Imagen de Salvador Allende

Sin conmemoraciones oficiales vivirá Chile este 11 de septiembre. ¿Nos acosa la desmemoria?

Según la portavoz de ese gobierno suramericano, Cecilia Pérez: «Como Gobierno, nosotros no tenemos contemplada ninguna ceremonia particular, pero sí, y sin duda, es un día para reflexionar».

Reflexionar, dice la mencionada ministra, sobre «lo importante que es cuidar la democracia, cuidar el diálogo republicano; lo importante que es cuidar el respeto». Y reflexionar, aclara ella, «personalmente», como si no fuera necesario el hecho colectivo, la memoria y el compromiso de una nación entera que sufrió toda los desmadres de la dictadura.

Se lee triste primero, luego se lee con rabia. Porque recuerdas que hace unos días la embajada de Chile en Caracas ofreció refugio a Manuel Avendaño, asesor de Juan Guaidó, un golpista que estuvo negociando pedazos de patria por apoyo internacional, al servicio del mismo imperio y de los mismos intereses que asesinaron al presidente Salvador Allende en La Moneda.

Apenas el pasado 7 de septiembre, un cable de la agencia EFE divulgaba detalles de un comunicado de la cancillería chilena donde también hablan de democracia: le reiteran «el apoyo del Ejecutivo del presidente Sebastián Piñera a la causa venezolana por la democracia y el restablecimiento del Estado de derecho».

O sea, efectivamente, nos acosa la desmemoria y, también, la doble moral, la hipocresía y el servilismo que tanto le ha costado a América, que tan caro pagó Chile. Burros no son, saben perfectamente que apoyar a Guaidó significa todo lo contrario de lo que han declarado, pero están bien pagados para hacerse los tontos.

Y sí, mucho tienen que reflexionar «personalmente» este 11 de septiembre; les va a pesar en la conciencia tanto como aquel de 1973. Tienen que reflexionar los políticos de turno, los que mandan y los que hacen coro. No sé si estén a tiempo de comprender que ellos, cada uno de ellos, son un grupo de traidores que va a morir cualquier día; pero Allende, su ejemplo y la democracia verdadera que representa, por más que los maten, siguen vivos.