LAS IDEAS VENCERÁN A LAS ARMAS

Editorial publicado en el periódico Granma

Hoy a las 9:00 a.m., hora de Cuba, se reanudará la batalla en Ginebra. El enemigo cuenta con ventaja numérica difícil de alcanzar, constituida por la suma de los votos de los siguientes grupos de países:

Estados Unidos y Canadá, la superpotencia hegemónica y un vecino rico, relativamente pacífico, pero totalmente dependiente de aquél en lo económico, y en riesgo de ser desintegrado y absorbido por el agresivo y voraz sistema imperial con el cual se ve obligado a convivir;

La Europa de la OTAN y la Comunidad Económica, varios de cuyos Estados apoyaron militarmente la guerra de conquista en Iraq, a pesar de que la misma les arrebata casi por completo el escaso control del petróleo del Golfo Pérsico y del Medio Oriente de que podían disponer;

Un grupo de los antiguos países socialistas de Europa, recién ingresados en la OTAN y en la Comunidad Económica, de conducta repugnante y particularmente agresiva contra todo lo que huela a socialismo, al servicio incondicional de la superpotencia;

Miserables títeres latinoamericanos como los gobiernos de Perú, Uruguay y Costa Rica, modelos de abyección y traición;

México y Chile, según se afirma, cuyos gobiernos no harán jamás nada para evitar la anexión y absorción de nuestro hemisferio por Estados Unidos a través de acuerdos bilaterales de libre comercio, el TLC y el ALCA;

Por último, los gobiernos de un grupo de países del Tercer Mundo en situación económica extremadamente crítica, que apenas disponen de margen alguno para resistir las terribles presiones y amenazas de los amos del mundo. En esta sucia tarea cooperan antiguas potencias coloniales de la dividida y humillada Europa.

La superpotencia, destruyendo virtualmente la autoridad y las prerrogativas de las Naciones Unidas, desató una guerra no contra un gobierno al que no tenía derecho a atacar, pasando por encima del Consejo de Seguridad, sino contra un pueblo y su territorio, poseedor de la tercera reserva mundial de hidrocarburos, una nación, una cultura, una religión, utilizando armas sofisticadas, potentes y mortíferas, incluidas algunas prohibidas por su enorme crueldad, como las bombas de racimos, dejando millares de víctimas, muchas de ellas familias enteras, mujeres y niños, con heridas, mutilaciones y muertes atroces, cuyas imágenes han sido vistas por miles de millones de personas y han originado las mayores protestas que han tenido lugar en el mundo, de modo especial en las propias ciudades de Estados Unidos.

Aun cuando tal hecho ha lesionado considerablemente el prestigio y la autoridad de la superpotencia, ésta cuenta todavía con aliados y cómplices suficientes para imponer infames proyectos en una institución que se titula Comisión de Derechos Humanos, pese a la oposición de países como China e India y los de regiones enteras donde vive el 80 por ciento de los habitantes del mundo, entre ellos los más pobres y olvidados del planeta.

Fuere cual fuese el resultado final de la sesión de hoy, nuestro pueblo, con su valor y su firmeza, el apoyo de lo que más vale y brilla entre los dirigentes del mundo y el aliento de las fuerzas verdaderamente revolucionarias y progresistas, ha obtenido ya en este enfrentamiento una histórica victoria en su batalla de ideas contra los que desde el gigantesco poder de la gran nación cuyo gobierno han usurpado, tratan de imponer al resto de los países una tiranía mundial fascista, como fue denunciado el pasado 12 de abril por la totalidad de más de 400 líderes y representantes de la intelectualidad cubana, reunidos en el Consejo Nacional Ampliado de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en su llamado a los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo a la creación de un Frente Internacional Antifascista.

Las condiciones han ido madurando aceleradamente y son propicias para el surgimiento de la conciencia indispensable que hará posible preservar a la humanidad de los mortales peligros que la amenazan.

La batalla en Ginebra demuestra que las ideas pueden y deben vencer a las armas para que un mundo mejor sea posible.

Las decenas de miles de intelectuales y artistas norteamericanos que suscribieron el manifiesto "No en nuestro nombre", es una prueba de que en las primeras filas entre los luchadores por un mundo mejor estarán sin duda los hijos del noble pueblo de Estados Unidos.

Abril 17 del 2003