DECLARACIÓN DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
"Dignidad y firmeza frente a la creciente hostilidad y arrogancia del Imperio"
Desde su llegada a la Casa Blanca, el Presidente norteamericano, George W. Bush, ha dado muestras inequívocas de su compromiso con una política extravagante y agresiva contra Cuba, con el objetivo de complacer los criminales reclamos de la mafia terrorista de Miami. La Casa Blanca paga de esta forma el fraude y los trucos escandalosos de esa mafia en los comicios presidenciales del año 2000, que impidieron la votación de decenas de miles de votantes afronorteamericanos y lograron detener el recuento de los votos en dos condados del Estado de la Florida.
El recrudecimiento del criminal bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba; el incremento de la actividad subversiva de la Sección de Intereses norteamericana en La Habana y el renovado apoyo a la contrarrevolución que incluye la asignación de más de 30 millones de dólares aprobados por la USAID para estos fines; la arbitraria e injustificada ubicación de Cuba en todas las "listas negras" de los Estados Unidos, incluidas las más groseras y mentirosas, con las cuales el imperio intenta calumniar, juzgar e interferir en los asuntos internos del resto del mundo; las irresponsables expulsiones de diplomáticos cubanos y las nuevas limitaciones a nuestras misiones en Washington y Nueva York; la violación flagrante de los acuerdos migratorios, con la persistencia de la Ley asesina de Ajuste Cubano y la política de "pies mojados-pies secos"; y el incremento de la agresión radioelectrónica contra nuestro país, sin excluir el uso de satélites y aviones militares, han sido algunas de las decisiones anticubanas con las que la Administración Bush ha impuesto un mayor deterioro a los vínculos bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos, ya seriamente afectados por 44 años de hostilidad y agresión.
A esta brutal escalada anticubana, habría que añadir las acciones represivas que se han desarrollado contra la propia población estadounidense, tales como la eliminación de licencias a universidades y centros académicos que organizaban visitas a nuestro país, el aumento de las restricciones para viajar a Cuba, y el exponencial incremento de las personas que han sido multadas y sancionadas por el insólito "delito" de ejercer su derecho a viajar libremente a nuestro país.
Por si todo esto fuera poco, el pasado 10 de octubre, fiel al oportunismo que ha caracterizado su política hacia Cuba, el Presidente norteamericano, en el marco de un discurso caracterizado por una cínica retórica anticubana, anunció nuevas acciones punitivas contra nuestro país.
Entre las medidas anunciadas por el Presidente Bush en su discurso, destacan las siguientes:
Como era de esperar, durante su diatriba el Presidente norteamericano dedicó especial énfasis a reiterar su irrestricto compromiso con la criminal política de bloqueo a Cuba.
También anunció que fortalecería los procedimientos para "favorecer la emigración legal de Cuba hacia los Estados Unidos". Por supuesto, nada mencionó sobre la eliminación de la Ley asesina de Ajuste Cubano, ni de la irracional política de "pies mojados-pies secos", principales estímulos a la emigración ilegal y al uso de la violencia para intentar emigrar desde nuestro país hacia los Estados Unidos.
En el contexto de las mentirosas y repugnantes acusaciones realizadas por el Presidente norteamericano en el marco de este ejercicio electorero, mención especial merecen las falaces referencias hechas con relación al supuesto comercio sexual ilícito que, según el señor Bush, florece en nuestro país fomentado por el Gobierno cubano.
Evidentemente, el Presidente norteamericano desconoce que Cuba ha demostrado, como pocos países en el mundo, ser un ejemplo en la defensa y protección de sus niños, jóvenes y mujeres, cuestión que ha sido reconocida ampliamente por la Organización de las Naciones Unidas. Desconoce el señor Bush, seguramente, que la protección de la niñez y la juventud para Cuba es un imperativo moral y de principios, y que en Cuba no se tolera, ni se tolerará jamás, acciones que propicien o estimulen la explotación, el tráfico o el abuso sexual de nuestros niños y jóvenes.
Sería mejor que el Presidente estadounidense dejara de mentir sobre Cuba y se ocupara de los serios problemas de drogadicción, violencia, pobreza y falta de asistencia social que afectan a la juventud y a la niñez en los Estados Unidos.
