¿CÓMO MARCHAN LAS COMUNICACIONES TELEFÓNICAS ENTRE JUAN MIGUEL Y SU HIJO ELIÁN?
 

Los psiquiatras consideran que las comunicaciones telefónicas entre el padre y el hijo son fundamentales para preservar el equilibrio psíquico del niño y el vínculo con su hermanito, sus abuelos y demás familiares. Los métodos utilizados por el tristemente célebre tío abuelo Lázaro González y su núcleo familiar para impedirlas y obstaculizarlas son cada vez más crueles y cínicos.

A pesar de las reiteradas Notas remitidas al Departamento de Estado a través de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington informando sistemáticamente cada vez que en Miami impiden esa comunicación, lo que dio lugar a gestiones de ese Departamento y del INS para resolver el problema, la situación es cada vez peor. Se advirtió al personaje, se le trazaron las normas, se estableció horario para la comunicación diaria, pero el siniestro personaje, al parecer cada vez más furioso e incontrolable, o tal vez más envalentonado por el apoyo de la mafia y la impunidad del crimen cometido, se burla de todo compromiso y desconoce casi por completo a las altas autoridades del gobierno de Estados Unidos.

Para ilustrar lo que aquí se afirma, ofrecemos a continuación una síntesis de lo ocurrido en un período que comprende los últimos 22 días de intentos de comunicación, a pesar de las 10 Notas diplomáticas entregadas por nuestra Sección de Intereses al Departamento de Estado. Esta síntesis ha sido elaborada a partir de la información que Juan Miguel y su familia envían sistemáticamente al Ministerio de Relaciones Exteriores para que el jefe de nuestra Sección de Intereses en Washington conozca los problemas que surgen diariamente y los pueda comunicar al Departamento de Estado. Granma la publica con la autorización previa de Juan Miguel.

Lunes 21 de febrero.

Juan Miguel llama. El teléfono dio timbre y nadie respondió al otro lado de la línea.

Miércoles 23 de febrero.

Dio ocupado. Luego en otro intento dio timbre, sin que alguien saliera; después sonó ocupado, hasta que a las 10:00 de la noche logran comunicar. Contesta la esposa de Lázaro y dice que el niño ya dormía.

Jueves 24 de febrero.

Se habló con el niño bastante bien.

Sábado 26 de febrero.

Temprano en la mañana Juan Miguel le pidió a Raquel que llamara al niño. Salió al teléfono Ángela, la esposa de Lázaro y le dijo que el niño estaba durmiendo. Juan Miguel lo llamó por la tarde, se comunicaron bien.

Domingo 27 de febrero.

Juan Miguel trató de comunicarse en tres ocasiones. Insistió en distintos momentos, en distintas horas, y no pudo hablar, no salía nadie al teléfono.

Lunes 28 de febrero.

Juan Miguel trata de comunicarse varias veces por la tarde: a las cuatro, a las cinco, a las cinco y media, a las seis. Daba timbre y nadie respondía.

Martes 29 de febrero.

Llamó un poco después de las seis de la tarde. Salió Ángela al teléfono y le dijo que el niño estaba durmiendo. Él le preguntó la razón por la cual el niño dormía tan temprano. Le contestó que estaba enfermo, le habían puesto un sedante y se había quedado dormido. Le añadió que lo llamara el miércoles en la mañana y, al interesarse Juan Miguel por el medicamento que le habían puesto, ella le respondió que no sabía, que lo habían inyectado. Por tercer día consecutivo no le fue posible hablar con su hijo.

Miércoles 1° de marzo.

Poco después de las 9:00 de la mañana Juan Miguel logra comunicarse con Elián. Lo encontró más animado. Le dijo que ya se sentía mejor, que le habían puesto una inyección que le dio ganas de vomitar y vomitó. Juan Miguel se interesó por qué medicamento le habían inyectado el día anterior, a lo que Elián respondió que no sabía. Nadie le supo decir qué le inyectaron al niño.

Sábado 4 de marzo.

Juan Miguel llamó cinco veces a partir de las 5:00 de la tarde. En todas las ocasiones que pudo comunicar salió Lázaro al teléfono, quien siempre le respondió escuetamente que el niño había salido con Marisleysis.

Domingo 5 de marzo.

Juan Miguel llamó alrededor de las 10:00 de la mañana, a las 5:00 de la tarde y a las 8:00 de la noche. No respondió nadie.

Lunes 6 de marzo.

Juan Miguel comenzó a intentar comunicarse a partir de las 5:00 de la tarde. Cuando respondieron por primera vez y se dieron cuenta de que era él quien llamaba, colgaron. Después de varios intentos salió Alfredo, sobrino de Lázaro, opuesto también al regreso del niño, y dijo que el niño no había llegado de la escuela. Se repitió la llamada luego de media hora, respondió la esposa de Alfredo y dijo que el niño había salido. Media hora más tarde, en un nuevo intento por comunicarse, contesta Alfredo nuevamente y pone al niño. Después de los primeros minutos de conversación, lo llaman a comer, por lo que Juan Miguel le dice que lo haga y que lo llamaría un poco más tarde. Para asegurarse de poder conversar después con Elián sin dificultades, Juan Miguel pide que le pongan a Lázaro para hablar con él. Le dicen que no estaba en la casa y toma el teléfono Delfín, el otro hermano de Lázaro sancionado en más de una ocasión en la Florida por manejar en estado de embriaguez y provocar incluso daños materiales. Este, en tono agresivo, le dijo a Juan Miguel que ya había hablado con el niño, que no había por qué volverlo a llamar; que el Comandante daba órdenes en Cuba, pero no allá que era un país libre. Le afirma adicionalmente que Inmigración había precisado que se hablaría entre las 7:00 y las 7:20 de la noche solamente. Juan Miguel le expresó que no conocía esta precisión, que no discutiría más y que después llamaría al niño. Media hora más tarde, al intentar continuar la conversación con Elián, Delfín sale de nuevo al teléfono y plantea que el niño está comiendo todavía e insiste en la idea de que ya se había hablado con él. Media hora más tarde la escena se repite: Juan Miguel llama, Delfín responde igual y le cuelga el teléfono.

