Reflexiones del
compañero Fidel
LA BATALLA DE GIRÓN
(PRIMERA PARTE)
Más de un año antes del 16 de abril de 1961, después de rigurosos
análisis e intercambios, el presidente Dwight
Eisenhower decidió destruir a la Revolución Cubana.
El instrumento fundamental del tenebroso plan era el bloqueo económico a
Cuba, al que la literatura política del imperio califica con el término anodino
y casi piadoso de “embargo”.
En memorando secreto del entonces subsecretario asistente de Estado
Lester Mallory, se enumeraron los objetivos concretos del tenebroso plan: “La
mayoría de los cubanos apoyan a Castro
―expresa el documento―
[…] No existe una oposición política efectiva […] El único medio posible
para hacerle perder el apoyo interno [al gobierno] es provocar el desengaño y
el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria […] Hay que
poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida
económica […] negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los
salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación
y el derrocamiento del gobierno.”
El conjunto de medidas a tomar se denominaba “Programa de Acción
Encubierta contra el régimen de Castro”.
Cualquier observador, esté o no de acuerdo con tan repugnantes métodos
porque carecen de elemental ética, admitiría que esto implica la idea de
doblegar a un pueblo.
En este caso, se trataba de una confrontación entre la potencia más
poderosa y rica del planeta y un país pequeño de diferente origen, cultura e
historia.
Eisenhower no era un criminal nato. Parecía, y tal vez lo fuera, una
persona educada y de buena conducta de acuerdo a los parámetros de la sociedad
en que vivía. Había nacido en el seno de una modesta familia agricultora en
Denison, Texas, en el año 1890. De educación religiosa y vida disciplinada,
ingresó en la Academia Militar de West Point en el año 1911, y se graduó en
1915. No participa en la Primera Guerra Mundial, y le asignan solo tareas
administrativas.
Asume por primera vez el mando de tropas en 1941, cuando Estados Unidos
no participaba todavía en la Segunda Guerra Mundial. Era ya general de cinco estrellas y carecía de experiencia
combativa cuando George Marshall le asigna el mando de las tropas que desembarcan
al Norte de África.
Roosevelt, como presidente del país con más riquezas y medios militares,
asume el papel de nombrar al jefe militar de las fuerzas aliadas que
desembarcarían en Europa en junio de 1944, catorce meses antes de finalizar la
guerra; tarea que asignó al general Eisenhower, ya que Marshall, su jefe de mayor autoridad, desempeñaba el cargo de Jefe
del Estado Mayor del Ejército.
No era un militar brillante, cometió errores de consideración en el
Norte de África y en el propio Desembarco de Normandía, donde tuvo rivales
serios entre sus aliados, como Montgomery, y adversarios como Rommel; pero era
un profesional serio y metódico.
Concluida esta referencia obligada del General de cinco estrellas Dwight Eisenhower, presidente de
Estados Unidos desde enero de 1953 hasta enero de 1961, paso a una pregunta:
¿cómo es posible que un hombre serio, que se atrevió a exponer el nefasto papel
del Complejo Militar Industrial, sea conducido a una actitud tan criminal e
hipócrita como la que llevó al gobierno de Estados Unidos al ataque contra la
independencia y la justicia que durante casi un siglo buscó nuestro pueblo?
Fue el sistema capitalista, la preeminencia de los privilegios de los
ricos, dentro y fuera del país, en detrimento de los derechos más elementales
de los pueblos. Nunca le preocupó a la poderosa potencia el hambre, la
ignorancia, la ausencia de empleo, tierra, educación, salud y los derechos más
elementales para los pobres de nuestra nación.
En el intento brutal de someter a nuestro pueblo, el gobierno de Estados
Unidos arrastraría a los soldados de su país a una lucha en la que no habría
podido obtener la victoria.
En los asuntos de carácter histórico son muchos los imponderables y no
poca la incidencia del azar. Yo parto de la información que poseo, y de la experiencia
que viví aquellos días en que nació la frase de que Girón fue la “primera
derrota del imperialismo en América”. De aquella experiencia extraje muchas
conclusiones. Quizás a otros también interesen.
Nosotros no disponíamos de un ejército nacional en nuestro país. Al
finalizar lo que los historiadores en Cuba denominaban la Tercera Guerra de
Independencia ―en la que el ejército colonial español derrotado y
exhausto solo podía conservar ya, a duras penas, el control de las grandes
ciudades―, la metrópoli arruinada, a miles de millas de distancia, no
podía mantener una fuerza casi igual a la de Estados Unidos en Vietnam, al
final de la guerra genocida que llevó a cabo en esa antigua colonia francesa.
Es en aquel momento que Estados Unidos decide intervenir en nuestro
país. Engaña a su propio pueblo, al de Cuba y al mundo, con una declaración
conjunta en la cual se reconoce que Cuba, de hecho y de derecho, debía ser
libre e independiente. Firma en París un acuerdo con el gobierno colonial y
vengativo de la España derrotada, y desarma al Ejército Libertador mediante
soborno y engaño. Con posterioridad, se le impone a nuestro país la Enmienda
Platt, la entrega de puertos para uso de su armada, y se le otorga la supuesta
independencia, condicionada por un precepto constitucional que le concedía al
gobierno de Estados Unidos el derecho a intervenir en Cuba.
Nuestro valeroso pueblo luchó en solitario, tanto como el que más en
este hemisferio, por su independencia frente a la nación que, como expresó
Simón Bolívar, estaba llamada a plagar de miseria a los pueblos de América en
nombre de la libertad.
En Cuba había un ejército entrenado, armado y asesorado por Estados
Unidos. No diré que nuestra generación posea más mérito que alguna de las que
nos precedieron, cuyos líderes y combatientes fueron insuperables en sus luchas
heroicas. El privilegio de nuestra generación fue la oportunidad de probar, por
azar más que por méritos, la idea martiana de que “un principio justo desde el
fondo de una cueva, puede más que un ejército”.
A partir de ideas justas y después de superar amargas pruebas, partiendo
solo de siete fusiles, no vacilamos en proseguir la lucha en la Sierra Maestra
después que nuestro destacamento de 82 hombres, por falta de experiencia y
otros factores adversos, fue atacado por sorpresa antes de alcanzar las
estribaciones de las montañas. En solo 25 meses nuestro pueblo heroico derrotó
a aquel ejército, equipado con el armamento, la experiencia combativa, las
comunicaciones, centros de instrucción y el asesoramiento con el que Estados
Unidos mantuvo durante más de medio siglo el dominio total de nuestro país y de
Nuestra América.
Al aplicar los métodos correctos de lucha, los principios de respeto a
la población y la política de guerra con el adversario -curando a los heridos y
respetando la vida de los prisioneros sin una sola excepción en toda la
guerra-, asestamos una derrota aplastante al aparato militar creado por los
yankis, y le ocupamos finalmente las cien mil armas y los equipos de guerra que
poseían y emplearon contra nuestro pueblo.
Pero fue necesario también derrotar en el campo ideológico el inmenso
arsenal de que disponían, y el monopolio casi total de los medios de
información con que inundaban al país de edulcoradas mentiras.
Los trabajadores sin empleo, los campesinos sin tierra, los obreros
explotados, los ciudadanos analfabetos, los enfermos sin hospitales, los niños
sin libros o sin escuelas, la interminable lista de ciudadanos heridos en su
dignidad y sus derechos, eran incomparablemente más que la minoría rica,
privilegiada y aliada al imperio.
Educación, ciencia, cultura y arte, deporte, las profesiones que
entrañan el desarrollo humano, carecían de apoyo en nuestro país, dedicado al
monocultivo de la caña y a otras actividades económicas subordinadas a bancos y
empresas trasnacionales yankis, con las que el poderoso vecino del norte impone
su “democracia” y los “derechos
humanos”.
Debo señalar que un espectáculo como el de La Colmenita ―que hace
unos días se exhibió en el teatro Karl Marx―, creado por el hijo de una
de las personas asesinadas por los terroristas del Gobierno de Estados Unidos
en el avión que partió de Barbados el 6 de octubre de 1976, no tiene rival en
el mundo. Tanto el impresionante acto cultural de los pioneros, como el
Congreso que clausuraron ese día, jamás serían posibles sin la educación que la
Revolución ha brindado a los niños, adolescentes y jóvenes de nuestra Patria.
El 16 de abril de 1961, cuando se proclamó el carácter socialista de la
Revolución, habían transcurrido dos años y tres meses desde el triunfo del
Primero de Enero de 1959. Nuestro pequeño y victorioso Ejército Rebelde en su
lucha por la liberación, solo contaba con las armas ocupadas a la tiranía, que
en su inmensa mayoría fueron suministradas por Estados Unidos. Era imprescindible
armar al pueblo.
Para no brindar pretextos que sirvieran de base a las agresiones de
Estados Unidos, como hicieron en Guatemala, intentamos comprar y pagar al
contado fusiles y otras armas en países de Europa, que tradicionalmente las
exportaban a muchas naciones.
Adquirimos varias decenas de miles de fusiles semiautomáticos FAL
calibre 7,62 con peines de 20 balas y las municiones correspondientes, entre
ellas, las granadas antipersonales y antitanques de esas armas que fueron
trasladadas en buques mercantes habituales, igual que hace cualquier país.
Pero ¿qué ocurrió con aquellas ingenuas compras de armas “no comunistas”
y que por su calidad nos parecían excelentes?
El primer barco arribó a Cuba normalmente y con él, decenas de miles de
fusiles FAL.
No había ilegalidad alguna,
ni existían pretextos para las campañas contra Cuba.
Poco duró, sin embargo, aquella situación. El segundo barco arribó a un
importante muelle de la capital, obreros portuarios y combatientes rebeldes
descargaban los bultos, no existían entonces contenedores. Yo estaba en el
cuarto o quinto piso del edificio del Instituto de Reforma Agraria, donde hoy
se encuentra el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en las
inmediaciones de la Plaza de la Revolución; allí tenía la oficina de trabajo
cuando no me movía por cualquier parte de la ciudad o el país. El viejo Palacio
de Gobierno había sido convertido en museo y el nuevo no estaba terminado. Era
el 4 de marzo de 1960. Una fuerte explosión hizo trepidar el edificio; miré por
instinto hacia el puerto, donde sabía que estaba descargándose el mercante
francés La Coubre; una densa columna
de humo ascendía desde aquel punto, no distante en línea recta. Comprendí en el
acto lo ocurrido.
Imaginé las víctimas, bajé rápido, y con la pequeña escolta abordamos
los carros, nos movimos hacia el puerto transitando por estrechas calles y
elevado tránsito. Estaba ya muy próximo, cuando escucho una segunda explosión
en el mismo punto. Se puede comprender la ansiedad que nos provocó aquella
nueva explosión. Imaginé el daño ocasionado a los obreros y soldados que
estarían ayudando a las víctimas de la primera.
A duras penas logré que el carro se aproximara al muelle, donde pude
observar el dramático pero heroico comportamiento de aquellos hombres.
Alrededor de 100 personas murieron; los heridos eran muchos y requeridos
de atención urgente.
Al día
siguiente, desde la Universidad, trasladamos los muertos por la ancha calle 23
hasta el mismo cementerio donde un año, un mes y 11 días después daríamos
revolucionaria sepultura a las víctimas del bombardeo de los aviones yankis con
insignias cubanas.
El 5 de
marzo, por primera vez y de forma absolutamente espontánea, durante el sepelio
de los obreros y combatientes vilmente asesinados, exclamé ¡Patria o Muerte! No
se trataba de una frase: era una convicción profunda.
Muchas
investigaciones estaban por hacerse, pero en ese instante no tenía ya dudas de
la intencionalidad de la mencionada masacre. El mercante venía saboteado desde
que zarpó de puerto europeo y el sabotaje era obra de expertos.
Dediqué la
debida atención a las investigaciones requeridas. Necesitaba conocer si
aquellas granadas, contenidas en las cajas donde se produjeron las explosiones,
podían estallar por accidentes tales como la caída de una o algo similar. Para
descartar esa posibilidad -que los especialistas previo estudio de los
mecanismos de seguridad de las granadas habían desechado-, pedí que algunas cajas
con granadas que venían en el barco fueran lanzadas desde mil metros de altura;
observé las pruebas y ninguna granada estalló. Se indagaron todos los
movimientos que aquel barco realizó y se hizo evidente que manos expertas
realizaron aquel sabotaje, como parte del plan aprobado por la administración
de Estados Unidos.
Habíamos
recibido una lección de lo que podía esperarse del imperialismo. No vacilamos
en dirigirnos a los soviéticos, con los cuales no teníamos contradicción de
principios.
Se nos
otorgaron los créditos pertinentes para adquirir aquellas armas. Desde que la
URSS y otros países socialistas como la República Socialista de Checoslovaquia,
la República Popular China y la República Popular Democrática de Corea
comenzaron a suministrarnos armas, hasta hoy, más de mil barcos transportaron
armas y municiones a Cuba sin que se produjera una explosión.
Nuestros propios buques han trasladado durante decenas de años gran
parte del armamento empleado por las fuerzas internacionalistas cubanas sin que
ninguno estallara.
El discurso que pronuncié el 16 de abril de 1961, en las honras fúnebres
de las víctimas del traidor bombardeo del amanecer del día anterior, estaba
dirigido a los compañeros del Ejército Rebelde, a las Milicias Nacionales
Revolucionarias y al pueblo de Cuba. Reproduzco párrafos textuales e ideas, sin
las cuales sería imposible conocer la importancia y el ardor de la batalla que
se libró:
“Es la
segunda vez que nos reunimos en esta misma esquina. La primera fue cuando
la explosión de La Coubre, que le
costó la vida a casi un centenar de obreros y soldados.”
“Desde el
inicio del Gobierno Revolucionario el primer esfuerzo que realizaron los
enemigos de la Revolución fue impedir que nuestro pueblo se armara.”
“…ante el
fracaso de los primeros pasos de tipo diplomático, acudieron al sabotaje […]
para impedir que esas armas llegaran a nuestras manos…”
“Aquel
brutal zarpazo costó la vida de numerosos obreros y soldados, […] teníamos
derecho a pensar que los culpables del sabotaje eran los que estaban
interesados en que nosotros no recibiéramos esas armas…”
“…a todos
nosotros, a nuestro pueblo, le quedó la profunda convicción de que la mano que
había preparado aquel hecho bárbaro y criminal, era la mano de los agentes
secretos del gobierno de Estados Unidos.”
