Mandela ha muerto
¿Por qué ocultar la verdad sobre
el Apartheid?
Por: Fidel Castro
Quizás
el imperio creyó que nuestro pueblo no haría honor a su palabra cuando, en días
inciertos del pasado siglo, afirmamos que si incluso
La
guerra es, por otro lado, la única actividad a lo largo de la historia que el
género humano nunca ha sido capaz de evitar; lo que llevó a Einstein a
responder que no sabía cómo sería
Sumados
los medios disponibles por las dos más poderosas potencias, Estados Unidos y
Rusia, disponen de más de 20 000 —veinte mil— ojivas nucleares. La humanidad
debiera conocer bien que, tres días después de la asunción de John F. Kennedy a
la presidencia de su país, el 20 de enero de 1961, un bombardero B-52 de
Estados Unidos, en vuelo de rutina, que transportaba
dos bombas atómicas con una capacidad destructiva 260 veces superior a la utilizada
en Hiroshima, sufrió un accidente que precipitó el aparato hacia tierra. En
tales casos, equipos automáticos sofisticados aplican medidas que impiden el
estallido de las bombas. La primera cayó a tierra sin riesgo alguno; la segunda,
de los 4 mecanismos, tres fallaron, y el cuarto, en estado crítico, apenas
funcionó; la bomba por puro azar no estalló.
Ningún
acontecimiento presente o pasado que yo recuerde o haya oído mencionar, como la
muerte de Mandela, impactó tanto a la opinión pública mundial; y no por sus
riquezas, sino por la calidad humana y la nobleza de sus sentimientos e ideas.
A
lo largo de la historia, hasta hace apenas un siglo y medio, y antes de que las
máquinas y robots, a un costo mínimo de energías, se ocuparan de nuestras modestas
tareas, no existían ninguno de los fenómenos que hoy conmueven a la humanidad y
rigen inexorablemente a cada una de las personas: hombres o mujeres, niños y
ancianos, jóvenes y adultos, agricultores y obreros fabriles, manuales o
intelectuales. La tendencia dominante es la de instalarse en las ciudades,
donde la creación de empleos, transporte y condiciones elementales de vida,
demandan enormes inversiones en detrimento de la producción alimentaria y otras
formas de vida más razonables.
Tres
potencias han hecho descender artefactos en
Millones
de científicos investigan materias y radiaciones en
Los
fraternales sentimientos de hermandad profunda entre el pueblo cubano y la
patria de Nelson Mandela nacieron de un hecho que ni siquiera ha sido
mencionado, y de lo cual no habíamos dicho una palabra a lo largo de muchos
años; Mandela, porque era un apóstol de la paz y no deseaba lastimar a nadie.
Cuba, porque jamás realizó acción alguna en busca de gloria o prestigio.
Cuando
Las
revoluciones sociales conmovían los cimientos del viejo orden. Los pobladores
del planeta, en 1960, alcanzaban ya los 3 mil millones de habitantes. Parejamente
creció el poder de las grandes empresas transnacionales, casi todas en manos de
Estados Unidos, cuya moneda, apoyada en el monopolio del oro y la industria
intacta por la lejanía de los frentes de batalla, se hizo dueña de la economía
mundial. Richard Nixon derogó unilateralmente el respaldo de su moneda en oro,
y las empresas de su país se apoderaron de los principales recursos y materias
primas del planeta, que adquirieron con papeles.
Hasta
aquí no hay nada que no se conozca.
Pero,
¿por qué se pretende ocultar que el régimen del Apartheid, que tanto hizo
sufrir al África e indignó a la inmensa mayoría de las naciones del mundo, era
fruto de
Nuestro
pueblo, que había sido cedido por España a Estados Unidos tras la heroica lucha
durante más de 30 años, nunca se resignó al régimen esclavista que le
impusieron durante casi 500 años.
De
Namibia, ocupada por Sudáfrica, partieron en 1975 las tropas racistas apoyadas
por tanques ligeros con cañones de 90 milímetros que penetraron más de mil
kilómetros hasta las proximidades de Luanda, donde un Batallón de Tropas
Especiales cubanas—enviadas por aire— y varias tripulaciones también cubanas de
tanques soviéticos que estaban allí sin personal, las pudo contener. Eso
ocurrió en noviembre de 1975, 13 años antes de
Ya
dije que nada hacíamos en busca de prestigio o beneficio alguno. Pero constituye
un hecho muy real que Mandela fue un hombre íntegro, revolucionario profundo y
radicalmente socialista, que con gran estoicismo soportó 27 años de
encarcelamiento solitario. Yo no dejaba de admirar su honradez, su modestia y su
enorme mérito.
Cuba
cumplía sus deberes internacionalistas rigurosamente. Defendía puntos claves y
entrenaba cada año a miles de combatientes angolanos en el manejo de las armas.
El
enemigo avanzaba tras las fuerzas de varias brigadas angolanas, golpeadas en
las proximidades del objetivo adonde eran enviadas, a
En
ese instante crítico el Presidente de Angola solicitó el apoyo de las tropas
cubanas. El Jefe de nuestras fuerzas en el Sur, General Leopoldo Cintra
Frías, nos comunicó la solicitud, algo
que solía ser habitual. Nuestra respuesta firme fue que prestaríamos ese apoyo
si todas las fuerzas y equipos angolanos de ese frente se subordinaban al mando
cubano en el Sur de Angola. Todo el mundo comprendía que nuestra solicitud era
un requisito para convertir la antigua base en el campo ideal para golpear a
las fuerzas racistas de Sudáfrica.
