La tragedia del Amazonas

Los ojos del planeta continúan vigilantes sobre los focos de incendio que han destruido  una significativa porción del Amazonas, un desastre ambiental sin precedentes causado por la mano del hombre, incapaz, quizás, de percatarse de las riquezas que se están perdiendo entre las llamas.

La selva virgen constituye un 25% del territorio suramericano y en su seno se encuentran las mayores reservas de agua dulce del mundo, cientos de miles de especies de plantas, animales e insectos y 34 millones de habitantes, entre ellos 420 pueblos indígenas.

Denuncias de organizaciones ambientalistas advierten que más de un millón de indígenas están en peligro de morir debido a la pérdida de su hábitat natural causado por la tragedia iniciada en la parte brasileña de la región hace cerca de un mes, sin que durante 17 días el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro tomara cartas en el asunto.

Según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) el 20% de esta región ya fue arrasada por las acciones del hombre.

Aun no están contabilizadas en su totalidad las pérdidas causadas por el siniestro que se extendió de Brasil a Bolivia y Paraguay, que junto a Colombia, Ecuador, Guayana, Perú, Surinam y Venezuela poseen partes de esta selva virgen de 7,4 millones de kms equivalentes al 5% de la superficie absoluta de la Tierra. Un 60% de ese territorio está en suelo brasileño.

Considerado un paraíso ecológico, las causas de la tragedia –no solo para Suramérica sino para todos los terrícolas- aún no están suficientemente aclaradas, pero sí vinculadas a la deforestación descontrolada autorizada por el gobierno ultraderechista de Brasil a empresas agroindustriales; la sequía; el cambio climático; y los campesinos que cada año queman tramos para después sembrar, sin contar con las autoridades ambientalistas

Brasil, considerado responsable de la actual tragedia del Amazonas dijo, en voz de su presidente que no tiene dinero para enfrentar el incendio, a pesar de que es considerada la mayor economía de América Latina y El Caribe, y aceptó los 10 millones de libras esterlinas ofrecidos por el Reino Unido, pero desechó los 20 millones ofrecidos por el Grupo del G-7 reunido en Francia el pasado fin de semana.

El mandatario ultraderechista acusó a las ONGS protectoras del medio ambiente de prender fuego en el Amazonas, y después a los pueblos indígenas residentes en la región, teorías desmentidas por prestigiosas entidades que lo recriminan por la irresponsabilidad de su Ejecutivo en la actual situación.

Bolsonaro llegó al extremo de despedir al director del INPE Ricardo Galvao por estimar que ¨actuaba al servicio de alguna ONG¨ y lo reemplazó por un oficial de la Fuerza Aérea.

Bolivia, por su parte, tuvo una actuación rápida y responsable.

El gobierno izquierdista del presidente Evo Morales contrató un avión Boeing 747, un supertanquero de 75 000 litros de agua a un costo de 16 000 dólares por vuelo y personalmente se sumó al equipo que sofoca los incendios en la zona de La Chiquitina y la zona oriental del país. Más de 600 000 h fueron consumidas por las llamas en Santa Cruz, según la Agencia Boliviana de Información (ABI).

El gobierno boliviano también presta su ayuda al colindante Perú, afectado por las llamas.

La administración de Morales, luego de crear un Gabinete de Emergencia, envió a Chiquitania cinco helicópteros, aviones de reconocimiento, bomberos y policías y la logística necesaria.

También habilitó albergues para alojar a los animales de la zona que huyen del fuego. Por su parte, empresarios ganaderos pusieron a disposición las áreas donde operan ferias de ganado y distribuyeron alimentos.

Este miércoles, vestido con un uniforme especial, Morales se unió como voluntario al contingente de bomberos que trabaja en la zona amazónica.

El presidente anunció que recibió ofrecimientos de ayuda de Argentina, Perú, Paraguay, Chile y España e instruyó a los ministerios de Exteriores y de Defensa para hacer factible la solidaria cooperación.
Creadora de oxigeno

La mayor floresta tropical del planeta representa poco más de la mitad del bosque húmedo existente, el que junto con las plantas marinas son claves para la generación de oxigeno.

