Reflexiones del Comandante en Jefe
EL IMPERIO Y LA MENTIRA
Reagan fue el
creador de la Fundación Nacional Cubano-Americana, cuyo siniestro
papel en el bloqueo y el terrorismo contra Cuba se revelaría años después cuando
el gobierno de Estados Unidos desclasifica documentos secretos, aunque todavía
llenos de bochornosas tachaduras.
Si se hubieran conocido antes, no habría cambiado nuestra
conducta.
Cuando llegó a Cuba la
noticia el 30 de marzo de 1981 de que se había producido un atentado
contra Reagan, con disparos de un arma de pequeño calibre le enviamos
un mensaje expresándole nuestra condena al hecho. Una bala de
plomo calibre 22 se alojó en uno de sus pulmones, causándole
riesgos y sufrimientos personales.
El mensaje está contenido en la conversación que por
instrucciones precisas sostuvo el entonces ministro de Relaciones Exteriores,
Isidoro Malmierca, con Wayne Smith, Jefe de la Oficina
de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
A continuación
párrafos literales de la conversación entre ambos:
“ISIDORO MALMIERCA: Hemos procedido a convocarle
y recibirle por encargo expreso del Presidente Fidel
Castro. Él me pidió que le
explicara, primero, nuestro reconocimiento por la información que usted
nos ofreció a través del director Joaquín Más sobre el atentado
que sufrió el presidente Reagan.
Por otra parte queremos, también en nombre del Presidente
Fidel Castro, expresarle cuánto lamentamos este hecho y también
nuestra esperanza, nuestros votos de que el presidente Reagan pueda
recuperarse de este atentado lo más pronto posible.
“WAYNE SMITH:
Muchas gracias.
“ISIDORO MALMIERCA: Hemos estado recibiendo informaciones
acerca de la atención médica que le está siendo ofrecida. Inicialmente usted también recibió información
de que parecían más sencillas las consecuencias del atentado,
pero parece que es más grave, que está siendo sometido
a una intervención quirúrgica.
“WAYNE SMITH: Sí. Nosotros
tenemos la impresión de que fue operado ya,
pero la operación dicen ahora por radio que la empiezan
ahora, es probable que salga, digamos, dentro de una hora.
Es decir, una operación de 3 horas no es nada
sencillo y más en un hombre de 70 años. Dicen que no hay peligro. Yo interpreto eso como que
no habrá peligro inmediato. Pero en un hombre
de 70 años una operación de 3 horas
es seria. Pero dicen que
su situación no es grave, que es estable. Esperamos que
todo salga bien. Agradezco sus votos y el interés
y el mensaje del Presidente Fidel Castro.
“ISIDORO MALMIERCA: En Washington también el señor Frechette
se dirigió a la Sección de Intereses de Cuba
y nos trasladó datos sobre esta situación. Explicó que usted también había recibido
información sobre esto. Bien,
le repito que el Presidente Fidel Castro me encargó personalmente
de conversar con usted y expresarle nuestros votos de que
el presidente Reagan pueda recobrarse rápidamente
de las consecuencias del atentado.
“WAYNE SMITH: Muchas gracias.
¡Dios mío! Es difícil esto.
El Presidente Kennedy fue asesinado en Dallas y parece
que el responsable del atentado a Reagan
es de Dallas. Vive ahora
en Colorado, pero es de Dallas. No sé qué...
“ISIDORO MALMIERCA: Yo leí en unos cables que había
nacido cerca de Denver, a 30 kilómetros de Denver.
“WAYNE SMITH: Yo no sé. Uno de mis cónsules aquí
en la Oficina me dijo que él había oído por radio que
es un tipo que había estudiado en la misma escuela con él.
No sé, tal vez habrá vivido unos años en Dallas. No sé qué es lo que
tiene la atmósfera de Dallas.
“ISIDORO MALMIERCA: Dicen que son tres hermanos, hijos de
un hombre que se dedica a negocios de petróleo.
“WAYNE SMITH: Su papá, sí. El es un tipo de 22 años,
que era estudiante en la universidad de Yale, pero que
había dejado sus estudios hace poco.
Tal vez es un resentido, un joven que ha fracasado, que
actuó por sentimiento. Hablando
con toda franqueza, me alegro que sea un tipo
como él y no, digamos, un puertorriqueño o algo así,
que podría provocar implicaciones políticas.
“ISIDORO MALMIERCA: Las especulaciones sobre motivaciones
políticas para hacer eso.