En
menos de 24 horas llegó de Angola la respuesta positiva.
Se
decidió el envío inmediato de una Brigada de Tanques cubana hacia ese punto. Varias
más estaban en la misma línea hacia el Oeste. El obstáculo principal era el
fango y la humedad de la tierra en época de lluvia, que había que revisar metro
a metro contra minas antipersonales. A Cuito, fue enviado igualmente el
personal para operar los tanques sin tripulación y los cañones que carecían de
ellas.
La
base estaba separada del territorio que se ubica al Este por el caudaloso y
rápido río Cuito, sobre el que se sostenía un sólido puente. El ejército
racista lo atacaba desesperadamente; un avión teleguiado repleto de explosivos
lograron impactarlo sobre el puente e inutilizarlo. A los tanques angolanos en retirada que podían moverse se les cruzó
por un punto más al Norte. Los que no estaban en condiciones adecuadas fueron
enterrados, con sus armas apuntando hacia el Este; una densa faja de minas
antipersonales y antitanques convirtieron la línea en una mortal trampa al otro
lado del río. Cuando las fuerzas racistas reiniciaron el avance y chocaron
contra aquella muralla, todas las piezas de artillería y los tanques de las brigadas
revolucionarias disparaban desde sus puntos de ubicación en la zona de Cuito.
Un
papel especial se reservó para los cazas Mig-23 que, a velocidad cercana a mil kilómetros
por hora y a 100 —cien— metros de
altura, eran capaces de distinguir si el personal artillero era negro o blanco,
y disparaban incesantemente contra ellos.
Cuando
el enemigo desgastado e inmovilizado inició la retirada, las fuerzas
revolucionarias se prepararon para los combates finales.
Numerosas
brigadas angolanas y cubanas se movieron a ritmo rápido y a distancia adecuada
hacia el Oeste, donde estaban las únicas vías amplias por donde siempre los
sudafricanos iniciaban sus acciones contra Angola. El aeropuerto sin embargo estaba
aproximadamente a 300 —trescientos— kilómetros de la frontera con Namibia,
ocupada totalmente por el ejército del Apartheid.
Mientras
las tropas se reorganizaban y reequipaban se decidió con toda urgencia
construir una pista de aterrizaje para los Mig-23. Nuestros pilotos estaban
utilizando los equipos aéreos entregados por
Las
armas nucleares de Sudáfrica, según informes fidedignos, no podían ser cargadas
por aviones Mirage, necesitaban bombarderos pesados tipo Canberra. Pero en
cualquier caso la defensa antiaérea de nuestras fuerzas disponía de numerosos
tipos de cohetes que podían golpear y destruir objetivos aéreos hasta decenas
de kilómetros de nuestras tropas. Adicionalmente, una presa de 80 millones de
metros cúbicos de agua situada en territorio angolano había sido ocupada y
minada por combatientes cubanos y angolanos. El estallido de aquella presa hubiese
sido equivalente a varias armas nucleares.
No
obstante, una hidroeléctrica que usaba las fuertes corrientes del río Cunene, antes
de llegar a la frontera con Namibia, estaba siendo utilizada por un
destacamento del ejército sudafricano.
Cuando
en el nuevo teatro de operaciones los racistas comenzaron a disparar los
cañones de 140 milímetros, los Mig-23 golpearon fuertemente aquel destacamento
de soldados blancos, y los sobrevivientes abandonaron el lugar dejando incluso
algunos carteles críticos contra su propio mando. Tal era la situación cuando
las fuerzas cubanas y angolanas avanzaban hacia las líneas enemigas.
Supe
que Katiuska Blanco, autora de varios relatos históricos, junto a otros periodistas
y reporteros gráficos, estaban allí. La situación era tensa pero nadie perdió
la calma.
Fue
entonces que llegaron noticias de que el enemigo estaba dispuesto a negociar. Se
había logrado poner fin a la aventura imperialista y racista; en un continente
que en 30 años tendrá una población superior a la de China e India juntas.
El
papel de la delegación de Cuba, con motivo del fallecimiento de nuestro hermano
y amigo Nelson Mandela, será inolvidable.
Felicito
al compañero Raúl por su brillante desempeño y, en especial, por la firmeza y
dignidad cuando con gesto amable pero firme saludó al jefe del gobierno de
Estados Unidos y le dijo en inglés: “Señor presidente, yo soy Castro”.
Cuando
mi propia salud puso límite a mi capacidad física, no vacilé un minuto en
expresar mi criterio sobre quien a mi juicio podía asumir la responsabilidad.
Una vida es un minuto en la historia de los pueblos, y pienso que quien asuma
hoy tal responsabilidad requiere la experiencia y autoridad necesaria para
optar ante un número creciente, casi infinito, de variantes.
El
imperialismo siempre reservará varias cartas para doblegar a nuestra isla
aunque tenga que despoblarla, privándola de hombres y mujeres jóvenes,
ofreciéndole migajas de los bienes y recursos naturales que saquea al mundo.
Que
hablen ahora los voceros del imperio sobre cómo y por qué surgió el Apartheid.
Fidel Castro
Ruz
Diciembre 18 de
2013
8 y35 p.m.