Jirafas

De acuerdo con los científicos el mundo ha conocido hasta hoy cinco extinciones masivas, la última de ellas la de los grandes dinosaurios, pero una sexta catástrofe podría estar mucho más cerca de lo que esperamos y amenaza a varias de las especies de vertebrados que acompañan al ser humano, sus sueños y fantasías, como los osos, leones o las simpáticas y tímidas jirafas.

Un estudio publicado por la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, advierte que entre 1900 y 2015 muchas especies de mamíferos sufrieron la desaparición de hasta el 80 por ciento de su hábitat, lo que pone en peligro su futuro.

Se trata de una investigación que por primera ocasión pone el énfasis no tanto en la cantidad de sujetos que componen determinada familia de vertebrados, sino en el daño ocasionado al territorio donde viven de manera habitual.

Esta gran extinción, dicen los autores, no se atribuye a un fenómeno natural, ni a la caída de un gran meteorito, sino a algo más común y banal, la actividad del hombre y su impacto en el entorno.

La deforestación, la agricultura intensiva, la urbanización exagerada, la sobreexplotación de las especies por la vía de la caza, la pesca y el contrabando, la contaminación ambiental, las enfermedades y también el calentamiento global son la causa de este penoso fenómeno que amenaza a animales que hace uno o dos decenios se consideraban a salvo y que ahora están en peligro.

Citan como ejemplo la población de orangutanes en Borneo, donde la extensión de la agricultura causó la desaparición del 25 por ciento sólo en la última década, pero el daño afecta también a otras variedades, como las golondrinas en los campos de Francia, que perdieron una quinta parte de su número.

El documento también se refiere a otros factores que no son citados comúnmente, como la sobrepoblación humana y el consumo desaforado de algunos animales por supuestas propiedades que posee su carne o alguna parte de su cuerpo y que se cotizan a precios muy elevados, por lo que sólo forman parte de la mesa de los más ricos del planeta.

La extinción de numerosas especies tampone en tela de juicio el mismo porvenir de los humanos, pues la desaparición de grandes masas de animales va a provocar la desestabilización completa del ecosistema al cual, nos guste o no, estamos integrados por completo.

Lo más extraño es que las soluciones son bien conocidas y hasta cierto punto simples, pero no se ponen en práctica. Terminar definitivamente con la caza furtiva y el contrabando, reducir la presión de la actividad humana sobre el hábitat de los animales, cambiar nuestro sistema de producción y consumo y, de manera particular, luchar contra el cambio climático y el calentamiento global.

No es mucho el tiempo que queda para actuar, 20 a 40 años a lo máximo, o de lo contrario nuestros nietos y bisnietos, si existen para entonces, conocerán a las simpáticas jirafas, los temibles leones y los acorazados rinocerontes sólo por imágenes o historias que, quizás, creerán de fantasía.