares o limarlos.
¡Qué maravillosa cosa es no pertenecer al Fondo
Monetario! ¡Qué maravillosa cosa que no
tengamos que pedir ayuda a esa institución en este cambiante mundo!
Dentro de cuatro años se cumple el 50 Aniversario del
triunfo de la Revolución. Ya se
cumplieron 50 años desde el inicio de nuestra lucha armada el 26 de Julio de
1953. Son más de 50 años de lucha, más
de 50 años de experiencia.
En nombre de eso hablo, y solo en nombre de eso me atrevo a
hablarles a ustedes. Y no siempre hablo
así, hablo así hoy porque estamos definiendo cosas muy importantes.
Yo concibo toda forma de socialismo con un mismo objetivo y
una vía diferente de llevarlo a cabo, un estilo diferente, nacido de las
raíces, de las circunstancias históricas y de las circunstancias concretas de
cada país. Nosotros estamos construyendo este, ya les expliqué cómo lo hicimos. Ahora es que podemos obtener todas las
ventajas de lo que hemos hecho. Ahora
empezamos a recoger los frutos; ahora cuando no dependemos más que de nuestra
propia conciencia, nuestro capital humano, nuestra experiencia y nuestra voluntad
de rectificar todos los errores que hemos cometido en cantidades industriales,
errores tácticos, y algunos grandes pero no estratégicos. Realmente hemos tratado de evitar a toda
costa errores estratégicos, que por definición son irreversibles.
Quiero que ustedes sepan que algunas de las cosas que nos
pasaron fue como consecuencia de teorías y de libros
que se escribieron en otros tiempos y en otras partes.
Lo más que puedo decir en mi descargo como abogado —así me
tuve que defender una vez— es que siempre he sido antidogmático, siempre he
estado contra dogmas, esquemas, libritos que hablan de una cosa. Pienso algo más —y Osvaldo lo sabe bien—,
pienso que la economía como la política no es una ciencia, sino un arte. Los artistas no pueden decir que dominan una
ciencia, necesitan de la ciencia, necesitan de todos los cálculos. Si usted no resta, suma, multiplica, saca la
raíz cuadrada, usted no puede sumar nada; pero el poeta mezcla palabras, ideas,
imágenes, estilos. El escritor hace lo mismo. El político mezcla cosas, mezcla
factores; el economista mezcla también elementos, economías. El monopolio ha
existido siempre, el libre comercio no ha existido casi nunca, eso no son más
que teorías a las cuales se oponían todas las naciones industrializadas.
Ahora cuando dominan al mundo, les dicen a los demás que
están por desarrollarse:
libre comercio, cero aranceles, cero esto y cero lo otro.
Es una cosa bien clara: para mí la economía es un arte y es
una ciencia, y la política es un arte y no una ciencia. Apóyense en la política, apóyense en la
ciencia y apóyense en todos los elementos.
Ahora, yo tengo el mejor concepto de la economía, la veo
como un arte, y de la política, la veo como un arte.
¿Alguien quiere hablar?
Oye, preside.
Denles la palabra a todos los que quieran.
Les respondo a todos los periodistas, los que quieran.
Obispo Feofán.- Compañero Castro...
Cmdte.- ¿Nadie me
traduce?, lo único que oigo es en ruso (Risas).
Obispo Feofán.- Compañero Fidel Castro, permítame, ante
todo, expresarle mi agradecimiento por la posibilidad de contar con una iglesia
ortodoxa rusa.
Lamentablemente, las fábricas envejecen, incluso pierden su
significado, aunque se hayan construido sobre la base de la hermandad; sin
embargo, una iglesia mientras más antigua, más valor tiene, y la iglesia que
ustedes nos están ayudando a construir para la ortodoxia rusa, dentro de un
siglo será fiel testigo de nuestras buenas relaciones.
Pero me interesa otra cuestión: Yo soy epíscopo de una región del
Cáucaso del norte y, personalmente, soy portador de una tragedia de los
terroristas cuando asaltaron una escuela.
A los 20 minutos me presenté en esa escuela y estuve allí hasta el
final. Eso fue algo terrible.
Quisiera su opinión, puesto que los terroristas especulan con
frecuencia de que hacen misiones de salvación; pero lo que yo vi fue algo
terrible. Quisiera conocer su opinión al
respecto. Gracias.
Cmdte.- En lo más profundo
de mis sentimientos y de mis convicciones, repudio la muerte de personas
inocentes.
Recuerdo los combates durante la guerra en la Sierra
Maestra, había combates y a veces venía alguien que nos daba toda la
información —compañeros nuestros, que tenían familiares muy próximos al
objetivo—, atacábamos pueblos ocupados por el ejército, y no fueron pocos los
que tomamos, algunos fueron combates duros, y no recuerdo un solo civil
muerto. Vean cómo aun en la guerra y
cuando hay que combatir, porque un cuartel está en un lugar y hay que atacarlo,
aunque es mejor obligarlos a salir, porque son más débiles en movimiento que
cuando están en sus posiciones, es posible evitar la muerte de inocentes. No recuerdo un solo civil muerto en ninguno
de los combates durante los 25 meses de guerra que libramos.