De continuar los programas neoliberales de saqueo del Amazonas, las reservas de agua dulce allí depositadas pueden perderse.

De acuerdo con Naciones Unidas (ONU), se teme que el vital recurso puede ser motivo de guerras el próximo siglo. Datos oficiales de esa organización refieren que en 2030 el planeta puede sufrir un déficit hídrico del 40%, si continúa el modelo de consumo y baja preservación.

La riqueza acuífera de esa región suramericana está en el río Amazonas, declarado en 2011 como una de las Maravillas Naturales del planeta. Esta corriente es la más caudalosa y larga del mundo. Nace en los Andes peruano y desemboca en el mar tras un recorrido de unos 7 000 km.

Expertos confirman que descarga 220 000 metros cúbicos por segundo y transporta mas agua que los ríos Missouri-Mississippi, Nilo y Yangtsé juntos.

No son buenas las noticias sobre esta riqueza natural. La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) constituido por los ocho países que comparten el Azamonas, pero que ha perdido fuerza en los últimos años, advirtió los peligros que se ciernen sobre esta reserva estratégica.

De acuerdo con sus investigaciones, el río Amazonas y sus afluentes están contaminados y calcula que en sus aguas se han vertido 1 300 toneladas de mercurio usado en la minería ilegal protegida casi siempre por políticos que cobran por dejar penetrar a los depredadores humanos a la zona.

Las bondades de esta inmensa región también comprende las 30 000 especies de plantas vasculares, la mayoría con grandes calidades alimenticias y medicinales. La OTCA sostiene que allí viven 2,5 millones de insectos, 2 500 especies de peces, más de 1 500 de aves, 550 de reptiles y 500 de mamíferos.

Aunque se estima que esta región es casi despoblada dada su enorme extensión, allí viven 34 millones de seres humanos. Un 60% de ellos residen en polos urbanos, como la ciudad brasileña de Manaus, con dos millones de habitantes.

Tres millones de indígenas –con varias tribus sin contacto alguno con otras personas- también ocupan el Amazonas. Allí residen los miembros de 420 comunidades que hablan 86 lenguas diferentes y 650 dialectos concentrados en las llamadas reservas que ocupan un 13% de los ocho millones de kms2. del territorio brasileño.

De acuerdo con el portal Público, de España, el proceso de destrucción del Amazonas comenzó hace 50 años por el avance del hombre sobre la selva en busca de expandir prácticas agrícolas o explorar riquezas minerales.

Según ese medio, En Brasil, la depredación se aceleró desde la llegada al poder de Bolsonaro hace menos de un año, quien está decidido a abrir la Amazonía para empresas privadas en los sectores de minería, agricultura y turismo, entre otros.

Rómulo Batista, investigador de la organización Greenpeace aseguró que “La ganadería extensiva es el principal impulsor de la deforestación de la selva amazónica. Más del 65% de las tierras deforestadas en el Amazonas ahora están siendo sembradas de pastos” para uso del ganado.

La batalla por salvar el Amazonas se concentran en Brasil, donde este año se han registrado 78 883 incendios forestales, la mayor cantidad desde el 2013, de acuerdo con el INPE,l que también detectó que solo entre el jueves y viernes últimos brotaron 1 663 nuevos focos.

Si los gobiernos de la región amazónica, y principalmente Brasil, cuyo presidente no hizo caso a las advertencias del peligro del fuego desatado en las riquísima selva no trazan planes conjuntos para proteger el Amazonas, América Latina sufrirá graves consecuencias. Un ejemplo pequeño pero contundente ocurrió cuando la semana pasada la ciudad brasileña de Sao Paulo quedó casi a oscuras por el humo procedente de la zona amazónica. Cabe imaginarse cómo será el futuro de los concentrados humanos si continúa la política neoliberal en determinados países.