Miembros de Ocean Elders visitan la Academia de Ciencias de Cuba. Foto: @QueenNoor.

Me recordaron al hombre que siempre llevaba su gorro rojo de escafandrista, al que se sumergió una y otra vez para contarnos en letras y fotogramas las maravillas de “El mundo silencioso”. Aquel aventurero empedernido que anduvo los mares a bordo de Calypso, el Jacques Cousteau pionero y paradigma de la exploración oceanográfica.

Cada gota de agua que beben o respiran los conecta con los océanos. Y logran que a nosotros también nos suceda, después de conocerlos. Líderes globales en defensa del medio ambiente vinieron a La Habana para comprobar que su instinto no estaba errado: “Cuba es un paraíso virgen en el Caribe, que se ocupa de preservar el azul infinito que la rodea”.

Siete de los 20 miembros de Ocean Elders (Sabios del Mar), “grupo independiente integrado por personalidades de distintas regiones del mundo que quieren usar su influencia para catalizar la conservación y protección de los océanos y su vida silvestre” visitaron durante una semana la Isla.

Miembros del grupo Ocean Elders y especialistas cubanos.
@OceanElders

Inspiring opportunity to meet with students and faculty at the Univ of Havana's Center for Marine Research @SylviaEarle @QueenNoor #oceans https://t.co/4FeKbXzfPF

16:56 - 11 de Dec de 2016

Entre ellos, Don Walsh, exoficial de la marina estadounidense y uno de los tres hombres –Jacques Piccard y James Cameron son los otros– en haber llegado al punto más bajo de la superficie terrestre, el abismo Challenger, en la fosa de las Marianas.

La Doctora Sylvia Earle, la mujer que más metros ha descendido en una inmersión acuática, con un equipo autónomo sin ayuda de la superficie; el científico australiano Graeme Kelleher, padre de la Gran Barrera de Coral australiana; la reina Noor Al-Hussein de Jordania y el reconocido músico estadounidense Jackson Browne.

“Venir aquí es como retroceder en la máquina del tiempo, a principios del siglo XX o incluso mil años atrás. Lo que tienen aquí es un maravilloso tesoro que llena de esperanzas a científicas como yo. El valor de estos ecosistemas intactos es muy grande. En lugares como este los investigadores pueden pensar de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos”, comentó la oceanógrafa norteamericana Sylvia Earle, cuando nos encontramos en medio del abarrotado Hotel Nacional, en la última tarde lluviosa de La Habana.

La señora de las profundidades

Sylvia Earle. Foto: Roberto Garaicoa Martínez/ Cubadebate.

En 1979 descendió 400 metros de profundidad en Oahu (Hawai). Impuso récord. Ataviada con un traje especial diseñado por ella misma pudo resistir la descomunal presión y se convirtió en la persona que ha descendido a la mayor profundidad del fondo marino (381 metros).

Cuenta que no tenía interés en regresar tan rápido, aprovechó la oportunidad y como pez en el agua se paseó por el fondo del océano durante dos horas y media.

Luego de visitar el Centro Nacional de Áreas Protegidas, el de Investigaciones Pesqueras, Marinas, el Acuario Nacional, la Ciénaga de Zapata y la Academia de Ciencias de Cuba, Sylvia, con la pasión del descubridor iluminándole los ojos dice: “Cuba, ¿es un mito? ¿Un misterio? Bucear aquí es como si lo hicieras 50 años atrás. Tú ves grandes peces, tiburones, ves naturaleza marina saludable, mucho mejor conservada que en cualquier otro lugar del Caribe. Es muy excitante ver que la gente aquí entiende y trabaja de manera que brinda esperanzas a personas como yo”.

“Disfrutar de una floresta y fauna protegida es un gran regalo y poder ver especies que en otros lugares ya no existen, es una gran oportunidad. Ese tipo de cosas dan esperanzas. Vuestros valores a la hora de abordar la naturaleza y no verla solo como un objeto comercial es digno de reconocer”, asegura esta norteamericana nacida en Gibbstown (New Jersey) en 1935, una leyenda de la exploración submarina. Sus pulmones cargan con más de 6 mil horas de inmersión.

La doctora Sylvia Earle es exploradora titular del National Geographic y fue la primera mujer en ocupar el cargo de Jefa de Científicos de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), en Estados Unidos.

“He hecho submarinismo desde 1950 en diferentes lugares del mundo, cuando los océanos, globalmente estaban en mejores condiciones que ahora. Desde la última mitad del siglo 20, la Tierra ha perdido más tierras y agua que en todos los siglos anteriores. El número de personas en el mundo se ha incrementado de 2 mil millones cuando nací, 4 mil millones en los años 80´ y ahora casi 8 mil millones, es impactante. Nuestra prosperidad  la hemos hecho a costa de nuestra salud, de afectar el aire, las aguas, la tierra, la naturaleza”, afirma preocupada.