Yo tenía una columna de donde salieron todas las demás, y la
gente aprendía a combatir combatiendo, no iban a las academias, no había
academias cuando eso.
Esto que le digo no son palabras que yo pronuncié aquí, hay
toda una historia que avala esas palabras.
No, yo no puedo matar a un niño por destruir el bloqueo,
conscientemente ir y matar un niño, no lo puedo hacer. Uno tiene una ética, tiene principios. Usted puede sacrificar su vida cuando quiera,
pero usted no puede sacrificar la vida de un inocente.
Así pienso y así lo he dicho siempre, y nuestro país ha
estado en misiones internacionalistas —no una, unas cuantas—: cuando los racistas sudafricanos invadieron a
Angola; o cuando la invadieron desde el norte las fuerzas de Mobuto —ese sí que
tenía dinero y dinero gordo, sin que nadie sepa dónde está guardado, ni en qué
banco lo movieron, ¿comprende?—, y no solo allí, en más de un lugar hemos
estado cumpliendo misiones; pregúntese en el mundo si algún prisionero de
guerra fue fusilado, dondequiera que nuestras tropas estuvieron y donde
murieron compañeros allí; porque era una doctrina, y la respetaron no solo
aquí; porque nuestro ejército jamás fusiló un prisionero de guerra. Es para nosotros un orgullo. Le damos todo lo que tenemos y lo que nos
presten, digamos, si alguien puede demostrar que en nuestra guerra contra el
apartheid y otros aliados del imperialismo en África, fusilamos un prisionero,
incluso muchas veces los soldados del apartheid preferían caer prisioneros en
manos nuestras, porque tenían la vida asegurada. No digo más (Aplausos).
Obispo Feofán.- Muchas gracias, Comandante Castro. Eso era lo que yo quería oír de usted.
Natalia Chopin.- Me llamo Natalia Chopin, soy periodista de
ECO de Moscú.
Una pregunta muy corta y muy sencilla.
Dígame, por favor, si usted piensa en un futuro inmediato
visitar la Federación de Rusia. Gracias.
Cmdte.- ... cómo yo puedo planear
visitar la Federación Rusa. Si tú me
preguntas mis sentimientos, mi voluntad, sí, en verano o en invierno, con nieve
o sin nieve, dirija quien dirija, y con más razón hoy, en que las relaciones
entre Cuba y Rusia mejoran; con más razón hoy en que acaba casi de producirse
una excelente reunión del Comité de Colaboración entre Rusia y Cuba, con muy
buenos resultados, en un momento de auge de las relaciones entre los dos
pueblos, y cuando tienen por base un inmenso cariño, el cariño que expresara el
poeta, el cariño que yo iba a expresar cuando recordaba una vez allá en el lago
Baikal, cuando en medio de la nieve unos pescadores rudos, fuertes, de allí de
Siberia, estaban asando un pescadito, y nosotros estábamos todavía con ciertas
dificultades en las relaciones, cierto disgusto por la forma, a nuestro juicio, incorrecta, una cosa del pasado, en
que se había resuelto la Crisis de Octubre, al ver aquellos hombres hablando,
yo pude conocer al pueblo ruso, y de él puedo decir que es el pueblo más amante
de la paz, y el más amante de la paz porque fue el que más conoció la
guerra.
Ningún pueblo sufrió tanto ni fue tan destruido como fue el
pueblo ruso en la Segunda Guerra Mundial.
Ese pueblo sí conoció la guerra y la tragedia de la guerra, por eso
amaba más que nadie la paz; pero puedo decir de ese pueblo ruso también que era
el pueblo más desinteresado. Ese hombre
que conoció la guerra era capaz de darlo todo y de volver a combatir. Aquel siberiano sabía que yo era un ciudadano
de una islita que estaba acá en casa del diablo, cómo hablaba conmigo y me
expresaba los sentimientos; porque aquel era un pueblo que, conociendo la
guerra más que nadie y odiando la guerra más que nadie, tenía la generosidad de
ser capaz de morir por otro.
De eso también los cubanos aprendimos, no solo hemos muerto
por nuestra propia patria y nuestro suelo, no son pocos los cubanos que han
muerto combatiendo o prestando misión internacionalista.
Usted corre riesgo en la guerra, en la paz, en cualquier
circunstancia.