“…para
muchas personas en este país, y aun fuera, resultaba difícil creer que el
gobierno de Estados Unidos fuese capaz de llegar a tanto; resultaba difícil
creer que los dirigentes de un país fuesen capaces de llevar a la práctica
procedimiento semejante […] todavía nosotros no habíamos podido adquirir la
dura experiencia que hemos ido adquiriendo durante estos dos años y medio;
todavía no conocíamos bien a nuestros enemigos; […] todavía no sabíamos lo que
era la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de Estados Unidos; todavía
no habíamos tenido oportunidad de ir comprobando, día a día, sus actividades
criminales contra nuestro pueblo y nuestra Revolución.”
“…ya
nuestro país venía sufriendo una serie de incursiones por parte de aviones piratas
que un día lanzaban proclamas, otro día quemaban nuestras cañas, y otro día
trataban de lanzar una bomba sobre uno de nuestros centrales azucareros.”
“…por el
estallido de la bomba que iban a lanzar explotó el avión pirata con sus
tripulantes, […] en aquella ocasión, no pudo el gobierno de Estados Unidos
negar, como lo venía haciendo, que aquellos aviones salían de sus costas; […]
ante la documentación ocupada intacta […] no pudo negar la realidad, […] se
decidieron por pedirnos una excusa y darnos una explicación.”
“Sin
embargo, los vuelos no se paralizaron […] y en una ocasión una de aquellas
incursiones costó a nuestro país un saldo elevado de víctimas. Sin
embargo, ninguno de aquellos hechos tenía el carácter de un ataque militar…”
“Nunca se
había llevado a cabo una operación que revistiera todas las características de
una operación de carácter netamente militar.”
“…semanas
atrás, una embarcación pirata penetró en el puerto de Santiago de Cuba, cañoneó
la refinería que está allí instalada, y al mismo tiempo causó víctimas con sus
disparos entre soldados y marinos que estaban destacados a la entrada de la
bahía.”
“…una
operación de ese tipo, con embarcaciones de aquella naturaleza, no podía
llevarse a cabo si no era con barcos facilitados por los norteamericanos y
abastecidos por los norteamericanos en algún lugar de la zona del
Caribe.”
“…este
continente sí había sabido lo que eran desembarcos de tropas extranjeras. Y lo
había sabido en México, […] en Nicaragua, […] en Haití, […] en Santo Domingo
[…] y todos estos pueblos habían tenido oportunidad de saber lo que eran las
intervenciones de la infantería de marina de Estados Unidos.”
“…lo que
ningún pueblo de este continente había tenido oportunidad de conocer era esa
acción sistemática por parte de los servicios secretos del gobierno de Estados
Unidos […] lo que nunca un pueblo de este continente había tenido que
conocer era la lucha contra la Agencia Central de Inteligencia […] empeñada a
toda costa, cumpliendo instrucciones de su gobierno, […] en destruir
sistemáticamente el fruto del trabajo de un pueblo, en destruir
sistemáticamente los recursos económicos, los establecimientos comerciales, las
industrias, y lo que es peor: vidas valiosas de obreros, de campesinos y de
ciudadanos laboriosos y honestos de este país.”
“Pero con
todo eso, ninguno de los hechos anteriores había revestido, como en el caso de
ayer, una agresión de carácter típicamente militar. No se trató del vuelo
de un avión pirata, no se trató de la incursión de un barco pirata: se trató
nada menos que de un ataque simultáneo en tres ciudades distintas del país, a
la misma hora, en un amanecer; se trató de una operación con todas las reglas
de las operaciones militares.
“Tres
ataques simultáneos al amanecer, a la misma hora, en la ciudad de La Habana, en
San Antonio de los Baños y en Santiago de Cuba […] llevados a cabo con
aviones de bombardeo tipo B-26, con lanzamiento de bombas de alto poder
destructivo, con lanzamiento de rockets y con ametrallamiento sobre tres puntos
distintos del territorio nacional. Se trató de una operación con todas
las características y todas las reglas de una operación militar.
“Fue,
además, un ataque por sorpresa; fue un ataque similar a esos tipos de ataques
con que los gobiernos vandálicos del nazismo y del fascismo acostumbraban a
agredir a las naciones. […] Los ataques armados sobre los pueblos de Europa por
las hordas hitlerianas fueron siempre ataques de este tipo: ataques sin previo
aviso, ataques sin declaración de guerra, ataque artero, ataque traicionero,
ataque por sorpresa. Y así fueron invadidos por sorpresa Polonia, Bélgica,
Noruega, Francia, Holanda, Dinamarca, Yugoslavia y otros países de Europa.”
Les
recordé lo que habían hecho los militaristas japoneses con la base
norteamericana de Pearl Harbor en diciembre de 1941:
“…no
pretendemos con esto hacer comparaciones, ―dije― porque cuando los
japoneses luchaban contra los norteamericanos, era una pugna entre dos países
imperialistas, una pugna entre dos países capitalistas, una pugna entre dos
gobiernos explotadores, era una pugna entre dos gobiernos colonialistas, una pugna
entre dos gobiernos que intentaban dominar los mercados, las materias primas y
la economía de una parte considerable del mundo.”
“Nos
diferenciamos de Estados Unidos en que Estados Unidos es un país que explota a
otros pueblos, en que Estados Unidos es un país que se ha apoderado de una gran
parte de los recursos naturales del mundo, y que hace trabajar en beneficio de
su casta de millonarios a decenas y decenas de millones de trabajadores en todo
el mundo.”
“¡Nosotros,
con nuestra Revolución, no solo estamos erradicando la explotación de una
nación por otra nación, sino también la explotación de unos hombres por otros
hombres!”
“Estados
Unidos constituye políticamente hoy un sistema de explotación de otras naciones
por una nación, y un sistema de explotación del hombre por otros hombres.
“Por eso,
la pugna entre Japón y Estados Unidos era una pugna entre sistemas similares;
la pugna entre Estados Unidos y Cuba es una pugna de principios distintos, es
decir, es una pugna entre los que carecen de todo principio humano y los que
hemos enarbolado la defensa de los principios humanos.”
“Sin
embargo, ¡cómo sirven estos hechos para comprender!, ¡cómo sirven estos hechos
para enseñarnos las realidades del mundo!, ¡cómo sirven estos hechos para
educar a nuestro pueblo! Son caras las lecciones, son dolorosas las lecciones,
son sangrientas las lecciones, pero ¡cómo aprenden los pueblos con esos
hechos!, ¡cómo aprende nuestro pueblo!, ¡cómo se educa y cómo se crece nuestro
pueblo!”
“…por algo
somos en estos instantes uno de los pueblos que más ha aprendido, en menos
tiempo, en la historia del mundo.”
“¡Qué
difícil era saber lo que pasaba en el mundo cuando a nuestro país no llegaban
más noticias que las noticias norteamericanas! ¡Cuánto engaño inculcarían en
nosotros y de cuántas mentiras nos harían víctima! Si alguno le quedara alguna
duda, si alguno en este país de buena fe —y no hablo de la miserable gusanera,
hablo de hombres y mujeres capaces de pensar honradamente, aunque no pensaran
como nosotros—, si alguno le quedara alguna duda, si alguno creyera que quedara
un ápice de honra en la política yanki, si alguno creyera que quedara un ápice
de moral en la política yanki, si alguno creyera que quedara un átomo de
vergüenza o de honradez o de justicia en la política yanki…”
“Si alguno
en este país, que ha tenido el privilegio de ver convertirse a todo un pueblo
en un pueblo de héroes y en un pueblo de hombres dignos y valientes; si alguno
en este país, cuyo cúmulo de mérito, de heroísmo y de sacrificio crece por día,
tuviese o albergase todavía alguna duda; si aquellos que no pensaran como
nosotros creen que enarbolan o defienden una bandera honrada, creen que
enarbolan o defienden una bandera justa, y por creer eso son proyankis y son
defensores del gobierno de Estados Unidos; si alguno de buena fe quedara en
nuestro país de esos, sirvan estos hechos […] para que no les quede ya ninguna
duda.
“En el día
de ayer, como todo el mundo sabe, aviones de bombardeo divididos en tres
grupos, a las 6:00 en punto de la mañana penetraron en el territorio nacional
procedentes del extranjero y atacaron tres puntos del territorio nacional; en
cada uno de esos puntos los hombres se defendieron heroicamente, en cada uno de
esos puntos corrió la sangre valerosa de los defensores, en cada uno de esos
puntos hubo miles y cuando no cientos y cientos de testigos de lo que allí
ocurrió. Era, además, un hecho que se esperaba; era algo que todos los
días se estaba esperando; era la culminación lógica de las quemas a los
cañaverales, de los centenares de violaciones a nuestro espacio aéreo, de las
incursiones aéreas piratas, de los ataques piratas a nuestras refinerías por
embarcación que penetró en una madrugada; era la consecuencia de lo que todo el
mundo sabe; era la consecuencia de los planes de agresión que se vienen
fraguando por Estados Unidos en complicidad con gobiernos lacayos en América
Central; era la consecuencia de las bases aéreas que todo el pueblo sabe y todo
el mundo conoce, porque lo han publicado hasta los propios periódicos y
agencias de noticias norteamericanas, y las propias agencias y los propios
periódicos se han cansado de hablar de los ejércitos mercenarios que organizan,
de los campos de aviación que tienen preparados, de los aviones que les había
entregado el gobierno de Estados Unidos, de los instructores yankis, de las
bases aéreas establecidas en territorio guatemalteco.”
“¿Creen
ustedes que el mundo iba a enterarse del ataque a Cuba, creen ustedes que el
mundo iba a enterarse de lo ocurrido, creen ustedes o concibieron ustedes que
fuese posible intentar apagar en el mundo el eco de las bombas y los rockets
criminales que tiraron ayer en nuestra patria?, ¿que eso se le habría ocurrido
a alguien en el mundo?, ¿que alguien pudiese tratar de engañar al mundo entero,
tratar de ocultarle la verdad al mundo entero, tratar de estafar al mundo
entero? Pues bien, en el día de ayer no solo atacaron nuestra tierra, en
ataque artero y criminal preparado, y que todo el mundo sabía, y con aviones
yankis, y con bombas yankis, y con armas yankis, y con mercenarios pagados por
la Agencia Central de Inteligencia yanki; no solamente hicieron eso, y no
solamente destruyeron bienes nacionales, y no solamente destruyeron vidas de
jóvenes, muchos de los cuales no habían cumplido todavía ni los 20 años, sino
que además, además, el gobierno de Estados Unidos ha intentado en el día de
ayer estafar al mundo […] de la manera más cínica y más desvergonzada que pudo
concebirse jamás.”
“…lo que
le dijeron al mundo, y lo que tal vez les han hecho creer a decenas y a decenas
de millones de seres humanos, lo que publicaron ayer miles y miles de
periódicos, lo que pronunciaron ayer miles y miles de estaciones de radio o de
televisión, de lo que pasó en Cuba, de lo cual supo el mundo, o una gran parte
del mundo, una parte considerable del mundo, a través de las agencias yankis.”
“‘Miami,
abril 15. UPI. Pilotos cubanos que escaparon de la fuerza aérea de
Fidel Castro, aterrizaron hoy en Florida con bombarderos de la Segunda Guerra
Mundial tras haber volado instalaciones militares cubanas para vengar la
traición de un cobarde entre ellos. Uno de los bombarderos B-26 de la
fuerza aérea de Cuba aterrizó en el aeropuerto internacional de Miami,
acribillado por el fuego de artillería antiaérea y de ametralladoras, y con
solo uno de sus dos motores en funcionamiento. Otro descendió en la
estación aérea de la marina en Cayo Hueso; un tercer bombardero aterrizó en
otro país extranjero […] Circulan versiones no confirmadas de que otro avión,
otro aeroplano, se estrelló en el mar cerca de la isla Tortuga. De todos
modos, la marina de Estados Unidos investiga el caso. Los pilotos que
pidieron no se divulgaran su identidad descendieron de sus aviones vistiendo
sus uniformes de maniobra, e inmediatamente solicitaron asilo en Estados
Unidos’.”
“…‘Edward
Ahrens, director del Servicio de Inmigración de Miami, declaró que las
solicitudes están a consideración. El aviador con bigotes que descendió
en Miami expresó a los funcionarios de inmigración que él y otros tres pilotos
de la fuerza aérea cubana tenían proyectado desde hacía meses escapar de la
Cuba de Castro. Añadió que a causa de la traición de Galo fue que él y
los otros dos resolvieron darle una lección con el bombardeo y ametrallamiento
de las instalaciones de las bases aéreas en su camino hacia la libertad.
Dijo que él había actuado sobre su propia base, la de San Antonio de los Baños,
y que los otros pilotos atacaron otras. Este piloto se mostró dispuesto a
conversar con los periodistas, pero inclinó la cabeza y se puso anteojos para
el sol cuando los fotógrafos intentaron tomarle vistas.
“‘Explicó
que —óigase bien qué tamaña mentira y qué cosa tan absurda—, que él y los otros
pilotos habían dejado familia en Cuba y temía represalia de Castro contra sus
parientes.’ Es decir que afirman que se robaron los aviones, que desertaron y
que no dicen sus nombres para que no sepan cómo se llaman los que se robaron
los aviones y los que desertaron. Y eran pilotos de la fuerza aérea,
dicen ellos.”
“Cables de
la AP:
“‘Miami,
15. AP —lo que le han dicho al mundo—, Miami 15, AP. Tres pilotos
cubanos de bombarderos, temiendo ser traicionados en sus planes para escapar
del gobierno de Fidel Castro, huyeron hoy a Estados Unidos después de
ametrallar y bombardear los aeropuertos en Santiago y La Habana.
“‘Uno de
los dos bombarderos bimotores, de la época de la Segunda Guerra Mundial,
aterrizó en el aeropuerto internacional de Miami, con un teniente en los
controles del avión. Refirió la forma en que él y otros tres de los 12
pilotos de aviones B-26, que son los que quedan en la fuerza aérea cubana,
proyectaron durante meses huir de Cuba.
“‘El otro
avión, con dos hombres a bordo, aterrizó en la estación aeronaval de Cayo
Hueso. Los nombres de los pilotos fueron mantenidos en reserva. Las
autoridades de inmigración pusieron en custodia a los cubanos y confiscaron los
aviones’.”
