Reflexiones del compañero Fidel
LA REBELIÓN REVOLUCIONARIA EN EGIPTO
Dije hace varios días que
la suerte de Mubarak estaba echada y ni siquiera Obama podía salvarlo.
El mundo conoce lo que sucede
en el Medio Oriente. Las noticias circulan a velocidad pasmosa. Apenas alcanza
el tiempo a los políticos para leer los despachos
que van llegando hora por hora. Todos están conscientes de la importancia de lo
que allí ocurre.
Tras 18 días de duro
batallar, el pueblo egipcio logró un importante objetivo: derrocar al principal
aliado de Estados Unidos en el seno de los países árabes. Mubarak oprimía y
saqueaba a su propio pueblo, era enemigo de los palestinos y cómplice de
Israel, la sexta potencia nuclear del planeta, asociada al grupo belicoso de la
OTAN.
Las Fuerzas Armadas de
Egipto, bajo la dirección de Gamal Abdel Nasser, habían lanzado por la borda a
un Rey sumiso y creado la República que, con el apoyo de la URSS, defendió su
Patria de la invasión franco-británica e israelita en 1956, y preservó la
posesión del Canal de Suez y la independencia de su milenaria nación.
Egipto poseía por ello
elevado prestigio en el Tercer Mundo. Nasser era conocido como uno de los
líderes más destacados del Movimiento de Países No Alineados, en cuya creación
participó junto a otros conocidos dirigentes de Asia, África y Oceanía que
luchaban por la liberación nacional y la independencia política y económica de las
antiguas colonias.
Egipto gozó siempre del
apoyo y el respeto de dicha organización internacional que agrupa a más de cien
países. En este momento, precisamente, ese hermano país preside el Movimiento
por el período de tres años que le corresponde; y el apoyo de muchos de sus
miembros a la lucha que hoy libra su pueblo no se hará esperar.
¿Qué significaron los Acuerdos
de Camp David, y por qué el pueblo heroico de Palestina defiende tan arduamente
sus derechos más vitales?
En Camp David ―con la
mediación del entonces presidente de Estados Unidos Jimmy Carter―, el mandatario
de Egipto Anwar el-Sadat y el Primer Ministro israelí Menahem Begin, firmaron los
famosos acuerdos entre Egipto e Israel.
Se cuenta que sostuvieron
conversaciones secretas durante 12 días, y el 17 de septiembre de 1978 firmaron
dos acuerdos importantes: uno referido a la paz entre Egipto e Israel; y otro
relacionado con la creación de un territorio autónomo en la Franja de Gaza y
Cisjordania, donde el-Sadat pensaba ―e Israel conocía y compartía la idea―
que sería la sede del Estado palestino, cuya existencia, así como la del Estado
de Israel, la Organización de Naciones Unidas acordó el 29 de noviembre de 1947,
en el mandato británico de Palestina.
Tras conversaciones arduas
y complejas, Israel aceptó retirar sus tropas del territorio egipcio del Sinaí,
aunque rechazó categóricamente la participación en aquellas negociaciones de
paz de la representación de Palestina.
Como producto del primer acuerdo,
en el plazo de un año, Israel reintegró a Egipto el territorio del Sinaí
ocupado en una de las guerras árabe-israelíes.
En virtud del segundo, ambas
partes se comprometían a negociar la creación del régimen autónomo en
Cisjordania y la Franja de Gaza. La primera, comprendía un territorio de 5 640
kilómetros cuadrados y 2,1 millones de habitantes; y la segunda, 360 kilómetros
cuadrados y 1,5 millones de habitantes.
Los países árabes se
indignaron con aquel acuerdo en que, a su juicio, Egipto no defendió con
suficiente energía y firmeza un Estado Palestino, cuyo derecho a existir había
sido centro de las luchas libradas durante décadas por los estados árabes.
A tal extremo de
indignación llegó la reacción de los mismos, que muchos rompieron relaciones
con Egipto. De esa forma, la Resolución de Naciones Unidas de noviembre de 1947,
fue borrada del mapa. El ente autónomo jamás se creó y así se privaba a los
palestinos del derecho a existir como estado independiente, de lo cual se
deriva la interminable tragedia que se vive y que debió resolverse hace más de
tres décadas.
La población árabe de
Palestina es víctima de acciones genocidas; las tierras les son arrebatadas o
privadas de agua en aquellas áreas semidesérticas y las viviendas destruidas
con pesados martillos. En la Franja de Gaza, un millón y medio de personas son sistemáticamente
atacadas con proyectiles explosivos, fósforo vivo y las conocidas granadas cazabobos.
El territorio de la Franja está bloqueado por mar y por tierra. ¿Por qué se
habla tanto de los acuerdos de Camp David y no se menciona a Palestina?
Estados Unidos suministra
los más modernos y sofisticados armamentos a Israel por valor de miles de
millones de dólares cada año. Egipto, un país árabe, fue convertido en el
segundo receptor de armas norteamericanas. ¿Para luchar contra quién? ¿Contra
otro país árabe? ¿Contra el propio pueblo egipcio?
Cuando la población
demandaba respeto a sus derechos más elementales y la renuncia de un presidente
cuya política consistía en explotar y saquear a su propio pueblo, las fuerzas
represivas entrenadas por Estados Unidos no vacilaron en disparar contra ella,
matando cientos de personas e hiriendo a miles.
Cuando el pueblo egipcio
esperaba explicaciones del Gobierno de su propio país, las respuestas venían de
altos funcionarios de los órganos de inteligencia o del gobierno de Estados
Unidos, sin respeto alguno para los funcionarios egipcios.