A la Doctora le llama mucho la atención que Cuba haya logrado trazar una estrategia de desarrollo turístico que no obvia la protección de sus ecosistemas, al contrario, lo incluye dentro de sus prioridades:

“Tenemos la tentación de encontrar parajes nuevos y comercializarlos sin entrar a pensar en su impacto para el balance de nuestro sistema de vida, de la propia sobrevivencia. Por supuesto que el turismo es un aporte económico inestimable y por eso agradezco tanto que ustedes se empeñen en que esta actividad económica no agreda el ambiente, mecanismos de renovación, que se convierten en acciones. El poder conservar lugares para otras generaciones, que las puedan disfrutar, es un patrimonio invaluable”.

“Podemos comenzar a crear más lugares como Cuba, tenemos la oportunidad, tenemos el modelo. Entre nosotros hay personas que jamás habían visto un lugar tan bien conservado como Jardines de la Reina –el parque marino más grande del Caribe– . Hay ciudadanos en el mundo que nunca han podido ver un cocodrilo, un tiburón, grandes peces… Ellos pensarían que es un milagro, pero es lo más normal del mundo. Ustedes tienen aquí, como algo normal en medio del Caribe, especies que nuestros niños no sabrían que también existieron en Florida y México. Eso es un tesoro”, asevera.

“Por eso pienso que ustedes deben seguir accionando en defensa de su patrimonio, de conservar su entorno, el cual es un modelo para expertos cuando piensan en un lugar saludable, alejado de contaminantes. Eso es lo que atrae”, concluye esta elegante señora de 81 años, que regresará a Cuba a inicios del próximo año para sumergirse “en el corazón azul de  los Jardines de la Reina”, pues asegura que buceará “mientras respire”.

Como pez en el agua

Graeme Kelleher. Foto: Roberto Garaicoa Martínez/ Cubadebate.

Graeme Kelleher trae corales y algas en la corbata, se acerca con un humor australiano infranqueable y la dilatación de sus ojos de pez asfixiado por la inteligencia.

Alto y delgado como un comino, el director fundador del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral de Australia, que protegió y administró la mayor parte de ese ecosistema desde 1975, vino desde el país continente porque “conocía que Cuba no había destruido sus ecosistemas marinos y que sus autoridades  han demostrado tener buen juicio en relación al cuidado no sólo de los ambientes marinos, sino de todos sus ecosistemas naturales, a pesar de su explotación turística, lo cual es bastante inusual”.

Kelleher encabezó hace unos meses los titulares que alertaban sobre la pérdida del 50 por ciento de la cobertura de coral de la Gran Barrera de Coral en los últimos 30 años. Es un científico de alto prestigio internacional, que asesoró a los gobiernos de Jimmy Carter y Clinton en temas medioambientales, reconocido globalmente como una voz de los océanos.

“La Gran Barrera Coralina durante estos años ha estado sufriendo desgaste por los efectos del cambio climático, la elevación de la temperatura del mar y la absorción del CO2 que produce una mayor acidez en las aguas y causa el deterioro del ecosistema y los corales no pueden crecer si hay temperaturas superiores a los 33 grados”.

“Estamos concientizando a productores y empresarios en general para que detengan los vertimientos de desechos al mar y en lugar de ello los entierren con el fin de que esos nutrientes sean absorbidos. Pero todavía lo más importante se mantiene, la quema de fósiles, y es un peligro para nuestros océanos y nuestra supervivencia”, asegura.

Aunque nunca había puesto un pie en la Isla, Cuba no es extraña para él, sin embargo le ha sorprendido. “He estudiado el hábitat cubano, aunque de manera superficial, pero debo decir que he aprendido mucho desde que estoy aquí, porque he tenido la oportunidad de contactar con expertos cubanos y son grandes conocedores. Estoy muy impresionado de la cualificación y el nivel de sus científicos, de sus ideas sobre el cuidado de áreas protegidas en el mar… Muy impresionado”, afirma con el rostro muy serio, por un segundo.

“Me encantó el ecosistema de la “Bahía de Cochinos”, aunque no vi muchos cerdos por allá. Me encantó la biodiversidad del lugar, las aves, sobre todo las autóctonas de la ciénaga, es lo que lo hace un paraje único, con un paisaje precioso y unos pobladores  conocedores de la naturaleza.  Fueron especiales mis horas allí viendo el comportamiento de los flamencos”, refrenda.

Aprovechamos para preguntarle los efectos del cambio climático en las islas del Pacífico y el peligro que las amenazan –que ya es una realidad– de quedar sumergidas en este siglo. ¿Qué nos salvaría a los isleños ese fenómeno?, insisto. “Detener la desenfrenada explotación humana sobre los recursos fósiles y en especial la extracción de carbón y petróleo. No hay otra manera”, asegura categóricamente.

Graeme Kelleher es el autor de una guía para la conservación de áreas protegidas marinas donde expone las principales tareas a realizar en orden de cuidar el suelo marino de manera exitosa, experiencia que se está implementando en más de 30 países y que los estudiosos cubanos han investigado en profundidad.