A mí me admiró mucho, realmente, lo que les contaba de lo
que hice a los 21 años. Podría decirles
que no había transcurrido mucho tiempo, y después estaba en Bogotá, cuando
reunida allá la OEA asesinan a un dirigente destacado y vi estallar una ciudad
completa, y me enrolé allí con el pueblo, con los estudiantes, conseguí un
fusil también, lo ocupé en una estación de policía, me armé; creo que llegué a
tener siete balas, una gorra sin visera, que parecía una boina; unos zapatos de
esos nada aptos para los combates. Y en
aquella ciudad estuve hasta el último día, hasta que me botaron, hasta que vino
una negociación y una paz y allí dejaron embarcado a todo el mundo. Eso está escrito, no lo estoy
inventando.
Y tuve un momento de duda una noche, era de madrugada, como
las 2:00 ó las 3:00, estábamos en una estación de policía, estaba la jefatura
de la policía sublevada allí; como estalló la violencia, el saqueo y todo, el
propio ejército que vacilaba; en ese momento Gaitán era un líder muy querido,
estaba defendiendo a un teniente de una calumnia o de algo, todo el mundo lo
escuchaba, pero el saqueo aquel condujo a la fuerza al orden; y yo estaba con
los sublevados, ¿no?, con los estudiantes, con el pueblo.
El pueblo destruyó aquello porque saqueó; el nivel de
cultura y de preparación no daba para más, parecían hormigas cargando pianos,
refrigeradores, que tenían como dos metros cúbicos, los vi, todo aquello. Aquellos hombres acuartelados en la jefatura
de la policía sublevada estaban perdidos allí, yo me daba cuenta, por nuestra
historia, por todo, porque había pensado, porque había meditado en muchas de
esas cosas, a pesar de la edad, y estaba con aquella guarnición perdida, pasaba
un tanque y le tiraban unos tiros.
Vi allí cómo estaban abusando de un policía, me indignaba,
era un policía godo, como decían ellos, reaccionario; pero a mí me indignó,
porque lo maltrataron allí. Yo estaba en
uno de aquellos dormitorios en una ventana, porque era la posición que me
tocaba, sentí repulsa; lo maltrataron, lo insultaron y le dijeron unas cuantas
cosas. Yo hablé como dos o tres veces
con el jefe, le dije:
“Mire, esta tropa está perdida.”
Cualquiera que se hubiera leído los libros de la Revolución
Francesa y supiera cómo eran las asonadas, sabía que tropa que no se mueve está
perdida; cualquier tropa en esa circunstancia tiene que tomar la
iniciativa. Así pasaba cuando la
Revolución Francesa, todos hemos leído libros de casi todos los autores... Todo
el que se metió en un lugar estaba perdido.
Le dije: “Saque
esta tropa a la calle, ataque.” Estaba
tratando de persuadirlo, no entendía.
Bien, pero yo estaba allí, y en un momento dado me acordé de mi familia,
hasta de la novia me acordé, ¿qué les parece?, de todo me acordé. Entonces tengo un momento de duda, nadie
sabía, yo iba a morir allí anónimo, y yo mismo tenía que explicarme por qué
seguía allí, y me expliqué enseguida por qué seguí allí y me di una respuesta,
digo: este pueblo es igual que todos los
demás, como el mío, su causa es justa, las injusticias son como las de
allá. Y yo sabía que tenía razón, mi
inconformidad era que estaba mal empleada la tropa. Decía: ¿Debo sacrificarme o no? ¿Y qué decidí? Quedarme, sacrificarme allí con aquella
gente. Tuve la suerte de que no atacaron, y aquellos andaban con tanques.
Al otro día le digo: “Déme una patrulla”; todas las alturas
estaban vacías, no tenía más que venir una fuerza para tomar aquel punto, tomar
las alturas. Digo: “Déme
una patrulla.” Y me dieron la patrulla y
me fui a defender las alturas allí.
Viví una experiencia tremenda, ese día veía la ciudad
ardiendo, y al atardecer regresé, y no aproveché aquello como pretexto para
salvar la vida; regresé a aquel cuartel porque me dijeron que estaban atacando
la estación, por suerte estaban los sublevados atacando un edificio por
allá. Así que de casualidad sobreviví,
me quedé allí y al otro día no me dejaron llevar ni un sablecito que yo quería
llevarme de recuerdo; ya habían hecho las paces, todo el mundo aplaudía: “¡el cubano!”, todo
el mundo hablaba con el cubano; porque a todo el mundo le llamaba la atención
que un estudiante cubano hubiera permanecido allí.
Yo estaba allí en la tarea de un congreso que estábamos
organizando, y me enrolé, y tuve mis dudas ese día. Esta que les cuento, nunca la he contado,
porque era una cuestión de conciencia, me quedo y decidí sacrificarme por un
pueblo que no era el mío, en una operación que estaba perdida, en una tropa que
estaba vencida, y me quedé allí, porque era una cuestión de conciencia.