Las "celebraciones" del Presidente Bush los días 20 de mayo ya constituían señales inequívocas de su total desconocimiento de la historia de Cuba y del significado que para los cubanos tienen la dignidad y el decoro. Sin embargo, haber seleccionado el 10 de octubre para hacer estos anuncios, más que desconocimiento, evidencia el desprecio tan grande que el gobierno norteamericano y el Presidente Bush, personalmente, sienten hacia nuestro pueblo.
Estas nuevas medidas anticubanas, más allá de la retórica tradicional y del inocultable tufo electoral de su objetivo, muestran claramente el compromiso ilimitado del Gobierno norteamericano con los sectores cubanoamericanos de extrema derecha y su obsesión por destruir el ejemplo que representa la Revolución cubana.
Estas acciones intentan también, vanamente, neutralizar el creciente aislamiento y la condena internacional a la política norteamericana contra Cuba, y el amplio cuestionamiento que, dentro de los propios Estados Unidos, encuentra la hostilidad del gobierno norteamericano hacia nuestro país.
Difícilmente se pueda superar el historial anticubano de la actual Administración norteamericana. Cualquier inventario de las acciones agresivas desarrolladas contra Cuba demuestra hasta qué límites ha llegado el endurecimiento de la política norteamericana y hasta qué grado se ha impuesto la tendencia política que aboga abiertamente por la confrontación, sin importar cuales sean los medios o métodos que se apliquen para ello, ni las consecuencias que podría tener para los pueblos cubano y norteamericano.
Esta escalada de agresiones y provocaciones contrasta con la posición de Cuba, que ha demostrado, con múltiples hechos, su disposición y voluntad de trabajar por la mejoría de las relaciones bilaterales entre ambos países y por promover las relaciones entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos.
Cuba denuncia ante la opinión pública internacional, una vez más, estas nuevas provocaciones y acciones agresivas del gobierno neofascista norteamericano que, como ha quedado evidenciado en las propias palabras del Presidente Bush, forman parte de un plan para intentar derrocar a la Revolución cubana.
Cuba constituye un referente moral y político imposible de soportar por el gobierno norteamericano y por los grupos terroristas radicados en el sur de la Florida que, obsesionados con poner fin al ejemplo de dignidad y justicia social que la Revolución cubana encarna, se adentran en cursos de acción cada día más peligrosos y provocadores.
Ante el fracaso de más de 40 años de guerra económica y política; de la aplicación de un bloqueo que no tiene igual en la historia de la humanidad; de sanciones y medidas draconianas que han hecho sufrir tremendamente al pueblo cubano, el gobierno norteamericano se apresta ahora a tomar medidas aún más fuertes contra Cuba.
La sed de venganza y el odio de la mafia terrorista de Miami son infinitos y estamos seguros de que proseguirá su chantaje electoral reclamando otras acciones contra Cuba. No nos extrañaría que nuevas agresiones se gesten contra nuestro país en la medida que nos acercamos a noviembre del 2004. Ante esta posibilidad, nuestra única alternativa es y será más confianza en nuestros principios, en la fortaleza de la Revolución, en el socialismo y en Fidel.
Con la arrogancia y la prepotencia que lo caracteriza, el Presidente Bush señaló en su discurso que "Cuba no cambiará por sí misma, pero Cuba tiene que cambiar". El Presidente de los Estados Unidos debe saber que sus palabras no atemorizan a nadie en este país. Hace 44 años decidimos emprender el difícil pero a la vez digno camino de la soberanía y la independencia, y no vamos a renunciar a él.
La "transición" soñada por Bush y sus acólitos de la mafia de Miami no ocurrirá nunca en Cuba. Nuestro país está en transición, sí, pero es una transición hacia más Revolución, hacia una sociedad más justa, hacia una sociedad donde hombres y mujeres alcanzarán el desarrollo pleno que sólo puede ofrecer el socialismo.
Nadie debe equivocarse, ni los enemigos en el exterior, ni sus desprestigiados mercenarios locales. Cuba tiene toda la capacidad y disposición para enfrentar y vencer con inteligencia, madurez, firmeza y coraje, y en cualquier terreno, como lo hizo hasta hoy, esta u otras extravagancias y escaladas agresivas.
El señor Bush debe saber que cada agresión contra nuestro país se estrellará, como siempre, contra la dignidad, la firmeza y la entereza del pueblo de Cuba.
La Habana, 13 de octubre del 2003