“‘…vean
ustedes a qué grado de cinismo llegan, […] hasta qué punto son desvergonzados
los funcionarios y dirigentes del imperialismo; […] llegan a inventar hasta en
detalles una leyenda truculenta que no la cree ni el gato, creo que ni la
'gatica de María Ramos'. Dice el piloto
—vean la historia que entrega a la publicidad, para revestir toda la
noticia con detalles, para hacer el truco completo, con todos los detalles,
vean la historia que inventan—:
“‘Soy uno
de los 12 pilotos de aviones B-26 que permanecí en la fuerza aérea de Castro
después de la deserción de Díaz Lanz, exjefe de la fuerza aérea cubana, y de
las purgas que siguieron. Tres de mis compañeros pilotos y yo habíamos
proyectado, durante meses, la forma de poder escapar de la Cuba de
Castro. Antier me enteré de que uno de los tres, el teniente Alvaro Galo
—hasta un nombre, toman el nombre de uno de los aviadores de las FAR, ponen un
nombre; ¡a qué extremo llegan de cinismo y de desfachatez!—, antier me enteré
de que uno de los tres, el teniente Alvaro Galo, quien es piloto de avión B-26,
número FAR-915 —resulta que el piloto, precisamente, está en Santiago, da la
casualidad que está destacado en Santiago—, había estado conversando con un
agente de Ramiro Valdés, el jefe del G-2. Alerté a los otros dos, y
decidimos entonces que probablemente Alvaro Galo, quien siempre había actuado
algo así como un cobarde, nos había traicionado. Decidimos entonces tomar
una acción inmediata. Ayer por la mañana me destacaron a la patrulla de
rutina desde mi base, San Antonio de los Baños, sobre una sección de Pinar del
Río, y alrededor de Isla de Pinos.
Les avisé
a mis amigos en el Campo Libertad, y ellos estuvieron de acuerdo en que
debíamos actuar. Uno de ellos debía volar hacia Santiago; el otro
presentó como excusa que deseaba revisar su altímetro; ellos iban a despegar
del Campo Libertad a las 6:00 —en el Campo Libertad no había ningún avión B-26,
había aviones con desperfectos. Yo estuve en el aire a las 6:05; debido a
la traición de Alvaro Galo, habíamos convenido en darle una lección, de modo
que volé de regreso a San Antonio, donde su avión está estacionado e hice dos
pases de acribillamiento sobre su avión, y sobre tres más estacionados
cerca. Al retirarme fui tocado por fuego de armas cortas, y entonces
adopté una acción evasiva. Mis camaradas ya habían salido con
anterioridad para atacar campos aéreos que habíamos convenido que deberían atacarse.
Luego,
debido a estar bajo de gasolina, tuve que entrar a Miami, debido a que no podía
llegar a nuestro destino, que ya habíamos convenido. Puede ser que ellos
se hayan dirigido a ametrallar otros campos antes de retirarse, tales como la
playa de Baracoa, donde Fidel guarda su helicóptero’.
“Es decir
que esto es lo que le han dicho al mundo. No solamente la UPI y la AP dan
al mundo la noticia de que ‘aviones cubanos’, ‘que se fueron con los aviones y
bombardearon’, sino que además distribuyen por el mundo esta historieta, ¿y qué
creen ustedes que decenas de millones de personas han leído y han oído ayer en
el mundo, publicado por miles y miles de periódicos distintos, estaciones de
radio y televisión?, ¿qué creen ustedes que han dicho en Europa, en muchos
sitios de América Latina, en muchas partes del mundo?
“No
solamente han afirmado semejante cosa, sino que han hecho toda una historia
completa, con detalles y nombres, de cómo fraguaron todo. En Hollywood
nunca habían llegado a tanto.”
“‘México
D.F., 15. AP. El bombardeo de bases cubanas por aviones cubanos
desertores fue acogido aquí con muestras de agrado por la mayor parte de los
diarios, que se unieron con los grupos de cubanos exilados para decir que el
bombardeo era el comienzo de un movimiento de liberación del comunismo.
El gobierno guardó silencio, en tanto que grupos de estudiantes izquierdistas y
comunistas apoyaron la declaración del embajador cubano, José Antonio
Portuondo, de que los ataques aéreos fueron ataques cobardes y desesperados de
los imperialistas. Entre los cubanos exilados se notaba gran
actividad. Una fuente cubana comentó que el nuevo gobierno cubano en el
exilio se trasladará a Cuba a poco de la primera ola de invasión contra el
régimen cubano de Fidel Castro, para establecer un gobierno provisional, que se
espera sea reconocido rápidamente por muchos países latinoamericanos
anticastristas’.”
“Ambas
agencias dan a la publicidad la siguiente noticia:
“‘Una
declaración entregada por el doctor Miró Cardona —esto es de AP y de
UPI—: un heroico golpe en favor de la libertad cubana fue asestado esta
mañana por cierto número de oficiales de la fuerza aérea cubana. Antes de
volar con sus aviones a la libertad, estos verdaderos revolucionarios trataron
de destruir el mayor número posible de aviones militares de Castro. El
Consejo Revolucionario se enorgullece de anunciar que sus planes fueron
realizados con éxito, y que el consejo ha tenido contacto con ellos y ha
estimulado a esos valientes pilotos. Su acción es otro ejemplo de la
desesperación que a los patriotas de todas las capas sociales pueden ser
arrastradas bajo la implacable tiranía de Castro. Mientras Castro y sus
partidarios tratan de convencer al mundo —oigan bien—, mientras Castro y sus
partidarios tratan de convencer al mundo de que Cuba ha sido amenazada de
invasión desde el extranjero, este golpe en favor de la libertad, como otros
anteriores, fue asestado por cubanos residentes en Cuba que se decidieron a
luchar contra la tiranía y la opresión o morir en el intento. Por razones
de seguridad no se darán a conocer más detalles’.
“Miró
Cardona era precisamente el jefe del gobierno provisional que
Estados Unidos tenía junto a un avión con las maletas listas para
aterrizar en Playa Girón tan pronto la cabeza de playa estuviese asegurada.”
“…no
termina ahí; ahora vamos a acabar de desenmascarar a ese farsante que tiene el
imperialismo allí en la ONU, y que posó de hombre ilustre, liberal, de
izquierda, etcétera, etcétera, el señor Adlai Stevenson […]. Sigue la
estafa, es decir que sigue la estafa al mundo: ya la UPI, la AP, han
regado la historieta, miles de periódicos y ellos mismos lo publican, que los
principales periódicos acogieron con agrado la noticia de la deserción de esos
pilotos.
“El cúmulo
de mentiras no era todavía suficiente.”
“‘El embajador norteamericano Adlai Stevenson
rechazó las afirmaciones de Roa y reiteró la declaración del presidente John F.
Kennedy de que bajo ninguna circunstancia —repito—, en ninguna circunstancia
habrá intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos en
Cuba. Stevenson mostró a la comisión fotografías de United Press
International, que muestran dos aviones que aterrizaron hoy en Florida después
de haber participado en la incursión contra tres ciudades cubanas’.”
“‘Tiene la
marca de la fuerza aérea de Castro en su cola —expresó, señalando una de
ellas—; tiene la estrella y las iniciales cubanas; son claramente
visibles. Con gusto exhibiré esta foto. Stevenson añadió que los
dos aviones en cuestión estaban piloteados por oficiales de la fuerza aérea
cubana, y tripulados por hombres que desertaron del régimen de Castro.
Ningún personal de Estados Unidos participó en el incidente de hoy, y no fueron
de Estados Unidos los aeroplanos —recalcó—, fueron aviones del propio Castro
que despegaron de sus propios campos.
“‘El
ministro cubano dijo que 'las incursiones de esta madrugada indudablemente son
el prólogo de una tentativa de invasión en gran escala, organizada, abastecida
y financiada por Washington. El gobierno de Cuba, dijo Roa, acusa
solemnemente al gobierno de Estados Unidos ante esta comisión y ante la opinión
pública del mundo de intentar emplear la fuerza para zanjar sus diferencias con
los estados miembros'’.
“Aquí
tenemos, como pocas veces ha tenido ningún pueblo, la oportunidad de conocer
por dentro, y por fuera, y por los costados, y por abajo, y por arriba, qué es
el imperialismo; […] cómo funciona todo su aparato financiero, publicitario,
político, mercenario, cuerpos secretos, funcionarios, que con tanta tranquilidad,
que de manera tan inaudita estafan al mundo.”
“Es decir
que organizan el ataque, preparan el ataque, entrenan a los mercenarios, les
entregan aviones, les entregan bombas, preparan los aeropuertos, lo sabe todo
el mundo, ocurre el ataque, y afirman, tranquilamente, ante ese mundo — ¡un
mundo que saben se levantaría indignado ante una violación tan monstruosa, tan
cobarde, […] de los derechos de los pueblos, y de la paz!
“Y estos
miserables imperialistas, después de sembrar el luto en más de media docena de
hogares, después de asesinar a un puñado de jóvenes, que no eran millonarios,
¡porque esos que hemos venido a enterrar no son millonarios parasitarios, no
son mercenarios vendidos al oro de ningún extranjero, no son ladrones, son
hijos entrañables de nuestro pueblo!; jóvenes obreros, hijos de familias
humildes, que no le roban a nadie, que no explotan a nadie, que no viven del
sudor, ni del trabajo de nadie, y que tienen derecho a la vida más que los
millonarios, ¡y que tienen derecho a la vida, más que los parásitos! […] Porque
no viven del trabajo de los demás, como los millonarios yankis; no viven del
oro extranjero, como los mercenarios, gusanos vendidos al imperialismo; no
viven del vicio, no viven del robo; y tienen derecho a que se respete su vida,
¡y ningún miserable millonario imperialista tiene derecho a mandar aviones, ni
bombas, ni cohetes, para destruir esas vidas jóvenes y queridas de la patria!”
“…los que
estén de acuerdo con semejante crimen, los que estén de acuerdo con semejante
salvajada, los que se venden miserablemente y apoyan las actividades de esos
criminales, los que conspiran contra la patria, en la calle, en las iglesias,
en las escuelas, en dondequiera, ¡merecen que la Revolución los trate como se
merecen!”
“El
imperialismo proyecta el crimen, organiza el crimen, arma a los criminales,
entrena a los criminales, paga a los criminales, vienen los criminales y
asesinan a siete hijos de obreros, aterrizan tranquilamente en Estados Unidos,
y, aun cuando el mundo entero sabía sus andanzas, declaran entonces que eran
pilotos cubanos, preparan la historieta truculenta y novelesca, la riegan por
todo el mundo, la publican en todos los periódicos, estaciones de radio y
televisión…”
“¿Queda
algún cubano honesto que no comprenda?, ¿queda algún cubano honesto que lo
dude? […] que vayan allí y comprueben por sí mismo si hay una sola verdad
en lo que han dicho; que comprueben allí cómo reaccionarios, imperialistas y
clero farsante engañan y estafan al mundo, cómo engañan y estafan a los
pueblos, y cómo es hora de que los pueblos se sacudan de la explotación, del
engaño y de la estafa de los imperialistas y de cuanto farsante hay en el
mundo, ¡cueste lo que cueste zafarse de ese yugo!”
“…concibo
que el señor presidente de Estados Unidos tenga aunque sea un átomo de pudor, y
si el señor presidente de Estados Unidos tiene un átomo de pudor, el Gobierno
Revolucionario de Cuba lo emplaza ante el mundo […] ¡a que presente ante las
Naciones Unidas los pilotos y los aviones que dice que salieron del territorio
nacional!”
“…Cuba
demandará ante las Naciones Unidas que sean presentados allí los aviones y los
pilotos que dicen desertaron de la fuerza aérea…”
“…¿por qué
no los presentan? Naturalmente que el señor Presidente de Estados Unidos
tendría derecho a que no lo llamaran mentiroso. […] ¿quiere el señor
Presidente de Estados Unidos que nadie tenga derecho a llamarlo mentiroso?,
¡presente ante las Naciones Unidas los dos pilotos…!”
“…si el
Presidente de Estados Unidos no presenta ante las Naciones Unidas esos pilotos,
para demostrar […] que esos pilotos
estaban aquí y desertaron de aquí, entonces no solo el Gobierno Revolucionario
cubano, sino todo el mundo, tendrá derecho a llamarlo ¡mentiroso!”
“…al
gobierno imperialista de Estados Unidos no le quedará más remedio que confesar
que los aviones eran suyos, que las bombas eran suyas, que las balas eran
suyas, que los mercenarios fueron organizados, entrenados y pagados por él, que
las bases estaban en Guatemala, y que de allí partieron a atacar nuestro
territorio, y que los que no fueron derribados fueron allí a salvarse en las
costas de Estados Unidos donde han recibido albergue.”
“… ¿cómo
puede el gobierno de Estados Unidos mantener esa mentira?”
“…no
estamos en la época de la diligencia, estamos en la época del radio, y las
verdades de un país se pueden llevar muy lejos.”
“…lo que
no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden
perdonarnos es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el
espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba.”
“…lo que
no pueden perdonarnos, […] es que hayamos hecho una Revolución
socialista…”
“¡Y que
esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles!; ¡y que esa
Revolución socialista la defendemos con el valor con que ayer nuestros
artilleros antiaéreos acribillaron a balazos a los aviones agresores!”
“…esa
Revolución no la defendemos con mercenarios; esa Revolución la defendemos con
los hombres y las mujeres del pueblo.”
“… ¿Acaso
las armas las tiene el mercenario? ¿Acaso las armas las tiene el
millonario? Porque mercenario y millonario son la misma cosa. ¿Acaso
las armas las tienen los hijitos de los ricos? ¿Acaso las armas las tienen
los mayorales? ¿Quién tiene las armas? ¿Qué manos son esas que
levantan esas armas? […] ¿Son manos de ricos? ¿Son manos de
explotadores? ¿Qué manos son esas que levantan esas armas? ¿No son manos
obreras? ¿No son manos campesinas? ¿No son manos endurecidas por el
trabajo? ¿No son manos creadoras? ¿No son manos humildes del
pueblo? ¿Y cuál es la mayoría del pueblo?, ¿los millonarios o los
obreros?, ¿los explotadores o los explotados?, ¿los privilegiados o los
humildes?...”
“Compañeros
obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los
humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de
los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la
vida.
“Obreros y
campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria ¿juran defender hasta la
última gota de sangre esta Revolución de los humildes, por los humildes y para
los humildes?