“WAYNE SMITH: Sí, eso podría innegablemente permitir estimular,
alentar interpretaciones políticas.
Un joven blanco, de Colorado, Texas; es muy difícil hacer
interpretaciones políticas.
“ISIDORO MALMIERCA: Ha habido incluso ya algunas
informaciones de la policía que dicen que es un hombre que actuó
solo, sin vinculación con otros grupos...
“WAYNE SMITH: Sí, debe haber sido un loco o fanático,
acercarse tanto al Presidente...
Bueno, fue capturado enseguida.
Sacó su pistola y disparó...
“ISIDORO MALMIERCA: ¿Brady murió?”
“WAYNE SMITH: No.
“ISIDORO MALMIERCA: Decían que había muerto.
“WAYNE SMITH: Sí. Hubo informes de que sí, que había muerto,
pero últimamente han dicho que no, que está muy grave,
pero no se murió.
Me imagino que si hubiera sido de calibre 45 sí
era de muerte, pero calibre 22 tiene ciertas
posibilidades... Pero parece que recibió la bala
en la cabeza, evidentemente en la cabeza... Eso no es nada
bueno, no hay muchas esperanzas.
“ISIDORO MALMIERCA: Un balazo en la cabeza,
de cualquier calibre, es algo muy grave.
“WAYNE SMITH: Brady está
muy grave. Podría quedar vivo
pero sería un vegetal.
“ISIDORO MALMIERCA: Lamento que nuestra entrevista haya sido
provocada por un hecho tan lamentable.
“WAYNE SMITH: Le agradezco sus votos. Enviaré inmediatamente un cable avisando
a mi gobierno de nuestra conversación. Le ruego
que transmita al Presidente Fidel Castro mi agradecimiento.
No hago comentario
alguno. La versión
de Malmierca, redactada inmediatamente después del encuentro, habla
por sí misma. Wayne Smith
es hoy un firme luchador contra el bloqueo
y las agresiones a Cuba.
Pero no concluye
aquí la historia de nuestra conducta hacia el Presidente de
un país que desde los días de Einsenhower elaboró cientos
de planes para eliminarme físicamente.
Una información entregada muy confidencialmente
en el verano de 1984 a un oficial responsable
de la seguridad de los representantes cubanos en ONU
alertaba sobre un plan
de atentado contra el presidente Ronald Reagan, por parte de
un grupo de extrema derecha en Carolina del Norte. Al
conocerla, decidimos informar de inmediato a las autoridades
norteamericanas. Nuestro oficial sugirió
entregarla a través de Robert C. Muller,
jefe de seguridad de la misión de Estados Unidos ante
las Naciones Unidas, con el cual se tenía contacto
para la protección de delegaciones cubanas que visitaban
al organismo internacional.
El atentado
se produciría en fecha muy próxima cuando Reagan visitara Carolina
del Norte, como parte de la campaña para reelegirse
en el cargo.
La información estaba
completa; daba nombres
de los implicados en el plan; día, hora y lugar donde
sería el magnicidio; tipo
de armamento que poseían los terroristas y dónde guardaban
las armas; además de todo eso, el centro de reunión
de los elementos que estaban planificando la acción
y un breve relato de lo que habían conversado en dicha
reunión.
La entrega
de la información se realizó en un encuentro con Muller en
un edificio situado en la calle 37 y la Tercera
Avenida, a dos cuadras del edificio de la misión cubana.
Se le trasladaron
todos los detalles conocidos,
garantizando quedara bien claro lo más importante,
como era los nombres de los involucrados, lugar, hora
y tipo de armamento que se utilizaría por estos.
Al final del intercambio,
nuestro oficial le comunicó que había recibido instrucciones del gobierno
de Cuba de hacerlo con urgencia, y que lo habíamos
seleccionado por conocer que era un profesional
en los problemas de seguridad.
Muller leyó lo que
había escrito para asegurarse de que no había alterado nada
y que estaban todos los elementos importantes.
Preguntó
por la fuente, se le dijo era segura. Planteó que el servicio secreto tendría
necesidad de entrevistarse con los funcionarios cubanos.
Se le contestó no había inconveniente en hacerlo.
Aproximadamente
a las cuatro y media de la tarde de ese día,
los agentes del Servicio Secreto se reunieron
con la representación cubana.
La entrevista
se llevó a cabo en el apartamento 34-F, situado
en el piso 34 de un complejo de edificios nombrado
Ruppert Towers, que se encuentra en la calle 92 entre
Tercera y Segunda Avenida, en la parte alta de Manhattan.