¿Es que acaso los
dirigentes de Estados Unidos y sus órganos de inteligencia no conocían una sola
palabra de los colosales robos del gobierno de Mubarak?
Antes de que el pueblo
protestara en masa desde la Plaza Tahrir, ni los funcionarios del gobierno, ni
los órganos de inteligencia de Estados Unidos decían una sola palabra de los
privilegios y robos descarados de miles de millones de dólares.
Sería un error imaginar que
el movimiento popular revolucionario en Egipto obedece teóricamente a una
reacción contra las violaciones a sus derechos más elementales. Los pueblos no
desafían la represión y la muerte ni permanecen noches enteras protestando con
energía por cuestiones simplemente formales. Lo hacen cuando sus derechos legales
y materiales son sacrificados sin piedad a las exigencias insaciables de
políticos corruptos y de los círculos nacionales e internacionales que saquean el
país.
El índice de pobreza
afectaba ya a la inmensa mayoría de un pueblo combativo, joven y patriótico,
agredido en su dignidad, su cultura y sus creencias.
¿Cómo podrían conciliarse
la elevación imparable de los precios de los alimentos con las decenas de miles
de millones de dólares que se atribuyen al presidente Mubarak, y a los sectores
privilegiados del gobierno y de la sociedad?
No basta ahora que se conozca
a cuánto ascienden, hay que exigir que sean devueltos al país.
Obama está afectado por los
acontecimientos egipcios, actúa o parece actuar como dueño del planeta. Lo de
Egipto pareciera ser un asunto suyo. No para de hablar por teléfono con los
líderes de otros países.
La agencia EFE, por ejemplo,
informa: “…habló con el primer ministro británico, David Cameron; el rey Abdalá II de Jordania, y con el primer ministro
turco, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan.”
“…el gobernante de EEUU valoró el ‘cambio histórico’ que han
impulsado los egipcios y reafirmó su admiración por sus esfuerzos…”.
La principal agencia de
información norteamericana AP, transmite razonamientos dignos de atención:
“Estados Unidos solicita
gobernantes en el Medio Oriente de inclinación occidental, amistosos con Israel
y dispuestos a cooperar en la lucha contra el extremismo islámico al tiempo que
protejan los derechos humanos.”
“…Barack Obama ha planteado
una lista de requisitos ideales imposibles de satisfacer tras la caída de dos
aliados de Washington en Egipto y Túnez en revueltas populares que, según
expertos, se propagarán en la región.”
“No existe prospecto con
ese currículo de ensueño y es muy difícil que aparezca uno pronto. En parte se
debe a que en los últimos 40 años, Estados Unidos sacrificó los ideales nobles
de los derechos humanos, que tanto propugna, a cambio de la estabilidad, la
continuidad y el petróleo en una de las regiones más volátiles del mundo.”
“‘Egipto no volverá a ser
el mismo’, dijo Obama el viernes después de que celebrara la salida de Hosni
Mubarak.”
“Mediante sus protestas
pacíficas, dijo Obama, los egipcios ‘transformaron su país y al mundo’.
“Aun cuando persiste el
nerviosismo entre varios gobiernos árabes, las elites afianzadas en Egipto y
Túnez no han dado señales de que estén dispuestas a ceder poder ni la vasta
influencia económica que han tenido.”
“El gobierno de Obama ha
insistido en que el cambio no debía ser de ‘personalidades’. El gobierno
estadounidense fijó esta postura desde que el presidente Zine El Abidine Ben
Ali huyó en enero de Túnez, un día después de que la secretaria de Estado,
Hillary Rodham Clinton, advirtiera a los gobernantes árabes en un discurso en
Qatar que sin una reforma las cimientes de sus países ‘se hundirían en la arena’.”
La gente no se muestra muy
dócil en la Plaza Tahrir.
Europa Press narra:
“Miles de
manifestantes han llegado a la plaza de Tahrir, el epicentro de las
movilizaciones que provocaron la renuncia del presidente del país, Hosni
Mubarak, para reforzar a los que continúan en ese emplazamiento a pesar del
intento de
“El
corresponsal de
“El ‘núcleo
duro’ […] está situado en una de las esquinas de la plaza. […] han decidido
permanecer en Tahrir […] para asegurarse de que se cumplen todas sus
reclamaciones.”
Con independencia de lo que
ocurra en Egipto, uno de los problemas más graves que enfrenta el imperialismo
en este instante es el déficit de cereales que analicé en la Reflexión del 19
de enero.
Estados Unidos emplea una
parte importante del maíz que cultiva y un alto índice de su cosecha de soya a
la producción de biocombustibles. Europa por su parte, emplea millones de
hectáreas de tierra con ese propósito.
Por otro lado, como
consecuencia del cambio climático originado fundamentalmente por los países
desarrollados y ricos, se está creando un déficit de agua dulce y alimentos incompatible
con el crecimiento de la población, a un ritmo que la conduciría a 9 mil
millones de habitantes en apenas 30 años, sin que la Organización de Naciones
Unidas y los gobiernos más influyentes del planeta, después de las defraudantes
reuniones de Copenhague y Cancún, hayan advertido e informado al mundo de esa
situación.
Apoyamos al pueblo egipcio
y su valiente lucha por sus derechos políticos y la justicia social.
No estamos contra el pueblo
de Israel, estamos contra el genocidio del pueblo palestino y a favor de su
derecho a un Estado independiente.
No estamos a favor de la
guerra, sino en favor de la paz entre todos los pueblos.
Fidel Castro Ruz
Febrero 13 de 2011
9 y 14 p.m.