Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del
Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, en la clausura de la Primera Conferencia Nacional del
Partido, en el Palacio de Convenciones, el 29 de enero de 2012, “Año 54 de la
Revolución”.
(Versiones
Taquigráficas – Consejo de Estado)
Compañeras y
compañeros:
No olvidemos que solo
el Partido, como institución que agrupa a la vanguardia revolucionaria y
garantía segura de la unidad de los cubanos en todos los tiempos, solo el
Partido, repito, puede ser el digno heredero de la confianza depositada por el
pueblo en el único Comandante en Jefe de
No me detendré a
exponer los datos de los participantes en el proceso de discusión del proyecto
de Documento Base ni las numerosas modificaciones que resultaron del mismo,
considerando el informe presentado por el Segundo Secretario del Comité
Central, compañero José Ramón Machado Ventura, en la inauguración de este
evento, que como todos conocen no comenzó ayer, sino casi inmediatamente
después de la clausura del Congreso del Partido.
Tras la elaboración
del primer borrador del Documento y su posterior análisis en múltiples
reuniones del Buró Político y del Secretariado antes de la discusión en las
organizaciones de base del Partido y
También en las
primeras semanas de este mes, a nivel de provincia, se realizó el estudio y
discusión por parte de los delegados a
A diferencia del
proyecto de Lineamientos de
Por otra parte, en
el proceso preparatorio de
Como era de
esperar, desde la publicación del Documento no han faltado las críticas y
exhortaciones de quienes, confundiendo sus más íntimas aspiraciones con la
realidad, se ilusionaron con que
En este sentido, no
fue nada casual que el primer objetivo del mismo exprese: “El Partido Comunista de Cuba, fuerza dirigente superior
de la sociedad y del Estado, es fruto legítimo de
Nuestros
adversarios y hasta algunos que simpatizan con nosotros, abstrayéndose de la
historia de permanente agresión, bloqueo económico, injerencia y el cerco
mediático, expresado en las incesantes campañas de la prensa supuestamente
libre, subordinada en su mayoría a los intereses imperiales predominantes, todo
lo cual ha debido enfrentar
Renunciar al
principio de un solo partido equivaldría, sencillamente, a legalizar al partido
o los partidos del imperialismo en suelo patrio y sacrificar el arma
estratégica de la unidad de los cubanos, que ha hecho realidad los sueños de
independencia y justicia social por los que han luchado tantas generaciones de
patriotas, desde Hatuey hasta Céspedes, Martí y Fidel.
Con el fin de
organizar la lucha por la independencia de Cuba y Puerto Rico concibió Martí la
creación de un solo partido político, el Partido Revolucionario Cubano, según
sus propias palabras: “Para fomentar la revolución de modo que puedan entrar en
ella… todos los cubanos de buena voluntad:… Todos los que amen a Cuba, o la
respeten”.
Cuando ya la
victoria sobre España era inminente, después de treinta años de guerra, se
produjo la intervención norteamericana y una de las primeras medidas fue disolver ese partido, al igual que el
glorioso Ejército Libertador, para dar paso a lo que vino después, el
multipartidismo de la república burguesa y la creación de un nuevo ejército con
su represiva guardia rural incluida, garantía del dominio absoluto de todas las
riquezas de la nación, de las que se apropiaron en los cuatro años de la
primera ocupación militar.
Ese fue el triste
final de los dos pilares de la revolución independentista, el Partido y su
Ejército Libertador, resurgidos
exactamente al cabo de 60 años bajo la conducción de Fidel, inspirado en las
enseñanzas de Martí. No permitiremos
jamás que esa historia se repita.
No es mi propósito,
en esta intervención, hacer un recuento de la evolución histórica del término
Democracia, desde su conceptualización en la antigua Grecia, como el “poder del
pueblo”, aunque la mayoría esclava no contaba para nada. Tampoco pretendo
filosofar sobre la vigencia y utilidad de la llamada democracia representativa,
que en definitiva es harto conocido que ha devenido invariablemente en la
concentración del poder político en la clase que detenta la hegemonía económica
y financiera de cada nación, donde las mayorías tampoco cuentan y cuando se
manifiestan, como sucede en estos precisos momentos en muchos países, son
brutalmente reprimidas y silenciadas con la complicidad de la gran prensa a su
servicio, también transnacionalizada.
