BATALLA DE IDEAS
Editorial
Como era
de esperarse, el 20 de mayo el señor Bush lanzó su virulento brulote contra
Cuba desde Washington y Miami. En esa
misma fecha, sacaron de sus horarios habituales su emisora subversiva de
televisión y la ubicaron en el horario de nuestras Mesas Redondas. Anunciaron más gastos, medidas y
tecnologías para sembrar veneno en nuestro país.
Días
antes, el 6 de mayo, habían lanzado ya, a través de un Subsecretario de Estado,
la malvada calumnia de que en Cuba se desarrollaba un programa de armas
biológicas.
Ayer, 21
de mayo, en horas del mediodía, divulgaron el Informe Anual del Departamento de
Estado, en el que, como en otros muchos temas, juzgan y deciden quiénes en el
mundo patrocinan el terrorismo, apoyan el narcotráfico, violan los derechos
humanos, etcétera, etcétera, etcétera.
Como es
habitual, incluyeron deportivamente a nuestro país en una lista de países que
apoyan el terrorismo. No se trata, sin
embargo, de un año y un deporte cualquiera.
Hace apenas unos meses, el pueblo norteamericano fue víctima de un
brutal crimen de este carácter. Si a
esto se une la repetida y arbitraria inclusión de Cuba en tal lista para
inducir temor y antipatía en los ciudadanos norteamericanos hacia nuestro país,
se puede apreciar cuán cínica e irresponsable puede ser la actuación de la
mafia ignorante y siniestra que goza de la mayor influencia en el círculo
íntimo del Presidente de Estados Unidos.
De tal modo era groseramente mentirosa y endeble la calumnia sobre armas
biológicas, que algunos altos funcionarios del gobierno tuvieron la sensatez de
apartarse discretamente de la estúpida falacia. Toda una peligrosa guerra política relámpago estilo nazi desatada
contra Cuba, creyendo los muy tontos que nos sorprenderían y aturdirían.
Al señor
Bush se le pudo ver por las pantallas de televisión en Miami: rostro colérico, cara de malo, muecas
extrañas. Parecía alguien con ganas de
matar, no se sabe a quién o a quiénes.
Hablaba y frenaba. Quería añadir
y se detenía. Usaba frases amenazantes,
pretendiendo tal vez infundir miedo en quienes sabe de sobra, o
debiera saberlo, que jamás se inmutarán frente al insulto grosero, la furia
rabiosa y las armas asesinas de un poderoso emperador con el dedo en el
gatillo. Sólo faltaba la espuma en la
imagen televisiva de los labios del señor Bush.
El
público histérico, de apátridas, mercenarios, malversadores de ayer y de hoy,
de modo especial terroristas que han sembrado luto y muerte en el seno de
nuestro pueblo a lo largo de más de 40 años, que aplaudía frenéticamente cuanta
frase amenazante se pronunciaba contra nuestro país y a la promesa de ser duros
con Cuba, mantener y arreciar el bloqueo económico, provocó repugnancia y asco
en nuestro heroico pueblo, más unido y dispuesto que nunca a luchar.
Los
argumentos, engaños, trucos, demagogia, mentiras y calumnias del señor Bush
serán demolidos uno a uno.
No
importa cuántos días se prolongue este duro combate de nuestra larga
lucha. Estamos envueltos en el fragor
de una gran batalla de ideas, en una lucha sin precedentes entre la verdad y la
mentira, la ignorancia y los conocimientos políticos e históricos, la cultura y
la barbarie, la ética y la ausencia total de principios y valores morales, la
honestidad y el cinismo; entre la
opresión y la liberación, la justicia y la injusticia, la igualdad y la
desigualdad, las pesadillas del pasado y los sueños del futuro, la destrucción
y la preservación de la naturaleza, el exterminio y la supervivencia de nuestra
especie.
El 19 de
mayo, día de su caída en combate, se montó guardia permanente ante la tumba de
Martí. Y para todos los tiempos.
¡No
existe ni existirá fuerza en el mundo que nos haga desistir, abandonar o
traicionar nuestras nobles causas!
Y sin que
nada nos aparte del camino, continuaremos siendo inconmovibles amigos y aliados
del pueblo de Estados Unidos y de cualquier otro pueblo del mundo en la lucha
contra el terrorismo.
22
mayo del 2002