Reflexiones del Comandante en Jefe.
LA SUMISIÓN A LA POLÍTICA IMPERIAL
De los
Presidentes de Estados Unidos y los aspirantes a ese cargo, sólo conocí uno que
por motivos ético-religiosos no fue cómplice del brutal terrorismo contra
Cuba: James Carter. Esto supone, desde luego, otro Presidente que
prohibió el empleo de funcionarios de Estados Unidos para asesinar a dirigentes
cubanos. Se trata de Gerald Ford, que sustituyó a Nixon después
del escándalo de Watergate. Con su
llegada irregular al cargo pudiera calificarse como un Presidente simbólico. Al
ilustre presidente Eisenhower, nada opuesto al terrorismo anticubano, sino más
bien el iniciador, debemos agradecerle al menos su definición del complejo
militar-industrial que hoy, con su insaciable e incurable voracidad, constituye
el motor que conduce a la especie humana a su actual crisis. Habían transcurrido más de tres mil millones
de años desde que surgieron en el planeta Tierra las primeras formas de vida.
Un día el Che
y yo nos fuimos a jugar golf. Él había
sido caddie para ganar algo en su tiempo de ocio; por mi parte, no sabía absolutamente nada de
ese costoso deporte. Ya se había
decretado por el Gobierno de Estados Unidos la suspensión y el reparto de la
cuota azucarera de Cuba, después de aprobada por la Revolución la Ley de
Reforma Agraria. El partido de golf fue
con prensa gráfica. El propósito real,
burlarnos de Eisenhower.
En Estados
Unidos se puede tener una minoría de votos y ganar la Presidencia. Fue lo que le pasó a Bush. Contar con la mayoría de votos de electores y
perder la Presidencia fue lo que sucedió con Gore. De ahí se deriva que el Estado de la Florida,
por el número de votos presidenciales que otorga, sea codiciado por todos. En el caso de Bush, fue necesario además el
fraude electoral, en el que los primeros emigrantes cubanos de origen
batistiano y burgués eran expertos.
De eso no está excluido Clinton, ni tampoco la
precandidata del Partido Demócrata. Con
su apoyo se aprobó la Ley Helms-Burton,
para lo que encontró un pretexto:
el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, que más de una vez
volaron sobre la ciudad de La Habana y
decenas de veces violaron el territorio de Cuba. La orden de impedir vuelos sobre la Capital había sido
transmitida a la Fuerza Aérea cubana semanas antes.
Debo contarles
que, muy próximo al episodio, había llegado de visita a Cuba el legislador Bill
Richardson, el 19 de enero de 1996.
Traía, como era habitual, solicitudes de que fuesen puestos en libertad
varios presos contrarrevolucionarios. Al
plantearle que estábamos ya cansados de tales solicitudes, le hablé de lo que
sucedía con los vuelos de Hermanos al Rescate.
También le hablé de las promesas no cumplidas sobre el bloqueo. Richardson regresó a los pocos días, el 10 de
febrero, y con entonación sincera me expresó, según recuerdo con mayor o menor
precisión, lo siguiente: “Eso no volverá
a repetirse, el Presidente ha dado ya la orden de que fueran suspendidos”.
Yo creía
entonces que las órdenes de un Presidente de Estados Unidos se cumplían. Las avionetas fueron derribadas el 24 de
febrero, unos días después de la respuesta.
La revista The New Yorker habla
y ofrece detalles sobre esa reunión con Richardson.
Parece cierto
que Clinton dio la orden de que tales vuelos fuesen suspendidos, pero nadie le
hizo caso. Era un año electoral, y
aprovechó ese pretexto para invitar a los líderes de la Fundación y suscribir,
con el apoyo de todos, la criminal Ley.
A raíz de la crisis migratoria que se desató en 1994,
supimos que Carter deseaba actuar en busca de una solución. Clinton no lo aceptó, y llamó a Salinas de
Gortari, Presidente de México. Cuba
había sido el último país en reconocer su triunfo electoral. Había hecho contacto con él en su toma de
posesión como nuevo Presidente de México.
Salinas me
comunicó por teléfono la decisión del presidente Clinton de buscar una solución
satisfactoria, quien a su vez le rogó que cooperara en esa búsqueda. Así fue como se llegó a un acuerdo en
principio. Dicho acuerdo con Clinton
incluía la idea de poner fin al bloqueo económico. El único testigo con que contábamos era Salinas.
Clinton había “planchado” a Carter en tal proceso. Cuba no podía decidir quién sería el
mediador. Salinas narra este episodio
con fidelidad. Quien lo desee, puede
leerlo en sus textos.
Clinton fue
realmente amable cuando coincidió
casualmente conmigo en una reunión de la ONU colmada de Jefes de Estado. Fue,
además, amistoso, a la vez que inteligente, al exigir el cumplimiento de la Ley
con relación al niño secuestrado al rescatarlo con fuerzas especiales enviadas
desde Washington.
Los precandidatos están ahora enfrascados en la
aventura de la Florida: Hillary, la
heredera de Clinton; Obama, el popular
candidato afroamericano y varios de los otros 16 que hasta este momento han
propuesto su candidatura en ambos partidos, con excepción de Ronald Ernest
Paul, congresista republicano, y Maurice Robert Gravel, ex senador demócrata
por Alaska.
Ignoro lo que
Carter dijo en sus días de candidato.
Sea cual fuere su posición, lo cierto es que adiviné que su elección
podría evitar al pueblo de Panamá un holocausto, y así se lo dije a
Torrijos. Creó en Cuba la Oficina de
Intereses y promovió un acuerdo sobre límites jurisdiccionales marítimos. Las circunstancias de su tiempo le impidieron
llegar más lejos y se embarcó, a mi juicio, en algunas aventuras imperiales.
Hoy se habla
de que un ticket al parecer invencible
podría crearse con el binomio Hillary presidente y Obama vice. Ambos se sienten en el deber sagrado de
exigir “un gobierno democrático en Cuba”.
No están haciendo política; están
jugando a las barajas un domingo por la tarde.
Se afirma por
los grandes medios que esto sería imprescindible, excepto si Gore se
postula. No creo que lo haga, él conoce
mejor que nadie la catástrofe que espera a la humanidad si continúa por el
actual camino. Cuando fue candidato, por
supuesto cometió el error de suspirar por “una Cuba democrática”.
Basta de cuentos y nostalgias. Esto se escribe
sencillamente para incrementar la conciencia del pueblo cubano.
Fidel Castro Ruz
Agosto 27 del 2007
4:56 p.m.