Imagen de satélite

¿Se imagina usted lector un noticiero o una revista informativa sin parte meteorológico? Supongo que no. Aparte de las bromas que en algún momento se hacía sobre la meteorología, cuando se decía “Instituto de mentirología”, en la medida que pasa el tiempo crece el respeto que ya se tiene sobre los partes.

Incluso con el acceso a Internet no son pocas las personas (yo entre ellas) que tenemos entre nuestras páginas favoritas las del Instituto de Meteorología para ver el pronóstico o mirar lo que dicen los radares.

Los partes en el noticiero no son tan viejos. Le cedo la palabra al Dr. José Rubiera para que cuente sus inicios:

“Yo empecé la información diaria meteorológica en el noticiero cuando se decía que no era posible. Fue un 13 de enero de 1981. Empecé en vivo con la televisión en blanco y negro. Estuve mucho tiempo solo hasta que después empezaron a salir más personas y otros programas. Después fue creciendo. Hoy soy profesor de Comunicación Meteorológica en la Universidad de La Habana. Intento mezclar el periodismo con la ciencia. A veces lo logro y a veces no. Yo hablo como si estuviera hablando a un familiar o un amigo. Quizá tenga un poco más de entrenamiento, ciertas dotes, pero es lo que recomiendo hacer”.

Nunca lo he entrevistado, pero varias veces he escrito de él, como en el número 175 de La Jiribilla, en el 2004, cuando era colaboradora sistemática de la entonces muy buena publicación: “A Iván le llevo la pista desde que se formó. En su génesis lo descubrí porque le seguía el rumbo a Frances. Internet sirve para eso y también para asustar a la gente.”

Ahora admiro mucho más al Dr. José Rubiera y a los otros meteorólogos cubanos. Su cuidado al ofrecer los partes, especialmente al indicar la trayectoria de un meteoro, está sumamente justificada. Porque ese “bicho” todos los días, a diferentes horas, tiene diversos modelos de camino.

Si Rubiera amplificara para todo el mundo la ruta que él como científico cree que llevará, corre el riesgo de que, de errar, el huracán entre por un lugar no previsto. También porque en un fenómeno como Iván hay tanto peligro en el centro como en 100 kilómetros a la redonda.

Así que, aunque vea diez web con modelos de pronóstico, le cazo la comparecencia televisiva a nuestro Jefe del Instituto de Meteorología. Como confío en él, espero que mañana por la noche ya conozca con mayor certeza el lugar por donde entrará y transitará Iván”. Más recientemente alabé en Facebook su esperada presencia durante el paso del Huracán Irma por Cuba.

A quien sí entrevisté porque lo considero un excelente comunicador y muy capaz en su disciplina es al MsC. Ing. Miguel Ángel Hernández, que me recuerda a Armando Lima Ojitos.

Miguel Ángel me dijo que no había respondido mis preguntas porque los play off lo tenían loco. Inmediatamente le pregunté de dónde era, porque pensé en un aficionado pertinaz de la pelota. Su respuesta me demostró que la meteorología es un asunto muy serio y a tiempo completo: Tenía que decir cómo estaba el tiempo en Las Tunas y Granma. No quiero estar en su piel, porque es un pronóstico y como tal puede caer un chaparrón o no.

De él es esta anécdota con el Comandante en Jefe:

“Con Fidel hablé mucho, por teléfono, nunca de frente no tuve la posibilidad. Soy uno de los especialistas principales y esa es una de mis responsabilidades atender el teléfono y todo lo que sea primer nivel. Fidel preguntaba mucho y de todo. Tú sabes uno se prepara con el pronóstico, pero él siempre quería saber más, era como el aprendiz de todo.

Recuerdo un fin de año, estábamos trabajando la noche del 31 de diciembre para primero. El turno saliente me deja un frente frío llegando al final de la noche pero antes había una pre frontal. Entonces Gustavo Esteves, que era nuestro especialista de satélite, me dice:

“Miguel esa línea pre frontal nos va a tocar con lluvias, porque está activa. Es mejor llamar a los puestos de mando y avisar de que va a llover sobre las nueve de la noche. Después habrá un impase y sobre las once y media, cuando llegue el frente, vuelve a llover y ya ahí termina la lluvia y empieza el frío.”

“Vaya, para que cuando empezara a llover no se preocuparan porque estaban las fiestas populares celebrándose y mucha gente celebra al aire libre, tienen su lechón asado, en fin fiestas. Entonces levanto los teléfonos, hago las llamadas pertinentes y siempre digo: Mire, le habla el jefe de turno en Casablanca, Miguel Ángel Hernández, esto es lo que va a pasar en las próximas horas, para que estén preparados.”

“Nosotros seguimos el turno y los preparativos para cenar, no a la medianoche sino antes, para a la medianoche salir a la azotea y ver los fuegos artificiales y escuchar las salvas de artillería de la cabaña. Ese año la familia de mi esposa estaba en un restaurant y mi suegro en broma me había dicho que el agua que cayera se la iba a tomar.”

