Palabras pronunciadas por el Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, compañero
Raúl Castro Ruz, en el acto de develación del Busto de Simón Bolívar, Salvador,
Bahía, Brasil, 17 de diciembre de 2008, “Año 50 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas - Consejo
de Estado)
¡Buenas noches, queridos amigos y
amigas de Salvador de Bahía!
A partir de las primeras horas de
mañana, empiezo una visita oficial a Brasilia, la capital de Brasil, y cuando
concluya este acto nos trasladaremos para allá; por lo tanto, les voy a hablar
muy poco, yo no hablo tanto como Chávez, porque Chávez tiene más vigor, es más
joven.
Es cierto que le dije, cuando nos
acercábamos aquí, que él estaba preso cuando se celebró la 3ra. Cumbre
Iberoamericana, en 1993, con la participación de Fidel y otros jefes de
Estado.
Yo me acerqué a la tribuna por una
sola razón: Para decirle a Chávez que
Fidel lo estaba viendo por televisión en vivo (Aplausos), y, como ustedes
vieron, no me dejó hablarle y me puso a hablar a mí.
¿Cómo es que tú le dices a Fidel
cuando lo saludas? (El presidente Chávez
le contesta.) Le dice: “How are you, Fidel?”
(Risas.) Lo saluda en inglés desde
Venezuela, cuando está en alguna actividad, o en su Aló Presidente, larguísimos
programas que él organiza todos los domingos.
Con él tengo un problema, yo lo veo
desde Cuba, pero sus conferencias duran tanto que tengo el televisor bajito y
sigo trabajando, y después le pido a algún ayudante que me haga un resumen de
lo que dijo el presidente Chávez, porque dice cosas muy interesantes, y aunque
soy un poco mayor que él, siempre aprendo algo.
Él recordaba que me dice a mí tío y
a Fidel padre, una consideración que a nosotros nos avergüenza, por modestia,
pero nos sentimos orgullosos. Y una de
mis nietas, pequeña, de unos 12 años, le decía a su mamá —una hija mía— el otro
día: “Bueno, si tío Fidel” —le dice tío
a Fidel— “es el papá de Chávez y abuelo Raúl es el tío, entonces yo soy prima
de Chávez” (Risas y aplausos). Se llama
Mónica la chiquita, uno de los seudónimos que usó su abuela —ya fallecida— en
la lucha clandestina, en la guerra de liberación.
Solo quería darles un abrazo, a
través, de mis palabras, a todos ustedes; a través de ustedes, a todo el estado
y a todo Brasil, que tiene ya más de 190 millones de habitantes y más de 8
millones de kilómetros cuadrados.
Cuando venía de Caracas para acá,
sobrevolaba por el Amazonas y eran horas y horas y horas viendo la gigantesca y
magnífica masa verde de este importante pulmón de oxígeno, ya no solo de Brasil
y de América, sino del planeta.
El pueblo de Brasil y el de Cuba
tienen las mismas raíces, las raíces étnicas.
Este negro grande que ustedes ven aquí (Se refiere al traductor) no es
brasileño, es cubano (Risas), si no lo digo podría creer que es brasileño; no
baila samba, aunque le gusta ver a las mulatas bailar samba. ¿Cómo se les dice a las mulatas aquí? ¡Ah!, tú no sabes (Risas). Él baila conga, que es una variedad muy
parecida y muy alegre.
Tenemos las mismas raíces culturales
—les decía—, tenemos un carácter explosivo, esa liga de nuestro tronco
africano, nuestro tronco común, y de nuestro tronco europeo: en unos casos predomina uno; en otros, otro. El Poeta Nacional de Cuba, ya fallecido,
Nicolás Guillén, tiene una bellísima y larga poesía dedicada a sus dos
abuelos: a su abuelo negro y a su abuelo
blanco.
Por eso cuando he podido compartir
brevemente con esta concentración de bahianos, pues me siento como en Cuba; me
siento como en Santiago de Cuba, más parecido aún: más pequeña la ciudad, con menos habitantes,
pero los mismos: unos hablan portugués,
otros hablan español, y en Cuba muchos hablan “portuñol”.
“Portuñol” pudiéramos decir que es
un dialecto surgido de la necesidad de comunicarnos entre angolanos y cubanos durante
15 años, que tuvimos el honor de participar, junto con los patriotas angolanos,
del Movimiento Popular para la Liberación de Angola, bajo la dirección de su
primer Presidente y fundador del Estado, fundado el 11 de noviembre de 1975,
cuando por cuatro lugares distintos, a las 12 de la noche de ese día, o de esa
noche, el naciente Estado se vio acosado por todos los enemigos: los racistas sudafricanos por el sur, los
fantoches de la UNITA, una organización fundada por los colonialistas
portugueses y que posteriormente se puso al servicio de los norteamericanos;
por el norte, las tropas de Mobutu y de un llamado Frente Nacional de
Liberación de Angola, títeres también primero de los colonialistas portugueses
y después de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA norteamericana.
