La ciencia cubana celebra por estos días los aniversarios de creación de varias de sus instituciones en una red indisoluble de capacidades colectivas que desde hace años fomenta la investigación científica, la tecnología y la innovación hasta constituir en la actualidad el estandarte de la gestión de gobierno.
Siempre bajo la persistente impronta del Comandante en Jefe Fidel Castro, las conmemoraciones comenzaron por el Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) por sus 60 años como el único de su tipo en Cuba para los estudios en el campo de la geofísica, astronomía, geología ambiental y evaluación de riesgos de desastres. .
Fundado el 17 de abril de 1964 en acto solemne de la naciente Academia de Ciencias, presidida por el doctor Antonio Núñez Jiménez, en la actualidad mantiene las investigaciones básicas y aplicadas, dirigidas al análisis de la ionosfera, la magnotosfera y sus interrelaciones, la geoefectividad de la actividad solar e influencia en la propagación de las ondas electromagnéticas y otras esferas.
Eduardo Martínez Díaz, ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), encabezó la festividad junto a otras personalidades del sector e incluso aprovecharon la oportunidad para inaugurar la nueva sede del Centro de Creación de Capacidades para la Reducción del Riesgo de Desastres y la Adaptación al Cambio Climático.
Su organismo superior es la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada (AENTA), que celebró, el 19 de este mes, en el Palacio de Convenciones de la Habana, sus primeras tres décadas de existencia, con jornadas científicas los días 17 y 18 de abril ante la presencia de más de 100 personas de todo el país.
En sus intercambios, centraron la atención en mostrar la contribución de las aplicaciones nucleares y las tecnologías de avanzada en salud, industria, energía, seguridad alimentaria, protección del medio ambiente, preservación y conservación del patrimonio, entre otros, y también los resultados de la cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). . .
Además, en coincidencia con el aniversario 40 del acuerdo intergubernamental del Acuerdo Regional de Cooperación para la Promoción de la Ciencia y la Tecnología Nucleares en América Latina y el Caribe (ARCAL).
En ese propio acto del viernes pasado, el Instituto de Documentación e Información Científica y Técnica (IDICT), festejó sus 61 años de existencia desde 1963, cuando se sumó al pequeño número de países que llegaron a disponer de un centro especializado para su uso, divulgación y gestión.
La historia de su colectivo comenzó el 19 de abril de 1963 y en un principio estuvo adscrito a la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba y desde entonces sentó las bases de su propio desarrollo por la iniciativa de promover el concepto pasivo de biblioteca hacia la etapa activa, viva.
Es una organización de la industria de la información con el encargo de satisfacer las necesidades de acceso para la toma de decisiones, principalmente a sectores jerarquizados de la nación, comentó en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias su actual director Manuel Piloto Farrucha, Máster en Ciencias.
Hace 30 años, este domingo 21 de abril de 1994, es la fecha insigne del Ministerio del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), iniciativa que constituyó un respaldo al legado en la materia del Comandante en Jefe Fidel Castro, la institucionalizó y sentó las bases para el desarrollo de un organismo transversal de la economía nacional de Cuba.
La promulgación del decreto Ley No. 147 sobre la reorganización de los Organismos de la Administración Central del Estado posibilitó su formación a partir de la integración de la Academia de Ciencias de Cuba, con más de 30 años de creada.
Sus antecedentes datan de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fundada en 1861, e incluyó a la Secretaría Ejecutiva para Asuntos Nucleares, la Comisión Nacional para la Protección del Medio Ambiente y el Uso Racional de los Recursos Naturales, y la Comisión Rectora del Gran Parque Nacional Sierra Maestra.
Solo a partir del primero de enero de 1959 se abrió un capítulo cualitativamente distinto para la ciencia nacional, pues dejó de ser un objetivo y encomienda individual para convertirse en una prioridad y cada vez más en la locomotora de su desarrollo.