No tan puros como pretenden aparentar (III)
Impotencias, ofensas, engaños, deslices y confusiones
ENRIQUE MONTESINOS
Y llegamos a los "famosos" casos de dopaje de la delegación cubana. Se ha querido inculpar de contaminación a nuestros deportistas y en verdad han sido los procesos los contaminados hasta la médula de contradicciones, faltas a la más elemental ética médica y humana, así como de procedimientos totalmente irregulares.
Lo primero que hiere a la sensibilidad es la violación de los derechos del atleta en cuanto a la protección de su honor, más todavía cuando se trata de Javier Sotomayor. Alguien del "inmaculado" grupo Ejecutivo de ODEPA-Comisión Médica filtró la noticia al conocerse el resultado de la prueba A, en flagrante profanación de las reglas creadas precisamente, para proteger a cualquier implicado hasta tanto no se adicionara el resultado de la prueba B.
Era natural el inmediato desencadenamiento de cierta prensa ávida de noticias sensacionales, aunque no hasta el punto de las numerosas elucubraciones que se comenzaron a tejer, propias más bien de los enemigos de Cuba y de su deporte, ansiosos por desprestigiarnos de alguna manera, lo que en su momento enjuiciamos severamente en este diario.
Pero de ningún modo resultaba lógico que la máxima dirección de la ODEPA, señor Mario Vázquez Raña, en la conferencia de prensa para anunciar el caso comprobado ya de la dominicana Juana Arrendel, se dejara tentar al extremo de responder que sí había otro suceso en marcha y "el nombre lo han dicho ustedes".
Aprovecho para intercalar aquí que, en respuesta indirecta a las imputaciones hechas por Granma con respecto a las múltiples filtraciones antes de la prueba B —y todavía no he mencionado algunas irrebatibles—, el propio Mario Vázquez Raña, presidente de la ODEPA, me asombró días después con una declaración de impotencia: "es imposible evitar el escape de información en un caso tan connotado y tantas personas involucradas".
Así que el máximo responsable de la discreción absoluta, aun cuando la persona tan injustamente calumniada se trataba de alguien muy famoso y querido mundialmente, lejos de abrir una investigación para determinar y sancionar al culpable de la fuga de información, a la vez que pedir excusas en especial al perjudicado, lo que hizo fue tratar de justificar lo injustificable y para colmo lo formuló públicamente, como algo sin mayor importancia, una nimiedad, increíblemente sin percatarse de que constituía una metedura de pata más grave aún.
Porque los indecorosos no estaban entre los traductores o mecanógrafas, como quiso insinuar. O es que no se enteró en Winnipeg de que el médico Bernardo Chernilo, integrante chileno de la "intachable" Comisión Médica de la ODEPA, se desbocó ante la televisión de su país asegurando al entrevistador que habría un caso de dopaje de gran resonancia, en abierta violación de los reglamentos que señalan la confidencialidad obligatoria previa al análisis de la prueba B.
Este profesional de la Medicina, que se denomina a sí mismo como cazador de dopados en el colmo de la autocomplacencia y afán de protagonismo —según opiniones remitidas a nuestra redacción—, también ofreció declaraciones a la prensa escrita.
Al diario La Tercera, de su país de origen, entre otras respuestas ofreció la siguiente: "En el caso de Sotomayor los niveles de esta droga en su sangre superaban 40 veces lo permitido. Por lo tanto se trata de un dopaje reciente. Consumió la droga cuatro o cinco días antes de tomarse la muestra".
Vaya conducta de este profesional. No solo habla de "consumo", lo que absolutamente nadie puede probar ni siquiera con los resultados positivos en su orina, sino que se refiere a niveles superiores en 40 veces. Pero si el brasileño Eduardo Henrique De Rose, presidente de la Comisión Médica de la ODEPA, aseguró ante la prensa en Winnipeg que en la cocaína no había ningún mínimo, que con cualquier cantidad se sancionaba al infractor, ¿cuál de los ilustres e infalibles peritos tiene la razón?