“Entonces llaman como a eso de las 9:00 p.m. “Es contigo que quieren hablar” – me dice el que coge el teléfono -.

La persona que llama me pregunta: – ¿Es Miguel Angel, el jefe de turno?

– Sí – respondo.

– Espere que le van a hablar.

Pero no dicen quien hablará, sólo que espere.

La voz que me saluda se parece a mi suegro, pensé que trataba de bromear conmigo. Yo trato de alargar la presentación para ver si reconozco la voz, pero nada. Entonces le pregunto quién habla y me dice es un caballero llamado FCR. Yo enseguida le riposto, RCA Víctor. Es entonces que me dice: “No chico, es un caballero llamado Fidel Castro Ruz.”

Comprendo. Le digo: ¡Ah, sí, es ese caballero es grande! Dígame, qué necesita saber. Él me repite lo mismo que yo le dije al puesto de mando de su guardia personal, palabra por palabra. Me dice: Todo ha estado bien, ya llovió por la pre frontal. Lo que queríamos saber es si el palo de agua que anunciaste para las once y media se mantiene.

Me dice: “Es que estamos en la Plaza La Damajagua”. Yo pienso que me habla de Camagüey, entonces busco una imagen de satélite de Camagüey.

Luego me dice “de la Universidad de La Habana”. Entonces rectifico y busco el radar de La Habana, y veo que todo va como se pronosticó. Él me comenta que está con las Marianas.

¡Qué pienso yo, que son las del Ejército Rebelde!, y le digo: “Bueno, ellas se pueden mojar porque son mujeres fuertes y guapas”.

Él me rectifica: “No, porque están con sus mejores galas, pues vinieron de ver a sus hijos, los cinco héroes en prisión.” Entonces caigo en quiénes son. Es cuando Fidel me reitera que lo que quieren es saber si va a llover a las 11:30 p.m. porque ellos quieren cenar afuera.”

Yo le digo que el que no se puede mojar es él, y me pregunta si ya yo estaba celebrando, si había tomado y le digo que no, que estoy en el trabajo y yo no podía tomar. Entonces me dice que él sí ya se ha tomados unos traguitos y que no me preocupara, que él tenía puesto un chubasquero amarillo y en pitusa. Me preguntó de nuevo si iba a llover o no, porque si eso quedaba mal se enterarían hasta lo americanos. Yo le respondí que a las doce menos cuarto plantaran las mesas, que podían cenar sin problemas, porque ya no llovería más. Lo que sí iba a hacer un poco de frío.

Entonces me dio las gracias y me dijo que si algo, me volvería a llamar. Colgué. A la media noche, como siempre, vino Fabio Fajardo Moros el director en ese entonces del Instituto. Él siempre viene los fines de año. incluso ahora que ya no es el director, continúa viniendo cada vez que puede. Lo saludo y le voy hacer el cuento de lo que me había pasado. Fabio me dice: “No hace falta, yo estaba presente, lo escuché todo, y todo quedó muy bien.”

A eso de las 3:00 a.m. llamaron dando las gracias de parte del Comandante, que todo había quedado bien. Fuimos salientes el día primero y descansé el día dos. 

El día tres me incorporo, y como a las 11:00 a.m., cuando voy a grabar el pronóstico para Radio Rebelde, le doy mi nombre y apellidos al técnico de la sala 500 en Rebelde. La periodista que está en ese momento en la cabina le dice: “Mira, ese fue el que le dijo RCA Víctor al Comandante”.

Resulta que Fidel tenía un celular o manos libres y lo puso en alta voz para hablar conmigo y, todos los presentes, incluso la prensa, escucharon lo que yo hablé con él desde el principio. Porque Fidel le había dicho a la persona que lo comunicara con el Instituto de Meteorología y que no dijera que él iba a hablar.

“Yo hasta me incomodé porque debían informarme de que el Comandante quería hablar conmigo, pero la periodista dijo que Fidel lo había indicado así, que él se veía muy divertido, rio mucho y que había pasado un rato agradable hablando conmigo. Realmente él hasta cambio la voz al principio, por eso yo no lo reconocí.”

Ahora bien, ¿por qué escribo de Rubiera y de Miguel Ángel? Porque con estas líneas sobre ellos deseo reconocer a los especialistas de “los partes meteorológicos” que celebran su día este 23 de marzo.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y sus 187 Miembros, así como las comunidades meteorológicas de todo el mundo celebran este día en igual fecha desde 1950, cuando se firmó el Convenio por el que se creó la Organización.

Por supuesto, su labor es mucho más que un pronóstico: es la investigación y sugerencias sobre el cambio climático, esa amenaza que rodea al planeta y muchísimos asuntos más que tienen que ver, per se, con la vida en La tierra. Entonces, ¡felicidades meteorólogos!