La entrega del personal médico de la Isla dedicado a la lucha contra la COVID-19 siempre merecerá el reconocimiento de los cubanos, pues tras 18 meses de labor ininterrumpida sigue arriesgando su vida y velando por la salud de cada ciudadano.
En esta batalla contra la muerte, el plantel artemiseño, de jóvenes y no tan jóvenes, cambió sus rutinas de trabajo y se apartó de sus familias para asumir la responsabilidad de atender a las personas ingresadas en el hogar, a quienes llegan cada día a las consultas de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA), a los centros de aislamiento y a los hospitales para ser diagnosticados y tratados adecuadamente.
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Tiempo de reinvención
Dargelo Sánchez Manzano, galeno de Güira de Melena que labora en el policlínico Orlando Santana para pacientes positivos en Mariel, explicó a la Agencia Cubana de Noticias que la pandemia provocada por la COVID-19 ha demandado de este personal un cambio en la forma de asumir su labor para enfrentar una situación sanitaria sin precedentes en una nación donde el Gobierno dedica todos los recursos necesarios para ofrecer un servicio médico de calidad.
Con ese objetivo, dijo, mucho han transformado su quehacer, ahora diversificado para tratar a los contagiados con el virus SARS-CoV-2 y sus variantes sin descuidar el resto de los programas de salud que también son vitales para la protección de la población de la Isla.
En aras de lograr la estabilidad epidemiológica del territorio, refirió, gran cantidad de trabajadores del sector conviven durante semanas en los centros de aislamiento para mantener el seguimiento a los pacientes con alguna vulnerabilidad, no pocos prestan sus servicios en otras provincias e incluso algunos han muerto en el cumplimiento de su función, lo cual es muestra fiel del compromiso de estas personas con la población de la Isla.
La grandeza de los pinos nuevos
Como parte de este esfuerzo conjunto también vale destacar la entrega de los pinos nuevos, cientos de estudiantes de Ciencias Médicas y recién graduados que, como en ocasiones pasadas asumieron la responsabilidad de ofrecer una atención especializada al pueblo con la misma capacidad de quien lleva toda una vida dedicada a la profesión, a cargo de las pesquisas activas, las consultas de IRA y los centros de aislamiento.
Osdanys Gutiérrez, un joven médico de Güira que ha desarrollado su primer año de trabajo en medio de la pandemia, comentó a la ACN que esta actitud refleja el verdadero valor de la formación de los profesionales del sector de la salud en Cuba, donde se les prepara para prestar sus servicios en cualquier momento y situación requerida.
La realidad es que cuando comenzaron sus estudios, nunca imaginaron verse tan rápido en una posición donde una decisión determina la vida o la muerte de un paciente. Ellos siempre pensaron que tendrían más tiempo de práctica antes de vivir esos momentos, pero la realidad es que este escenario los ha hecho aprender bien y de prisa, y eso es algo que solo ha aportado para bien en su desarrollo laboral, añadió.
Daichelys Ramos, graduada este año en análisis clínico y medicina transfusional, comentó que la tarea no ha sido fácil porque siempre existe un poco de miedo de llevar el virus a casa y contagiar a la familia, pero lo cierto es que su desempeño como pesquisadora activa desde su posición de estudiante y como parte del grupo de respuesta rápida en la actualidad le han permitido tener un mayor respeto por la profesión que ella y sus compañeros desempeñan.
Esa diferencia entre aportar o no a disminuir las cifras diarias de contagiados con la enfermedad es lo que permite apreciar el gran valor de su quehacer diario y la impulsa a asumir su deber con mayor entrega y dedicación, aseguró la güireña.
Hoy más humanos y cubanos
Cierto es que han ocurrido situaciones que pudieron evitarse de actuar de manera distinta y podría seguir mejorando la realización de las pesquisas al hogar, pero es justo destacar como, cada uno de ellos ha cambiado su manera de ver a la vida y luchar por ella, incluso poniendo en peligro su seguridad y sin acobardarse pese a que varios de estos profesionales también han perdido alguna que otra batalla ante la COVID-19.
Yakelin Oliva Pluma, una enfermera de la ciudad capital artemiseña, que ha asumido responsabilidades en los centros de aislamiento de la provincia y prestado solidaridad a los pueblos de Andorra y Martinica, declaró a la ACN que es muy difícil explicar el sentimiento experimentado tras ver morir a una persona y que la necesidad de no pasar por esa situación o ver a una familia sufrir esa pérdida los impulsa aún más a salvar a cada paciente.
Como estos especialistas artemiseños, otros muchos pueden haberlo tratado tanto en esta occidental provincia como en la punta de Maisí en Guantánamo, los cerros venezolanos o la ciudad de Cremona en Italia, pero nadie olvida, tras la tensión de padecer la enfermedad, el nombre de esa persona, o la cara escondida detrás de la mascarilla, que le prestó cuidados y que en muchas ocasiones lo despidió con la alegría de verle recuperado.
Es por esa entrega absoluta, que, pese a los obstáculos en el camino, no se puede dejar de asegurar que son verdaderos héroes de estos tiempos, solo ocultos tras una máscara para proteger su salud y no su identidad, y que ha sido su labor la que hoy hace a Cuba un país más seguro, más inmune y más feliz.