Estamos en un momento
excepcional de la Historia humana.
En estos días se cumplen
los plazos concedidos por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que
Irán cumpla las exigencias, dictadas por Estados Unidos, relacionadas con las
investigaciones nucleares, y el enriquecimiento de uranio para fines médicos y
la producción de energía eléctrica.
Es lo único que se le puede
probar.
El temor de que busca la
producción de armamento nuclear, es sólo una suposición.
En torno al delicado
problema, Estados Unidos y sus aliados occidentales, entre ellos, dos de las
cinco potencias nucleares con derecho a veto, Francia y el Reino Unido,
apoyados por las potencias capitalistas más ricas y desarrolladas del mundo,
han promovido un número creciente de sanciones contra Irán, un rico país
petrolero y de religión musulmana. Hoy las medidas aprobadas incluyen la
inspección de sus mercantes, y durísimas sanciones económicas que conducen a la
estrangulación de su economía.
He seguido de cerca los
graves peligros que encierra aquella situación, ya que de producirse un
estallido bélico en ese punto, la guerra rápidamente se tornaría nuclear, de
consecuencias letales para el resto del planeta.
No buscaba publicidad o
sensacionalismo al señalar esos peligros. Sencillamente, alertar a la opinión
mundial con la esperanza de que, advertida de tan grave peligro, pueda
contribuir a evitarlo.
Al menos, se ha logrado
atraer la atención sobre un problema que ni siquiera se mencionaba en los
grandes medios de opinión mundial.
Ello me obliga a utilizar
una parte del tiempo destinado al lanzamiento de este libro, en cuya
publicación trabajamos con ahínco. No quería que coincidiera con los días 7 y
9. En el primero se cumplen los 90 días dispuestos por el Consejo de Seguridad,
para conocer si Irán cumplió o no, con el requisito de autorizar la inspección
de sus mercantes. La otra fecha, señala el cumplimiento de los tres meses de
plazo señalados en la Resolución del 9 de junio, posiblemente dicho plazo era
la intención del Consejo.
Hasta ahora, sólo tenemos
la insólita declaración del Director General de la OIEA (Organización
Internacional de Energía Atómica), el japonés Yukiya Amano, un hombre de los yankis. Este echó toda la leña
al fuego y, como Poncio Pilato, se lavó las manos.
Un portavoz del Ministerio
de Asuntos Exteriores de Irán comenta con merecido desprecio su declaración. Un
despacho noticioso de la agencia EFE, señala que su afirmación de que “‘Nuestros
amigos no deben preocuparse, ya que no creemos que nuestra región esté en condiciones
para nuevas aventuras militares’, e ‘Irán está totalmente preparado para responder
frente a cualquier invasión militar’ era una obvia referencia al líder cubano
Fidel Castro, ‘quien alertó de la posibilidad de un ataque nuclear israelí a
Irán con el apoyo de Estados Unidos’.”
Las noticias sobre el tema
se suceden, y se mezclan con otras de notable repercusión.
El periodista Jeffrey
Goldberg, de la revista The Atlantic, ya
conocido por nuestro público, publica partes de la larga entrevista sostenida
conmigo, algunos de cuyos puntos interesantes ha ido programando, antes de un
futuro y extenso artículo.
“Hubo muchas cosas extrañas
durante mi reciente estancia en la Habana, […] ―cuenta él― pero una
de las más inusuales fue el nivel de auto examen de Fidel Castro. […] pero el
hecho de que Castro estuviera dispuesto a admitir que había cometido un error
en un momento crucial de
Yo le había explicado bien,
y consta por escrito, el contenido del mensaje “…si Estados Unidos invadía
a Cuba, país con armas nucleares rusas, en esas circunstancias no debía dejarse
dar el primer golpe, como el que asestaron a la URSS cuando el 22 de junio de
1941, el ejército alemán y todas las fuerzas de Europa atacaron a la URSS.”
Puede observarse que de esa
breve alusión al tema, en la segunda parte de la entrega al público de esa
noticia, el lector no podría percatarse de que “si Estados Unidos invadía a
Cuba, país con armas nucleares rusas”, en ese caso yo recomendaba impedir que
el enemigo asestara el primer golpe, ni tampoco de la profunda ironía de mi
respuesta “…de haber sabido lo que ahora sé…”, en obvia referencia a la
traición cometida por un Presidente de Rusia que, saturado de sustancia
etílica, entregó a Estados Unidos los más importantes secretos militares de
aquel país.
En otro momento de la
conversación Goldberg cuenta: “le pregunté si él creía que el modelo cubano era
algo que aún valía la pena exportar.” Es
evidente que esa pregunta llevaba implícita la teoría de que Cuba exportaba la
Revolución. Le respondo “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para
nosotros.” Se lo expresé sin amargura ni preocupación. Me divierto ahora al ver
cómo él lo interpretó al pie de la letra, y consultó, por lo que dice, con
Julia Sweig, analista del CFR que lo acompañó, y elaboró la teoría que expuso.
Pero lo real es que mi respuesta significaba exactamente lo contrario de lo que
ambos periodistas norteamericanos interpretaron sobre el modelo cubano.
