No basta con oír, hay que escuchar

La comunicación social es indispensable para el buen funcionamiento de cualquier proceso humano, y en ello saber y querer escuchar es algo muy necesario. En la entrevista concedida por Miguel Díaz-Canel a teleSUR señaló que “la comunicación social es uno de los cuatro pilares,  que debe estar en el ejercicio de los cuadros”.

Considero que una escucha efectiva nos hará avanzar en la senda del triunfo, ya que es consustancial a nuestro Socialismo. En tiempos de consulta constitucional esto cobra mayor relevancia.
Breve marco conceptual

La comunicación interpersonal ha tenido una evolución significativa desde los tiempos en que al receptor del mensaje se le consideraba un ente pasivo frente al emisor.

Ahora se sabe que el receptor del mensaje es activo, analiza, responde, discrepa, enriquece.

No quiere decir que el modelo de Shanon haya perdido validez para ciertos procesos en que el receptor debe actuar con reflejo condicionado; sin pérdida de tiempo para que el objetivo de lo indicado no se malogre. Este modelo surgió en la segunda guerra mundial y sigue vigente en procesos en que cuestionar el mensaje recibido puede provocar pérdidas de vidas humanas.

Se dice simbólicamente que la naturaleza nos dio dos orejas y una boca, para escuchar el doble de lo que hablemos.

Aunque no es ciencia constituida muchos compartimos que oír es algo innato de las personas que no tienen dañado ese sentido; es decir uno oye involuntariamente, aunque el chismoso o ciertos investigadores sociales le pongan interés en oír lo que otro ande diciendo. Oír es un fenómeno tal como es el oler, no así el saborear. Si no nos tapamos los oídos nos enteramos de lo que nos llega como palabras articuladas sonoras, sonidos o ruidos.

Mientras que escuchar es un acto consciente, en que se pretende oír bien para poder analizar lo que se oye, para establecer una comunicación interpersonal, para buscar armonía o al menos empatía con el interlocutor.

Entonces es lícito afirmar que algunos oyen pero no escuchan. Hay quienes están oyendo y preparando la respuesta que ya tenían pensada. Manifiestan una capacidad entrenada de responder sin escuchar ni razonar lo que le están diciendo.

Hay conversaciones entre sordos, como los dos paisanos que se cruzan en un camino vecinal y se produce el siguiente anti-diálogo:

“¿Eh amigo vas para el pueblo?” -“No voy para el pueblo”. -“Ah, yo creía que ibas para el pueblo”. Pero si fuesen realmente sordos es perdonable; pero de lo contrario se convierte en una barrera que a nada bueno conducirá.
Algunos aspectos esenciales

Lo que se dice tiene un componente emocional y otro cognitivo; es como la letra y la música en una canción.

Un mismo mensaje puede tener diferente música o carga emocional. Un mismo mensaje puede ser percibido como una ofensa por el tono en que se dice, o como una invitación a reflexionar para resolver un posible conflicto.

Ya sabemos que la capacidad y las habilidades para escuchar forman parte esencial de la comunicación social, de la comunicación interpersonal; del liderazgo efectivo; de los estilos de dirección; de la solución de conflicto Hay otras importantes capacidades y habilidades para tales procesos, pero estaremos centrados en la de escuchar.

Es necesario enfocar científica y dialécticamente el complejo proceso de la comunicación social, no solo en determinadas profesiones y oficios sino en toda la ciudadanía.

Considero que saber escuchar debe convertirse en un preciado valor de todo ser humano; y lo que se precia en el campo social debe ser inculcado desde edades tempranas. Un niño que sea educado para valorar la importancia de escuchar a los otros, como regla será un niño más feliz y proveedor de felicidad para los demás.

Cada nivel educacional debe tratar este valor como objeto de estudio y medio de desarrollo integral de los jóvenes.

