Reflexiones del compañero Fidel
MENSAJE AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Querido Hugo:
Hoy se cumplen 15 años de
nuestro encuentro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 14 de
diciembre de 1994. La noche antes te había esperado en la escalerilla del avión
que te trajo a Cuba.
Conocía de tu levantamiento
en armas contra el gobierno pro yanki de Venezuela. A Cuba habían llegado
noticias de tus ideas cuando guardabas prisión, y al igual que nosotros, te
consagrabas a la profundización del pensamiento revolucionario que te llevó al levantamiento del 4 de febrero
de 1992.
En el Aula Magna, de forma
espontánea y transparente, vertiste las ideas bolivarianas que llevabas dentro,
y te condujeron, en las condiciones específicas de tu país y de nuestra época, a
la lucha por la independencia de Venezuela contra la tiranía del imperio.
Después del esfuerzo de Bolívar y demás colosos que llenos de sueños lucharon
contra el yugo colonial español, la independencia de Venezuela era solo
ridícula apariencia.
Ningún minuto de la
historia es igual a otro; ninguna idea o acontecimiento humano puede ser
juzgado fuera de su propia época. Tanto tú, como yo, partimos de conceptos que
fueron evolucionando a lo largo de milenios, pero tienen mucho de común con la
historia lejana o reciente en la que la división de la sociedad en amos y
esclavos, explotadores y explotados, opresores y oprimidos fue siempre antipática
y odiosa. En la época actual constituye la mayor vergüenza y la principal causa
de la infelicidad y el sufrimiento de los seres humanos.
Cuando la productividad del
trabajo, apoyada hoy en la tecnología y la ciencia, se multiplicó por decenas y
en algunos aspectos cientos y hasta miles de veces, tales y tan injustas
diferencias debían desaparecer.
Tú, yo y con nosotros
millones de venezolanos y cubanos compartimos esas ideas.
Tú partiste de los
principios cristianos que te inculcaron y un carácter rebelde; yo, de las ideas
de Marx y un carácter también rebelde.
Hay principios éticos universalmente
admitidos que son válidos tanto para un cristiano, como para un marxista.
Desde ese punto de partida,
las ideas revolucionarias se enriquecen constantemente con el estudio y la
experiencia.
Es conveniente señalar que
nuestra sincera y revolucionaria amistad surge cuando tú no eras Presidente de
Venezuela. Nunca te solicité nada. Cuando el movimiento bolivariano obtiene la
victoria en las elecciones de 1999, el petróleo valía menos de 10 dólares el
barril. Lo recuerdo bien porque me invitaste a tu toma de posesión.
El apoyo tuyo a Cuba fue
espontáneo, como lo fue siempre nuestra cooperación con el hermano pueblo de
Venezuela.
En pleno Período Especial,
cuando la URSS se derrumbó, el imperio endureció su brutal bloqueo contra
nuestro pueblo. En un momento determinado los precios del combustible se
elevaron y nuestros suministros se dificultaban. Tú garantizaste el abastecimiento
comercial seguro y estable a nuestro país.
No podemos olvidar que
después del golpe político contra la Revolución Bolivariana en abril del 2002, y
tu brillante victoria frente al golpe petrolero a fines de ese mismo año, los
precios se elevaron por encima de 60 dólares el barril, nos ofreciste entonces
suministro de combustible y facilidades de pago. Bush era ya Presidente de
Estados Unidos y fue el autor de aquellas ilegales y traidoras acciones contra
el pueblo de Venezuela.
Recuerdo cuánto te indignó
que exigiera mi salida de México como condición para aterrizar en ese sufrido
país, donde tú y yo asistíamos a una conferencia internacional de Naciones
Unidas en la que también él debía participar.
A la Revolución Bolivariana
no le perdonarán nunca su apoyo a Cuba cuando el imperio imaginó que nuestro
pueblo, después de casi medio siglo de resistencia heroica, caería de nuevo en
sus manos. En Miami, la contrarrevolución reclamaba tres días de licencia para
matar revolucionarios, tan pronto se
instaurara el gobierno de transición en Cuba que Bush exigía.