“Compañeros
obreros y campesinos de la patria, el ataque de ayer fue el preludio de la
agresión de los mercenarios, el ataque de ayer que costó siete vidas heroicas,
tuvo el propósito de destruir nuestros aviones en tierra, mas fracasaron, solo
destruyeron tres aviones, y el grueso de los aviones enemigos fue averiado o
abatido. Aquí, frente a la tumba de los compañeros caídos; aquí, junto a
los restos de los jóvenes heroicos, hijos de obreros e hijos de familias
humildes, reafirmemos nuestra decisión, de que al igual que ellos pusieron su
pecho a las balas, al igual que ellos dieron su vida, vengan cuando vengan los
mercenarios, todos nosotros, orgullosos de nuestra Revolución, orgullosos de
defender esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes,
no vacilaremos, frente a quienes sean, en defenderla hasta nuestra última gota
de sangre.”
El final
de aquel discurso fue, sin duda, una encendida arenga de respuestas y preguntas
revolucionarias. Al final, di vivas a la clase obrera, a los campesinos, a los
humildes, a la Revolución Socialista, a los mártires de la Patria, y finalicé
con “¡Patria o Muerte!” que se hizo habitual desde que dimos sepultura a los caídos
hacía más de un año en la explosión de La
Coubre.
Lo que
nadie sabía es que, mientras yo hablaba ya casi de noche y próximo a finalizar
el discurso, un compañero de la escolta se acercó a mí y me comunicó que el
enemigo estaba desembarcando por las proximidades de la bahía de Cabañas, al
Oeste de La Habana.
El
desembarco era absolutamente lógico y esperado, después del ataque para
destruir nuestra pequeña fuerza aérea al amanecer del día anterior. Hice
entonces lo que nunca hice antes al finalizar un discurso. Después de la
habitual frase de ¡Patria o Muerte! continué hablando brevemente. En realidad
procedí a darle instrucciones a los combatientes.
Tras los
aplausos finales, dije textualmente: “Al combate... Vamos a cantar el
Himno Nacional, compañeros.” (Los presentes entonan el Himno Nacional).
“Compañeros,
todas las unidades deben dirigirse hacia la sede de sus respectivos batallones,
en vista de la movilización ordenada para mantener el país en estado de alerta
ante la inminencia que se deduce de todos los hechos de las últimas semanas y
del cobarde ataque de ayer, de la agresión de los mercenarios. Marchemos a
las Casas de los Milicianos, formemos los batallones y dispongámonos a salirle
al frente al enemigo, con el Himno Nacional, con las estrofas del himno
patriótico, con el grito de ‘al combate’, con la convicción de que ‘morir por
la patria es vivir’ y que ‘en cadenas vivir es vivir en afrentas y oprobios
sumidos’.
“Marchemos
a nuestros respectivos batallones y allí esperen órdenes, compañeros.”
Después
del acto me trasladé al “Punto Uno”, nombre en clave del Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas, para conocer la situación.
No se
había producido desembarco alguno, era un simulacro instrumentado por la Marina
de Estados Unidos. Se revisó la situación y se dieron instrucciones.
Después,
me retiré alrededor de las 12 de la noche. Persuadido de que el enemigo estaba
a punto de actuar, decidí ganar unas horas al sueño.
Roxana
Rodríguez, fallecida hace unos días, esposa del entonces director del Plan de
Desarrollo de la Ciénaga de Zapata, Abraham Maciques, testimonió que ella llamó a Celia para comunicarle que el teniente
Antelo Fernández, jefe de la unidad militar de Jagüey Grande, le había
informado de un desembarco por Playa Larga, y se escuchaban fuertes disparos de
ametralladoras y cañonazos en aquel punto.
En una
nota transmitida por Celia al “Punto Uno”, afirma que tuvo comunicación con el
Central Australia y pudo comprobar que estaban atacando Playa Girón y Playa
Larga.
La nota
del Puesto de Mando señala las 03:29 del 17 de abril de 1961.
Revisando
mis propias palabras en el programa televisivo Universidad Popular, es decir,
tres días después de la victoria, hablé de las 03:15 como la hora en que recibí
la noticia. Celia realmente no perdía un minuto ante cualquier situación.
Desde ese
momento ocurrieron acontecimientos difíciles de creer. Sobre ellos escribo una
síntesis a partir de la cual se podría indagar la historia detallada y objetiva
de los hechos que alguien con tiempo, salud y energía suficiente, podría
reconstruir.
Lo
importante es la esencia, que nunca debe ser alterada. Los detalles son de
especial significación para los historiadores más rigurosos. En este caso, mi
interés se relaciona con el deseo de que nuestra juventud tenga acceso a los
acontecimientos ocurridos en aquellos años decisivos, que conozca la contienda
en la que sus antecesores arriesgaron su existencia por la Revolución y por la
inmensa riqueza cultural que hoy poseen nuestros jóvenes, y a los cuales
corresponde seguir defendiéndola.
“¡Patria
es humanidad!”
Como
expliqué al programa Universidad Popular “…me comunican y le comunican a los
demás compañeros que se estaba combatiendo en Playa Girón y Playa Larga, donde
el enemigo había desembarcado…”.
“Mandamos
a comprobar, a ratificar. En estas cosas siempre hay que tener la seguridad,
porque luego llegan las noticias de que hay barcos por tal punto, hay barcos
por otro punto […] el hecho es que ya, de una manera cierta, total, y con los
primeros heridos de los combates, llega la noticia de que una fuerza invasora
está cañoneando fuertemente con bazucas, con cañones sin retroceso, y con
ametralladoras 50 y con cañones de barcos. Están atacando a Playa Girón y Playa
Larga en la Ciénaga de Zapata. Ya no había la menor duda de que efectivamente
estaba produciéndose un desembarco por aquel punto, y que aquel desembarco
venía fuertemente apoyado por armas pesadas.”
“Las
microondas de Playa Girón y Playa Larga estuvieron comunicando el resultado del
ataque […] hasta el mismo momento en que como consecuencia del ataque mismo
dejaron de funcionar […] y de tres a cuatro de la mañana ya no hay más noticias
de Playa Larga y de Playa Girón.”
“La
península de Zapata tiene estas características: este pedazo de tierra firme a
la orilla de la costa […] tierra firme rocosa y de monte […] Pero por el norte
de este pedazo de tierra firme hay una zona de ciénaga absolutamente
intransitable.”
“Antes no
existía la menor comunicación […] un ferrocarril de vía estrecha era la única
comunicación que tenían los campesinos en esa zona.”
“Había
doscientos maestros en la zona de la Ciénaga de Zapata, alfabetizando, en el
momento que se produce la invasión.”
“Era uno
de los lugares pilotos de la Campaña de Alfabetización. Todos estos pueblos
―Jagüey Grande, Covadonga, Australia―, […] no tenían acceso al mar,
eran ciénaga exclusivamente. Ahora toda esa gente tiene playa. A Playa Larga y
Playa Girón van miles de personas los domingos, aún cuando no están
terminadas.”
“Hay […]
trescientos hijos de campesinos de la ciénaga que están en La Habana estudiando
cerámica, curtido de pieles, mecánica, carpintería.”
“Se había
convertido la Ciénaga de Zapata en un lugar de los más concurridos y de los más
visitados.”
En julio
de 1976 comenté al cineasta de la televisión sueca, Gaetano Pagano:
“Ellos
desembarcaron por un lugar donde podían sostenerse un tiempo, porque era un
lugar muy difícil de recuperar, puesto que las carreteras de acceso tienen que
atravesar varios kilómetros de ciénaga, intransitable, se convertía en una especie
de Paso de las Termópilas.”
La costa
de Playa Larga, que pretendían ocupar los mercenarios, está ubicada a una
distancia de 29 kilómetros del pequeño central Australia. De Playa Larga a
Girón, por carretera muy próxima al mar, son 39 kilómetros, para un total de 68
kilómetros entre Australia y Playa Girón. Al Norte de Girón, a 11 kilómetros,
está Cayo Ramona, que no está rodeado de mar; es un espacio de tierra firme
rodeado de ciénaga. A 14 kilómetros de Girón, está San Blas; a 30 kilómetros,
está Covadonga; 36 kilómetros hacia el nordeste se encuentra Horquita; y a 44
kilómetros, Yaguaramas.
En la
Sierra Maestra yo no tenía escolta de seguridad, ni la necesitaba. Marchaba con
la tropa y cuando me movía de un punto a otro era acompañado por personas que
me ayudaban en diversas tareas. Los responsables de armas, servicios de salud,
abastecimientos y transporte, se movían en sus respectivas tareas, hasta el
final de la guerra. Celia se ocupaba de la logística del pequeño grupo que me
acompañaba, y de los combatientes de la Columna 1.
Cuando el
colapso de la tiranía, me movía hacia la capital con una fuerza de la Columna 1
y los tanques, la artillería y dos mil soldados de las tropas élites
―derrotadas en la contraofensiva y la ofensiva rebelde ya narradas en los
textos correspondientes―, se unieron a nosotros, que curábamos a los
soldados heridos en combate y respetábamos a los prisioneros sin una sola
excepción. Los llevaba conmigo porque la situación en la Capital no estaba
todavía bien definida. Camilo y Che recibieron instrucciones de avanzar
rápidamente por la Carretera Central y ocupar el Campamento de Columbia y la
Cabaña, respectivamente. Tuve entonces, por primera vez, una escolta de
combatientes seleccionados por Raúl de las fuerzas del Segundo Frente Oriental
Frank País.
Fueron
excelentes, y me acompañaron durante más de dos años. Luego marcharon a otras
tareas importantes de la Revolución.
La
seguridad pasó a ser tarea del Ministerio del Interior, bajo la dirección del
compañero Ramiro Valdés y sus asesores. Ramiro fue combatiente del Moncada, del
Granma, e invasor junto al Che. Nunca objeté a ninguna de las personas
escogidas.
Eran, como
norma, jóvenes procedentes de humildes familias campesinas y obreras de
conocidas ideas de izquierda.
Como se
sabe, en nuestro país había un caos ideológico sembrado por los yankis, que
dominaban más por la mentira y la ignorancia que por la fuerza.
Los nuevos
compañeros de la escolta recibían cursos rápidos de entrenamiento para su tarea
y eran, por lo general, valientes y decididos, pero no tenían experiencia
combativa alguna.
Eso no me
preocupaba mucho. Me importaban sobre todo las cualidades personales de cada
uno de ellos. Entre otras cosas, que manejaran bien las armas y los carros.
Todos teníamos muchas cosas que aprender.
Les voy a
contar lo que uno de ellos textualmente dijo, y consta por escrito en un
testimonio suyo, sobre lo ocurrido la madrugada del 17 de abril cuando llegó la
noticia del desembarco:
“Yo estaba de guardia en el pasillo frente a la escalera y
recuerdo que cerca de la madrugada comenzó un movimiento anormal en el piso. De
pronto el Comandante se levantó y empezó a pedir llamadas telefónicas a
distintos jefes militares. Mientras se comunicaban, daba constantes paseos de
un lado al otro y decía: ‘Ya desembarcaron y por donde me lo suponía. Pero no
importa: ¡Vamos a aplastarlos!’ […] ‘¡Vámonos!’ Yo pensé: ¡Ahora sí se jodió
esto, los americanos están desembarcando y este hombre se ha vuelto loco!
Salimos rápido para el Punto Uno.”
Bienvenido
estaba realmente asustado ese día.
En
el “Punto Uno” estaban reunidos, en la madrugada del 17 de abril, el comandante
Sergio del Valle Jiménez, jefe del Estado Mayor; el capitán Flavio Bravo Pardo;
los jefes de sectores de la defensa de La Habana: comandante Filiberto Olivera
Moya, capitán Emilio Aragonés Navarro, capitán Osmany Cienfuegos Gorriarán,
capitán Rogelio Acevedo González, el capitán Raúl Curbelo Morales, que sería
nombrado jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria, y el capitán Sidroc Ramos
Palacios, entre otros. Ya me comunicaba con distintos jefes.
Debo
señalar que durante la batalla de Girón taquígrafos de primera calidad se
turnaron en el “Punto Uno” anotando con asombrosa precisión cada conversación
que yo sostenía con los diversos Puntos, y también las del Puesto de Mando
Central con cualquier jefe de la zona de operaciones. Aquí transcribo muchas de
esas comunicaciones que marcan el desarrollo de la batalla con el mínimo de
explicaciones, que elaboro solo cuando resultan imprescindible. Si algo no está
claro lo complemento; muchas veces suprimo palabras gruesas y solo las
transcribo cuando sirven para ofrecer una idea del ardor que experimentábamos.
NOTAS Y ÓRDENES EMITIDAS DESDE EL PUNTO UNO:
“03:30
horas. El Comandante Sergio Del Valle (comandante del Ejército Rebelde y jefe del
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) le comunica a la
Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas que se encuentren listos como
para salir de operaciones inclusive hasta los camiones.
“03:35
hrs. El Comandante Fidel Castro le comunica al capitán (del Ejército Rebelde) Osmany Cienfuegos Gorriarán que tenga listos
a todos los batallones de su sector en los camiones para salir de operaciones.
“03:36
hrs. Confirmado desembarco en Playa Larga. El batallón 339 de Milicias — que está en el central Australia— que
avance hasta Playa Larga urgentemente. El batallón de Milicias de Matanzas que
avance urgentemente hacia Jovellanos.”
El
batallón 339 de Cienfuegos debía estar posesionado en Girón y Playa Larga, de
acuerdo a instrucciones que yo personalmente transmití con tiempo suficiente
antes del desembarco enemigo. En un testimonio emitido hace muchos años, el 17
de marzo de 1986, 24 años después, Abraham Maciques, director del Plan de
Desarrollo de la Península de la Ciénaga de Zapata, afirmó: “Una semana antes
del desembarco, el Comandante estuvo en la zona de Girón. Recorrió el malecón,
aeropuerto, las obras turísticas, en compañía del comandante Guillermo García y
otros oficiales. Comentó que si el fuera a realizar un desembarco lo haría por
esta zona, porque tenía dos accesos de
salida y otras condiciones. Dio instrucciones de que pusieran ametralladoras
cuatro bocas en el aeropuerto y una ametralladora calibre 50 en el tanque de
agua de Girón.
Mandó
mil fusiles checos M-52 para las milicias. Le indicó al comandante Juan Almeida
que trasladara al batallón 339 de Cienfuegos hacia esa zona. Estas
orientaciones no se concretaron porque a los pocos días vino la invasión.”
Almeida
envió el batallón. Por alguna confusión, el batallón tenía un pelotón en Playa
Larga. De haber estado desplegado en Girón y Playa Larga, y no en el central
Australia, a 68 y 29 kilómetros respectivamente, las consecuencias habrían sido
considerables para los invasores que ya estaban navegando hacia tales puntos.