Digo que estaba muy reciente, porque fue cuando yo debía
cruzar de segundo para tercer año de la carrera universitaria, ya tenía muchas
ideas, era un antimperialista o anticolonialista, estaba por la democracia
dominicana, la independencia de Puerto Rico, la devolución del Canal de Panamá
a los panameños, las Malvinas a la Argentina, el cese de las colonias europeas,
en América Latina, esas eran las banderas.
Bueno, no era todavía una bandera socialista.
No había leído a Marx en aquel momento en que les
cuento. Ya les he contado dos episodios;
pero vean cómo pienso, entonces, ya realmente expreso cómo pienso, y no es una
respuesta. Yo puedo responder cualquier
pregunta que ustedes me hagan, por eso tengo seguridad de que puedo
responderla, porque he tratado de ser consecuente con mis ideas, mantenerme
firme y firme, es lo que yo le aconsejaría a cualquier joven. Y como todos los jóvenes, debo haber tenido
mi dosis de vanidad; no es que debo, seguro que la tenía. De todo he tenido y vanidades
pequeñoburguesas también, orgullo, tonterías de esas; pero mi escala de valores
no la abandoné nunca, y la vida me enseñó, incluso, a ser más modesto, más
humilde. Creo que soy más humilde que
cuando empecé como joven. El joven es
muy crítico con todos los demás, cree que se las sabe todas y tiene mucho de
razón, pero no toda la razón; y, desde luego, siempre recuerdo cómo era
yo.
La vida es una lucha continua hasta el último momento, yo
pienso estar luchando contra mí mismo hasta el momento en que muera, el segundo
exacto en que muera, porque todavía analizo lo que hago, me analizo y cuando
cometo un error, aunque sea pequeñito, un detalle lo rectifico.
Quien sabe si después me pongo a pensar en lo que dije aquí; pero espero
que no, porque he sido fiel al decirles a ustedes, porque aprecio la reunión de
ustedes. No voy aquí a pronunciar un
discurso, yo no he tenido tiempo, porque estoy envuelto en todas estas cosas. Yo he tenido poca información, la tuve, mínima,
apenas almorcé por leer, ver otras cosas; corriendo viendo al Ministro,
volviendo, aquellos me están esperando allá.
Mañana tengo una importante comparecencia a las 6:00 de la tarde, y
todavía se supone que me estoy rehabilitando de un accidente que tuve el 20 de
octubre del año pasado.
Así que por eso les digo que a lo mejor me examino, digo: ¿Qué hablé con los
rusos? Pero tengo la seguridad de que no
me voy a arrepentir de lo que he hablado con ustedes, porque les he hablado como
hermano, les he hablado con cariño, les he hablado con sentimiento. Así, lo que sentimos por ustedes, porque es
lo que te decía, conocí hombres como aquellos, conocí guardabosques, he
conocido rusos que son patriotas y revolucionarios verdaderos, que eran
aquellos que siempre vi como los combatientes, los que combatieron en
Stalingrado, en Leningrado, en Kerch, en todas partes, en Smolensk, los que no
se rendían, los que continuaban la resistencia, los que peleaban. Sí, aquellos que fueron allá a luchar contra
los japoneses, cuando sin decirle a nadie nada, Estados Unidos lanzó la famosa
bomba, en un acto de terror.
Si calculo lo que perdieron los aliados, los rusos y demás
pueblos soviéticos que lucharon junto a Rusia sacrificaron más vidas que todos
los demás que participaron en esa guerra, es la verdad. Yo he estado en algunos cementerios, y he
estado en el de Leningrado y conozco la historia, y los 1 000 días de
cerco, y he leído un largo libro que rememora todos los sacrificios que pasaron
los de Leningrado, similares a los que pasó el pueblo ruso en todas
partes. Así que mis sentimientos tienen
una base sólida, sé cómo son los rusos y los admiro.
Como dije, marchan muy bien nuestras relaciones con el
Estado ruso y con el gobierno ruso, y me alegro, porque nosotros tenemos que
unirnos todos, diálogo de defensores de la civilización. Es lo que quería decir.
Alfonso Bauer.- Mi pregunta es que en Guatemala dicen que
usted vivió en la ciudad de Jalapa y he sido de los que hemos sostenido que no
es cierto, aunque para mi patria sería una gloria que hubiera usted estado en
Guatemala en ese tiempo.
Cmdte.- Ojalá hubiera
podido estar, me habría gustado, de verdad.
¿Cuántos fueron los desaparecidos?
Bueno, sé que hubo más de 100 000 muertos, y más de 100 000
desaparecidos después de la intervención de Estados Unidos contra la revolución
guatemalteca.
Eso es lo que nos habría pasado a nosotros si en Girón
triunfan.
¿Cuántas vidas costó la expedición mercenaria en Guatemala,
que derrocó al gobierno de Arbenz?
Alfonso Bauer.- Como 200 000.
