Reflexiones
del compañero Fidel
EL MEJOR HOMENAJE A LA MADRE DE UN HÉROE
Ayer falleció Carmen
Nordelo Tejera, la abnegada madre del Héroe de la República de Cuba Gerardo
Hernández Nordelo, injustamente sancionado a dos cadenas perpetuas y 15 años de
prisión.
Lo insólito es que hace
solo 12 días la justicia yanki puso en libertad a Santiago Álvarez
Fernández-Magriñá, a quien se le ocuparon armas de guerra, explosivos y
otros medios destinados a los planes terroristas contra nuestro pueblo.
Se trataba de armas ocupadas
a ese agente de la CIA, quien al servicio del gobierno de Estados Unidos dedicó
gran parte de su vida al terrorismo contra Cuba.
Valdría la pena que los
asesores de Barack Obama, que tanto difunden sus discursos por la televisión, solicitaran
y le mostraran copia del video de la Mesa Redonda de Cubavisión donde se abordó
la ridícula sanción de cuatro años en una cárcel de mínima seguridad, aplicada
a Santiago Álvarez por las armas ocupadas, y lo peor fue que le rebajaron la
pena, tras entregarle a la Fiscalía norteamericana otro alijo de armas mayor
que el anterior. El sujeto, además, envió un grupo que se infiltró en Cuba, al
que entre otras acciones encomendó hacer estallar una carga explosiva en el Cabaret
Tropicana, siempre repleto de espectadores. Existe prueba documental
irrebatible de esa instrucción.
A otro terrorista de origen
cubano, Roberto Ferro, aliado a la mafia terrorista de Posada Carriles y
Santiago Álvarez, en julio de 1991 le ocuparon 300 armas de fuego, detonadores
y explosivos plásticos. Fue sancionado a
dos años. En abril de 2006 le ocuparon,
en compartimentos ocultos de su casa, 1 571
armas y granadas de mano. Recibió una
sanción de cinco años.
Nunca será suficiente lo
que se diga en torno al cinismo de la política de Estados Unidos, que incluye a
Cuba en la lista de países terroristas, aplica la Ley asesina de Ajuste Cubano
con carácter exclusivo a nuestra nación, y la bloquea económicamente,
prohibiendo incluso la venta de equipos médicos y medicamentos.
Ayer, la Mesa Redonda de
nuestra televisión, a la vez que enumeraba los crímenes de Santiago Álvarez,
exhibía programas de televisión de Miami donde un connotado agente de Estados
Unidos, Antonio Veciana, narraba los planes con explosivos y balas para el
asesinato de líderes cubanos, entre ellos Camilo y el Che, que estaban conmigo en
un nutrido acto de cientos de miles de personas frente al antiguo Palacio
Presidencial, o mi asesinato en una entrevista de prensa en Chile cuando visité
al presidente Salvador Allende. Al fin y al cabo, como confiesa el mercenario,
a la hora de la acción los asesinos al servicio de la CIA se acobardaron en
ambos casos. Se trataba solo de dos de los tantos planes magnicidas del gobierno
de ese país.
Tales fechorías pueden
recordarse con sangre fría, excepto que, como en este caso, la narración coincida
con la noticia de la muerte, tras larga enfermedad, de una madre honesta y
valiente como Carmen Nordelo Tejera, cuyo hijo ha sido injustamente condenado a
dos cadenas perpetuas y 15 años de prisión aislada y cruel y en una cárcel de
alta seguridad. ¿Qué dolor más duro podía existir para ella que la injusta
prisión perpetua de su hijo por delitos que nunca cometió?
No es posible depositar
sobre su féretro una flor sin denunciar, una vez más, el repugnante cinismo del
imperio.
A ello se une otra noticia
atroz escuchada esa misma tarde: la firma oficial del acuerdo en virtud del
cual Estados Unidos impone siete bases militares en el corazón de Nuestra
América, con las que amenaza no solo a Venezuela, sino a todos los pueblos del
Centro y el Sur de nuestro hemisferio. No se trata de un acto del gobierno de
Bush; es Barack Obama quien suscribe ese acuerdo, violando normas legales,
constitucionales y éticas, cuando todavía los frutos de la funesta base militar
yanki de Palmerola, en Honduras, se exhiben ante el mundo. El golpe militar en
ese país centroamericano se llevó a cabo bajo la actual administración.
Nunca se trató con mayor
desprecio a los pueblos latinoamericanos de este hemisferio.
Un país como Cuba conoce
muy bien que después que Estados Unidos impone una de sus bases militares, se
marcha si lo desea, o permanece por la fuerza como ha hecho con Guantánamo
desde hace más de cien años. Allí erigió el odioso centro de torturas cuyas
mazmorras, con numerosos presos, nuestro flamante Premio Nobel no ha podido
todavía eliminar. La devolución de Manta en Ecuador fue seguida de inmediato
por la oficialización de las siete bases militares impuestas al pueblo de
Colombia. Como pretexto se utilizó la lucha contra el comercio de drogas que,
como el terrible flagelo del paramilitarismo, surgió del gigantesco mercado
norteamericano de cocaína y otras drogas. Las bases militares yankis en América
Latina surgieron mucho antes que las drogas, con fines intervencionistas.
Cuba demostró durante medio
siglo que es posible luchar y resistir. Se equivoca el Presidente de Estados
Unidos, y se equivocan sus asesores, si prosigue ese camino sórdido y
despectivo hacia los pueblos de América Latina. Nuestros sentimientos, sin
vacilación alguna, se inclinan hacia el pueblo bolivariano de Venezuela, su presidente
Hugo Chávez y su Ministro de Relaciones Exteriores, denunciando el pacto
militar infame impuesto al pueblo colombiano, cuyas cláusulas expansionistas
sus autores no han tenido siquiera el valor de publicar.
Cuba continuará cooperando
con los programas de salud, educación y el desarrollo social de los países
hermanos que, a pesar de obstáculos, avances y retrocesos, serán cada vez más
irreductiblemente libres.
Como afirmó Lincoln: “… no
se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.”
No sólo depositaremos
flores sobre la tumba de Carmen Nordelo. ¡Proseguiremos la lucha sin descanso
por la libertad de Gerardo, Antonio, Fernando, Ramón y René, desenmascarando la
infinita hipocresía y el cinismo del imperio, defendiendo la verdad!
Solo así honraremos la memoria de la legión de madres y mujeres como ella, que en Cuba han sacrificado lo mejor y más preciado de su vida por la Revolución y el Socialismo.
Fidel Castro
Ruz
Noviembre 3 de 2009
12 y 35 p.m.