NOTA OFICIAL
Un artículo del New York Times informaba ayer que el presidente Bush estaba considerando una serie de pasos para castigar al gobierno de Cuba. "Entre los más drásticos" --se afirma textualmente—"está la posibilidad de suspender los pagos en efectivo a familiares en Cuba, una ayuda esencial para millones de cubanos, o la suspensión de los vuelos directos a la isla, dijeron los funcionarios."
"El presidente Bush probablemente hará una declaración pública pronto acerca de las medidas represivas", afirma el artículo.
"Funcionarios de la administración declararon que están preparando un surtido de opciones para el Presidente, y que aún no se ha tomado una decisión final. Las sanciones más severas entrañan la restricción o eliminación de las transferencias de dinero en efectivo, llamadas remesas, a amigos o familiares en la isla. Estas remesas, enviadas fundamentalmente por exiliados del sur de la Florida, son vitales para millones de cubanos y, calculadas en cifras hasta de mil millones de dólares, son un puntal para la economía cubana.
"También está siendo considerada la limitación del número de norteamericanos que viajan a Cuba" –continúa el artículo—"mediante la cancelación de los vuelos charter directos entre los dos países. Miles de viajeros, principalmente cubano-norteamericanos que viajan a visitar a sus familiares, utilizan todos los meses los vuelos charter que salen de Miami, Nueva York y otras ciudades."
Tal vez las personas beneficiadas por las remesas no sean millones, como se afirma en el artículo, pero sí muchos cientos de miles de núcleos familiares o personas cuyo número individual es difícil de precisar con exactitud. En un principio esta ayuda familiar beneficiaba únicamente a los que tenían vínculos familiares con residentes en Estados Unidos y otros países, que podían adquirir productos en las tiendas de divisas o cambiar dólares por pesos cubanos para comprar en tiendas, agromercados y otras instalaciones de productos o servicios. Hoy la posibilidad de comprar o vender dólares y pesos cubanos equivalentes a dólares la tienen todos los ciudadanos en las casas de cambio del Banco Central, lo cual ha significado un progreso importante.
El Presidente de Estados Unidos y sus asesores de la mafia de Miami, amigos íntimos a los que agradece su elección mediante el fraude escandaloso que estos llevaron a cabo, parten de la idea de que las remesas y los viajes a Cuba para ayudar o visitar a familiares deben ser prohibidos. Esgrimen la teoría de que esto significa cientos de millones de dólares para la economía cubana. Algunos incluso hablan de mil millones. La gran realidad es que con un dólar en Cuba las personas que reciben remesas pueden adquirir alimentos y otros productos esenciales en cantidades superiores a las que recibirían en cualquier otra parte del mundo. Pueden citarse varios ejemplos: un núcleo familiar con un niño de hasta siete años, que reciba un dólar, con el cambio de 26 pesos por un dólar, puede adquirir 104 litros de leche, que en nuestro país cuesta para esos niños 25 centavos de peso, es decir, menos de un centavo de dólar, mientras la materia prima en el mercado mundial varía entre 15 y 20 centavos de dólar por litro, es decir, de quince a veinte veces más. Del mismo modo puede adquirir por cuotas en el mercado normado más de cien libras de arroz por un dólar, cuyo precio en moneda nacional es de 25 centavos la libra. Lo mismo ocurre con los frijoles, el pan y otros muchos alimentos. Los medicamentos que se adquieren en las farmacias se pagan en la misma moneda a la mitad del precio que tenían hace más de 40 años; los que se usan en hospitales se reciben de forma absolutamente gratuita. La recreación es casi gratuita. Un buen partido de pelota, que se paga en pesos, cuesta alrededor de 500 veces menos que en Estados Unidos. Con un dólar que reciba un ciudadano, puede presenciar 26 partidos de pelota, que en Estados Unidos cuesta 20 dólares por partido, un número de funciones de teatro o de cine, que varían entre 5 y 26 veces por un dólar; en Estados Unidos cuestan entre 10 y 12 dólares cada función. Estas cifras son aproximadas y pueden variar de una instalación o de una ciudad a otra. En Cuba el 85 por ciento de las viviendas son propiedad del núcleo familiar en virtud de las leyes revolucionarias, y no pagan ni un solo centavo de alquiler ni impuesto alguno; el 15 por ciento restante de la población paga sólo un alquiler simbólico que no rebasa el equivalente a cuatro dólares al mes; por la electricidad, un promedio de medio centavo el kilowatt; servicios de educación y de salud, absolutamente gratuitos para toda la población, y con el gasto de sólo 20 centavos de dólar en material impreso y gasto eléctrico, pueden recibir un excelente curso de 160 horas de idioma inglés por televisión.
Esto es posible porque el Estado en Cuba subsidia cada año con más de 500 millones de dólares los alimentos esenciales que se importan, y con muchos miles de millones de pesos servicios vitales que se prestan gratuitamente a toda la población, incluyendo a los que reciben remesas en dólares.
Estos datos relacionados con los alimentos y servicios que pueden adquirirse a los precios mencionados, sirven para demostrar de cuántas cosas privan a un núcleo familiar o a un ciudadano cubano si se prohíbe a familiares suyos residentes en Estados Unidos enviarles un solo dólar. Durante más de 30 años no se admitió la remisión de fondos desde el exterior a familiares en Cuba por constituir un privilegio que no podía disfrutar la gran mayoría de la población. Tampoco se autorizaban las visitas a Cuba de familiares residentes en Estados Unidos dados los riesgos que implicaban para la seguridad de un país que había sido víctima de miles de actos de sabotaje, terrorismo, espionaje, subversión, planes de atentados, y otras actividades similares, que iban desde la invasión de Girón hace 42 años hasta los recientes ataques terroristas contra hoteles e instalaciones turísticas, con empleo de ciudadanos cubanos residentes en Estados Unidos.