Cmdte.- Ah, correcto,
100 000 muertos y 100 000 desaparecidos, ¿cuál es la razón entonces
para que haya protestas por unos mercenarios presos? Ah, pero aquí hay presos, aquí no hay
desaparecidos, aquí no hay asesinados.
Ah, los que merecen una medalla grande, olímpica, la bendición del
imperio son los que matan en aquellos países donde los analfabetos y
semianalfabetos pueden ser el 30%, el 40% o muchos más, donde la mortalidad
infantil es elevadísima, todas esas desgracias a que yo me refería. Eso es “democracia”, señores, y lo que
hacemos es una porquería, una “sistemática y permanente violación de los
derechos humanos”.
Creo que si no hubiéramos sido capaces de aplicar medidas
duras, habríamos estado cooperando con los que querían destruir nuestra
Revolución y los que querían destruir nuestro pueblo.
¿Nos gusta aplicar la pena capital? Nada, nos repugna; algo más que no gustarnos,
nos repugna. Ahora, cuando se ha tratado
de defendernos del más poderoso imperio de la historia, la hemos aplicado. En ningún lugar del mundo como en Texas han
ejecutado gente, y han ejecutado inocentes, y han ejecutado niños, gente que
cometió delito siendo niño; aquí nunca ha ocurrido eso. Han ejecutado personas dementes; aquí nunca
ha ocurrido eso.
Entonces yo me pregunto: ¿Por qué no llevan al caballerito que
preside Estados Unidos a la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra? ¡Ah!, no, tiene que ir Cuba, y todos los
años. A decir verdad, no quiero hablar
con desprecio, pero lo que sentimos por toda esa hipocresía es desprecio. No tengo más nada que decir: ¡desprecio! Porque nosotros no necesitamos que nadie nos
juzgue, porque los primeros que tenemos que juzgarnos somos nosotros mismos.
Delegado ruso.- Ante todo, muchas
gracias por su brillante discurso.
Y haga el favor de decirnos, desde el inicio de su lucha
revolucionaria, ¿cuál para usted fue la etapa más difícil?
Cmdte.- Tengo ahora la más
difícil, esta en que usted me pone a responderle esa pregunta (Risas y aplausos).
Hay tiempo todavía.
Si ustedes resisten, yo resisto todavía.
Mijail Chernov.- Estimado compañero
Fidel Castro, muchas gracias por su intervención. Me llamo Mijail Chernov, soy periodista ruso,
soviético, de la revista Expert. No es la primera vez que estoy en Cuba, me
gusta mucho su país, me gusta la experiencia cubana que he podido ver aquí, y
mi pregunta es la siguiente: considero que tenemos mucho que aprender de Cuba,
díganos, por favor, ¿cómo usted puede ayudarnos?
Cmdte.- Segundo momento muy
difícil (Risas). Yo no puedo ayudarlos a ustedes en nada, al contrario, son
ustedes los que nos pueden ayudar a nosotros.
Yo aquí les hablo con toda franqueza, cambiando impresiones. Yo te puedo ayudar a ti y a tu pueblo, tanto
como ustedes nos pueden ayudar a nosotros; haciendo estas cosas ustedes se
ayudan a sí mismos y nos ayudan a nosotros.
A nosotros lo único que nos queda es el deber con ustedes,
que han tenido confianza en nosotros, que nos han creído dignos de celebrar
esta reunión aquí, de tener este intercambio y de invitarnos.
Yo no puedo pensar que los estoy ayudando a ustedes, ni que
haya forma de que yo los ayude; lo que pienso es que ustedes nos están ayudando
a nosotros y ustedes están ayudando al mundo.
Este es nuestro oficio.
Aquí hay muchos religiosos, ellos saben cuál es su deber, cuál es su
oficio; hay médicos, hay profesionales y cada uno sabe cuál es su tarea;
nosotros sabemos que esta es nuestra tarea.
Yo lo que puedo es solo intercambiar, realmente, lo más que
puedo decir: ayudarnos
mutuamente, es lo que podemos hacer (Aplausos).
Todo el que quiera preguntar, prensa, miembros de la
delegación, puede hacer cualquier pregunta.
Delegado ruso.- Estimado señor
Fidel Castro, quisiéramos conocer su opinión, si es posible, ¿hasta cuándo
durará la ocupación de Iraq?
Hace cinco minutos usted dijo de que
usted, a veces, comete errores.
¿Pudiéramos conocer qué errores usted ha cometido al frente del gobierno
de Cuba?
Cmdte.- Esta reunión, y
someterme al interrogatorio de ustedes (Risas).
Ese es uno, dentro de los muchos.
Me pregunta qué tiempo durará la ocupación de Iraq. ¿La ocupación de Iraq? Creo que es una pregunta incorrecta. Iraq ha sido invadido, pero no ocupado.
Tú puedes preguntar cuándo se irán. Es lo que creo (Aplausos).