La
instrucción que di a las 03:36 de la madrugada, para que esa unidad se moviera
en horas de la noche para apoyar a los hombres que resistían en Playa Larga,
era lo que debía hacerse. Dar esa instrucción en pleno día, cuando los
paracaidistas enemigos habían sido lanzados, no hubiera sido correcto. Fue
alrededor de las 6 y 30 de la mañana, es decir 3 horas después, cuando el
enemigo lanzó el batallón de paracaidistas para ocupar las vías de acceso a
través de la ciénaga. Como era lógico, los B-26 enemigos, entre los cuales
estaban los pilotos batistianos que tantas bombas lanzaron sobre nosotros en la
Sierra Maestra, les dieron apoyo aéreo a los paracaidistas que descendieron
sobre Pálpite, donde no podían llegar a esa hora las antiaéreas que debían participar
en el contraataque.
Esta
es una importante observación para comprender los acontecimientos
ulteriores.
“03:55
hrs. Se le informe al Comandante Jefe FAR (Fuerza Aérea Revolucionaria)
mantenga listos dos Sea Fury y un B-26 con toda su
carga lista. Julio. (capitán Flavio Bravo Pardo).
“04:06
hrs. Ordena Fidel al Jefe FAR tener los aviones listos, organizar dos escuadrillas
dos Sea Fury y un B-26.
“04:45
hrs. Ordena Fidel a Silva (capitán del Ejército Rebelde y piloto de combate
Luis Alfonso Silva Tablada) de Base San Antonio de los Baños cumplir
misión. Dos Sea Fury y dos B-26; un chorro (avión
T-33 de retropropulsión a chorro de fabricación norteamericana), debe estar
listo a despegar para defender la Base. Silva a los otros aviones con cohetes y
metralla, atacar cabeza de playa en Playa Larga y Punta Perdiz […] Despegar a
las 05:20 horas, atacar primero barcos y después regresar a La Habana para
informar. Chorro listo para defender la base, también las antiaéreas […] Hay también
en Punta Perdiz (muy próximo a Girón),
pero interesa más ahora Playa Larga.”
La
base aérea de San Antonio de los Baños está a 149 kilómetros y 600 metros de
Playa Larga, y a 176 kilómetros y 800 metros de Playa Girón; era cuestión de
minutos.
“04:48 hrs.
Mover otro batallón para Matanzas, importante ocupar todos los puentes por La
Habana y Matanzas y dejar cuatro (batallones) de reserva en Kukine.
“05:10 hrs.
Llamada del Comandante Fidel a Silva, en Base de San Antonio de los Baños para
ratificar orden anterior, es la siguiente: Se asegura que han tomado Playa
Girón y no Playa Larga como se había informado, avanzan fuerzas considerables
de enemigos, éste se encuentra situado a la entrada de la Bahía de Cochinos,
hacia el este, allí se encuentra un pueblo construido por nosotros (Girón), hay
también un campo de aviación y pista. Silva, imagina una herradura con su
centro hacia el norte, dos puntas hacia el sur; mirar el extremo sur derecho,
más o menos por allí está ese punto: Girón, tienes que observar si hay aviones
en el aeropuerto, si hay tírales, y si no atacar a los barcos si están en aguas
jurisdiccionales, primer objetivo avión, segundo barcos, observa si hay
movimiento de camiones muy cerca de Girón, cualquier camión que tú veas entre
Girón y Playa Larga, 2 kilómetros partiendo de
Girón a Playa Larga, todo lo que esté en ese término, ataca. Así que los
objetivos a seguir son los siguientes:
“Primer objetivo: atacar con todo al aeropuerto, si hay allí aviones.
“Segundo objetivo: atacar a los barcos.
“Tercer
objetivo: observar si hay movimientos de camiones muy cerca de Girón, si es
positivo, atacarlo también, así como al personal.
“Si se ven
maniobras de barcos y personal meterle a los barcos y después a la gente. Coger
por sureste a Bahía de Cochinos, el avión debe partir a las 05:20 horas.” (Es decir, antes del amanecer)
“05:45 hrs.
Comandante Del Valle efectuó llamada a Base San Antonio al comandante Raúl Guerra Bermejo, Maro
(jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria),
para informar que se ha mandado para allá al Ministro Curbelo para tratar
el asunto del aire, que se coordinen entre tú y él, ya que él está por encima, comprendiendo
civil y militar.”
“A las 05:50 horas del 17. Avisados Olivera y Acevedo por
orden del comandante Del Valle para movilizar a todo el personal sin utilizar
radio y lo tenga todo preparado para recibir órdenes. Se le informó del
desembarco y como está ocurriendo. Por teniente Crabb.
“Todo
listo en Managua esperando órdenes de Fidel.”
“06:00
hrs. Fidel llama a San Antonio de los Baños investigando si no le habían
informado de que había tres B-26 listos. Tengan listos los B-26 y el chorro con
cohetes y bombas, esto para cuando regresen los demás, y que haya uno siempre
vigilando la Base, que si tienen comunicación con los aviones, y a la vez que
nos den informe. En veinticinco minutos están sobre el objetivo.
“06:30
hrs. Interesa Fidel a las FAR para saber sobre los aviones listos para atacar,
que vaya el Jefe FAR al mando del Sea Fury y un chorro para atacar a Playa
Larga, y más atrás un B-26, al llegar los que salieron anteriormente que
informen enseguida y que preparen y salgan de inmediato. Cumplir esas órdenes
inmediatamente.
“06:33
hrs. Se le informa a la Base de San Antonio comunique a nuestros aviones que al
volar sobre Australia informen anteriormente, porque hay orden de disparar.
“06:34
hrs. Curbelo de la FAR le comunica a Fidel que sobre las prisiones de Isla de
Pinos vuelan aviones enemigos. Los aviones nuestros hicieron fuego contra los
barcos en Playa Larga. Meterle a los barcos y a la playa, a Playa Larga, un Sea
Fury y un B-26. El compañero Leyva va de jefe de la escuadrilla. Ir, descargar
y regresar.”
“A las 06:35 horas. Orden de Fidel: Antitanque hacia Aguada
de Pasajeros dos baterías. Las que
salieron a Matanzas que sigan hacia Aguada. Dos baterías antitanques más hacia
Matanzas.
“06:40
hrs. Ordena Fidel el chorro que esté listo, hay aviones que se dirigen hacia
esa, también preparar las antiaéreas, el chorro que esté listo, otro avión para
defender la Base. El Sea Fury que salga hacia el objetivo y el chorro
mantenerlo en el aire o en la pista, listo para atacar, la artillería
(antiaérea) lista a repeler la agresión conjuntamente con el avión.”
“A las 06:46. Salió otra escuadrilla hacia allá. (Girón).
“A
las 06:46. Isla de Pinos: cuatro aviones
enemigos atacaron Isla de Pinos y se le está haciendo fuego.”
“07:20 hrs. Silva informa a Fidel: ¿Qué hiciste? Rompiste.
¿Y al barco no le han tirado? ¿Y al barco no lo atacaron? ¿Y el Sea Fury al
barco? ¿Lo hundieron? ¿Sobre Girón qué
hiciste? A una lancha, no la hundiste. Los viste nadando. Vuelvan otra vez y
métanle mano, sí, sí. ¿Y qué le hicieron? Vuelvan otra vez a Playa Girón,
ataquen el barco y húndanlo, tírenle a los de Girón que los otros fueron para
Playa Larga. Vuelvan ustedes para Playa Girón y hundan todos los barcos que hay
allí.
“07:25
hrs. Comandante Del Valle solicita a Curbelo: Fidel pregunta si regresaron los
Sea Fury. Oye, dime, sí, sí, sí, dime, está bien, que estén atentos a esos
aviones también, los demás que ataquen a Girón y no podemos dejar que se
escapen esos barcos, muy bien, muy bien.”
“08:08 hrs.
A Pepín Álvarez Bravo. (José A. Álvarez Bravo, jefe
de Artillería Antiaérea) ¿Cuántas baterías te quedan? ¿Y en los almacenes?
Moviliza las seis baterías y deja una de guardia, que vamos a resistir. Tú al
mando de las baterías. No, tienes que irlas moviendo para apoyar la artillería
y los tanques. La bronca es de artillería y de tanques. Bien, ¡Patria o Muerte!
“08:13
hrs. ¿Quién habla? Llame a Almeida o a Angelito. (Ángel Martínez ex teniente coronel del Ejército Republicano Español y
asesor militar del comandante Almeida en el Ejército del Centro)
¿Angelito? Deben mandar algunas fuerzas por Juraguá, hacia Jovellanos. Que
avance hacia Jovellanos, para que vaya avanzando a lo largo de la costa. ¡Muy
bien! ¿Ellos?, ¿Desde dónde? Pero, ¿por dónde pueden avanzar, por dónde? ¿Han
avanzado? Bueno, salgan a combatir a esos paracaidistas aislados, que esos
están condenados a morir; ¡los paracaidistas de Horquita están condenados a
morir! Empleen contra ellos la fuerza que tienen de milicianos.”
Era la
primera noticia que recibía sobre el lanzamiento de paracaidistas enemigos.
“¿Almeida?
Avanzar algunas fuerzas por Jovellanos, para que combatan en la costa.
Filiberto (Comandante del Ejército
Rebelde Filiberto Olivera Moya) va a avanzar por Girón, y el batallón que
tú mandaste con Tomassevich (Comandante del Ejército Rebelde Raúl
Menéndez Tomassevich, jefe del Estado Mayor del Ejército del Centro).
Entonces, esa gente debe avanzar hacia Girón, desde Juraguá. Que sea una
compañía que vaya avanzando, y que no deje escapar al enemigo.”
“08:20
hrs. A Del Valle (personalmente). Ordena
a Pedrito Miret que movilice por lo menos doce cañones de los 122 mm con personal
de estudiantes universitarios en dirección al central Australia, para irlos emplazando
a lo largo de la costa.
“Hay que
preparar la defensa antiaérea. Dos Sea Fury en la pista antiaérea, para
defender el aire contra los B-26. Que estén listos para mañana. Estos aviones
llegan esta tarde, rápido, estos deben darle protección a las fuerzas nuestras.
Hoy vamos a hundir barcos, mañana vamos a tumbar aviones.”
“08:21 El Che llama a Fidel (desde Pinar del Río): ¿Qué hay?
¿De qué tipo de morteros, Che? ¿De qué morteros? Ese personal lo estamos
entrenando en Baracoa, ¿quieres que te lo mandemos? Bueno, yo voy a hablar con
esta gente para que te lo manden, y voy a hablar con Universo para que te mande
personal de Pinar del Río para allá. OK. ¿Para dónde te lo mando? Bueno, eso
hay que conseguirlo por ahí. […] yo lo mando para Artemisa […] los mejores,
pero eso no es fácil, conseguir transporte ahora, porque están con la batería.
Bueno. Se está combatiendo ya de verdad. ¡Venceremos!.
“A
las 08:22 horas. A Universo Sánchez que el personal de Pinar del Río de baterías antitanques, y Toranzo (capitán del Ejército Rebelde Mario Toranzo
Ricardo) envíe morteros 120 al Che.
“08:23
horas. A Universo Sánchez. Che tiene seis baterías de cañones sin personal. Yo
recomiendo que tú, del personal mejor instruido de Pinar del Río, lo mandes
para allá […] Los cañones están allá.
Ellos saben mucho ya, por lo menos, si no saben mucho saben algo.”
“08:26 hrs.
A Curbelo – FAR. […] vamos a tumbar aviones, pero hoy vamos a hundir barcos.
¡Hundan barcos! ¡Hunde barcos, coño, tienes que hundir muchos barcos! ¡Para el
carajo, fuego con ellos!”
Continúo
dando instrucciones a ese ritmo desde las 03:30 horas.
“08:42
hrs. A Osmany. (Personalmente). A Kico (capitán del Ejército Rebelde Enrique González)
que mande repuestos de balas para tanques y repuestos para los tanques.
“08:45
hrs. A Osmany. (Personalmente). La orden a Curbelo es destruir los barcos,
¡destruir los barcos!
“08:46
hrs. A Osmany. Vamos a contar. Uno Filiberto,
dos Jovellanos, son tres, uno en Matanzas, cuatro. ¿Cuántos nos quedan en La
Habana? (Osmany informa que quedan treinta y cuatro batallones). Yo mandaría
cuatro más: uno a Jagüey Grande. ¿Tú sabes por qué? Porque eso lo vamos a
utilizar por la mañana, para copar. Pero eso no importa, que lleguen a las doce
de la noche a Jagüey, cuatro batallones ligeros; dos ligeros y dos pesados. Sí,
porque vamos a tomarlo todo.
“08:47
hrs. A Aragonés. (Personalmente). Gordo: a las 6:00 de la mañana está limpio
todo esto. Yo conozco bien todo eso; a las 6:00 de la mañana está limpio todo.
Nosotros vamos a meterle de noche; ¡y con todo!
“08:48
hrs. A Raúl Castro (en Oriente). Hasta ahora creo que estás fuera de la fiesta,
pero debes estar atento. ¿Cómo? Hasta ahora han desembarcado por el sur. No te
puedo dar detalles, no debo dar detalles, pero estén ustedes alerta por la
Sierra y por todo eso, pero creo que los han concentrado por aquí, ¿sabes? Bien,
¡buena suerte! Hasta luego.
“08:53
hrs. Solicita el Comandante Del Valle comunicación con el Comandante Curbelo,
dice Del Valle que la misión nuestra es concentrar el ataque a los barcos en
Playa Larga y Cayo (Playa) Girón.
“08:58
hrs. A Curbelo. FAR.
Dime. ¿Cómo anda todo? Sí. ¿Qué
pasa? Sí. ¿Y el piloto?; ¿dónde fue? Sí. Y sobre los barcos enemigos, ¿qué? Sí.
¿No han hundido ninguno? Bien. Hay que mantener la moral. ¿Han derribado algún
avión de ellos? Bueno, Sea Fury, ¿cuántos nos quedan ahora? Dime. Bueno, hay
que seguir la pelea. Los chorros, ¿han ido ya? Aquí, ¿qué? ¿Y los chorros? ¿Se ha
ametrallado?, ¿las han ametrallado? ¿No se han retirado las embarcaciones?
¡Tienen que seguirle tirando, con todo lo que tengan! ¡Sí, hay que vengar al
compañero que tumbaron!, ¡hay que vengarlo, compañero! ¡Utilicen los chorros
para tumbar los B-26 de ellos! Bueno, pues sí van a tener balas. Hasta luego,
compañero.”