Han transcurrido 10 años de
ejemplar y fructífera cooperación entre Venezuela y Cuba. El ALBA nació en ese
período. Había fracasado el ALCA ―promovido por Estados Unidos― pero
el imperio está de nuevo a la ofensiva.
El golpe de Estado en
Honduras y el establecimiento de siete bases militares en Colombia, son hechos
recientes ocurridos con posterioridad a la toma de posesión del nuevo
Presidente de Estados Unidos. Su predecesor había restablecido ya la IV Flota, medio
siglo después de finalizada la última contienda mundial y no existía ni Guerra
Fría, ni la Unión Soviética. Son obvias las intenciones reales del imperio,
esta vez, bajo la sonrisa amable y el rostro afroamericano de Barack Obama.
Daniel Ortega explicó ayer cómo el golpe en
Honduras determinó el debilitamiento y la conducta de los miembros del Sistema
de la Integración Centroamericana.
El imperio moviliza tras si
a las fuerzas derechistas de América Latina para golpear a Venezuela, y con
ella, a los Estados del ALBA. Si de nuevo se apodera de los cuantiosos recursos
petroleros y gasíferos de la Patria de Bolívar, los países del Caribe anglófono
y otros de Centroamérica perderán las generosas condiciones de suministro que
hoy le ofrece la Venezuela revolucionaria.
Hace unos días, después del
discurso pronunciado por el presidente Barack Obama, en la escuela militar de
West Point, para anunciar el envío de 30 mil soldados a la guerra de
Afganistán, escribí una Reflexión en la que calificaba de acto cínico aceptar
el Premio Nobel de la Paz cuando ya había adoptado esa decisión.
El pasado 10 de diciembre, al
pronunciar en Oslo el discurso de aceptación, hizo afirmaciones que constituyen
un ejemplo de la lógica y el pensamiento imperialista. “…soy responsable por desplegar a miles de jóvenes a pelear
en un país distante. Algunos matarán. A otros los matarán.”, afirmó, tratando
de presentar como una “guerra justa” la brutal carnicería que lleva a cabo en
aquel distante país, donde la mayoría de los que perecen, son pobladores
indefensos de las aldeas donde estallan las bombas lanzadas por aviones no
tripulados.
Después de esas
frases, pronunciadas entre las primeras, dedica más de 4 600 palabras a
presentar su carnicería de civiles como guerra justa. “En las guerras de hoy ―afirmó―
mueren muchos más civiles que soldados”.
Sobrepasan el
millón de civiles no combatientes que han muerto ya en Iraq y Afganistán y en
la frontera de Pakistán.
En ese mismo
discurso elogia a Nixon y a Reagan, como personajes ilustres, sin detenerse a
recordar que uno lanzó más de un millón de toneladas de bombas sobre Vietnam, y
el otro hizo estallar por medios electrónicos el gasoducto de Siberia bajo la
apariencia de un accidente. Fue tan fuerte y destructiva la explosión que los
equipos monitores de las pruebas nucleares lo registraron.
El discurso
pronunciado en Oslo se diferencia del de West Point, porque el pronunciado en
la academia militar estaba mejor elaborado y declamado. En el de la capital
Noruega, el rostro del orador expresaba la conciencia de la falsedad de sus
palabras.
Tampoco el
momento y las circunstancias eran iguales. Oslo, se ubica en las proximidades
de Copenhague. En este punto, tiene lugar la importantísima Conferencia sobre
el Cambio Climático, donde sé que tú y Evo piensan asistir. En aquel lugar se libra
en estos momentos la batalla política más importante de la historia humana.
Allí se puede apreciar en toda su magnitud, cuánto daño ha ocasionado el
capitalismo desarrollado a la humanidad. Hoy, ésta debe luchar desesperadamente
no solo por la justicia, sino también por la supervivencia de la especie.
Seguí de cerca
la reunión del ALBA. Los felicito a todos. Disfruté mucho al ver tantos y tan
queridos amigos elaborando ideas y luchando unidos. Los felicito a todos.
¡Hasta la
victoria siempre!
Un fuerte
abrazo
Fidel Castro Ruz
Diciembre 14 de 2009