¿Tú quieres aclarar más la pregunta? ¿Tú crees que está ocupado? ¿Ya no tienen un gobierno allí, no tienen una
asamblea? ¿Por qué no se van? ¿Cuándo se irán es lo que tú quieres saber?
¿Cuándo se irán en realidad?
Cuando puedan irse, se van a retirar cuando puedan retirarse. Es que ahora están como aquel que llegó: ni pueden irse, ni
pueden quedarse, están en el juego si los chiitas, si los sunnitas, si hay un
gobierno; se irán cuando puedan, porque los invasores no se van cuando quieren,
sino cuando pueden. Ellos saben en qué
momento pueden invadir, pero no saben cuándo pueden retirarse.
En Viet Nam sabían cuándo entraron, pero después les
costó mucho trabajo, mucho tiempo y 50 000 vidas; la cuota de vidas que la
sociedad norteamericana les permitió entonces era 50 000. Me pregunto si la sociedad norteamericana hoy
les concede una cuota de 5 000 vidas a los invasores. Tal vez unas 5 000 vidas sea ya el máximo
que les toleren, y cada vez la cuota para aventuras, basadas en mentiras y en
engaños, será menor.
El problema es que ya necesitan retirarse, pero no
pueden. Ahora están viendo qué inventan,
qué hacen, para poder retirarse.
Así que la pregunta es: ¿Cuándo podrán retirarse? Entonces, eso va a depender del pueblo
norteamericano y la crisis económica y el déficit presupuestario de casi
500 000 millones y el déficit comercial de otros 500 000 millones, un
millón de millones. ¿Cuántos años
consecutivos pueden soportar ese déficit de un millón de millones y cómo van a
salir de allí? ¿Creen que van a eliminar
la cultura? Ellos están explotando
contradicciones religiosas, contradicciones nacionales, situación complicada:
kurdos al norte, sunnitas en el centro, chiitas en el sur, cristianos ortodoxos
en otro lado; un Irán al que quieren destruir o al que quieren invadir y de
cuyos recursos se quieren apoderar. No
es un Irán despreciado por chiitas del sur de Iraq, que en un tiempo fueron
reprimidos.
Es una historia conocida, nosotros conocemos bastante de esa
historia, porque cuando comenzó aquella guerra entre Iraq e Irán éramos
Presidente del Movimiento de los No Alineados y nos dieron la tarea de buscar
la paz entre ambos países. Sabemos todo
lo que pasó allí.
Iraq era un país que tenía relaciones con muchos países,
estaba invirtiendo bien el dinero del petróleo, hasta que surgió aquella
infortunada guerra con Irán.
Es lo más que quiero decir sobre esto. Tengo una opinión clara sobre todo eso. Era un país influyente, que cometió después
errores graves.
También nosotros éramos contrarios a la ocupación de Kuwait
y lo condenamos en las Naciones Unidas, pero hicimos grandes esfuerzos hasta
por persuadir al gobierno de que abandonara aquello, que el valor consistía en
abandonar y rectificar aquel error; que le iba a dar oportunidad al gobierno de
Estados Unidos de hacer una gran coalición
árabe-musulmana-europea-OTAN-Estados Unidos. Llegamos a plantearle así: “Rectifique.”
En Rusia, en los archivos hay copia de esos documentos, y
también, por supuesto, en Estados Unidos, porque en un momento determinado
desde Rusia se lo informaron a Estados Unidos, en aquel momento. En el Departamento de Estado, y allá, en los
dos lugares hay lo que yo escribí y estoy diciendo aquí; pero yo no lo publico
por mi cuenta, los argumentos, los razonamientos que hice tratando de influir,
porque teníamos obligaciones con el movimiento internacional.
Teníamos relaciones con Iraq, incluso, servicios médicos,
había un contingente de médicos cubanos trabajando allí.
Así que algunas de las cosas que precedieron esta trágica
página ocurrieron antes, y fueron vistas, incluso previstas sus consecuencias,
demostrable en papeles.
Eso ayudó, igual que la destrucción de las Torres Gemelas
ayudó a la política belicista, inoportuna, anacrónica del imperialismo.
Recuerdo allá en Malasia, cuando la reunión de los No
Alineados, había conversado con el Vicepresidente de Iraq. En ese momento las relaciones no eran muy
buenas con el gobierno iraquí, porque nosotros nunca estuvimos de acuerdo con
la ocupación de Kuwait, y entonces ellos no estaban muy contentos por el hecho
de que hubo una reunión interparlamentaria y yo estuve reunido con la
delegación de Kuwait y también con la iraquí.
Ellos hablaban mucho de la cantidad de niños que morían, y yo dije: “¿Por qué no
hacemos algo para evitar que esos niños mueran?
Díganos cuántos médicos hacen falta.
Se puede hacer un plan para que no mueran.” Es verdad que morían los niños.