“Los dos principales objetivos son: el cuidado del ecosistema, y segundo, con un área marina protegida incrementar la productividad de los peces. Según estudios para lograr maximizar la productividad de los peces, se debe tener, al menos un 30 por ciento de área cerrada a la pesca comercial, pero no cerrado al turismo. Por ejemplo, en la Gran Barrera Coralina Australiana, de 350 mil kilómetros cuadrados, la más grande del mundo,  las ganancias por la explotación turística superan los 6 mil millones de dólares al año mientras por la pesca comercial sólo se reciben 250 millones. Entonces no es tan caro el sacrificio”, explica.

“Creo que la comunidad científica de esta pequeña isla tiene mucho que enseñarle al mundo, incluyendo los sociales y los físicos. Pueden mostrar que, si las personas no se pasaran la vida tratando de volverse ricos sería más fácil proteger el entorno. Australia y Estados Unidos necesitan encontrar un sistema mixto entre el socialismo y el capitalismo, un sistema óptimo y entonces las personas pasarían más tiempo de su vida observando el cuidado del medio ambiente que los rodea que tratando de volverse ricos”.

“Y esto es un hecho, todos los estudios han mostrado que cuando un ser humano es muy rico usualmente eso lo vuelve más infeliz, las personas felices son las que necesitan menos cosas para serlo. Y ustedes pueden enseñar eso. Y más que eso he visto cómo los científicos cubanos conforman grupos de investigación mixtos, ¿transdisciplinarios, es como se llama eso?, me gusta la manera en la que trabajan. Ellos no están enfocados en hacer dinero, están enfocados en salvar la naturaleza”, confirma.

¿Quién fuera explorador?

Don Walsh. Foto: Roberto Garaicoa Martínez/ Cubadebate.

Este es el cuarto viaje de Don Walsh a Cuba. La primera vez, en los años 50´, vino en un barco de la Armada de EE.UU. para realizar ejercicios militares en la bahía de Guantánamo.

“Luego vine dos veces más por razones científicas. Y esta vez regreso acompañado del grupo Ocean Elders para explorar cómo podríamos implementar acciones para la conservación de los océanos entre nosotros y el gobierno de La Habana. Y debo decir que han sido unos días muy productivos para nosotros y nos vamos con varias ideas, de lo que vimos aquí y las actividades que podemos hacer en el futuro. Hemos aprendido mucho aquí, los expertos cubanos tienen gran conocimiento sobre las actividades de conservación del hábitat marino”, asegura el exoficial.

El 23 de enero de 1960, el batiscafo Trieste fue enviado a la conquista del abismo Challenger. En una reducida cápsula de tres metros de diámetro destinada a albergar pasajeros, dos hombres: Jacques Piccard y el teniente de la marina estadounidense Don Walsh. Descendieron cerca de 11 mil metros. Nueve horas después de empezar la inmersión, salieron a la superficie, no sin antes tomarse una foto para la historia en los veinte minutos que estuvieron en el fondo oceánico. Ese día el gobierno de los EE.UU conquistó el abismo y Don Walsh la historia.

Le traen el café que pidió con urgencia, saborea y dice: “Cuba es un lugar único, casi virgen. Cuba no ha seguido el mismo modelo de desarrollo de otros países del Caribe lo cual es algo positivo. Estoy convencido que vuestras autoridades y su comunidad científica se han mantenido en la senda de lo correcto, cuidando su patrimonio, sin ponerlo a la venta, lo cual le brinda mejores perspectivas para su futuro”.

“Hoy visitamos la Fundación Antonio Núñez Jiménez y pensamos que hay cosas que podemos hacer juntos. En cada lugar que hemos ido en estos días encontramos personas que nos conocen, dominan nuestro trabajo. Hablamos de la conservación de las barreras coralinas, porque ustedes tienen una de las más hermosas del Caribe, el resto está destruido y tenemos con nosotros al hombre que está a cargo del cuidado de la Gran Barrera Coralina de Australia, la más grande del mundo, él escribió un libro sobre este tema y cuando estuvimos en los Jardines…, el conservador cubano conocía del libro perfectamente. ¡Impresionante!”, exclama.

Este explorador leyenda revela que cuando apenas era un niño prometió conquistar las profundidades mientras veía los barcos pasar, en el Boston del siglo pasado. Lo hizo y ahora, su notoriedad la pone a disposición de campañas en pos de proteger el ecosistema marino: “Nosotros venimos a realizar convenciones, no realizamos actividad de lobby como los políticos, sólo tratamos de identificar el problema y tratar de ayudar a solucionarlo. A veces no, todo está bien y no hay necesidad de nuestro apoyo, en ese caso solo aprendemos y establecemos proyectos de colaboración. Aquí he visto y he aprendido mucho más de lo que podemos nosotros aconsejarles a ustedes”, concluye.

Mural en el Acuario Nacional de Cuba.
@QueenNoor

#Cuba National Aquarium-this image says evrything abt our common priority 2 reach nxt gen abt import of conservation https://t.co/xzm73PaYRs

14:17 - 07 de Dec de 2016
Centro Nacional de Áreas Protegidas
@OceanElders