El
valiente capitán del Ejército Rebelde, Luís Alfonso Silva Tablada, piloto de
combate con el que hablé a las 4 y 45 a.m. había sido derribado.
A las
09:09 horas logré establecer comunicación con el central Covadonga.
“Al
central Covadonga. ‘Dígame, sí. Mire, compañero, (Gonzalo Rodríguez Mantilla, Chele) dígale a ese compañero que no se
puede retirar de ahí. Dígame. Bien, dígame una cosa: ¿en Aguada de Pasajeros
hay tropas? No importa, son los aviones nuestros bombardeando. Los aviones
nuestros están bombardeando incesantemente al enemigo. Bueno, mire: no se
retiren, que ya van las cosas para allá compañero, pero han avanzado y esto
roba tiempo. Ya deben estar más allá de Aguada. Llamen a Aguada de Pasajeros,
que yo voy a llamar para que manden para allá los refuerzos. ¡Resistan ahí
valientemente compañeros! ¡Muy bien! ¡Patria o Muerte!’.”
“09:13
hrs. A Del Valle. (Personalmente). (Alguien informa que Cedeño, del Ministerio de Transportes ha ordenado paralizar todo
el transporte). Dile que no, que no cumpla esa orden mientras no sea
necesario.”
“09:20
hrs. Informa de la FAR al Comandante Del Valle de que dos B-26 enemigos vienen
persiguiendo a un chorro nuestro. Ya despegó otro chorro para ayudar.
“09:25
hrs. A Curbelo. FAR San Antonio. Oye, Curbelo, hace falta ver si se dispone de
un avión chorro, para proteger las tropas nuestras sobre la carretera del
central Australia a Soplillar. Sí, ¿puedes disponer de un chorro? Bueno, cuando
baje dale órdenes y comunicarle que salga a proteger las tropas nuestras, por
lo menos durante media hora; entre el central Australia y Soplillar, donde hay
un B-26 jodiendo mucho, para proteger un chorro el avance nuestro, a ver si
dentro de veinticinco minutos puede estar allá. Yo voy a comunicarme con
Fernández. Tan pronto regrese, a ver si le da el apoyo. No, entre Australia y
Soplillar. Bien.
“09:28 hrs. A Fernández–Australia. De treinta a cuarenta
minutos tardará en estar ahí un chorro protegiendo esa carretera […].”
“09:30
hrs. A Del Valle (personalmente) Da orden de acuartelamiento a todas las
perseguidoras, esta noche, para ir a donde hagan falta. (Del Valle pregunta si
debe haber alguna por aquí). No, no hace falta.”
“09:31
hrs. A Curbelo FAR. Curbelo: ¿Les podrás
brindar esa protección? ¿Hacia esa dirección? ¿Va a protegernos, no? Sí. De
protegerlos entre Australia y Soplillar. Bien, yo voy a avisar allá. ¿En qué
tiempo estará allí, veinte minutos? Muy bien. Y los dos que venían persiguiendo
al Sea Fury ¡Muy bien!”
Sobre la
protección aérea, vuelvo al mismo asunto a las 09:40 y a las 09:42 horas.
“09:50
hrs. (Del Valle informa que el piloto Carreras ha hundido un barco y averiado
otro, que está hundiéndose, y abatió un B-26, que se retiró con un ala envuelta
en llamas. Regresó para recargarse y continuar el ataque contra el barco
semihundido).
Pregunta
en Matanzas si los tanques pasaron ya por allí. La batería antiaérea, que debe
estar en Matanzas debe acompañar a los tanques hasta Jovellanos.”
“10:00
hrs. A Curbelo. FAR. Curbelo: Fernández no me ha informado. Tú tienes que
explicarle bien al piloto que es la carretera que va del central Australia a
Playa Larga, la del central Australia a Playa Larga, que es donde tienen que
prestar protección los chorros, pero no tienen que llegar hasta Playa Larga,
sino hasta Pálpite. Cuando uno regrese, que el otro salga, debes explicárselo
bien: protección aérea a eso. Sí, más o menos, para la tropa nuestra que va a
avanzar por ahí. Australia a Playa Larga, ¿hasta Cayo Ramona? ¿Qué? Sí. Bien,
mantener la protección sobre la carretera, que es importante, y mantener el
ataque sobre los barcos. Y, siempre alertas, porque ellos mañana van a tratar
de golpear ahí. Mantener la protección sobre la carretera todo el tiempo que
sea necesario. Yo te aviso. Bien, muy bien.
“13:02 hrs. De Fidel Castro al comandante Raúl Castro en
Oriente:
“Oye,
Miró Cardona insiste en que ha habido un desembarco por Oriente. Sí, oye, no
importa. Cualquier cosa que se produzca, tienen que usar mucho antitanque, por
si vienen algunos tanques. Los
antitanques todos listos, para que lleguen rápidamente. No sabemos; cuando
capturemos al primero te lo comunicamos.
Un paracaidista muerto, pero no te apures, no te preocupes. Óyeme, Raúl: mucha antiaérea en el aeropuerto… Vamos a volver a preguntar, pero tienen que
estar al llegar. Hay otra cosa: si se
forma mañana algo por ahí, nosotros podemos mandarte ya, probablemente, la
aviación. La aviación ha actuado perfecto (…) No puedo precisar, pero no hay
que preocuparse. ¿Cómo? Sí, porque ellos insisten mucho, pero ellos
tiraron sus paracaidistas y todo por acá, hicieron un esfuerzo por apoderarse
de esto. Yo creo que el esfuerzo principal lo hicieron por ahí, por Zapata. No
se puede precisar, pero metieron muchos paracaidistas; creo que todo lo que
tenían. Muy alertas por ahí. Raúl: mucho tanque y mucha antiaérea. Apoya a la gente con la antiaérea. Después te mandarán, pero mucha antiaérea. Yo
voy a averiguar lo de los 400, cuándo salieron y por dónde. ¿A dónde? Yo no sé, pero voy a averiguar.
Mucha antiaérea y proteger a la gente, que ellos vienen con aviones. Bien.”
Adopto
en el “Punto Uno” más de 50 órdenes y medidas antes de partir para la zona de
operaciones.
Testimonio de José Ramón Fernández:
“Eran
aproximadamente las 02:40 horas de la madrugada del día 17 de abril. No tenía
ninguna noticia de la invasión, es decir, del desembarco mercenario, y él fue
quien me dijo que se estaba produciendo un desembarco en la región de la Ciénaga
de Zapata.”
“Me
ordenó que sin perder un minuto me trasladara para Matanzas, y al frente de la
Escuela de Responsables de Milicias, de la que también era jefe, me dirigiera a
combatir la invasión.”
“‘Coge
un carro y sal a toda velocidad’.
“Me
demoré un poco en salir, porque estaba buscando mapas de la región —había estado en la Ciénaga una sola vez con
el Comandante, no había pasado nunca por ahí, ni antes ni después, sino un día
que regresábamos del Escambray— y el almacén de los mapas estaba cerrado. […]
Como a la media hora volvió a llamar el Comandante: ‘¿Pero todavía estás ahí?
¿Todavía no han salido?’ Bueno, no recuerdo si tumbamos una puerta, conseguí el
mapa e inmediatamente salí para Matanzas. Al llamarme también me indicó que no
me ocupara de avisar a Matanzas para levantar la Escuela, que él iba a
encargarse de dar las órdenes para que estuviera movilizada. Efectivamente,
cuando llegué allí, ya la Escuela estaba levantada.
“Apenas
entré a esa instalación —que es donde hoy está la jefatura del Ejército
Central— en la posta me dijeron: ‘El Comandante lo está llamando’. Fui allí, hablé con él de nuevo y me reiteró
moverme hacia Jagüey Grande. Me preguntó qué ruta iba a seguir. No sabía bien
los caminos y al buscar en el mapa vi por dónde se podía entrar hasta Jagüey.”
“…salí
con la intención de entrar por Colón, en definitiva entré por Perico-Agramonte.
Al llegar a Jovellanos, en la carretera estaba el capitán del Ejército Rebelde
José A. Borot García y dos o tres compañeros más. Me hicieron señas para que
parara, y casi milagrosamente paré. Entonces les dije: ‘Por favor, les ruego
que no me interrumpan, voy lleno y apurado’ […] Entonces me dicen: ‘No, no, es
que el Comandante lo está llamando’. El cuartel de Jovellanos está ahí mismo, a
la entrada del pueblo. Fui allí, subí, me comuniqué con el Comandante de nuevo.
Me indicó ir al edificio de la administración del central Australia —donde
había un teléfono que al descolgarlo comunicaba con el Punto Uno—, que siguiera
derecho para allá y en cuanto llegara me comunicara con él. Llegué a Jagüey a las
siete y pico de la mañana.”
“Entonces,
había demorado dos horas y pico desde Matanzas por la Carretera Central que era
la mejor vía en aquella época.”
“…alrededor
de las 08:00 horas, estaba el administrador del central. Me dirigí allí y
pregunté:
“—
¿Dónde está el teléfono aquí?
“Efectivamente,
descolgué, hablé con el Comandante de nuevo, quien me indicó no alejarme del
teléfono y esclarecer bien cuál era la situación y que me informara de lo que
sucedía.
“Esta
es la primera llamada que recibo del Comandante en el central Australia,
después, a lo largo del día, no puedo decir cuántas llamadas más recibí, fueron muchas.”
“La
gente se empezó a amontonar […] se reunieron como ciento y pico o doscientos
hombres allí pidiendo que les dieran armas para ir a combatir.”
“Al
recibir la información sobre el desembarco, el jefe del batallón 339, capitán
del Ejército Rebelde Ramón Cordero, que se encontraba en su unidad en los
alrededores del central Australia, envió fuerzas de su primera y segunda
compañías a enfrentar al enemigo entre Pálpite y Playa Larga, donde lo combatió
en condiciones desventajosas: el adversario estaba mejor armado, más
organizado, mucho mejor entrenado y posicionado en una situación favorable para
la defensa. En ese fuerte encuentro con los agresores, cayeron varios
milicianos y se dispersó prácticamente esa parte de la fuerza del
batallón. Poco después, antes del
amanecer, el resto de las unidades del 339 avanzaron también en esta ocasión
bajo el mando directo de su jefe de batallón y combatieron en condiciones muy
desfavorables.”
“Me
dijo que tomara a Pálpite con la gente mía. Yo estaba con el mapa y le decía:
‘Comandante, no encuentro ningún Pálpite en el mapa’. De ahí salió una larga
discusión: ‘Yo no lo encuentro, aquí no está Pálpite’. ‘Bueno, busca Pálpite,
tiene que estar por ahí’.
Entonces,
el mapa estaba equivocado, decía ‘Párrite’ —por ahí están los mapas militares
de la edición del año cincuenta y tanto—, en lugar de Pálpite, dice Párrite, y
yo continuaba buscando en el mapa. Le digo: ‘Mire, veo un lugar aquí que se
llama Párrite, que está entre tal punto y tal punto’, me responde: ‘Ese mismo
es, no es Párrite, es Pálpite, toma a Pálpite.’
“Fidel
me llamó de nuevo y me dijo que llegaba un batallón. Ese fue el 219-223 de la
zona de Colón, al mando del capitán Roberto Benítez Lores.
“Se
trataba de personal de batallones que no estaban todavía completamente
constituidos ni bien organizados, pero aquellos hombres daban muestras de una
alta moral, aunque ninguno de ellos había realizado prácticas de tiro y solo
portaban fusiles M-52 con veinte cartuchos cada uno. Les di la misión de que trataran de ocupar el
pobladito de Pálpite.”
En
este caso debe haberse producido alguna confusión en los recuerdos de
Fernández; él hizo esa narración el 17 de abril de 1988, es decir, 27 años
después de aquel acontecimiento. En más de un centenar de anotaciones de los
taquígrafos que registraron mis llamadas y órdenes, en ninguna de las que
elaboré ese día, menciono ese Batallón de la zona de Colón. La primera unidad
que ordené moverse ese día fue una fuerza formada con oficiales de la Columna 1
de la Sierra Maestra al mando de Harold Ferrer, con 600 hombres equipados con
FAL, y acompañada de una compañía de tanques y su jefe López Cuba, que atacaron
Playa Larga aquella noche. Yo personalmente le dí instrucciones a esa fuerza en
Pálpite.
La
Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, con su jefe José Ramón
Fernández, fue enviada a combatir contra la invasión, precisamente, por ser una
de las unidades más entrenadas y por su proximidad al punto escogido por el
enemigo para desembarcar.
Continúa
el testimonio de José Ramón Fernández:
“Allí
un ataque de la aviación enemiga le causó seis muertos y lo hizo retroceder.
(Se refiere al batallón que llegó de Colón) Ordené que avanzaran de nuevo y
aseguraran la carretera, en especial las alcantarillas.”
“Después,
el batallón 227 procedente de Unión de Reyes, y bajo el mando del capitán del
Ejército Rebelde Orlando Pérez Díaz, se presentó en Australia. Le encomendé la misión de tomar a Pálpite,
donde llegó después de la Escuela de Responsables de Milicias pues avanzó a pie
y el personal de la Escuela fue en vehículos.”
Esta
fue otra de las unidades constituidas por valerosos combatientes como los de
Colón, que se movieron hacia el central Australia sin conocimiento mío ni del
Puesto de Mando Central. Una prueba irrebatible del patriotismo de nuestro
pueblo. Excepto la escuela de Responsables de Milicias ubicada en Matanzas,
todas las unidades de infantería, tanques, artillería antiaérea y terrestre
fueron enviadas desde La Habana, ya que como Capital del país poseía las
mayores y más experimentadas fuerzas para combatir una Brigada de asalto, bien
entrenada y armada por Estados Unidos, apoyada con fuerzas navales y aéreas.
Considero importante estos datos porque nos ayudan a comprender las
circunstancias en que se libró la histórica batalla.
Continúa
el relato de Fernández:
“Como
a las 09:00 de la mañana llegó el batallón de la Escuela de Responsables de Milicias. No los dejé
apearse de los camiones. Me subí en el techo de un camión, allí mismo, se
acercaron y les hablé. Les planteé tomar a Pálpite, y después enviar una
compañía y tomar a Soplillar, unos 6 ó 7 kilómetros al este de Pálpite, bloquearía
la pista de aviación que allí existía y aseguraría el lugar.”
“Cuando
llegó el mensaje de que habían tomado a Pálpite, llamé al Comandante y me
preguntó:
“—¿Tomaste
a Pálpite, la gente tuya está en Pálpite, estás seguro?
“—Seguro,
Comandante.