Aquí hemos tenido período especial, bloqueo, veinte cosas,
pero los niños no han muerto; primero mueren los adultos, primero mueren los
padres antes de que mueran los niños.
Entonces el argumento que le dije: “No se justifica. ¿Por qué no hacen las paces de una vez con
Kuwait?”, les preguntaba. Les decía yo a
los representantes de Iraq que vinieron a esa reunión: “Busquen la paz.”
Había incluso mucha gente, países árabes de los que
estuvieron en guerra, que querían rectificar, que querían buscar la paz, y
ellos mantenían aquella posición intransigente.
En Malasia le dije al Vicepresidente: “El gobierno de Estados Unidos quiere
hacer la guerra contra ustedes, es evidente que van a hacer la guerra, no
pueden ocultarlo; no les den el menor pretexto, no los ayuden a que hagan la
guerra.” Les dije: “Miren, no se pongan ustedes a pensar
ahora si dicen que los cohetes esos tienen 50 kilómetros más y que no pueden
pasar de 500, limítenlos a 499. Es
indiscutible el derecho de ustedes, pero no les den pretexto. Planteen, díganlo públicamente, inviten una
comisión de los No Alineados a que visite Iraq para demostrar que no tienen
armas químicas.” Les dije: “Pienso que no las
tengan, y si alguna vez las fabricaron, destrúyanlas.” Se lo dije, que por favor le trasmitiera eso
a la dirección de Iraq. Ya se veía
bastante inminente que iban a desatar el ataque; pero me atreví y se lo dije al
Vicepresidente, y él hasta me agradeció muchísimo. La otra vez cuando lo de Kuwait, el gobierno
de Iraq había dicho: “Va
a tener lugar la madre de las guerras.”
Yo le había expresado:
“Va a pasar esto, esto, esto y esto. Ya no es Viet Nam. Viet Nam tenía el apoyo, la selva, no los
desiertos, un tipo de guerra irregular, el apoyo de China que estaba al lado,
de la Unión Soviética que le enviaba por barco, por muchos medios
las armas. Ustedes no van a recibir ni
una bala, no tienen por dónde llegar en medio de una situación como esa”, le
decía. Eso se lo dije, cuando le
planteaba rectificación para no ayudar al imperio. Ha pasado el tiempo y ahora tienen al país
ocupado. Les pareció cosa sencilla,
ahora se han buscado un dolor de cabeza muy serio, se han ido estrellando, se
han ido mellando los dientes. Muchos
norteamericanos se dan cuenta, y, claro, no es lo mismo recién llegados que
ahora.
Allí hay muchos que piensan.
Esto no es cuestión de que aprieto un gatillo, aprieto un botón. Para apretar un botón tiene que haber como
200 ó 300, ni se sabe cuánta gente decidida a apretar un botón. Los mismos
militares conocen, son profesionales, y saben el costo de eso en vidas, en
prestigio. Ha sido un descrédito
tremendo. Hasta a mí me han sorprendido
los acontecimientos.
Fíjense si somos ingenuos que yo conozco lo que son, que no
tienen escrúpulos para nada, pero no me habría imaginado al gobierno de
Estados Unidos torturando prisioneros.
Me parecía que por lo menos eso no lo harían, que no serían tan tontos
como para hacer eso; por gusto esos sádicos procedimientos de torturas físicas,
torturas morales. Es una vergüenza,
produce asco, y no fue en un lugar.
Yo no me habría imaginado que un día la Base Naval de
Guantánamo, un territorio cubano que ocupan a la fuerza, sería un centro de
torturas. Pero qué tipo de torturas
sádicas. No me lo imaginaba. Yo de verdad no creía... Yo creía que esa
civilización incivilizada, ese gobierno que podía lanzar armas nucleares,
bombardear todo, no cometería la tontería de torturar a unos seres humanos,
fuesen quienes fuesen. ¿O es que
nosotros no hemos tratado con criminales que han asesinado compañeros
nuestros? Sean quienes sean, nunca se
les ha puesto un dedo arriba. Le
podríamos dar todo el dinero que el país tenga —no es mucho, pero algo tiene,
¿saben?—, al que demuestre que aquí se le ha puesto el dedo encima a un
prisionero de la peor calaña, a los autores de los peores crímenes, de los más
grandes actos de terror contra nuestro país.
Nosotros hemos tenido prisioneros, y los de Girón, y
mercenarios que nos invadieron, los que llegaron y desembarcaron precedidos de
bombardeos, que mataron mujeres y niños.
Allí después de aquel combate, que fue encarnizado, que se luchó durante
68 horas consecutivas. No se dio tregua
ni de día, ni de noche, porque estaba la escuadra americana con infantería de
marina allí esperando para desembarcar.