Mi idea, como todo el mundo
conoce, es que el sistema capitalista ya no sirve ni para Estados Unidos ni
para el mundo, al que conduce de crisis en crisis, que son cada vez más graves,
globales y repetidas, de las cuales no puede escapar. Cómo podría servir semejante
sistema para un país socialista como Cuba.
Muchos amigos árabes, al escuchar
que me entrevisté con Goldberg, se preocuparon y enviaron mensajes señalándolo
como “el mayor defensor del Sionismo”.
De todo esto se puede
deducir la gran confusión que existe en el mundo. Espero, por ello, que lo que
les cuento sobre mi pensamiento sea útil.
Las ideas expuestas por mí,
están contenidas en 333 Reflexiones, vean que casualidad, y de ellas, las
últimas 26 están referidas exclusivamente a los problemas del medio ambiente y
al inminente peligro de una conflagración nuclear.
Ahora debo añadir en muy
breve síntesis.
Siempre he condenado el
Holocausto. En las Reflexiones “El discurso de Obama en el Cairo”, “El zarpazo
al acecho” y “La opinión de un experto”, lo expuse con toda claridad.
Nunca he sido enemigo del
pueblo hebreo, en el que admiro su capacidad de resistir durante dos mil años
la dispersión y la persecución. Muchos de los más brillantes talentos, Carlos
Marx y Albert Einstein, fueron judíos, porque es una nación en la que los más
inteligentes sobrevivían, en virtud de una Ley natural. En nuestro país, y en
el mundo, fueron perseguidos y calumniados. Pero esto es sólo un fragmento de
las ideas que defiendo.
Ellos no fueron los únicos
perseguidos y calumniados por sus creencias. Los musulmanes, durante bastante
más de 12 siglos, fueron atacados y perseguidos por los cristianos europeos,
debido a sus creencias, como lo habían sido los primeros cristianos en la
antigua Roma antes de convertirse en la religión oficial de aquel imperio. La
historia debe ser admitida y recordada tal como es, con sus trágicas realidades
y sus feroces guerras. De eso he hablado y, por ello, con toda razón explico los
peligros que hoy corre la humanidad, cuando estas se han transformado en el
mayor riesgo de suicidio para nuestra frágil especie.
Si a eso le añadiera una
guerra con Irán, aunque fuese de carácter convencional, más valdría que Estados
Unidos apagara la luz y se despidiera. ¿Cómo podría resistir una guerra contra
1 500 millones de musulmanes?
Defender la paz no
significa, para un verdadero revolucionario, renunciar a los principios de
justicia, sin los cuales, la vida humana y la sociedad carecerían de sentido.
Sigo pensando que Goldberg
es un gran periodista, capaz de exponer con amenidad y maestría sus puntos de
vista, que obligan a debatir. No inventa frases, las transfiere y las
interpreta.
No mencionaré el contenido
de otros muchos aspectos de nuestras conversaciones. Respetaré la
confidencialidad de los temas que abordamos, mientras espero con interés su
extenso artículo.
Las actuales noticias que
llegan en torrente de todas partes, me obligan a cumplimentar su presentación
con estas palabras, cuyos gérmenes están contenidos en el libro de “La
contraofensiva estratégica” que acabo de presentar.
Considero que todos los
pueblos tienen derecho a la paz y al disfrute de los bienes y recursos naturales
del planeta. Es una vergüenza lo que está sucediendo con la población en muchos
países de África, donde se ven millones de niños, mujeres y hombres
esqueléticos entre sus habitantes a
causa de la falta de alimentos, de agua y de medicinas. Son asombrosas las
noticias gráficas que llegan del Oriente Medio, donde los palestinos son privados
de sus tierras, sus casas son demolidas por monstruosos equipos y, hombres,
mujeres y niños, bombardeados con fósforo vivo y otros medios de exterminio, así
como dantescas las escenas de familias exterminadas por las bombas lanzadas sobre
los poblados afganos y paquistaníes, por aviones sin pilotos, y los iraquíes,
que mueren después de años de guerra, y más de un millón de vidas sacrificadas
en esa contienda impuesta por un Presidente de Estados Unidos.
Lo último que podía esperarse
eran las noticias de la expulsión de los gitanos franceses, víctimas de la
crueldad de la extrema derecha francesa, que eleva ya a siete mil de ellos, las
víctimas de otra especie de holocausto racial. Es elemental la enérgica
protesta de los franceses, a los cuales, simultáneamente, los millonarios limitan
el derecho a la jubilación, a la vez que reducen las posibilidades de empleo.
De Estados Unidos llegan
noticias de un pastor del estado de la Florida, que se propone quemar en su
propia iglesia, el Libro Sagrado del Corán. Hasta los jefes militares yankis y
europeos en misiones punitivas de guerra se estremecieron ante una noticia que
consideraban riesgosa para sus soldados.
Walter Martínez, el
prestigioso periodista del programa Dossier
de Venezolana de Televisión, estaba asombrado de tanta locura.
Ayer, jueves 9, en horas de
la noche, llegaron noticias de que el pastor había desistido. Sería necesario
saber lo que le dijeron los agentes del FBI que lo visitaron “para
persuadirlo”. Fue un descomunal show mediático, un caos, cosas propias de un
imperio que se hunde.
Agradezco a todos ustedes
la atención prestada.
Septiembre 10 de 2010