Discurso pronunciado por el General de
Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros,
en la Cumbre Río+20, en Río de Janeiro, Brasil, el 21 de junio de
2012, “Año 54 de la Revolución”.
Señor Presidente;
Excelencias:
Hace 20 años, el 12 de junio de 1992, en este mismo
recinto, el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz expresó, y cito:
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y
progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”. Fin de
la cita.
Lo que pudo haber sido considerado alarmista,
constituye hoy una realidad irrefutable. La incapacidad de transformar modelos
de producción y consumo insostenibles atenta contra los equilibrios y la
regeneración de los mecanismos naturales que sustentan las formas de vida en el
planeta.
Los efectos no se pueden ocultar. Las especies se
extinguen a una velocidad cien veces más rápida que las indicadas en los
registros fósiles; más de cinco millones de hectáreas de bosques se pierden
cada año y cerca del 60 por ciento de los ecosistemas están degradados.
A pesar del hito que significó la Convención de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático, las emisiones de dióxido de carbono se
incrementaron en un 38 por ciento entre 1990 y el 2009. Ahora vamos hacia un aumento de la temperatura
global que pondrá en riesgo, en primer lugar, la integridad y existencia física
de numerosos Estados insulares en desarrollo y producirá graves consecuencias
en países de África, Asia y América Latina.
Un profundo y detallado estudio realizado durante los
últimos cinco años por nuestras instituciones científicas, coincide en lo
fundamental con los informes del Panel Intergubernamental Sobre Cambio
Climático y confirma que en el presente siglo, de mantenerse las actuales
tendencias, se producirá una paulatina y considerable elevación del nivel medio
del mar en el archipiélago cubano. Dicha
previsión incluye la intensificación de los eventos meteorológicos extremos,
como los ciclones tropicales, y el aumento de la salinización de las aguas
subterráneas. Todo ello tendrá serias
consecuencias, especialmente en nuestras costas, por lo que hemos iniciado la
adopción de las medidas correspondientes.
Este fenómeno tendría, igualmente, fuertes implicaciones
geográficas, demográficas y económicas para las islas del Caribe que, además,
deben enfrentar las inequidades de un sistema económico internacional que
excluye a los más pequeños y vulnerables.
La parálisis de las negociaciones y la falta de un
acuerdo que permita detener el cambio climático global son un nítido reflejo de
la falta de voluntad política y la incapacidad de los países desarrollados para
actuar conforme a las obligaciones que se derivan de su responsabilidad
histórica y su posición actual. Esto se
ha puesto de manifiesto en esta reunión, a pesar del extraordinario esfuerzo
que ha hecho Brasil y que le agradecemos.
Se incrementa la pobreza, crece el hambre y la
desnutrición y aumenta la desigualdad, agravada en las últimas décadas como consecuencia
del neoliberalismo.
Durante estos veinte años, se han lanzado guerras de
nuevo tipo, concentradas en la conquista de fuentes energéticas, como la
ocurrida en el 2003 con el pretexto de las armas de exterminio en masa que
nunca existieron, y la que recientemente se produjo en el Norte de África. A las agresiones que ahora se vislumbra continuar
contra países del Medio Oriente, se añadirán otras, con el fin de controlar el
acceso al agua y a otros recursos en vías de agotamiento. Debe denunciarse que intentar un nuevo reparto
del mundo, desatará una espiral de conflictos de incalculables consecuencias
para un planeta ya gravemente inseguro, y
además enfermo.
El gasto militar total ha crecido en estas dos
décadas a la astronómica cifra de 1,74 millones de millones de dólares, casi el
doble que en 1992, lo que arrastra a la carrera armamentista a otros Estados que
se sienten amenazados. ¿A dos decenios
del fin de la Guerra Fría, contra quiénes se usarán estas armas?
Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos
soluciones. Esta vez, todos,
absolutamente todos, pagaremos las consecuencias del cambio climático. Los gobiernos de los países industrializados que
actúan de esta forma no deberían cometer el grave error de creer que podrán sobrevivir
un poco más a costa de nosotros. Serían
incontenibles las oleadas de millones de personas hambrientas y desesperadas
del Sur hacia el Norte y la rebelión de los pueblos ante tanta indolencia e
injusticia. Ningún hegemonismo será
entonces posible. Cese el despojo, cese
la guerra, avancemos hacia el desarme y destruyamos los arsenales nucleares.
Estamos urgidos de un cambio trascendental. La única alternativa es construir sociedades
más justas, establecer un orden internacional más equitativo, basado en el
respeto al derecho de todos; asegurar el desarrollo sostenible a las naciones,
especialmente del Sur, y poner los avances de la ciencia y la tecnología al
servicio de la salvación del planeta y de la dignidad humana.
Cuba aspira a que se impongan la sensatez y la
inteligencia humana sobre la irracionalidad y la barbarie.
Muchas gracias (Aplausos).