El mejor argumento
es el que nos ofrece la democracia norteamericana, la cual se pretende imponer
como modelo a todo el mundo, en la que se alternan el poder los partidos
Demócrata y Republicano defendiendo, sin mayores diferencias, los intereses del
mismo gran capital, al cual ambos se subordinan.
Ahí están, por
citar unos pocos ejemplos,
El segundo ejemplo,
la invasión por Playa Girón, concebida y planificada por un presidente
republicano, Eisenhower, y llevada a cabo por el presidente Kennedy, apenas
tres meses después de tomar posesión, que
era del Partido Demócrata; y por último, el bloqueo económico, que ha perdurado
medio siglo, sin importar si es republicano o demócrata quien ocupa
Sin el menor
menosprecio a ningún otro país por tener sistemas pluripartidistas y en
estricto apego al principio del respeto a la libre determinación y la no
injerencia en los asuntos internos de otros estados, consagrado en la carta de
las Naciones Unidas, en Cuba, partiendo de sus experiencias en la larga
historia de luchas por la independencia y soberanía nacional, defendemos el
sistema del partido único frente al juego de la demagogia y la mercantilización
de la política.
Si hemos escogido
soberanamente, con la participación y respaldo del pueblo, la opción martiana
del partido único, lo que nos corresponde es promover la mayor democracia en
nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido,
lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las
condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero
intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus
vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las
discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios
de comunicación masiva, mencionados varias veces en los Objetivos aprobados en
esta Conferencia, los que deberán involucrarse con responsabilidad y la más
estricta veracidad en este empeño, no al estilo burgués, lleno de
sensacionalismo y mentiras, sino con comprobada objetividad y sin el secretismo
inútil.
A este fin es
necesario incentivar una mayor profesionalidad entre los trabajadores de la prensa,
tarea en la estamos seguros que contaremos con el apoyo de
Al propio tiempo,
la conformación de una sociedad más democrática contribuirá también a superar
actitudes simuladoras y oportunistas surgidas, al amparo de la falsa unanimidad
y el formalismo en el tratamiento de diferentes situaciones de la vida
nacional.
Es preciso
acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos,
discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando
consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en
el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los
pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras
ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho.
Ya hemos dicho en
otras ocasiones y así también se recogió en el Informe Central al 6to Congreso,
que lo único que puede conducir a la derrota de
No ha existido ni
existirá una revolución sin errores, porque son obra de la actuación de hombres
y pueblos que no son perfectos, enfrentados además, por primera vez, a nuevos y
descomunales retos. Por eso creo que no
hay que avergonzarse de los errores, lo grave y bochornoso sería no contar con
el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerles
las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.
En este sentido,
por su permanente vigencia, es oportuno recordar las palabras del compañero
Fidel el 28 de septiembre de 1986 al clausurar el Tercer Congreso de los
CDR, cuando señaló: “La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra
los errores cometidos continuarán indefectiblemente, porque tenemos el deber
sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos, perfeccionar
La generación que
hizo
Al referirme a este
asunto, me siento en el deber de alertar, una vez más, que no caigamos en la
ilusión de creer que las decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni
tan siquiera los acuerdos de alcance estratégico adoptados por el 6to Congreso,
constituyen la solución mágica a todos nuestros problemas.
Para impedir que
nuevamente caigan en saco roto las instrucciones del Partido, el Buró Político
decidió, al igual que como se indicó en su momento con respecto a la marcha de
la actualización del modelo económico y el cumplimiento de los planes anuales y
el presupuesto, que los plenos del Comité Central analicen dos veces al año la
aplicación de los Objetivos de trabajo del Partido aprobados por esta
Conferencia. Del mismo modo procederán
los comités provinciales y municipales del Partido, en la forma y frecuencia
que establezca el Comité Central.
La experiencia nos
ha enseñado que aquello que no se controla con efectividad, no se cumple o se
ejecuta superficialmente.
