Reflexiones del Comandante en Jefe
LAS MENTIRAS Y LOS EMBUSTES DE BUSH
No me gusta la idea de parecer una persona vengativa y
deseosa de acosar a un adversario. Me
había prometido a mí mismo esperar un poco para ver cómo se desarrollaban las
contradicciones entre Bush y sus aliados europeos sobre el tema vital del
cambio de clima. Pero George W. Bush se
pasó de rosca cuando hizo una declaración que conocimos por un cable de la AP
del pasado viernes. El Presidente de los
Estados Unidos afirmó que llegará al Vaticano “con la mente abierta y con
muchas ganas de escuchar al Papa”, y aseguró que “con él comparte los valores
del respeto por la vida, la dignidad del hombre y la libertad.
“La historia ha demostrado que las democracias
no se declaran guerras y, por tanto, la mejor manera
para reforzar la paz es promover la libertad”, agregó.
“Será la primera visita del mandatario norteamericano
a Benedicto XVI. Su último viaje a
Italia fue en abril de 2005 para los funerales del Papa Juan Pablo II”, señala
la agencia.
En una reflexión dije que no sería yo el primero ni el
último a quien Bush ordenó —o autorizó a sus agentes— que se le privara de la
vida. Al conocer su inusitada
declaración, pienso que si Bush ha leído
alguna vez un libro de historia, estaría consciente de que allí, en la
mismísima Roma, nació un imperio que nutrió el vocabulario del lenguaje
político durante casi dos mil años, y nació también el Estado del Vaticano con
el transcurso del tiempo, después que Constantino promulgara el Edicto de Milán
a favor de los adeptos de la religión cristiana, a principios del siglo IV
de nuestra era.
Cuentan los historiadores que el César Nerón, quien
ordenó el incendio de la capital del imperio, exclamaba satisfecho en medio de
la tragedia: “¡Qué gran poeta perece!”
¡Si los historiadores tuvieran razón! ¡Si Bush fuera poeta! ¡Si los habitantes del planeta fuesen sólo
los de aquella época! ¡Si no existieran
las armas nucleares, químicas, biológicas y otras de destrucción masiva!, aunque se tratara de un hecho triste,
incluida la muerte del poeta, ¿quién se alarmaría por el incendio de lo que hoy
sería solo una gran aldea?
Es evidente que Roma todavía no está incluida en los
60 o más oscuros rincones del mundo que las fuerzas militares de Estados Unidos
deben estar listas para atacar preventiva y sorpresivamente, como proclamó Bush
en West Point el primero de
junio del 2002.
Bush pretende ahora embaucar al Papa Benedicto
XVI. La guerra de Iraq no existe, no
cuesta un centavo, ni una gota de sangre, ni han muerto cientos de miles de
personas inocentes en un desvergonzado trueque de vidas por petróleo y gas,
impuesto por las armas a un pueblo del Tercer Mundo. Tampoco existen los riesgos de otra guerra
contra Irán, incluidos posibles golpes nucleares tácticos para imponer la misma
receta infame. Estamos todos obligados a
creer que Rusia no se siente amenazada por una posible lluvia de proyectiles
nucleares exterminadores y precisos, que dé lugar a una nueva y cada vez más
peligrosa carrera armamentista.
Siguiendo el curso tórpido de sus groseras mentiras,
podemos preguntarnos:
¿por qué Bush puso en libertad a un terrorista famoso y
confeso como Posada Carriles el mismo día en que se conmemoraba el 46
Aniversario de la derrota imperialista en Girón? Peor aún, ¿acaso le dolerá un ápice la
injusticia de mantener presos, algunos hasta con dos cadenas perpetuas, a 5
héroes cubanos que informaban a su patria sobre planes terroristas? ¡Prohibido pensar que Bush ignoraba quién
financió los incontables planes de asesinato contra Castro!
A Bush se le ha visto hacer extrañas y enajenadas
muecas, mientras hablaba en actos oficiales ante senadores y representantes de
Estados Unidos, jactándose de los enemigos que ha eliminado en virtud
de órdenes personales. Creó centros oficiales de tortura en Abu Ghraib y
la base naval de Guantánamo; sus
agentes, actuando ilegalmente, secuestraban personas en numerosos países adonde
los aviones de la CIA, en viajes secretos, volaban con o sin permiso de
las autoridades pertinentes. La información
debía ser obtenida mediante bien estudiadas torturas físicas.
¿Cómo se le
ocurrió pensar que el Papa Benedicto XVI compartiría con él los valores del
respeto por la vida, la dignidad del hombre y la libertad?
¿Qué nos dice el diccionario de la lengua española?
Embuste: mentira disfrazada con artificio.
Embaucar: engañar, alucinar, prevaliéndose
del candor del engañado.
Prometí reflexiones breves y cumplo mi palabra.
Fidel Castro Ruz
7 de junio del 2007
4:45 p.m.