Un país pequeño de hazañas grandes

Cuba cuenta con nueve médicos por cada 1 000 habitantes, un hecho trascendental, solo posible gracias a la voluntad del Estado.

Todo un acontecimiento familiar significa recibir un título de graduado universitario en Cuba, pero si este implica formar parte del sector de la salud como profesional de la Medicina el orgullo es doble; tanto en lo personal como en lo social.

Ser médico implica un alto grado de sensibilidad y humanismo, de entrega y perseverancia. Se trata de una carrera esencial para la vida de los seres humanos, y de ahí el aprecio y respeto que se profesa hacia quienes desarrollan su labor con amor y altruismo.

Por eso quizás, la grata noticia de que Cuba cuenta en la actualidad con 9,0 médicos por 1000 habitantes —según hizo saber recientemente el Ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda— es un hecho trascendental, si se tiene en cuenta las limitaciones de todo tipo que afronta el país a causa del bloqueo de los Estados Unidos, el cual rebasa ya medio siglo de existencia.

En 1959, al triunfo de la Revolución, aquí apenas quedaron unos tres mil galenos para atender  la salud del pueblo, y gracias a las ideas avanzadas del Comandante en Jefe Fidel Castro se creó (en octubre de 1962) el Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón y comenzó el desarrollo de la docencia médica y  su red de centros de educación médica superior, así como del actual Sistema Nacional de Salud.

Sin todo ello hoy hubiera sido imposible contar con los actuales indicadores, similares a los de países desarrollados, tanto en relación con la asistencia y los niveles de cobertura, como en las cifras de profesionales.

El pasado 18 de julio, en el acto de graduación de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, Portal Miranda recordó que hoy, de los 485 mil 479 trabajadores del Sistema Nacional de Salud, 234 mil 380 son profesionales de las diferentes ramas de las ciencias médicas, los que laboran en más de 13 mil instituciones sanitarias.

“Ningún país pequeño, en desarrollo, ha podido realizar semejante hazaña en términos de formación de capital humano altamente especializado”, dijo con orgullo y satisfacción el Titular de Salud en esa oportunidad.

Y ciertamente, es una realidad que hoy permite hablar de una Escuela de Medicina Cubana Revolucionaria, donde los seres humanos son lo esencial.

Al margen de estos logros, también hay que reconocer que la calidad de la asistencia médica ha decaído en los últimos años por disímiles factores, sobre todo en la atención primaria, la cual se lleva a cabo mediante el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia. De ahí que ello constituya una de las prioridades de trabajo para este ministerio.

No obstante, es necesario señalar que Cuba constituye un paradigma para muchas naciones y que una gran mayoría de quienes laboran en el sector (además de médicos, estomatólogos, licenciados en Enfermería, tecnólogos, técnicos medio y obreros calificados de la salud) realizan sus quehaceres con elevada profesionalidad y sensibilidad.

El país marcha en pos de la excelencia en estos servicios tan apreciados y necesarios por pueblo. Luchar contra lo mal hecho, desterrar las indisciplinas y otros males, de los que tampoco escapa la corrupción en el sector, es una tarea de primer orden para quienes cumplen responsabilidades en los diferentes niveles de dirección.

Aquellos que con dignidad y entrega realizan el trabajo cotidiano están conscientes de que la satisfacción de las necesidades básicas de la población en materia de salud constituye, ante todo, un verdadero acto de humanidad. Y a esto, ¡Cuba jamás renunciará!