Se impone trabajar
y perseverar con Orden, Disciplina y Exigencia por hacer realidad los Lineamientos de
Para lograr el
éxito en este empeño es imprescindible, como se expresa en el objetivo número
37, “fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y
Ahora bien, el
meollo del asunto no está en haber formulado adecuadamente ese objetivo o
cualquier otro, sino en determinar las vías y formas en que lo llevamos a la
práctica, con la máxima firmeza, de manera que podamos evaluar con integralidad
cuánto y cómo avanzamos, detectar a tiempo las tendencias negativas y ser
capaces de movilizar a la militancia y al pueblo en la consecución del objetivo
en cuestión.
Esto mismo es
aplicable a los enunciados relacionados con
Aprovecho la
ocasión para ratificar que en la medida en que avancemos en la definición de
todos los ajustes que será necesario introducir a
Al hablar de estos
temas, no puede dejar de mencionarse la importancia de asegurar que la
autoridad moral del Partido, de sus militantes y en especial de los dirigentes,
en todos los niveles, se fundamente en el ejemplo personal, a partir de
demostradas cualidades éticas, políticas e ideológicas y el permanente contacto con las masas.
La Revolución de
los humildes, por los humildes y para los humildes, que tanta sangre costó a
nuestro valeroso pueblo, dejaría de existir sin efectuarse un solo disparo por
el enemigo, si su dirección llegara algún día a caer en manos de individuos
corruptos y cobardes.
Estos conceptos,
que no son nada nuevos, bien vale la pena tenerlos siempre presentes por el
daño real y potencial que para el presente y futuro de la nación significa el
fenómeno de la corrupción.
En las últimas
semanas los diputados de
No hace mucho, al intervenir en la clausura de las sesiones del
Parlamento el pasado mes de diciembre, me referí a la convicción de que la
corrupción es, en la etapa actual, uno de los principales enemigos de
Afortunadamente,
sin el menor ánimo de restarle gravedad a este mal bastante generalizado en el
planeta, considero que nuestro país puede ganarle la batalla a la corrupción,
primero frenarla y luego liquidarla sin contemplaciones de ningún tipo. Ya advertimos que en el marco de la ley seremos implacables con el fenómeno de la
corrupción.
Con frecuencia,
varios de los implicados en los casos detectados ostentaban la militancia del
Partido, demostrando fehacientemente su doble moral y el empleo de esa
condición para agenciarse posiciones en las estructuras de dirección, violando
de manera flagrante los deberes de un militante comunista, establecidos en los
Estatutos.
Por ello, sin
esperar a la revisión que se ejecuta en el marco de la actualización de los
documentos rectores del Partido, el Tercer Pleno del Comité Central, celebrado
en diciembre pasado, precisó que la sanción a aplicar a quienes participen en
hechos de corrupción no puede ser otra que la expulsión de las filas del
Partido, sin menoscabo de la responsabilidad administrativa o penal que
corresponda, pues hasta ahora, como práctica, esta medida —la de expulsión— era
excepcional y se reservaba a casos de traición a
No nos cabe la
menor duda de que la enorme mayoría de los ciudadanos y los cuadros de
dirección son personas honestas, pero sabemos que eso no es suficiente, no
basta con ser honrados y parecerlo, hay que pelear y enfrentarse, pasar de las
palabras a la acción.
Es
cierto que el Partido desde hace años venía librando el combate contra este
flagelo; sin embargo, este andaba por un lado y el Gobierno por otro. Para asegurar el éxito es preciso que el
Partido asuma definitivamente la conducción del proceso, lo cual no significa
en lo más mínimo que suplantará las funciones que a cada institución le
pertenecen.
El
Partido, en primer lugar, exigirá a todos
responsabilidades por el cumplimiento de sus obligaciones, sin intervenir en la
administración, pero sí llamar la atención, alertar y luchar allí, desde el
núcleo, el municipio, hurgar, pensar y volver a pensar en cómo movilizar al
conjunto de las fuerzas en ese empeño.
Cada vez que hagamos eso, vamos a comprobar que la correlación de
fuerzas en todos los sentidos nos favorece en este empeño de derrotar la
corrupción. La importancia hay que
dársela a la organización y constancia de esa lucha.