En determinado momento, la fortaleza, madurez y experiencia de la Revolución permitieron flexibilizar la política seguida durante decenas de años. Es curioso que sea ahora el gobierno de ese país quien acaricie la idea de prohibirlo para castigar a Cuba. Más de cuatro décadas de Revolución han demostrado que nuestro país es capaz de enfrentar cualquier amenaza y derrotar siniestros planes en cualquier sentido. Nada puede ser más duro que 44 años de criminal bloqueo y guerra económica, derrumbe del campo socialista y desintegración de la URSS, período especial, Ley Torriceli, Ley Helms-Burton, Ley asesina de Ajuste Cubano vigente desde 1966, ataques biológicos a plantas y rebaños. Todo lo hemos enfrentado sin que nada pueda impedir nuestro desarrollo social, que sitúa a Cuba en lugares cimeros, por encima de muchos países desarrollados. Sean cuales fueren los planes de castigo en el terreno económico, le quedan al gobierno de Estados Unidos muy pocas armas en el arsenal de acciones que pueda realizar contra Cuba. Todas las posibles están previstas y serán enfrentadas. Los castigados serán muchos núcleos familiares que han adaptado sus vidas al standard económico y los considerables beneficios que en las condiciones de Cuba les propician pequeñas remesas, como ya se demostró con datos irrefutables, o lo que es peor, muchas personas, en su mayoría de la tercera edad, que dependen de esas remesas. La economía cubana y sus servicios sociales pueden resistir la suspensión de los supuestamente grandiosos beneficios de tales remesas, o de los vuelos charters o cualquier otra medida, incluida la suspensión de las ventas de alimentos que, sin recibir el más mínimo crédito bancario hemos adquirido alimentos que se elevan ya a más de 300 millones de dólares, sin dejar de pagar hasta el último centavo y sin un segundo de atraso. Tal medida sólo serviría para demostrar que Estados Unidos, por causas estrictamente políticas, no es un abastecedor seguro y confiable de alimentos. Ello limitó nuestras compras, que sin embargo crecieron a elevado ritmo dada la eficiencia y seriedad de los agricultores norteamericanos. Si hubiésemos contado con financiamiento, entonces el daño sería de más consideración.
Las dificultades de prohibir las remesas y los viajes a Cuba, afectando a un incalculable número de personas tanto en Cuba como en Estados Unidos, serán para el gobierno de ese país. Los afectados harán por sus familiares lo que esté a su alcance, a fin de impedir que sus más elementales vínculos y relaciones sean tan injusta y arbitrariamente sacrificados.
Cuba, donde no existe un solo ciudadano abandonado, será capaz incluso de amparar a los que por tan inhumana política necesiten ayuda de la Revolución.
Las advertencias, en lenguaje amenazante, de que no tolerarán éxodos de balseros se contradicen totalmente con el estímulo colosal que las autoridades de ese país han ofrecido a secuestradores de naves aéreas y marítimas cubanas, que usaron armas de fuego o métodos similares a los que, con armas blancas en el cuello de pilotos y tripulantes, lanzaron aviones repletos de personas inocentes contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono.
Más del 90 por ciento de los emigrantes ilegales llegan a través de lanchas rápidas de traficantes de migrantes residentes en territorio norteamericano, que van y vienen a su antojo impunemente entre Estados Unidos y Cuba, lo que unido a la absurda y criminal Ley de Ajuste Cubano, y la ambición de los traficantes que cargan dos o tres veces más personas de lo que permite la capacidad de las embarcaciones, ha provocado la muerte de gran número de personas.
Es evidente que los premios y privilegios que concede el gobierno de Estados Unidos a delincuentes que con métodos terroristas secuestran aviones y barcos, en nada contribuyen a la emigración legal y ordenada con la que Estados Unidos se comprometió. Tampoco contribuyen las infames calumnias contra Cuba por las medidas enérgicas que de forma absolutamente legal Cuba se vio obligada a tomar para evitar una ola de secuestros de aviones y embarcaciones de pasajeros.
Las presuntas medidas que se anuncian de prohibir vuelos y remesas estimularían igualmente la emigración ilegal, de la que en nada se podría culpar a Cuba, que cumple estrictamente las obligaciones que le corresponden en los acuerdos migratorios, sin una sola excepción.
Es verdaderamente absurdo y contradictorio que Estados Unidos lance amenazas relacionadas con éxodos masivos contra un país que, como Cuba, reiteradamente ha propuesto un acuerdo de cooperación para la lucha contra el tráfico de migrantes, que el gobierno de Estados Unidos ni siquiera se ha dignado considerar.
Esperaremos los pronunciamientos y las medidas punitivas que se anuncian. Mientras tanto, tratamos de adivinar y usar la imaginación para enfrentar exitosamente, con dignidad, firmeza y eficacia cualquier forma de hostilidad y agresión, como la Revolución Cubana ha hecho durante más de cuatro décadas.
18 de abril del 2003
1:40 a.m.