Los agentes eran dos
hombres jóvenes, blancos, pelados bien bajo, vestidos de traje. Su objetivo era principalmente chequear
lo que Muller les había trasladado, pues traían en sus manos copia
del cable que este les había enviado.
Al comprobar el contenido del cable se les aseguró
no faltaba nada.
Los agentes
del Servicio Secreto querían conocer quién había dado la información
y cómo esta había llegado a nuestro poder. Se les respondió lo mismo que
se le había dicho a Muller.
También se interesaron en saber si era posible alguna
ampliación, y se les dijo que si llegaba algo nuevo se les
trasladaría de inmediato.
Ellos dieron su tarjeta
y pidieron se les llamara directamente si se conocían otros
datos adicionales, plantearon no era necesario hacerlo por medio
de Muller.
El lunes siguiente pudimos
conocer que el Buró Federal de Investigaciones había detenido a
un grupo de personas en Carolina del Norte
a las que se les hacían varias acusaciones, ninguna
de ellas ―como es de suponer― relacionadas con
un atentado al Presidente Reagan, quien viajó a dicho Estado poco
después como parte de la campaña por la reelección
al cargo de Presidente.
Antes de que
transcurrieran cuatro o cinco días de la detención, a fines
de esa propia semana, Muller llamó por teléfono a la Misión
para invitar al funcionario cubano a almorzar, lo cual hicieron
en el restaurante para Delegados de las Naciones Unidas.
Lo primero que hizo fue pedir se trasladara al gobierno
de Cuba el agradecimiento del gobierno de Estados Unidos
por la información brindada, y confirmó que habían operado
contra el grupo de involucrados. ¡Un luchador antiterrorista
cubano salvó la vida de un Presidente de Estados Unidos!
Alguna prensa
norteamericana menciona un diario íntimo de más de 700 páginas de
apuntes personales de Reagan, desde su toma de posesión hasta la
entrega del mando a Bush (padre), tratando de hacer ver que su
gobierno no fue tan agresivo contra Cuba.
Sin embargo, según cuentan,
Robert McFarlane, entonces Subsecretario de Estado subordinado
a Alexander Haig, afirmó en sus memorias: “De todos
los gobiernos que han lidiado con Fidel Castro desde 1959,
el de Reagan parecía el menos adecuado para dialogar con
el régimen comunista de Cuba”.
Tal vez Reagan experimentó
algún agradecimiento tanto por nuestra preocupación cuando sufrió el
atentado en 1981, como por el aviso que le salvó la vida ante
un peligro inminente, y lo agradeció a través de Robert C.
Muller
Reagan fue quien
suscribió con Cuba el primer acuerdo migratorio,
pero no podía escapar de su entorno, porque otros más
a la derecha todavía que él lo eliminaban físicamente,
como hicieron con Kennedy después que conoció el terrible
riesgo de una guerra termonuclear.
Reagan sin duda cambió su política hacia Cuba en un año
electoral, incumplió el acuerdo suscrito que fijó la entrega de hasta
20 mil visas por año para viajes seguros, al otorgar menos
de mil, y mantuvo la llamada Ley de Ajuste que tantas
vidas cubanas ha costado.
El 11 de septiembre
del 2001 en el vecino país se produjo
un verdadero caos. Durante mucho
tiempo los aeropuertos tenían prohibido realizar aterrizajes. Un incalculable número de vuelos
con pasajeros estaban en el aire. Eran las noticias
que se transmitían por los medios de difusión masiva
de Estados Unidos.
Se informaba de miles de víctimas en Nueva York,
entre personal que trabajaba en las Torres Gemelas, bomberos y
visitantes. También se habló de
personas que iban en un avión de pasajeros lanzado contra
el Pentágono. Ofrecimos
el envío de sangre segura procedente de donantes habituales si
se necesitaba en algún caso.
La donación de sangre es una tradición
de la Revolución cubana desde hace mucho tiempo.
Coincidió casualmente con
el día en que habíamos convocado a las 6:00 de la
tarde a casi 15 000 estudiantes de nivel superior
y graduados universitarios, con motivo de la reinauguración de la escuela
“Salvador Allende”, donde 3 599 jóvenes comenzarían estudios superiores para
prepararse con métodos nuevos y probados a fin de ejercer
como maestros de primaria.
Hoy se cumplen
seis largos años de aquel doloroso episodio. En la actualidad se conoce que
hubo desinformación deliberada. No recuerdo
haber oído hablar ese día de que en los sótanos de
esas torres, en cuyos pisos superiores radicaban bancos de multinacionales
junto a otras oficinas, había depositadas alrededor de 200 toneladas
de barras de oro.