Además,
esta no es función exclusiva de los militantes, es también un deber de cada
ciudadano y ciudadana, militante o no, que se preocupe por su país.
Vale en este
contexto retomar, por su actualidad, conceptos definidos desde 1973, hace casi
40 años, como parte del proceso preparatorio del Primer Congreso.
El Partido debe
estar en capacidad de dirigir al Estado y al Gobierno, controlar su
funcionamiento y el cumplimiento por ellos de las orientaciones trazadas,
estimular, impulsar, coadyuvar al mejor trabajo de los órganos de gobierno,
pero en ningún caso sustituirlos. Los
dirige mediante el control, y este término debe entenderse en la acepción de
comprobar, examinar y revisar, nunca en el sentido de intervenir o mandar.
Aunque no está en
el texto, está en el pensamiento de todos, de toda la masa de militantes, que
en el Partido debe acabarse definitivamente el “mandonismo”
su fuerza es moral, no jurídica, por eso hay que tener moral para dirigir el
Partido y llevar a la masa de militantes ese espíritu, ¡es la fuerza moral!
El Partido dirige controlando
que sus directivas, junto a las del Estado y el Gobierno, se ejecuten
apropiadamente por quienes corresponda.
La organización
partidista controla por intermedio de sus estructuras y de todos sus
militantes, de arriba a abajo y viceversa, lo cual no niega el papel de control
que el Gobierno realiza sobre la actividad administrativa a su cargo.
El control es
simultáneo, pero no presupone interferencias.
En una empresa de la producción o los servicios, este se ejerce por la
administración de la entidad, por sus niveles superiores y por organismos
estatales o gubernamentales, según competa, ya sea
Las organizaciones
del Partido en la base llevan a cabo el control mediante el accionar de sus
militantes, ya sean simples trabajadores o dirigentes, apremiando con el
ejemplo, del que emana su autoridad, que la administración se atenga
estrictamente al cumplimiento de las normativas jurídicas vigentes, sin dejar
de trasmitir a los organismos políticos superiores la información
pertinente. El Partido controla que los
planes económicos y el presupuesto se elaboren de manera correcta y luego de
aprobados por el Gobierno y el Parlamento se cumplan con rigurosidad.
Estos conceptos
están bien claros hace bastante tiempo, desde
el Primer Congreso, pero después nos olvidamos de aquellas resoluciones, de
aquellos acuerdos, de aquel magnífico congreso y los engavetamos, y por eso
casi medio siglo después tenemos que estarles quitando el polvo a los papeles
de lo que hicimos hace 40 años, porque nos dedicamos a otras cosas, por una
razón o por otra. Por eso defendemos
tanto la institucionalidad y que cada cual haga lo que le corresponda, sin
interferir a los demás, más bien apoyándonos. Estos conceptos, además,
han sido actualizados, por lo que se hace imprescindible desde la base, o sea,
en el propio núcleo del Partido y el Comité de Base de
Eso es lo que les
debemos enseñar, sencillo y poco a poco irlos educando en las reuniones
correspondientes, en cursillos o en lo que sea, que sepan cuál es su función,
cuál es su papel; pero para desempeñar ese papel hay que tener moral en todos
los sentidos. Y les decía que ese es, en mi modesta opinión —y este fue
un tema bastante discutido en algunas de las comisiones ayer—, el aspecto esencial del llamado
trabajo político ideológico y no las consignas vacías y las frases
prefabricadas.
Antes de concluir
estas palabras considero necesario denunciar, una vez más, las brutales
campañas anticubanas instigadas por el gobierno de Estados Unidos y algunos
otros tradicionalmente comprometidos con la subversión contra nuestro país, con
el concurso de la gran prensa occidental y la colaboración de sus asalariados
dentro de la isla en el propósito de desacreditar a
Como expresa el
editorial del periódico Granma del
pasado lunes 23, los hechos hablan más que las palabras. Las campañas anticubanas no harán mella en
Compañeras y
compañeros:
En menos de un año
hemos efectuado dos eventos del Partido, esta Primera Conferencia Nacional y
sobre todo el 6to Congreso, con acuerdos trascendentales para el presente y el
futuro de
Muchas gracias
(Aplausos).