Reflexiones del compañero Fidel
LA
IMPORTANCIA MORAL DEL CLÁSICO.
Al
principio de la Revolución las Olimpiadas eran un evento de aficionados.
Cuando
los conceptos del capitalismo desarrollado lograron penetrar en los Juegos Olímpicos,
la actividad deportiva dejó de ser un tema de salud y educación, que fueron sus
objetivos a lo largo de la historia.
El
único país del mundo donde se conservó ese carácter fue Cuba, que alcanzó
durante mucho tiempo los más altos percápitas de medallas de oro por habitante.
Nuestros
mejores y más dignos atletas, los que no se corrompen, ni se venden, ni
traicionan a su pueblo y a su patria, son los que nos representan con honor en
las competencias internacionales.
Aquellos
países donde han surgido nuevos procesos revolucionarios como Venezuela, y
consideran el deporte como un derecho sagrado del pueblo, no pueden participar ahora en los eventos de más
prestigio con sus atletas profesionales, lo que requiere la autorización de las
empresas privadas que han adquirido el derecho sobre esos deportistas. Los
atletas se compran y se venden como una mercancía más. Muchos de ellos son
personas serias que aman al país donde nacieron, pero no pueden decidir por si
mismos.
Leonel
Fernández Presidente de la República Dominicana se quejaba amargamente de esa
situación y su equipo en el Clásico ha sido ya eliminado. Chávez habla con
entusiasmo y simpatía de los miembros del equipo de Venezuela, pero a la vez se
queja con amargura de que a sus estelarísimos pitchers y bateadores venezolanos
de las Grandes Ligas no le permiten jugar bajo la bandera venezolana.
Cuba
posee un excelente equipo nacional, formado por jugadores de toda la isla,
donde cada provincia se siente orgullosa de su aporte a la selección cubana.
Individualmente sus rivales pueden ser iguales, incluso mejores que muchos de
los nuestros, dados los recursos económicos y técnicos de Estados Unidos,
Canadá, Japón y otros. Lo que distingue a los atletas cubanos es la fuerte
motivación por los valores que representan.
El
equipo seleccionado es sin duda el mejor que ha representado a nuestro país, de
acuerdo al expediente, las cualidades y los méritos de cada uno de ellos. Las
encuestas de opinión lo demuestran por el grado de satisfacción que se expresa
en todo el país, salvo excepciones, con la selección.
Ahora
tenemos que atenernos a los hechos
reales:
El
Clásico fue organizado por los que administran la explotación del deporte en
Estados Unidos, gente además astuta, inteligente e incluso todo lo diplomáticas
que sea necesario. No pueden sin embargo prescindir de nuestro país en esos Clásicos.
A
los tres mejores equipos del Clásico y las Olimpiadas: Japón, Corea y Cuba, los
pusieron en el mismo grupo para que se eliminaran entre si. La vez anterior nos
ubicaron en el grupo latinoamericano, esta vez en el grupo asiático.
Por
ello, en San Diego, entre hoy y mañana uno de los tres será eliminado
irremisiblemente, sin competir antes con el equipo de Estados Unidos, el país
de las “Grandes Ligas”. Esto significa que en el próximo paso dos de los tres
estarán fuera de combate. Nos vemos obligados a librar nuestra batalla y
elaborar la estrategia en medio de esas vicisitudes.
El
equipo de Japón nos ganó el día 15 porque sin duda cometimos errores de dirección
en aquel punto, a miles de kilómetros, donde es casi imposible para Cuba
influir en la dirección de su equipo.
Hoy
los criterios de nuestra población están divididos, pero la mayoría amplia
opina que lo más conveniente es la victoria de Corea contra Japón. Comprenden
que el equipo del gran país asiático es como un reloj. De 28 miembros 23 juegan
en la liga japonesa. Cada uno de ellos está programado y han analizado una por
una las características de nuestros jugadores.
Poseen,
como todos los asiáticos, una gran dosis de sangre fría. Nos han ganado así dos
veces, en el último juego en el que se decidió el Clásico pasado y en el primer
juego entre ambos en el actual.
Por
otro lado Corea ha invertido en instalaciones y tecnología grandes recursos. Vísperas
de las últimas Olimpiadas, en que debíamos adaptarnos al horario totalmente
opuesto, fueron espléndidos con nosotros y nos ofrecieron gratuitamente sus
instalaciones, pero a la vez estudiaron exhaustivamente a cada uno de nuestros
atletas, de los que sacaron películas y material fílmico. Conocen cada
lanzamiento de nuestros pitchers y las respuestas de cada uno de nuestros
bateadores a los lanzamientos. Constituyen el adversario principal, porque son
también metódicos y batean con más fuerza que los japoneses.
A
pesar de las circunstancias adversas señaladas, ninguno de los dos es
invulnerable a nuestro equipo. Varios jugadores cubanos son nuevos. Hemos
trabajado más con los puntos débiles de nuestras estrellas. Hay un principio
que no puede violarse: sea cual fuere el adversario de mañana miércoles, no se
puede seguir ninguno de los caminos trillados habituales.
Poseemos
lo mismo un alineamiento de fuertes bateadores, casi todos los cuales pueden
llevarse la cerca y lo han demostrado, que un alineamiento de bateadores
ligeros, rápidos y seguros, que combinado con los bateadores fuertes pueden
hacer considerables estragos como ayer contra México.
Casi
todos los pitchers están liberados para el miércoles. Hay que partir de las características
de cada uno de ellos, el grado de control y dominio de los lanzamientos en cada
una de las situaciones concretas que pueden presentarse. Uno de los principios
inviolables, es que no puede haber vacilación alguna cuando un pitcher tenga
que ser sustituido de inmediato, si muestran una tendencia al descontrol frente
a japoneses o coreanos.
Los
expertos nuestros con profunda experiencia que asesoran al INDER deben señalar
de antemano el orden prioritario en que un zurdo o un derecho debe hacerse
cargo del montículo. Puede haber un abridor, o varios que hagan el papel de un
excelente abridor, para lo cual contamos con la materia prima necesaria.
Hay
algo que cada jugador debe interiorizar. No desalentarse un solo segundo. No
tratar de batear desesperadamente cualquier bola, como ocurrió con algunos
bateadores nuestros en el último encuentro con Japón.
Desgraciadamente
en nuestro país se creó el hábito malsano de esperar el primer strike, vieja
costumbre en que fueron educados los peloteros cubanos, un hábito que los
pitchers adversarios conocen y lanzan tranquilamente el primer strike por el
centro del home. Hay que obligarlos a una tarea difícil desde el primer
instante.
Contamos
con un modelo a seguir en nuestro equipo: la increíble serenidad y seguridad de
Cepeda, a quien deseo rendir homenaje en esta reflexión, por sus proezas. No ha
variado en lo más mínimo su eficiencia deportiva desde la primera vez al bate
en el Clásico. Ayer cuando teníamos 5 carreras contra México, 4 las había
impulsado él. Ese partido demostró que podemos vencer al adversario.
Saludo
a todos los miembros del excelente equipo que nos representa en San Diego.
Patria o Muerte
¡Venceremos!
Fidel Castro Ruz
Marzo 17 de 2009
7 y 21 p.m.