La orden era disparar a muerte contra todo el que
intentara penetrar hasta el oro. Los cálculos sobre estructuras
de acero, impactos de avión, cajas negras encontradas
y lo que estas revelaban, no se ajustan a
los criterios de matemáticos, sismólogos, especialistas
en información y especialistas en demolición, etcétera,
etcétera. Lo más dramático es la afirmación de que
posiblemente nunca se conozca lo que verdaderamente ocurrió. Consta sin embargo que varias personas
que viajaban de New Jersey a San Francisco, conversaron
con familiares cuando ya la nave aérea estaba bajo
el control de individuos ajenos a su tripulación normal.
Analizando el impacto
de aviones similares al proyectado contra las torres, caídos
por accidente en ciudades densamente pobladas, se concluye que ningún avión se estrelló sobre
el Pentágono y que sólo un proyectil pudo generar
el orificio geométricamente redondo que en dicha instalación creara
el supuesto avión. Tampoco aparece
pasajero alguno que allí pereciera.
Nadie en el mundo tenía dudas sobre las noticias recibidas
de un ataque al edificio del Pentágono. Fuimos engañados al igual que los
habitantes del resto del planeta.
Al hablar
en la Ciudad Deportiva aquel 11 de septiembre, entre otras
consideraciones abordé el tema de la tragedia
en Estados Unidos. Para no incluir el discurso
completo, extraje párrafos textuales del mismo:
[...] El acto no pensábamos suspenderlo, ni podía
suspenderse, a pesar de la tensión internacional creada
por los acontecimientos.
Imagino que muchos los conozcan; pero, en esencia, consistieron
en que, aproximadamente a las 9:00 de la mañana
un Boeing, de los grandes, se estrella directamente contra
uno de los dos edificios de las famosas torres
de Nueva York, uno de los más altos del mundo, que
tiene dos alas.
Como es natural, aquello se incendia con todo
el combustible de uno de esos grandes aviones; empiezan a ocurrir escenas tremendas,
y 18 minutos después otro avión, también de una empresa aérea norteamericana,
ataca y se estrella directamente contra la otra ala
de la torre.
Unos minutos más tarde, otro avión se estrella contra
el Pentágono. Llegan noticias,
en medio de cierta confusión, de una bomba frente al
Departamento de Estado y otros hechos alarmantes, aunque
he mencionado los más importantes.
Evidentemente el país había sido víctima de un violento
y sorpresivo ataque, inesperado, inusitado, algo verdaderamente insólito,
que dio lugar a escenas impresionantes, en especial cuando ardían
las dos torres y, sobre todo, cuando ambas se desploman, con sus
100 pisos, sobre otras edificaciones próximas, y se conocía que allí
trabajaban decenas de miles de personas en diversas oficinas que
representan numerosas empresas de variados países.
Era lógico que aquello produjera una conmoción
en Estados Unidos y en el mundo, las bolsas
de valores comenzaron a derrumbarse, y por la importancia
política, económica, tecnológica y el poder
de Estados Unidos, el mundo hoy estaba conmovido con
aquellos acontecimientos que fue necesario seguir durante todo
el día, a la vez que por nuestra parte se mantenía
la atención sobre las condiciones y las circunstancias
en que se realizaría este acto.
Por tanto había dos temas: la escuela y su importantísimo
curso, y la catástrofe de tipo político y humano que
se había producido allá, especialmente en Nueva York
[...] Hoy es un día de tragedia para Estados
Unidos. Ustedes saben bien que aquí
jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente al sentirse Cuba
plenamente libre, con patria y sin amo, por su cultura y por su
falta de complejos, sea el país donde se trate con más respeto a
los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género
de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo,
por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta
en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto
―y ellos se percatan de eso ―a cada ciudadano
norteamericano que visita a nuestro país.
Además no olvidamos al pueblo norteamericano que puso fin
a la guerra de Viet Nam con su enorme oposición a
aquella guerra genocida;
no olvidamos al pueblo norteamericano que, en un número
superior al 80 por ciento, apoyó el regreso de Elián a nuestra
patria; no olvidamos cuánto
idealismo, perturbado muchas veces por el engaño, porque ―como
hemos dicho muchas veces― para llevar a un norteamericano
a que apoye una causa injusta, una guerra injusta, primero
hay que engañarlo, y el método clásico utilizado en
la política internacional de ese enorme país es el método
de engañar primero, para contar después con el apoyo
de la población. Cuando sucede
a la inversa y su pueblo descubre que algo es injusto,
por su tradición de idealismo, se opone a aquello que
ha estado apoyando, muchas veces causas muy injustas, convencido
de que lo que apoyaba era justo.