“—¡Ya
ganamos!” Cuenta Fernández que exclamé y, aunque no consta en los apuntes
taquigráficos de mis comunicaciones, tal conclusión no era imposible, ya que
una cabeza de playa del otro lado de la ciénaga, a 25 kilómetros del central
Australia, estaba en nuestras manos. Lo había dicho una vez: “ya ganamos la
guerra”, cuando quedábamos muy pocos de los combatientes del Granma, y vi la
impresionante montaña boscosa del Pico Caracas a 1 200 metros de altura, el
teatro de operaciones que estábamos buscando. Pero en Girón, la realidad es que
ese día, a esa hora, todo estaba todavía por hacer.
Y
Fernández concluye la narración afirmando:
“Por
eso Fidel, un mes después, en el discurso de graduación en la Escuela de
Milicias, al hacer alusión a los muertos que había tenido la Escuela convertida
en batallón de combate, expresó: ‘… esta unidad, cuyos integrantes no se
graduaron de responsables de milicias, se graduaron de héroes eternos de la
patria’.”
Testimonio de Raúl Curbelo Morales:
“Pienso
que el caso mío es el de otros tantos compañeros. A pesar de que yo no tenía
conocimientos sobre la aviación ocupé esa responsabilidad. En momentos cruciales Fidel, por razones de
su instinto y de su sentido de la guerra, quería tener en San Antonio alguien
que entendiera las órdenes que él daba. Tuve la suerte de que soy de
Cienfuegos. Antes del triunfo de la Revolución, yo había ido a caballo por
Yaguaramas, y conocía toda esa zona hasta Girón. Esa fue una suerte tremenda,
porque si el desembarco se produce por Mariel o Bahía Honda, zonas que no
conocía, hubiera tenido dificultades para dirigir las acciones militares. Fidel
se conocía los caminos y toda la zona donde se produjo el desembarco, porque la
Revolución había hecho las carreteras, los terraplenes, se lo conocía todo aquello
de memoria y cada vez que él me decía un punto yo podía contestarle, cuando me
daba instrucciones de que la aviación actuara en cualquier punto de los que él
me indicaba, yo cumplía.
“Fidel
me hizo muchas llamadas al puesto de mando de la base de San Antonio. Yo me
instalé en la torre de control y allí recibía las órdenes.
“El
comandante Raúl Guerra Bermejo, Maro,
era el jefe de la Fuerza Aérea, él era comandante y yo capitán.”
“Recuerdo
que yo le dije a Maro: ‘Yo no conozco de las condiciones de tierra aquí, yo no
sé dónde está el armamento, ni conozco el manejo de la preparación de los
aviones para el combate, así que tú te ocupas de la tierra que yo me voy a ir
para la torre de control, para dirigir allá arriba con los pilotos las
instrucciones que reciba del Comandante en Jefe’.
“Y
Maro, con un entusiasmo, un valor y una decisión sin reserva ninguna, jugó un
papel importantísimo allí con todo el personal de retaguardia. Maro tuvo relaciones
muy buenas conmigo.”
“Hay
un factor que fue decisivo y donde se demuestra el arte para la cuestión
militar que tiene el Comandante en Jefe.”
“Mi
versión era atacar las tropas en tierra. Fidel me respondió: ‘No, hay que
atacar a los barcos. ¡A los barcos!’.
“En
aquel momento no lo entendí, logré entenderlo más adelante cuando realicé
estudios militares. En la lucha contra un desembarco marítimo, lo primero que
hay que inutilizar son los medios navales que están produciendo el
desembarco. Eso lo hizo él como si
hubiera estudiado en las grandes academias militares, por esa intuición propia
de Fidel, porque su guerra en la Sierra Maestra no tenía que ver con barcos, ni
acciones de este tipo. Quizás en sus lecturas sobre la Primera y Segunda Guerra
Mundial, las grandes campañas militares de los romanos, y otros teóricos
militares le dieron esos conocimientos históricos de las grandes batallas.
“Él
me reiteró: ‘Hay que hundir a los barcos.’
Ahí
fue donde yo le dije: ‘Mire, Comandante, casualmente tengo cerca de mí a
Carreras. Si usted quiere se lo pongo.’
“Me
responde: ‘¡Pónmelo!’ Y fue cuando él le
pidió a Carreras: ‘¡Húndanme los barcos!
¡A los barcos, Carreras!’ Fue ese el momento. Poco después Carreras despegó en su avión y
más tarde tuvimos la noticia de que le metió los rockets al Houston primero y
luego al Río Escondido.”
Estas
fueron las palabras sinceras de Raúl Curbelo.
Por
el heroísmo y la belleza de la narración de la hazaña que llevó a cabo este
piloto, debo incluir en esta Reflexión lo que contó el General Enrique Carrera
Rolas a la Editorial Letras Cubanas en 1979, y la importancia que tuvo
preservar los pocos aviones de combate de que disponíamos.
Testimonio del General Enrique Carrera Rolas:
“El
Comandante en Jefe nos visitaba mucho en la base aérea de San Antonio. Hablaba
con los técnicos y los pilotos.
“En
esas conversaciones nos dijo: ‘Miren, esos aviones destartalados que ustedes
vuelan, deben dislocarlos y no tenerlos aglomerados, de manera que si se
produce un ataque aéreo, el enemigo destruya los aparatos dados de baja.
Pónganlos distantes uno de otros con el fin de confundirlos y preservar
nuestras máquinas. Estoy seguro de que
nos atacarán. Muévanse antes de que vengan’.
Así ocurrió.
“Estaba
cubriendo mi turno de guardia en el avión cuando me comunican que el Comandante
en Jefe quiere hablar conmigo.
“‘Carreras,
en Playa Girón se está llevando a cabo un desembarco. Despeguen y lleguen allá
al amanecer. Hundan los barcos que transportan las tropas y no los dejen ir’.
“Llegó
la orden de despegar a las cinco de la mañana. Cuando me dijeron que se trataba
de un desembarco pensé que se referían a algún yate u otro buque más grande que
estaba dejando gente por la costa. No podía imaginar ni remotamente que iba a
vérmelas con el espectáculo que me esperaba sobre la Bahía de Cochinos y Playa
Girón. Sólo teníamos tres aparatos en activo al llegar el momento del despegue:
dos Sea Fury y un B-26 mal artillado. Me elevé el primero como jefe de
cuadrilla. Me seguían Bourzac (Gustavo
Bourzac Millar) y Silva, (Luis Silva
Tablada) que le habían jugado una mala pasada a Lagas (Jaques Lagas, piloto chileno). Veinte minutos más tarde volábamos
sobre el objetivo. Lo que vi seis mil pies debajo de mí, en la primera ojeada
que lancé, me hizo creer que soñaba o que ante mis ojos proyectaban algún
documental o película de la Segunda Guerra Mundial. Pensé que lo que estaba
viendo era como un remedo del desembarco en Normandía, en pequeña escala. Cerca
de la costa, en Playa Girón, había por lo menos entre siete y ocho
embarcaciones grandes y un número indeterminado de lanchones y lanchas de
desembarco en pleno ajetreo. Observé que un barco de transporte enorme navegaba
hacia el interior de la Bahía de Cochinos, seguido por una fragata de guerra,
que viene a ser la unidad naval que sucede en importancia al destroyer.
“Decidí
por la libre, en segundos. Y escogí la primera presa: el buque que se dirigía a
Playa Larga. Di instrucciones en clave por radio a mis compañeros y me lancé el
primero al ataque. Desde la altura entre cinco mil y siete mil pies descendimos
en picada hacia el Houston, un transporte tipo Liberty, de ocho mil toneladas, era nuestro objetivo, repleto de
tropas y suministros bélicos. A mil
quinientos pies afiné la puntería y le disparé mi carga de cuatro cohetes. Algo raro me daba vueltas por dentro. Me parecía
que estaba envuelto por una neblina. Solamente tenía experiencias en contadas
prácticas de tiro aéreo y no sabía lo que era una guerra.
“Ya
habíamos sido avistados por el enemigo, y el fuego antiaéreo que se desató
contra nosotros era una cosa de locura. Docenas de baterías —ametralladoras y
cañones— vomitaban metralla hacia arriba. Era un espectáculo impresionante ver
el espacio iluminado por las luces de las trazadoras y las explosiones de los
proyectiles.
“Les
puedo asegurar que lo que ensayamos fue una acción kamikaze, como los pilotos
suicidas japoneses.
“Hice
funcionar el mecanismo para disparar los cohetes y seguí con la mirada la ruta
que tomaban. Confieso que me llenó de sorpresa verlos hacer blanco en la popa
del Houston. El buque comenzó a humear y comprobé que su piloto, en urgente
maniobra, lo dirigía hacia la orilla para encallarlo. Bourzac
y Silva también dispararon sus cohetes contra el
Houston logrando impactos francos en el mismo. La fragata de guerra que lo
escoltaba, comprendiendo que el barco estaba perdido, pues ya hacia agua,
comenzó a zigzaguear y viró en redondo para ganar la boca de la bahía y unirse
a la flotilla frente a Playa Girón.
“Hice
dos pases más sobre el objetivo descargando todo el parque de mis ametralladoras.
Después retorné a la base.
“Cuando
descendí de la cabina, estaba todo excitado. Hasta cierto punto me había
parecido todo tan fácil —apretar botones y ver la estructura de un barco
deshacerse como si fuera de papel— que quería contarle a todo el mundo lo
ocurrido. Curbelo me llamó a Operaciones y rendí informe. Después me dijeron
que casi no entendían lo que yo decía al principio, pues comencé confundiendo
los rumbos y haciéndome un amasijo en las explicaciones. Hasta que me serené un
poco, y pude coordinar un parte decente.
“Ya
el Comandante Castro estaba complacido. Le habíamos dedicado el primer barco.
“No
sé qué tiempo demoraron en alistar mi aparato nuevamente. Combustible,
municiones. Los mecánicos y la gente de armamento volaban. Hicieron las cosas
en un tercio del tiempo normal, calculo yo, y me lancé al aire de nuevo,
cargando esta vez ocho cohetes de cinco pulgadas. Me dirigí a Playa Girón.
Desde lo alto pude ver al Houston, cerca de Playa Larga encallado, como un gran
pez herido de muerte. Frente a Playa Girón divisé un barco todavía más grande
que el Houston. Era el Río Escondido, que, según me enteré posteriormente, era
uno de los que traía más personal y equipo para los mercenarios. A bordo
llevaban la planta emisora con que esos canallas pensaban arengar al pueblo de
Cuba una vez instalada en tierra. Además, camiones, piezas de repuesto para
aviones —en sus planes estaba lograr una base aérea en la pista de Playa Girón
y operar desde allí con su aviación—, combustible para éstos y mucho parque. El
Río Escondido se hallaba a unas tres millas al sur de la costa.
“Los
cohetes de mi Sea Fury
partieron en busca del enorme barco como unos relámpagos humeantes. ¡Tocado! Lo
alcanzaron en el mismísimo centro. Más tiempo tardo yo en contarlo que lo que
demoró el Río Escondido en estallar como un triquitraque, envuelto en llamas.
“Cuando
estaba gozando del espectáculo todavía novedoso para mí, me percaté de que un
B-26 se me acercaba. Pensé que era el avión de Silva, pero inmediatamente me di
cuenta de que no teníamos ningún B-26 volando en esos momentos. El engaño era
casi perfecto, pues lo único distinto que en el aparato distinguí fueron unas
franjas azules en las alas. Aparte de eso, tenía los colores, la bandera cubana
y la insignia de la FAR exactamente igual que nuestras naves. Hice un giro,
aprovechando la velocidad de mi ‘Furioso’, superior a la del bombardero
enemigo, y logré situarme en su cola. Era una ‘doce en punto’ perfecta. (Los pilotos usaban ese lenguaje para
definir la posición de adversarios en el aire).
“A
pesar de mi ventajosa posición, el B-26 logró abrirme fuego primero con la
ametralladora de cola. Contesté con una ráfaga larga de mi calibre 50,
tocándolo en uno de los motores. Le vi perder altura, despidiendo humo y
descender hacia los barcos de guerra que navegaban abajo como buscando
protección. Al fin cayó al mar junto a uno de los buques.
“No
sé si fueron los disparos del B-26 o las descargas de las baterías antiaéreas
de los barcos, pero comprendí que me habían tocado en el motor. El Sea Fury
fallaba. A pesar de ello hice varios pases sobre los barcos hasta agotar las municiones. Después me
dirigí a la base. Al hacer plataforma, el aparato no respondió bien. Apenas le
cayeron encima los mecánicos, me dieron la explicación. Dos proyectiles me
habían averiado uno de los cilindros, percance bastante serio.
“Pero
todos los que estábamos allí sabíamos que era más peligroso tripular cualquiera
de aquellos aviones que enfrentarse al enemigo en un duelo a tiros.
“Muy
a mi pesar, tuve que someterme a un receso obligado. La reparación tomaba
tiempo y ya no podría volver a volar ese día.
“Pero
estaba contentísimo: un saldo a mi favor de dos barcos grandes y un avión
enemigo.
“Pensé
que Fidel Castro tenía que sentirse complacido. Carreras no le había fallado.”
Los
pilotos en un día pusieron fuera de combate, solo en el “Houston”, un batallón
completo de mercenarios que no pudo combatir, y le causaron a los invasores
numerosas bajas en el “Río Escondido”; su flota completa estaba en fuga.
Calculo que disponíamos apenas la mitad de los aviones de combate del enemigo.
Raúl Curbelo lo explica:
“Carreras
atacó a los barcos. Primero averió y encalló al Houston, regresó a la base y
volvió a Bahía de Cochinos, atacó al Río
Escondido y lo hundió. Era el principal porque traía combustible y gran
cantidad de municiones de reserva, que era importantísimo para los objetivos
que se proponían los mercenarios.
“Considero
que ese fue el momento clave, después vienen otros momentos, que definen la
derrota en setenta y dos horas, porque se hundió un barco y se inutilizó el otro con un batallón completo dentro, se
destruyeron barcazas que estaban en proceso de desembarco, y otros barcos más,
uno que era El Atlántico, al ver el
barco hundido y que el otro estaba inutilizado, se separaron de tierra, porque
estaban aproximadamente a unas tres millas de la costa.”
Testimonio de Harold Ferrer Martínez:
“Cuando
se produjo el ataque a los aeropuertos, cerca de las 02:00 horas, el Comandante
en Jefe me llamó a Cojímar y me hizo algunas
preguntas sobre los hombres que tenía allí, el armamento y los medios de
transporte; nos dijo que estuviéramos listos para salir, porque probablemente
tuviéramos que entrar en acción. Pero sin dar detalles.
