CARTA A ALINA PERERA,
ARTICULISTA DE JUVENTUD REBELDE
Querida Alina:
Excúsame que moleste tu
atención unos minutos. La razón se
explica por sí misma: dedico gran parte
del tiempo a leer noticias y artículos, entre ellos algunos extraídos de
nuestra propia prensa.
En “Tráfico de regalías”,
artículo de opinión publicado por Juventud
Rebelde el 8 de junio, tú expresas admiración hacia la conducta honesta de
dos personas: un médico que maneja el
ultrasonido diagnóstico y un joven especializado en la reparación de
computadoras que hizo posible con arduo esfuerzo hacer funcionar la de uso
personal tuyo.
Son dos buenos ejemplos de
jóvenes profesionales revolucionarios. Conozco
bien que decenas de miles de nuestros médicos constituyen hoy la más
extraordinaria legión de galenos para prestar servicios humanitarios en
cualquier parte del mundo. No fueron
educados en el ejercicio de la medicina privada. La Revolución se ocupó de crear esa
fuerza desde los primeros años, a lo largo de medio siglo. Los que traicionan el noble oficio
repugnan más que cualquier otra forma de traición, en la misma medida en que
la vida y el sufrimiento humanos son dignos de respeto. Igual sucede con aquellos cuya misión es
educar niños, desarrollar la cultura, promover la ciencia o estimular el
deporte para el bien de todos. Si se
renuncia a ese deber, en el mundo que les correspondió vivir, la especie humana,
a la que pertenecen, sería tan efímera como las ilusiones capitalistas de los
que trafican con sus servicios.
La pregunta que todos
debemos hacernos es si nuestra conducta y nuestros objetivos son conciliables
con las leyes de la naturaleza y los frutos de la inteligencia humana.
Es un deber moral golpear
conceptos y actitudes de quienes sirven al imperio que desea destruir los
valores que más amamos.
Afirmaste con toda
honestidad que no te interesa un socialismo gris, aburrido y
chato. Cuán aburrido, chato y gris
resulte ser el nuestro dependerá, entre otras muchas cosas, del uso que
nuestros periodistas les den a los medios de divulgación masiva que la
Revolución ha puesto en sus manos y no
constituyen tampoco propiedades privadas con las cuales moldear las mentes
de las personas.
Nada existe más enajenante
que muchos contenidos de la llamada “industria de la recreación” desarrollada
por el imperialismo, en los cuales invierten infinitas horas jóvenes y niños sin
que todavía el socialismo haya creado antídotos suficientemente eficaces para enfrentar
su nociva influencia.
La corrupción y el desvío
de recursos convierten a los que lo practican en defensores del libre mercado,
a través del cual transforman el fruto de sus robos en mercancía. No están siquiera conscientes de lo que
sucedería con nuestro pueblo si el país cayera de nuevo en manos del voraz y
monstruoso imperio.
La ciencia se enorgullece
de sus éxitos. Muchos se alegran, como
es lógico, de la capacidad de esta para manipular genes hereditarios en aras de
la salud, pero pocos se inquietan por los conceptos racistas asociados al poder político imperial y su idea fascista de la raza superior
como dueña del mundo actual y
futuro. Medítese bien. Informémonos de los nuevos descubrimientos
científicos y saquemos las conclusiones pertinentes.
Decenas de noticias llegan
diariamente sobre la crisis alimentaria, los precios de la energía y las
materias primas, el cambio climático y otros problemas interrelacionados.
La soya, precalentada a
125º centígrados, es una de las fuentes proteicas y calóricas más completas
y económicas conocidas de productos alimenticios industriales para consumo
directo, con gran diversidad de usos. La transgénica,
que se cultiva para producir proteínas y grasas de origen animal, no es apta
para el consumo humano. Las leguminosas
y gramíneas en general, mejoradas y probadas a lo largo de años, son las fuentes
fundamentales de alimentos sanos y saludables. Cada uno de ellos tiene rigurosos límites
climáticos y necesidades de fuerza de trabajo humana, en la que
temperatura, humedad y tradiciones influyen decisivamente en los rendimientos
del área disponible en cada país. La producción de estas proteínas y calorías esenciales por hectárea,
su costo en energía y el CO2 que inyecta a la atmósfera cada cultivo, debe
estar en el manual de todos los políticos del mundo; es en la actualidad tan importante como saber
leer y escribir; no es concebible
el analfabetismo en la materia.
Hoy no se utiliza el ábaco
para hacer cálculos, como ocurría cuando estalló la primera revolución
socialista hace 90 años. Junto a las
armas nucleares, químicas, biológicas y electromagnéticas, la ciencia
desarrolló las computadoras. Hace dos
días la prensa de Estados Unidos informaba sobre una gran computadora militar
capaz de hacer millones de millones de cálculos por segundo. La bautizaron
con el nombre de un pájaro del estado de Nuevo México, “Correcaminos”; en inglés, Roadrunner. Su costo fue de
133 millones de dólares. El cable
añade que “si los seis mil millones de habitantes del planeta usaran sus
computadoras personales todo el tiempo, les llevaría 46 años hacer los cálculos
que Roadrunner puede hacer en un día
de trabajo”.
Son cifras, querida Alina,
que desbordan la imaginación y me obligan a utilizar en esta carta los datos
nada literarios que contiene.
El imperio no sólo forma su
personal científico, despoja abusivamente a los demás países del mundo de
muchas de sus mejores inteligencias.
Ninguno puede competir con él en recursos para investigar.
Me agradaron las palabras
finales de tu artículo sobre el libro de Cintio Vitier Ese sol del mundo moral. Él demuestra
que en la ética de Martí y en la historia de nuestro pueblo, se injertan las
raíces de la justicia y la dignidad que la Revolución trajo a Cuba.
Pienso que en el mundo
actual los principios del socialismo habría que aplicarlos ya; después sería demasiado tarde.
Me gustaría que este
mensaje, aunque más extenso que el tuyo, se publicara en la misma página de Juventud Rebelde donde se ubicó tu
artículo. No hay que gastar
papel ni espacio en otros medios.
Deseo adicionalmente que
alguien lo lea en el Congreso de periodistas que está próximo a
celebrarse. Recuerdo que hace pocos años
muchos de nuestros periodistas no disponían siquiera de una computadora
personal. Hoy el gobierno de Estados
Unidos trata de bloquear el acceso a la información. Espero, no obstante, que puedan seguir
de cerca la catarata de noticias y problemas que envuelven al mundo.
Con sinceros sentimientos
de afecto y reconocimiento,
Fidel Castro Ruz
10 de junio de 2008
8 y 32 p.m.