Sin embargo, coincidieron en utilizar el ficticio e intrínsicamente ofensivo término de "consumo", y nada de retractarse, que tanto el periódico que reflejó lo dicho por el primero, como la cinta de video donde se ve y escucha al segundo están a mano.
De Rose también aseguró lo de la ingestión reciente, cuatro o cinco días antes, de modo que según sus "atinados" cálculos, Sotomayor, cuya toma de muestra se produjo el día 30 y llegó a Winnipeg el 24, realizó meteóricamente los contactos pertinentes con los proveedores radicados ¿los hay?, ¿en la ciudad?, ¿en la rigurosamente custodiada base aérea que servía de Villa a Cuba?, para de inmediato saciar su alegada drogadicción entre los días 24 y 26. Descabellado, disparatado, irracional, son adjetivos que se quedan cortos.
¿O es que Sotomayor llevó la sustancia consigo desde Cuba y consiguió introducirla burlando en el aeropuerto a los canes especializados que allí husmeaban los equipajes, especialmente los provenientes de Latinoamérica? Ridículo solo pensarlo.
Y a propósito de este nuevo adjetivo. El excelentísimo Dr. De Rose aseguró —y no me canso de ver la grabación— que se encontraron en la orina de Sotomayor 200 nanogramos o 200 partes por millón, soberano disparate en la terminología, porque los nanogramos son milimillonésimas del gramo (éste dividido entre mil millones) y las partes equivalen a microgramos (millonésimas). Dijo las dos cosas, pero el énfasis lo puso en la segunda, que fue la que se quedó grabada en todos sus interlocutores, los cuales la difundieron.
Como existen datos de que apenas con siete microgramos de cocaína en el organismo se ha producido la muerte, Cuba se pronunció en la reciente reunión del Ejecutivo de la ODEPA sobre la incongruencia de referirse al hallazgo de 200 microgramos (o partes). Y el caballero De Rose, en su defensa aclaró que había citado a 200 nanogramos y no 200 "miligramos" (milésimas del gramo), por lo tanto una nueva confusión de términos.
Y ahora, ¿qué pasó Dr. De Rose? ¿Piensa atribuirle el error de poner miligramos (otra medida todavía mayor) por microgramos a los encargados de escribir el Boletín de Prensa oficial de dicha reunión? En verdad resulta imposible de entender tal grado de confusión en un personaje que se atribuye, y al que acaban de atribuirle tanto rigor, pues por mayoría casi absoluta (11 a favor y uno en contra) el mencionado Comité Ejecutivo acordó que no había cometido ninguna pifia y decidió mantenerlo en su puesto sin atisbo de la más insignificante crítica.
Pero parece que el señor Mario Vázquez Raña, máxima instancia de la entidad deportiva panamericana también "se deja engañar", como lo demuestra al contestar preguntas en Winnipeg, tras el anuncio oficial del dopaje del "Soto", asegurara lo siguiente: "transcurrió normalmente y con toda regla", refiriéndose a la prueba B.
Lo absolutamente cierto es que inexplicablemente no corrió (arrojó resultados) como es habitual y hubo que apelar al resto de orina contenida en el recipiente, que supuestamente era el original, aunque no fue sellado ni mantenido a la vista de los interesados en su custodio, sino guardado en refrigeración, algo innecesario por cierto, todo lo cual posteriormente hicieron constar como anomalías los médicos cubanos Mario Granda y Rodrigo Alvarez Cambras, presentes en el laboratorio de Montreal. Y si bien estos no lo comunicaron de inmediato, sus razones eran diferentes a las del laboratorio o del representante de la Comisión Médica de la ODEPA, obligados a rendir detalles para que, adicionalmente sus superiores pudieran informar con veracidad.
Sucede que según notificaciones recibidas, las autoridades del COI son sumamente rigurosas con estos laboratorios y suspenden sus funciones al más mínimo desliz. Que la prueba B no haya arrojado resultados en primera instancia ya era algo raro, que quizá pudiera ocasionar una investigación. Que la B no coincida con la A significa ponerse en aprietos, pues a una misma muestra, con similar instrumentación y pericia del técnico, tienen que ser iguales las conclusiones.