Reflexiones del Comandante en Jefe
UN EJEMPLO DE
CONDUCTA COMUNISTA
Me refiero a una mujer chilena,
Elena Pedraza, especialista de alto nivel en rehabilitación. Hace más de 40 años realizó
su primera visita a Cuba.
Allende, médico de profesión, no era todavía Presidente
de Chile. La Revolución Cubana
no había cumplido 8 años, pero formaba maestros, médicos,
fisioterapeutas y especialistas en salud a toda máquina.
Esta reflexión la escribo,
en parte, como una síntesis de las seis páginas
impresas con letras de pequeño puntaje, que llegó a
mis manos. Es un poco más
extensa que las habituales, aunque con la idea de que
posteriormente se publique en algún medio de prensa
o revista el texto completo del discurso que pronunció
la especialista chilena la mañana del 15 de marzo
de 2002, en el Segundo Congreso Internacional de la Sociedad
Cubana de Medicina Física y Rehabilitación efectuado en la Capital
de Cuba.
Dejemos que ella misma lo explique:
“Llegué en el año
1966 y Cuba iniciaba una etapa histórica. Sus inicios están marcados
por grandes dificultades y carencias, había que resolver urgentes
problemas, entre ellos, el de la salud, el cual
se consideraba como prioritario…”
“...Se necesitaba de un personal
preparado en esta especialidad y, por ende, había que encarar
su formación, cuyo factor tiempo imponía cierta urgencia; pero había que hacerlo, a pesar
de todas las limitaciones existentes en el país.”
“Sin embargo, cada vez más
la sociedad va tomando conciencia sobre la marginación
en que viven los discapacitados.
En Cuba, por ejemplo, sólo existía un pequeño número
de terapeutas empíricos, algunos de ellos se habían formado
en Estados Unidos en cursos de verano, otros abandonaron
el país.
“El Ministro de Salud de esa época,
el Dr. Machado Ventura, cuando
me conoció me dijo: 'hay que formar terapeutas físicos
para todo el país, pero es necesario hacerlo pronto'. Yo le respondí afirmativamente
y le pregunte qué debía llevar para cumplir
esta misión; el me contestó:
'es necesario libros' y, sin vacilar enfatizó: 'se necesitan libros'. Nunca olvidé esta sugerencia, fue
para mí un compromiso que siempre he tratado de cumplir.
“Mi formación de kinesióloga
se inicia en el año 1930…”
“Mi experiencia de trabajar durante
30 años en mi país, Chile, fueron difíciles…”
“Terminé mis años laborales en Chile,
pero no dudé en volver a reiniciar este compromiso
en Cuba, en el año 1966.
“Mis primeros contactos fueron
el Hospital Frank País.
Este centro estaba muy bien habilitado
para el tratamiento de pacientes niños y adultos
en la especialidad de traumatología y ortopedia. Me explicaron que antes este centro
daba atención muy selectiva y un número muy exiguo
de la población más necesitada podía acceder a estos servicios.”
En la medida que fui conociendo
el medio en el que debía trabajar, veía la necesidad
de hacer una labor muy grande y también larga
en el tiempo. Observé
ya en ese tiempo la preocupación del Estado por asumir
el derecho a la salud de la población en todo
el país y la rehabilitación.
“Había que empezar. Recorrí gran parte del país, conociendo
algunos lugares: estuve en Santiago
de Cuba, una ciudad colonial muy hermosa. Allí hice mi primer intento
de hacer un curso elemental de adiestramiento, en
un pequeño centro de tratamiento a pacientes con secuelas
de diversas alteraciones neuromotrices.
Lo dirigía el Dr.
González Corona...”
“Este médico construyó sus propios
elementos para los tratamientos de sus pacientes. Me contaba cómo los artificios
para la marcha de los niños con secuelas
de poliomielitis, los construía él mismo con desechos
de láminas de aluminio, además hizo paralelas y construyó
una piscina de tipo artesanal para los ejercicios
en el agua.”
“Oficialmente en el año
1966 inicio una docencia más programada sobre Kinesiología
para alumnos de Fisioterapia del Hospital Frank País...”
“En esa oportunidad comprendí cuán
acertado fue el traer los libros más importantes para dar
una docencia correcta. No
se encontraba material de estudio, todo había que hacerlo
con los medios que teníamos.
