Reflexiones del compañero Fidel
LO MEJOR Y
MÁS INTELIGENTE
Ayer, por
razones de espacio y tiempo, no dije una palabra del discurso pronunciado por
Barack Obama el lunes 28 sobre la guerra de Libia. Disponía de una copia de la
versión oficial, suministrada a la prensa por el Gobierno de Estados Unidos.
Tenía subrayadas algunas de las cosas que afirmó. Volví a revisarlo y llegué a
la conclusión de que no valía la pena gastar demasiado papel en el asunto.
Recordaba lo que me contó Carter
cuando nos visitó en el 2002 sobre el cultivo de los bosques en Estados Unidos;
pues él posee una plantación familiar en el Estado de Georgia. En esta visita
le pregunté otra vez sobre aquel cultivo y me volvió a expresar que siembra las
plantas de pino a la distancia de 3 por 2 metros, que equivalen a 1 700 árboles
por hectárea, y se cosechan al cabo de 25 años.
Hace muchos
años leí que The New York Times, en
una edición dominical, consumía el papel extraído de la tala de 40 hectáreas de
bosque. Se explica, por tanto, mi preocupación por el ahorro de papel.
Desde luego,
Obama es excelente articulador de palabras y frases. Podría ganarse la vida
escribiendo historietas para niños. Conozco su estilo porque lo primero que leí
y subrayé, mucho antes de que asumiera la presidencia, fue un libro titulado “Los
sueños de mi padre”. Lo hice con respeto y, al menos, pude apreciar que su
autor sabía escoger la palabra precisa y la frase adecuada para ganar la
simpatía de los lectores.
Confieso que
no me gustó su táctica de suspense, ocultando sus propias ideas políticas hasta
el final. Hice un especial esfuerzo por no escudriñar en el último capítulo lo
que opinaba sobre diversos problemas, a mi juicio cruciales en este momento de
la historia humana. Tenía la seguridad de que la profunda crisis económica, el
colosal gasto militar, y la sangre joven derramada por su predecesor
republicano, lo ayudarían a derrotar a su adversario electoral, pese a los
enormes prejuicios raciales de la sociedad norteamericana. Estaba consciente de
los riesgos que corría de que lo eliminaran físicamente.
Por obvias
razones de politiquería tradicional buscó, antes de las elecciones, el respaldo
de los votos de los anticubanos de Miami, en su mayoría dirigidos por gente de
origen batistiano y reaccionaria, que convirtieron a Estados Unidos en una
república bananera, donde el fraude electoral determinó nada menos que el
triunfo de W. Bush en el 2000, lanzando al basurero a un futuro Premio Nobel:
Al Gore, Vicepresidente de Clinton y aspirante a la presidencia.
Un elemental
sentido de justicia habría llevado al Presidente Obama a rectificar las
consecuencias del infame juicio que condujo al inhumano, cruel, y especialmente
injusto encarcelamiento de los cinco patriotas cubanos.
Su Mensaje a
la Unión, sus discursos en Brasil, Chile y
El Salvador, y la guerra de la OTAN en Libia, me obligaron a subrayar,
más que su propia autobiografía, el mencionado discurso.
¿Qué es lo
peor de ese pronunciamiento y cómo explicar las aproximadamente 2 500 palabras
que contiene la versión oficial?
Desde el
punto de vista interno, su falta total de realismo coloca a su feliz autor en
manos de sus peores adversarios, quienes desean humillarlo y vengarse de su
victoria electoral en noviembre de 2008. No les basta todavía con el castigo a que
lo sometieron a finales de 2010.
Desde el
punto de vista externo, el mundo tomó más conciencia de lo que significan para
muchos pueblos el Consejo de Seguridad, la OTAN y el imperialismo yanki.
Para ser tan
breve como prometí, les explico que Obama comenzó su discurso afirmando que
desempeñaba su papel “deteniendo la fuerza del Talibán en Afganistán y
persiguiendo a Al-Qaeda por todo el planeta”.
De inmediato
añade que: “Durante generaciones, los Estados Unidos de América han desempeñado
un papel singular como pilar de la seguridad mundial y como defensor de la
libertad humana”.
Esto es algo
de lo cual, como los lectores conocen, los cubanos, los latinoamericanos, los
vietnamitas y otros muchos, podemos dar constancia de su veracidad.
Después de
esta solemne declaración de fe, Obama invierte una buena parte del tiempo en
hablar de Gaddafi, sus horrores y las razones por las cuales Estados Unidos y
sus aliados más cercanos: “―Reino Unido, Francia, Canadá, Dinamarca,
Noruega, Italia, España, Grecia y Turquía― países que han luchado junto a
nosotros durante decenios. […] han elegido cumplir con
su responsabilidad de defender al pueblo libio.”
Más adelante
añade: “…
Confirma
los objetivos de la decisión “Como resultado de la transferencia a una
coalición más amplia, centrada en
“Por
ende, para aquellos que dudaron de nuestra capacidad para llevar a cabo esta
operación, quiero dejar algo claro: Estados Unidos hizo lo que dije que
haríamos.”
Vuelve
a sus obsesiones sobre Gaddafi y las contradicciones que agitan su mente: “Gaddafi
no ha abandonado el poder y, mientras no lo haga, Libia continuará siendo un
peligro.”
“Es
cierto que Estados Unidos no puede emplear a nuestro ejército donde quiera que
haya represión y, dado los riesgos y el costo de una intervención, siempre
debemos hacer un balance entre nuestros intereses y la necesidad de actuar.”
“La tarea que di a nuestras tropas
(de) –proteger al pueblo libio […] cuenta con el apoyo internacional y está
respaldada por un mandato de las Naciones Unidas.”