Es evidente que en estos propósitos formativos el maestro y el profesor juegan un rol decisivo.
“Para escuchar, hay que saber y querer hacerlo”

Saber escuchar presupone que:

    Debemos atender e intentar entender al interlocutor
    No debemos interrumpir, al menos que resulte indispensable para enfocar   el sentido de la conversación
    Debemos tener una idea de lo que desea obtener el interlocutor
    No debemos aparentar buena atención y en realidad estamos centrados en organizar la respuesta que ya tenemos pensada
    Debemos participar convencidos que podemos o debemos cambiar lo que teníamos pensado o mejor todavía la forma de pensar en el asunto tratado
    No debemos subestimar las informaciones y juicios de valor aportado por el o los otros.

Querer escuchar presupone que:

    Tenemos interés en conocer las preocupaciones o sugerencias del interlocutor
    No lo hacemos para cumplir un paso formal indicado por un jefe o establecido por una norma jurídica
    Estamos dispuestos a ceder en nuestras opiniones y posiciones
    No vamos al intercambio con dogmas y criterios invariables
    Tenemos la intención de pasar de un buen diálogo al objetivo con que se hace
    No descansaremos hasta convertir en solución compartida o proyecto a acometer el fruto del diálogo

Claro que en una negociación se pueden tener preestablecidos criterios o posiciones no negociables; y se debe   hacerlo  en igualdad de condiciones y respeto mutuo. Esto es otra cosa que tengo en mente abordar en otro momento.
Del pensamiento de nuestro presidente Miguel Díaz-Canel

Por la importancia y afinidad con el tema del artículo, los invito a leer y analizar otras palabras de nuestro presidente en la mencionada entrevista televisiva.

    “Ahora estamos en medio de una implementación de la política de comunicación social aprobada, y creo que va a actualizar todo nuestro sistema de medios, pero también, más que los medios y solo el periodismo, la cultura comunicacional que necesita el país.

    “Estamos aspirando a poder declarar una primera etapa de presencia en el gobierno electrónico del país, que tiene mucho su basamento en todas las plataformas digitales que desde el gobierno permitan la interactividad con la población y, por lo tanto, la participación de la población a través de estas plataformas en la toma de decisiones.

    “Y yo siempre digo: Si tenemos un público fundamentalmente joven cuyos códigos de comunicación no son los medios de comunicación tradicionales, sino son las redes sociales y esas redes sociales están llenas de contenidos que tergiversan la realidad de nuestros pueblos, que trastocan también la identidad y la cultura de nuestros pueblos, es necesario que seamos capaces, desde nuestras plataformas comunicacionales, de inundar de los contenidos enaltecedores de nuestro pueblo”.

Cuatro convicciones elementales que se tornan en fundamentales

Termino este breve trabajo con algunas convicciones que pongo a la consideración de los “cubadebatientes”.

Cuando nos decidimos a escuchar al otro, a otros, a la gente del barrio, al colectivo estudiantil o de trabajadores, a los ciudadanos en general; debemos estar dispuestos a construir de conjunto las verdades, de preferir el consenso que nos une a la votación mecánica que nos divide.

Cuando nos decidimos a escuchar, debemos ser científicos de pensamiento, ir a las esencias, ser dialécticos, combatir las superficialidades y las chapucerías que en ocasiones aparentan ser soluciones y en realidad son meras curitas sin efectividad ni fijador.

Cuando nos decidimos a escuchar no debemos subestimar ningún canal de comunicación ni medios humanos o tecnológicos; cada canal y medio tiene sus ventajas y riesgos; la sabiduría radica en potenciar las ventajas y mitigar los riesgos

Cuando nos decidimos a escuchar, debemos pasar del consenso a la acción, al trabajo generador de las riquezas materiales y espirituales de la nación; a la puesta en marcha de los resultados alcanzados que satisfagan de manera consistente y coherente la felicidad y la justicia social por la que distintas generaciones de cubanos venimos luchando desde hace 150 años.