“El
día 17 de abril Celia me llamó a Cojímar, me comunicó la noticia del desembarco
por Girón y el Comandante me dio la orden de estar listos para partir por la mañana, me dejó instrucciones de salir
y esperar en Matanzas.
“Yo
había salido a buscar unos medios de transporte.
“El
Comandante en Jefe en 1959, había reunido a un grupo de oficiales del Ejército
Rebelde y nos había preguntado que quiénes estábamos en disposición de ir para
Minas del Frío a cumplir una misión. En el grupo estaban los oficiales del
Ejército Rebelde Leopoldo Cintra Fría, Polo, los hermanos Sotomayor, los Pardo,
el capitán Gaspar Camejo, Hugo del Río
y otros compañeros.
“La
idea era contar con compañeros con preparación para dirigir miles de soldados
del Ejército Rebelde, darle un adiestramiento y subir once veces el pico
Turquino, con el objetivo de preparar las nuevas columnas para rechazar cualquier
agresión del exterior.
“De
ahí es donde sale esta columna que él mismo le pone el nombre: José Martí.
Personalmente, él se encargó de darle los primeros transportes y armamentos que
llegaron de la Unión Soviética, las misiones que debía llevar cada soldado. Se
formaron las dos columnas: la de artillería al mando de Polo, y la de
infantería bajo mi mando. Yo fui para la Base
Granma donde tuvimos un curso de adiestramiento, de allí salimos unos
días para el campamento de Managua y después nos trasladamos para Cojímar.
“Eran
cuatro compañías de Infantería, una compañía de baterías de morteros, una
compañía de ametralladoras y los lanzallamas que estaban en el INRA, que se nos
subordinaban, eran unos seiscientos hombres. No tenía la organización de
batallón, sino de columna, no llegaba a un batallón.”
“Estuvimos
atrincherados en Casablanca y después nos ubicaron en Cojímar que era mi
ubicación permanente.”
“Cuando
se produjo la invasión nos dijo que estuviéramos listos para salir y esperar en
Matanzas. En esta ciudad nos dio órdenes de esperar en el cuartel de Jovellanos
a donde llegamos en horas de la tarde.
“Allí
nos dio la misión de trasladarnos hasta la Laguna del Tesoro y desde allí
atacar junto con los tanques, con el apoyo de la artillería, las posiciones que
tenían los mercenarios que habían ocupado la carretera desde Pálpite a Playa
Larga.”
“Fidel
nos dio detalles de las características de la zona cenagosa, de difícil acceso
por una sola carretera con pantanos y vegetación en ambos lados. Nos alertó de
que era una misión difícil, pero sería histórica porque había que desalojar al
enemigo de sus posiciones.
“La
Columna 1 estaba formada por unos seiscientos hombres, y se le subordinaban dos
compañías de bazuqueros y lanzallamas que teníamos en el INRA.
“Mientras
recibía las órdenes de Fidel, le ordené a un jefe que dislocara a la Columna
cerca de la Carretera Central, pero hubo una confusión y parte de la artillería
siguió hacia Colón. Traté de avisarle para que regresaran y no me quedó más
remedio que informarle al Comandante lo que había sucedido; me dijo que él se
encargaba de localizar al resto del personal y enviarlo hacia la zona de las
acciones.”
Ya
desde la tarde me encuentro en la zona de operaciones y envío una orden
manuscrita al capitán Fernández:
“Fernández:
“He
decidido enviar los otros doce obuses y apoyarlos con dos baterías de
ametralladoras múltiples y además una batería de cañón antiaéreo, pues
considero de suma importancia abrir un barraje infernal. Procura disparar con
el mayor número de obuses posible en barreras.
“Fidel. C
Australia. Abril 17,61,
“7 p.m.”
Testimonio de José R. Fernández Álvarez:
“Estando
Fidel allí, que permaneció hasta la noche, o hasta bien avanzada la tarde,
porque ya en la noche fue para Pálpite, llegó la artillería antiaérea, llegaron
medios de artillería y llegaron tanques. Fidel había seguido la estrategia de
mover estas fuerzas, que son fácilmente identificables desde el aire, y que no
tienen buena defensa antiaérea, como son la artillería y los tanques, en
movimientos hasta Jovellanos, concentrarlos en Jovellanos, y durante la noche
moverlos hacia las zonas de las acciones combativas.
Pero
después algunas de esas unidades se movieron de día, aunque había como regla
general la estrategia de moverlas de noche. Lo cierto es que ya oscureciendo
Fidel nos autorizó a trasladarnos a Pálpite, organizar el ataque a Playa Larga
y tuvimos protección de artillería antiaérea. Movimos cinco tanques, cuatro
baterías de obuses de 122 mm; dos ó tres baterías de cañones de 85 mm y una
batería de morteros de 120 mm.”
Testimonio del escolta Bienvenido Pérez Salazar
(Chicho):
Él
estuvo un tiempo allí en Australia y entonces dejó a Augusto Martínez de jefe
de operaciones. (El segundo jefe era el
comandante médico Oscar Fernández Mell, jefe de Sanidad Militar). Con la
misma arrancan los carros rumbo a la
ciénaga, y yo viro a buscar a Santiago Castro, pero no aparecía, se quedó
dormido al lado del carro tirado en la hierba. Nunca había visto una guerra, ni
mucho menos, yo estaba un poco emocionado con aquello, y Santiago Castro estaba
tan tranquilo, como si no hubiera guerra. Entonces cuando vengo donde está
Santiago Castro, Augusto Martínez sale y me dice: ‘Tú no te puedes ir, tú
tienes que quedarte aquí conmigo, porque yo me quedé de jefe’. Yo le pregunto:
‘Venga acá, ¿pero usted discutió eso con el Comandante?’ Dice: ‘Sí, sí, tienes
que quedarte aquí conmigo’. Porque se encontraba solo y él lo que estaba
buscando más bien era un compañero como apoyo.
“Me
quedo, pero con la preocupación de que el
Comandante está por la zona de los combates. Yo estaba planeando cómo me
le iba a ir a Augusto de todas maneras. No porque haya sido Augusto, porque
siento profundo respeto por él, pero el caso es que yo era de la escolta de
Fidel, no de la escolta de Augusto. Entonces surge la necesidad de mandarle un
mensaje a Fidel donde le informaban que había otro desembarco por Bahía Honda.
Augusto está buscando un práctico, ya era de noche, para llevar el mensaje para
allá. Entonces le dije a Augusto: “El práctico soy yo, me conozco esa carretera
de día y de noche, porque el Comandante está mucho por esa zona. Esa carretera
la conozco perfectamente”, le dije que me conocía esa carretera hasta con los
ojos cerrados. Él no quería dármelo, hasta que se dio cuenta que era el más
indicado.
“Salimos
Santiago Castro y yo para la Boca, había vehículos por todo el camino, era de
noche, y fue una tragedia llegar hasta allí porque íbamos con las luces
apagadas. Llegamos donde estaba el Comandante reunido con los compañeros,
explicándoles la estrategia, los planes de avanzar, y le entregué el mensaje.
“Es
cuando él le entrega, creo que fue a Flavio, todos aquellos documentos, todos
los mapas, para virar hacia atrás, hacia La Habana, pero él decide seguir y es
cuando entramos hasta Pálpite. Estuvo
allí, vio la situación y regresó al central Australia y de allí para La Habana.”
Testimonio del escolta Santiago Castro Mesa:
“Me
quedé cuidando el carro, me tiré en la hierba al lado del carro y me quedé
dormido, cuando en uno de esos momentos salieron, y Chicho no me encontraba.
Llevábamos cuatro noches ya sin dormir, sin pegar los ojos.
“Esa
noche del 17 entramos hasta la Boca de la Laguna del Tesoro y continuamos hasta
Pálpite. La carretera hacia Girón estaba en construcción, era de rajón casi
toda, se le había echado asfalto pero como estaba dentro de la ciénaga el
pavimento se había hundido. La mitad
derecha de la vía estaba ocupada por los tanques, la artillería y los vehículos
con la infantería. Quedaba media vía y tuvimos que ir a oscuras con el apoyo de
los compañeros del Ejército Rebelde y las milicias que estaban en la ruta.
“Cuando
íbamos llegando a la Boca, apareció un avión enemigo a cierta distancia y
aquello se convirtió en una fiesta de fuegos artificiales, eran miles de balas
trazadoras que salían de todos los emplazamientos. El Comandante recogió al Gallego Fernández en
la Boca y siguió hasta el final de los emplazamientos en Pálpite, pero cuando
nos dimos cuenta de que la artillería nuestra estaba tirando detrás de
nosotros, el Comandante decidió regresar.”
Antes
de partir hacia La Habana, le envío un mensaje a Fernández:
"Fernández:
"Estoy
resolviendo lo del parque de cañón. Los otros tanques llegarán a Australia al
amanecer. Por el día decidiremos el momento oportuno de moverlos.
"Augusto
quedará e Australia. Yo tendré que salí dentro de un rato hacia La Habana.
Estaré en comunicación constante con ustedes. Mándenme noticias constantemente
sobre el curso de las operaciones.
"¡Adelante!
"(F)
Fidel Castro
"Australia,
Abril 18, 61
"3
am
"P.D.
Todavía no he recibido noticias desde el papelito en que me informabas que el
enemigo disminuía el volumen de fuego."
Sobre mi
regreso a La Habana aquella madrugada, le conté una vez al historiador Quintín
Pino Machado, quien lo relató en su libro:
“‘Yo
conocía el lugar a la perfección —por exploración, por gusto a la naturaleza,
por espíritu guerrillero (...) conocía por donde podían transitar camiones,
tanques —conocía un camino por la izquierda que salía dos kilómetros al oeste
de Playa Larga.
Entonces,
estoy esperando los tanques para iniciar de noche, en la madrugada, alrededor
de las dos o las tres, un ataque por esos caminos que estaban vacíos y les iba
a salir a la retaguardia de Playa Larga (…) yo estoy organizando el ataque... y
en ese momento —sería la una de la mañana, una y media, no puedo precisar— me
informan que se está produciendo un ataque por el oeste de La Habana. ¿Qué se
está produciendo un ataque por el oeste de La Habana? ¿Seguro? El informe me lo
llevó un mensajero en automóvil. No tenía comunicaciones allí por radio.
Entonces mando a ver si está comprobado; me dicen: está comprobado. Dijeron: ya
se ha producido contacto con el enemigo. Digo yo: qué raro, qué extraño, porque
todo indica que este es el ataque principal; a lo mejor tendrían una reserva de
tropas en Miami y la han mandado para el oeste de La Habana, por Pinar del Río,
por Bahía Honda... Dijimos: bueno, la batalla principal se va a dar en La
Habana. Y salí de allí. Encargué al que estaba en el Puesto de Mando —no a
Fernández— (...) la tarea de realizar este ataque que yo estaba
organizando, fui para La Habana, y
llegué a La Habana al amanecer...
“‘Y cuando
llego (...) yo no tenía comunicación en el carro (...) El camino era largo, más
de tres horas (...) Cuando llego a La Habana al amanecer, se comprueba que no
se había producido el desembarco. Y entonces el compañero que yo dejé allí
encargado de la misión no conocía los lugares y no se llevó a cabo el ataque de
tanques por la retaguardia de Playa Larga y el enemigo se retira y se puede
concentrar en Girón. Si se llega a hacer esa operación los hubiéramos dividido
(...) Se habría liquidado la invasión, yo calculo, en treinta horas.
“‘Años más
tarde se conoció que la confusión la generó una maniobra diversionista de la
CIA, la cual utilizó para ella equipos electrónicos muy modernos y
perfeccionados, capaces de simular una batalla. Por diversos medios de
transportación, balsas de goma entre otros, aproximaron los equipos hasta la
costa y con efectos luminosos contrapuestos y los ruidos característicos
correspondientes, lograron dar la apariencia de un combate verdadero; la noche
del 16 se habían observado movimientos de barcos al oeste de La Habana.
“El éxito
de la maniobra consistió en prolongar los combates por un hecho fortuito, ya
que dio la casualidad de que el único oficial presente que conocía la zona era
el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Cubanas. Pues la defensa de La
Habana tenía el 90% de sus fuerzas intactas y listas para combatir y no era
necesario trasladar ningún efectivo de la ciénaga para allá.”
Desde
Australia, a través de Augusto Martínez Sánchez, el capitán Fernández informa
que la ofensiva hacia Playa Larga había sido detenida y tenía una cantidad
indeterminada de muertos y heridos. Le
respondo por esta misma vía:
“4:40 a m.
“De
Augusto a Fernández:
“Fidel
recibió tu mensaje y me informa que te dé las siguientes instrucciones:
“1. Que
emplaces todas las antiaéreas para que protejan a nuestra gente.
“2. Que
los tanques sigan atacando y que vuelvas a emplazar las piezas (obuses de 122
mm).
“3. Que no
debes dejar de instalar una sola AA.
“4. Que te
recomienda que mandes una tropa, bien del Bon 180 ó del 144 para que avances
por Soplillar para salir a la Caleta del Rosario y cortarles la carretera.
Cortar así al enemigo en dos.
“5. Que si
es necesario se te pueden enviar los diez tanques que están al llegar de
Jovellanos.
“6. Esos
diez tanques puedes dividirlos en dos grupos: por la carretera y por
Buenaventura.
“7. Que si
es necesario mover los tanques durante el día se te puede mandar una fuerte
protección AA.
“8. Por
último, dice Fidel que hay que tomar a Playa Larga sin excusas.”
Testimonio de José R. Fernández Álvarez:
“…la
idea de Fidel era dividir al enemigo. Hacerla con el batallón 111 separando a
las unidades que están al norte de San Blas de las de Girón, y con el 144
aislando a las que están en Playa Larga de Girón, y con esto dejarlos en tres
grupos, separados unos de otros, para aniquilarlos con mayor rapidez.
“Estoy
convencido de que si hubiéramos logrado esto, hubiera caído Girón el día 18.
Desafortunadamente eso no se ejecutó por el batallón 111 ni tampoco por el
batallón 144, eso disgustó a Fidel. Al batallón que yo envié se le desapareció
el guía.”
“Lo
cierto es que no salió bien la operación, el enemigo situado en Playa Larga
huyó, y unido con la fuerza principal contribuyó a la defensa y fuerte
resistencia que hicieron en Playa Girón.”
Continuará
próximamente.
Fidel
Castro Ruz
Abril 14 de 2011
10 y 31
p.m.