Las
obsesiones se reiteran una y otra vez: “Si tratáramos de derrocar a Gaddafi por
la fuerza, nuestra coalición se rompería. Tendríamos […] que enviar tropas
estadounidenses al terreno para cumplir esa misión o arriesgarnos a la
posibilidad de matar muchos civiles con los ataques aéreos.”
“…tenemos
esperanzas en el futuro de Irak, pero el cambio de régimen allí tomó ocho años
y costó miles de vidas estadounidenses e iraquíes y casi 3 millones de millones
de dólares.”
Días
después de iniciados los bombardeos de la OTAN comenzó a divulgarse la noticia
de que un cazabombardero norteamericano había sido derribado. Después se
conoció, por alguna fuente, que era cierto. Algunos campesinos al ver bajar un
paracaídas, hicieron lo que por tradición hacen en América Latina: fueron a ver;
y si alguien lo necesita, lo auxilian. Nadie podía saber cómo pensaban. Con
seguridad eran musulmanes, estaban haciendo producir la tierra y no podían ser
partidarios de los bombardeos. Un helicóptero que apareció repentinamente para
rescatar al piloto disparó contra los campesinos, hirió gravemente a uno de
ellos, y de milagro no los mató a todos. Como el mundo conoce, los árabes, por
tradición, son hospitalarios con sus enemigos, los alojan en sus propias casas,
y se ponen de espalda para no ver el camino que siguen. Incluso un cobarde o un
traidor no significaría nunca el espíritu de una clase social.
Solo
a Obama se le podía ocurrir la peregrina teoría que incluyó en su discurso,
como puede apreciarse en el siguiente fragmento:
“Sin embargo, habrá ocasiones en las que
nuestra seguridad no estará amenazada directamente, pero sí nuestros intereses
y valores. […] sabemos que a los Estados Unidos, como la nación más poderosa
del mundo, se le pedirá ayuda con frecuencia.
“En
esos casos, no debemos tener miedo de actuar, pero el peso de las acciones no
debe recaer solamente sobre los Estados Unidos. Como lo hemos hecho en Libia,
nuestra tarea es entonces movilizar a la comunidad internacional para emprender
una acción colectiva.”
“Este
es el tipo de liderazgo que hemos mostrado en Libia. Por supuesto, incluso
cuando actuemos como parte de una coalición, los riesgos de cualquier acción
militar serán elevados. Esos riesgos se apreciaron cuando uno de nuestros
aviones sufrió una avería mientras sobrevolaba Libia. Incluso cuando uno de nuestros aviadores se
lanzó en paracaídas, en un país cuyo líder ha satanizado con tanta frecuencia a
los Estados Unidos, en una región que tiene una historia tan difícil con
nuestro país, este estadounidense no encontró enemigos. En lugar de ello, fue
recibido por personas que lo estrecharon entre sus brazos. Un joven libio que
vino en su ayuda expresó: ‘Somos tus amigos. Estamos tan agradecidos de esos
hombres que están protegiendo los cielos’.”
“Esta
voz es sólo una entre muchas en una región donde la nueva generación se opone
que se le continúen negando sus derechos y oportunidades.”
“Aún
así, este cambio provocará que el mundo sea más complicado durante un tiempo.
El progreso será desigual y el cambio llegará de un modo muy distinto a
diferentes países. Existen lugares, como Egipto, donde este cambio nos
inspirará e infundirá nuestras esperanzas.”
Todo
el mundo conoce que Mubarak fue aliado de Estados Unidos, y cuando Obama visitó
la Universidad de El Cairo, en junio de 2009, no podía ignorar las decenas de
miles de millones de dólares sustraídos por aquel en Egipto.
Continuó
con el emotivo relato:
“…acogemos
con beneplácito el hecho de que la historia esté en marcha en el Oriente Medio
y el Norte de África, y que los jóvenes estén a la vanguardia. Por que en
cualquier lugar donde las personas anhelen ser libres, encontrarán un amigo en
los Estados Unidos. A la larga, es esa fe, son esos ideales, los que
constituyen el verdadero indicador del liderazgo estadounidense.”
“…nuestra
fortaleza en el exterior se sustenta en nuestra fortaleza nacional. Esta
siempre debe ser nuestra estrella polar, la capacidad de nuestro pueblo de
alcanzar su potencial, adoptar decisiones inteligentes con nuestros recursos,
incrementar la prosperidad que actúa como fuente de nuestro poder, y enarbolar
los valores que apreciamos tanto.”
“Miremos
hacia el futuro con confianza y esperanza, no sólo en nuestro propio país, sino
también en todos aquellos que tienen ansias de libertad en todo el mundo.”
La
espectacular historieta me hizo recordar al Tea
Party, al senador Bob Menéndez y a la ilustre Ileana Ros, la loba feroz que
desafiaba las leyes para mantener secuestrado al niño cubano Elián González.
Ella es hoy nada menos que Jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la
Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Gaddafi
no se cansa de repetir que Al-Qaeda le hace la guerra y envía combatientes
contra el gobierno de Libia, porque él apoyó la guerra antiterrorista de Bush.
Aquella
organización tuvo en el pasado excelentes relaciones con los servicios de
inteligencia norteamericanos en la lucha contra lo soviéticos en Afganistán, y
posee sobrada experiencia sobre los métodos de trabajo de la CIA.
¿Qué
ocurrirá si las denuncias de Gaddafi fuesen ciertas? ¿Cómo explicaría Obama al
pueblo norteamericano que una parte de esas armas de combate terrestre cayeran
en manos de los hombres de Bin Laden?
¿No
habría sido mejor y más inteligente haber luchado para promover la paz y no la
guerra en Libia?
Fidel Castro Ruz
Marzo 31 de 2011
7 y 58 p.m.