Reflexiones del compañero Fidel
PIEDAD CÓRDOBA Y SU LUCHA POR LA PAZ
Hace
tres días se publicó la noticia de que el Procurador General de Colombia,
Alejandro Ordóñez Maldonado, había destituido e inhabilitado por 18 años para
ejercer cargos políticos a la prestigiosa Senadora colombiana Piedad Córdoba,
por supuesta promoción y colaboración con las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia). Frente a una medida tan inusual y drástica, contra
la titular de un cargo electivo de la más alta institución legislativa del Estado,
ésta no tiene otra alternativa que recurrir ante el propio Procurador que
engendró la medida.
Era
lógico que tal arbitrariedad provocara un fuerte rechazo, expresado por las más
diversas personalidades políticas, entre ellas, ex prisioneros de las FARC y
familiares de los que fueron liberados por gestiones de la senadora, ex
candidatos a la presidencia, personas que ocuparon ese alto cargo, otros que fueron,
o son, senadores o miembros del poder legislativo.
Piedad
Córdoba es una persona inteligente y valiente, expositora brillante, de
pensamiento bien articulado. Hace pocas semanas nos visitó acompañada de otras
personalidades destacadas, entre ellas, un sacerdote jesuita de notable
honestidad. Venían animados por un profundo deseo de buscar la paz para su país
y solicitaban la colaboración de Cuba, recordando que durante años, y a
solicitud del propio gobierno de Colombia, prestamos nuestro territorio y
nuestra colaboración para las reuniones que tuvieron lugar en la capital de nuestro
país entre representantes del Gobierno de Colombia y el ELN.
No
me sorprende, sin embargo, la decisión tomada por el Procurador General, que
obedece a la política oficial de ese país virtualmente ocupado por las tropas
yankis.
No
me gusta hablar a medias tintas, y diré lo que pienso. Hace sólo una semana, estaba
a punto de iniciarse el debate general del 65 Período de Sesiones de la
Asamblea General de Naciones Unidas. Durante tres días, se habían discutido las
penosas metas de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio, y el jueves 23 de septiembre se iniciaba la Asamblea
General, con la participación de los Jefes de Estado o de altos representantes
de cada país. El primero en hacer uso de la palabra sería, como es costumbre,
el Secretario General de la ONU y, de inmediato, el Presidente de Estados
Unidos, país sede de la Organización y presunto amo del mundo. La sesión
comenzaba a las 9 de la mañana. Como es lógico, estaba interesado en conocer
qué diría el ilustre Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, tan pronto
concluyera Ban Ki-moon. Imaginé ingenuamente que la CNN en español o en inglés
trasmitiría el discurso, generalmente breve, de Obama. Por esa vía escuché los
debates entre aspirantes a ese cargo en la ciudad de Las Vegas, dos años antes.
Llegó
la hora, pasaban los minutos y CNN ofrecía noticias aparentemente
espectaculares sobre la muerte de un jefe guerrillero colombiano. Estas eran
importantes, pero no de especial trascendencia. Continuaba yo interesado por
saber qué decía Obama de los gravísimos problemas que sufre el mundo.
¿Acaso
la situación del planeta está para que ambos estén bobeando y haciendo esperar
a la Asamblea? Pedí que pusieran en otro televisor la CNN en inglés y tampoco
una palabra sobre la Asamblea. Entonces, ¿de qué hablaba la CNN? Daba noticias,
y esperaba que concluyera las que emitía sobre Colombia. Pero pasaron 10, 20,
30 minutos y seguía en lo mismo. Narraba incidencias de un colosal combate que
se estaba librando, o se había librado, en Colombia, los destinos del continente
iban a depender de eso, según se deducía de las palabras y el estilo de la
narración del locutor. Se mostraban fotos y filmes en todos los colores de la
muerte de Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño Suárez o “Mono Jojoy”.
Es el golpe más fuerte recibido por las FARC, afirmaba el locutor, supera la
caída de Manuel Marulanda y la de Raúl Reyes juntos. Acción demoledora,
afirmaba. Según se deducía, había tenido lugar un espectacular combate con la
participación de 30 aviones de bombardeo, 27 helicópteros, batallones completos
de tropas selectas empeñados en feroz acción bélica.
Realmente,
algo más que las batallas de Carabobo, Pichincha y Ayacucho juntas. Con la vieja
experiencia en estas lides, no concebía semejante batalla en una región boscosa
y apartada de Colombia. La descomunal acción estaba condimentada con imágenes
de todo tipo, viejas y nuevas, del comandante rebelde. Para el redactor de
noticias de CNN, Alfonso Cano, quien sustituyó a Marulanda, era un intelectual
universitario que no gozaba de apoyo entre los combatientes; el verdadero jefe
había muerto. Las FARC tendrían que rendirse.