Miércoles 8 de marzo.

Se logró establecer comunicación alrededor de las 9:00 de la noche. Al segundo timbrazo, responde Delfín, quien explicó que el niño estaba durmiendo porque habían ido a la iglesia y cuando llegaron, después de las 8:00 de la noche, se había acostado a dormir enseguida.

Jueves 9 de marzo.

Llamó a las 7:00 de la noche. De nuevo Delfín. Dijo que el niño había ido a ver a Marisleysis al hospital y después comería en un restaurante. A las 7:30 de la noche vuelve Juan Miguel a llamar. Otra vez Delfín, y dice que el niño había llegado con mucho sueño y que estaba durmiendo, que si quería que lo despertara. Juan Miguel responde: Correcto, eres responsable una vez más de que no pueda hablar con mi hijo.

Viernes 10 de marzo.

Llamó a las 4:50 de la tarde. Contesta Alfredo y dice que el niño no había llegado de la escuela. A las 5:50 de la tarde llamó nuevamente, Delfín tomó el teléfono, esperó unos segundos y cuando escuchó la voz de Juan Miguel le colgó. Seguidamente Juan Miguel intentó comunicarse una vez más. Esta vez Alfredo le dice que el niño se estaba bañando y que tenía que llamar a las 7:00 de la noche, que era la hora acordada. Juan Miguel responde que llevaba dos días llamando a las 7:00 de la noche y no podía hablar con el niño. (El Departamento de Estado le había informado a Juan Miguel el día 8 de marzo que a las 7:00 de la noche podía hablar con el niño diariamente sin límite de tiempo y que esto era de conocimiento de los familiares de Miami).

A las 6:30 de la tarde, Juan Miguel trata nuevamente de hablar con Elián. Alfredo, al salirle al teléfono, le dice con cruel ironía que aún no eran las 7:00 p.m. y que el niño estaba comiendo todavía.

A las 7:00 de la noche, por fin se hizo efectiva la comunicación con el niño, pero éste tuvo que mandar a callar a los que hacían ruidos a su alrededor. En un momento en que el niño se refería a su escuela en Cuba, colgaron la llamada y hubo que repetirla.

A las 7:20 de la noche de ese mismo día, al reiniciarse la conversación, se escuchó un ruido de voces alrededor del niño, e incluso comenzaron a tocar las teclas del teléfono. La llamada se cortó poco después hasta que, en un último intento, Juan Miguel pudo despedirse del niño con besos que éste le enviaba a él y en particular a su hermanito de meses, que conoció estaba ingresado ese día en una clínica.

Domingo 12 de marzo.

Juan Miguel llamó a las 7:00 de la noche. Daba timbre y no salía nadie. A las 8:45 de la noche, Mariela, la abuela, pudo establecer comunicación y le dijeron que el niño había llegado en ese instante y estaba durmiendo. Mariela les expresó que ellos debían tener al niño en la casa a las 7:00 de la noche, que era la hora establecida. Le respondieron que habían salido, y nada podían hacer. No pudieron los familiares hablar con el niño finalmente, a pesar de que era domingo.

Lunes 13 de marzo.

Llamó Juan Miguel a las 7:00 de la noche. Cuando respondió el niño, a los pocos minutos se escuchó a Marisleysis agitándolo por las tareas de la escuela e increpándolo porque ya llevaba media hora hablando. Ante tal agobio para Elián, Juan Miguel decidió despedirse a fin de evitar que lo presionaran aún más.

Los elementos más significativos de las conversaciones con el niño desde el 6 de marzo explican por sí solos las reales intenciones de quienes lo mantienen secuestrado:

Para mayor ilustración, copia textual del informe sobre lo ocurrido el 14 de marzo, cinco días después de la audiencia y seis después de que, a través de nuestra Sección de Intereses en Washington, "el Servicio de Inmigración y Naturalización le informó al Departamento de Estado que los familiares en Miami han acordado que el señor González puede llamar todas las noches a las 7:00 Hora del Este, hora en que Elián estará disponible para hablar con su padre."

Martes 14 de marzo.

Y por si fuera poca esta desagradable y triste historia en la que se le imposibilita al único padre sobreviviente de un niño una mínima e indispensable comunicación telefónica con él, ayer día 15, desde las 7:00 hasta las 8:40 de la noche Juan Miguel trató infructuosamente de comunicarse con Elián. Todo el tiempo dio timbre el teléfono y no respondió nadie. Sólo en una ocasión, a las 8:20 de la noche exactamente, el teléfono parecía ocupado. Una vez más impidieron que Juan Miguel hablara con su hijo.
 

(Editorial publicado en Granma el 16.3.2000)