Pero tanto fue el interés por aprender
de los alumnos, y el mío de responder a
una docencia, la cual no tenía referentes
y no era evaluada en mi especialidad, sino que todo respondía
a mi experiencia adquirida en mi país y a
una responsabilidad que creo haber tenido toda mi vida en
mi trabajo vinculado a la clínica hospitalaria.”
“Este fue el inicio que
me sirvió de modelo para los futuros cursos que
se iban dictando y con la experiencia adquirida íbamos
ajustando con mucha dedicación cada año los programas. Al término de estos, que llegaron
con el tiempo a tener tres años de formación,
la experiencia nos permitió ir preparando el material docente
integral; es decir, las bases
fundamentales de un programa de esta naturaleza para cursos
regulares.”
“En mi paso por este Hospital
pude adquirir muchas experiencias que me iban a ser muy valiosas
en los años que iba desarrollando mi trabajo en Cuba.
“El camino hacia el desarrollo
de lo que hoy es la rehabilitación en Cuba,
se gesta en estos episodios que voy relatando
en lo que era esta especialidad
y cómo fue creciendo año tras año en toda la isla
para llegar a lo que hoy en este Congreso podemos
apreciar.”
“...Recorrí a modo de información
los hospitales y los policlínicos periféricos situados
en todas las regiones del país, aun en los lugares más
apartados. En algunos encontré que
en forma muy modesta y reducida existían pequeños departamentos
de fisioterapia que se estaban organizando. Otros que ya estaban instalados
prestaban servicio a la población pero con grandes
carencias de personal preparado para tratar esta especialidad.”
“...Lo
interesante era ver los esfuerzos de todos para ir
solucionando paso a paso este camino en que estábamos todos
involucrados. Esta experiencia
fue muy importante para mí, veía cómo desde
los Ministerios de Salud y Educación se iban creando
los departamentos adecuados para dar mayor preparación a
los futuros estudiantes, por ejemplo, se elevan los niveles
de instrucción para el ingreso a los cursos
de kinesioterapia, y también la integración de estudios
en los programas relacionados con la especialidad.”
“En el año
1979 doy mis primeras clases como profesora
de kinesiología en los programas docentes para residentes
de la especialidad de medicina física y rehabilitación… Les enseñé a llevar siempre
el control de la evaluación, evitar las imprecisiones
y los comentarios desfavorables, para proyectar correctamente
el plan de acción. Pude
apreciar que esto debería ser siempre una norma de ética,
y así evitar que el paciente se sienta disminuido al inicio
de un tratamiento.
“Mis años
en el Julio Díaz, fueron muy enriquecedores,
me permitió conocer todas las situaciones que vive
un discapacitado; el centro
tenía hospitalización, atención ambulatoria y atendía una población
numerosísima. En la medida que
voy escribiendo estos recuerdos me ubico en ese lejano
tiempo. Tendría que decir que pude
conocer un pueblo generoso y solidario. El hospital se fue equipando
cada vez más con nuevos elementos para dar una atención más
completa a los pacientes; cada año
nuevas especialidades se trataban, como así también
se fue agrandando su edificio, hasta llegar a lo que
es hoy una pequeña ciudadela.”
“…Pude
darme cuenta que un terapeuta no olvida las bases teóricas
y prácticas con las que fue educado, mucho menos
se debe olvidar de estudiar siempre y a la vez estar
actualizado.
“Este centro
fue para mí como uno siente el cariño por su casa,
no puedo dejar de recordar tantas cosas que viví, con tantos
compañeros de trabajo, terapeutas, médicos, personal auxiliar,
los que me brindaron siempre una cálida estimación...”
“Debo recordar también mi paso
por otros hospitales donde di clases, conferencias y adiestramiento,
como el Hospital Hermanos Ameijeiras, entre otros. En la década del 70, con
el fin de contribuir al desarrollo de la medicina
en Cuba, los chilenos que vivíamos en el exilio (aunque nunca
me sentí una exiliada en Cuba), decidimos aportar para la
adquisición de 23 volúmenes de libros
de la especialidad de kinesioterapia. Esto se hizo como respuesta
a la escasa posibilidad de recibir libros de estudios
extranjeros, tan necesarios para mejorar la docencia
y la preparación de los profesionales.”
