Para Fidel, toda la gloria del mundo

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, habla al pueblo de Cuba en el acto patriótico de homenaje póstumo al histórico líder de la Revolución cubana entre vítores y consignas.

Saluda a los compatriotas que se encuentran en la Plaza en representación de las provincias orientales y Camagüey, así como a los santiagueros y al pueblo de Cuba.

Raúl afirmó que tras el arribo del cortejo fúnebre que reeditó en sentido inverso el recorrido de la Caravana de la Libertad en enero de 1959, se realizó un recorrido por sitios históricos de Santiago de Cuba, cuna de la Revolución. Al igual que en el resto del país, recibió el cariño de la población cubana.

Mañana sus cenizas serán inhumadas en una sencilla ceremonia en el cementerio Santa Ifigenia, cerca de José Martí y sus compañeros del Moncada, la Sierra Maestra, la Clandestinidad y las luchas internacionalistas. A pocos pasos se encuentran las tumbas de Carlos Manuel de Céspedes y la legendaria Mariana Grajales. Me atrevo a improvisar en este acto que también es madre de todos los cubanos. Allí también está el panteón con los restos del inolvidable Frank País, asesinado por esbirros de la tiranía con apenas 22 años, afirmó Raúl.

Desde que se conoció ya tarde en la noche del 25 de noviembre la noticia del deceso del Líder Histórico de la Revolución Cubana, el dolor y la tristeza se adueñaron del pueblo, que demostró entereza, convicción patriótica, disciplina y madurez al acudir de forma masiva a las actividades organizadas y al hacer suyo el concepto de Revolución expuesto por Fidel el 1ero de mayo del año 2000.

Entre los días 28 y 29 de noviembre, millones de compatriotas estamparon sus firmas en respaldo a la Revolución. En medio del dolor de esas jornadas nos hemos sentidos reconfortados y orgullosos, una vez más por la impresionante reacción de los niños y jóvenes cubanos que reafirman su disposición a ser fieles continuadores de los ideales del Líder de la Revolución.

En nombre de nuestro Pueblo, el Partido, el estado y el Gobierno y los familiares, reitero el agradecimiento más profundo por las incontables muestras de afecto a Fidel, sus ideas y su obra que continúan llegando desde todos los confines del planeta.

Raúl expresó que fiel a la ética martiana de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, el Líder de la Revolución rechazaba el culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud. Insistió en que una vez fallecido, su nombre y su figura nunca fueran utilizados para nombrar plazas, avenidas, calles y otros sitios públicos, así como erigir bustos y estatuas u otras formas similares.

En correspondencia, aseguró Raúl, presentaremos al próximo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, las propuestas legislativas requeridas para que prevalezca su voluntad.

Con razón el querido amigo presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, expresó que Fidel poseía la extraordinaria capacidad de viajar al futuro, regresar, y explicarlo.

El 26 de julio de 1989, en la ciudad de Camagüey, el Comandante en Jefe predijo con dos años y medio de antelación, la desaparición de la URSS y el campo socialista y aseguró ante el mundo que, si se dieran esas circunstancias, Cuba continuaría defendiendo las banderas del socialismo.

La autoridad de Fidel y su relación entrañable con el pueblo fueron determinantes para la heroica resistencia del país en los dramáticos años del período especial, cuando cayó el PIB y se deterioró la alimentación de los cubanos. Sufrimos apagones de 16 y hasta 20 horas diarias y se paralizó buena parte de la industria y el transporte público. A pesar de ello se logró preservar la salud pública y la educación a toda nuestra población.

Raúl hablando al pueblo de Cuba en Santiago

Vienen a mi mente las reuniones del Partido en el territorio oriental en la ciudad de Holguín, de la zona central en la ciudad de Santa Clara, y de la región occidental en la capital de la República, efectuadas en julio de 1994, para analizar cómo enfrentar con mayor eficiencia y cohesión los retos del periodo especial y el creciente bloqueo imperialista y la campaña mediática para sembrar el desánimo en la ciudadanía.

De esas reuniones que presidió Fidel salimos todos convencidos de que con la fuerza e inteligencia de las masas, bajo la dirección del Partido, sí se podía y se pudo, convertir el periodo especial en una nueva batalla victoriosa en la historia de la Patria.

En ese entonces, dijo Raúl,  pocos apostaban por nuestra capacidad de resistir y vencer, ante el reforzado cerco enemigo. Sin embargo, nuestro pueblo bajo la conducción de Fidel, dio una lección de firmeza y lealtad a los principios de la Revolución.

Al rememorar esos acontecimientos creo justo y pertinente retomar lo que expresé en julio de 1994, uno de los años más difíciles del Periodo Especial, en la Isla de la Juventud hace más de 22 años: «El más preclaro hijo de Cuba en este siglo, aquel que nos demostró que sí se podía intentar la conquista del Cuartel Moncada, que sí se podía convertir aquel revés en victoria, que logramos cinco años, cinco meses y cinco días aquel glorioso 1ero de enero de 1959».

Raúl aseveró que Fidel nos demostró que sí se podía llegar a las costas en el Yate Granma, que sí se podía resistir al enemigo, al hambre y al frío; organizar un ejército revolucionario en la Sierra Maestra tras la debacle de Alegría de Pío; que sí se podía abrir nuevos frentes guerrilleros en oriente; que sí se podía derrotar con 300 fusiles la ofensiva de más de 10 000 soldados, y al ser derrotados el Che describió en su diario que se le había partido la columna vertebral al Ejército de la tiranía; que sí se podía repetir la epopeya de Maceo y Gómez con las columnas del Che y Camilo hacia el occidente de la isla; que sí se podía con el respaldo de todo el pueblo derrotar a la tiranía batistiana.

Aquel que nos enseñó que sí se podía derrotar en 72 horas o menos la invasión de Playa Girón y proseguir la campaña de analfabetismo como se logró; que sí se podía proclamar el carácter socialista de la Revolución a 90 millas del imperio cuando sus naves avanzaban hacia Cuba tras las tropas mercenarias; que sí se podía mantener con firmeza los principios de nuestra soberanía; sin temer a los chantajes estadounidense en la crisis de los misiles; que sí se podía enviar ayuda solidaria a otros pueblos hermanos en lucha contra la opresión colonial y la agresión externa y el racismo; que sí se podía derrotar a los racistas surafricanos, salvando la integridad territorial del Angola y forzando la independencia de Namibia.

Ante los restos de Fidel en la heroica ciudad de Santiago de Cuba juramos defender la Patria y el Socialismo y juntos decimos: Fidel, hasta la VICTORIA.