Mujeres cubanas

Antes, durante y después del paso del huracán Irma, las mujeres cubanas no han sido la tercera pata, sino muchas veces, las cuatro patas de la mesa.

La hija de mi amiga está a punto de parir y, cuando ayer le pregunté por cómo se llamaría la criatura, que será hembra, la futura abuela me respondió convencida: «No sé al final si se pusieron de acuerdo con el nombre, pero seguro, seguro, no se va a llamar Irma».

Tanta fue la mala vibra del huracán Irma y su estela de catástrofes, que las cubanas no quieren que sus recién nacidas lleven ese nombre.

Sin embargo, no se anduvieron con remilgos ni nervios cuando ese gigantesco y malévolo bicho dijo aquí estoy. Incluso desde antes, se levantaron como importantísimos puntales de la resistencia familiar y de la nación toda.

No por gusto, el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, hizo referencia particular a ellas el pasado 11 de septiembre, en su Mensaje al combativo pueblo de Cuba: «Mención especial para todas nuestras mujeres, incluyendo las dirigentes del Partido y el Gobierno, que con aplomo y madurez dirigieron y enfrentaron la dura situación».

Sobran razones para esta justa y especial mención. Cuando Irma se acercaba, primero en la fase informativa, y luego en la de alarma, sobre todo fueron ellas las encargadas en el ámbito doméstico de asegurar la sobrevivencia: desde largas colas para tener al menos pan y huevos asegurados, hasta preparar la mochila con los medicamentos y los bienes personales, en caso de evacuación.

También ellas quedaron encargadas de garantizar, en no pocos casos, la salvaguarda de esos detalles familiares imprescindibles: propiedades y otros documentos legales, papeles médicos, y hasta álbumes de fotografías, mientras ellos clavaban, cargaban, amarraban...

Y en más de una oportunidad, igual les tocó a ellas esa parte dura y difícil. Recuérdese que casi la mitad de los cerca de 3,9 millones de hogares cubanos tienen en la jefatura a una mujer —era así en el 46,2% de los hogares en 2015, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Pero ante el ciclón, las cubanas muchas veces tomaron riendas puertas adentro no solo por esto de la jefatura, sino también porque su compañero estaba movilizado u ocupando responsabilidades imprescindibles en su trabajo.

Cubanas en la casa de todos

Por lo dicho arriba, nadie imagine que las mujeres de esta Isla permanecieron, como tendencia, puertas adentro de sus viviendas.

Si tan solo se tiene en cuenta que el 48% de los altos cargos de dirección en Cuba son ocupados por mujeres, ¿cómo suponer que ellas se quedaron en casita?

Quienes tuvieron oportunidad de ver imágenes televisivas o fotos durante el paso del ciclón, y ahora que ya son más quienes disponen de esa posibilidad, a medida que se restablece el fluido eléctrico, habrán podido constatar cuántas veces eran mujeres las que llevaban el protagonismo ante Irma, midiéndose de tú a tú con el huracán.

Tan solo en el caso de la salud pública, ellas constituyen el 78,5% de esa fuerza imprescindible, de ahí que, mientras los vientos de Irma soplaban arrolladores, sobre todo eran cubanas las que andaban de aquí para allá en cuerpos de guardia, postas médicas, hogares de ancianos, salones de parto...

También en los centros de evacuación, donde aún permanecen pobladores, las cubanas han sido puntales decisivos; lo mismo a cargo de la alimentación, de la atención médica, que intentando llevar calma y consuelo a quienes lo han perdido todo o casi todo.

Sí, cada habitante de esta Isla —vapuleada por el huracán, pero levantando cabeza poco a poco— ha sido testigo o sabe que está bien merecida la mención especial al actuar de las cubanas. Porque con los pantalones bien puestos y el corazón siempre sujeto a la ternura se midieron de tú a tú con Irma.

 

Mujer cubana

 

Mujer cubana

 

Mujer cubana atiende daminificados del huracán Irma