Por eso nosotros ―que sabemos no el número
exacto, pero que hemos visto escenas impresionantes de sufrimientos
y posibles víctimas― hemos sentido dolor profundo
y tristeza por el pueblo norteamericano, fieles
a la línea que hemos seguido siempre.
No andamos adulando a gobiernos, ni pidiendo perdones,
ni favores, ni se alberga en nuestros pechos ni siquiera
un átomo de temor.
La historia de la Revolución ha demostrado cuán capaz
es de desafiar, cuán capaz es de luchar, cuán capaz
es de resistir lo que tenga que resistir, algo que
nos ha convertido en un pueblo invencible. Esos son nuestros principios, una
Revolución que se basa en ideas, en la persuasión
y no en la fuerza.
[...] Nuestra reacción ha sido la que dije, y quisimos
que nuestro pueblo viera las escenas y contemplara la tragedia.
Y no hemos vacilado en expresar públicamente nuestro
sentimiento. Aquí mismo está una declaración que se entregó
a la prensa internacional alrededor de las
3:00 de la tarde, elaborada tan pronto se conocieron
los hechos; mientras tanto, nuestra
televisión estaba enfrascada en la divulgación
de los acontecimientos. Sería
comunicada a nuestro pueblo en el noticiero
de la noche.
Me adelanto aquí algunos minutos para hacerles conocer
la Declaración Oficial del Gobierno de Cuba, frente a
los hechos ocurridos en Estados Unidos.
“El Gobierno de la República de Cuba ha recibido
con dolor y tristeza las noticias sobre los ataques
violentos y sorpresivos realizados en la mañana
de hoy contra instalaciones civiles y oficiales en las ciudades
de Nueva York y Washington, que han provocado numerosas víctimas.
[...] “No es posible olvidar que nuestro pueblo ha sido
víctima durante más de 40 años de tales acciones, promovidas
desde el propio territorio de Estados Unidos.
“Tanto por razones históricas como por principios éticos,
el Gobierno de nuestro país rechaza y condena con toda
energía los ataques cometidos contra las mencionadas instalaciones
y expresa sus más sinceras condolencias al pueblo norteamericano
por las dolorosas e injustificables pérdidas de vidas
humanas que han provocado dichos ataques.
“En esta hora amarga para el pueblo norteamericano,
nuestro pueblo se solidariza con el pueblo de Estados Unidos
y expresa su total disposición a cooperar,
en la medida de sus modestas posibilidades, con las
instituciones sanitarias y con cualquier otra institución
de carácter médico o humanitario de ese país, en la atención,
cuidado y rehabilitación de las víctimas ocasionadas
por los hechos ocurridos en la mañana de hoy.”
Aunque no se sepa si son 5 000, 10 000, 15 000,
20 000 las víctimas, se sabe que solo
en los aviones que fueron estrellados contra las torres,
o contra el Pentágono, viajaban cientos de pasajeros,
y ofrecimos lo que podíamos si hiciera falta.
Ese es un país que tiene un gran desarrollo científico,
médico, recursos;
pero hay momentos en que pudiera hacer falta sangre de
un grupo, plasma ―cualquier
otro producto que nosotros podamos donar lo haríamos gustosamente―,
o apoyo médico, o de personal paramédico, porque sabemos que
muchos hospitales tienen déficit de determinados técnicos
y profesionales. En fin,
lo que queríamos era expresar nuestra actitud y nuestra
disposición con relación a estos trágicos acontecimientos.
[...] Los secuestros aéreos, método inventado contra Cuba,
se convirtieron en una plaga universal, y fue Cuba
la que al fin y al cabo resolvió ese problema cuando,
después de advertirlo reiteradamente, devolvimos a Estados Unidos
a dos secuestradores; es doloroso,
eran ciudadanos cubanos, pero los habíamos advertido, vinieron
y los enviamos, cumplimos la palabra pública; pero nunca,
ni siquiera después nos dieron noticias
para sus familiares. Tienen su modo de actuar. Nadie sabe.
Sé que los condenaron a 40 años, y aquello
fue lo que puso fin al secuestro de aviones.”
