Turistas
El Nuevo Herald opinó ayer miércoles que las nuevas regulaciones sobre Cuba afectan más a las personas que a las empresas.

Pero ahora firmas  estadounidenses opinan internamente que como las cosas no han cambiado mucho lo esencial de estas medidas es limitar el acercamiento entre las personas de uno y otro lado.

Nadie olvida, como asomó Obama durante su viaje a Cuba, el decisivo papel que la Casa Blanca asigna al sector privado para ir desmontando el actual sistema económico, político y social existente.

Un artículo del periodista Franco Ordoñez subraya lo escrito por el U.S.-Cuba Business Council, de la Cámara de Comercio de ese país “el gobierno de Estados Unidos en realidad trata de facilitar a las compañías norteamericanas relacionarse directamente con el sector privado cubano”.

Ello equivale a decir que está presente una intención menos comercial  o de otra índole.
La Corporación Publicitaria McClatchy tuvo conocimiento del referido texto, redactado en nota privada dirigida a sus miembros.

Integrantes de la bancada republicana en el Congreso, entre ellos, el senador Marco Rubio, y los representantes Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen, dieron un tibio apoyo a estas normas y culparon a los “burócratas” de minimizar las medidas.

El asistente de un legislador republicano, expresó: “el gobierno de Estados Unidos cedió a los intereses empresariales, debido a que muchos desconocen la situación en Cuba y fue fácil engatusar a algunos de sus funcionarios”, dijo la fuente.

Pero observadores alertan que si no es justo identificar a cada portador de un acuerdo comercial con Cuba, resultaría ingenuo ignorar  otros intereses que se mueven en el fondo de algunas de esas transacciones.

Asesores y abogados que representan a las compañías estadounidenses que negocian con Cuba opinan que el asunto gira, en primer lugar, sobre todo hacia el turismo.

Este capítulo, con sus diversas aristas, queda abierto.