Y no se lo está contando alguien que lo oyó; se lo está contando
alguien que estaba allí, entre otras cosas, porque ha sido mi hábito toda la
vida. Nunca he estado metido en un
refugio, en un lugar de esos, no es mi costumbre, no es mi mentalidad, no es mi
hábito. Allí yo estaba en la madrugada
aquella cuando simuló la Marina americana un desembarco por el norte de la
provincia de Pinar del Río, en las proximidades de la capital. Decíamos: “¿Pero
cómo que un desembarco?” “Sí, un desembarco.”
“Comprobado el desembarco por Cabañas”, exactamente como me habían dicho
hacía apenas 24 horas cuando me despertaron: desembarco por Playa Larga, que
una escuadra allí ha chocado con el enemigo.
Después cuando lanzan los paracaidistas tuve la convicción
total de que era la dirección principal. Estábamos allí, nos habían rechazado
un ataque de tanques, estábamos preparando otro por otro lado, les íbamos a
salir por la retaguardia, en Playa Larga y en Girón, por los dos lugares. Allí estaba yo esperando un batallón de
tanques. Allí estaba la artillería
nuestra disparando duro. Puede ser que
hubiéramos llegado a Girón antes del amanecer. Hicieron los yankis
una maniobra, no había siquiera la actual autopista; en comunicaciones
estábamos muy mal, organizados a nivel de batallones, no de ejército, ni de
cuerpo de ejército, ni de divisiones, ni siquiera de brigadas. Cuando éramos guerrilleros, no teníamos ni batallones, ni
batallones de tanques, ni batallones de artillería, ni baterías antiaéreas, ni
baterías de cañones 130, o batería de obuses 122. Era a nivel de batería, pero en las montañas
no teníamos nada de eso.
Así que frente a la escuadra norteamericana. Allí no hubo un
fusilado, allí no hubo un culatazo. ¿Qué
demostraba eso? Que las ideas se habían
vuelto conciencia, que la ética era conciencia, y aquellos soldados que estaban
indignados no atropellaron a nadie. La escuadra norteamericana a tres millas,
no a 12. Cuando entramos en Girón allí estaban con sus luces apagadas;
portaaviones, infantería de marina en barcos, esperando constituir un gobierno.
Es lo que te quiero decir: conozco bien a esa gente. No me imaginaba que fueran capaces de
torturar a unos prisioneros ni en Guantánamo, ni Abu Ghraib. Los creía un poquito cuerdos, lo
suficientemente cuerdos como para que no hicieran eso, y te dije por qué. No lo pueden justificar en el odio o en la
indignación, y por eso te mencioné que muchas veces hemos tenido terroristas
presos, mercenarios, traidores, y nunca les hemos puesto un dedo arriba, y
ellos lo hicieron.
Entonces, por eso te digo, se retirarán cuando puedan,
cuando el costo moral y político sea lo menos posible; pero nadie sabe. A lo mejor un día el pueblo norteamericano
decide que deben retirarse de ese país esté quien esté presidiendo en
Estados Unidos.
Bien, ya esas son cosas que pueden ocurrir, son
imponderables.
Da la palabra a otro.
No termine esta sesión que te vas a volver impopular
(Aplausos).
Rápido, dos o tres más.
Yo voy a tratar de ser breve, tenemos que tratar de
explicarles.
Vladimir I. Yakunin.-... Pienso que
cualquier ley o regla sobre el trabajo, la hemos violado.
Les pido a los asistentes a la conferencia que bajen las
manos. Hay un refrán muy bueno que dice:
“Hay que conocer la hora de retirarse.”
Pienso que tenemos que agradecerle al Presidente del Consejo
de Estado y del Consejo de Ministros el tiempo que nos ha dedicado. Tenemos que agradecérselo (Aplausos).
Cmdte.- A lo mejor nos
vemos allá, pero ni me han invitado a la reunión, ni sé si me darán visa
(Risas). ¿Cuándo es la reunión, en qué
mes?
Vladimir I. Yakunin.- Del 3 al 7 de
octubre.
Cmdte.- ¿De este año?
Vladimir I. Yakunin.- Sí señor.
Cmdte.- ¿Dónde es?
Vladimir I. Yakunin.- En Rodas, Grecia.
Cmdte.- ¿Hay invitados?
Vladimir I. Yakunin.- Sí señor, cómo no.
Cmdte.- ¿Cuáles son los requisitos para que...?
Vladimir I. Yakunin.- Su presencia nada
más.
Cmdte.- No, yo no quiero
comprometerme, porque no sé en qué lío esté metido, y no quiero que mi
palabra...
Vladimir I. Yakunin.- Lo va a pensar,
tal vez.
Cmdte.- Lo voy a pensar,
sí, lo voy a pensar, seguro (Aplausos).
Muchas gracias por la paciencia de ustedes.
¡Viva la paz!
¡Viva el diálogo entre las civilizaciones! (Aplausos.)