“Este Congreso da una visión
muy completa de lo que se hace en rehabilitación
en todo el país. Esto refleja
la preocupación del Gobierno y del cuerpo médico, además
el interés de superación de los personales que integran
el equipo de rehabilitación que trabajan en esta área
y en la especialidad.”
“El lema de este Congreso ‘Discapacidad,
Rehabilitación, Humanidad’, nos compromete a valorar mucho más
lo que estamos entregando a los discapacitados. Nos esforzamos en dar rehabilitación,
pero cuando este lema se extendió a esta palabra ‘Humanidad’,
me doy cuenta que no es una simple palabra más, sino
un llamado a lo más hondo:
la humanidad y la dignidad de los seres.”
“En este Congreso Internacional
se aprecia el gran volumen de trabajo de los médicos
cubanos y de otros componentes del equipo de rehabilitación,
en el que se exponen sus experiencias en todos los ámbitos
de las especialidades médicas, lo que demuestra
la constante dedicación y responsabilidad en los trabajos
nacionales y extranjeros presentados en el Congreso.”
“Quiero enviar a los jóvenes que fueron
mis alumnas y alumnos, tantos que ahora ya son profesionales
con dilatada experiencia y prestigio,
un saludo de cariño y amistad; con ellos compartí
tareas tan gratificantes como el trabajo voluntario, que siempre
en Cuba fue una complementación al trabajo ciudadano.”
“La Habana, marzo del 2002.”
Cuando se produce el golpe fascista
en Chile financiado por el gobierno de Estados Unidos,
y miles de ciudadanos son encarcelados, torturados, desaparecidos
o asesinados, dentro o fuera de su país, Elena Pedraza
se traslada a Cuba, de donde se mueve a diversos
países, recabando la solidaridad mundial de las mujeres. Continúa desarrollando en nuestra tierra
sus investigaciones y su programa de formación. Más tarde regresa a su patria
de origen, desde donde continúa colaborando con Cuba.
Hace unos días pude ojear un excelente
libro cuya autora, la doctora Debra Rose, es ciudadana
de Estados Unidos, donde precisamente la rehabilitación
constituye el servicio más caro, elitista e inaccesible
para los pobres, y se le prohíbe además a Cuba
el acceso a los conocimientos.
Elena, que no deja nunca de transmitir información que pueda
elevar el nivel científico de nuestros especialistas, remitió entre
otros materiales ese libro que contiene más de cien diferentes
ejercicios sencillos y accesibles.
Hoy la rehabilitación adquiere
una especial y novedosa significación relacionada
con la vida. Toda persona
incrementa su potencialidad mental y física hasta los 35 años;
algunos sostienen que 30. A partir
de esa edad, puede continuar dos o tres décadas más disfrutando
de salud y buen rendimiento físico, conservándolos desde la edad
límite señalada hasta edades avanzadas en las que al fin la vida
se apaga. A los seres humanos
los hace felices valerse por sí mismos hasta el final.
El servicio beneficia a todos
los habitantes del país, donde hoy se nace con
una perspectiva de vida que alcanza ya los 77 años
y continúa creciendo. No sólo
los adultos menores de 35 o 40 años de edad, que
son víctimas de accidentes de todo tipo, muchos niños
con elevada frecuencia requieren la noble atención
del rehabilitador.
En más de 600 centros, ubicados
en policlínicos y hospitales, o prestando servicios
en el exterior, laboran alrededor de diez mil rehabilitadores,
mientras otros miles se forman con creciente rigor y exigencia.
Elena Pedraza ha cumplido ya 97 años
y todavía continúa prestando servicios profesionales
como consultora. Constituye
un ejemplo de trabajadora intelectual, de mujer
y de comunista. Militó
en el mismo Partido de Ricardo Fonseca, Luis Corvalán, Volodia
Teitelboim y Gladys Marín, recién fallecida, y otros muchos que
consagraron sus vidas o que murieron por sus ideas.
En nombre del pueblo que, desafiando
al imperio, inició desde hace medio siglo el camino
de la Revolución Socialista, rindo tributo a su obra y su ejemplo.