Hablemos
claro. Las noticias referidas a la famosa batalla en la que murió el comandante
de las FARC ―un movimiento revolucionario colombiano que surgió hace más
de 50 años, después de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, asesinado por la
oligarquía― y la destitución de Piedad
Córdoba, están muy lejos de llevar la paz a Colombia; por el contrario, podrían
acelerar los cambios revolucionarios en ese país.
Imagino
que no pocos militares colombianos estén abochornados por las grotescas
versiones de la supuesta batalla en que murió el Comandante Jorge Briceño
Suárez. En primer lugar, no hubo combate alguno. Fue un burdo y bochornoso
asesinato. El almirante Edgar Cely, tal vez embarazado con el parte de guerra
con que la autoridad oficial informó la noticia y otras versiones oscuras, declaró
que: “Jorge Briceño, alias ‘Mono Jojoy’, murió por ‘aplastamiento’ cuando […] la
construcción en la que estaba escondido en la selva se le vino encima.” “‘Lo
que sabemos es que murió por aplastamiento, su búnker le cayó encima’, […] ‘no
es verdad que tuviera un tiro en la cabeza’.” Así lo declaró a la emisora Caracol
Radio, según la agencia de noticias norteamericana AP.
A
la operación le pusieron un nombre bíblico “Sodoma”, una de las dos ciudades
castigadas por sus pecados, sobre ella cayó una lluvia de fuego y azufre.
Lo
más grave es lo que falta por contar, que ya hasta el gato lo sabe, porque los
propios yankis lo han publicado.
El
gobierno de Estados Unidos le suministró a su aliado más de 30 bombas
inteligentes. En las botas que le suministraron al jefe guerrillero, le
instalaron un GPS. Guiadas por ese instrumento, las bombas programadas estallaron
en el campamento donde estaba Jorge Briceño.
¿Por
qué no se explica al mundo la verdad? ¿Por qué sugieren una batalla que nunca
tuvo lugar?
Otros
hechos bochornosos observé a través de la televisión. El Presidente de Estados
Unidos recibió efusivamente a Uribe en Washington, y lo respaldó para ofrecer
clases sobre “democracia” en una universidad estadounidense.
Uribe,
fue uno de los principales creadores del paramilitarismo, sobre cuyos miembros
cae la responsabilidad del auge del narcotráfico y la muerte de decenas de
miles de personas. Fue con Barack Obama que Uribe suscribió la entrega de siete
bases militares y virtualmente, de cualquier parte del territorio de Colombia,
para la instalación de hombres y equipos de las fuerzas armadas yankis. De
cementerios clandestinos está lleno el país. Obama, a través de Ban Ki-moon,
concedió a Uribe la inmunidad, asignándole nada menos que la vicepresidencia de
la comisión que investiga el ataque a la flotilla que llevaba ayuda a los
palestinos sitiados en Gaza.
Uribe
en los últimos días de su presidencia tenía ya organizada la operación utilizando
el GPS en las botas nuevas que necesitaba el guerrillero colombiano.
Cuando
el nuevo presidente de Colombia viajó a Estados Unidos para hablar en la
Asamblea General, conocía que la operación estaba en marcha, y al conocer Obama
la noticia del asesinato del guerrillero, abrazó efusivamente a Santos.
Me
pregunto si en esa ocasión se habló algo del acatamiento de la decisión emitida
por el Senado de Colombia, declarando ilegal la autorización de Uribe para
establecer las bases militares yankis. En ellas se apoyó el grosero asesinato.
He
criticado a las FARC. Expresé públicamente en una Reflexión mi desacuerdo con
la retención de los prisioneros de guerra y los sacrificios que para estos implicaban
las duras condiciones de la vida en la selva. Expliqué las razones y la
experiencia adquirida en nuestra lucha.
Fui
crítico de las concepciones estratégicas del movimiento guerrillero colombiano.
Pero jamás negué el carácter revolucionario de las FARC.
Consideré
y considero que Marulanda fue uno de los más destacados guerrilleros
colombianos y latinoamericanos. Cuando muchos nombres de políticos mediocres
sean olvidados, el de Marulanda será reconocido como uno de los más dignos y
firmes luchadores por el bienestar de los campesinos, los trabajadores y los
pobres de América Latina.
El prestigio y la autoridad moral
de Piedad Córdoba se han multiplicado.
Fidel Castro Ruz
Septiembre 30
de 2010
11 y