El instrumento que acompañó el florecimiento en 1819, de la ciudad de Cienfuegos con sus colonos fundadores, el mismo que se volvió mambí y luego rebelde en la Sierra Maestra, el que fue asumido por las familias Fornaris y cubanizado por la Borbolla, de Manzanillo y luego por quienes lo llevaron en carretas tiradas por bueyes a Bayamo, Holguín y otros pueblos, es hoy Patrimonio Cultural de la Nación.
La decisión responde a un acto de justicia, que reconoce a las familias portadoras como las genuinas salvaguardas de un fenómeno de la música tradicional cubana, donde confluyen la maestría artesanal de los artistas ebanistas, que construyen los instrumentos orquestas, la calidad interpretativa con el aporte de la percusión cubana, la fiesta y el baile con el tumbao “sacando agua del pozo”, junto a excelentes arreglos y un repertorio fascinante con lo mejor de la música cubana de todos los tiempos, desde José White hasta Juan Formell, son elementos que validan este fenómeno dentro de las expresiones más raigales de la música cubana.
La declaración del órgano oriental como patrimonio de la nación cubana confirma la obra de los organilleros de antaño, con sus famosos bailes de enramada, también de compositores como el holguinero Carlos Rubiel Ávila, arreglistas de la estatura de Tony Taño y la obra de intérpretes, como los de Estrellas de Cuba y Melodías del 80, de Buey Arriba y Nuevo Ritmo Oriental y Perla del Cauto, de Río Cauto, junto a El mambisito, de Bayamo o la gracia de la familia Ajo, que tuvo en Tropicana su gran esplendor en la década del setenta. Así no se detiene la manigueta y podemos disfrutar de la música de los organillos en los carnavales de Santiago de Cuba, Guantánamo, Niquero, Medialuna, Manzanillo, Bayamo, Buenaventura, Las Tunas, Puerto Padre, Camagüey, Varadero, La Habana y Pinar del Río, entre muchos sitios. Y el relevo bien se aprecia en órganos infantiles Los Riveritos, de Río Cauto, Los Gallitos, de Guisa y Las Caciques, de Yara, en Granma.
El señor de la música molida está de fiesta y la noticia anima a los bailadores de las noches holguineras y a las familias Cuayo, Marrero y los Ajo, de Holguín; los Peña, Hernández y Ochoa, de Las Tunas, también a los muchísimos vecinos de Niquero, anfitriones del Festival “Raquel Morales in memoriam”, organizado por la Dirección Municipal de Cultura de Niquero, provincia de Granma. Y los vecinos de Buenaventura, Municipio Calixto García, Provincia Holguín, con su Festival Pepe Ajo, los que aplauden una decisión que es reflejo concurrente de un fenómeno genuino de la transculturación incesante, primero franco-cubana y hoy con la constante refundación entre los que revolucionan el instrumento para sumar nuevas sonoridades a la artesanía musical y a la sabrosura, que aporta a nuestra cultura nacional, el órgano oriental.