Un poco más al norte, en un enclave
llamado Cabinda, separado del resto del territorio de Angola por la
desembocadura del gigantesco río Congo —que era el único lugar en que en aquel
momento tenían petróleo, que se extraía próximo a sus costas en el mar—, que
cuatro días antes de la proclamación de la independencia fue agredida
igualmente, agresión que fue rechazada por tropas cubanas y angolanas.
Esa gigantesca operación militar
internacionalista iniciada en el segundo semestre de 1975 duró 15 años. Durante ese tiempo, 300 000 militares
cubanos pasaron por Angola y decenas de miles de oficiales; según la situación,
siempre hubo entre 35 000 y 55 000 soldados cubanos, se vivieron
situaciones dificilísimas en diferentes etapas de esos largos años, y de nuestro
pueblo, todos los que participaron, militares, profesionales o de la reserva,
fueron con carácter voluntario a cumplir esa peligrosa misión
internacionalista. Más de dos mil dieron
su vida en tan noble misión, hasta que ya Angola pudo andar sola.
Le pusimos Carlota a esa
operación. ¿Quién era Carlota? Una esclava, probablemente de Angola, aunque
no ha sido confirmado en las investigaciones, que en el siglo XIX dirigió una
sublevación de esclavos. Fracasó, era un
lugar aislado, era en una fábrica de azúcar —no era fábrica, no sé cómo le
dirían—, era una pequeña fábrica, todavía no eran de vapor (Chávez dice que
Raúl habla mucho más que él) (Risas). Y
Carlota se fugó a las montañas y se unió a otros esclavos que se habían fugado
igualmente, que les llamaban cimarrones.
Tiempo después dirigió la sublevación de otro cachimbo de esos
azucareros. En esa ocasión fue
capturada. Juzgada por los colonialistas
españoles fue condenada al descuartizamiento y con cuatro caballos, dividida
cruelmente en cuatro pedazos. Era lo
mismo que iban a hacer con Angola: dividirla en cuatro pedazos.
Cuando ya por fin llegó el momento
de irnos, se había logrado no solo consolidar la independencia de Angola desde
Cabinda, por el norte, hasta Cunene, por el sur, en la frontera con Namibia,
ocupada en esos momentos también por los racistas sudafricanos. Angola y su millón y cuarto de kilómetros
cuadrados se conservó intacta y se conserva hasta hoy.
Logramos, además, que se aplicara la
Resolución 435 de las Naciones Unidas, que obligaba a los racistas sudafricanos
a abandonar Namibia y a esta obtener su libertad e independencia.
Como otro subproducto de ese
heroísmo del pueblo angolano y sus hermanos cubanos, el odioso apartheid de
Sudáfrica se quedó seriamente afectado y tambaleándose. El gran dirigente sudafricano, Nelson Mandela,
que ya llevaba cerca de 27 años en prisión, obtuvo su libertad y fue el primer
presidente también de ese gigantesco y próspero país, después de obtener la
victoria en unas elecciones.
Ese es el esfuerzo hecho por el pueblo
cubano, los resultados de esos esfuerzos, de ese sacrificio, del que nos
sentimos orgullosos.
A los angolanos les dijimos: “De aquí solo nos llevaremos los restos de
nuestros muertos”, y todos juntos los trajimos a los municipios del país, o
sea, a sus hogares de origen. Cuba tiene
14 provincias y 169 municipios y hubo bajas, menos de dos municipios, en todos
los demás. En una solemne ceremonia, a
la misma hora en todo el país, un 7 de diciembre, dimos sepultura a todos los
cubanos caídos en esa misión internacionalista.
A los africanos les dijimos que no
necesitábamos que nos manifestaran gratitud alguna, todo lo contrario, nosotros
pagamos una pequeña parte de la gran deuda que nuestro pueblo tiene con África,
porque la inmensa mayoría de la riqueza de mi país —en aquella etapa el café,
el azúcar, entre otras actividades— se logró con mano esclava africana.
Nosotros nos sentimos, todos los
cubanos, orgullosos de esas misiones, y hoy seguimos colaborando, pero en otro
tipo de actividades civiles.
Quería contarles eso a ustedes, por
qué nos sentimos tan bien en una población como esta, que es la misma nuestra.
A todos ustedes, bahianos, un fuerte
abrazo de Cuba, de mis acompañantes, del presidente Hugo Chávez, que ya habló
—para suerte nuestra habló poco—; del presidente Zelaya, de Honduras; del
presidente Evo Morales, de Bolivia (Aplausos).
Creo que por lo menos estos cuatro jefes
de Estado aquí presentes, hemos tenido el privilegio de cerrar con broche de
oro, en esta breve reunión con ustedes, las cumbres que hemos celebrado durante
estos últimos dos días en Sauípe de Bahía.
Muito obrigado
(Aplausos).