Los escritores y artistas cubanos contra el fascismo.

 

Declaración del Consejo Nacional de la UNEAC

 

El Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba se reúne en momentos dramáticos y en extremo peligrosos para la humanidad, cuando el fascismo resurge con la pretensión de ejercer su brutal dominio sobre el planeta. La guerra de conquista desatada contra el pueblo de Irak, con absoluto desprecio de la opinión pública mundial y de la comunidad de naciones, recuerda la intervención fascista en España, en 1936, que constituyó el preludio de la II Guerra Mundial.

En aquellos días infaustos, el fascismo probó sus armas de exterminio en sitios como Guernica e inició una larga escalada que culminaría en la invasión a Polonia y en una contienda que costó 50 millones de vidas y la destrucción y la ruina de continentes enteros. Estamos hoy ante un peligro mucho más grave porque este retorno del fascismo a escala universal no tiene, como entonces, opositores armados ni muro de contención alguno, y su maquinaria bélica alcanza un poder devastador, capaz de destruir a cualquier país en cuestión de minutos.

Con la invasión a Irak, el gobierno de Estados Unidos ha desconocido abiertamente los principios de convivencia entre las naciones y la propia Carta de San Francisco, que fundó la esperanza en un orden justo, equilibrado y pacífico en el sistema de la Organización de Naciones Unidas. Se impone un criterio intervencionista que viola todos los acuerdos en materia de derecho internacional y pretende arrasar con los principios irrenunciables de soberanía y autodeterminación. También en su momento, con propósitos similares, la Alemania Nazi, abandonó la Liga de las Naciones. Se trata, como se ha dicho con razón, de la sustitución fatídica del imperio de la ley por la ley del imperio.

En esta agresión, vemos, perfectamente articuladas, las teorías fascistas de la guerra preventiva y la guerra relámpago, a las que se añade un poderoso sistema de propaganda y desinformación. Sin duda, el legado de Goebbels también está presente en el neofascismo.

Su maquinaria propagandística repite acusaciones de forma deliberada, sin exhibir jamás ninguna prueba; presenta a las fuerzas del imperio como "liberadoras" y como "coalición"; anuncia el carácter "democrático" de la administración colonial que se impondrá; utiliza de forma repugnante la llamada "ayuda humanitaria" y se propone dejar sin rostro, sin cultura o moral a las víctimas, mostrando una imagen aséptica de la masacre con el bloqueo sistemático de la información, de modo que la sangre, la muerte de miles de civiles, las propias bajas de los atacantes y la resistencia a la invasión no sean visibles ni juzgables por el pueblo norteamericano y la opinión pública mundial.

La manipulación informativa se nutre de aberraciones teóricas como la del supuesto choque de civilizaciones, y el esquema de civilización contra barbarie, máscaras del racismo que han acompañado desde sus inicios a las guerras de conquista y colonización.

Esta maquinaria inunda el planeta cotidianamente con un reiterado mensaje sobre la superioridad de los Estados Unidos y el papel mesiánico, de salvadores de la humanidad, que les atribuye, complementándolo con una visión caricaturesca y xenófoba del Otro y en especial del Tercer Mundo. Al propio tiempo insiste con énfasis particular en la manipulación de la historia, evidente, por ejemplo, en los intentos de borrar el llamado síndrome de Vietnam de la memoria de los norteamericanos.

Sin embargo, a pesar de la enorme influencia de la guerra mediática, crece hoy una nueva conciencia antibélica y antiimperialista en la humanidad, que empezó a manifestarse desde el anuncio y la preparación del genocidio contra el pueblo de Irak, y tiene un digno antecedente en el manifiesto "No en nuestro nombre", firmado por miles de los más destacados artistas e intelectuales estadounidenses. Es justo recordar que la UNEAC celebró el 4 de julio el pasado año con la intención de subrayar que la cultura norteamericana y su pueblo nada tienen que ver con las atrocidades del gobierno que padecen.

Saludamos también otros documentos que se han publicado en distintos países con semejante intención, como "Contra la barbarie" y "Manifiesto del Comité Internacional de Intelectuales contra la Guerra", emitidos respectivamente por colegas europeos y latinoamericanos, que expresan la rebeldía, lucidez y espíritu de justicia de los hombres y mujeres de la cultura. Hoy como nunca antes los pueblos han tomado las calles para condenar el monstruoso crimen. Esta conmoción ha provocado que los intelectuales recuperen su lugar en la sociedad y participen de esta reactivación de la conducta cívica y humanista de sus pueblos. Se trata de uno de los hechos más notables en estos días convulsos en los que se debaten problemas de vida o muerte para la especie humana.

Los trágicos y repudiables sucesos del 11 de septiembre de 2001 han sido convertidos en pretexto para implantar una política preconcebida de dominación y saqueo universales.

La presunta lucha contra el terrorismo ha facilitado un despliegue sin precedentes en armas y recursos, un espléndido negocio que fue siempre el sueño del complejo militar industrial.

La guerra en Iraq es un fenómeno a escala mundial, que ocurre hoy allí y mañana en cualquier otro sitio. El programa expansionista que fundamenta esta agresión fue elaborado por la ultraderecha norteamericana, heredera del pensamiento de aquellos que en su época denunció con asombrosa visión histórica José Martí. Estamos ante un despojo de territorios y de la riqueza de otros pueblos, aún peor que en la época del colonialismo, con las armas más sofisticadas del siglo XXI, en manos de la mayor potencia imperial que ha existido jamás.

Asistimos al siniestro propósito de imponer una tiranía mundial neofascista que garantice a la superpotencia imperial el control de los mercados, materias primas, fuentes energéticas, industrias y servicios fundamentales del planeta.

Los escritores y artistas cubanos, como ya hicimos en el reciente taller "No a la guerra" llamamos a los hombres y mujeres de buena voluntad a sumarse a un frente antifascista, coincidiendo con antecedentes tan nobles como el Congreso en Defensa de la Cultura que se celebró bajo las bombas en la España de 1937.

Si a principios del siglo XIX Simón Bolívar reparó en que los Estados Unidos parecían destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad, ahora esa amenaza se cierne sobre todas las regiones del planeta. Combatirla con todas nuestras fuerzas es un irrenunciable deber. Sembrar ideas, sembrar conciencia, como fue proclamado en el aniversario 150 de José Martí, debe ser nuestra tarea primordial.

La Habana, 12 de abril de 2003