[...] Ninguno de los actuales problemas del mundo
se puede resolver por la fuerza, no hay poder global,
ni poder tecnológico, ni poder militar que pueda garantizar
la inmunidad total contra tales hechos, porque pueden ser acciones de grupos
reducidos difíciles de descubrir.
Es muy importante saber cuál va a ser
la reacción del gobierno de Estados Unidos. Posiblemente
vengan días peligrosos para el mundo, no estoy hablando
de Cuba. Cuba es el país
que más tranquilo está en el mundo, por diversas causas:
por nuestra política, por nuestras formas de lucha,
por nuestra doctrina, nuestra ética, y, además, compañeras
y compañeros, por la ausencia total de temor.
Nada nos inquieta, nada nos intimida. Sería muy difícil fabricar
una calumnia contra Cuba, no lo creería ni el que
la inventara y patentizara, es muy difícil; y Cuba no es hoy cualquier cosa
en el mundo, tiene una posición moral muy grande
y una posición política muy sólida.
[...] Los días próximos van a ser tensos dentro
de Estados Unidos, empezarán a emitir opiniones
no se sabe cuánta gente.
[...] Les sugeriríamos a los que dirigen el poderoso imperio
que sean serenos, que actúen con ecuanimidad, que no se dejen
arrastrar por raptos de ira o de odio,
ni se lancen a cazar gente lanzando bombas por todas
partes.
Reitero que ninguno de los problemas del mundo,
ni el terrorismo, se pueden resolver por la fuerza,
y cada acción de fuerza, cada acción disparatada del uso
de la fuerza, en cualquier parte, agravaría seriamente
los problemas del mundo.
El camino no es la fuerza ni la guerra.
Lo digo aquí con toda la autoridad de haber hablado
siempre con honradez, poseer convicciones sólidas y la experiencia
de haber vivido los años de lucha que ha vivido Cuba. Sólo la razón, la política
inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión
pública internacional puede arrancar de raíz el problema.
Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear
la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra
el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista
por aquí y otro por allá;
matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando
vidas inocentes. Se resuelve poniendo fin, entre otras cosas,
al terrorismo de estado y otras formas repulsivas de matar,
poniendo fin a los genocidios, siguiendo lealmente una política
de paz y de respeto a normas morales y legales que son
ineludibles. El mundo no tiene
salvación si no sigue una línea de paz y de cooperación
internacional.
[...] Nosotros hemos demostrado que podemos sobrevivir, vivir
y progresar, y todo lo que aquí se muestra
hoy es expresión de un progreso sin paralelo
en la historia. No se progresa solo produciendo automóviles,
se progresa desarrollando inteligencias, impartiendo conocimientos,
creando cultura, atendiendo a los seres humanos como deben ser
atendidos, que es el secreto de la enorme fuerza
de nuestra Revolución.
No tiene salvación el mundo por otras vías
y me estoy refiriendo en este caso
a las situaciones de violencia. Búsquese la paz
en todas partes para proteger a todos los pueblos
de la plaga del terrorismo. Hay otra terrible plaga que
se llama, por ejemplo, SIDA; otra que mata a decenas
de millones de niños, adolescentes y personas
en el mundo por hambre, por enfermedades y por falta
de asistencia y medicamentos.
Hay en el terreno político ideas absolutistas,
pensamiento único que se le trata de imponer al mundo,
y promueven rebeldías e irritaciones por todas partes.
No se salva este mundo ―y ya esto
no tiene que ver con el terrorismo― si continúa
desarrollándose o aplicándose este orden económico y social
injusto que conduce al mundo a la catástrofe, a un camino
del cual no podrían escapar los 6 200 millones
ni los futuros hijos de los habitantes que hoy tiene
este planeta, que está siendo cada vez más destruido y conducido
a la pobreza, al desempleo, al hambre
y a la desesperación. Lo
demuestran las masas en distintos lugares ya históricos,
como Seattle, Québec, Washington, Génova.
Ya los más poderosos líderes de la economía
y de la política mundial no pueden casi reunirse; la gente tiene cada vez menos miedo,
está sublevada, lo que puede apreciarse en todas partes. Yo acabo de estar en Durban,
provincia de África del Sur, y vi allí a miles
de personas pertenecientes a las Organizaciones
No Gubernamentales;
se ve crecer como espuma el descontento
en el mundo. [...]
¡Qué enorme diferencia
entre la conducta del gobierno de Cuba
y la del gobierno de Estados Unidos! ¡La Revolución, que se basa en la verdad, y
el imperio, que se basa en la mentira!
Fidel Castro Ruz
Septiembre
11 del 2007
5:25 p.m.